Introducción
En las áreas tropicales, la alimentación de los animales constituye un factor crítico de la producción pecuaria. No obstante, durante la época seca del año existe una disminución de forraje que repercute en bajos índices productivos y reproductivos del ganado (Castro-Rincón, Sierra-Alarcón, Mojica-Rodríguez, Carulla-Fornaguera, & Lascano-Aguilar, 2016; Katunga et al., 2014). Las alternativas forrajeras para el ensilado son múltiples, de tal forma que el tipo de forraje puede provenir de gramíneas, leguminosas, cultivos forrajeros (sorgo, maíz), residuos de cosechas u otros subproductos (Mannetje, 2001a).
De acuerdo con Campos (2015), el ensilaje se define como “un método de conservación de forrajes o subproductos agrícolas con alto contenido de humedad que se basa en la fermentación y que utiliza una pequeña cantidad de energía para la producción de ácidos grasos volátiles en condiciones anaeróbicas” (p. 1). Entre las ventajas del uso del ensilaje se considera que constituye una reserva alimenticia para la época de sequía, que permite equilibrar el contenido de la dieta y aumentar la productividad animal (Cowan, 2001).
El ensilaje puede servir para disminuir los problemas de la alimentación del ganado y enfrentar la escasez de forraje en la época seca (Castro et al., 2016; Reiber, Schultze-Kraft, Peters, Lentes & Hoffmann, 2010). La tecnología para la producción del ensilaje es reconocida como una alternativa para la obtención de forraje de buena calidad para la época de sequía en los trópicos, donde hay mayor escasez de alimento para el ganado.
Además, el uso del ensilaje puede contribuir a resolver problemas de alimentación animal tanto en grandes como en pequeñas unidades de producción; sin embargo, existen aspectos socioeconómicos que impiden la adopción general de esta tecnología (Mannetje, 2001b). Hassan (2001) señala que en Pakistán las causas principales que explican el fracaso en adoptar la innovación del ensilaje están representadas por el alto costo de producción, la pequeña superficie agrícola y el escaso número de animales con los que cuenta el productor. En esta misma línea de trabajo, un estudio realizado con pequeños productores de bajos ingresos en Honduras identificó que la falta de equipo para realizar el ensilaje fue una de las variables más relevantes para que los productores no hayan adoptado esta tecnología (Reiber, Schultze-Kraft, Peters, & Hoffmann, 2013).
Para contrarrestar la falta de adopción de la tecnología del ensilaje se han llevado a cabo diversos esfuerzos. Por ejemplo, se han realizado estudios para la elaboración de ensilado a base de gramíneas y leguminosas forrajeras en bolsas de plástico (Reiber, Schultze-Kraft, Peters, Lentes, & Hoffmann, 2010). Igualmente, para contrarrestar el problema de equipo e infraestructura, se han realizado estudios sobre el diseño de maquinaria agrícola para el empaque de forrajes con ensilaje de maíz (Herrera, Medina, & Quintero, 2008). A pesar de múltiples esfuerzos de investigación y desarrollo, el uso del ensilaje por parte de los ganaderos para contar con alimento para el ganado en las zonas tropicales ha sido bajo (Mannetje, 2001b).
En el estado de Sinaloa, ubicado en el noroeste de México, la principal problemática de los ganaderos es la escasez de forraje en la época seca del año, que comprende los meses de enero a junio (Perales et al., 2000). Por este motivo, desde 1996 en la región de estudio se han realizado esfuerzos para resolver esa problemática a través de diversas estrategias de difusión y transferencia de innovaciones pecuarias enfocadas a la producción de forrajes. Las tecnologías que se han promovido son las siguientes: el establecimiento de praderas de Mombasa (Panicum maximum Jacq. var. Mombasa), Tanzania (P. maximun var. Tanzania), Pretoria (Dichanthium annulatum (Forssk.) Stapf ), Callie (Cynodon dactylon (L.) Pers.), Pasto llanero (Andropogon gayanus Kunth) y Pasto buffel (Cenchrus ciliaris L.). También se ha promovido la siembra de sorgo de doble propósito para ensilaje. Las variedades utilizadas (Fortuna y Sorgo costeño 201) han sido generadas por estaciones experimentales locales, por lo cual tienen una buena adaptación en la región (Loaiza, 2011). Las variedades de sorgo difundidas son de polinización libre, por lo que los productores pueden generar su propia semilla y, con esto, reducir los costos de producción del establecimiento del cultivo (Hernández, Moreno, Reyes, & Loaiza, 2011).
Otras tecnologías que se han promovido a nivel estatal son el establecimiento de leguminosas forrajeras como alfalfa (Medicago sativa L.) y fríjol terciopelo (Mucuna pruriens (L.) DC.); conservación de forrajes por el método de ensilaje; tratamiento de pasturas; elaboración de bloques multinutricionales e inseminación artificial, entre otras (Loaiza, 2011).
De acuerdo con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt, 1993), los estudios de adopción de tecnologías sirven para mejorar la eficiencia de la generación y evaluar la eficacia de la transferencia de tecnología. Las tecnologías propuestas tienen más de 20 años de ser difundidas. No obstante, a la fecha, sigue prevaleciendo el problema de baja adopción de tecnologías en general y, en particular, se desconocen los elementos que favorecen o limitan el uso del ensilaje, a pesar de que estas tecnologías han mostrado ser alternativas para disponer de alimento de buena calidad para el ganado en la época de sequía. El objetivo de este estudio es identificar los factores que afectan la probabilidad de adopción del ensilaje en unidades de producción del noroeste de México.
Materiales y métodos
Localización de la zona de estudio
El estudio se llevó a cabo en el noroeste del estado de Sinaloa, México. En específico, se realizaron encuestas a ganaderos de tres municipios de esta región: Ahome, El Fuerte y Guasave. El Fuerte se localiza a 26°25'17" N, 108°37'11" W y se ubica a 81 m s. n. m.; Ahome se localiza a 25°47'00" N, 108°59'39" W y tiene una altitud de 9 m s. n. m.; Guasave se ubica en 25°33'55" N, 108°28'18" W y se encuentra a 21 m s. n. m. (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2016). Las condiciones climatológicas en la zona de estudio se caracterizan por ser muy secas; el estado de Sinaloa en general presenta un clima cálido subhúmedo, seco y semiseco, y solo 2 % del estado presenta en la zona serrana un clima templado subhúmedo (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2011).
Origen de la información
Se aplicó una encuesta a 214 (n =214) ganaderos que participaron en un programa de extensión agrícola en el 2015 en Sinaloa, México. La selección de los productores fue a través de los siguientes criterios: 1) poseía ganado, 2) fue parte de un programa de extensión anual y 3) el productor aceptó responder la encuesta de diagnóstico inicial. La encuesta estaba dividida en diez secciones: 1) información general de la unidad productiva; 2) datos relacionados con el ganadero; 3) propiedad de la tierra; 4) escala de la unidad productiva (hato, superficie para la producción de forrajes, áreas comunales, opciones de disponibilidad de agua); 5) infraestructura para la producción, maquinaria y equipo; 6) temas relacionados con la reproducción del ganado; 7) tipo y características de la alimentación y suplementación de los animales; 8) temas relacionados con la salud animal; 9) aspectos relacionados con la ordeña y, finalmente, 10) mercado de productos (leche y carne).
La entrevista se realizó en la unidad productiva de cada productor de los tres municipios a finales del 2015. El estudio utilizó 171 entrevistas; el resto de las encuestas presentó información errónea en la captura original con el productor, por lo que no fueron consideradas. Esta depuración no afectó la representatividad de la muestra de estudio, ya que el uso de componentes tecnológicos es bajo para este tipo de productores en la zona.
Modelo econométrico
Se utilizó un modelo de elección discreta binaria (modelo probit) para identificar los elementos que afectan la probabilidad de adopción del ensilaje en unidades de producción del noroeste de México. Un modelo binario se reconoce porque la variable endógena y presenta dos alternativas 0 y 1 (Aldrich & Nelson, 1984).
Estos valores representan las únicas dos alternativas factibles para elegir por parte del productor. De esta forma, la variable relacionada con la adopción de la práctica del ensilaje (yi) de los ganaderos en la zona de estudio tomará dos valores: 1, si el ganadero adoptó la práctica de ensilaje, y 0, en caso contrario.
La probabilidad (pi) de elegir cualquier alternativa o no elegirla puede ser expresada como se presenta en la ecuación 1.
Donde ϕ(x´β)=representa la distribución acumulativa de una variable normal estándar (Greene, 2012).
McNamara, Wetzstein y Douce (1991) identifican las siguientes categorías o grupos de variables para determinar el uso o adopción de una tecnología: variables referidas al productor (edad, escolaridad), variables referidas a la estructura de la unidad de producción (superficie agrícola, tamaño del hato medido en unidades animal), y otros elementos o factores institucionales (años de recibir asistencia técnica). Otras variables relacionadas con los aspectos institucionales son las conexas con el mercado (distancia al mercado, porcentaje de la producción vendida, acceso a información de mercado, ente otras); no obstante, no se incluyó este tipo de variables, porque el ensilaje es un insumo intermedio para la producción de leche o carne. Así, la decisión del ganadero sobre el uso de la tecnología del ensilaje puede ser modelada de forma empírica como se expresa en la ecuación 2.
Donde yi es la variable dependiente dicotómica que refleja la diferencia entre el uso y no uso de una tecnología (1, si la adopción del ensilaje tiene lugar, y 0, en caso contrario); δ es el vector de parámetros a ser estimados; Zi es el vector de variables exógenas que explican la adopción del ensilaje, y μi es el término error del modelo normalmente distribuido.
Para una variable no dicotómica, la probabilidad marginal se define por la derivada parcial de la probabilidad de que y = 1 con respecto a esa variable. De esta forma, el cambio marginal se obtiene del producto de la función de densidad de la distribución normal estándar evaluados en un punto definido y el parámetro a evaluar (Greene, 2012), como se expresa en la ecuación 3.
La evaluación del cambio marginal se lleva a cabo en los valores medios de los regresores, de manera que se obtiene un valor representativo del cambio marginal. El método de máxima verosimilitud fue utilizado para realizar la estimación de los parámetros del modelo econométrico planteado.
Análisis estadístico
El estadístico o prueba de Wald fue utilizado para verificar la significancia de cada uno de los parámetros del modelo. Este test sigue una distribución normal tipificada. Para llevar a cabo la evaluación global del modelo se utilizó el R2 de McFadden y el estadístico LR (o razón de verosimilitud). Los resultados del modelo econométrico fueron obtenidos mediante el paquete Stata®, versión 12. Para la estimación del modelo se emplearon los siguientes comandos: dprobit, margins y marginsplot.
Resultados y discusión
Variables utilizadas en el modelo
La tabla 1 muestra las características de las variables consideradas en el modelo evaluado; la edad del productor es de 51 años en promedio, aunque existen productores que cuentan con una edad mínima de 21 y una edad máxima de 85 años. Los ganaderos entrevistados tienen una media de siete años de estudio; sin embargo, es importante señalar que existen algunos que no saben leer ni escribir, y otros que terminaron estudios a nivel licenciatura. La asistencia técnica está referida al número de años que el ganadero ha contado con los servicios de un extensionista; de esta forma, se observa que en promedio los ganaderos del norte de Sinaloa cuentan con 1,47 años de este servicio.
El tamaño del rancho se midió a través de la superficie total agrícola con la que cuenta el productor en su unidad productiva. El promedio fue de 12,47 hectáreas, aunque existen productores que llegan a contar hasta con 70 hectáreas. Finalmente, se consideró el tamaño del hato, medido en unidades animal; en promedio, los productores entrevistados cuentan con 24,27 unidades animal (tabla 1).
Variables que repercuten en la probabilidad de adopción del ensilaje
El test de Wald (estadístico z), aplicado a los coeficientes del modelo evaluado, muestra que dos variables fueron significativas para explicar la adopción de la práctica del ensilaje entre los ganaderos de la región de estudio: el nivel de escolaridad, medido por los años de estudio del productor (p<0,05), y la superficie agrícola, medida en relación con la superficie total en hectáreas con la que cuenta la unidad productiva (p < 0,10). Los resultados del modelo probit se presentan en la tabla 2.
La mayoría de las variables presenta signo positivo, pero con cambios marginales muy pequeños. La prueba de chi2 se utilizó para contrastar la significancia global del modelo; la hipótesis nula planteada fue que todos los coeficientes del modelo, excepto el término constante, son nulos. El número de casos correctamente predichos fue de 95,32%. El estadístico lr chi2 (5) fue de 15,76 y la probabilidad obtenida fue p < 0,05; por tanto, se rechaza la hipótesis nula, y el modelo planteado es estadísticamente significativo.
El signo negativo en la variable edad sugiere que la práctica del ensilaje es más probable que sea adoptada por productores jóvenes. De la misma forma, el signo positivo en la variable asistencia técnica sugiere que la información sobre nuevas tecnologías que pueden incorporar los productores resulta relevante para su aplicación. El signo positivo en tamaño del hato sugiere que productores con hatos grandes pueden adoptar la práctica de ensilaje en su rancho y, con ello, complementar la alimentación del ganado bovino en la época de sequía.
La escolaridad del productor resultó significativa (p < 0,05) para la adopción de la tecnología del ensilaje. La relación es positiva, de tal forma que por cada año de escolaridad que tiene el ganadero, la probabilidad de que adopte la práctica del ensilaje aumenta en 0,5 %. Es decir, la probabilidad de que el productor decida llevar a cabo el ensilaje aumenta a medida que se incrementan los años de estudio, pero disminuye en 0,04 % conforme aumenta su edad. Por otra parte, el efecto marginal condicional del tamaño del rancho resultó positivo (p < 0,10), valor que nos muestra que la probabilidad de adopción de la práctica de ensilaje aumenta 0,07 %, a medida que en la unidad de producción se cuenta con mayor superficie agrícola.
Los resultados obtenidos del modelo evaluado muestran una probabilidad promedio de 13,4 % de adopción por parte de los ganaderos del norte de Sinaloa. Este nivel de adopción es bajo, y concuerda con estudios realizados en sistemas de producción de bovinos de doble propósito en México, que han identificado que solo entre el 1% (Vilaboa & Díaz, 2009) y 6 % (Chalate et al., 2010) de los productores llevan a cabo la práctica de ensilaje. Un estudio reciente que analiza información de 2.187 unidades de producción en el trópico seco de México identificó que solo el 17,7 % de las unidades de producción realizan la práctica de ensilaje; este mismo estudio analiza la información por tamaño del rancho, e identifica que el mayor porcentaje de adopción (21,9 %) se encuentra con productores de tamaño medio, que tienen entre 20 y 50 vacas reproductoras (Rangel et al., 2017b).
Diversos autores (Doss, 2006; Feder, Just, & Zilberman, 1985; McNamara et al., 1991; Teklewold, Kassie, & Shiferaw, 2013) han agrupado las restricciones de la adopción de tecnologías en tres categorías: 1) factores relacionados con las características de los productores; (2) factores relacionados con las características y el desempeño relativo de la tecnología y (3) factores programáticos e institucionales. A continuación, se discute por tipo de categorías los resultados encontrados en el presente estudio.
Características del productor
A menudo se plantea la hipótesis de que un nivel superior de educación contribuye a aumentar la probabilidad de adoptar nuevas tecnologías (Daberkow & McBride, 2003). Esta situación se comprobó en el presente estudio, ya que los años de escolaridad con los que cuenta el productor resultaron significativos y positivos (p < 0,05) para la adopción de la práctica del ensilaje. Esto puede atribuirse a que un mayor nivel de estudios de los ganaderos de la región implique reconocer la importancia de realizar la práctica del ensilaje y contar con alimento para el ganado durante la época seca del año. En el presente estudio, el coeficiente negativo obtenido para la variable edad nos puede indicar que productores con mayor edad tienen menos probabilidad de adoptar la práctica del ensilaje.
Características de la unidad productiva
Literatura especializada reporta una relación positiva entre la adopción de innovaciones y el tamaño de las unidades de producción (Fernández-Cornejo, 1996; McNamara et al., 1991). En la región de estudio, el 91 % de los productores pequeños y medianos cuentan con hatos promedio de entre 21 y 55 unidades animal, de 18 a 29 vacas reproductoras y de 32 a 44 ha de superficie agrícola promedio (Cuevas, Loaiza, Espinosa, Vélez, & Montoya, 2016).
Las características relacionadas con la estructura de la unidad de producción medida a través de la superficie agrícola total resultó significativa (p < 0,10) y con signo positivo, lo que nos indica que tienen más probabilidad de adoptar la práctica del ensilaje aquellos ganaderos que cuentan con mayor superficie agrícola. Lo anterior pudiera explicarse en la medida en que este tipo de productor, al disponer de una mayor superficie, puede contar también con mayores recursos económicos y puede destinar áreas agrícolas a la siembra de cultivos para el ensilaje, con el fin de contar con alimento para el consumo del ganado en la época seca del año.
En cambio, los pequeños y medianos productores no podrían destinar superficie agrícola a este tipo de cultivos y, por ello, tienen menor cantidad de innovaciones tecnológicas en el área de alimentación. Estos resultados son similares en el estudio en México de Rangel et al. (2017a). Estos autores encontraron que la cantidad de innovaciones en la alimentación de los animales que utilizan los productores fue de 28,3 %, con coeficiente de variación de 52,2 %, lo que muestra un limitado desarrollo de tecnología en el área de alimentación animal, así como una alta heterogeneidad entre las explotaciones de ganado bovino de doble propósito en la zona tropical. Por otra parte, el tamaño del hato resultó con coeficiente positivo, aunque esta variable no resultó significativa para la adopción de la práctica del ensilaje.
Factores institucionales
El coeficiente de asistencia técnica resultó positivo, aunque para este trabajo no fue significativo. Es importante señalar que existen estudios realizados en este mismo sistema de producción en Sinaloa, que encontraron que el servicio de asesoría técnica es significativo (p < 0,05) en el mediano plazo, es decir, después de cinco años y medio de estar otorgando asistencia técnica a productores (Cuevas et al., 2013). Para el caso de la tecnología del ensilaje en Honduras, Reiber et al. (2010) señalan que, bajo condiciones favorables (presencia de innovadores clave, grupos de productores motivados y un mercado lácteo favorable), la tasa de adopción de este componente llegó a 57 %.
Los resultados encontrados en esta investigación muestran que la innovación tecnológica del ensilaje, pese a ser una alternativa de alimentación para el ganado en la época seca del año, tiene una probabilidad de adopción baja del 13,4 %. Esto puede deberse a una falta de tecnología para hacer un uso más eficiente de la superficie agrícola disponible (Cuevas et al., 2018), pero posiblemente también se deba a una falta de políticas diferenciadas de difusión y transferencia de esta tecnología, de acuerdo con el nivel educativo y tipo de recursos productivos de los productores. A pesar de que en el estado de Sinaloa se han realizado acciones de difusión y transferencia de tecnología, la cobertura del servicio de asistencia técnica y, por tanto, el uso de componentes tecnológicos (como el ensilaje) en años recientes apenas alcanzan el 3,05% de los ganaderos del estado (Cuevas, Baca, & Sánchez, 2012).
De esta forma, se deben buscar alternativas de apoyo para que, a través de la organización de productores, los pequeños ganaderos puedan acceder a recursos para la adquisición de la maquinaria y el equipo que se requiere para implementar la práctica del ensilaje. Otras alternativas pueden ser a través de la adecuación de la tecnología para pequeñas unidades de producción, como el ensilaje en bolsas de plástico (Reiber et al., 2009), así como la creación de un mercado directamente en la finca del productor, lo que en años recientes sucedió en la región de estudio. Durante el ciclo 2018, la organización de productores que agrupa a todos los ganaderos en Sinaloa adquirió maquinaria, equipo y transporte para realizar el ensilaje de maíz y sorgo en zonas de riego, con el fin de ofertar a precios bajos (US$50 por tonelada) el ensilaje a pequeños y medianos productores.
Conclusiones
La probabilidad de adopción de la práctica del ensilaje por parte de los ganaderos entrevistados fue de 13,4 %. Los productores con mayor cantidad de superficie agrícola y mayor nivel de estudios fueron los más propensos a adoptar la práctica de ensilaje.
Por ello, para aumentar la adopción de esta tecnología con productores con menores recursos, se deberá buscar otro tipo de mecanismos, como renta de equipo o mediante la venta directa de ensilaje obtenido a través de organizaciones de productores. Es decir, se deben generar estrategias diferenciadas de apoyo y transferencia de tecnología para diferentes tipos de productores, y así favorecer una mayor adopción de la práctica del ensilaje y otras innovaciones tecnológicas en al área de alimentación del ganado bovino para los ganaderos de este estudio y para otros productores en otras áreas del trópico seco que cuenten con características similares.