INTRODUCCIÓN
Los cítricos son cultivos permanentes que presentan alta adaptabilidad a diversas condiciones climáticas, lo que facilita su cultivo en un gran número de países [1], [2]. En Colombia, la producción de cítricos se concentra en seis núcleos productivos: 1) Costa Atlántica (Atlántico, Magdalena, Cesar, Bolívar); 2) Nororiente (Santander, Norte de Santander, Boyacá); 3) Centro (Cundinamarca, Tolima, Huila); 4) Llanos Orientales (Meta, Casanare); 5) Occidente (Antioquia, Valle del Cauca, Caldas, Risaralda, Quindío) y 6) Sur (Cauca, Nariño) [3], [4]. Para el año 2020 se contó con un área cosechada de 84 147 ha, con una producción de 1 257 474 t y un rendimiento de 15,2 t/ ha [5], con un aumento del 9 °% entre 2019 y 2020 [4].
Actualmente, los cítricos se encuentran entre las frutas más consumidas en el mundo [6]; sin embargo, la principal amenaza para su producción y pérdidas económicas sustanciales son las enfermedades [7]. Tal es el caso de la fumagina, negrilla o moho hollín, generalmente causada por un hongo, Capnodium sp. [8], la cual se desarrolla por depósitos azucarados o mielecillas producidos por insectos, en particular, escamas y áfidos [9] que generan una capa negruzca en la superficie de las hojas, ramas y frutos [10]. Esto repercute en la reducción de la fotosíntesis e intercambio gaseoso [11], con la consiguiente alteración en el metabolismo y, por ende, en el crecimiento y desarrollo de las plantas [12], [13].
En Colombia se han logrado avances en el desarrollo de prácticas sostenibles para el manejo de problemas fitosanitarios, como la realización de podas fitosanitarias [14] y la aplicación de productos alternativos que reemplazan los plaguicidas convencionales; entre ellos, destaca la acción fungicida, acaricida e insecticida que tiene el caldo sulfocálcico [15]. Por lo anterior se considera que el caldo sulfocálcico es una alternativa para el control de la fumagina (Capnodium sp.) en hojas de mandarina (Citrus reticulata), que puede influir en la disminución de los niveles de incidencia y severidad de la enfermedad.
METODOLOGÍA
Ubicación del área de estudio
El área de estudio se localizó en el departamento del Huila, municipio de Suaza, vereda Guayabal, donde está ubicada la finca Los Naranjos situada en las coordenadas 1°54'31.0"N y 75°47'57.1"W a 990 m de altitud, con una temperatura promedio de 23 °C. Durante el desarrollo del experimento, se registraron las condiciones climáticas presentadas en la Figura 1.
Material experimental
La investigación se desarrolló en un cultivo de mandarina (Citrus reticulata) con 40 árboles, de 18 años de edad, los cuales se encontraban afectados por fumagina (Capnodium sp.), en un área de 2500 m2, con una distancia de siembra de 3 x 3 metros.
Diseño experimental
Se hizo un Diseño Completamente al Azar (DCA) con cuatro tratamientos y diez repeticiones. La unidad experimental consistió en un árbol de mandarina. Los tratamientos evaluados fueron:
CALSU10 - Caldo sulfocálcico al 10 %. Poda - Podas de mantenimiento.
CALSU10 + Poda - Caldo sulfocálcico al 10 % + Podas de mantenimiento. Testigo - Sin aplicación de caldo sulfocálcico, ni poda.
Cada uno de los árboles fue marcado con una placa correspondiente al tratamiento y repetición asignada al azar.
Elaboración, dosis y momentos de aplicación del caldo sulfocálcico
La metodología utilizada para la elaboración del caldo sulfocálcico fue la dispuesta por Silva-Olaya et al. [16]. La dosis que se utilizó fue de dos (2) litros de caldo sulfocálcico en una fumigadora de veinte (20) litros de capacidad (concentración del 10 °%). El caldo se aplicó cada quince (15) días durante 30 días (3 aplicaciones), y luego se practicó una aplicación a los veinte (20) días, para un total de 4 aplicaciones en 50 días [17]. La aplicación se inició el 29 de diciembre de 2019, durante el estadio fenológico de reposo vegetativo [18].
Podas de mantenimiento
Se hicieron podas de mantenimiento en los árboles correspondientes a Poda y CALSU10 + Poda, mediante la supresión de ramas secas, enfermas, crecidas en el centro de la copa (chupones), lateralmente sobresalientes del resto de la copa y ramas que colgaran hasta el suelo [19], [20]. Las podas se practicaron a una altura promedio de 2,5 m con la eliminación del 20 °% del follaje, durante el estadio fenológico de reposo vegetativo [18], por única vez, el 29 de diciembre de 2019.
Incidencia y severidad
Para la evaluación de la fumagina en hojas de mandarina, se adaptó el método de severidad, propuesto por Rebolledo et al. [21], y de incidencia, desarrollado por Guaca y Vega [22]. Se hicieron cuatro (4) muestreos, mediante los cuales se tomaron cuatro (4) hojas por punto cardinal a cada árbol por tratamiento, a los 14 días después de cada aplicación de los tratamientos.
El porcentaje de incidencia se determinó a partir de la cantidad total de hojas infectadas y hojas sanas, mediante la siguiente fórmula [22].
Para calcular la severidad, se determinó el porcentaje de daño por cada una de las hojas por punto cardinal y se calculó la media para clasificar el grado de daño, teniendo en cuenta la clasificación propuesta por Rebolledo et al. [21] (Tabla 1).
El porcentaje por grado de daño se determinó mediante la siguiente fórmula postulada por Ploper et al. [24]. Esta fue adaptada para hallar el porcentaje de grado de daño.
Donde GD = Grado de daño (%); a = n.° de brotes con el mismo grado; n = total de brotes evaluados.
Para hallar el porcentaje de severidad, se utilizó la fórmula desarrollada por
Donde N0 = # Hojas con valor 0 de la escala; N1 = # Hojas con valor 1 de la escala; N2 = # Hojas con valor 2 de la escala; N3 = # Hojas con valor 3 de la escala; N4 = # Hojas con valor 4 de la escala; NT = # Total de hojas evaluadas en la rama.
Análisis estadístico
Se hizo un Análisis de Varianza (Anova) y la comparación de medias con la prueba Kruskal-Wallis (α=0,05). Se utilizó el software estadístico InfoStat, versión 2020 [26].
RESULTADOS
Incidencia de fumagina en hojas
La incidencia de fumagina fue similar en todos los tratamientos a los 14, 28 y 42 días posteriores a la aplicación de tratamientos (Figura 2 a, b y c). A los 56 días, la incidencia de fumagina en el Testigo fue mayor y presentó diferencias significativas en comparación con los otros tratamientos (Figura 2 d).
Severidad de fumagina en hojas
A los 14 y 28 días posteriores a la aplicación de tratamientos, no se obtuvo diferencias significativas en ninguna de las escalas de daño entre tratamientos; sin embargo, a los 28 días se observó una reducción en las escalas de hojas sanas y con daño ligero, en contraste con los resultados obtenidos a los 14 días para Poda y CALSU10, respectivamente. A su vez, se presentó un incremento en la escala de daño muy severo para todos los tratamientos (Tabla 2).
A los 42 días posteriores a la aplicación, se observó un mayor porcentaje en las escalas de daño severo, seguido de daño medio. El Testigo presentó significativamente el mayor porcentaje en la escala de daño muy severo, respecto a los demás tratamientos (p<0,05). En comparación, a los 28 días, se presentó una reducción en las hojas con daño muy severo y un aumento en las hojas con daño severo y daño medio para CALSU10 + Poda (Tabla 2).
Finalmente, a los 56 días no hubo diferencias significativas en las escalas de daño ligero, medio y severo entre tratamientos. En la escala de hojas sanas los porcentajes incrementaron para cada tratamiento, y resaltan los resultados obtenidos en CALSU10 + Poda. Además, este mismo tratamiento presentó el valor más bajo en la escala de daño muy severo, a diferencia del Testigo (Tabla 2).
DISCUSIÓN
Los niveles de incidencia de fumagina en hojas de mandarina oscilaron entre el 90 y 100 % a los 14, 28 y 42 días posteriores a la aplicación de tratamientos; sin embargo, a los 56 días, CALSU10 + Podas obtuvo una reducción de apenas el 28 % de la enfermedad, debida al alto grado de infestación inicial que presentó el cultivo, lo cual coincide con lo reportado en [21] y [27]. Aunado a lo anterior, Murcia et al. [28] indican que el desarrollo de la fumagina se ve favorecido por altas poblaciones de insectos, humedad relativa elevada y escasa ventilación en el cultivo, situación que se evidenció en el sitio de estudio, lo cual explica los altos niveles de incidencia obtenidos (Figura 2).
El aumento de la severidad registrado a los 28 días después de la aplicación de los tratamientos se atribuye a la variación de las precipitaciones, temperatura y humedad relativa en el mes de enero (Figura 1), ya que la precipitación disminuyó a 23,7 mm después de que durante el mes de diciembre se presentaran precipitaciones de 281,0 mm; asimismo, la temperatura máxima fue de 29,7 °C y la humedad relativa fue de 88,5 %. Lo anterior es confirmado por Cruz et al. [29] y Vásquez et al. [30], quienes indican que la temperatura de 26 °C y la humedad relativa entre 80 y 90 % son los niveles propicios para el desarrollo de Capnodium sp., que se presenta por lo regular en las hojas inferiores, donde generalmente la humedad es mayor y es menor la entrada de los rayos solares [31].
A los 42 y 56 días posteriores a la aplicación de los tratamientos, se evidenció una notoria reducción del hongo Capnodium sp., dado que la escala de daño muy severo disminuyó conforme el paso de los días, contrario a lo presentado en la escala de hojas sanas, la cual aumentó significativamente. En consecuencia, CALSU10 + Poda presentó los mejores resultados en cuanto a las escalas anteriormente mencionadas, seguido de Podas. Los resultados exitosos de CALSU10 + Poda se atribuyen a la acción generada por el caldo sulfocálcico, gracias al cual se pudo constatar una reducción del 42 % en la escala de daño muy severo. Estos resultados difieren de lo reportado por Martínez et al. [32], quienes indican que la aplicación de biofungicidas reduce los daños de la enfermedad en hojas hasta en un 5 %. No obstante, Valdez-Rivera et al. [33] indican que el sulfato de cobre usado en la preparación de caldos minerales entra en contacto con el patógeno e inhibe su desarrollo; de esta manera, el caldo sulfocálcico se considera una alternativa muy importante en el manejo integrado de problemas fitosanitarios, en los sistemas de producción agrícola [34]-[36], dado que pueden ayudar a estimular el crecimiento de tallo y hojas de las plantas. En razón a esto, activan fitohormonas vegetales y desencadenan varios procesos de multiplicación celular, lo que genera elongación o división y mejora el crecimiento de tejidos [37]. Esta situación se vio con el desarrollo de ramas nuevas y hojas en ramas viejas para los árboles con CALSU10 y CALSU10 + Poda, a los 56 días posteriores a la aplicación de los tratamientos (Figura 3).
Contreras et al. [38] y Valdez-Rivera et al. [33] reportan eficacia con el uso del caldo sulfocálcico en una dosis del 10 %, para el manejo de Bemisia tabaciy Colletotrichum gloeosporioides, con una disminución en la incidencia del 40 y 38 %, respectivamente, resultados similares a los obtenidos en CALSU10 + Poda. Por su parte, Rebolledo et al. [21] reportaron 95 °% de hojas sanas y con daño ligero al aplicar Benomyl®, a diferencia de CALSU10 + Poda, que reportó 34 °% de hojas sanas y 0 °% de hojas con daño ligero. Se deduce, entonces, que este último no fue tan eficaz como el fungicida químico, situación que hace necesario el replanteamiento del aumento de dosis, la frecuencia y el número de aplicaciones del caldo sulfocálcico.
Previo a la investigación, no se habían realizado podas en los árboles de mandarina, por lo cual se presentaban ramas cruzadas y exceso de sombra que generaron las condiciones de microclima favorables para el desarrollo de la enfermedad [39]. Dwiastuti y Aji [19] afirman que las podas de ramas secas practicadas con regularidad pueden reducir el ataque de enfermedades en un 18,5 a 90,6 °%, resultados evidenciados en Poda y CALSU10 + Poda, con una merma del 25 y 40 °%, respectivamente.
Finalmente, con la disminución del porcentaje de severidad ocasionado por Capnodium sp. se demostró que el CALSU10 + Podas reduce el nivel de fumagina en las hojas y, por ende, la aparición de los síntomas provocados en los árboles de mandarina [10], [12].
CONCLUSIONES
Con base en los resultados obtenidos, se acepta la hipótesis inicial que indica que el caldo sulfocálcico es una alternativa para el control de Capnodium sp., y se concluye que, en mandarina, la severidad y la incidencia de fumagina pueden ser reducidas en un 28 y 42 %, respectivamente, cuando se realizan cuatro aplicaciones de caldo sulfocálcico al 10 % junto con poda de saneamiento en el estadio fenológico de reposo vegetativo del árbol. Estas prácticas mostraron un efecto antifúngico y promovieron la presencia de hojas nuevas y botones florales. Para estudios posteriores, se hace necesario identificar morfológica y molecularmente la enfermedad, además de evaluar otros caldos minerales, dosis y frecuencias de aplicación para el manejo del hongo Capnodium sp. en hojas y frutos.