1. Introducción
La narración de la historia política en México se ha construido a lo largo del tiempo como un relato único y homogéneo, en el cual hay poco margen para que los aspectos que expliquen el micromundo de lo local y lo regional tengan su propio espacio narrativo. De modo que, por encima de cualquier explicación 'micro', siempre se sobrepuso la observación 'macro' o la perspectiva nacional. Entonces, la idea arraigada de una narración monolítica de la historia no facilitaba relatar una historia nacional integrada con distintas historias regionales, que lo mismo se alimenta de movimientos sociales, políticos o de iniciativas individuales. Historiadores como Enrique Florescano sugieren que el centralismo de la historiografía mexicana bien puede deberse a que, durante varias décadas (particularmente desde 1920), se dio la imposición de una idea que no permitía espacios para tomar en cuenta elementos como la diversidad territorial y social, así como «la pluralidad cultural y política de la nación1.
Esta noción de homogeneidad del relato histórico nacional ha permeado también la historia política y electoral, aunque a partir de la ruptura de la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en los años ochenta, comenzó a cambiar el mapa electoral mexicano. En ese orden de ideas, el presente texto busca explicar varios asuntos. El primero es el caso de Baja California y su posicionamiento como escenario importante de la alternancia mexicana, y su contribución a iniciar un relato distinto de la 'historia nacional', pues los resultados electorales, a partir de los años ochenta, demuestran que se empezó a configurar un bipartidismo más equilibrado entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el PRI, y que tuvo su momento culminante en 1989, con la alternancia en la gubernatura debido a la victoria de Ernesto Ruffo Appel2, el candidato panista. El segundo asunto para exponer es el caso del surgimiento del Partido de Baja California en dicho contexto, considerando la experiencia de algunos de sus integrantes, quienes compartieron su testimonio bajo el uso de la historia oral y explicaron su participación, impulsando una iniciativa política estatal que promovía una agenda ciudadana localista.
2. Apuntes de las hegemonías y alternancias en Baja California
De manera formal, se desarrollaron procesos electorales en Baja California desde el año de 1953. Sin embargo, Taylor Hansen explica varios aspectos acerca de la historia local que definieron el carácter anticentralista en la región. De acuerdo con este autor, desde la primera mitad del siglo XX habían surgido varias iniciativas locales que impulsaban que Baja California cambiara su estatus jurídico de territorio norte a Estado libre y soberano. En el relato del autor se identifica que, en la sociedad de esta región, hay un impulso de fortalecimiento del carácter local. Con más precisión, Taylor Hansen señala que:
[...] aun cuando el proceso de construcción del estado recibió fuertes impulsos desde afuera en la forma de acciones y políticas adoptadas por parte del gobierno federal, también estaba en proceso de desarrollo en la entidad un movimiento a través del cual la gente ya había comenzado a expresar su voluntad para autogobernarse, así como la convicción de que su región algún día llegaría a ser una zona verdaderamente integrada a la vida nacional3.
Ahora bien, si se considera la alternancia como un elemento que permite dividir y entender la historia local de la entidad, es factible señalar que hay al menos dos momentos: el primero, que inició en 1953, cuando se dio el primer proceso electoral y la hegemonía del Partido Revolucionario Institucional, y terminó en 1983 con la primera alternancia en una elección municipal. Así entonces, se identifica a la hegemonía del PRI y se puede considerar la de mayor esplendor del régimen autoritario en México, que se ubica entre 1946 y 1976, dado que los comicios no eran ni equitativos ni competitivos, de acuerdo con lo que afirman García Reyes y Valdez Castro4. Por supuesto, ese esplendor se repite en Baja California. El segundo empieza en 1986, con una segunda alternancia y la victoria del Partido Acción Nacional en la elección municipal en Ensenada, y va hasta 2016, cuando PRI y PAN apenas sumaron el 50% de los votos en una elección intermedia cuando históricamente sumaban más del 80%. Este dato es de gran relevancia porque, desde las primeras elecciones generales en 1953, ambos partidos habían captado la mayoría de los votos y el resto quedaba marginado. Por tanto, es pertinente subrayar que esta etapa resalta, además, por el surgimiento de la alternancia en las elecciones municipales en la entidad, y teniendo como característica principal de la hegemonía de Acción Nacional en la gubernatura entre 1989 y 2019.
Justo por estas razones se puede señalar tentativamente que, en 2019, se inicia una nueva etapa con la victoria completa del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en la elección de gobernador, alcaldes y diputados locales, fenómeno que se repite en 2021 y que reafirma la hegemonía electoral en la entidad. Por supuesto, no se puede dejar de señalar que esta nueva hegemonía deja de lado el bipartidismo PRI-PAN, a la que se hacía referencia líneas arriba. Sin embargo, aún es pronto para afirmar que hay condiciones para una hegemonía electoral de larga duración.
Asimismo, un elemento clave para mejorar la explicación de los nuevos escenarios electorales en el México de la alternancia es el de 'realineamiento', concepto que propone para la discusión Martínez Valdés5, quien sugiere que el comportamiento de los votantes en el ámbito subnacional (es decir, en las entidades federativas) cambió porque se dividió la antigua coalición dominante que ejercía el PRI, lo cual favoreció de manera gradual a los partidos de oposición, tanto en el escenario nacional como local. Las elecciones de Baja California se incorporan como un ejemplo clásico, pues la victoria del PAN en la gubernatura en 1989 se explica mayormente porque la coalición del PRI se había fragmentado y provocó el reacomodo de los grupos políticos en la entidad. A partir de ese año, se originó un escenario en el cual el PAN y el PRI consolidaron un bipartidismo en alternancia en las elecciones municipales, así como un PAN hegemónico en la gubernatura. En cuanto a este tema, Coutigno Ramírez y Espinoza Valle afirman que:
[...] los resultados nos informan de elecciones sumamente competidas desde finales de los años ochenta hasta la actualidad. Se trata de una alternancia constante en el ámbito municipal y en los distritos electorales que determinan la configuración del Congreso, no así en el caso de la disputa por la gubernatura6.
De manera que lo propuesto Martínez Valdés sirve para explicar la ruptura de la hegemonía del PRI, que comenzó a ser evidente a partir de los años ochenta del siglo pasado, pero también puede ser útil para explicar la ruptura de la hegemonía del PAN en la gubernatura de Baja California, y con ello dar paso a una nueva hegemonía de MORENA, tal como se comentó líneas arriba.
Ahora bien, no hay que perder de vista que la alternancia producida en los años ochenta, en gran medida, es resultado del ánimo participativo que fue creciendo gradualmente en la sociedad mexicana, promovido por los partidos políticos de oposición al PRI. Sin embargo, no hay que pensar sobre este fenómeno de manera optimista, pues, como bien señala Méndez de Hoyos, los partidos de oposición eran poco relevantes ante la hegemonía 'priísta'; de manera que las elecciones, en realidad, no eran una batalla política, sino mero escenario para el 'clientelismo político'7. Esto provocó que durante décadas los votantes estuvieran alejados de las urnas. Ahora bien, el declive de dicha hegemonía puede explicarse también a partir de la reforma política de 1977, que dio paso a que diversas organizaciones de izquierda se agruparan como partidos políticos, según la consideración de Méndez de Hoyos.
En este orden de ideas, el inmovilismo político-electoral que impulsó y promovió el PRI durante mucho tiempo con el pretexto de una supuesta unidad nacional, resultó en un bajo interés de los ciudadanos con los procesos electorales y, por ende, en una baja participación política. Guillén afirma que no había mucho interés en la plataforma electoral del PRI o en la campaña, ante «[...] el control del aparato estatal y de todos los recursos vinculados con el mismo [...]»8, de modo que, para el mexicano común, la política y las elecciones eran más bien temas ajenos y lejanos. Por supuesto, esto condujo también a un comportamiento abstencionista de los electores en las urnas.
Por otro lado, es pertinente cuestionar si a mayor número de partidos políticos mayor era la participación y la respuesta inicial es no, con todo y que la reforma política de 1977 facilitó a los votantes más opciones en la boleta electoral. La explicación consiste en que había en México un problema de respeto por el voto. En torno a ello, Méndez de Hoyos sostiene que los procesos electorales sucedidos entre 1983 y 1986 se transformaron en «fuente de conflicto y los partidos de oposición comenzaron a ocupar un papel más relevante en la arena política»9. Para muchos autores, el punto de inflexión fue la nacionalización de la banca decretada por el presidente José López Portillo10. Sin lugar a duda, la competitividad electoral se va transformando poco a poco en el signo de los nuevos tiempos.
En este contexto de resquebrajamiento del consenso nacionalista11, la oposición política comenzó a tomar un rol más importante en la arena política. Por tanto, lo que durante décadas había sido un tema inexistente para la sociedad y de poca incidencia en la vida del país12, los procesos electorales lo habían transformado en la vía de manifestación de la inconformidad generalizada de amplios sectores sociales.
Para el caso de Baja California, el fenómeno de la alternancia tiene, al menos, cuatro momentos relevantes como parte del proceso de declive de la hegemonía del PRI. El primero sucedió en la elección municipal de 1983 en Ensenada, una vez que David Ojeda Ochoa, a la postre candidato del Partido Socialista de los Trabajadores, ganó la elección13. El segundo sucedió en Mexicali, también en 1983, cuando Eugenio Elorduy Walther14, candidato panista a la alcaldía, reclamó un fraude electoral y, en consecuencia, impulsó la instalación del denominado Cabildo Popular de Mexicali. El tercero aconteció con una nueva alternancia en Ensenada, con la victoria de Ernesto Ruffo Appel en la alcaldía en 198615. Finalmente, el cuarto fue durante la elección presidencial de 1988, por la victoria de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano16, candidato del Frente Democrático Nacional, y a quien se le reconoce la victoria en Baja California17. Todo no es irrelevante si se toma en consideración que, en 1983, en las elecciones generales, Xicoténcatl Leyva Mortera18, el candidato del PRI, había ganado la gubernatura, además de las alcaldías de Mexicali, Tijuana y Tecate. Es decir, las elecciones de ese año fueron las últimas en las que el Revolucionario Institucional tuvo éxito electoral.
Sin lugar a duda, estos cuatro momentos demuestran que Baja California se colocó en la vía de la apertura política del ámbito nacional y la alternancia tendría uno de sus escenarios más importantes en la entidad. Así entonces, es posible indicar que, si bien fueron importantes las alternancias de 1983 y 1986 que se han citado, la entidad cobró notoriedad cuando se concretó con la victoria de Ernesto Ruffo Appel, candidato del PAN, en la gubernatura. Con todo ello, no significó la desaparición del PRI, pero sí la consolidación del bipartidismo en alternancia en las elecciones municipales durante la hegemonía panista en la gubernatura entre 1989 y 2019. Se puede destacar que la alternancia de 1989 no fue poca cosa, toda vez que el Revolucionario Institucional era un partido político surgido desde el poder y un elemento central en el sistema político mexicano19.
De esta manera, las elecciones locales de Baja California durante los años ochenta se transformaron en uno de los primeros escenarios del fin de la hegemonía del PRI y de la alternancia como parte de la normalidad democrática que comenzó a imperar en el país. En gran medida, esto se debió a que los electores vieron en el ejercicio del voto una oportunidad para manifestar a las élites partidistas tanto sus deseos como sus demandas e intereses, de acuerdo con lo que apuntan Franco-Cuervo y Flórez20 en su artículo. Visto en retrospectiva, no es poca cosa, pues tras décadas de ausencia en las urnas, los votantes vieron en ellas una vía de participación política. Ahora bien, un apunte necesario para agregar a la discusión es el relacionado con los grupos dominantes en la entidad. Como se ha mencionado, la predominancia del PRI y del PAN en la entidad es evidente, pues son las dos organizaciones electorales más antiguas en contraste con el escenario nacional.
Tomando en cuenta este contexto de alternancia y bipartidismo emergente en Baja California, el presente artículo pretende explicar el proceso de surgimiento y declive del Partido de Baja California (PBC), como resultado de una iniciativa ciudadana orientada a la promoción de una agenda enfocada en los intereses locales, el federalismo y el combate al centralismo. Como parte de su recorrido en el escenario político-electoral en la entidad, el PBC, con un alto sentido pragmático en lo electoral, fue partícipe de las alianzas impulsadas tanto por el PRI y el PAN en distintos procesos electorales. Ello le permitió sobrevivir a lo largo del tiempo, pero no tuvo los elementos suficientes para consolidarse como una opción sólida y altamente atractiva ante los electores. Por si fuera poco, los resultados del 2019 y del 2021 dan cuenta de la construcción y consolidación de una nueva hegemonía dominante en la entidad, que ha desplazado al PAN y al PRI, y que ha provocado tal concentración de votos que fuerzas electorales como el PBC fueron marginadas o desaparecieron.
3. Una aproximación al origen del PBC
Como un primer apunte, se debe señalar que la participación político-electoral en México está dominada por partidos políticos nacionales. A pesar de ello, a lo largo de las décadas, han emergido algunas opciones en los estados que impulsan ciertas agendas locales. De acuerdo con, los datos obtenidos del sitio de internet oficial del Instituto Nacional Electoral, al momento, son 28 organizaciones de carácter local que cuentan con el registro de partido político y, por tanto, están en condiciones legales para participar en los procesos electorales de las gubernaturas, presidencias municipales, diputaciones locales y regidurías21.
Ahora bien, para comenzar a explicar la génesis del PBC en la entidad, hay que señalar que cuenta con un documento rector que orienta sus objetivos y actividades. Por ejemplo, el artículo 1 de sus estatutos afirma que es un partido político estatal de acuerdo con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y con la del Estado Libre Soberano de Baja California22. Los estatutos también señalan que el partido tiene como horizonte participar en la vida pública y política de la entidad, además de lograr el poder por la vía democrática y «[...] luchar por una mejor calidad de vida de sus habitantes»23. El citado documento también establece nueve objetivos que pueden parafrasearse de la siguiente forma: reconocimiento a la dignidad del individuo y su derecho al desarrollo integro; el respeto a los derechos fundamentales del hombre; que la justicia social sea un logro permanente en un Estado que imparte la justicia de manera rápida e imparcial: el establecimiento de un régimen democrático; y un gobierno que es resultado de la expresión mayoritaria de la voluntad popular.
Por otro lado, el estatuto define que podrán ser militantes del partido aquellos ciudadanos mexicanos en el uso pleno de sus derechos políticos y electorales, y que participen de manera permanente en la realización de los objetivos del partido24. Se afirma que dichos objetivos están enfocados en defender la libertad y la soberanía de Baja California; impulsar el acceso al poder público, apoyar a la integración de la representación estatal junto con organizaciones y ciudadanos, para facilitarles su acceso al poder público; facilitar asesoría y apoyo a funcionarios emanados del PBC; impulsar los valores cívicos y la cultura democrática en la población, entre otros25.
Si bien el documento rector perfila el quehacer político del partido, es importante relatar la experiencia de su surgimiento desde la perspectiva de los actores participantes. De modo que, en este segmento, se citan breves pasajes de esta experiencia compartida. A través de ellos, se pueden ubicar diversos elementos que explican las redes internas de la organización, así como diversas prácticas y procesos. Este proceso se llevó a cabo considerando la perspectiva cualitativa para entender el objeto de estudio. Es necesario señalar que en ello la memoria juega un papel fundamental, pues: «[...] es una reconstrucción de esta en el presente a través del empleo significativo del lenguaje»26. El trabajo oral en campo permite, además de observar a un colectivo en acción, entender el contexto de los recursos discursivos que utilizan y la cultura que los define. Justo en ello: «[...] la historia oral expresa la historicidad de la experiencia personal y el impacto de la historia en la vida individual, sobre todo en hechos masivos»27. Asimismo, la aproximación a las subjetividades particulares y colectivas da la pauta para observar la identidad de individuos y grupos sociales en un tiempo determinado y, por tanto, se admite hurgar en procesos en un contexto y no ajenos a la historia28. En resumidas cuentas, los diversos testimonios permiten trabajar en la elaboración de una experiencia colectiva, mediante la cual los participantes utilizan la cultura de la que disponen para expresar, por un lado, las ideas en las que creen, y, por el otro, la relevancia que le otorgan a ciertos pasajes en la memoria del partido.
Las raíces del Partido de Baja California (PBC) se remontan al periodo entre 1993 y 1994, debido a la participación política y social de las organizaciones denominadas Movimiento hacia una Cultura Democrática (CUDE) y Ciudadanos por la Democracia (CIDEM). Es el arquitecto Jorge Núñez Verdugo quien subraya que esta iniciativa se alimentó del trabajo realizado con Alianza Ciudadana, que, en aquellos años, encabezaba el Dr. Sergio Aguayo Quezada29, y tenía como propósito principal observar el desarrollo de los procesos electorales. Destaca también el arquitecto Núñez que una de las principales impulsoras fue la socióloga Rosario Angulo, su esposa, de quien exalta su formación de izquierda desde sus tiempos universitarios. CIDEM fue una iniciativa que se fortaleció en el tiempo de CUDE, pues consolidó una participación más amplia. Una vez que participaron como observadores electorales de la elección federal de 1994, sus integrantes volvieron a llevar esta tarea en el proceso general local de 1995 en Baja California y, para ello, tomaron el nombre de Ciudadanos por la Democracia30. Pasadas las elecciones, se realizó una evaluación entre los integrantes del CIDEM para definir cómo seguir participando en los siguientes procesos electorales y en el escenario político local.
El arquitecto Jorge Núñez Verdugo31 relata los detalles de la fase inicial de la conformación del PBC, una vez que pasaron las elecciones de 1994 y 1995, pues el grupo mantuvo la inquietud de participar. Lo anterior, como un partido político y no solamente como un grupo observador. Los diversos testimonios en torno al PBC le otorgan un lugar preponderante como impulsor de la creación del partido, de tal suerte que, en su rol de fundador, es también un actor vital en la historia de la institución:
A principios del 97 ya había quedado claro que íbamos a formar un partido político [...]. En aquel tiempo se planteó mucho que uno de los grandes problemas de la política y la gobernanza en nuestro país, era que todo se maneje desde el centro. Ya sabemos que es un país centralista, aunque la constitución habla de un país federalista. Pero no nomás eso, sino que los partidos políticos al estar todos sin excepción, todos sin excepción, repito, controlados desde el centro, la verdad que no eran partidos políticos32.
De manera que una vez que el acuerdo de los miembros de CIDEM acordó formar un partido político local, se enfocaron en cumplir una serie de requisitos legales, lo que condujo a que se consiguiera el registro de partido político estatal el 30 de mayo de 1997 durante la sesión general del entonces Consejo Estatal Electoral en Baja California33.
Por su parte, Marcelo Núñez Lozano subraya que el PBC era un resultado natural del ánimo de participación ciudadana que relata su padre, el arquitecto Jorge Núñez. Además, en su testimonio recuerda que desde niño acompañaba a su padre en distintos eventos cuando se desempeñaba como delegado del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit por sus siglas) en la entidad, y comenta distintos temas al respecto34. Jorge Eugenio Núñez Lozano, también hijo del arquitecto Núñez, destaca que la vocación ciudadana del PBC tiene sus raíces en la participación como observadores electorales en 1994 y 1995. De acuerdo con su relato, gracias a eso, «quedaba claro que, para poder incidir en las decisiones, la iniciativa ciudadana tenía que dar el paso a un partido político»35. Este pasaje hace evidente que el objetivo original de CIDEM (ser observador de los procesos electorales) ya no era suficiente y ello justifica el surgimiento del partido.
El arquitecto Fausto Topete, unos de los promotores del partido en Mexicali, compañero, amigo y colega por largo tiempo del arquitecto Núñez Verdugo, da los pormenores de la salida de algunos militantes de gran importancia, lo cual significó, hasta cierto punto, pruebas de resistencia para la institución. En su testimonio, se refirió de forma particular a los casos de Jorge Gallegos y Francisco Barraza Chiquete, a quienes consideró perfiles importantes; sin embargo, también agregó que la salida de militantes es un riesgo que corren todos los partidos36. Estos vaivenes se pueden considerar como parte de los ajustes que, de tanto en tanto, suceden en los partidos políticos a propósito de los encuentros y desencuentros, así como de las purgas entre los liderazgos internos. Además, es posible discutir sobre la forma en que se integran los grupos dominantes dentro de los partidos políticos y aquellos que van marginándose poco a poco cuando no hay acuerdos suficientes que procuren una mejor distribución de las cuotas del poder.
Así entonces, se puede señalar que el PBC, en su etapa inicial, tuvo cierto empuje por la red profesional y personal que el arquitecto Jorge Núñez desarrolló a lo largo de los años, pues se involucraron muchos de quienes habían sido sus alumnos y colegas. Está el caso del arquitecto Bernardo Lafarga Baltazar, un militante de Ensenada, quien se enteró de la formación del partido por el Colegio de Arquitectos, invitación que había sido enviada por el arquitecto Núñez37. Él mismo da referencia de otros que se incorporaron como Fernando Canchola, Porfirio Vargas, Víctor Manuel Morineau y otros más también en Ensenada. El testimonio de Cruz Antonio Juárez Peraza, en el municipio de Ensenada, permite comprender cómo se fue construyendo el partido, además, señala que eso se logró en gran medida por la persistencia del arquitecto Jorge Núñez Verdugo. Asimismo, rememora que fue invitado a una sesión informativa y lo escuchó hablar de la lucha en favor del federalismo38.
Rodrigo Otañez Licona39, militante del partido en Tijuana, señaló que una de las características del PBC es su vocación de apertura. De acuerdo con su relato, lo que distingue al partido de otras opciones políticas es que no se les dice a los nuevos militantes qué hacer: «Aquí no te vamos a decir que hacer, tú dinos que quieres hacer y los reto, [...]»40. De esta manera, Otañez Licona representa uno de los liderazgos jóvenes que poco a poco va creciendo dentro de la institución.
Dado su carácter de organización local, el PBC, desde sus orígenes, no estuvo exento de la participación de la red de familiares en su interior. La presencia tanto de Marcelo como Jorge, hijos del arquitecto Jorge Núñez, reafirmaba dicha condición. Para algunos militantes como Francisco Barraza Chiquete, de Mexicali, uno de los retos consistía en que el partido no tuviera la etiqueta de ser patrimonio familiar, en este caso de la familia Núñez, y pensaba en la necesidad de una mayor apertura de la organización: «[...] yo era de quienes decía que el PBC era de los Núñez, pero también de los Barraza, de los López, de todas las familias que participan del partido»41. Este testimonio es una crítica con respecto a las prácticas internas y la necesidad de una apertura hacia la sociedad para la organización. De hecho, en gran medida, la permanencia del PBC durante casi tres décadas dependió de la participación de redes familiares y contactos profesionales de sus militantes. Sin embargo, nunca fue lo suficientemente sólida como para generar una mayor expectativa y aumentar su captación de votos.
Los resultados de la elección de 1998 (la primera elección en la que participó el PBC) no fueron suficientes para conservar el registro, lo que implicó eventualmente solicitar uno nuevo. El arquitecto Jorge Fernando Canchola Félix hace referencia a diversos obstáculos y trámites para obtener la autorización como partido político. Tras lograr la asistencia requerida a diversas asambleas, nuevamente se obtuvo el registro condicionado [...] y ya ahí se quedó el Partido Estatal de Baja California con su registro42.
4. El PBC y la elección de gobernador de Baja California
Como se mencionó anteriormente, el PBC participó en la elección intermedia de 1998, postulando algunos candidatos a diputados locales. Sin embargo, la primera participación del PBC en un proceso electoral general para elegir gobernador en Baja California se registró en 2001. Para esa elección, tanto el PAN (con la Alianza por Baja California) como el PRI dominaban el escenario político y electoral de la entidad, por lo que el PRD, el PT y el PBC lograron porcentajes de votación marginales. Vale la pena mencionar que el proceso interno para la candidatura a gobernador del PBC fue complicado, pues al principio se había apostado por el Lic. Héctor Manuel Gallego García43, quien antes había buscado la candidatura por el PRI y terminó siendo postulado por el PRD. Según relata el arquitecto Jorge Núñez, el partido había tenido muchos problemas, pues algunos de los que, al interior del partido, estaban acompañando inicialmente al Lic. Gallego terminaron yéndose con él44. Finalmente, tras el complicado proceso interno, el PBC registró la candidatura de Beatriz Ávalos Valenzuela, quien obtuvo el 1.29% de los votos emitidos en las urnas45.
En las elecciones generales de 2007, aconteció que el PRI y el PAN participaron encabezando alianzas electorales con otros partidos políticos. Para esa ocasión, el PBC tomó la decisión de participar por primera vez en el proceso electoral mediante una coalición y se sumó en ese año a la Alianza para que Vivas Mejor, junto al PRI, el Partido Verde. Esta alianza postuló al Ing. Jorge Hank Rhon46, militante destacado del Revolucionario Institucional. Cabe señalar que dicha elección la ganó la Alianza por Baja California, encabezada por el PAN junto con el Partido Encuentro Social y Nueva Alianza, y con la candidatura del Lic. José Guadalupe Osuna Millán, con un margen de victoria del 6.03%47.
Para el proceso electoral general del 2013, el PBC tomó la decisión de participar en la Alianza Unidos por Baja California (AUBC), la cual fue encabezada por el PAN y sumó, por primera vez, al PRD y nuevamente al PANAL. El candidato fue el Lic. Francisco Arturo Vega de Lamadrid48. Por su parte, el PRI mantuvo su alianza con el PVEM, y sumó al PT y al PES, teniendo como candidato al Lic. Fernando Castro Trenti49. La diferencia en favor de la AUBC fue de apenas el 2.65% de los votos emitidos50, colocándose como el margen más estrecho en la historia de una elección de gobernador. Esta condición le da a esa elección el carácter de ser más la más competida desde 1953 hasta la fecha51.
Para complementar lo anterior, resulta pertinente subrayar que los resultados (tanto de las elecciones del 2007 como del 2013) son ejemplos claros de que la integración de alianzas electorales entre los distintos partidos políticos con registro, pueden generar resultados muy cerrados dado el bajo número de candidaturas, como bien apunta Reynoso52. Luego de diversas experiencias participando en alianzas electorales, es necesario apuntar que, para las elecciones intermedias del 2016, el PBC decidió presentar sus propios candidatos. Dicha elección estuvo marcada por el registro de diversas candidaturas independientes para las alcaldías de Mexicali, Tijuana y Ensenada, así como el surgimiento de otros partidos políticos locales como el Partido Peninsular de las Californias53 y el Partido Municipalista54, ambos integrados por algunas personas que habían abandonado otros y que intentaron, por la vía de un partido político local, permanecer en la escena. Luego de esa elección, ante su baja captación de votos, desaparecieron. Mención aparte merecen las candidaturas independientes a la alcaldía de Tijuana de Carolina Aubanel, Gastón Luken Garza y Carlos Atilano Peña, quienes se registraron ante la autoridad electoral cumpliendo los requisitos de ley.
Las elecciones generales del 2019 se pueden catalogar como sui generis, pues se eligieron un gobernador, cinco alcaldes y veinticinco diputados locales para un periodo de dos años, luego de la reforma política del 2014, que se hizo con la intención de empatar los procesos locales con los federales, lo cual sucedió con el proceso electoral de 202155. Luego de diversas experiencias participando en alianzas electorales, para el proceso de 2019, el PBC decidió postular un candidato a gobernador por su cuenta, tal como lo hizo en 2001. En esta ocasión, la candidatura recayó en la persona del Lic. Ignacio Anaya Barriguete; junto a él se registraron otros cinco candidatos, a saber: Jaime Bonilla Valdez, por la coalición Juntos Haremos Historia (integrada por MORENA), el PT, el Partido Verde; Óscar Vega Marín, por el PAN; Enrique Acosta Fregoso, por el PRI; Héctor Osuna Jaime, por Movimiento Ciudadano; Jaime Martínez Veloz, por el PRD.
El PBC obtuvo el 3.58% de los votos emitidos en las urnas, lo que significó un avance importante si se compara con los resultados del 2001. Sin embargo, el partido mantiene una participación marginal, pues lejos está de los resultados obtenidos por MORENA y el PAN, pero muy cercano al 4.64% que obtuvo el PRI, que en este proceso electoral vio su votación desmoronarse. Por otro lado, la victoria del Ing. Jaime Bonilla Valdez56, candidato a gobernador de MORENA, terminó la hegemonía del PAN en la elección de gobernador desde 1989. En segundo término, la victoria en elección de gobernador se repitió en los resultados de las elecciones municipales, pues MORENA ganó las cinco elecciones y, con ello, desapareció la hegemonía del bipartidismo en alternancia del PAN y el PRI. Por último, los resultados de 2019 significaron un reacomodo muy importante en la correlación de fuerzas en la entidad, con una presencia hegemónica de MORENA, y la marginación del PRI y el PAN, así como del resto de los partidos, incluido el PBC.
En su testimonio, el Lic. Ignacio Anaya Barriguete57 describe algunos pasajes de cómo se construyó su candidatura a gobernador para la elección de 2019. Al respecto, recuerda que cuando Jorge Núñez Lozano era diputado local manifestó interés en la participación que había tenido a propósito del Sistema Estatal Anticorrupción58. Hacia 2019, se intensificaron las conversaciones con el PBC y ello condujo al logro de su candidatura a gobernador59. Para Mario Favela, dirigente estatal del PBC entre 2018 y 2021, la elección de 2019, aunque no arrojó todos los resultados esperados, «se obtuvo un mayor aprendizaje porque es la primera vez que el PBC se va solo en una elección para gobernador sin alianza desde 2001. Lejos de desmotivarnos, crecimos a casi 4.8 % de la elección [...]»60.
Para la elección general del 2021, el PBC nuevamente tomó la decisión de participar de manera individual y postuló al Lic. Carlos Atilano Peña, reconocido abogado tijuanense con una trayectoria importante en la defensa de diversos movimientos sociales y políticos. Los resultados electorales obtenidos indican que el PBC obtuvo el 1.88% de los votos61, hecho que lo dejó sin registro, de acuerdo con la normatividad electoral. Por otro lado, MORENA, en coalición con el Partido Verde y el PT, logran el 48.49%, reafirmando la victoria que obtuvieron con la misma coalición en 2019. Por su parte, el PAN, el PRI y el PRD se coligaron en la Alianza Va por Baja California62, y obtuvieron apenas el 11.61%. Por su parte, la gran sorpresa del proceso electoral fue el resultado obtenido por el Partido Encuentro Solidario, que postuló al Ing. Jorge Hank Rhon, militante de larga trayectoria en el PRI, partido que lo había postulado como candidato a gobernador en el 2007.
5. Conclusión: posbispartidismo y nueva hegemonía
A fin de entender el comportamiento electoral en Baja California y la nueva etapa que se abrió a partir de las elecciones de 2019, se puede observar primeramente, que se marcó el fin del bipartidismo PAN-PRI. Asimismo, la participación marginal del PBC terminó con la pérdida de su registro en una segunda ocasión. Además, es posible señalar que su relativo éxito en la elección del 2019 pudo ser un espejismo para que la dirigencia del partido pensara que, en 2021, pudiera repetir el resultado de mantener el registro e incluso aumentar el porcentaje de votos obtenidos. Lo cierto es que el PBC tuvo buenos resultados y victorias solo en el caso de participar en el conjunto de una alianza electoral. Ahora bien, una explicación que puede ser útil es que, al romperse las viejas alianzas electorales, en las cuales el PBC fue alternando su participación, se dio paso a un nuevo escenario electoral en el ámbito local, en el que el partido no supo identificar cuál era la mejor decisión. Esto porque si bien el PBC pudo adherirse por convicción o conveniencia a las coaliciones del PRI y el PAN en 2007 y 2013, no fue así en 2019 y 2021. Lo anterior puede llevar a pensar que una definición clara sobre lo que proponía limitó sus posibilidades de crecimiento entre los votantes.
Como elemento importante, cabe resaltar la integración de los grupos al interior del partido político, sobre todo por la permanencia del Arq. Jorge Núñez Verdugo y sus hijos, Marcelo y Jorge Eugenio, como actores decisores. Incluso, el Arq. Núñez Verdugo y Jorge Eugenio fueron diputados locales, mientras que Marcelo fue regidor, los tres por el municipio de Mexicali. Es decir, la falta de crecimiento de la organización pudo deberse al monopolio de la familia Núñez en la toma decisiones y, por tanto, no dio paso a otros liderazgos. Ahora bien, resulta pertinente señalar que la aproximación a través de los testimonios permite entender el día a día y las prácticas cotidianas dentro de las organizaciones políticas, tanto nacionales como regionales, justo como el caso que se presenta. Los diversos testimonios dejan ver la influencia del fundador como actor fundamental del surgimiento del PBC y esto, en gran medida, se debe a una serie de relaciones profesionales que construyó a lo largo del tiempo. Es decir, para explicar el surgimiento de esta organización se debe conocer la red de contactos que construyó el fundador del partido. Esto también podría explicar el grado de debilidad institucional que presenta el partido a lo largo de su historia, pues no hubo espacio para consolidar la organización, razón por la cual permaneció a expensas de unos cuantos liderazgos.
Por otro lado, con los resultados electorales de junio de 2019, se abre un nuevo episodio de la etapa de la alternancia en Baja California, en la cual destaca, de manera particular, la elección de gobernador por el cambio del PAN a MORENA tras tres décadas de predominio panista. Así entonces, los votantes provocaron un nuevo cisma en el alineamiento electoral como en 1989, en el cual los mayores perdedores son el PRI y el PAN, mientras que otros partidos como el PRD y MC lograron porcentajes que les permiten mantener el registro, pero no tanto como para ser competitivos.
Los resultados del 2021 reafirman este cisma al que se hace referencia, y nuevamente el resto de los partidos se quedaron rezagados frente al porcentaje de votos obtenidos por MORENA y sus aliados: el PT y el Verde. Finalmente, si bien el PBC pudo mantener el registro en su participación individual en 2019, no fue así para 2021, lo que deja en el limbo la agenda de demandas de impulso al federalismo y el combate al centralismo político. Por supuesto, otros trabajos podrían retomar aspectos relacionados con los esfuerzos de grupos políticos regionales que buscan incidir en las decisiones a través de partidos políticos estatales. En el caso del PBC, el impulso dado por el Arq. Jorge Núñez Verdugo y su red de contactos fue fundamental para el surgimiento de la organización, aunque no fue suficiente para que se volviera una opción competitiva, con todo y que procuraba la promoción de una agenda local. Ello haría preguntarse si permanece en Baja California un espíritu anticentralista. En ese sentido, queda para el futuro saber si habrá algún esfuerzo similar por parte de los ciudadanos para construir de nuevo un partido local o si los partidos políticos nacionales mantienen el monopolio entre los votantes.