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Educación y Educadores

Print version ISSN 0123-1294On-line version ISSN 2027-5358

educ.educ. vol.10 no.1 Chia Jan./June 2007

 

Los padres y los hijos: variables de riesgo

Parents and children: risk variables

Investigación Pedagógica

María Aurelia Ramírez Castillo1

1 Doctora en Psicología, Universidad de Granada. Profesora Asociada, Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad de Granada. aurirc@ugr.es

Resumen

La presente investigación estudia, dentro de la validez ecológica de la educación familiar, la relación entre conflictos maritales, prácticas de crianza y problemas de conducta de los hijos. Los resultados muestran el efecto conjunto de conflictos maritales y prácticas de crianza sobre los problemas de conducta. Además, se confirma el modelo mediacional de las prácticas de crianza, del género y de la edad en este estudio.

Palabras clave: Educación familiar, orientación educativa, psicología educativa, conflicto familiar, problemas de conducta..


Abstract

This research paper studies the connections between marital conflicts, child rearing practices, and children’s behaviour problems within the framework of ecological validity in family education. The results show the effects which marital conflicts and child rearing practices exert on behaviour problems. In addition, the mediational model of child rearing practices, gender and age is confirmed in this study.

Key words: Family education, educational orientation, educational psychology, family conflict, behaviour problems.


Introducción

El estudio de los diversos contextos de desarrollo y su influencia en el progreso cognitivo, afectivo y social, constituyen algunos de los núcleos principales de interés dentro del campo de la Psicología. Entre estos contextos, el sistema familiar, conformado en esencia por las relaciones e interacciones entre sus miembros, ocupa un papel de referencia en nuestra comprensión de dicho progreso. La familia es el primer contexto de desarrollo. Es el sistema ecológico y sistémico más próximo, en donde tienen lugar las relaciones entre las personas, y que son la base del desarrollo y la socialización (Palacios & Rodrigo, 1998; Utting & Puh, 2004). Al realizar sus funciones como padres, en las interacciones se va creando un clima familiar que, de acuerdo con las actitudes y las prácticas de crianza, va a influir en la configuración de la conducta de los hijos (Berger & Thompson, 1997). Es por ello que en el microsistema familiar existen factores positivos, que van a contribuir al buen desarrollo de los hijos (Grolnick& Ryan, 1989; Darling & Steinberg, 1993), y factores negativos, que pueden dañarlos (Holden & Richie, 1991; Echeburúa & De Corral, 1998).

En la última década se han multiplicado los estudios sobre la educación familiar y la validez ecológica de parámetros asociados a las interacciones padreshijos (Bronfenbrenner, 1986). Existen investigaciones que asocian clima familiar y adaptación de los hijos. En esta línea, la investigación de la influencia de las relaciones de pareja y las prácticas de crianza en el individuo en desarrollo es, sin duda, tema de interés para la Psicología. Una primera línea de investigación la representan los estudios centrados en conflictos maritales y problemas de conducta. Una segunda línea serían los trabajos sobre prácticas de crianza y problemas adaptativos de los hijos. Una tercera línea contempla las investigaciones que introducen ambas variables conjuntamente en su búsqueda de explicación de los problemas de ajuste de los hijos.

Respecto a la primera línea de investigación, existen numerosos trabajos (Furstember y Cherlin, 1991; Katz y Gottman, 1993; Westerman y Schonhltz, 1993; Cummings y Davies, 1994; Shaw, Keenan y Vondra, 1994; Mann y Mackenzie, 1996; Pawlak y Klein, 1997; Ramírez, 1999) que demuestran que conflictos matrimoniales se convierten en variables de riesgo para el desarrollo de los hijos.

En la segunda línea existen numerosas investigaciones (Salzinger, Fedman, Hammer y Rosario, 1991; Weis, Dodge, Bates y Pettit, 1992; Rojo, Livianos-Aldana, Domínguez y Cervera, 1993; Carey, 1994; Day, Factor y Szkiba, 1994; Rivero y De Paúl, 1994; Ge, Best, Conger y Simons, 1996; Dumas, 1996; Ramírez, 2002), que señalan a las prácticas de crianza abusivas como variables predictoras de psicopatología infantil.

Investigadores como, por ejemplo, Kolko y Kazdin, 1990; Jouriles, Murphy, Farris y Smith, 1991; O'Keefe, 1994; Koniak-Griffin y Verzemnieks, 1995; Kingston y Prior, 1995; Mann y Mackenzie, 1996; Pawlak y Klein, 1997, representan una tercera línea de investigación que demuestra que variables combinadas, como conflictos maritales y determinadas prácticas de crianza, se convierten en variables de riesgo para el desarrollo de los hijos. Estos trabajos presentan, conjuntamente, a los conflictos matrimoniales y a las prácticas de crianza excesivamente controladoras, abusivas carentes de afecto, como factores de riesgo para los hijos.

Así, las investigaciones de Koniak-Griffin & al., 1995; Mann & al., 1996; Goldberg, 1990; Davies & Cummings, 1994; Gryck y Fincham, 1993; Feldman, Wentzel, Weinberger & Munson, 1990, indican que cuando existen problemas de conducta en los hijos hay conflictos matrimoniales y prácticas de crianza autoritarias y coercitivas, que hacen que los niños se angustien y se porten mal. En el mismo sentido, O'Keefe, 1994; Kingston & al., 1995; Cantrell, MacIntyre, Sharkey y Thompson, 1995, señalan que el efecto de los conflictos maritales y las prácticas de crianza violentas y agresivas se evidencia, sobre todo, en problemas de externalización. Por su parte, Jouriles& al., 1991; Pawlak & Klein, 1997, concluyen que los conflictos matrimoniales combinados con desacuerdos y discrepancias en la crianza tienen efectos en los problemas de adaptación de los hijos; y los resultados de Kolko & al., 1990, demuestran que disfunciones maritales, estrés, no aceptación del niño y no inducción, implican menor socialización en los niños y niñas.

Esta tercera línea de investigación se incardina en el modelo mediacional (formulado por Fauber, Forehand, Thomas & Wierson, 1990), que destaca la importancia mediadora de unas adecuadas prácticas de crianza en el impacto del conflicto matrimonial. Es decir, las prácticas de crianza adecuadas podrían atenuar el efecto del conflicto matrimonial mejorando la adaptación de los hijos. Otros autores (Black & Pedro-Carroll, 1993; Echeburúa, 1997; Marthijssen, Kood, Verhulst, De Bruyn & Oud, 1998; Ary, Duncan y Hpos, 1999; Trigo, 1992) también confirman la posible influencia mediadora de las prácticas de crianza en los efectos negativos de los conflictos maritales sobre la conducta del niño. Por su parte, Cantón & Cortés, 2000; Kerig, 1998; Jenkins y Smith, 1991; Holden & Ritchie, 1991, presentan la función moderadora del sexo, de la edad y de las dimensiones del conflicto, para explicar los efectos diferenciales de los conflictos matrimoniales en la conducta de los hijos.

El presente trabajo, en un intento de profundización y búsqueda de hipótesis explicativas acerca de la posibilidad de aparición de alteraciones de conducta en los hijos, investiga en esta tercera línea, que asocia conflictos matrimoniales y prácticas de crianza con los problemas de conducta de los niños. Basicamente, el trabajo versa sobre la relación entre conflictos matrimoniales, prácticas de crianza de riesgo y problemas de conducta en los hijos. Se combinan las variables conflictos matrimoniales y prácticas de crianza para valorar su efecto conjunto en los problemas de conducta de los hijos.

A nivel general, este estudio se sustenta en el enfoque ecológico y sistémico del contexto familiar, para resaltar la validez de determinadas variables de riesgo en la educación familiar. Pretendemos corroborar las investigaciones previas, que relacionan variables de riesgo (conflictos matrimoniales y prácticas de crianza) y problemas de conducta en los hijos. Pensamos que las relaciones entre padres y las interacciones con los hijos resultan de especial relevancia para el desarrollo y adaptación de estos, y para la presencia de diversos problemas de conducta cuando el clima familiar es conflictivo. Se asocian variables de riesgo para el niño, referentes al contexto familiar, y los problemas de conducta de los hijos, esperando que los conflictos matrimoniales y las prácticas de crianza inadecuadas produzcan, conjuntamente, efectos negativos en el desarrollo de los hijos, dando lugar a problemas de conducta, tanto internos como externos.

A nivel particular, se analizan los efectos parciales y concretos resultantes de las distintas combinaciones de variables independientes sobre cada variable dependiente específica. De acuerdo con el modelo mediacional, buscamos la intervención de las prácticas de crianza en el efecto del conflicto matrimonial sobre los problemas de conducta de los hijos y las repercusiones diferenciales del sexo y la edad. Pensamos que la consecuencia de los conflictos matrimoniales sobre los problemas de conducta de los hijos puede verse contrarrestada o incrementada, según la combinación de prácticas de crianza adecuadas o inadecuadas.

Simplificando, esta sería la pregunta esencial del estudio: ¿cómo influyen los conflictos matrimoniales y las prácticas de crianza conjuntamente en la conducta de los hijos?

Método

Muestra

Los sujetos que componen la muestra son 200 niños y adolescentes de ambos sexos (96 varones y 104 mujeres), de edades comprendidas entre 5 y 18 años y distribuidos de la siguiente forma: de los 96 varones, 56 tienen entre 5 y 11 años y 40 tienen entre 12 y 18 años. Respecto al grupo de 104 mujeres, 65 están comprendidas entre 5 y 11 años y 39 entre 12 y 18 años. La proporción de sujetos atendiendo al sexo está compensada, si bien es mayor en las mujeres (52%) que en los varones (48%). Respecto a la edad, todas entre 5 y 18 años están representadas; las proporciones son 60,5% en el grupo 5-11 años y 39,5% en el de 12-18 años. La media de edad estuvo en 10 para un rango de 13 y una desviación típica de 3,263.

El estudio -referido a los hijos- se realiza entre los padres y la muestra (conformada, en esencia, por los padres de dichos alumnos) se obtiene de cinco centros educativos, teniendo en cuenta la ubicación por distritos. Todos pertenecen a la capital: un centro educativo está en la zona centro y los cuatro restantes se sitúan, cada uno, en un barrio periférico. De ellos, tres son públicos y dos son concertados; tres imparten infantil, primaria y primer ciclo de ESO; un centro imparte infantil, primaria y ESO, y otro imparte ESO, bachiller y módulos profesionales.

Variables

Variables independientes

Las cuatro variables independientes consideradas son: edad, sexo, conflictos matrimoniales y prácticas de crianza.

a) Edad del sujeto (EDAD): se considera la edad en años cronológicos. Las edades de los sujetos están comprendidas entre 5 y 18 años.

b) Sexo del sujeto (SEXO): se distribuye esta variable en niños y niñas.

c) Conflictos matrimoniales (OPS): se considera esta variable atendiendo a la frecuencia de discusiones, de desacuerdos y de hostilidad física o verbal de los padres en presencia del niño.

d) Prácticas de crianza: se consideran como variables diferentes cada una de las ocho prácticas de crianza que mide el cuestionario utilizado (Child Rearing Practices Report): d.1) independencia (IND), d.2) control (CONT), d.3) disfrutar con el niño (DIS), d.4) afecto negativo (AN), d.5) expresión de afecto (EA), d.6) énfasis en el logro (EL), d.7) guía razonada (GR), d.8) castigos no físicos (CNF).

Variable dependiente

La variable dependiente estudiada son los problemas de conducta que presentan los niños. Se consideran como variables los distintos problemas que mide el cuestionario utilizado (Child Behavior Checklist): 1) retraimiento (R), 2) trastornos somáticos (TS), 3) ansiedad-depresión (AD), 4) problemas de atención (PA), 5) problemas sociales (PS), 6) problemas mentales (PM), 7) conducta delictiva (CD), 8) conducta agresiva (CA), 9) problemas sexuales (S), 10) problemas externos (PE), 11) problemas internos (PI), 12) puntuación total (T).

Instrumentos de medida

Instrumentos para evaluar las variables independientes

Para la obtención de los datos relativos a la edad (5-18 años) y al sexo (0 = niño; 1 = niña) se utiliza la correspondiente hoja de registro, incluida en el cuestionario utilizado para medir los problemas de conducta (CBCL). El instrumento utilizado para evaluar los conflictos matrimoniales (la frecuencia de los conflictos) es la escala O'Leary-Porter Scale (OPS) de Porter y O'Leary, 1980. Para evaluar las prácticas de crianza se utiliza el cuestionario Child Rearing Practices Report (CRPR), de J. H. Block (1981).

Instrumentos para evaluar la variable dependiente

El instrumento utilizado para evaluar los problemas de conducta de los sujetos (variable dependiente de la investigación) ha sido la escala de desórde nes de conducta Child Behavior Checklist (CBCL) de Achenbach, T. M. y Edelbrock, C., 1983. Este instrumento está diseñado para evaluar los problemas de conducta de niños comprendidos entre 4 y 18 años. Existen dos versiones: CBCL padres y CBCL maestros. Nosotros utilizamos la de los padres. Consta de 113 ítems y permite puntuaciones específicas para cada problema de conducta, para problemas externos (suma de conducta agresiva y conducta delictiva), para problemas internos (suma de trastornos somáticos y retraimiento) y una puntuación total.

Procedimiento:

Primero, se seleccionan los centros educativos que contribuyen a la formación de la muestra. A continuación se celebra un claustro en cada colegio para que el profesorado cite a los padres que deseen participar. Después se realiza la reunión informativa con los padres que acudan a la cita y se pasan los cuestionarios en varias sesiones colectivas, en pequeño grupo e individuales. En primer lugar, se pasa el cuestionario Child Behavior Checklist; en segundo lugar, el O'Leary Porter Scale, y en tercer lugar, el Child Rearing Practices Report.

El mismo procedimiento se utiliza en todos los centros. El proceso es largo y laborioso, pero positivo por la buena colaboración de centros y de padres. El número de padres de alumnos que participan de cada centro representa un 20% (aproximadamente) del total de alumnos matriculados. Cada centro aporta en torno a un 20% (distribuidos por edades) de la muestra. (Se prefiere la obtención de la muestra de varios centros, para mayor heterogeneidad de población). Los padres que colaboran son los que realmente están muy motivados en este tema.

Resultados

Aunque previamente (Ramírez, 1999) realizamos análisis descriptivo, análisis de correlación, análisis de comparación de medias, análisis de regresión múltiple para cada problema de conducta con cada variable independiente y análisis multivariante, presentamos aquí solo los resultados necesarios y significativos para confirmar nuestra hipótesis. Conflictos matrimoniales, prácticas de crianza y problemas de conducta en los niños

Partiendo de todas las variables independientes, realizamos un análisis de regresión múltiple por pasos para cada una de las sub-escalas de problemas de conducta del CBCL, con el fin de comprobar el efecto conjunto de los conflictos matrimoniales y las prácticas de crianza en los problemas de conducta de los hijos. Efectos de las variables predictoras sexo, edad, conflictos matrimoniales y prácticas de crianza sobre los problemas de conducta

En cuanto al efecto relativo de las variables predictoras sobre la conducta del niño, las variables conflictos matrimoniales y control predicen, en un nivel estadístico significativo (p<.000), la conducta ansiedad/depresión y explican el 12% de la varianza de dicha conducta. Las dos predicen significativamente, si bien la que más poder predictivo tiene es control (STD COEF. 0,253). Ambas influyen en el mismo sentido positivo que la variable dependiente, es decir, al aumentar una, aumenta la otra.

Las variables que mejor predicen la conducta agresiva son conflictos matrimoniales, edad, expresión de afecto, énfasis en el logro y guía razonada. Entre las cinco variables, de modo estadístico significativo (p<.000), explican el 43,3% de la varianza de la conducta agresiva. Todas predicen en un nivel significativo, pero la variable conflictos matrimoniales es la de mayor nivel predictivo (STD COEF. 0,466). Los conflictos matrimoniales y el énfasis en el logro influyen en el mismo sentido que la variable dependiente y la edad cronológica, la expresión de afecto y la guía razonada en dirección contraria.

Para la conducta delictiva, las variables predictoras son conflictos matrimoniales, sexo, castigos no físicos y disfrutar con el niño. Entre ellas explican significativamente (p<.000) el 22% de la varianza de dicho problema de conducta, influyendo todas las variables positivamente, si bien, los conflictos matrimoniales y los castigos no físicos son los que más poder predictivo tienen e influyen de igual manera (STD COEF. 0,225) y en el mismo sentido positivo que la variable dependiente. Sexo y disfrutar con el niño, tienen sentido negativo; es decir, al aumentar la conducta delictiva disminuye disfrutar con el niño y respecto al sexo, son los varones los que presentan la conducta delictiva con mayor probabilidad.

Las variables predictoras conflictos matrimoniales y castigos no físicos explican en un nivel estadísticamente significativo (p<.001), aproximadamente, el 9% de la varianza de los problemas de atención. Influyen las dos variables; no obstante, la que tiene mayor poder predictivo es conflictos matrimoniales (STD COEF. 0.237), y ambas predicen en la misma dirección positiva que los problemas de atención.

Las variables predictoras de la conducta problemas externos, de modo estadísticamente significativo (p<.000), son conflictos matrimoniales, sexo, edad, expresión de afecto, énfasis en el logro y guía razonada. La combinación de estas variables predictoras explica el 43,9% de los problemas externos y todas influyen significativamente, pero conflictos matrimoniales es la variable con mayor poder predictivo (STD COEF. = 0,476). Respecto a la dirección, las variables conflictos matrimoniales y énfasis en el logro tienen el mismo sentido que la variable dependiente (positivo). El resto de variables tiene sentido negativo, es decir, si aumentan los problemas externos disminuye la expresión de afecto y la guía razonada. En cuanto al sexo, los niños tienen más probabilidad de presentar problemas externos que las niñas.

La variable predictora conflictos matrimoniales explica significativamente (p< 0.002) el 8% de los problemas internos de conducta, en la misma dirección positiva que la variable dependiente, al aumentar los problemas internos aumentan los conflictos matrimoniales.

Por último, para explicar la puntuación total de los problemas de conducta, las variables que mejor permiten predecir las puntuaciones obtenidas en el total de problemas de conducta, de manera significativa (p<.000), son conflictos matrimoniales y control. La combinación de ambas explica el 16,5% del total de problemas de conducta. Influyen significativamente las dos variables predictoras y en el mismo sentido positivo que la variable dependiente. La variable que tiene un mayor peso específico de predicción es conflictos matrimoniales (STD COEF. = 0,290).

Discusión y conclusiones

Los resultados, de acuerdo con el enfoque ecológico y sistémico, confirman la importancia de la familia como primer contexto de desarrollo de los hijos, y cómo las relaciones maritales y las parentales influyen en la conducta de estos. La investigación ofrece datos que permiten afirmar el efecto conjunto de los conflictos matrimoniales y las prácticas de crianza inadecuadas sobre los problemas de conducta de los hijos. Corroboramos, pues, las investigaciones previas y compartimos la conclusión general de que los conflictos matrimoniales asociados con las prácticas de crianza negativas son variables predictoras de gran número de problemas de conducta, sobre todo externos. En efecto, los resultados (referidos siempre a la percepción de los padres de la conducta de los hijos) ponen de manifiesto que cuando los hijos viven en hogares con gran frecuencia de conflictos matrimoniales, y los padres ejercen una o varias prácticas de crianza de riesgo, estas variables pueden provocar, o provocan de hecho, problemas de conducta, sobre todo, externos. Además, los problemas aumentan en la medida en que aumentan los conflictos matrimoniales y las prácticas de crianza inadecuadas (como control autoritario, énfasis en el logro y castigos no físicos), y disminuyen las adecuadas (como expresión de afecto, guía razonada y disfrutar con el niño).

Así, resumiendo resultados, podemos establecer que el perfil de los hijos que tienden a presentar más problemas de conducta es el de aquellos que perte necen a un hogar, cuyos progenitores se caracterizan por presentar gran frecuencia de conflictos de pareja y por ejercer gran control autoritario sobre ellos. Los resultados son coincidentes con Kington & al., 1995, que indican que los conflictos y la crianza agresiva implican problemas de conducta, agresividad, hostilidad y temperamento difícil. Cuando existen más conflictos matrimoniales y los padres ponen más presión en los logros y menos expresión de afecto y menos guía razonada, son los hijos varones menores (5-11 años) los que pueden presentar estos problemas externos en mayor medida. Coinciden los resultados, entre otros, con O'Keefe, 1994, que señala a los conflictos y a las prácticas violentas y agresivas como responsables de problemas externos de conducta.

Queremos resaltar, no obstante, que las conclusiones tienen mayor sentido considerando la dimensión cualitativa y cuantitativa de los conflictos y de las prácticas de crianza. Así, por ejemplo, control es una práctica que utiliza el castigo físico, el autoritarismo y las reglas estrictas, y el énfasis en el logro es una práctica centrada en la exigencia, la presión, la competición y los logros. En la interpretación de datos tiene mucha importancia la dimensión cuantitativa. Ponemos énfasis en el sentido direccional en la combinación de variables. Resulta muy revelador que las prácticas inadecuadas tengan la misma dirección que los conflictos y los problemas de conducta, mientras que las prácticas adecuadas tengan dirección contraria. Este dato revela que las prácticas de crianza disminuyen o aumentan el efecto de los conflictos en los problemas de conducta de los hijos. Por lo tanto, las prácticas adecuadas y positivas se convierten en un factor de protección frente a los conflictos y, por ende, frente a los problemas, porque representan un apoyo para mejorar la adaptación de los niños. Por el contrario, las inadecuadas se convierten en un factor de riesgo añadido a los conflictos. Así, el control autoritario, el énfasis y la presión en los logros y los castigos, aumentan la intensidad del impacto que puede suponer el conflicto. Al mismo tiempo, al disminuir la expresión de afecto, la guía razonada y disfrutar con el niño, aumenta la posibilidad de que se incrementen los problemas de conducta. Corroboramos, pues, el modelo mediacional de Fauber & al., 1990, de las prácticas de crianza y compartimos resultados con los autores que han investigado en esta línea.

También hemos comprobado el efecto del sexo y de la edad (combinados ambos con los conflictos matrimoniales y con las prácticas de crianza) sobre los problemas de conducta. Los resultados informan de la significatividad del sexo (varones) en conducta delictiva y en problemas externos, y de la edad (5-11 años) en conducta agresiva y problemas externos. Datos clarificadores y reveladores para una futura intervención y prevención. La combinación de variables aporta un gran número de datos relevantes a nivel parcial y específico. Vemos cómo los conflictos son predictores de prácticamente todos los problemas de conducta, mientras que determinadas prácticas de crianza solo serían predictoras para determinadas conductas. Igualmente, los conflictos tienen mayor poder predictivo que el resto de variables independientes, excepto para la conducta de ansiedad/depresión que es el control autoritario. Estos resultados enlazan con los de Pawlak y Klein, 1997, que mostraban que los conflictos combinados con discrepancias en crianza y autoritarismo implicaban problemas de adaptación y baja autoestima en los hijos.

Por lo que respecta a los problemas de atención, se deduce que a medida que los padres tienen más conflictos matrimoniales e imponen más castigos no físicos a sus hijos, estos tienen posibilidad de sufrir los problemas de atención, en mayor medida. Los resultados están en la línea de Goldberg, 1990, cuando indica la relación entre los conflictos, las prácticas y la conducta en general de los niños. Y el análisis de los problemas externos (conducta delictiva y agresiva) pone en evidencia que para la conducta agresiva (coincidiendo con Cantrell & al., 1995) el efecto de los conflictos se ha dejado notar en los hijos de 5-11 años, presionados por padres que no guían razonadamente ni expresan afecto. Destacar, claro está, que sean los hijos pequeños (niños y niñas), por su indefensión, los que más problemas agresivos pudieran tener cuando el clima familiar es totalmente adverso (conflictos, presión, falta de afecto y falta de guía razonada). Sugiere ya este dato (coincidente con Holden & al., 1991) la necesidad de prevención de las conductas delictivas y agresivas en edades tempranas, pues cuando se destaca la violencia en edades posteriores, bien podrían aquellas haberse manifestado en la infancia y haber quedado exentas de reeducación. En cuanto a la conducta delictiva, son los hijos varones los que presentan una mayor posibilidad de padecerla cuando existen conflictos, castigos, y no satisfacción por los hijos. Igualmente, este dato es revelador para estudios de género y prevención de violencia de género y conductas delictivas y antisociales. Relevante dato para optar, una vez más, por la defensa de una educación igualitaria y no sexista, que elimine estereotipos de género ya desde las primeras etapas de la vida.

Pensamos que el mayor interés de este estudio está en identificar variables predictoras de riesgo para el desarrollo de los hijos, en pro de futuras actuaciones educativas que eliminen estos riesgos. También, la investigación la consideramos muy pertinente en nuestro país donde no abundan trabajos en esta temática, como indicara Bordallo, Zagalaz y Arenas, 1995. No obstante, el estudio bien puede presentar algún sesgo derivado de la utilización de instrumentos de evaluación validados en países anglosajones. Pero a pesar de esta limitación, y alguna otra derivada del mismo hecho de la complejidad del estudio, tanto de la familia como de la conducta, los datos que aporta la investigación son esclarecedores sobre algunas variables de riesgo. Pero no agotan el tema, sino que, por el contrario, motivan a seguir profundizando, pues la familia siempre será un contexto sumamente importante y de máxima actualidad en el desarrollo de los hijos. Ahora, cuando se producen tantos cambios en el modelo familiar (respecto a las relaciones de pareja y respecto a las interacciones con los hijos), los padres no pueden sustraerse a la responsabilidad de contribuir a la educación de los hijos y a erradicar factores que pongan en riesgo su desarrollo. La psicología también tiene que seguir investigando e informando sobre los aspectos favorecedores en el afrontamiento de los cambios surgidos en las relaciones paterno-filiales y en otras influencias sociales, culturales e históricas

En resumen, y para terminar, aunque en ningún momento establecemos relaciones de tipo causaefecto (participamos de una visión multisistémica de la familia: la familia sometida a muchas influencias internas y externas), sí hemos podido demostrar que cuando los padres están sumidos en conflictos maritales y utilizan prácticas de crianza abusivas y negativas, la familia difícilmente será un entorno positivo de desarrollo para el niño. Resaltamos, por lo tanto, el papel educativo de los padres, y consideramos la necesidad de prevención de un clima familiar conflictivo y de eliminar cualquier forma de crianza que suponga violencia hacia los hijos. Las escuelas de padres y los programas preventivos serían de gran apoyo cuando exista riesgo de cualquier forma de abuso infantil.

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Fecha de recepción: 30-I-2007
Fecha de arbitraje: 15-III-2007

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