Al reflexionar sobre la lectura de Entrepreneurial Literary Theory: A Debate on Research and the Future of Academia (La teoría literaria empresarial: un debate sobre la investigación y el futuro de la academia), me encontré en un estado de desasosiego que provino tanto de la forma como del contenido del texto. Este recorrido erudito por los recovecos del debate en torno al "valor" actual de los estudios literarios discute un tema bastante espinoso: el de la imposición de las demandas del mercado en la investigación literaria. Estas demandas obligan a los estudiosos de la literatura a justificarse de la misma manera que los contadores o un ingeniero estructural. Asimismo, se destaca la estructura del libro: consiste en una conversación entre cinco pensadores y se asemeja a una conferencia entre mentes contrapuestas con argumentos bien desarrollados. Pero me aflige una duda acuciante, específicamente la aparición de la heteroglosia a lo Fernando Pessoa, pues puede ser que una misma persona contribuya con dos voces al escenario bajo un heterónomo. Hasta cierto grado, no importa si existen tres, cuatro o cinco "autores" en carne y hueso o no; el libro representa una meditación oportuna que arroja luz sobre la lógica detrás del sistema contra el cual chocan de manera reiterada los especialistas en la literatura. Empero, si el autor principal, Alexander Search, es el heterónomo de otro participante, entonces el libro se torna un ejercicio brillante justamente en lo que aspira a defender: la unicidad de la imaginación literaria, una afirmación clarísima de la plasticidad del cerebro cuando se emprende en la lectura detenida de una obra literaria.
Creo que esta duda es bastante diciente, como intentaré demostrar al retomarla para concluir esta reseña. Entretanto, revisaré este libro que aborda la pregunta "¿cuál es el lugar de los estudios literarios en la universidad empresarial?". Los pensadores juegan un pimpón intelectual que inicia con el primer lance de Search (investigador independiente): "Toda investigación literaria es o debería ser llevada a cabo con el fin de generar lucro por algún sector empresarial de la economía" (7).1 Este hilo conductor guía la examinación de los cinco interlocutores: Suman Gupta (profesor de Literatura e Historia Cultural, The Open University), Fabio Akcelrud Durão (profesor de Teoría Literaria, Universidade Estadual de Campinas), Terrence McDonough (profesor emérito de Economía, National University of Ireland) y, con menos intervenciones, Leandro Pasini (profesor de Literatura, Universidade Federal de São Paulo).
Para darle al lector una idea del cauce de estas conversaciones, Search postula un argumento polémico de la índole "la lectura atenta que caracteriza los estudios literarios serviría al sector corporativo y mejoraría la práctica de los capitalistas" (104-108). Search enmarca así el capital cultural de un estudioso en términos cuantitativos, que se mide por el número de ponencias, publicaciones o asistencias a eventos como la apertura de una biblioteca, así como a través del factor de impacto de las publicaciones (con el fetichismo del paper a costa del libro). Gupta y Durão denuncian la lógica engañosa de Search e introducen sus propios puntos de vista sobre la función del estudioso de la literatura. Como profesionales de este campo, socavan el lucro como razón de ser de la investigación literaria. De ahí, Search desestima las protestas de sus contrapartes, solo intentando comprometerse con sus posiciones de manera no somera en pocas ocasiones. También hay capítulos en los que el orden es inverso, v. g. Gupta señala una posición, Search responde y Durão o Gupta acuden a la discusión para pulir el argumento en contra del capitalismo. Estos capítulos demuestran, a mi modo de ver, un intento más profundo de comprometerse con la propuesta y forma de pensar de Search, pero lo anterior merece el caveat de que, a pesar de que el tono a lo largo del libro es aparentemente mesurado, raya constantemente en lo belicoso,2 lo cual puede ser un síntoma que revela la necesidad de este debate. A fin de cuentas, Search y sus capítulos son los objetos más pesados en este sistema, así que resulta bastante natural que todos los demás objetos graviten hacia ellos.
Tal atracción gravitatoria es objeto de lamento por Gupta y Durão en este libro y en el entorno cultural, porque encauza toda la conversación al respecto. Como investigadores y docentes, ofrecen análisis pormenorizados de los efectos lesivos de los motivos de lucro y del nombramiento de líderes académicos abiertamente hostiles a la literatura. De acuerdo con este panorama, sufren los Departamentos de Literatura y desaparecen fondos para proyectos vinculados con el estudio de esta (v. g. monografías). Tocando el meollo del planteamiento de Search, el único "valor" que se les concede a estos artefactos del quehacer de un profesor de literatura es poco más que el de entrenar a los capitanes de la industria para que sean más eficaces. Durão observa incisivamente que Search "utiliza un síntoma para luego generalizarlo, como si correspondiera al todo" (34). Para decirlo de otra manera, Search fusiona un estado de las cosas con la causa del estado de las cosas. Por ende, cualquier falencia por parte del estudioso se puede atribuir a su falta de voluntad para asumir la mentalidad empresarial. Search es incapaz de considerar que el esquema de lucro ha exigido que los estudiosos pierdan relevancia ante los ojos de los decanos universitarios y de los responsables de la formulación de políticas públicas. Incluso tacha a los estudiosos de hipócritas por disfrutar los beneficios de un mundo capitalista fundado sobre la generación de lucro mientras critican el sistema que produce tal lucro. Dos puntos son especialmente disonantes aquí. Primero, la tautología es claramente problemática; segundo, esta mentalidad proscribe la autorreflexividad. Según esta línea de razonamiento, cualquier acción dentro de un sistema es equivalente a un apoyo al sistema. Llamémoslo estudios literarios Vichy.
Hasta ahora, nos hemos quedado en el plano de lo abstracto. Por lo tanto, quisiera traer a colación un ejemplo bastante instructivo. Search dedica un capítulo a la presentación de evidencias concretas del "valor" de los estudios literarios y aduce varios libros sobre la destilación de la obra de Shakespeare para empresarios que no quieren leer a Shakespeare.3 Además de reafirmar la idea de Shakespeare como un significante vacío -es decir, de un símbolo divorciado de todo lo que se relaciona con las ideas contenidas en textos como Hamlet- centra la atención en una perspectiva dominante que ve a los estudios literarios como inútiles si no promueven las fuerzas del mercado. Dicha perspectiva implica el entrenamiento de los humanos en competencias que la inteligencia artificial no logrará por décadas (si es que algún día las consigue).4 No nos debe sorprender que Search postule que "la investigación literaria de hoy en día tiende a ser innecesariamente desalentadora para los líderes" (243), aunque uno nunca sería tan necio como para reclamar que un resumen ejecutivo o informe de mercadeo fuera diseñado para especialistas en literatura. Search prosigue ofreciendo ideas sobre cómo los estudiosos no literarios pueden mantener viva la llama de la teoría literaria empresarial (245-247), específicamente si se estimulan las ansias de éxito de los negociantes al mostrarles cómo extraer aún más lucro al conocer las lecciones de Shakespeare. Si bien lo anterior representa una de las pocas funciones útiles de los estudios literarios, ni siquiera estos especialistas están capacitados para cumplir este objetivo: todos los intentos de expurgar lo literario de Shakespeare han surgido en disciplinas ajenas a la literatura (mercadeo, por ejemplo).
Igualmente esclarecedora es la réplica de Search a una sección (relativamente) extensa de Gupta, en la cual este realiza una práctica común dentro de la academia: leer textos, hallar patrones, analizarlos y situarlos históricamente y en función de su relevancia actual. Hacerlo le sirve a Gupta para trazar la evolución de las disciplinas como creaciones institucionales y exponer el "continuo de conocimiento", un fenómeno que explica el hecho de que los estudios literarios rebasan lo exclusivamente literario; en otras palabras, las investigaciones literarias tocan la historia, la filosofía, la política, etcétera (59). Search solo reúne fuerzas suficientes para atacar de la siguiente manera: "El anacronismo extraño de hacer referencia a nociones como 'razón pura, 'ciencia positiva' y 'filología' [utilizado por Gupta] para hacer su argumento habla por sí mismo" (63). Para Search, pensadores como Kant, Comte, Vico y Nietzsche serían, entonces, no más que "sujetos de interés histórico" (63). Es de esperar que lo anterior produzca shock entre los lectores y sobre todo en el brasileño Durão5 o los defensores de los derechos humanos cuya premisa viene de la ética kantiana.
Por último, la idea central del texto gira en torno al argumento de las supuestas necesidad e inevitabilidad, para utilizar el lenguaje autoritario de Search, del motivo de lucro como el fin de la labor de los estudios literarios y la respuesta apasionada de los profesores (54, 88). En cualquier caso, la cosmovisión dominante ha arraigado tanto que los defensores de las humanidades exigen que estas se conformen, lo cual es el enfoque que impulsa las propuestas de Search y los de su calaña, incluso cuando profesan su deseo de proteger la investigación humanística. Sin embargo, va a contrapelo de lo que muchos estudiosos de la literatura sostienen:6 un acto intrínsecamente placentero que también juega un papel importante en guiar el futuro de la sociedad, por lo menos dentro de los cuatro esquemas de estudios literarios que identifica Search.7
Para cerrar, quisiera volver al comienzo del libro, que abre con un pronunciamiento funesto: "Un espíritu empresarial se ha apoderado de la academia" (1). Lejos de ser una aprobación de la tesis de Search, quien aparentemente escribe la introducción, este rechazo implícito (y ominoso) se torna más marcado en cuanto la introducción define a los empresarios como los que trabajan "únicamente en pos del lucro en cualquier actividad productiva en la cual se involucran", aunque admite que el mundo contemporáneo está poblado de "personas jurídicas colectivas" (léase: empresas) y resulta haber un ascenso súbito de ejecutivos cuya búsqueda de lucro no les sirve a ellos mismos sino a sus empresas. Entonces, es natural que empresarial se use hoy en día casi exclusivamente en la forma adjetival en vez del sustantivo empresario o emprendimiento (en la frase que abre el libro, nótese que aparecen las palabras "espíritu empresarial") porque se refiere más bien a un "estado mental" que a la idea de cumplir ciertas funciones (1-5). En otras palabras, desde el principio, el libro reconoce y hasta celebra su tensión interna, su falta de resolución (5).
Todo lo anterior me conduce al nombre de Alexander Search en sí.8 Este heterónomo de Fernando Pessoa se firma en pocos textos, pero algunas oraciones merecen ser resaltadas, una de las cuales es "cuando se ataca la religión en nombre de la verdad, la religión es un sustituto deficiente y el pobre hombre solloza en la oscuridad" (51).9 Creo que preocupaciones paralelas son la premisa del libro entero (EntrepreneurialLiterary Theory): ¿qué pasaría si el profesor de literatura trabajara únicamente en pos del lucro? ¿Cómo lamentar un mundo en el que el acto de apreciar el arte se reduce a una instrumentalización del arte sin negar de antemano que el arte cumpla un papel social? Durão lo aborda de esta manera: "la literatura no solo se puede señalar a sí misma, pues también tiene que involucrar una suerte de exterioridad que es necesaria para que no se reduzca a lo absurdo -sea la vida, sociedad, experiencia, placer u otra cosa-" (238). Así, enfatiza el entrelazamiento de la literatura y la vida en tal grado que minimizar el "valor" de pensar en, con, a través de y desde la literatura por ánimo de lucro, por extensión, minimiza la vida a esos mismos motivos. Digamos que, hipotéticamente, un profesor de literatura escribió las partes de Search en Entrepreneurial Literary Theory; sería una manifestación hipnotizadora del pensamiento literario, de la habilidad de dejarse llevar por otra forma de navegar en y de orientar el mundo. Tal habilidad, que no es una competencia en la acepción empresarial, demuestra que la perspectiva formada por la literatura, la cual reconoce valores por fuera de la circulación del capital, es la única que puede darle vida a la frase más hechizante, en lo que nos concierne, de Alexander Search:10 "desde que [he tenido] conciencia de mí mismo, he percibido en mí una tendencia innata hacia la mistificación, a la mentira artística" (1).11 Esa mentira artística, esa tendencia hacia el estudio de la mistificación sin perder un aprecio de ella, no cabe bajo el rubro de la teoría literaria empresarial.