Introducción.
El autoconcepto (AC) es una variable de personalidad que según Sánchez (2012) se considera el núcleo central de la misma, esto debido al menor número de posibilidades de modificarse en comparación a otras estructuras; el AC se puede definir como la idea que una persona ha construido de su sí mismo, producto de la auto-observación de sus capacidades y limitaciones propias (Alcaide, 2009). Este concepto se ha abordado desde diferentes perspectivas, siendo considerado como una construcción psicosocial (Bandura, 1977) o como una estructura mental de carácter psicosocial, que conlleva a la modulación de aspectos conductuales, afectivos, físicos, reales e ideales, sobre la persona en sí misma (Valdez y Reyes,1992). Algunos autores consideran que este se construye de manera cercana al autoestima influyendo en el repertorio conductual del sujeto (Fuentes et al. 2011) y la forma de interactuar en el medio que se desenvuelve, el modelo de Shavelson et al. (1976) postula que el AC es una construcción multidimensional, entre las que podrían configurar 5 dimensiones principales: académico/laboral, social, emocional, familiar y físico que se pueden ver afectados por factores contextuales como las interacciones, las demandas sociales, la experiencia previa, el repertorio biológico o el advenimiento de alguna enfermedad.
Aunque el AC es una variable que su tradición investigativa se ha centrado en población escolar y universitaria (García y Morales, 2022), se han hecho algunos acercamientos en diferentes poblaciones clínicas. Así se ha analizado el AC, la autoestima y diversos síntomas psicopatológicos en personas de 19 a 40 años, con y sin discapacidad motriz (Pérez y Garaigordobil, 2007; Fernández et al. 2016) donde se puede constatar que ambos grupos de pacientes con un autoestima y AC alto tienen pocos síntomas psicopatológicos en general, así un estudio buscaba determinar la correlación entre síntomas positivos y negativos, la autoestima y la depresión, los resultados muestran que la afectación en el autoestima puede ser un factor de riesgo para desarrollar síntomas relacionados con la depresión (Ramírez y Vargas, 2020).
Un estudio con pacientes que presentaban deficiencias auditivas y normo oyentes, evidencio correlaciones significativas negativas de la autoestima y AC con diversos síntomas como la depresión y psicoticismo (Pérez y Garaigordobil, 2007b). Por su parte Polo y López-justicia, (2012) buscaban evaluar las diferencias respecto al AC en universitarios que presentaban discapacidad visual, auditiva y motora; encontrando que la discapacidad se asocia con un nivel bajo de AC tanto académico y emocional.
A nivel emocional diferentes estudios han demostrado la correlación entre el AC y diferentes condiciones, por ejemplo en deportistas con bajos niveles de autoestima presentan episodios de depresión con cierta frecuencia (Avendaño Castro y Moreno Layaho, 2020), así mismo los niños con sobrepeso muestra un realación entre autoestima y depresión que pueden sugerir que estos síntomas se pueden presentar desde la edad escolar ( Sánchez Rojas et al. 2022; Rojas y Miranda, 2011)
Por otro lado, existen investigaciones que han encontrado una asociación entre el AC y los trastornos mentales. Fumero y Miguel, (2013) encontraron que dimensiones de la esquizotipia afectan de forma diferencial al malestar psicológico y al AC, afectando a este último no siempre de manera negativa. El AC también se ha encontrado alterado en los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Se ha evidenciado que un AC bajo es un factor primordial en la aparición y mantenimiento de los TCA y las mujeres que presentan autoestima baja tienen a menudo problemas respecto a su imagen corporal y TCA (Hsu, 1990), mientras que la alta autoestima minimiza el riesgo de desarrollar síntomas (Ross y Wade, 2004). Además, diferentes autores han descrito la asociación entre un AC bajo en los pacientes con TCA (Perry et al. 2008; Stein y Corte, 2007). Otros autores han creado un modelo basado en rasgos de personalidad y auto concepto que ayuda a distinguir individuos diagnosticados con TCA de forma rápida, eficaz y fiable clasificando al 96.2% de los pacientes analizados de forma correcta (Sánchez, 2012; Sánchez, Herruzo, et al. 2012) .
Estudios que buscan la asociación entre el AC y rasgos psicopatológicos de la personalidad también han encontrado hallazgos significativos. Cadme y Rojas, (2014) encontraron que 4 de las dimensiones del autoconcepto (excepto el físico) están relacionados con conductas autodestructivas. Otro trabajo (Mendoza, 2016) en mujeres privadas de libertad por el delito de estafa no encontró independencia o correlaciones entre las cinco dimensiones de autoconcepto y los rasgos de personalidad paranoide, esquizoide, esquizotípico, histriónico, antisocial, narcisista, límite, obsesivo-compulsivo dependiente y evitativo. Investigaciones que han indagado por la relación del AC con la autoestima y sintomatología patológica en adolescentes, encontraron que los adolescentes con alta autoestima y AC global presentan menos síntomas psicopatológicos en las escalas evaluadas (somatización, obsesión-compulsión, sensibilidad interpersonal, depresión, ansiedad, hostilidad ansiedad fóbica, ideación paranoide, psicoticismo) y menos problemas de conducta reportados por sus padres (Garaigordobil et al. 2005). Se ha encontrado que niños con problemas psicológicos (TDAH u otro motivo de consulta) presentan una autopercepción más negativa al compararlos con aquellos que no presentan quejas (Molina y Maglio, 2013).
El objetivo de la presente investigación es describir el AC en una muestra de pacientes con trastorno bipolar I (TB I) que asisten al programa de atención ambulatoria de la Clínica San Juan de Dios de la Ciudad de Manizales.
Método
Estudio de corte transversal, de característica descriptiva. Muestreo intencional, se evaluaron treinta y seis personas. los criterios de inclusión fueron: A) ser mayores de edad, B) contar con la firma del consentimiento informado, C) asistir al programa ambulatorio para pacientes con TB I de la Clínica San Juan de Dios (Manizales), D) encontrarse en estado de Eutimia al momento de la evaluación para la aplicación del instrumento y E) no presentar deterioro cognitivo que afectará las respuestas del cuestionario.
Instrumentos:
Variables demográficas: La información sociodemográfica (Edad, Ocupación, Estado civil, número de años estudiados, diagnóstico y sexo), fue extraída de la historia clínica posterior a la firma del consentimiento informado.
Cuestionario AF5: Por medio de este cuestionario se evaluó el autoconcepto (García y Misitu, 2006) que permite objetivar las medidas del autoconcepto a partir del modelo propuesto por Shavelson et al. (1976), donde se definen cinco dimensiones a evaluar de la siguiente manera: 1) Académico/laboral: percepción de la persona sobre su rendimiento en el trabajo como en el área académica, 2) Social: Percepción de la persona sobre su desempeño en las relaciones sociales.3) Emocional: Percepción de la persona de su estado emocional y de sus respuestas a situaciones específicas. 4) Familiar: percepción que tiene la persona de su implicación, participación e integración en el medio familiar. 5) Físico: Hace referencia a la percepción que tiene la persona de su aspecto físico y de su condición física.
El cuestionario está conformado por treinta ítems y puede ser utilizado en población de 9-62 años. Para la presente investigación se realizó una adaptación en Excel® que permitiera la aplicación y calificación instantánea siguiendo el algoritmo establecido por el manual de la prueba para la posterior retroalimentación con el paciente. El cuestionario es un instrumento de evaluación aceptado dentro del entorno hispanoamericano y colombiano como lo ilustra Londoño y Alejo (2017), en su trabajo en el que realizan un inventario de instrumentos diseñados, validados o adaptados para población colombiana; este ha sido validado para población española, portuguesa y peruana demostrando una adecuada consistencia interna (Bustos et al. 2015; Malo et al. 2011; Esnaola et al. 2011; García et al. 2006), en población Colombiana Montoya et al. (2019) realizan el proceso de estandarización de este instrumento en población de la ciudad de Manizales en estudiantes universitarios de diez y seis a veinti seis años, evidenciando un adecuado ajuste del modelo pentadimensional del autoconcepto propuesto por los autores del instrumento, de igual manera presenta adecuada validez de criterio concurrente con la evaluación del autoconcepto en adolescentes y adultos (LAEA).
Procedimiento
Los objetivos y la metodología del estudio se presentaron al comité de Bioética de la Clínica San Juan de Dios (Manizales) y a la unidad de investigaciones de la Universidad de Manizales, una vez aprobado el proyecto se socializo de manera individual a los diferentes participantes para la completa compresión del proyecto. La aplicación del cuestionario se realizó después de la consulta de seguimiento con psiquiatría quien proporcionó el visto bueno para la aplicación del cuestionario, esta aplicación la realiza un psicólogo de ultimo año de la Universidad de Manizales con entrenamiento previo, posterior a la aplicación se le explicaban sus resultados y se le brindaban recomendación frente a lo arrojado por el cuestionario.
Análisis estadístico
El análisis de la información recolectada mediante el Cuestionario de Autoconcepto AF5 se llevó a cabo en el software de procesamiento estadístico SPSS versión 21. Para ello se tomó como variable dependiente el resultado de los participantes para cada una de las dimensiones del autoconcepto medidas a través del cuestionario AF5, descrita en el apartado de instrumentos, este permita obtener puntuaciones para 5 dimensiones académico/laboral, social, emocional, familiar y físico y se considero el sexo de los participantes tal como se encuentra registrado en la cedula de ciudadanía, como variable independiente.
El análisis de los resultados se presenta en 3 momentos. En el primero de ellos se realiza una descripción de la muestra por sexo. En el segundo ser muestran los resultados de las pruebas para cada grupo y su respectiva comparación. Y en el último de ellos se comparan los resultados de cada grupo con los respectivos baremos.
Resultados
Descripción de la muestra
La muestra estuvo conformada por 36 participantes diagnosticados con TB I, segmentados en igual proporción por sexo (Femenino y Masculino). En las tablas 1 y 2 se presentan los resultados para las variables edad, número de años estudiados, estado civil y ocupación, para cada grupo.
Como se puede observar, el grupo de sexo femenino tenía una mayor edad promedio que la de sexo masculino, al igual que un número mayor de años de estudio. Adicionalmente, para ambas variables, el grupo de sexo femenino presentó una menor dispersión.
En cuanto a la ocupación de los participantes, en el grupo de sexo femenino estuvo conformado principalmente por mujeres que tenían una empleo y mujeres dedicadas al hogar. Por su parte, el grupo de sexo masculino estuvo conformado principalmente por hombres que laboraban y en una menor proporción por estudiantes y hombres desempleados. Finalmente, respecto al estado civil, en el grupo de sexo femenino la mayor proporción de las participantes eran solteras, seguida por aquellas que eran casadas. Dicho comportamiento se replicó en el grupo de sexo masculino, aunque la proporción de solteros era mucho mayor y la de casados se reducía.
Comparación por grupos
La tabla 3 contienen el valor medio (x) y la desviación estándar (D.E.) de cada una de las dimensiones del autoconcepto, para cada grupo, junto con los valores respectivos de su baremo. Asimismo muestra el porcentaje de diferencia de los puntajes medios entre grupos, estableciendo siempre como valor de referencia el puntaje del grupo de sexo femenino, por lo cual, valores positivos indican que la puntuación media fue mayor para el grupo de sexo femenino y valores negativos que, la puntuación media fue mayor para el grupo de sexo masculino. Por último, se presenta la comparación de medias entre grupos efectuada mediante la prueba de U de Mann-Whitney. Para la elección de dicha prueba se verificó la normalidad de los puntajes mediante la prueba de Shapiro-Wilk, determinando que la mayoría no seguían una distribución normal (Valor p<0,05), motivo por el cual se utilizó una prueba no paramétrica.
Los resultados mostraron que las participantes de sexo femenino tuvieron puntajes medios mayores en las dimensiones social, familiar y físico. Sin embargo, la mayor diferencia porcentual entre grupos se dio en la dimensión emocional, donde el puntaje medio del grupo de sexo masculino fue 24,03% mayor al del grupo de sexo femenino. No obstante, al realizar una comparación de medias entre grupos no se hallaron diferencias estadísticamente significativas para ninguna de las dimensiones.
Comparación entre cada grupo y su respectivo baremo
En la tabla 4 se presentan los resultados de la comparación realizada entre los resultados obtenidos por cada grupo para cada una de las dimensiones del autoconcepto con su respectivo baremos. Para ello se efectúo una comparación utilizando la prueba T para una muestra con un intervalo de confianza del 95%.
Los resultados muestran que en el grupo de sexo femenino existieron diferencias estadísticamente significativas entre el puntaje medio del grupo y su baremo en las dimensiones emocional, familiar y físico. Para las dos primeras dimensiones enunciadas el puntaje medio del grupo fue inferior al del baremo en un 22% y 16,3% respectivamente. Para la dimensión de autoconcepto físico el puntaje medio del grupo fue superior en un 41,5% al del baremo. Por su parte, en el grupo de sexo masculino existieron diferencias estadísticamente significativas entre el puntaje medio del grupo y su baremo en las dimensiones social y familiar. En ambos casos el puntaje medio del grupo fue inferior al baremo en un 11% y 19% respectivamente.
Discusión
El objetivo del presente trabajo de investigación era describir el autoconcepto en un grupo de pacientes con diagnóstico de trastorno bipolar asistentes a la clínica san Juan de Dios, los resultados se discuten a la luz de la literatura científica respecto al tema. Si bien la relación autoconcepto y trastorno bipolar ha sido poco descrita en trabajos de investigación, se encuentran diferentes trabajos investigativos que dan cuenta de las características, la utilidad y la necesidad de seguir explorando esta relación.
En Colombia los diferentes trabajos que han documentado el autoconcepto en población no clínica por medio del cuestionario AF5, han evidenciado que los colombianos puntúan por encima del promedio del baremo, explicando esto por diferencias culturales en la estandarización del instrumento, por lo que se ha hecho la validación en población universitaria colombiana, encontrándose un vacío en la exploración de esta variable en la vida adulta (Montoya et al. 2014; Montoya et al. 2015; Pinilla et al. 2014a; Pinilla et al. 2014b; Pinilla et al. 2013; Montoya et al. 2018), en el presente trabajo los participantes diagnosticados con TB I puntuaron por debajo del baremo en los autoconcepto emocional y familiar en las mujeres y en hombres las dimensiones social y familiar se encuentran por debajo; lo que evidencia que la presencia de patología mental afecta en la percepción que tiene un sujeto sobre sí mismo en diferentes condiciones.
La influencia del diagnóstico de trastorno mental en el autoconcepto ha sido ampliamente documentado. Pasman (2011) desde la teoría del etiquetado, expone que el hecho de recibir un diagnóstico de enfermedad mental ocasiona que se adopte este rol como consecuencia de los efectos de la profecía auto cumplida. En la versión modificada de esta teoría, se aborda de manera mas amplia el impacto negativo en el autoconcepto, reflejando que el estigma puede internalizarse y crear autoestigma por medio de la internalización de algunos estereotipos de las enfermedades mentales (Corrigan et al. 2011), en donde la etiqueta predomina reduciendo el autoconcepto, la autoeficacia y fomentando estilos de afrontamiento disfuncionales, por esta vía el diagnostico conlleva una disminución del autoconcepto a través de efectos de estigmatización, es importante mencionar que los efectos negativos de la estigmatización han sido los mas documentados con población clínica, aunque también se podrían pensar en otros efectos positivos como el fomento de la auto aceptación y la comprensión interpersonal que deben investigarse, ya que se ha encontrado que la autoestima media con la discriminación percibida y los síntomas depresivos en población adolescente ( Umaña-Taylor y Updegraff, 2007).
Se ha demostrado que la estigmatización y la autoestigmatización son una de las barreras que retrasan o impiden un tratamiento eficaz y, por lo tanto, ejercen efectos adversos sobre los resultados en el tratamiento del trastorno bipolar, de igual manera el estigma afecta la experiencia de la enfermedad y el funcionamiento social en los pacientes, impactando la calidad de vida de esta población (Latalova et al. 2013; Díaz y Polanco, 2021; Uhrig, 2020; Sánchez, 2021; Geffner y Martín, 2021).
La disminución del autoconcepto en población psiquiátrica ha sido documentado, en un trabajo realizado con 1.190 personas que asistían a consulta externa estos fueron evaluados para medir su autoestima y su adecuación social, se puedo evidenciar que independiente de la patología mental diagnosticada, estos pacientes presentan baja autoestima, aunque los pacientes con trastorno depresivo mayor, los trastornos de la alimentación y el abuso de sustancias presentaron los niveles de autoestima más baja; de igual manera se pudo evidenciar efectos acumulativos de los trastornos psiquiátricos sobre la autoestima, ya que los pacientes con condiciones comórbidas, particularmente la depresión, tendían a mostrar menos autoestima. Estos resultados evidencian que presencia de psicopatología reducen la autoestima, siendo más evidente en los trastorno del afecto y la alimentación; aunque también se podría considera que la baja autoestima puede aumentar la susceptibilidad al desarrollo de una psicopatología (Silverstone y Salsali, 2003), así se ha logrado evidenciar que la inestabilidad del autoconcepto y el afecto está presente en pacientes con trastorno bipolar, incluso cuando sus síntomas están en remisión , y se ha encontrado en personas con riesgo genético de padecer el trastorno, estando la posibilidad de considerarse como un marcador de vulnerabilidad del trastorno ( Knowles et al. 2007),
De igual manera se ha podido evidenciar que las diferentes variables sociodemográficas juegan un papel importante en la modulación del autoconcepto en pacientes con diferentes diagnósticos psiquiátricos, así se observa un aumento significativo de este con el aumento en la edad, el nivel educativo y los ingresos, de igual manera los pacientes que se encontraban empleados mostraron un autoestima significativamente mayor que los pacientes desempleados (Salsali, y Silverstone, 2003).En este trabajo la dimensión académica/laboral del autoconcepto no presenta alteraciones considerables o diferencias significativas entre hombres y mujeres, sin embargo, otros estudios ha demostrado que los pacientes con diagnóstico de trastorno bipolar presentan un autoconcepto más bajo, marcado principalmente por las dudas, preocupaciones sobre el desempeño académico/laboral y algunas percepciones de estar físicamente disminuido o inadecuado (Prerost, y Song, 2012).
Los resultados del presente trabajo mostraron que las participantes de sexo femenino tuvieron puntajes medios mayores en las dimensiones social, familiar y físico, aunque la relación sexo y autoconcepto en pacientes psiquiátricos no es clara, algunos trabajos reflejan que las mujeres de forma global presentan un autoestima significativamente mas baja al compararlas con los hombres (Salsali, y Silverstone, 2003), otros estudios no reflejan diferencias significativas según el genero en AC y autoestima aunque si se evidencian correlaciones negativas significativas para el AC y la autoestima con diferentes síntomas psicopatológicos en ambos sexos (Garaigordobil et al. 2008). Es importante reconocer que estas relaciones pueden estar mediadas o condicionadas por otros factores como el equilibrio afectivo y por la satisfacción con las relaciones dentro de su núcleo familiar primario, en donde los pacientes con TB se perciben como aislados e indignos de representar un papel dentro de su núcleo familiar lo que disminuye su AC en esta esfera (Sórgaard et al. 2002; Prerost, y Song, 2012), aspecto importante ya que se pudo evidenciar que independiente del genero los participantes en la presente investigación puntúan por debajo del baremo en la dimensión familiar. Otro aspecto a tener en cuenta y que media en el AC a pesar de situaciones adversas o de eventos estresantes para la persona como un diagnóstico de enfermedad es la resiliencia, aspecto que debe ser explorado en futuros estudios con población clínica (Hincapié et al. 2016).
El presente estudio cuenta con una serie de limitaciones que deben de ser tenidas en cuenta para futuros estudios, inicialmente el tamaño reducido de la muestra afecta el alcance de los análisis estadísticos y por ende le generalización de las datos, de igual manera si bien los grupos (hombres vs mujeres) fueron similares, no se pudo establecer la homogeneidad frente a otras variables como el estado civil, el número de años estudiados y la ocupación lo que ocasiona la dispersión de los datos; de igual manera en estudios futuros se deben de incluir otras muestras clínicas y no solo pacientes con trastorno bipolar.
A pesar de las limitaciones metodológicas este estudio resulta interesante por el hecho de presentar otra variable que debe ser tenida en cuenta al momento de determinar la efectividad y la adherencia a un tratamiento por lo que se deben de crear estrategias para fortalecer el AC en los pacientes y luchar contra la estigmatización de esta población (Latalova et al. 2013), de igual manera los grupos de apoyo como estrategia de participación comunitaria, el humor y los estereotipos intragrupales positivos se relacionan con un aumento del AC (Ilic et al. 2012). Aunque es importante considerar que la estigmatización en sí misma puede impedir la formación y las consecuencias beneficiosas de las relaciones constructivas entre las personas que reciben atención médica mental por parte de algún profesional (Verhaeghe et al. 2008) aplicaciones que pueden llevarse a otras condiciones más allá del trastorno bipolar cómo sería la esquizofrenia, en donde un análisis de regresión longitudinal han encontrado que la reducción en el nivel de gravedad de los síntomas negativos se asocia significativamente con un mejor autoconcepto y viceversa, (Jones et al. 2010).
Por último la importancia de comprender el funcionamiento del autoconcepto en pacientes con trastornos mentales tiene el potencial para afectar de manera directa los procesos de intervención, considerando que estos deben de ir más allá de la prescripción de un esquema de farmacoterapia, ya que hay investigaciones que sugieren que la depresión se puede prevenir o reducir por medio de intervenciones terapéuticas dirigidas a fortalecer el autoconcepto (Orth, y Robins, 2013), este aspecto se ha reportado en adolescentes en donde los efectos de la intervención se mantuvieron hasta 4 semanas después de la implementación de un programa de intervención (Li Lau et al. 2021), así mismo no solo las enfermedades psiquiátricas se han beneficiado de la intervención dirigida a mejorar el autoconcepto, por ejemplo el trabajo de Kiropoulus et al. (2019) evidencia que las personas con mayor autoconcepto y aceptación de la enfermedad (esclerosis múltiple) tenían niveles de síntomas depresivos mas bajos.
De igual manera las intervenciones centradas en el autoconcepto se pueden valer de diferentes herramientas y recursos para abordar esta variable de manera indirecta, por ejemplo un programa de composición de canciones centrado en la identidad que tuvo un total de 12 sesiones puede ser beneficiosos en el autoconcepto en aquellas personas que han pasado de contextos hospitalarios a comunitarios ( Baker et al. 2011),de igual manera también se han descrito beneficios del ejercicio físico sobre esta variable ( Frizzo et al. 2001; Araque et al. 2021). Intervenciones cognitivo conductuales para crear consciencia sobre el estigma social injusto e impulsar la autodefensa para resistir el estigma han encontrado resultado prometedores (Park et al.2019); mejorar las relaciones con los miembros de la familia y tener actividades de ocio adecuadas también puede contribuir y las propuestas de intervención dirigidas a mejorar la autoeficacia pueden ayudar a las personas con TB a implementar diferentes estrategias para mejorar su calidad de vida (Abraham et al. 2014).
Se espera que lograr la comprensión de las variables psicológicas como el autoconcepto permita brindar estrategias de detección e intervención oportunas para mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias (Sáez et al. 2021), independiente de la condición física o mental que posean ya que esto puede afectar el pronostico de recuperación de las personas (Hendry et al. (2019).