INTRODUCCIÓN
Pese a que la migración sirio-libanesa a Colombia tuvo importantes consecuencias en el desarrollo económico de la Costa Caribe y en el proceso de integrar la economía colombiana a los mercados internacionales a principios del siglo XX, esta atrajo poca atención en los académicos entre 1980 y 1990, cuando los estudios acerca de las migraciones al país estaban apenas comenzando1. Sin embargo, esta tendencia empezó a cambiar en la década del 2000, cuando resurgió un interés en el tema, que trajo nuevos enfoques y metodologías2. A partir de la década de 1990 surgió un interés por estudiar la migración de los árabes, sobre todo, desde una perspectiva socioeconómica, la cual analiza las actividades comerciales de estos inmigrantes y afirma que su pronta consolidación económica influenció positivamente su procesos de integración3. Posteriormente, a partir de 2008 floreció otra línea de análisis que, a través de la categoría de raza, analiza cómo los ideales racializados de la época influenciaron la recepción e integración de los árabes al país4.
Voy a concentrarme en la literatura que estudia la migración árabe a Colombia y su proceso de integración, y la manera en que dichos estudios dialogan con la literatura de migración, raza y nación en Colombia. Sugeriré que la perspectiva socioeconómica no logra situar la integración de los árabes en el escenario de expansión comercial que tuvo lugar en el país a principios del siglo. Además, que pese a que la perspectiva racial hace un aporte fundamental al mostrar que la raza es una construcción social que jerarquizó a los inmigrantes a partir de narrativas que relacionaban la blancura con la civilización, y lo negro e indígena con lo bárbaro e incivilizado, no muestra cómo las categorías raciales que apoyaban dicha jerarquización fundamentaron también una serie de ideales de ciudadanía y modernización de la república que tenían como ejes el mejoramiento racial de la población, entendido como blanqueamiento racial y cultural, y la consolidación del comercio internacional y la industrialización del país, elementos centrales para comprender la rápida integración de los inmigrantes árabes en Colombia.
Sugeriré que el vínculo que enlaza las perspectivas socioeconómica y racial se puede establecer a través de la noción de ciudadanía, ampliamente analizada por la literatura de migración, raza y nación. Si la integración de los árabes se estudia a través de la noción de ciudadanía, será posible integrar el elemento racial y el elemento económico como partes constituyentes de un mismo ideal de modernidad y ciudadanía, al cual los árabes se lograron ajustar para ganar su pertenencia en la sociedad colombiana. Al tener presente el marco de los ideales socioraciales y económicos de la época, se dimensiona el que los sirio-libaneses se ajustaron a los discursos de ciudadanía que envisionaban un prototipo racial nacional blanqueado, además de usar su éxito económico como elemento de negociación y legitimación de su ciudadanía.
1. ACERCAMIENTOS AL PROCESO DE INTEGRACIÓN SOCIAL DE LOS ÁRABES
1.1 Éxito económico e integración
La migración sirio-libanesa a Colombia tuvo lugar entre 1880 y 1930 y se enmarca en las migraciones de personas de Europa, Asia y África a Latinoamérica de las primeras tres décadas del siglo XX. Los árabes llegaron al país a través de la Costa Atlántica y se establecieron mayoritariamente en la región Caribe, aunque sus patrones de dispersión alcanzaron buena parte las regiones pobladas del interior del país. Comprada con países como Argentina, en donde en 1914 había alrededor de 64.000 árabes, en Colombia ese proceso migratorio fue pequeño, pues según Fawcett, en 1930 no había más de 10.000 en el país, contada su descendencia, lo que hace más interesante su amplia participación en el comercio nacional. Los árabes se dedicaron principalmente al comercio de importación y exportación, por lo que fueron un eslabón importante en el proceso que conectó la economía colombiana con los mercados internacionales. Estos inmigrantes también participaron en actividades industriales, de transporte y fueron comisionistas, lo que los llevó a tener un acelerado desarrollo económico a comienzos del siglo XX. La literatura indica que esta consolidación económica facilitó su participación en esferas políticas, lo que se ha interpretado como la muestra más notable de su integración5.
La perspectiva socioeconómica que analiza la integración de los árabes aparece pronto en los estudios pioneros. La profesora Louis Fawcett realiza una serie de trabajos introductorios que crean un panorama general de esta migración en el país, por lo que analiza aspectos como el periodo del proceso migratorio, sus causas, sus actividades económicas y su participación en política. Esta autora sugiere que el éxito económico que los árabes alcanzaron permitió que se pudieran integrar rápida y eficazmente a la sociedad colombiana, pues en 1930 era posible apreciar un cambio favorable de actitud hacia ellos por parte de las élites regionales de la Costa Caribe, quienes previamente los veían como elementos indeseables para el desarrollo de la nación, pero que comenzaron a considerarlos un factor de progreso ante su pronta consolidación económica.
Esta interpretación propone un patrón de integración que va del desarrollo económico a la participación política, que también se puede identificar en trabajos posteriores. Según dicho patrón, al llegar al país, los árabes trabajaron como vendedores ambulantes, lo que les permitió abrir rutas comerciales hacia lugares apartados de centros urbanos como Barranquilla y Cartagena. Con las ganancias, muchos abrieron pequeñas tiendas en las que se vendía todo tipo de mercancías, las cuales fueron creciendo hasta convertirse en grandes casas comerciales. Dichas actividades les permitieron consolidar una posición económica que los hizo parte de las élites regionales en la Costa Caribe y les abrió la arena política como espacio de participación, el cual llegó a su máxima expresión con Julio César Turbay Ayala, hijo de inmigrantes libaneses y presidente de la República entre 1978 y19826.
De acuerdo con esta explicación, aunque el comercio fue la principal actividad mediante la que los árabes consolidaron su posición económica, también participaron activamente en otros campos de la economía. Los historiadores Luis Fernando González y Joaquín Viloria analizan la participación de estos migrantes en esferas diferentes al comercio en el Chocó y en la región del Sinú. González muestra cómo los sirio-libaneses consolidaron una posición económica tan fuerte en el Chocó que no solo monopolizaron el comercio con la importación de bienes y las exportaciones de oro y platino, sino que controlaron el negocio del transporte de mercancías y pasajeros entre Cartagena y Quibdó.
Por su parte, Viloria se concentra en la región del Sinú, especialmente en las poblaciones de Lorica y Cereté, y muestra cómo los árabes, además de controlar buena parte de las plazas comerciales de estas poblaciones, participaron activamente en el negocio de la navegación fluvial y marítima por el medio y bajo Sinú y Cartagena, además de estar implicados en actividades como la ganadería, la producción y comercialización de ganado, la agricultura y los bienes raíces. En los dos casos, los estudios señalan que los sirio-libaneses lograron consolidar una prominente posición económica que les permitió hacer parte de las élites regionales, y con dicho capital, incursionar en política7. Estos trabajos logran mostrar cómo la consolidación social producto de estas actividades económicas les permitió a los árabes sobrellevar las muestras de rechazo provenientes de sectores comerciales minoristas que afirmaban que estos inmigrantes eran perjudiciales para la economía y los acusaban de comerciar con estrategias ilegales, de practicar la usura y de participar en actividades ligadas al contrabando8.
Siguiendo a Fawcett acerca de las prácticas de rechazo a los sirio-libaneses, la historiadora Pilar Vargas y la antropóloga Pilar Suaza señalan que estas giraban alrededor de dos elementos: sus prácticas comerciales y algunos aspectos de su cultura. Al igual que González, Vargas y Suaza señalan que el éxito económico de los árabes generó actitudes de rechazo por parte de algunos comerciantes locales, que se mezclaron con prejuicios culturales contra ellos que criticaban sus hábitos alimenticios y de higiene, pero ninguna de estas muestras representó un movimiento sistemático en su contra, lo que, teniendo en cuenta su éxito económico, indica un rápido y relativamente pacífico proceso de integración. Sin embargo, Vargas y Suaza sostienen que, influenciado por las teorías eugenésicas provenientes de Europa, el gobierno colombiano implementó entre 1920 y 1940 una serie de leyes anti migratorias que buscaban restringir la entrada y permanencia de los migrantes no considerados blancos al país, pero que tuvieron un efecto práctico modesto, pues entonces los árabes ya eran parte de la vida económica y política del Caribe9.
El trabajo de Massimo Di Ricco analiza de manera detallada dicha participación política de los árabes y su relación con su proceso de integración. El autor se centra en el periodo comprendido entre 1950 y 1980, y se enfoca en la participación política de la tercera generación de inmigrantes, nietos de aquellos que llegaron a finales del siglo XIX. El autor compara la participación política de los árabes de segunda y tercera generación para mostrar que los últimos, por la oportunidad de acceder a las universidades de la Costa Caribe, pudieron integrarse en la política colombiana. Di Ricco también parte de la consideración de que la inclusión política es el último estado del proceso de integración de los inmigrantes, por lo que, al señalar el capital cultural y social que los árabes de tercera generación acumularon en las universidades como condiciones de posibilidad para su participación en la política, confirma el patrón de integración propuesto por Fawcett10.
Esta literatura propone que una comprensión general del proceso de integración de los árabes debe considerar la relación de tres elementos, su consolidación económica, la movilidad social que dicha consolidación facilitó y un periodo culminante de participación política. Esta perspectiva presenta un proceso escalonado que, de manera acertada, permite comprender la forma en que su posicionamiento económico llevó a los árabes a la arena política, sin embargo, no tiene en cuenta dos elementos que resultan ser fundamentales para comprender dicho posicionamiento económico y la manera en que los árabes se integraron: el auge comercial que tuvo lugar durante las primeras décadas del siglo en Colombia y las nociones racializadas bajo las cuales se interpretó la migración árabe al país.
Los inmigrantes árabes se encontraron a su llegada con un escenario de desarrollo comercial e industrial generado por la consolidación de la economía colombiana en los mercados internacionales a través de las exportaciones de café. En este contexto, ciudades como Barranquilla y Cartagena jugaron roles centrales como centros portuarios de comercio de importación y exportación, lo que estimuló las actividades comerciales de estos inmigrantes y potencializó su consolidación económica. Es en ese escenario, poco desarrollado en esta literatura, en donde se debe situar el éxito económico de los árabes y su proceso de integración, por lo que una interpretación que no lo tenga en cuenta corre el riesgo de ofrecer explicaciones desconectadas del panorama económico en el que los árabes buscaron negociar su pertenencia a la nación y de reproducir interpretaciones románticas de estos migrantes como amantes de la patria, trabajadores, frugales y honestos que, aunque puedan ser ciertas, corren el riesgo de desconocer la manera en que los árabes interactuaron con las dinámicas económicas en el que se inscribieron sus actividades comerciales.
Adicionalmente, esta literatura no contempla la noción de raza como categoría de análisis para estudiar la integración de los árabes en una sociedad hondamente racializada como la colombiana de principios del siglo XX. Esto llama la atención si se tiene en cuenta el periodo que abordan la mayoría de dichos trabajos, de 1880 a 1930, en el que se debatía acaloradamente acerca de la degeneración de las razas. En ese panorama, muchos ideólogos e intelectuales pensaban que la población colombiana estaba racialmente degenerada, razón por la cual se idearon planes para atraer inmigrantes europeos, blancos y católicos, para mezclarlos con la población colombiana en un proyecto blanqueamiento que buscaba eliminar sistemáticamente los elementos indígenas y negros de la población11. Los árabes no satisfacían los requerimientos raciales de los inmigrantes que supuestamente vendrían a civilizar el país, por lo que, al menos al principio, fueron catalogados como factores negativos para el progreso económico, moral y material del país.
Al no tener en cuenta dicho escenario, esta literatura desconoce el efecto que los imaginarios racializados a partir de los cuales se catalogaba y jerarquizaba a la sociedad afectaron la manera en que la población colombiana percibió la migración de los árabes. Si se tiene en cuenta que los discursos racializados de finales del siglo XIX y principios del XX generaron una serie de legislaciones y proyectos de inmigración que mostraban quiénes eran idóneos, deseables, como miembros de la nación, y quiénes no, se puede notar que estos ideales racializados tenían serias implicaciones políticas en el establecimiento de un ideal de ciudadano moderno, blanqueado, higiénico y productivo. De esta manera, desconocer este panorama al que los sirio-libaneses llegaron resulta ser una falla metodológica que no deja ver la manera en las nociones racializadas afectaron el proceso de integración de los árabes.
1.2 La integración desde un lente racial
Los trabajos de los historiadores Ana Milena Rhenals y Francisco Flórez, fundadores de la corriente socioracial que analiza la integración de los árabes, representan un giro metodológico fundamental, ya que, además del lente económico, usan la raza como categoría de análisis para estudiar la forma en que los árabes fueron percibidos. Los autores no contradicen el patrón de integración propuesto por la literatura previa, pero muestran la necesidad de usar también un enfoque racial dado el escenario social al que llegaron estos inmigrantes, por lo que logran explicar el rechazo inicial que enfrentaron los árabes no solo desde una mirada económica, sino desde una perspectiva racial. Los autores sostienen que las concepciones racializadas de las élites costeñas afectaron de manera significativa la forma en que los árabes fueron percibidos por la sociedad colombiana.
Los autores utilizan un método comparativo en el que contraponen las percepciones de las élites y los procesos de integración de dos grupos migratorios, los árabes y los afroantillanos, quienes vinieron en grandes cantidades desde mediados del siglo XIX como mano de obra en proyectos como la construcción del ferrocarril y el Canal de Panamá. Rhenals y Flórez señalan que, a principios del siglo XX, los dos grupos migratorios eran percibidos de manera negativa debido a que no eran considerados blancos. Sin embargo, para la década de 1930 había tenido lugar un cambio en la forma en que se percibía a los migrantes árabes. Las élites costeñas, ante la llegada de una ola de migrantes afroantillanos negros a finales de la década de 1920 a Puerto Colombia, y al comprender que sus llamados por atraer inmigrantes europeos habían sido un fracaso, comenzaron a percibir a los sirio-libaneses como una opción más asimilable a la nación colombiana en tanto que no eran negros y su posicionamiento económico estaba ya consolidado, por lo que los comenzaron a ver como agentes de progreso material. Los autores señalan que, dado que los árabes no eran negros tuvieron más y mejores posibilidades para integrarse que los inmigrantes afroantillanos. Esta comparación corrobora la existencia de una serie de categorías raciales que jerarquizaban a los inmigrantes, haciendo deseables a unos y poco gratos a otros, y su influencia directa en el grado de dificultad en los procesos de integración de diferentes tipos de migrantes12.
El reconocimiento del escenario socio-racial como elemento central en la integración de los árabes hace que los autores analicen las propuestas teóricas como la eugenesia y el darwinismo social, y los proyectos políticos que las usaron como sustento para intervenir directamente la población, como los proyectos de la Regeneración y los del movimiento higienista de las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, esta literatura no sitúa completamente el cambio de actitud hacia los inmigrantes árabes en el marco de un escenario discursivo que imaginaba una nación moderna, cultural y económicamente hablando, en el cual el blanqueamiento biológico y cultural era una de las soluciones a partir de las cuales se quería atacar el problema de la degeneración de la raza, elemento central para comprender por qué estos inmigrantes, que no eran considerados blancos, lograron integrarse socialmente y los afroantillanos no. En su interpretación, es posible apreciar que, aunque no eran considerados blancos, los inmigrantes árabes se integraron fácilmente porque no eran negros, lo que sugiere que fueron catalogados en un cierto punto medio aceptable para los ya frustrados parámetros migratorios de las élites. En ese sentido, se les relacionó con un prototipo de crudadano blanqueado, generador de progreso económico, y por consiguiente, ajustado al modelo de ciudadano que envisionaban las élites.
En esa medida, usar la categoría de raza para contrastar el caso de los árabes con el de los afroantillanos, analizando las categorías raciales de la época, pero descuidando el hecho de que dichas categorías fundamentaron una serie de proyectos para blanquear la población, hace que los autores logren mostrar acertadamente por qué, al no ser negros, los árabes fueron fácilmente aceptados, pero no por qué, al no ser blancos, fueron igualmente aceptados. Esta literatura analiza la integración de los árabes en términos raciales a partir de lo que no eran, negros, pero no es claro en qué categoría racial sí se les catalogó, cómo se les percibía racialmente, y cómo eso influyó en el cambio de percepción positivo de las élites hacia ellos. Pienso que basar la explicación en la desilusión de las élites por no recibir inmigrantes blancos, y ver a los árabes como una especie de premio de consolación, descuida el que detrás del cambio de actitud positivo había un ideal racial de ciudadano blanqueado al cual se ajustaron los árabes.
La perspectiva de Rhenals y Flórez se enfoca en el aspecto socio-racial y económico de dichos procesos, generando una interpretación mixta que junta ambos elementos. En esta se puede comenzar a comprender que las categorías y prejuicios racializados de principios del siglo XX tuvieron repercusiones políticas, porque definían quiénes deberían, o podían, pertenecer a la nación y quiénes no, y económicas, porque muestran que lo racial es una categoría maleable que se puede ajustar de acuerdo con factores de posicionamiento económico, lo que deja ver que la clase puede blanquear una comunidad.
2. RAZA, NACIÓN Y MIGRACIÓN EN COLOMBIA
La noción de ciudadanía, entendida como el derecho a hacer parte integrante del tejido social de los proyectos nacionales, atraviesa la literatura de raza y nación en Colombia de los siglos XIX y XX. Además, es transversal a una serie de trabajos que analizan las migraciones de europeos, chinos, japoneses, sirios y libaneses entre 1880 y 1930. Como los indígenas y los afrodescendientes, todos estos inmigrantes tuvieron que negociar su ciudadanía en el escenario económico y socioracial que encontraron a su llegada.
Siguiendo a la historiadora argentina Hilda Sábato, comprendo la noción de ciudadanía en dos sentidos. El primero de ellos tiene que ver con el derecho que tienen los individuos a participar directamente en los mecanismos de elección. El segundo, el que en mi lectura prevalece en la literatura de raza, nación y migración en Colombia, está relacionado con la participación de comunidades marginadas en procesos políticos más allá de las elecciones, como las intervenciones en espacios de opinión pública, manifestaciones sociales, confrontaciones partidistas, etc., en las cuales han estado involucradas las comunidades negras, indígenas, obreras y algunos inmigrantes13.
La literatura que estudia la relación entre raza y nación en Colombia ayuda a consolidar el escenario socio-racial que encontraron los árabes a su llegada, pues la noción de ciudadanía engloba las tensiones de raza y clase entre las comunidades históricamente marginadas y las élites por el derecho de las primeras a pertenecer a los proyectos de nación. Es posible establecer un vínculo entre esta literatura y la de los árabes en Colombia a través de las nociones de ciudadanía y pertenencia en tanto que ambas analizan las diversas formas en que negros, indígenas e inmigrantes no deseables negociaron su derecho a pertenecer a la nación.
2.1 Raza y nación en el siglo XIX
Los ideales de nación post independentistas imaginaban la construcción de una república civilizada y moderna, en términos económicos y políticos, de acuerdo con los estándares europeos de la época. Además, se ideaba blanqueada, en donde los elementos indígenas y afrodescendientes se mezclaran progresivamente con personas consideradas blancas con el fin de reducir la presencia de estos componente raciales en la nación y favorecer un nuevo tipo de ciudadano moderno. La literatura que analiza la relación entre raza y nación en el siglo XIX estudia este tipo de ideales nacionales, y muestra cómo se construyó una geografía social basada en concepciones racializadas que relacionó a negros e indígenas con el pasado colonial, por lo que no se les consideraba deseables para conformar la nueva nación. En ese sentido, las costas del Atlántico y del Pacífico colombiano, el Valle del Magdalena y el Cauca, regiones cálidas en donde residen mayoritariamente estas comunidades, fueron vistas como lugares insalubres y poco fértiles para el progreso nacional. La zona andina, por su parte, menos cálida y mayoritariamente habitada por gente mestiza, fue vista como el lugar más propio para desarrollar la nación moderna14.
En esta geografía racializada, trabajos como los de Nancy Appelbaum, James Sanders, Marixa Lasso, Aline Helg y Jason McGraw, entre otros, muestran cómo constantemente grupos racializados y excluidos hicieron parte de conflictos políticos y militares como una forma para ganar su participación en la nación. Este fue el caso de los afrodescendientes, los indígenas y las mujeres el Cauca, que a mediados del siglo XIX establecieron alianzas con los liberales y los conservadores para alcanzar la abolición de la esclavitud y la defensa de sus resguardos. Estos tipos de participación política y militar tuvieron lugar también en la Costa Caribe, sobre todo en el marco de las batallas de Independencia, cuando los pardos del Caribe apoyaron a los republicanos en las batallas independentistas inspirados en las nociones de igualdad racial en la que se fundamentaría la nueva República. Además, esta literatura muestra que a mediados del siglo XIX los pobladores afrodescendientes en el Cauca también se aliaron a los liberales en contra de los conservadores defendiendo sus aspiraciones de libertad15.
Esta literatura va más allá de las categorizaciones racializadas de la población y señala que dichos ideales racializados también tuvieron fuertes implicaciones en el establecimiento de ideales de progreso económico envisionados por los liberales en el marco de su plan de modernización de la economía. Estos ideales de progreso económico, alimentados por los planes de desarrollo agrícola, comercial y en infraestructura ideados por Codazzi y los miembros de la Comisión Corográfica, proyectaban conectar la economía colombiana con los mercados globales a partir de la exportación de productos como tabaco, quina y oro, lo que modernizaría la economía nacional16. Esta literatura deja ver la forma en que comunidades marginadas defendieron su derecho a pertenecer a la nación en un escenario fuertemente racializado que los veía como elementos contrarios al proyecto de modernización nacional.
2.2 Raza y nación en el siglo XX
Como se puede apreciar, hay cuatro elementos fundamentales que sobresalen en el escenario social que la literatura de raza y nación del siglo XIX ayuda a mostrar: las profundas divisiones sociales que se establecían a partir de criterios racializados, las tensiones que surgían a partir de dichas divisiones, la búsqueda del derecho a la igualdad y la participación, y las implicaciones políticas y económicas de las representaciones racializadas. En la literatura que analiza la relación entre raza y nación en el siglo XX también se evidencian estos elementos, solo que en un contexto distinto en el que el proyecto político consolidado en la Reforma, y los planes de higienización, idearon un ciudadano blanqueado, es decir, higiénico, saludable, católico y productivo en el escenario del desarrollo industrial producto del comercio internacional y las exportaciones de café.
En este escenario de apertura comercial y desarrollo industrial, la literatura muestra una intensa búsqueda de participación política por parte de comunidades excluidas como los indígenas y los afrodescendientes. Movimientos indígenas como los de Quintín Lame buscaban consolidar una nueva noción de ciudadanía que lograra participación y representación política para los indígenas del Cauca, pero que no estuviera en contra de sus intereses acerca de las tierras comunales y sus aspiraciones de autonomía en pro de favorecer las economías de exportación17.
Por su parte, las comunidades afrodescendientes siguieron demandando su derecho a la igualdad y a la participación, pero la literatura que aborda el siglo XX analiza dicha participación no solo a partir de la raza, sino de la clase, por lo que logra mostrar la forma en que ambas categorías se entrelazan constantemente para negarles espacios de participación, pero que a su vez influenciaron las adscripciones políticas de los afrodescendientes en los partidos liberales, socialista y comunista para reclamar su derecho de pertenencia. La literatura nuestra que la negación de este derecho ha sido contendida por los afrodescendientes también desde el arte y la cultura, pues hubo una ola de artistas, escritores, músicos, educadores e intelectuales afrodescendientes que impulsaron un movimiento político que buscó visibilizar los componentes culturales negros como parte de la identidad nacional en las décadas de 1930 y 1940, cuando los gobiernos liberales usaron el mestizaje como un elemento de consolidación e identidad nacional18.
Trabajos como el de Catalina Muñoz y Jason Mc Graw sitúan estas pugnas por participación en el marco de las discusiones sobre la degeneración de la raza, en boga durante las primeras décadas del siglo. Estos trabajos muestran que los intelectuales pensaban que la población colombiana estaba degenerada, lo que causaba el profundo estado de atraso social, económico y moral que percibían. Ante el panorama desolador de imposibilidad de progreso, sobresalían dos soluciones. La primera, defendida por el intelectual Miguel Jiménez López, consideraba que la importación de migrantes europeos, católicos y blancos era una alternativa plausible, pues al mezclarse con la población, blanquearían y civilizarían al pueblo colombiano al eliminar progresivamente los elementos negros e indígenas. Por otro lado, el médico Luis López de Mesa consideraba que dicha degeneración no era un asunto causado solo por los componentes raciales de los colombianos, sino por sus condiciones de pobreza, falta de higiene y salubridad, por lo que el problema se podría atacar con educación y políticas higiénicas. Estos trabajos muestran que los dos planteamientos implicaban una especie de blanqueamiento de la población, uno biológico y el otro cultural, que buscaba modificar tanto las características físicas como religiosas, morales y comportamentales de las personas negras, indígenas y pobres, con el fin de perfilar un ciudadano higiénico, sano, productivo y honesto, cualidades asociadas a lo que se consideraba por la raza blanca, como opuesto al imaginario del colombiano degenerado, vicioso, enfermo, improductivo e inmoral, características adjudicadas a los pueblos indígenas, pero con mayor medida, a los afrodescendientes19.
Esta literatura muestra que el blanqueamiento del ciudadano, en el marco de la nación moderna, se deseaba porque se pensaba que este debía ser productivo en términos económicos, y de esa manera contribuir al progreso material de la nación, lo que implicaba eliminar las características físicas, morales y las costumbres usualmente asociadas con las poblaciones negras e indígenas. Estos trabajos dejan ver que el blanqueamiento y el mejoramiento racial no solo implica el blanqueamiento de la piel, sino el fortalecimiento físico y moral de los ciudadanos con el fin de convertirlos en elementos productivos en el escenario de revitalización comercial e industrial por el que atravesaba el país. En ese sentido, la modernidad implicaba dos grandes elementos, el blanqueamiento como proyecto político y la liberalización de la economía y el progreso nacional, lo que demandaba un ciudadano higiénico y saludable, capaz de aportar al progreso económico del país, requisitos que, a los ojos de los estadistas colombianos, algunos migrantes que vinieron al país, como los chinos, los japoneses y los árabes, no satisfacían.
2.3 Raza, migración y nación
Con excepción de los europeos, los migrantes que vinieron a Colombia, especialmente los chinos, japoneses y árabes, no fueron bien recibidos por los colombianos en virtud de sus características físicas, pues no eran considerados blancos. En otras palabras, como con los indígenas y los afrodescendientes, estos inmigrantes enfrentaron fuertes oposiciones en su proceso de integración al ideal de nación moderna, por lo que tuvieron que ganar su ciudadanía. La historiografía de las migraciones a Colombia, que toma fuerza a principios del 2000, analiza extensamente este fenómeno y se interesa mayoritariamente en comprender cómo se integraron los inmigrantes en un territorio que los rechazaba por sus supuestas condiciones raciales. Estos trabajos se ocupan de las migraciones de chinos, japoneses, europeos y árabes a Colombia que tuvieron lugar a finales del siglo XIX y principios del XX, y además de analizar sus patrones de dispersión espacial en el país, estudian la forma en que esos grupos migratorio reclamaron su ciudadanía20.
Todos esos trabajos reconocen el escenario y las narrativas racializadas que encontraron todos los grupos de migrantes a su llegada al país, por lo que le dedican mucha atención al análisis de los marcos legales y regulatorios que el Estado impuso en la década de 1930 para desincentivar el flujo de personas consideradas no deseables. Esta literatura deja ver los fallidos intentos de las élites y los intelectuales por importar personas consideradas blancas, y muestra cómo la extensa legislación migratoria que se creó durante las primeras décadas del siglo tuvo una pobre implementación que, además de no lograr atraer a los ansiados migrantes europeos, no logró contener el flujo de chinos y árabes al país21.
Aceptar ese contexto de rechazo a las migraciones no consideradas blancas es lo que da pie a estos trabajos para analizar la integración de los diferentes tipos de migrantes no deseados en estos escenarios socio raciales. Todos los casos de los diferentes grupos migratorios que aborda esta literatura enfrentaron algún grado de rechazo en virtud de su procedencia, aunque no necesariamente por cómo se les leía racialmente. Mientras que los japoneses y los chinos sufrieron muestras de rechazo debido principalmente a las concepciones racializadas que los clasificaba como elementos no aptos para el progreso de la nación, los italianos y alemanes enfrentaron solo algunas muestras de rechazo por razones mayoritariamente políticas en el marco de la Segunda Guerra Mundial, pero no en virtud de sus características físicas.
La literatura sugiere, con razón, que debido a las diferencias en las percepciones raciales que la sociedad colombiana tenía de los diferentes grupos migratorios, sus procesos de integración fueron distintos, unos más dispendiosos que otros. Los italianos se integraron, por ejemplo, a través del comercio, pero debido a que no tenían restricciones de entrada al país, no sufrieron mayor resistencia al inicio de su migración. Caso contrario fue el de los japoneses y los chinos, que negociaron su ciudadanía a través del comercio y de las actividades agrícolas, respectivamente, proceso que tomó más de medio siglo, pues estos inmigrantes fueron constantemente estigmatizados por su procedencia, y pese a que algunos se quedaron, sus características físicas nunca correspondieron con el ideal racial que envisionaban las élites colombianas de principios del siglo22.
Lo árabes, por su parte, a diferencia de los italianos, que no enfrentaron mayores restricciones de tipo racial, pero también de los chinos y los japoneses, que nunca fueron completamente absorbidos, sí enfrentaron fuertes restricciones racializadas al principio de su proceso migratorio, pero rápidamente se integraron vía el comercio y al hecho de no ser negros, como bien muestra Rhenals y Flórez. Esta diferencia entre los árabes y los otros inmigrantes es fundamental en términos historiográficos porque, mientras que los trabajos que abordan las migraciones europeas, asiáticas y japonesas, pueden explicar que esos inmigrantes se integraron en mayor o menor medida en virtud de la categoría racial en la que eran catalogados, en el caso de los árabes dicha clasificación no es tan clara, pues aunque no eran negros, ni chinos ni japoneses, tampoco fueron considerados blancos, ambigüedad que, como mencioné anteriormente, la perspectiva racial que analiza la integración de los árabes a Colombia no clarifica suficientemente.
El punto central que se desprende de estos trabajos es que los inmigrantes, por pocos que hayan sido en Colombia, también tuvieron que negociar su pertenencia a la nación, y ese proceso fue distinto en cada uno de los casos, pues fueron distintas las maneras en que fueron percibidos por la sociedad colombiana.
3. RAZA Y CLASE EN LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN DE LOS ÁRABES EN COLOMBIA
Los inmigrantes árabes encontraron un escenario social en el que las categorías racializadas eran el mecanismo a partir del cual se legitimaron ciertos ideales de ciudadanía. Los árabes también encontraron un contexto de intenso desarrollo comercial e industrial en el que las concepciones de raza y modernidad consolidaron una ideal de ciudadano moderno, es decir, higiénico, productivo y blanqueado que contribuyera al desarrollo económico del país. Es en este marco en el que los árabes lograron integrarse a la sociedad colombiana principalmente por dos factores: la forma en que, por sus características físicas, se ajustaron a un discurso de ciudadanía que buscaba depurar los elementos negros e indígenas del imaginario nacional, y por su constante negociación de su derecho de ciudadanía y pertenencia vía su éxito económico. En ese sentido, su proceso de integración social como ciudadanos estuvo determinado por sus condiciones raciales y de clase.
Con eso en mente, es posible sostener que la noción de ciudadanía puede ser entendida como un enlace que vincula la literatura de raza, nación y migración en Colombia con los estudios que analizan los procesos de integración de los árabes. Los primero trabajos estudian la partición política de comunidades marginadas en virtud de sus condiciones raciales y la forma en que dichos movimientos legitimaban sus demandas por igualdad y su derecho a hacer parte de los ideales de nación. Por su parte, la literatura que analiza la inserción social de los árabes se enfoca también en analizar las muestras de rechazo y discriminación de las que fueron objeto, y la forma en que lograron ser aceptados como elementos de la nación.
En ese sentido, ambos tipos de trabajos analizan los procesos de pertenencia, ajuste, contestación y reajuste de unas comunidades a unos ideales de nación y ciudadanía a partir de condiciones socio raciales. Los árabes no empuñaron las armas para defender una visión de nación y legitimar su inclusión, como los afrodescendientes; tampoco lo hicieron a partir de la afiliación a un partido político en búsqueda de la protección de su identidad indígena y sus resguardos, como lo han hechos las comunidades indígenas, y tampoco lo hicieron a partir de su participación en las economías agrícolas, como lo hicieron los japoneses en el Valle del Cauca. Estos migrantes defendieron su derecho a pertenecer al tejido de la nación a partir de sus actividades comerciales, su éxito económico, el beneficio que esto le generaba al país y, en últimas, su ajuste a un ideal de ciudadano blanqueado, es decir que, por un lado, no es negro, y que, por el otro, resulta ser útil para el progreso material de la nación. Comprender esto es fundamental porque dicha relación señala que analizar la integración de los árabes, teniendo en cuenta la noción de ciudadanía, logra juntar la categoría de raza y la de clase como partes de un mismo proceso en el que el acelerado posicionamiento económico de los árabes ayudó a que, aunque no fueran considerados blancos, se les percibiera como elementos blanqueados y positivos para le economía nacional, lo que les ayudó a ser aceptados como parte activa del tejido social.
En el marco del acelerado crecimiento comercial e industrial que estaba teniendo lugar en Colombia durante las primeras décadas del siglo XX, producto del boom del café, Barranquilla y Cartagena hicieron parte central de dichos procesos. La literatura económica muestra que Barranquilla se convirtió en el mayor puerto colombiano desde 1870 gracias a la construcción del ferrocarril de Bolívar que unió a esta ciudad con el puerto de Sabanilla, y posteriormente con Puerto Colombia.
Esta condición de puerto principal del país hizo de Barranquilla una ciudad cosmopolita y económicamente atractiva para comerciantes e inversionistas extranjeros y locales. Esto también generó que entre 1880 y 1930 la ciudad tuviera un acelerado proceso de crecimiento demográfico, urbanístico, comercial y económico, por lo que el comercio se configuró como el estandarte de desarrollo de la ciudad y como un signo de identidad y orgullo de sus ciudadanos23.
Este panorama socioeconómico se relaciona estrechamente con las políticas eugenésicas e higiénicas que buscaron desarrollar una fuerza laboral sana, robusta y productiva en términos económicos, ya que esta fuerza laboral renovada estaba llamada a soportar ese proceso de crecimiento económico. En la Costa Caribe, pese a ser uno de los lugares en donde supuestamente la degeneración de la raza era más aguda por sus condiciones geográficas y climáticas, los ideales de ciudadanía higiénica y productiva se consolidaron profundamente24.
Este panorama permite entender, de manera más amplia, el argumento de corte económico según el cual el proceso de integración de los árabes tuvo como condición de posibilidad su acelerada consolidación comercial. Cobran sentido, sobre todo, tres elementos: la activa participación de estos migrantes en actividades comerciales e industriales, su acelerado crecimiento económico en estas áreas, y el uso que hicieron de dicho éxito como herramienta central para negociar su ciudadanía. En el panorama de desarrollo comercial, los árabes encontraron un escenario propicio sin precedentes para desarrollar actividades comerciales, lo que no se explica solamente a partir de la supuesta experiencia milenaria de estas comunidades en las actividades comerciales.
Atender el escenario al que llegaron los árabes ayuda a problematizar la concepción romántica que han reproducido algunos trabajos pioneros de que lograron consolidarse económicamente gracias a su trabajo fuerte, honradez y frugalidad, ya que, aunque todo eso pueda ser cierto, el contexto de la época sugiere que las dinámicas comerciales incentivaron su involucramiento en actividades comerciales y, en ese sentido, su consolidación social. Ahora bien, el que los árabes hayan usado exitosamente su posicionamiento económico y comercial como herramienta para negociar su ciudadanía contra aquellos que lo acusaban de usureros, contrabandistas y estafadores, señala la centralidad del comercio como elemento de desarrollo e identidad, y el grado de involucramiento de estos inmigrantes en dichas actividades.
En este escenario se comprende también de manera más amplia el argumento que usa la categoría de raza para explicar la aceptación social de los árabes. En el escenario socioracial de la Colombia de comienzos de siglo se sitúa el descontento de las élites blancas ante la falta de inmigrantes europeos, lo que indicaría que los árabes no solo fueron aceptados por las élites como una alternativa mejor a los migrantes afroantillanos, sino también porque cumplieron los parámetros de ciudadanía estipulados por los ideales de nación moderna de la época, que insistían en la necesidad de ciudadanos blanqueados, que ciertamente no fueran negros, pero que además representaran un elemento de progreso material. Tanto la perspectiva socioeconómica como la racial están en lo cierto al proponer que los árabes se integraron fácilmente por su consolidación económica y porque, al final de cuentas, no eran percibidos como inmigrantes negros. Sin embargo, los árabes no se integraron rápidamente solo por no ser negros, sino porque su éxito económico matizó la forma en que eran leídos racialmente, y en ese sentido, los integró al ideal de ciudadano moderno y blanqueado que envisionaban las élites del país. Las interpretaciones de estas corrientes se comprenden mejor cundo se leen a la luz de los ideades de ciudadanía y nación moderna en boga en Colombia durante las primeras décadas del siglo XX.
Lo que resulta evidente de los trabajos que analizan la integración árabe es que, dado que señalan factores económicos y raciales como factores determinantes en su eficiencia y rapidez, un estudio de este fenómeno debe implementar un acercamiento que combine las nociones de raza y de clase como categorías de análisis, el cual muestre la interconexión de estos dos factores en un escenario que a finales de siglo XIX miraba a estos inmigrantes como indeseables por su condición racial, pero en donde tres décadas después fueron aceptados por su condición económica. Esto sugiere que hubo un proceso de blanqueamiento vía la clase y la posición social que estos inmigrantes consolidaron con su éxito económico, lo que a su vez muestra entonces que las categorías raciales no tenían que ver solamente con el color de la piel, sino que estaban relacionadas con elementos económicos que resultaron siendo determinantes para reconfigurar las maleables categorías racializadas de las élites de principios del siglo XX. En el análisis de esta migración y su exitosa integración no basta solamente un acercamiento desde la clase, porque desconocería la manera en que las fuertes categorías raciales afectaban los ideales de desarrollo económico que lograron blanquearlos, pero tampoco basta el uso de la categoría de raza entendida como el color de la piel y los rechazos que les generó, porque entonces desconocería las implicaciones políticas y económicas que tales categorías racializadas tuvieron sobre la forma en que la sociedad colombiana los percibió antes y después de su posicionamiento económico.
CONCLUSIONES
El interés de la historiografía colombiana en las migraciones ha aumentado progresivamente durante las últimas dos décadas, lo que ha dado lugar a que nuestra comprensión de los procesos migratorios a Colombia, pese a que no hayan sido tan grandes en términos numéricos como en Argentina y Brasil, se complejice y se torne más completa. La literatura de las migraciones a Colombia nos permite entender que, pese al profundo atraso material y económico en el que estaba Colombia a principios del siglo XX, el país resultó ser atractivo, en alguna medida, para aquellos que vinieron y decidieron quedarse. Las investigaciones acerca de la migración de los árabes cobra una relevancia especial en el marco general de las migraciones a Colombia porque, a diferencia de los europeos, los chinos y los japoneses, este grupo fue el único que logró consolidar una importante presencia comercial y económica a lo largo del país, y no menos importante aún, una comunidad étnica que logró establecerse en buena parte del territorio a partir de complejas redes comerciales basadas en relaciones de parentesco.
La literatura de los árabes en Colombia es valiosa porque ayuda a comprender las causas del proceso migratorio, sus patrones de dispersión en el país, sus actividades económicas y la manera en que se integraron a la sociedad colombiana. Sin embargo, dado que aún es un tema relativamente poco estudiado por la historiografía, existen múltiples perspectivas de análisis desde las cuales se puede seguir investigando este proceso migratorio. En este análisis historiográfico he propuesto que las interpretaciones que analizan los procesos de integración de los árabes se pueden entender mejor si se leen a la luz de los ideales de ciudadanía, nación y modernidad imperantes a principios del siglo XX, y que el últimas la raza y la clase fueron partes constitutivas de un solo proceso que terminó por considerar a los árabes como elementos positivos para el tejido social, es decir, se les aceptó como ciudadanos.
Sin embargo, aparte de la reciente contribución de Rhenals que analiza, entre otras cosas, las redes comerciales de los árabes en las regiones de los ríos Atrato y Sinú, aun no comprendemos bien cómo los árabes desarrollaron sus actividades en el interior del país, donde su presencia también fue importante25. Además, aún hay mucho por explorar acera de la manera en que los árabes usaron sus redes de parentesco a lo largo de la geografía para consolidar su presencia comercial y la manera en que el establecimiento de dichas redes se relacionó con procesos macroeconómicos como las economías de exportación y la expansión comercial de las primeras décadas del siglo. Tampoco conocemos mucho acerca de los tipos de productos con los que los árabes comerciaron, si hubo diferencias entre lo que vendían en las Costas del Caribe y lo que comerciaban al interior del país, y la forma en que sus prácticas comerciales nos ayudan a comprender la cultura material colombiana de principios del siglo. Estos son solo algunos de los muchos campos de investigación casi que inexplorados acerca de los árabes en Colombia, pero son fundamentales porque nos pueden ayudar a entender el proceso de conexión de Colombia con los mercados internacionales y la forma en que el país hizo parte de un proceso latinoamericano que, a partir de las economías de exportación, abrió espacios comerciales para miles de migrantes.
Comprender la migración de los árabes implica entender la estructura de funcionamiento del comercio nacional a principios de siglo, la geografía comercial en la que se desarrolló, los tipos de empresas que se establecían para dicho fin y la manera en que la sociedad colombiana se proyectaba como nación en ese periodo, por eso es fundamental ahondar en estas investigaciones.