Introducción
Colombia, al igual que algunos países de América Latina experimentó durante la primera mitad del siglo XX un proceso de modernización1, en el marco de las experiencias internacionales de los países europeos y los Estados Unidos de América en el período entreguerras2. Para el caso colombiano, el proceso se inscribió dentro de una coyuntura política de sucesivos gobiernos liberales, conocidos como La República Liberal (1930-1946)3. Las administraciones liberales iniciaron en 1930 con la llegada de Enrique Olaya Herrera a la presidencia (1930-1934) a través de una alianza entre el Partido Liberal y un sector del conservadurismo. Los liberales y Olaya, centraron su atención en las reformas sociales, destinadas a mejorar las condiciones del campesinado y los obreros, en fomentar la industria y la ejecución de obras públicas para fortalecer la infraestructura de transporte. Estas iniciativas fueron continuadas por Alfonso López Pumarejo (1934-1938), en su primer período presidencial llamado la Revolución en Marcha, cuyo objetivo era diseñar y ejecutar políticas para favorecer los sectores agrario, educativo y laboral. En este contexto nació el proyecto de Cultura Aldeana y Rural de Colombia4.
En unas elecciones sin oposición llegó a la presidencia el liberal Eduardo Santos (19381942), caracterizado por su moderación, centrándose en tratar de reducir el impacto de los conflictos sociales y políticos. Alfonso López Pumarejo regresó a la presidencia para el período de 1942 a 1946, en el marco de una profunda división liberal y una fuerte oposición del conservadurismo, situación que se convirtió en un obstáculo para la ejecución de sus proyectos gubernamentales que unidos a problemas familiares lo obligaron a renunciar en 1945, dejando la presidencia en manos de Alberto Lleras Camargo5.
Durante sus gobiernos, los liberales intentaron a través de distintas formas reorganizar la sociedad y establecer un nuevo orden social para configurar institucionalmente las estructuras sociales, económicas, educativas y culturales del país. En el marco de este propósito el presidente Alfonso López Pumarejo, mediante la llamada Revolución en Marcha (1934-1938), lideró una serie de reformas y proyectos alrededor de la educación, el fisco y el sistema agrario, con el objetivo de contribuir a la modernización y progreso de Colombia6. En lo educativo, los avances estaban dirigidos a generar un proceso de laicización educativa, que partió de suprimir la participación de la Iglesia católica en la educación pública que había promovido el gobierno conservador entre 1886 y 19307, estableciendo la libertad de enseñanza bajo la tutela del Estado8, además del acceso igualitario a la educación, la creación de las escuelas normales rurales, la profesionalización docente9 y el surgimiento de las facultades de educación con el objetivo de potencializar la formación de maestros y fortalecer el sistema educativo colombiano10.
Los cambios y las reformas en el plano educativo reflejan una renovación en la concepción de educación por parte de los dirigentes del país, la cual pasó a considerarse un elemento de orden nacional. Los espacios de formación se centraron en inculcar valores ciudadanos acordes a la construcción de los Estados-nación modernos11, continuando con la preocupación existente en el siglo XIX12, sobre la necesidad de integración al mercado capitalista13. Así, el gobierno liberal estableció una política de Estado que centró su atención en los sectores populares y su cotidianidad (costumbres, hábitos, sentir, pensar y actuar)14; un proceso análogo al que experimentaron Ecuador y México en la primera mitad del siglo XX15.
En el marco de lo apuntado, surgió el proyecto de Cultura Aldeana y Rural de Colombia, liderado por el ministro de educación Luis López de Mesa, cuyo objetivo era llegar a las áreas rurales e integrar a la población a los patrones de la modernización, constituyéndose en el medio para llevar la cultura a las masas a través de mecanismos educativos como la radiodifusión, el cinematógrafo, las bibliotecas aldeanas y las publicaciones seriadas como la revista Rin Rin16, para difundir un nuevo ideal de vida y civilización, inspirado en el estilo de vida urbano, característico de las sociedades modernas foráneas17. Estas iniciativas tuvieron que enfrentarse a estructuras establecidas bajo los gobiernos conservadores de las primeras tres décadas del siglo XX18.
La Cultura Aldeana tomó como base las misiones pedagógicas de José Vasconcelos en México (1923)19. Aunque, en el caso del cinematógrafo educativo colombiano la coordenada a seguir fue fijada en Italia20, quien también fue referente para España y México en la primera mitad del siglo XX21, cuando sus gobiernos emplearon el cine como herramienta educativa. El cine llegó a Colombia en 1897, proveniente de Francia y Estados Unidos22 de la mano de inversores privados que se aventuraron a explorar y comercializar nuevas maneras de entretenimiento. Sobre este asunto, Leidy Bolaños plantea que entre 1910 y 1930 en Colombia diferentes agentes locales y extranjeros participaron y cooperaron en la industria del cine, realizando esfuerzos para que las películas europeas y norteamericanas, fueran vistas por un grupo heterogéneo de la sociedad colombiana. Así, el público, que incluía a alfabetos y analfabetos, fue adquiriendo el hábito de ir a cine, se apropió de los contenidos cinematográficos, por lo que este se fue convirtiendo en un entretenimiento cotidiano de distensión y relajamiento23. La proliferación del cine en Colombia fue rápida24, logrando conformar un público amplio y diverso25, una comunidad espectadora alrededor de la actividad cinematográfica, que tuvo como antesala los teatros, que abonaron el terreno cultural para la formación de públicos en el país26, aspecto que le permitió al cine convertirse en una herramienta para el sistema educativo27.
Nuestro artículo analiza el establecimiento y alcance del cinematógrafo educativo implementado por los gobiernos liberales entre 1934 y 1944 en Colombia, para demostrar que el cine se constituyó en una herramienta estatal con la intención de modernizar al país bajo la idea de cultura y civilización urbana y foránea, convirtiéndose en un espacio de interacción entre la población y el Estado. La temporalidad obedece a que, a partir de la primera presidencia de López Pumarejo fueron diseñadas y ejecutadas políticas gubernamentales encaminadas a fortalecer los procesos educativos alternativos, lo que implicó la destinación de recursos estatales al proyecto del cinematógrafo educativo durante la segunda mitad de la década de 1930, los cuales fueron reduciéndose durante la década de 1940 hasta afectar el alcance de la iniciativa liberal del cine educativo.
Para alcanzar nuestro propósito empleamos técnicas y métodos relacionados con la disciplina de la Historia. En primer lugar, efectuamos una exploración de la literatura concerniente a la Cultura Aldeana y al cinematógrafo educativo. Esto nos sirvió para diseñar un arqueo histo-riográfico, permitiéndonos identificar diversas perspectivas del tema abordado, al igual que construir la hipótesis de trabajo. Después, nos concentramos en la recolección de información que convertimos en datos. Esto, lo logramos a través de la consulta de las fuentes documentales como memorias de los ministros de educación, correspondencia, ordenanzas departamentales y revistas de la época que reposan en la Biblioteca Nacional de Colombia y en el Archivo Histórico del Atlántico. Las fuentes primarias fueron leídas atendiendo a los objetivos trazados de la investigación, la información arrojada fue organizada en matrices para poder convertirla en datos y proceder a su análisis, permitiéndonos redactar un discurso histórico que describe y analiza el establecimiento y alcance del cinematógrafo educativo en Colombia entre 1934 y 1944. Ahora bien, debido a las restricciones del Archivo General de la Nación producto de la pandemia del COVID-19 no pudimos consultar las fuentes que reposan en el Fondo Ministerio de Educación Nacional, el cual aún no está disponible para su consulta virtual.
Implementación del cinematógrafo educativo
Con la proliferación del cine a principios del siglo XX, los gobiernos vieron en este una oportunidad de educación popular28. Países como Bélgica, Francia, Italia, Alemania, Austria, Inglaterra, Rusia y Estados Unidos tomaron la iniciativa de realizar ensayos del cinematógrafo educativo, mientras que en América Latina destacan los casos de Argentina y México29. En cuanto a Colombia, durante la segunda mitad de la década de 1920 se generó una discusión sobre el empleo del cine como recurso educativo entre Mario Aguilera, Gustavo Glauser, Ricardo Charria y Alberto Coradine, el primero detractor y los tres últimos a favor del cinematógrafo. Aguilera argumentaba que el cine distorsionaba los valores cristianos y afectaba la salud visual de los niños; mientras que, Charria, Glauser y Coradine apuntaban los beneficios educativos que podían obtenerse a través de la proyección de material referente a la historia natural, deportes, ciencias naturales y agricultura. Este debate trazó una primera reflexión alrededor de la utilización del cine como herramienta educativa y cultural30, desarrollada posteriormente por los gobiernos liberales en las décadas de 1930 y 1940.
El proyecto del cinematógrafo educativo y cultural de los liberales en Colombia fue producto de la influencia de las experiencias internacionales de Alemania, Italia, Estados Unidos31, México e Inglaterra32. En Europa y América el cine se convirtió en un medio de difusión cultural en distintos lugares y para diferentes contextos, ayudando a impulsar los espacios educativos33 y canalizar la opinión pública34. De esta manera, el cine comenzó a mostrarse como un referente educativo para la formación, investigación y socialización. En el primer caso su aplicación se realizó a partir de tres modalidades: primero, proyecciones en cines públicos para niños, con carencia didáctica debido a que los maestros no podían seleccionar las películas e integrarlas al desarrollo de sus programas educativos; segundo, un cinematógrafo central para las escuelas de las localidades, cuya dificultad versaba en el desplazamiento de los niños y la adaptación de las películas a las asignaturas orientadas por los docentes y; tercero, las proyecciones en cada escuela, representando un ideal didáctico para la mayoría de países, en esta modalidad los maestros seleccionaban las películas en relación con sus intereses pedagógicos35. En Colombia, el cinematógrafo educativo desarrollado entre 1934 y 1944, experimentó las tres modalidades según el contexto de cada localidad. En 1934, la Biblioteca Nacional de Colombia asumió las riendas del cinematógrafo. Su director, Daniel Samper Ortega explicaba en la revista Senderos la ruta de este, enfatizando que los proyectores junto a plantas de energía eléctrica debían de transportarse a los espacios rurales, donde se realizarían las campañas enfocadas al fortalecimiento de los cultivos agrícolas y al fomento de la industria agraria36.
Samper no dudaba del alcance del cinematógrafo, cuyo objetivo era fortalecer los procesos de educación, higiene, agricultura e industria, primordiales para la modernización de Colombia. Se trataba de insertar en la población la idea liberal de cultura y civiliza-ción37. Además, enfatizaba en la fortaleza didáctica del cine educativo, debido a que era una proyección en abstracto de lo real38. El cinematógrafo fue canalizado a través de un piloto que permitió observar los alcances del proyecto, identificando los aspectos claves que debían solucionarse para que la iniciativa despegara. Esta actividad era complementada con los censos departamentales que realizó la Biblioteca Nacional para efectuar un diagnóstico de los municipios (tabla 1).
Departamentos/ No. Municipios | Municipios con sala de conferencias | Municipios con energía eléctrica | Municipios con cine | Municipios con caminos de herradura | Municipios con carreteras | Municipios con Ferrocarril | Municipios con necesidades de cine |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Atlántico (20) | 1 | 14 | 3 | 3 | 14 | 0 | 17 |
Caldas (42) | 18 | 32 | 17 | 18 | 25 | 6 | 25 |
Cauca (32) | 10 | 12 | 5 | 14 | 17 | 9 | 27 |
Cundinamarca (100) | 18 | 59 | 11 | 39 | 68 | 72 | 89 |
Huila (31) | 4 | 5 | 2 | 17 | 28 | 1 | 29 |
Norte de Santander (33) | 4 | 23 | 2 | 16 | 28 | 0 | 31 |
Valle del Cauca (33) | 14 | 23 | 11 | 2 | 10 | 17 | 22 |
Fuente: elaborada por los autores con base en la Revista Senderos, nos. 12 a 15 (1935); nos. 18 a 19 (1935); nos. 21 a 23 (1935).
Los censos fueron publicados en la revista Senderos. Pero de los quince departamentos que existían en Colombia en 1934, en los números existentes únicamente se encuentran los de Atlántico, Caldas, Cauca, Cundinamarca, Huila, Norte de Santander y Valle del Cauca (tabla 1). A la fecha no hemos encontrado evidencia estadística en los archivos y bibliotecas de Colombia de los ocho departamentos restantes (Antioquia, Bolívar, Boyacá, Magdalena, Nariño, Santander y Tolima), pero, debemos apuntar que en estos lugares también se realizaron, ya que el cinematógrafo educativo se ejecutó en gran parte del territorio colombiano como lo constata la figura 1, que detalla las visitas efectuadas para explicar el proyecto. Ahora bien, el hecho de desarrollar una sistematización de recursos y necesidades para la ejecución del cinematógrafo, demuestra la importancia que adquirieron la educación y la cultura para el Estado colombiano durante el período estudiado.
En la tabla 1, podemos observar los obstáculos que tuvo que afrontar el cinematógrafo en Colombia. Para implementarlo se requerían condiciones técnicas específicas como contar con una sala de conferencias, energía eléctrica, vías de comunicación para transportar los equipos o en su defecto un cine que pudiera suplir estas exigencias. En el departamento del Atlántico el talón de Aquiles eran las salas de conferencias, siendo Sabanalarga el único lugar en cumplir con este requisito, aunque hay que reconocer que el 70 % de sus municipios tenían energía eléctrica, un punto a favor para el proyecto. En contraste Cauca (37,5 %) y Huila (16,13 %) presentaban las peores cifras en esta materia. En este sentido, el gobierno de Tolima se preocupó en 1937 por dotar a sus municipios de fluido eléctrico a través de plantas abastecedoras, para lo cual adquirió un empréstito de 500 000 mil pesos40, que, si bien no tenían como único objeto el uso exclusivo del cinematógrafo, si permitieron su desarrollo.
Por otro lado, Caldas (42,86 %), Cauca (31,25 %), Cundinamarca (18 %) y Valle del Cauca (42,42 %) fueron los departamentos que contaban con más de 10 municipios con salas de conferencias, aunque ninguno tenía más del 50 %. Este aspecto, muestra la heterogeneidad técnica que tuvo que sortear el desarrollo del cinematógrafo educativo en los distintos departamentos colombianos. Con respecto a los cines, los departamentos de Cauca (15,62 %), Atlántico (15 %), Cundinamarca (11 %), Huila (6,45 %) y Norte de Santander (6,06 %) presentaban una cifra inferior al 16%, siendo superados por Valle del Cauca (33,33%) y Caldas (40,48%). Esta era una característica positiva, que aumentaba las posibilidades del uso educativo del cine, por lo que algunos departamentos combinaron la primera modalidad educativa del cinematógrafo con la tercera, propuesta por el gobierno liberal.
Aun así, los escasos espacios de conferencias fueron una dificultad para el desarrollo del proyecto que improvisaba salas de proyección en escuelas y plazas municipales, donde el clima muchas veces impidió la consecución de sus objetivos41. Otro obstáculo del cinematógrafo estaba en las precarias vías de comunicación, en su mayoría constituidas por la combinación de caminos de herraduras y carreteras de asfalto, e incluso en Caldas la peripecia del transporte por cable aéreo en el municipio de Aranzazu. La excepción a este panorama técnico desfavorable era Cundinamarca ya que, al albergar a la ciudad de Bogotá, centro del sistema de gobierno colombiano, se favoreció el desarrollo de la infraestructura vial en el departamento.
La aplicación piloto del cinematógrafo fue realizada en Boyacá en 1934, y sus resultados fueron publicados en la revista Senderos en un artículo titulado "Por tierras de Boyacá", donde se describió esa primera experiencia rural que había adoptado la tercera modalidad didáctica de cine educativo. El texto es un relato denso y detallado, que inicia con las peripecias del viaje por carretera y las dificultades de trasladar los equipos para las proyecciones del cinematógrafo, ya que estos eran pesados, carga que se incrementaba con los baúles donde eran guardados, la extensión para conexiones, la pantalla de proyección, los voltímetros y el encerador de películas, este aspecto fue subsanado posteriormente por medio de las Escuelas Ambulantes que contaban con su propio transporte42.
La descripción continuaba con la primera proyección en la Escuela Normal Anexa de Paipa; función a la que asistieron alrededor de 500 personas entre padres de familia y niños y que se realizó en un salón de 240 m2, cumpliendo con las pautas recomendadas a nivel internacional43. Las cintas exhibidas fueron: la estatua de Bolívar en Roma, la mosca doméstica, protección de maternidad y el niño en Italia. Además, se realizaron conferencias sobre los peligros de la mosca, las precauciones contra ella, los cuidados de los niños y su alimentación, relacionándolos con el contexto local44.
Esta proyección piloto confirmó las coordenadas educativas sobre las que debía centrarse el cinematógrafo nacional, por lo que el cine se convirtió en una herramienta con dos funciones: cultural e institucional45, así, este debía entretener al igual que transmitir un mensaje del proyecto político, cultural y social de los liberales. Además, la proyección de Paipa confirmó que el cine era una herramienta para "fomentar el espíritu nacionalista"46 o la "cultura nacional"47, a través de la figura del héroe, en este caso Simón Bolívar. Al respecto las líneas de Samper ilustran lo apuntado:
El rollo sobre la inauguración de la estatua de Bolívar, que había producido una mediana reacción en Paipa, fue en Cerinza un verdadero éxito; todos los indiecitos _sic] se dieron cuenta perfecta de que se trataba de la figura del Libertador y no se limitaron a aplaudir, sino que le echaron algunos vivas.48
Igualmente, la proyección colocó en el radar de la población los procesos de higiene y salubridad producto de una preocupación a nivel nacional49 por la edificación de cuerpos sanos y laboriosos para la modernización nacional, ligada a la productividad industrial y agrícola. Por eso, además de Paipa, también se realizaron proyecciones en Santa Rosa de Viterbo, Duitama, Belén, Betéitiva, Busbanzá, Cerinza, Corrales, Floresta, Noxa y Tutasá. Según Samper, el proyecto tuvo acogida y generó expectativas en las citadas poblaciones50, que a través de diversas acciones trabajaban por fomentar la educación y la cultura en sus localidades. En este sentido, las misiones instructivas del cinematógrafo fueron, en teoría, el medio para la construcción de una realidad ideal cuyo fin era la unidad nacional51.
En el contexto de la proyección piloto, Samper le dirigió una carta a Ram Gogta y de la Sociedad de Cine de la India relatándole los adelantos del cine educativo. Expresaba que se habían establecido misiones cinematográficas, para llevar a los campesinos y los niños de las escuelas rurales películas sobre nociones generales de higiene e industria agrícola. La descripción estaba enmarcada en una visión peyorativa por parte la élite bogotana de la población rural, la cual debía civilizarse a través de los cánones pedagógicos y didácticos foráneos: "De este modo, al par que se les divierte, se les instruye y hace más amable la vida, apartándolos a la vez de las tabernas donde consumen sus ahorros y su salud"52.
Algunos dirigentes liberales concebían el cinematógrafo como una innovación didáctica. Según el ministro López de Mesa el cine amenazaba con "desalojar muchos de los métodos clásicos"53, debido a que las imágenes animadas captaban la atención de los niños, lo que provocaba una mejor absorción del entendimiento. Por esta razón, el cinematógrafo fue declarado función del Estado como en México54, ya que era una herramienta de propaganda que no podía dejarse en manos de particulares55. López de Mesa advertía que el cine educativo implicaba una inversión considerable por parte del fisco56 para garantizar su desarrollo57, e igualmente estaba convencido de que se necesitaba observar modelos de otros países que le otorgaran coordenadas sobre su ejecución y el equipo que se necesitaba, por tal motivo se comisionó a Gustavo Santos para asesorarse sobre el tema en Alemania, Italia y Estados Unidos. Precisamente, el material fílmico, al igual que los equipos de proyección, con que contaba el cinematógrafo en 1935 procedían de estas latitudes.
Los equipos y películas del cinematógrafo educativo
El Ministerio de Educación Nacional de Colombia presupuestó la compra de 50 equipos móviles para el cinematógrafo destinados a los municipios, aldeas y corregimientos58. Este fue un proceso arduo que llevó más de un año, porque a octubre de 1935 no se habían adquirido los equipos, contando la Biblioteca Nacional únicamente con 5 proyectores propiedad del Ministerio y 63 películas59. La cantidad de equipos a esa fecha eran insuficientes para la ejecución del proyecto, el cual no había podido despegar en algunos departamentos de Colombia, y en los casos donde inició desde 1934, como Boyacá, los proyectores funcionaban con irregularidad, dañándose rápidamente, por lo que fueron remitidos a Bogotá para su reparación, la cual tardó un tiempo considerable debido a la dificultad para adquirir los repuestos.
Ahora bien, la experiencia del cinematógrafo en Boyacá según su director de educación, Plinio Cifuentes, fue fructífera, ya que se abordaban temas de salubridad, asuntos sociales, pedagógicos y agrícolas para los niños y adultos de las localidades, bajo la supervisión e intervención de los maestros de las Normales, el inspector escolar y los médicos enviados por el Ministerio60. Esta descripción recrea la puesta en escena de un modelo pedagógico transmisionista de los ideales urbanos de la cultura y civilización que querían establecer los dirigentes liberales. Al finalizar 1935, la Biblioteca Nacional adquirió cinco nuevos equipos, por lo que Samper solicitó al Ministerio cinco segundos ayudantes, cuatro terceros ayudantes y un ayudante mecánico para el manejo de los proyectores del cinematógrafo. La petición había sido realizada en octubre del mismo año, advirtiendo que esto era necesario para evitar el daño de los equipos y de esta manera prescindir en gastos de reparación, que estaban alrededor de los 100 pesos. El citado año, entraron a trabajar en el cinematógrafo Hernando Jaramillo (primer ayudante), Jorge Sánchez (segundo ayudante) y Gustavo Jaramillo (tercer ayudante)61. La distribución de los proyectores para 1935 era la siguiente: cuatro en Bogotá que realizaban funciones diarias para los niños de las escuelas públicas; tres estaban destinados a la Comisión de Cultura Aldeana para proyecciones en Leticia, Cauca y Boyacá, este último departamento pagaba sus dos operadores62, lo que significaba un ahorro mensual de 240 pesos para el Ministerio.
En el caso del Cauca, la difusión cultural y educativa a través del cine fue liderada por el director de educación departamental Álvaro Marín y el presbítero Víctor Bravo. Allí contaban con un equipo y las siguientes películas: Fenómenos de cristalización, Horticultura y Mantis religiosa. El proyector no era permanente y fue devuelto en marzo a la Biblioteca Nacional para que esta lo rotara por Colombia a la espera de los prometidos por el Ministerio. De los citados equipos, Samper le ofreció dos a Marín para la realización del cine educativo en las áreas rurales del Cauca, a cambio, este debió enviar a Bogotá el personal dispuesto para las labores operarias con el objetivo de capacitarlos, dotarlos de películas e instruirlos para que el proyecto tuviese el mejor resultado63. Un hecho análogo tuvo lugar en el Tolima en 1937, el departamento destinó 2000 pesos para el mantenimiento de las salas y el personal del cine educativo64. En este sentido, si bien, el cinematógrafo fue una iniciativa central, su costo fiscal era asumido en partes iguales entre el Ministerio y los departamentos, implicando un grado de descentralización de la iniciativa y a su vez, creando, en teoría, una mayor posibilidad de éxito.
Ahora bien, ciertos departamentos y municipios observaron en la adecuación infraestructural para el cinematógrafo una vía para garantizar resultados, por ello construyeron salas de conferencias para su ejecución, verbigracia Santa Marta que creó una Casa de la Cultura donde funcionó un salón para las conferencias y el cine educativo con equipos del Ministerio65; iniciativa similar tuvo Villeta (Cundinamarca) con una sala de cine parlante para la promoción de la cultura educativa66. Uno de los mayores problemas del cinematógrafo educativo era la disponibilidad de equipos. Samper, fue muy incisivo en la compra de proyectores, remitió cotizaciones al Ministerio, entre las que figuraban las del Ingeniero Juan Nieto y la compañía Western Electric Co., que constaba de equipos para proyectar y filmar películas. Las compradas no fueron realizadas sin establecer unos criterios (formato, enfoque, luminosidad y capacidad de proyección), los cuales eran corroborados a través de la exhibición de los equipos ante el director de la Biblioteca Nacional67.
Para agilizar la adquisición de equipos, el Ministerio delegó a Roberto Jaramillo, entregándole 40 000 dólares para 50 cinematógrafos portátiles con sus motores, 15 000 dólares para 300 películas y 9 000 dólares para aparatos auxiliares68; estos tenían como objetivo expandir el proyecto de educación cultural en toda Colombia. El proceso de adquisición era arduo, implicó cotización, pruebas, elaboración de presupuesto, desembolso de dinero y transporte del intermediario. Los equipos adquiridos recorrieron una larga travesía marítima desde Nueva York a Puerto Colombia, luego una ferroviaria a Barranquilla, posteriormente una fluvial a La Dorada y una férrea a Bogotá. En 1936, Colombia contaba con 50 equipos móviles para el cinematógrafo, superando a países como España que en 1934 tenía 36 proyectores69, por lo que debemos destacar los esfuerzos fiscales realizados por el gobierno liberal para garantizar el funcionamiento del cine educativo.
Otro punto de inflexión del cine educativo era el tipo de películas utilizadas, en su mayoría producidas en Alemania, Italia y Estados Unidos, explicadas desde la estrategia didáctica de la escuela activa, con el apoyo de micrófonos y parlantes, propuesta por Adolphe Ferrière en el I Congreso Internacional del Cine Educativo e Instructivo70. El factor foráneo de los filmes indicaba la misma descontextualización del proyecto educativo en sus inicios, cuya idea de modernidad y progreso estaba basada en una clase dirigente que tenía como horizonte los cánones europeos y de Estados Unidos, dándole la espalda a la realidad rural colombiana. Atendiendo a lo apuntado, es necesario señalar que la población no era una receptora pasiva de las imágenes proyectadas en pantalla, por lo que, solicitaban películas centradas en el territorio colombiano o sobre enseñanzas y viajes.
Este fenómeno intentó subsanarlo el Ministerio encargándole a la Biblioteca Nacional la producción de películas centradas en la geografía, la industria, la agricultura, la ganadería, la artesanía y la cultura colombianas71. El objetivo era producir filmes adecuados y necesarios para hacer una intensa campaña educativa, cultural y productiva entre los sectores populares, y así mismo, promocionar a Colombia en el exterior. Ejemplo de lo último fue el documental The Lure of the Andes realizado por encargo de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, con el objetivo de "impulsar el café colombiano en el exterior"72 a través de imágenes centradas en los cultivos, el procesamiento y la distribución del producto. La película fue enviada a la embajada colombiana en Francia para socializarla en el público europeo y retornó a Colombia en la década de 1970, es decir que no fue proyectada por el cinematógrafo liberal entre 1934 y 1944.
Para la realización de las películas, la sección de cinematografía de la Biblioteca Nacional se asesoró de los Ministerios de Educación, Industria y Agricultura y, de la Dirección Nacional de Higiene, quienes proporcionaron pautas para la enseñanza de derechos y deberes del ciudadano, progreso de la pequeña industria y de la agricultura, y prevención y curación de las enfermedades73. La producción fílmica inició en 1935, con la realización de una película sobre la lucha antivenérea para el Instituto de Higiene Social de Cundinamarca74, la cual respondió a una preocupación nacional alrededor de la salud sexual de la población obrera75.
Posteriormente, en 1938 se estrenaron los documentales Antioquia monumental, minera, industrial y religiosa y Sombras de una civilización, el último enfocado en la región arqueológica de San Agustín (Huila)76. Camilo Correa, un crítico de cine de la época, resaltaba la intención institucional y privada de realizar películas para un mercado nacional y posteriormente internacional, pero, cuyas primeras producciones precarias fueron perfeccionándose lentamente, impulsando la industria cinematográfica77.
En 1940 se estableció un sistema de canjes de películas con México, Costa Rica, Estados Unidos y Japón78, con el objetivo de ampliar y fortalecer el material fílmico educativo. En total, el cinematógrafo contaba con aproximadamente 242 rollos sobre agricultura, arqueología, botánica, ciencias naturales, culturales, comedias, dibujos animados, fisiología, geografía, historia, higiene, hidrología, industria, ingeniería, marina, mineralogía, obras manuales, varios, zoología y zootecnia79, ampliándose en 1944 a contenidos de aviación, aventuras, arquitectura, avicultura, biología, deportes, documentales, musicales, noticieros, pedagogía, psicología, periodismo y química80, relacionados con las necesidades del país en materia de salubridad, desarrollo industrial y comercial, educación, recreación e información. La diversidad temática de las películas del cinematógrafo demuestra la intención de establecer un proyecto educativo laico por parte del gobierno liberal, el cual fue contrarrestado por la Iglesia a través de la organización de muestras de cine religioso centradas en fomentar y afianzar la espiritualidad católica81.
Desde 1940, la elaboración de las películas colombianas pasó a manos de la Cineteca Oficial, la cual logró producir filmes nacionales, pese a las dificultades de orden económico que atravesaba el país. La necesidad de elaborar películas propias versaba sobre potencializar el alcance del proyecto, pero también estaba mediada por una visión positiva de la educación que era observada como un elemento clave en la formación del nacionalismo colombiano y la modernización del territorio. La producción de filmes se suspendió en 1942 debido a problemas presupuestales y de materiales para su elaboración, por lo cual la gestión de la Cineteca quedó reducida a la compra de películas extranjeras, pero en mayor medida a la ejecución de convenios que aseguraran donaciones de países europeos82. Esta situación muestra el fracaso del proyecto en cuanto a la realización de películas educativas. Aspecto sobre el que llamaba la atención en 1938 el ministro de educación José Castro en su informe al Congreso quien, además, agregaba que, pese a las restricciones, el cinematógrafo se había podido desarrollar y había alcanzado diversas áreas de Colombia83, característica que atenderemos en los siguientes párrafos.
El cinematógrafo educativo en el territorio nacional
En Bogotá, los espacios donde se proyectaba el cinematógrafo eran el Instituto Pedagógico Nacional, la colonia de vacaciones de Usaquén, cárceles, reformatorios, asilos, orfanatos, hospitales y barrios obreros. Además, los martes, miércoles, jueves y viernes asistían colegios y escuelas a las proyecciones en el Teatro Cultural, mientras que, los sábados se realizaban funciones destinadas a las escuelas anexas. Todas contaron con una considerable asistencia de alrededor 125 338 personas en 193784 con un progresivo aumento hasta 1940, donde a mitad de semestre la cifra de concurrencia promediaba los 150 000 espectadores85. Este incremento indica un proceso de maduración en la concepción grupal y popular alrededor de las actividades culturales y cinematográficas, que comenzaron a convertirse en parte de su cotidianidad.
Las funciones se desarrollaban en el siguiente orden: primero se proyectaban las películas culturales y educativas, material seleccionado previamente por los directores y maestros de cada colegio y escuela con el objetivo de garantizar su carácter instructivo y pedagógico; luego un dibujo animado, seguido de un intermedio de recitales y canciones interpretadas por los niños; en la segunda parte, se presentaban marionetas y fantoches sobre los cuadros de costumbres nacionales, juguetes cómicos y obras de teatro infantil bajo el arreglo de Antonio Angulo, esta era una parte explicativa que complementó al micrófono y el parlante en Bogotá como herramienta pedagógica y didáctica, y que posteriormente se extendió al territorio nacional. Las actividades culturales, más allá del cine, ejemplifican la intención del gobierno de arraigar en la población un proyecto cultural liberal cuyo objetivo era la construcción de una sociedad reproductora de este.
Los sábados y los domingos, las funciones se realizaban al aire libre en el Parque Nacional para el público en general, principalmente niños, constituyéndose en un espacio para la extensión cultural de Bogotá86. También, a través del cinematógrafo móvil se proyectaban películas en hospitales, reformatorios, asilos, orfanatos, barrios obreros y escuelas cercanas a la citada urbe, sumándose 16 funciones en 1937 con la asistencia de 5 854 espectadores87. Esta iniciativa continuó desarrollándose en la década de 1940 centrada especialmente en los barrios obreros, tal y como lo dispuso Jorge Eliécer Gaitán cuando ejercicio como ministro de educación88, siendo su objetivo el de fortalecer la intencionalidad popular del proyecto.
En 1940, el Ministerio de Educación reorganizó su sección de extensión cultural, mediante el decreto 1140, y depositó en ella muchas de las actividades correspondientes al proyecto de Cultura Aldeana: cinematografía, Revista de las Indias, Radiodifusora Nacional y las escuelas ambulantes, estas últimas encargadas desde entonces a de la difusión cultural en los municipios y veredas, con la intención de fortalecer la educación estética e higiénica a través del cinematógrafo, las bibliotecas, discotecas y conferencias culturales. Estas escuelas ambulantes estaban dotadas de una camioneta, equipos y un conjunto de películas documentales, educativas, recreativas y artísticas. En este sentido, el cinematógrafo educativo no desapareció, sino que tuvo continuidad bajo otra denominación y con la ejecución directa del Ministerio. Para fortalecer el proceso y cubrir la demanda nacional, se firmó en abril de 1940 un convenio con empresas privadas de cinematografía para la proyección de películas en toda Colombia89, adoptando la modalidad pedagógica de los cines públicos90. Además, el Ministerio estableció una bitácora para los alumnos que asistían al cinematógrafo. Estos desarrollaban en la escuela el tema proyectado e ilustraban parte de un episodio de la película, premiándose las mejores calificaciones. Verbigracia de este ejercicio fueron los 187 trabajos presentados por escolares en Santander, con una fuerte tendencia en temas agrícolas e industriales (tabla 2), lo que nos da pistas del grado de asimilación en la población educativa sobre el proyecto agro-industrial liberal.
Temas | Porcentaje |
---|---|
Agricultura | 44,3 |
Industria | 21,1 |
Historia | 10,1 |
Otros | 6,0 |
Geografía | 5,8 |
Higiene | 4,8 |
Diversión y noticieros | 4,2 |
Zoología | 3,7 |
Fuente: Jorge Eliécer Gaitán, La obra educativa del gobierno en 1940 (Bogotá: Imprenta Nacional, 1940), 147.
Sobre los ensayos escolares, el ministro Gaitán expresaba que
Muchas de estas composiciones revelan el fino sentido crítico de sus autores infantiles y proporcionan datos de indudable valor psicológico. Con ellas podría hacerse una antología del cine educativo, abundante en observaciones de honda sagacidad, y de impresiones literarias, donde el recuerdo obra con una plasticidad desconcertante.91
La estrategia adoptada por el gobierno liberal revela la evolución del proceso educativo, mostrando la constante preocupación por establecer un sistema que generara resultados en el marco del tipo de cultura que querían desarrollar en Colombia. La tabla 3 muestra los datos de la implementación del cine educativo a través de las escuelas ambulantes en 1940, para detallar el número de asistentes discriminados en escolares, niños no escolarizados, maestros, público no clasificado, obreros y presidarios. El ítem de los no clasificados es el que registra mayor asistencia, y estaba compuesto por padres de familia -acompañantes de sus hijos-, jóvenes, amas de casa y otros adultos en busca de un espacio de ocio y esparcimiento. Esto muestra la asimilación del cine como una alternativa cultural para la población92, más allá de los derroteros del proyecto liberal y las tensiones de los partidos políticos de la época.
Departamentos/ Comisaría | Escolares | Niños no escolares | Maestros | Público no clasificado | Obreros | Presidiarios |
---|---|---|---|---|---|---|
Atlántico | 5056 | 1565 | 0 | 1512 | 802 | 0 |
Bolívar | 12 601 | 1199 | 279 | 1320 | 986 | 0 |
Boyacá | 10 967 | 0 | 120 | 5871 | 200 | 450 |
Cundinamarca | 18 183 | 87 373 | 1519 | 138 620 | 14 574 | 722 |
Huila | 735 | 360 | 30 | 685 | 310 | 0 |
Santander | 17 704 | 4728 | 262 | 20 030 | 1 509 | 0 |
Norte de Santander | 10 572 | 628 | 159 | 6910 | 724 | 769 |
Tolima | 7 178 | 510 | 60 | 12 081 | 0 | 60 |
Comisaría de la Guajira | 0 | 0 | 0 | 620 | 0 | 0 |
Isla de San Andrés y Providencia | 1 696 | 0 | 0 | 1107 | 0 | 0 |
Bogotá | 16 048 | 2 846 | 1150 | 28 662 | 139 920 | 0 |
Total | 100 740 | 99 209 | 3579 | 216 212 | 159 025 | 2001 |
Fuente: Jorge Eliécer Gaitán, La obra educativa del gobierno en 1940 (Bogotá: Imprenta Nacional, 1940), 46-49.
En 1944 se creó la sección de Cultura Popular del Ministerio de Educación, espacio donde se asumió el cine educativo con un radio de acción limitado debido a la carencia de recursos y a la obsoleta organización del despacho que necesitaba una reestructuración. La sección recogió 33 equipos cinematográficos depositados en los departamentos, con el objetivo de realizar su diagnóstico y reparación, dedicándose exclusivamente a esta labor. Además, desmontó las camionetas que funcionaban en los departamentos de Santander, Valle, Bolívar, Magdalena, Tolima y Cauca93, porque en 1940 las de Antioquia, Caldas y Nariño ya habían tenido el mismo destino. Para 1944, el cinematógrafo educativo funcionaba únicamente en Bogotá, Atlántico y Cundinamarca. Una descripción en la Revista de Higiene mostraba la constancia que aún tenían las escuelas ambulantes del Ministerio el cual aún proyectaba material científico e instructivo para niños y adultos en el Atlántico94. El alcance del cine educativo había disminuido considerablemente: en 1944 asistieron a las funciones un total de 271 633 espectadores en Colombia95 en contraste a los 581 352 de 1940. Las cifras muestran la agonía de la iniciativa en el ocaso del gobierno liberal en medio de las tensiones internas del partido96 que le impidieron consolidar un proyecto nacional.
Conclusiones
El cinematógrafo educativo contó desde sus inicios con varios obstáculos, especialmente, de orden fiscal; sin embargo, el gobierno liberal procuró destinar una partida para la continuidad del programa. Los primeros años de la implementación fueron muy productivos, porque el cinematógrafo logró expandirse en el territorio nacional, generando expectativa en la población colombiana que, a través de la sucesión de imágenes, observó nuevos hábitos de comportamiento alrededor de la cultura, la higiene, la industria y la agricultura. Podemos decir, que fue una experiencia de apropiación social de la idea de modernidad promovida por el gobierno liberal con la intención de establecer un tipo de cultura en el pueblo para modernizar a Colombia con el propósito de insertarlo en las dinámicas internacionales; no obstante, el cambio de hábito estuvo ligado más al espectáculo que al cine institucional y educativo.
Con el correr de los años el cinematógrafo fue perdiendo fuerza producto de las contradicciones internas generadas por las limitaciones alrededor de la insuficiencia de equipos para subsanar su demanda y mantenimiento; de personal idóneo para operarlos; de una baraja adecuada de películas que satisficieran las exigencias educativas; de las deficientes vías de comunicación; de las partidas presupuestales; y de la crisis del Partido Liberal.
Pese a esto, no podemos negar el alcance del cine educativo, que pudo así llegar a los departamentos, intendencias y comisarías de Colombia, para realizar varias funciones e incrementar su público de 125 338 en 1937 a 581 352 en 1940, el cual era muy plural.
Este texto centrado en el cine educativo durante los gobiernos liberales entre 1934 y 1944, demuestra el alcance de este proyecto en Colombia y los problemas que sorteó con el objetivo de generar procesos educativos y culturales en la población rural y urbana con considerables índices de analfabetismo97. Sin embargo, aún queda camino por recorrer a través de futuras investigaciones que permitan establecer el impacto a nivel educativo que generó el cinematógrafo en la población colombiana, estudio que debe superar las dificultades de las fuentes primarias debido a su dispersión y en algunos casos ausencia.