Introducción
Desde épocas pasadas, el hombre y su curiosidad de comprender el mundo natural ha colectado y manipulado organismos, dando lugar a las colecciones biológicas (Montaño et al., 2012; Simmons & Muñoz-Saba, 2005). Las colecciones biológicas abarcan la recolección de ejemplares identificación y preservación, también la sistematización, si se encuentra especies nuevas describirlas y nombrarlas, además de someter los individuos a un cuidadoso proceso de curaduría para conservarlos en las mejores condiciones a lo largo del mayor tiempo posible (Plascencia et al, 2011; Serna-Botero, 2014; Serna-Botero & Ramírez-Castaño, 2017; Castaño & Ramírez, 2018). En el Renacimiento (1400-1600 dc) se incrementa el número de colecciones, así como en el conocimiento e información sobre gran cantidad de especies, surgiendo la necesidad de fundar museos de historia natural como lugares destinados al estudio, almacenamiento y conservación de piezas que tienen valor histórico o natural (Montaño et al., 2012; Serna-Botero, 2014).
En el siglo XVIII, en Europa se conforman las primeras colecciones de carácter científico y se crean los primeros museos modernos, también aumenta el número de gente enfocada al trabajo de colectar organismos de la naturaleza (Ramírez-Castaño, 2017). Esto produce un rápido crecimiento en el número de especímenes, creando la necesidad de organizar y clasificar las colecciones existentes (Simmons et al., 2015). Para esto se utiliza el sistema de nomenclatura binomial inventado por Carl Linnaeus (1758), y que se convierte en el principio fundamental para la clasificación y organización de las colecciones biológicas (Simmons & Muñoz-Saba, 2005). Sin embargo, en esta época no se considera la importancia de tener representada la variación de la naturaleza en estas colecciones (Simmons & Muñoz-Saba, 2005); ya en el siglo XIX, se utilizan con la intención de plasmar de forma sistemática los cambios y la variabilidad como origen de la especiación demostrada por Darwin y Wallace (Rey, 2013). Este hecho revoluciona la manera de recolectar, conservar, almacenar, exhibir y usar las colecciones, otorgándoles mayor aplicación naturalista con conceptos ambientales que podrían revelar la evolución biológica (Simmons & Muñoz-Saba, 2005). En la actualidad, hay colecciones de historia natural en museos, jardines botánicos, universidades y centros de investigación en todo el mundo, que colectan más de tres mil millones de muestras en conjunto (Ariño, 2010; Duckworth et al., 1993; Izquierdo, 2013).
En Suramérica, los primeros países en instalar museos de historia natural se constituyen a partir de 1810, encabezados por Brasil, Argentina, Chile y Ecuador. En Colombia el primero surge en 1823 y es llamado Museo Nacional de Colombia (Montaño et al., 2012; Simmons & Muñoz-Saba, 2005), a partir de aquí se consolidan diversos lugares dedicados a la preservación de la biodiversidad, y en la actualidad existen más de 215 colecciones en el país (RNC, 2015). La principal pertenece al Instituto Alexander von Humboldt, la cual contiene aproximadamente 400.000 especímenes de la fauna y flora del territorio nacional (IAvH, 2012). A nivel local, Caldas (Colombia) tiene su primera colección biológica en 1939 cuando se funda el Museo de Historia Natural del Colegio de Cristo de Manizales con material zoológico y geológico (Lozada, 2001). A partir de 1975, la Universidad de Caldas cuenta con una colección biológica gracias a la labor del taxidermista Jesús Vélez, quien tenía a su haber y en colaboración de Álvaro José Negret, unos pocos especímenes disecados (Salazar, 2004a, 2007).
Con respecto al grupo de estudio del presente manuscrito. En Colombia, la riqueza de coleópteros está constituida por cerca de 5000 especies (Andrade et al., 2000). Estas cifras convierten el país en el segundo en dicho grupo, riqueza que se caracteriza por un marcado endemismo producto en gran medida de la variedad de ecotonos presentes en el país (PNN, 2014). Esta alta diversidad se encuentra representada en la colección biológica del Museo de Historia Natural de la Universidad de Caldas por: 2.395 insectos principalmente de los órdenes Orthoptera, Hymenoptera y Coleóptera; este último con casi 990 individuos dentro de la colección. En consecuencia, estos sirven para publicar importantes aportes al conocimiento del grupo basados en las colecciones del museo en cuestión (Salazar, 2004b, Estrada & Salazar, 2004; Rosado & Salazar, 2005; Salazar, 2005).
Materiales y métodos
Este trabajo se desarrolló con el material biológico del orden Coleóptera depositado en la Colección Entomológica del Centro de Museos de Historia Natural de la Universidad de Caldas. Durante la sistematización de los individuos se tuvo en cuenta una serie de etapas que garantizaron su adecuado cuidado y manejo. Entre estas etapas se encuentran la limpieza y fijación, identificación taxonómica, etiquetado, sistematización y almacenamiento, seguidamente se aplicó un índice de salud e indicadores biológicos.
I. Curaduría y preservación de la colección entomológica
Se hizo un examen general de las cajas entomológicas, se identificaron las inconsistencias taxonómicas, ya que los especímenes de diferentes familias estaban mezclados en una sola caja, a partir de esto se separaron los individuos por familias en cajas separadas y posteriormente se realizó el proceso de limpieza, fijación e identificación (Figura 1).
II. Limpieza y fijación
Para la limpieza se utilizó un antimicótico (Isoconazol 1%) aplicado con un hisopo o un pincel según el tamaño y disposición del ejemplar. En las colecciones de insectos los individuos van fijos con alfileres ubicados en el punto de inserción correcto, que para el caso específico de los coleóptera corresponde a la parte superior del élitro derecho; este debe mantenerse en posición perpendicular a los ejes longitudinal y transversal del insecto (Figura 2), esta posición se verificó y corrigió en los casos necesarios, en aquellos especímenes a los que se tenía que reparar alguna de sus extremidades, se utilizó el pegamento ward’s insect paste especial para este tipo de reparaciones (Figura 3).
En esta fase, se limpió cuidadosamente cada ejemplar (Figura 4), se revisó que cada individuo curado estuviese registrado en la base de datos entomológica original, la primera en formarse años atrás a este trabajo en los casos donde no se tenía el registro se ingresó la información contenida en las etiquetas, resaltando que solo se ingresaron los ejemplares que tuvieran, mínimo, fecha, localidad y colector.
III. Identificación taxonómica
Para este proceso fue necesario utilizar las diferentes claves taxonómicas e instrumentos ópticos (estéreo, microscopio), también fue necesario encontrar bibliografía especializada y para casos específicos se consultó con especialistas. A los ejemplares que tenían registro en la base de datos o podían ingresarse a la misma, fueron identificados taxonómicamente hasta género y se separaron por familias. Para esto, se tomaron en cuenta los trabajos de Maes et al. (2010) para Cerambycidae; Martínez (2005) y Moret (2003) para Carabidae; Fernández et al., (1993), Pearson (1994), Vitolo & Pearson (2003) y Tourolt (2011) para Cicindelidae; Pearson (1995), Aguirre-Tapiero (2009) y Aguirre-Tapiero et al., (2010), Guzmán (2005) y Correa et al., (2011) para Elateridae; y Cultid et al. (2012) para las superfamilias Scarabeoidea y Curculionoidea, entre otras claves usadas como la de Triplehorn & Johnson (2004) además de la guía de identificación de Mesa (2006) y otras claves taxonómicas.
IV. Etiquetado
Después de la interpretación de información de las etiquetas originales y su base de datos, se pasaron al nuevo formato basado en el manual del cuidado, manejo y conservación de las colecciones biológicas (Simmons & Muñoz, 2005); fueron construidas cuatro etiquetas de papel bond de 2,5 x 1 cm; la información de cada etiqueta se escribió en fuente Arial, tamaño 4, en negrilla, estilo normal e impreso con tinta negra (Montaño et al., 2012), y se ubicaron en el ejemplar utilizando el bloque de montaje, el cual es de madera con tres agujeros con profundidades de 8, 10, 17 y 25 mm respectivamente (Figura 5a, 5b), fijando las etiquetas con estas medidas y estandarizarlas a una misma medida para facilitar su observación y manipulación (Gómez & Jones, 2002); unificando así la colección de entomología del Centro de Museos, con la existente en la colección biológica (CEBUC). Los alfileres entomológicos usados fueron de la marca EntoSphinx que están hechos de acero inoxidable con cabeza de nylon, los cuales son ideales para regiones de alta humedad, con los números de calibre 0, 1 y 5 (Figura 5c). La información de las etiquetas correspondió a:
Localidad de colección: país, departamento, municipio, e información más específica (p. ej. vereda, sitio, río, etc.).
Información taxonómica superior: orden, familia.
Información taxonómica inferior: subfamilia, género.
Información del catálogo MHN-UCa: número de caja, número de catálogo.
V. Sistematización
Una vez curados e identificados los ejemplares, se realizó la digitalización de la información de las etiquetas a la base de datos, tomando como principales categorías: el número consecutivo, número de registro, orden, familia, tribu, género, estado de conservación, colector, departamento, lugar de colecta, fecha, fotografía e índice de salud; con estos ítems se realizó una base de datos nueva en el programa Microsoft Excel (2007).
VI. Almacenamiento
Una vez realizados los procesos anteriormente descritos, los ejemplares fueron almacenados. Cada caja de madera se acondicionó con un cojín de icopor en su base, cubierto con una hoja de papel milimetrado, con el fin de separar los individuos simétricamente y que nos indique su tamaño. Las seis cajas entomológicas se ubicaron verticalmente en un mueble de madera con ángulo de 45° para su exposición.
VII. Índices de salud
Para comprobar que el proceso de curaduría y sistematización fue efectivo, se utilizó el ISC teniendo en cuenta el protocolo propuesto por McGinley (1993) y Simmons y Muñoz (2005). Para el análisis de los ISC se tomó como unidad de medida cada uno de los registros (individuos) presentes en la colección y se le asignó un nivel dentro de una matriz, estos niveles van del 0-10 (Tabla 1). Para definir el perfil de la colección con base en los ISC se aplicó la fórmula McGinley (1993):
Donde: N = número de unidades de almacenamiento por nivel de curación.
TU = total de unidades de almacenamiento.
Nivel ISC | Definición |
---|---|
0 | Etiquetas e información SIN individuo |
1 | Material deteriorado, sin ninguna atención |
2 | Ingreso de ejemplares a partir de investigación |
3 | Ejemplares bien montados, etiquetados y separados, para identificar |
4 | Ejemplares duplicados para donaciones, canje |
5 | Ejemplares que deben ser revisados o curación incompleta 6 7 8 9 10 |
6 | Ejemplares curados, identificados y sistematizados |
7 | Inventario a nivel de especie |
8 | Información completa, diarios de campo, etología, ecología |
9 | Ejemplares empleados para diferentes investigaciones |
10 | Ejemplares que hacen parte de monografías, estudios, holotipos, paratipos |
Fuente: Adaptado con base en Simmons & Muñoz (2005).
El índice de salud se calculó sumando los registros presentes en el nivel 3 con la suma de aquellos asignados entre los niveles 6-10 (McGinley, 1993) y estos datos se dividieron por el total de registros evaluados en la colección. El perfil de la colección se midió en porcentajes con un rango de 0-100, donde los valores obtenidos de 80- 100 significan un perfil óptimo, mientras los valores entre 0-79 indican que el perfil de la colección está por optimizar (Simmons & Muñoz, 2005).
VIII. Prioridades de manejo
Para definir las prioridades de manejo de la colección se realizó la sumatoria del número de registros en los niveles como se muestra en la Tabla 2; el valor obtenido en cada prioridad se dividió en el total de registros analizados y se multiplicó por 100 para obtener el resultado en porcentajes. Los datos obtenidos se recopilan en una gráfica estadística y se comparan con la propuesta por McGinley (1993) y Simmons & Muñoz (2005) para el perfil de prioridad ideal de una colección.
Prioridad | Niveles | Aspecto |
---|---|---|
1 | Conservación (Suma de los niveles 0-1) | Protección y conservación del material y su información asociada |
2 | Accesibilidad (suma de los niveles 2-4) | Los ejemplares sin determinar están separados en la categoría taxonómica a la que pertenecen y son fácilmente accesibles para los investigadores |
3 | Organización física (suma de los niveles 5-6) | Ejemplares identificados y rotulados, dispuestos lógicamente en la colección (alfabéticamente, taxonómicamente) y con facilidad de acceso |
4 | Inventarios de especies (suma de los niveles 7-9) | Catalogación, sistematización. Lista de especies como herramienta útil en el manejo de colecciones. Uso de las colecciones para proyectos y publicaciones |
Fuente: Adaptado con base en Simmons & Muñoz (2005).
Resultados
Curaduría y preservación de la colección entomológica: orden coleóptera
En este trabajo se curaron 995 coleópteros de los cuales 969 quedaron en colección de referencia y exhibición; los 26 ejemplares restantes pasan a colección de docencia por su ausencia e inconsistencia en los datos, convirtiéndose en herramienta de aprendizaje de la biología de coleópteros. A partir de una revisión general de las cajas entomológicas, se identificaron las inconsistencias taxonómicas, observando que las especies de diferentes familias estaban mezcladas en una sola caja y en otras ajenas al orden, aumentando la cantidad de individuos que en el inventario inicial tenía un número de 846 individuos. A partir de esto se separaron los individuos por familia en diferentes cajas.
Limpieza
Se efectuó la limpieza de 995 especímenes de coleópteros, encontrando que las afectaciones más comunes en los ejemplares fueron infestación por hongos y falta de extremidades (Figura 6a, b), algunos de los alfileres que se encontraban en mal estado se cambiaron y se corrigieron hasta donde fue posible, pues en muchos casos removerlos comprometía la integridad del espécimen, optando por la decisión de dejarlos en el ejemplar (Figura 6c, d). Siguiendo el protocolo de manejo de colecciones se aplicó solución antimicótica a la totalidad de los individuos, se restauraron los que tenían partes rescatables para su reparación y fueron clasificados según su estado de conservación en las siguientes categorías (Tabla 3).
Estado de Conservación | No. Ejemplares |
---|---|
Bueno, completo | 660 |
Bueno, alas incompletas | 3 |
Bueno, antenas incompletas | 91 |
Bueno, patas incompletas | 143 |
Regular, antenas y patas incompletas | 71 |
Regular, sin cabeza | 1 |
Total: | 969 |
Identificación
La fase de identificación tardó un tiempo aproximado de nueve meses en los cuales la finalidad era llegar a la categoría taxonómica de género y en algunos casos se logró llegar hasta especie, inicialmente se parte de ocho cajas entomológicas con individuos dispersos y se termina con seis cajas, ordenadas evolutivamente por superfamilias y familias, con número consecutivo a partir de 1 al 969, de la siguiente forma: caja número I comprende las superfamilias Bupestroidea con 9 individuos, 3 géneros, 2 especies y 1 individuo sin identificar; Caraboidea con 68 individuos, 12 géneros y 2 especies; Chrysomeloidea con 226 individuos totales, de los cuales 65 están en la caja número I y los restantes en la totalidad de la caja número II y parte de la III con 66 géneros, 27 especies y 16 ejemplares sin identificar; caja número III con parte de la Superfamilia antes mencionada y también con las superfamilias: Cucujoidea con 40 individuos, 9 géneros, 3 especies y 1 individuo sin identificar; Curculinoidea con 33 individuos, 14 géneros, 2 especies y 3 individuos sin identificar; Dytiscoidea con 2 individuos y 1 género; Elateroidea con 136 individuos, 18 géneros y 5 especies; Histeroidea con 9 individuos y 2 géneros; en las cajas IV, V y parte de la VI encontramos la superfamilia Scarabaeoidea con 413 individuos, 63 géneros, 39 especies y 5 sin identificar; en la caja VI también encontramos a Staphyloidea con 18 individuos, 3 géneros, 1 especie y 1 individuo sin identificar; Lymexyloidea con 9 individuos, 2 géneros y 1 especie; y finalizamos con la superfamilia Tenebrionoidea con 6 individuos, 2 géneros y 1 especie (Figura 7).
Etiquetado
El proceso de traducción de la información fue lento pues en muchos casos las etiquetas originales estaban ilegibles, también estas etiquetas se presentaban en desorden, con signos de deterioro y asimetría en su fijación dentro de la caja y muchas diferencias de formatos para la ubicación de sus datos (Figura 8a). La fase de etiquetado se realizó a 969 individuos con las cuatro etiquetas mencionadas en la metodología, en muchos casos no se pudo cumplir con el reglaje de distancia entre ellas, pues al individuo no fue posible removerle el alfiler antiguo ya que comprometía la integridad de este y muchas veces no era el adecuado o estaba con capa de óxido de hierro afectando la ubicación y estabilidad de las respectivas etiquetas, pues al penetrarlas, esta capa de óxido, generó huelgo excesivo en el papel y no permitió que estuviesen fijas en su punto de medición, 25 mm, 17 mm, 10 mm y 8 mm respectivamente (Figura 8b).
Almacenamiento
Los insectos quedaron ubicados en 6 cajas entomológicas en un mueble de exposición con su ángulo apropiado de 45° dejando la colección en disposición de referencia y también de exhibición, los ejemplares que no se les encontró ningún dato, pasaron a material de docencia que en este trabajo fueron 24 individuos (Figuras 9, 10, 11, 12, 13, 14 y 15, Fuente: Luis D. Montoya).
Sistematización
Debido a las inconsistencias que se presentaron continuamente en la base de datos antigua de la colección, se optó por empezar una nueva, partiendo de las categorías taxonómicas y en orden alfabético. Los elementos que conforman esta base de datos son: número consecutivo, orden, superfamilia, familia, subfamilia, tribu, género, especie, estado de conservación, número de caja, colector, localidad, fecha, información adicional, foto del ejemplar, índice salud inicial (2014), índice salud actual (2015). Se resalta que en la base de datos antigua solo se tenían 479 coleópteros sistematizados entre los cuales gran parte tenían inconsistencias taxonómicas que fueron resultas satisfactoriamente durante el transcurso de este proceso y adicionalmente se transcribió las etiquetas de 490 ejemplares restantes para un total de 969 coleópteros registrados en la colección entomológica MHN-UCa.
Índices de salud
Para comprobar que el proceso de curaduría y sistematización fue efectivo, se utilizó el ISC protocolo propuesto por McGinley (1993) y Simmons & Muñoz (2005). Para el análisis de los ISC se tomó como unidad de medida cada uno de los registros (individuos) presentes en la colección y se le asignó un nivel dentro de una matriz, estos niveles van del 0-10. Para definir el perfil de la colección con base en los ISC se aplicó la formula McGinley (1993). Este índice se empleó para dos periodos de tiempo, uno inicial en el 2014 y otro final 2015 (Anexo A). Los resultados de los ISC obtenidos en ambas épocas se compararon con el índice propuesto para una colección ideal, representado en la (Figura 16a). Para el 2014 se encontró que toda la colección de coleópteros del MHN-UCa se ubicaba en los niveles 1 y 3 del ISC con 39% y 61% de los ejemplares respectivamente. En comparación el ISC para el 2015 se distribuye en los niveles 5 a 7 donde el nivel 5 contiene el 10,3% de los individuos, ya que algunos ejemplares deben revisarse por dudas taxonómicas, el 65,4% de los registros se ubicaron en el nivel 6 dado que solo se logró su identificación hasta género y el 24,3% restante se clasificó en el nivel 7 al lograr determinar las especies a las que corresponden los especímenes. El valor obtenido de ISC al 2014 fue de 61% mientras que para el 2015 fue de 89,7% lo que significa que la colección obtuvo un perfil que se acerca al óptimo señalado por Simmons & Muñoz-Saba (2005) nos dice que más del 70% de los registros de la colección deberían ubicarse en los niveles superiores (Figura 16).
Prioridades de manejo
El análisis de prioridades de manejo se realiza con base en el ISC para la colección únicamente en el 2015 (Anexo B), con el fin de determinar las prioridades de gestión para los próximos años. Tras la sumatoria de los niveles del ISC se ubica la colección en la prioridad número 3 que reúne el 75,7% de los registros (734 especímenes) y el 24,3% restante quedó en prioridad 4 con 235 individuos indicando que hay que aumentar el esfuerzo de trabajo en la parte de identificación y movimiento en investigación (Figura 17a, b).
Identificación taxonómica
Es un indicador que permite conocer el grado de identificación taxonómica dentro de la colección. En la colección de coleópteros se registran actualmente 252 individuos 44 determinados hasta especie que corresponden al 26,3%, 687 hasta género equivalentes al 70,9% y 27 individuos en duda taxonómica igual al 2,8% (Figura 18). Para calcular este indicador se tomó cada nivel taxonómico, se dividió en el total de registros sistematizados en la colección y se multiplicó por 100.
Representatividad geográfica
En la colección hay representación de 22 departamentos de 32 de Colombia (Figura 19). Boyacá, Cundinamarca, Nariño y Sucre con un individuo; Amazonas y Guaviare con dos individuos, Antioquia, Guajira, Huila y Magdalena con tres individuos; Santander con cuatro y Norte de Santander con cinco, Cauca con seis individuos, los departamentos del Cesar y Quindío con 10 y 11 ejemplares respectivamente, Putumayo con 14, Risaralda con 35, Valle del Cauca con 39, Meta con 49 y 48 individuos por confirmar su localidad en libretas de campo. Los departamentos más abundantes fueron Tolima con 79, Chocó con 83 y Caldas es el mejor representado con 566 especímenes (Figura 19).
Discusión
El ejercicio de curaduría es una tarea de mucha paciencia, que pone a prueba la determinación y el gusto que se debe tener para realizarla, ya que se requiere de gran observación y manejo de prácticas de alta delicadeza, enfocado en colecciones de insectos que utilizan en gran medida técnicas de conservación en seco, sumado a la fragilidad de algunas de sus extremidades por la naturaleza de los ejemplares y el tiempo de antigüedad que en algunos casos se remonta con individuos del año 1953 y 1960 y la dificultad de trasladar la información deteriorada impresa en las etiquetas originales que en casos estaba ilegible. Fue evidente la presencia de hongos en la colección, pues las condiciones en las que se encontraba no eran las ideales tanto en las variables del ambiente: humedad relativa, luminosidad y temperatura, como factores externos de contaminación, falta de extremidades, comprometiendo el estado de conservación de algunos ejemplares. Durante la sistematización, el objetivo fue unificar la información, estandarizarla y dejarla disponible para el trabajo con la colección de referencia, optimizando de esta manera la búsqueda en la base de datos y promoviendo la investigación con el orden coleóptero del MHN-UCa.
Para 2014 se encontró que toda la colección de coleópteros del MHN-UCa se ubicaba en los niveles 1 y 3 del índice de salud de las colecciones, debido a que el material se encontraba deteriorado, disperso y sin atención, con la información de algunas etiquetas muy borrosa e incluso con problemas de conservación por plagas, exceso de pegante, 47 apéndices desprendidos, errores taxonómicos entre otros. En contraste se observa que para el 2015 los ejemplares se distribuyen en los niveles 5 a 7 dado que algunos aún deben ser revisados para su identificación en el caso de aquellos en nivel 5, otros identificados a nivel de género e incluso de especie, curados correctamente, almacenados en cajas por orden taxonómico y alfabético, con etiquetas nuevas y su información asociada actualizada y sistematizada clasificados en los niveles 6 y 7 del ISC.
Dentro de la colección la prioridad que requiere mayor enfoque es la número 3 dado que el 75,7% de los registros se clasificaron en este nivel, el cual se relaciona con la accesibilidad, lo que traduce que la mayoría de los especímenes están sin determinar hasta el nivel de especie y deben estar disponibles para la comunidad de investigadores, ya que esta colección requiere mayor esfuerzo del curador o necesita asistencia de expertos en el grupo para acercarse al perfil ideal de prioridades de una colección. Esto puede deberse a la baja categoría taxonómica en que se encontraba (hasta familia) y que en muchos casos estaba incorrecta, o también se puede deber al abundante periodo de tiempo que estuvo sin dinamismo la colección. El 24,3% restante se ubicó en la prioridad cuatro lo que significa que esta proporción de ejemplares está disponible para investigación y publicaciones a partir de los especímenes curados.
Los indicadores de biodiversidad aplicados a esta colección que fueron los de representatividad taxonómica y geográfica nos muestran la necesidad de aumentar la categoría taxonómica y la invitación directa al gremio investigativo, pues es necesaria la continuidad integral del proceso de curaduría y sistematización que se inició en este trabajo; por el lado del indicador de representatividad geográfica nos evidencia los sitios más muestreados y los que tiene un notorio déficit en su número de individuos, lo que facilita a los científicos concentrar sus esfuerzos de trabajo en las zonas pobres y por el contrario poder ver rápidamente las zonas del país con mayor esfuerzo de muestreo.
Conclusiones
En este trabajo se curaron y se sistematizaron los 995 coleópteros de la colección, usando técnicas estandarizadas recomendadas por el protocolo de cuidado, manejo y conservación de las colecciones biológicas, unificando el modelo de acopio del orden Coleóptera. No obstante, hace falta trabajar los especímenes de los órdenes Mantodea, Blattodea, Hemiptera, Megaloptera e Hymenoptera, grupos que requieren de la aplicación de estas mismas técnicas. También es necesario acondicionar el recinto donde se deposita la colección con las condiciones ambientales óptimas estandarizadas, como la humedad relativa, temperatura y luminosidad controladas.
Los índices de salud aplicados nos dieron a conocer la diferencia entre una colección estática y una con mayor dinamismo, ya que se aplicó inicialmente como punto de referencia en el 2014 donde la colección se encontraba sin atención, y el siguiente en el 2015 después del proceso de curaduría, indicando que el hecho de tener los individuos clasificados hasta género aumenta el grado de utilidad de una colección. Sin embargo, cabe resaltar que uno de los requisitos para que se alcance el perfil ideal de la colección, se requiere entre otras cosas, de la visita de investigadores y expertos, como lo confirma el resultado de las prioridades de manejo, dándole de esta forma mayor dinamismo y reconocimiento a la colección.
La representatividad geográfica nos indica rápidamente qué zonas del país están mejor muestreadas y cuáles necesitan mayor esfuerzo de investigación. A partir de este modelo se puede optimizar la producción científica y complementar los registros presentes de la colección.
La realización de este trabajo evidencia que es necesario tener un número de integrantes específico para las diferentes tareas de curaduría y reparación, cambio de etiquetas y sistematización, así como un monitoreo continuo que garantice que a este proceso que comienza se le dé continuidad en el tiempo.