Introducción
El presente artículo analiza la trayectoria y las ideas del médico argentino Francisco José Martone (1909-1998) con especial atención a sus postulados sobre la medicina preventiva y social. Aquí nos abocaremos a rastrear su recorrido académico y político desde la década del treinta del siglo XX, cuando se vinculó con el Parlamento y comenzó a publicar sus primeros libros, hasta el final de la década de 1980, momento en el cual escribió sus memorias como asesor del Congreso de la Nación. Como veremos, su recorrido como sanitarista, profesor y divulgador estuvo íntimamente ligado a lo que en la época se entendía por las responsabilidades de aquellos profesionales relacionados con la salud pública. El concepto de salud pública tiene múltiples sentidos epocales, sin embargo, entendemos por esta noción al conjunto de saberes y prácticas que se concibieron acerca de cómo se debía administrar y dirigir hospitales; qué se entendía por epidemiología, y las nociones vinculadas al saneamiento ambiental, a la medicina del trabajo, a la educación sanitaria y a la salud materno infantil, tanto en los espacios rurales como urbanos. Esta caracterización, si bien es amplia, es operativa y nos permite adentrarnos en la conformación de un campo profesional y de un modelo de burocracia atravesados por relaciones políticas y corporativas nacionales e internacionales1.
El análisis de la trayectoria de Martone lo asociamos con la importancia que comenzó a tener la salud pública en los países latinoamericanos a lo largo del siglo XX. Si bien desde la conformación de los Estados modernos a mediados del siglo XIX el saneamiento ambiental y la erradicación de enfermedades epidémicas y endémicas fue tomando un lugar cada vez más protagónico en las agendas científicas y políticas, fue en la segunda década del siglo XX, y con el mayor predominio de Estados Unidos en la región, que los diferentes Gobiernos latinoamericanos impulsaron políticas sanitarias con el objetivo de prevenir enfermedades, prolongar la vida y difundir normas de higiene que se creían que mejorarían la calidad de vida de las personas2. Seguir la trayectoria de Martone nos ayuda a revisar la forma en que el Estado argentino fue profundizando su intervención, ampliando sus estructuras sanitarias y el rol que fueron teniendo los médicos, quienes -según Laura Rodríguez y Germán Soprano3- al ejercer su carrera en el sistema de salud pública pudieron ser considerados como profesionales de Estado y ser caracterizados como intelectuales. Así pues, el caso de Francisco Martone nos permite dialogar con aquellos trabajos que tienen como eje el estudio de los profesionales en el Estado4.
Martone no forma parte del "panteón" de grandes médicos ni de "médicos héroes" reconocidos por el campo médico local; sabido es que la historia de la medicina suele estar cargada de relatos de trayectorias de médicos en los que se destacan sus virtudes y logros tanto en el terreno de la ciencia como en el de la política. Estas historias laudatorias han contribuido a la difusión de información básica sobre ciertos galenos "relevantes", pero suelen obviar a otros personajes que tuvieron un rol destacado en la especialización de funciones de las agencias sanitarias y quedaron al margen tanto de las historias oficiales como de aquellas que se proponen diferenciarse con una mirada más crítica y renovada. Entonces, en este artículo, nos centraremos en Francisco Martone, quien fue parte de conjunto más amplio de médicos interesados en el quehacer de la salud de las masas y en cuyo recorrido podemos destacar intereses científicos, una carrera laboral ligada a diferentes lugares que tuvo en las agencias del Estado, y una ambición política que lo llevó a ocupar espacios, sostenerlos y buscar otros ámbitos de intervención cuando fue desplazado.
Desde un punto de vista metodológico, el análisis de trayectorias profesionales, como método para conocer un campo social determinado ha sido ensayado por numerosas obras tanto clásicas como recientes5. A través del recorrido de ciertos itinerarios de vida ha sido posible conocer mejor las tensiones, las alianzas y los conflictos de poder que estructuran los campos profesionales. Siguiendo a Pierre Bourdieu y sus análisis de los campos sociales6, una trayectoria puede pensarse, por un lado, como la suma de posiciones que un agente ha ido ocupando en uno o varios campos y, por otro lado, como el conjunto de acciones que dicho actor lleva a cabo en pos de obtener una posición dominante7. Una biografía académico-profesional se compone por lo tanto de acumulaciones, inversiones, estrategias arriesgadas o conservadoras, enriquecimientos y apuestas del tipo de capital propio del campo.
Este artículo tendrá dos partes. En primer lugar, revisaremos el recorrido biográfico de Francisco Martone entre los años 1930 y 1955 ya que durante ese período tuvo injerencia en el ámbito parlamentario y universitario, así como en el diseño de políticas sanitarias durante los años del peronismo clásico. Luego del golpe de Estado de 1955 y con el proceso de desperonización8, Martone abandonó los lugares vinculados con las agencias sanitarias y con la Universidad, pero mantuvo sus vínculos profesionales en la Cruz Roja Argentina, de la cual llegó a ser presidente, y desde allí impulsó una reforma de la carrera de enfermería a tono con las recomendaciones de los organismos internacionales de salud y los postulados de los congresos regionales y nacionales de enfermería.
Para cumplir con los objetivos que nos planteamos acudimos a diversos tipos de fuentes documentales. Por un lado, al Legajo Administrativo de Francisco Martone, alojado en el Archivo Central de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), así como a los Antecedentes, Títulos y Trabajos de 1954, a partir de los cuales pudimos reconstruir la primera parte de su carrera académica. Por otro lado, revisamos su producción escrita: los libros y folletos que escribió y publicó entre 1938 y fines de la década de 1980 así como algunos números de la Revista de la Cruz Roja argentina dado que Martone fue su director. Los pocos números de la revista Hygieia también nos sirvieron para tener una mejor idea de la participación de Francisco Martone en círculos higienistas antes y durante el período peronista (1946-1955). Por último, algunos números digitalizados del Boletín Oficial de la República Argentina, disponibles en el sitio web de la publicación estatal, nos fueron útiles para confirmar las designaciones de Martone en cargos públicos.
Primeros años de trayectoria: entre la Universidad y el Estado (1931-1955)
Francisco José Martone nació en Buenos Aires en 1909 (ver figura 1). Según el acta bautismal del 1 de abril de 1911 de la parroquia porteña de Nuestra Señora de Balvanera, sus padres fueron Francisco Martone, italiano, nacido en 1877, y Esmeralda Giampetruzzi, argentina, nacida en 1891. Martone creció entre los barrios de Balvanera y Boedo, al sur de la ciudad de Buenos Aires. Cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Bernardino Rivadavia, de donde egresó en 1927. En 1931, siendo estudiante de medicina, fue nombrado "Auxiliar Noveno" en la Honorable Cámara de Senadores de la Nación, cumpliendo actividades de asesoramiento de varias comisiones legislativas en aspectos vinculados con cuestiones sanitarias9. Esta experiencia marcó gran parte de su trayectoria posterior ya que fue un activo referente a la hora de buscar y sugerir antecedentes médicos sociales que sirvieran de insumo para la elaboración de leyes sociosanitarias. De hecho, fue uno de los primeros integrantes técnicos que tuvo la Comisión de Higiene de la Cámara de Diputados, creada en 1934. Esta Comisión tuvo la función de fundamentar los proyectos legislativos con argumentos técnicos, bibliografía pertinente y estudios adecuados10. El impulso que le dio esta Comisión a la sanción de leyes sociales fue destacado ya que, en el año de su creación, se sancionaron políticas sociosanitarias de importancia tales como las modificaciones sobre el trabajo de mujeres y menores y el establecimientodel descanso por maternidad a las obreras y empleadas de empresas privadas11.
En 1936, Martone egresó con el título de médico de la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA12. Hacia 1940, se especializó en nutrición y en 1942 como médico higienista tras realizar el Curso Superior de Higiene, de reciente creación. Este curso duraba dos años y fue impulsado por los médicos Germinal Rodríguez y Alberto Zwanck, ambos referentes a la hora de promover proyectos relacionados con la salud de la población y la institucionalización de la asistencia social. En el primer año, los candidatos debían cursar "Bacteriología y Patologías aplicadas a la Higiene", "Fisiología, Química y Física aplicadas a la Higiene", "Estadística", "Ingeniería Sanitaria" y "Nutrición". En el segundo, también de cursos teóricos, estudiaban "Epidemiología y Profilaxis", "Economía y Legislación Sociales", "Higiene y Medicina Social" y "Administración Sanitaria". Algunas de estas asignaturas, como las relativas a administración, bioestadística, saneamiento ambiental y epidemiología eran materias clásicas de cualquier School of Public Health norteamericana o europea. Acabado el curso teórico, el candidato debía incursionar en la investigación empírica de un caso concreto, en general relacionado con su propio trabajo como médico en algún hospital o en la función pública13.
La especialización de Martone continuó en 1950 con el Curso de Médico de Fábrica ("Superintendente de Higiene Industrial") que impartía Germinal Rodríguez14. Este curso fue muy popular entre los médicos con intereses sociales y políticos en los años de 1940 ya que estaba en línea con el mayor énfasis que tuvieron las acciones preventivas en el interior de las fábricas con el objetivo de reducir los accidentes profesionales y de esta forma disminuir el ausentismo laboral y mejorar el rendimiento laboral15. De hecho, entre 1946 y 1953 Martone participó en encuentros académicos nacionales que tuvieron como objetivo debatir el lugar de los médicos al interior de las fábricas, las lesiones que se producían en los ámbitos fabriles y las formas de prevención de accidentes laborales16.
La década de 1940 fue muy productiva para Martone, tanto por sus ocupaciones académicas como por su participación en el Gobierno peronista. Los intentos de institucionalización de la salud pública en la Universidad y en la administración estatal que se registraron desde 1946 lo contaron como uno de sus protagonistas e impulsores. Hacia final de la década, Martone estaba adscripto a las cátedras de Higiene de la Universidad Nacional de La Plata y de la UBA. En esta última tenía el cargo de "conferencista". Su rol como profesor y divulgador se extendió hacia ámbitos como la Cruz Roja Argentina, donde fue docente de "Higiene y Medicina Social" desde principios de los años cuarenta. Esta vinculación también lo llevó a dirigir la Revista de la Cruz Roja Argentina entre 1950 y 1954.
En estos años, Francisco Martone también acrecentó su compromiso como asesor del Estado en materia de sanidad y salud pública. Ya en 1938, Martone publicó un folleto titulado "En pro de la unificación de los servicios de sanidad", el que a su vez era un extracto de un trabajo presentado en el VI Congreso Nacional de Medicina celebrado en Córdoba en octubre de ese año. En este escrito, argumentaba contra la superposición de funciones entre los servicios sanitarios de las diferentes jurisdicciones proponiendo la unificación de tales actividades e instituciones en una repartición central a nivel nacional, en concordancia con las propuestas de otros higienistas como Gregorio Aráoz Alfaro, que sugirieron la centralización sanitaria durante el mismo período17. Desde 1943, Francisco Martone se vinculó con el Ministerio de Hacienda, como asesor médico, para luego ingresar como adscripto al Departamento Nacional de Higiene. En 1946, durante el Gobierno peronista, el médico fue nombrado miembro de la delegación argentina en la I Asamblea Mundial de la Salud que creó la Organización Mundial de la Salud en julio de ese año. Esta experiencia fue registrada en un artículo publicado en La Revista de Medicina y Ciencias Afines con el título "El organismo mundial de la salud visto por un médico viajero"18. En este artículo, Martoneno solo se abocó a difundir los principios acordados en dicho acuerdo clave para la salud internacional, sino que destinó gran parte del texto a ponderar las condiciones sanitarias y sociales de Nueva York. De manera similar a otros profesionales de la salud que visitaron Estados Unidos con fines académicos, como Telma Reca19, Martone admiraba el progreso de la ciencia médica, que a partir de los años de entreguerras tuvo dicho país.
Como funcionario de la Secretaría de Salud Pública, Martone fue especializándose en temas como administración sanitaria, higiene rural y servicio y asistencia social, obteniendo reconocimiento académico en tales materias. Un ejemplo de esa legitimidad fue su libro Administración Sanitaria y Medicina Social de casi mil páginas que fue distinguido con el Premio Eduardo Wilde por la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA en 1952. En ese mismo año fue designado como profesor adjunto de Higiene y Medicina Social en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata20. Entonces, al menos, hasta el golpe de Estado de 1955, Martone fue asesor de cartera estatal. Sobre esta situación Carolina Biernat y Karina Ramacciotti afirman que:
Las razones que motivaban a los médicos a entrar en el ámbito de la salud pública eran múltiples. Algunos se refugiaban en esta área con el fin de lograr un puesto remunerado y desde allí luego establecerse en la práctica privada, otros tenían éxito en el ámbito privado pero se sentían atraídos por un cambio, estimulado en ocasiones por la observación de ciertos tópicos que podrían mejorar, y la motivación de otro grupo importante era lograr estabilidad laboral. Esta variedad de impulsos conformaba un grupo heterogéneo.21
Estas observaciones nos llevan a preguntarnos por las motivaciones del propio Martone. Desde 1941 y 1942 este se incorporó a la Asociación Argentina de Higiene, una agrupación cuyos miembros, como los doctores Luis Lepera, Homero Rodríguez Cámpora y Alberto Yanzónes tuvieron desde 1946 ligados al Gobierno peronista. La publicación oficial de la Asociación, la revista Hygieia no ahorró elogios para la gestión de Ramón Carrillo, quien entre 1946 y 1954 ocupó el cargo primero de secretario de salud y luego de primer ministro de Salud. En este contexto, Francisco Martone se incorporó en los equipos gubernamentales que llevaron adelante la política sanitaria del Gobierno peronista. Germinal Rodríguez y Martone fueron colaboradores cercanos de Carrillo y propusieron un Seguro de Salud y Fondo Nacional para la Salud Pública, que fue imaginado como la palanca de transformación para atenuar las profundas diferencias sociales. Este, a su vez, permitiría lograr un sistema de financiación propio obtenido por impuestos locales y tasas de un seguro de salud22.
Según Omar Acha, quien analizó algunas contribuciones de Martone a la política de salud pública del gobierno peronista, el médico "rápidamente [...] convirtió sus saberes de higienista para legitimar el paso de lo que llamaba 'higiene pública' a la 'higiene social' y a la 'medicina preventiva', es decir, al cuidado de las causas indirectas"23. En su libro de 1948, Higiene y Medicina Rural, Martone se maravillaba de este "pasaje" de la medicina individual a la colectiva al afirmar que:
Antes la medicina tenía por objeto tan sólo dar alivio al sufrimiento y remedio a la enfermedad; era sinónimo de ayuda, socorro a un estado de necesidad; hoy, gracias a los progresos alcanzados, aquella etapa paliativa o curativa, agrega otra, más real y más afectiva, la preventiva, que otorga medios a fin de que los males no se vuelvan a producir, y si esto ocurriera, la forma de evitarles.24
En 1954, Francisco Martoneformó parte de la delegación gubernamental que viajó a la XIV Conferencia Sanitaria Panamericana realizada en Chile en el rol de asesor por parte del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social25. A juzgar por la información que encontramos en su legajo académico, Martone fue un profesor universitario alineado con la agenda y los valores políticos de la gestión peronista. En 1955 dictó un "Curso de Formación Política" en la Facultad de Ciencias Médicas de la UBA, que fue discontinuado en noviembre de ese año. Esta es la última información que aparece en su legajo universitario en la UBA, de lo que deducimos que como docente o incluso como alumno de posgrado, 1955 fue el último año de Martone en esa casa de estudios. Es muy probable que su cercanía con el peronismo y la "desperonización" inaugurada luego del golpe de Estado (1955) haya constituido un límite para su participación posterior en la Universidad.
Un indicador adicional de este alejamiento lo encontramos en la literatura sanitarista y en las publicaciones especializadas de los años posperonistas, en las cuales Martone no fue citado ni apareció como referencia de los temas sanitarios. Esta fue una actitud que las publicaciones sanitarias posteriores tales como la Revista de Salud Pública (1961-1969), los Cuadernos de Salud Pública (1968-1977) y la revista Medicina Administrativa (1967-1970) hicieron extensiva a toda la experiencia peronista en salud pública: la gestión de Carrillo y las políticas impulsadas en dicho período fueron solo nombradas indirectamente. En estas publicaciones se buscaban antecedentes y legitimidad ideológica con la tradición higienista de principios del siglo XX y toda referencia al período del peronismo fue ocultada o implícitamente criticada.
A diferencia de otros higienistas de la UBA como Luis Lepera, Guido Ruiz Moreno o Juan Kaplan, Martone no había conquistado un cargo como profesor estable en la UBA. Los profesores que habían ingresado como docentes en los años del peronismo o con anterioridad y habían logrado un puesto fijo se refugiaron en sus plazas durante los años posteriores a 1955. Juan Kaplan continuó siendo docente del Instituto de Higiene hasta 1969; Lepera continuó hasta 1977 y Guido Ruiz Moreno fue titular de la cátedra formadora de higienistas hasta la década de 1970. Martone había concursado en 1953 por el cargo de profesor titular de la cátedra de Higiene y el cargo había quedado en manos del médico Reynaldo A. M. Agrelo, un experto en enfermedades infectocontagiosas. A continuación, veremos la trayectoria de Martone en los años posteriores al peronismo y nos introduciremos en algunas nociones básicas de su pensamiento.
La medicina social y preventiva durante el posperonismo
El golpe de Estado de 1955 inauguró un período de inestabilidad política e institucional que se prolongó por más de dos décadas26. Los Gobiernos civiles y militares que se sucedieron entre 1955 y 1973 tendieron a conjugar una política económica desarrollista asociada a la asistencia del capital y los organismos crediticios internacionales, con una "nueva" política social fuertemente inspirada en las recomendaciones de organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Fondo Monetario Internacional y otros actores colectivos27. Las políticas sanitarias y las ideas médico-sociales estuvieron a tono con este nuevo clima "modernizador" que fluía desde foros locales e internacionales, pero también estuvieron teñidas por corrientes que se venían desarrollando desde el período de entreguerras, como las vinculadas a la "medicina social"28. Creemos que la producción intelectual de Martone nos abre una nueva ventana para reflexionar sobre las nociones de este período, en la medida en que al contar con investigaciones biográficas críticas se podrán trazar comparaciones a nivel local y regional para precisar el sentido atribuido en la época a la medicina social.
Los conceptos de Martone en torno a la salud pública estaban en línea con lo planteado por la medicina social o preventiva. Esta atrajo su atención en varios de sus libros: Fundamentos de Asistencia social (1945), Administración sanitaria y medicina social (1951), Medicina Preventiva. Asistencia Social. Servicio Social (1956) y Medicina Social y Preventiva (1965). A la cura y rehabilitación, esta concepción aunaba la importancia de detectar síntomas para prevenir enfermedades más severas; consejos para evitar lesiones o enfermedades contagiosas en los ámbitos fabriles y familiares y realizar estudios médicos para detectar, en estados de supuesta salud, futuras enfermedades. La medicina preventiva constituyó un desafío tanto de la medicina como de los Estados y sus políticas sanitarias. Tal como señaló Martone: "Es necesario llevar la atención, más que al enfermo al sano, única forma de integrar de manera completa la sanidad de un país"29. Luego, en 1956, el médico bonaerense afirmaba que:
A la medicina social se la define, también, como aquella parte de la medicina que estudia todos los factores indirectos que influyen en las actividades físicas, psíquicas, morales y económicas de los seres humanos, considerando no sólo las causas etiológicas de las enfermedades sino también las de los males sociales: salarios, mala vivienda, insalubridad, trabajo de mujeres y menores, pobreza, etcétera. De ahí que se dijera, con toda propiedad, que es aquella rama de la medicina que estudia todos los fenómenos económicos, jurídicos y sociales que los problemas médicos plantean.30
Definiciones como estas poblaban sus libros de divulgación médico-sanitaria y conducían al lector mediante argumentos didácticos y ejemplos de una historia heroica de la medicina. La lectura de estas obras nos permite adentrarnos en una cultura académica "en formación", precaria y sin pretensiones de originalidad. La obra de Martone obedecía a la tradición del gran tratado médico, habitual todavía entre los médicos argentinos a mediados del siglo XX. Este tipo de texto era una obra consagratoria por la cual su autor demostraba ante la comunidad su dominio sobre un tema, frecuentemente adquirido a partir de su desempeño en una cátedra, hospital o laboratorio de investigación. El manual de higiene pública, de medicina social y materias afines, era una síntesis de lecciones académicas impartidas en la universidad, que alcanzaban el formato de libro o folleto y circulaba entre médicos y alumnos de los cursos de higiene. Imprenteros como Pablo Emilio Conien el siglo XIX (a la sazón, padre de Emilio Coni, reconocido higienista) o Aniceto López editaban en Buenos Aires, durante el período de entreguerras, este tipo de materiales y otros, como tesis doctorales de médicos y folletos. Germinal Rodríguez, quien como vimos fue un referente profesional para Martone, fue publicado desde principios de los años de 1930 en varias ocasiones por la imprenta de López31.
Entre 1940 y 1960 las editoriales que publicaron libros sobre temas médicos e higiénicos fueron abundantes y los estilos de exposición del saber médico-higiénico mutaron hacia el formato paper o artículo científico breve. No obstante, los textos de Francisco Martone mantuvieron el formato del antiguo tratado o manual de instrucción. De la lectura de sus obras podemos extraer una serie de citas de autoridad en las que el autor se amparaba para elaborar sus definiciones: Charles Edward Winslow, René Sand, Antonio Tropeano, James Halliday, Nicola Tamburrini, August Forel, Wilson Smillie, J. N. Morris, Stanhope Bayne-Jones, Jules Guerin y otra docena de expertos en distintos temas médicos y sociales. Las referencias a sociólogos y a un difuso pensamiento "social" fueron muy frecuentes. En su libro Medicina Preventiva. Asistencia Social. Servicio Social -publicado en 1956- dedicó una primera parte a las "ciencias sociales", con varias referencias a la obra de Auguste Comte (1798-1857) y de Tristão de Athayde (1893-1983), intelectual católico brasileño, cultor de una sociología afín a los principios cristianos y contraria a una sociología "empírica" y "naturalista"32. De esta versión de la sociología, Martone decía que era "la ciencia que estudia la sociedad, las interacciones humanas y sus productos. Historia más filosofía, es una ciencia normativa y especulativa a la vez. Su base es la ética", y agregaba luego: "Su fin es el orden, que puede ya existir y nosotros queremos descubrir o puede no existir y nosotros queremos establecer"33.
René Sand (1877-1953), médico belga impulsor del desarrollo y profesionalización del trabajo social en Europa en la primera mitad del siglo XX, fue otra referencia frecuente en los textos de Martone. Su análisis del servicio social alrededor del mundo -en Le Service Social a Travers Le Monde: Assistance, Prévoyance, Hygiène (1931)- planteó un antecedente ineludible para cualquier análisis teórico del tema. La economía humana -publicada en París por primera vez en 1941- fue traducida al castellano y editada por Eudeba en Argentina en 1961. Allí, el autor explicaba el vínculo inseparable entre la asistencia social, la higiene, la legislación laboral y la medicina social, la enfermería y el servicio social como estrategia para paliar las consecuencias negativas de la industrialización. Otro autor referido por Francisco Martone -ampliamente citado en los años 1950 y 1960- fue el médico británico James Halliday (1897-1983), quien impulsó el concepto de medicina psicosomática. Con múltiples referentes teóricos el médico argentino construyó su propia versión de la medicina social. Hacia el final de su Medicina Social y Preventiva, este afirmaba que la medicina social:
Teniendo al hombre como punto de partida y como fin a los valores que se proyectan hacia el Supremo Hacedor, mediante el mejoramiento continuo desea resolver los problemas sociales y de convivencia. Quiere una sociedad libre, sin subterfugios, sin deformaciones, sin enajenaciones, ni frustraciones. Pretende cantidad pero calidad a la vez para formar conciencia en cada uno y propia personalidad. Crea, forma el grupo y finalmente a la sociedad, que sólo es perdurable si cada uno es dueño de su propio destino y responsable de sus actos.34
Ahora bien, como vimos en la primera parte de este trabajo, Martone fue uno de los impulsores de la medicina preventiva tanto desde su rol como médico, como desde su rol político y como representante ante los organismos sanitarios internacionales de salud. ¿Cuál fue el campo de aplicación de estas ideas luego del golpe de Estado de 1955? Ante la imposibilidad de trabajar en la Universidad, ¿dónde hallaron cauce las nociones de medicina social que Martone elaboró desde los años cuarenta? Creemos que en la práctica el médico bonaerense volcó estas concepciones en la capacitación de enfermeras en la Cruz Roja Argentina35.
Las sociedades nacionales de la Cruz Roja se fundaron en 1864 y fueron auxiliares de los poderes públicos tanto en situaciones bélicas como en inundaciones, terremotos y accidentes. Asimismo, tuvieron un importante papel en la preparación de enfermeras y enfermeros, guardavidas y transportistas. En Argentina, en 1864, a instancias de los doctores Guillermo Rawson, Bartolomé Novaro y José Ayerza se creó la primera filial, reconocida oficialmente en 1880 tanto por el Gobierno nacional como por las autoridades de Ginebra. Su etapa inicial estuvo ligada tanto a socorrer a las víctimas de las revoluciones políticas (1893 y 1889), auxiliar a las personas lesionados por el terremoto (La Rioja en 1894), y socorrer a la población en diferentes inundaciones de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Chaco, Formosa y Entre Ríos. Las emergencias sanitarias producidas por los reiterados brotes epidémicos también contaron con las activas colaboraciones de la Cruz Roja. A partir de 1920, y en línea con lo sucedido en otras latitudes, la Cruz Roja Argentina tuvo un rol destacado en la formación de recursos humanos dado que fundó la primera Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja y en 1928 estableció la Escuela de Samaritanas de la Cruz Roja, que tuvo como objeto brindar nociones de primeros auxilios, medicina preventiva, higiene y puericultura entre quienes podían ejercer estas tareas no de manera profesional, sino solo ante situaciones de emergencias. Según una nota sin firma publicada en la Revista de la Cruz Roja -cuando Martone fue su director- se postuló como ideal de una "Buena Samaritana" no recibir paga alguna por el trabajo realizado: "Nunca recibas más paga por tu trabajo que el bienestar del enfermo y su gratitud; piensa que en la vida hay cosas mucho mas hermosas que el dinero, piensa en que ese enfermo o enferma podría ser tu padre, tu madre, tus hermanos, en fin un ser querido"36.
La Cruz Roja tuvo un rol destacado en la divulgación científico-sanitaria. En 1948, el Consejo de Gobernadores recomendó a las Sociedades Nacionales de Cruz Roja que reforzaran sus actividades de difusión de nociones de higiene, profilaxis y cuidados elementales. En la Revista de la Cruz Roja se pueden leer varios artículos sobre cómo mejorar la alimentación, consejos sobre vacunación, la lucha contra enfermedades epidémicas y la atención sanitaria a personas con escasos o nulos recursos. En este sentido, la materia "Cuidados de Enfermería en el Hogar" fue una de las asignaturas que se incluyó en los planes de estudios de los programas de Enfermería de la Cruz Roja. Francisco Martone, a partir de 1958, tuvo a su cargo el dictado de dicha materia en la Filial n.° 1 de la Cruz Roja Argentina "Amalia Clucellas". El objetivo explícito de esta signatura era "preparar a las jóvenes madres, esposas, hijas, hermanas para hacer frente al infortunio y saber esperar con serenidad al médico"37. En Enfermería de Hogar38 Martone afirmó que:
Las mujeres debían ser poderosos aliados sanitarios, no serán curanderas ni tampoco enfermeras ya que no utilizarán estos recursos para embaucar o influenciar con algo que no sea de su competencia, ni esgrimirán un saber, que solo corresponde a cursos de capacitación técnica de enfermería. Serán personas prácticas que sabrán afrontar con serenidad momentos difíciles y esperar con tranquilidad la llegada de un profesional, coadyuvando así en la solución de un problema.39
Sin ocultar su tono paternalista, estos conocimientos médicos se plantearon como una forma de controlar las supuestas dotes innatas y la supuesta emocionalidad abrupta atribuídas a las mujeres ante situaciones de la vida cotidiana y con el fin de reducir su empirismo. Acerca de la enfermería profesional, Franciso Martone invocaba el modelo impulsado por la Fundación Rockefeller en la región. Si bien la organización de programas específicos de salud pública surgió en Europa en el siglo XIX; cuando comenzaron a impartirse estos cursos en Estados Unidos, en el siglo XX, estos tomaron la delantera, y la mayoría de los líderes en salud pública fueron capacitados en las escuelas estadounidenses. Las primeras universidades, fundadas con el apoyo de la Fundación Rockefeller, fueron la Johns Hopkins, Yale, Columbia y Harvard. Estas se convirtieron en lugares de prestigio y en referentes para quienes escogían la salud pública como especialidad.
Para Martone, en coincidencia con lo planteado por el doctor Lewis Hackett funcionario de la Fundación Rockefeller quien dirigió la dependencia regional del Río de la Plata y de la Región Andina entre 1940 y 1949, las enfermeras sanitarias modernas deberían aunar, a la tradicional asistencia hospitalaria, la atención domiciliaria, la enseñanza de higiene personal y la prevención. No obstante, a diferencia del experto de la Fundación, quien postuló la imperiosa necesidad de incrementar salarios para lograr un atractivo mayor entre las mujeres de clases medias40. Martone soslayó el tema salarial en sus extensas disquisiciones sobre las tareas de las enfermeras. Las actividades vinculadas con la reproducción de la vida y el cuidado quedaron definidas como "no trabajo" y, en este sentido, excluidas de las protecciones asociadas a los derechos laborales, esto es, salario, descanso, vacaciones y jubilación.
Sin descartar las ideas vigentes en torno de las expectativas sociales sobre las cualidades emocionales que se esperaban en el trabajo de las enfemereas ("verdadero sacerdocio de amor y misericordia y luminosa esperanza que se ejerce al lado del doliente con abnegado amor y espíritu de sacrificio"), el médico bonaerense -retomando las ideas de Hackett- buscaba que ellas fueran las intermediadoras "indispensables" entre los organismos del Estado y las familias, porque contaban con la confianza y la destreza para lograr las necesarias medidas de saneamiento. Según Martone, la enfermera sanitaria "ofrece menos riesgos que la especializada de usurpar cualquiera de las prerrogativas de los médicos, ya que no actúa sola, sino guiada por funcionarios de sanidad y está respalda por todas las instituciones curativas y preventivas de la comunidad"41. De manera similar a las ideas expuestas en Enfermería de Hogar (ver figura 2), existía cierto temor sobre las atribuciones que las enfermeras podían tomarse, acaparando las tareas de los galenos. Con esta división se pretendía controlar sus prácticas; limitar su jurisdicción disciplinar; mantener a raya el componente "emocional" de su trabajo e incrementar la importancia de la capacitación formal. Entonces, si bien Francisco Martone proponía que una organización sanitaria moderna debía desplazar a las enfermeras de su lugar de meras "auxiliares" de los médicos, también adheríalas ideas sobre la división del trabajo sanitario según el género de sus practicantes. Los médicos se manejaban en el campo científico y las enfermeras, en cambio, en el familiar.
En sintonía con esas ideas y en su rol director de la Cruz Roja Argentina Martone publicó en 1965 el libro Medicina Social y Preventiva en el cual, entre otros tópicos vinculados con la higiene y prevención, le dedicó un capítulo a las múltiples tareas que debía hacer una enfermera. A diferencia de lo que sucedió a principios de siglo XX cuando algunos médicos, tal como Enrique Boero, mostraron reparos para delegar tantas tareas a las enfermeras a quienes consideraban "parásitos", en 1965, ya no existían tales dudas entre los galenos42. En ese sentido, Martone buscó legitimar sus argumentaciones apelando a la autoridad emanada de los organismos internacionales de salud y de los encuentros nacionales y regionales de enfermería43. En su texto el médico argentino propuso que las enfermeras desempeñaran múltiples tareas en su labor profesional:
Primero, promover la salud mediante el auxilio de los dictados de la medicina preventiva. Para ello, junto al médico, vela por el diagnóstico temprano, el examen médico periódico en estado de salud, la profilaxis por el tratamiento y la educación sanitaria; segundo, proteger la salud mediante la inmunización y la educación en saneamiento; tercero, reparar, esto es, rehabilitar en forma integral; cuarto, realizar funciones generales, que pueden ser administrativas y de supervisión [...]; quinto, proceder a la evaluación de las enfermedades y secundar al médico en los procedimientos de diagnóstico y terapéutica, observación y registro de las manifestaciones clínicas, actualización de los registros y cumplimiento de las prescripciones dieto-terápicas; sexto, lograr la correcta preparación de enfermos sometidos a intervenciones quirúrgicas, exámenes radiográficos, pruebas de laboratorio y funcionales; séptimo, cuidar el mantenimiento de los equipos y realizar tareas de esterilización; octavo, presentación de informes y trabajos de investigación y programación; noveno, colaborar y asesorar a otros profesionales; décimo, instrucciones a pacientes y familiares, al personal (auxiliares, empleados), a alumnas de la Escuela de Enfermería y al público en general.44
Esta cita refleja la gran cantidad de labores en el plano asistencial, preventivo, rehabilitador, administrativo y de capacitación que se deseaban para la formación de las enfermeras. También se subrayan variados vínculos laborales y relaciones sociales. No solo se plantea la tradicional relación de subordinación a la "autoridad médica"; "estar junto a", "secundar" al médico o "asesorar" a otros profesionales, sino que se apela a relaciones en las cuales ellas están en un lugar de "dar instrucciones" a pacientes, familiares, empleados, auxiliares y alumnas de enfermería. La relación laboral no solo estaba esbozada en términos binarios, sino que se remarcaba un vínculo en un mundo profesional complejo y por lo tanto signado por el conflicto, que en este tipo de fuentes se oculta o se trata de suavizar "por el don de paciencia y el espíritu de sacerdocio desinteresado atribuido a ellas".
Este tipo de argumentaciones se vinculaban con la ideología conservadora de Martone que estaba a tono con los ideales impulsados luego del golpe de Estado de 196645. Según se desprende del Boletín Oficial del 15 de febrero de 1968, Francisco Martone fue nombrado subdirector en la Secretaría de Promoción y Asistencia de la Comunidad, instancia dependiente del Ministerio de Bienestar Social. En sintonía con otras designaciones de cuadros católicos durante esa época, su nombramiento puede ligarse a lo que Florencia Osuna refiere como "tecnócratas", expertos en diferentes áreas de las ciencias sociales y que buscaban la modernización del Estado y la sociedad en consonancia con las ideas desarrollistas de los años cincuenta y sesenta del siglo XX46.
Asimismo, entre 1966 y 1973, el lugar de Martone como asesor de la Comisión de Asistencia Social y Salud Pública de la Cámara de Diputados fue suspendido, por lo que esta nueva función dentro del poder ejecutivo puede atribuirse a una forma de reacomodamiento interno administrativo dentro del Estado47. Otra particularidad de la discursividad de este médico -y en alguna medida también de sus alocuciones en la Cruz Roja Argentina (ver figura 3)- fue la combinación entre la necesidad de modernizar la enfermería y cierta prédica moralista, ya que en sus recomendaciones apelaba al carácter "angelical" y a la figura "maternal" de las enfermeras. Es decir, por un lado, Martone reproducía mecánicamente argumentos de líderes internacionales de la salud pública, como los mencionados por Lewis Hackett en los años de 1940 y 1950, y por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en los años sesenta. En este aspecto, en su libro de 1965, Francisco Martone utilizó de manera exhaustiva datos y parámetros organizacionales que la OPS y la Organización Mundial de la Salud recomendaban para dar impulso a la capacitación profesional de más y mejores enfermeras. La palabra emanada por estos organismos era la principal fuente de corrección política y "modernidad". Pero, estos enunciados siempre eran complementados con admoniciones morales, acerca del carácter que las enfermeras debían tener o que algunas enfermeras notables habían tenido en la historia. Así aparecían Geneviève de Gallard-Terraube, "el ángel de Dien Bien Phu", o Florence Nightingale, "el hada buena". Esta combinación entre aspectos modernizadores -defendidos por los organismos internacionales- con una narrativa católica introdujo una inflexión interesante en las alocuciones de Martone.
Más allá de esta tensión, Francisco Martone -de acuerdo con las recomendaciones de los organismos sanitarios internacionales- reformó los programas de formación de enfermería de la Cruz Roja Argentina. En ese sentido promovió dos titulaciones, el de enfermera diplomada y el de enfermera superior o universitaria. Fomentó la instalación del Departamento de Enfermería en los hospitales, instancia administrativa que se encargaría de lograr la organización del trabajo tanto en la atención y el cuidado de los pacientes como en las tareas vinculadas a lo administrativo. Los desafíos que planteaba la planificación hospitalaria demandaban una variedad de actividades relacionadas con el control y registro de datos y, por tal motivo, las tareas administrativas fueron cobrando un peso más acentuado en su formación. Dicho Departamento debía contar con una rígida estructura jerárquica con atribuciones específicas y relaciones interdepartamentales bien delimitadas. Cada una de las instancias de poder (jefe del departamento, subjefe, supervisora, enfermera jefa de sala) debían estar conformadas por enfermeras profesionales48.
Martone fue un activo participante de unos de los debates centrales que tuvo la enfermería moderna. Según él las dificultades para contar con personal capacitado se debía a que la sociedad no veía con agrado esta profesión a la que consideraban un "mal oficio"; los sectores populares no contaban con los recursos económicos para pagar su formación; existía gran indiferencia entre las clases medias por la carrera dado que quienes tenían un título secundario y estaban en condiciones de ingresar a los cursos de capacitación no contaban con la información adecuada para reconocer en la enfermería una profesión; y los sueldos eran bajísimos teniendo en cuenta que se trataba de un trabajo fatigoso, pesado e insalubre. A su vez, el médico argentino reconocía que los adelantos científicos y la aparición de nuevos medicamentos exigían a estos profesionales poseer una capacitación cada vez más especializada dado que los médicos, día a día, les delegaban más tareas49.
Conclusiones
La trayectoria profesional de Francisco Martone nos muestra su papel como promotor de una medicina social, preventiva, preocupada por intervenir en la salud de la población desde una mirada colectiva y no meramente individual. Como vimos, se trató de un recorrido complejo y no lineal, en un período de cambios políticos abruptos, que de alguna manera ejemplifica los vaivenes de la vida universitaria y de un campo médico permeado por sobresaltos y turbulencias en el Estado. El caso de Martone muestra un recorrido posible para un agente de las "terceras líneas" de funcionarios peronistas, es decir, un tipo de perfil escasamente tratado por la literatura historiográfica local. Como experto en administración e higiene se acopló orgánicamente a la gestión peronista, proveyendo a esta su capital intelectual, sus ideas, su expertise y argumentos que contribuyeron a ampliar la legitimidad de la intervención estatal sobre la salud de la población durante el Gobierno peronista. Esta "apuesta", sin embargo, le fue adversa luego de 1955 dado el proceso de "desperonización" y la desarticulación de la maquinaria estatal del peronismo. En la función pública su empleo fue cancelado por el Gobierno militar, junto a otros cientos de empleados y técnicos; y en la UBA no parece haber sido distinta su suerte.
Como experto sanitario, no se inscribió en las empresas "modernizadoras" del período posperonista que en el ámbito universitario plantearon nuevos programas e instituciones de formación sanitaria e investigación científica. Hasta donde pudimos analizar no se contó entre los partícipes de las nuevas estructuras creadas por la UBA luego de 1955. Tampoco estuvo asociado a los espacios más tradicionales de la Facultad de Medicina como la Cátedra de Higiene de la UBA. En lugar de estos espacios, la trayectoria de Martone siguió por la Cruz Roja Argentina, institución a la que estaba ligado desde la década de 1940. Esta asociación fue su plataforma profesional en los años de 1960, cuando publicó algunos de sus libros referidos a la enfermería. La trayectoria de Martone, sus tareas de gestión, sus lealtades y sus múltiples labores profesionales nos permiten matizar la mirada que enlaza el proceso de "desperonización" con la absoluta desvinculación posterior de ciertos actores de la vida política y profesional. Si bien, este parece ser el escenario posterior de las "primeras y segundas líneas" del peronismo, concepto acuñado por Raanan Rein50, no pareciera haber afectado a todos los profesionales técnicos por igual. En el caso de Martone, ubicado en una "tercera línea" comprobamos que se adaptó al nuevo clima político, se desvinculó de su posicionamiento político peronista y utilizó sus vínculos con la Cruz Roja Argentina y con el catolicismo.
Por último, el aporte discursivo y práctico de Martone a la profesionalización de la enfermería en Argentina nos plantea algunas preguntas que deberán profundizarse. En primer lugar, ¿cuáles fueron las opiniones y argumentos de los médicos argentinos en el período estudiado con respecto a la profesionalización de la enfermería? ¿Estas ideas son diferentes a las que postulaban las enfermeras? ¿Qué lugar ocuparon las ideas de Martone en el concierto de argumentos en pro y en contra de una mayor jerarquización profesional de las enfermeras? También queda por comprender cómo interactuaron en las argumentaciones de otros médicos y enfermeras los enunciados técnicos y "modernizantes" con otro tipo de consideraciones, más ligadas a un discurso moral. Esta combinación parece haber sido una marca desde los tiempos del higienismo a fines del siglo XIX, en adelante. Sin embargo, luego de la Segunda Guerra Mundial, los organismos internacionales ligados a Naciones Unidas pusieron un remarcado énfasis en la profesionalización de la enfermería, en cuestiones técnicofuncionales y en el lugar que ocuparía cada profesión en la estructura de la salud pública. En este renovado contexto el discurso de Martone apostó por un modelo de profesionalización de la enfermería con un destacado peso en la formación técnica, pero sin limitar el acentuado peso moral que ellas debían tener para ejercer eficientemente sus tareas técnicas. Sin embargo, cabe preguntarse en futuras investigaciones si esta postura fue compartida por otros actores del complejo mundo del quehacer sanitario y si existieron impugnaciones explícitas a este molde profesional.