Introducción
Esta investigación propone dar cuenta de la construcción de significados del espacio urbano por parte de niños y niñas en el barrio Brisas del Volador, para explorar las apropiaciones que tienen sobre el espacio; es decir, dar cuenta de la producción de un sentido de lugar colectivo, pero particular de esta población, que nos habla de la manera en la que habitan su barrio. Los niños y niñas de este barrio de la localidad de Ciudad Bolívar usan, apropian y construyen significados del espacio urbano desde una corta edad. En buena medida, porque sus padres trabajan y ellos deben "valérselas" por sí mismos en la calle, tanto para ir a la escuela, donde familiares y amigos, como para ayudar a sus padres con tareas cotidianas, tales como las compras del mercado diario. Son niños y niñas que crecen en las calles desafiando los riesgos de vivir en una gran ciudad como Bogotá, pero también, aprovechando las potencialidades y oportunidades que esta metrópoli ofrece en lo social, cultural y económico.
Este artículo se deriva de una investigación que se enmarca en el estudio sobre la experiencia urbana de niños, niñas y adolescentes que crecen en ciudades, del proyecto internacional Growing up in cities III; la tercera versión de un estudio original del famoso urbanista Kevin Lynch (1977), y una segunda versión de Louise Chawla en 1990. Esta versión fue liderada por profesores de la Universidad Deakin, Australia, y se adelanta en 16 países y 24 ciudades. En Bogotá, la investigación se adelanta en dos barrios de origen informal por equipos de investigación de la Universidad Javeriana y la Universidad de los Andes. Este artículo presenta los resultados del proceso de investigación del equipo de la Universidad Javeriana, que tiene como objetivo explorar los usos, apropiaciones y construcción de significados del espacio urbano que niños, niñas y adolescentes hacen de su barrio, Brisas del Volador, un barrio popular de la localidad de Ciudad Bolívar. Este barrio se originó por procesos de urbanización informal, una de las últimas ocupaciones en el sector, alrededor de 1986. Se ubica en un territorio irregular y montañoso que fue utilizado para minería ilegal, lo que actualmente causa problemas de inestabilidad del suelo que son característicos de este lugar. Así mismo, es un barrio con un alta tasa de población infantil y de adultos mayores (Morales, 2016).
Se plantea que la significación del espacio urbano no solo construye un sentido de lugar particular, sino que puede ser utilizado para modificar dicho espacio en función de aquello que dificulta la cotidianidad. A partir de ahí, se muestran posibles inferencias del análisis de la montaña, como elemento estructurador del sentido de lugar, en tanto condensa los significados y se discuten las implicaciones de crecer en Brisas del Volador, que este proceso de significación permite establecer.
Ciudad, informalidad y niñez
Las ciudades contemporáneas son el resultado de la extensión desigual del tejido urbano compuesto por diferentes patrones de crecimiento, distintos tipos de asentamientos e infraestructuras y diversas formas de economía capitalista (Brenner, 2006). Así, lo urbano como concepto y como modo de producción socio-espacial permite dar cuenta de esos procesos desiguales y transformaciones discontinuas que podemos llamar, sociedad urbana (Lefebvre et al., 2003). En las ciudades latinoamericanas, estos procesos y transformaciones, desiguales y discontinuos, han favorecido la aparición de los llamados asentamientos informales o populares, los cuales, se calcula que entre 1950 y 2004 correspondió, al menos, al 50 % de la urbanización de la región (Salas et al., 2004), constituyendo el rasgo paradigmático de producción de lo urbano en América Latina (Conolly, 2013).
Los asentamientos informales son un rasgo característico de la ciudad de Bogotá, donde más del 50 % de la ciudad ha crecido a partir de algún patrón de informalidad (urbano y de vivienda) y cerca del 30 % del área de cobertura total de la ciudad, se encuentra configurado por informalidad u ocupación "ilegal" (DANE, 2018; Hernández-García, 2016). Estos asentamientos se han producido especialmente por procesos migratorios, muchos de ellos desde las áreas rurales en búsqueda de mejores condiciones económicas en la ciudad, y otros, como resultado del conflicto armado colombiano. Los barrios informales o populares se configuran a través de la producción social basada en prácticas y relaciones de las personas que ahí habitan (Hernández-García, 2013).
Esta situación, implicaría que la manera en la que se observa lo urbano no sería en la ciudad misma, sino en las formas concretas en las que se da el proceso de urbanización, es decir, que serían estas prácticas urbanas y estas relaciones sociales las que le dan forma al tejido urbano. En este sentido, la mirada de dichas prácticas, particularmente las de niños y niñas -que es el caso de esta investigación-, permitiría descolocar a la ciudad como mercancía, para entenderla como resultado de la práctica social en relación a una dinámica discontinua y desigual.
De este modo, se exploran las prácticas urbanas para dar cuenta de las maneras en que pueden moldear el territorio y constituir formas de resistencia (Zibechi, 2008). En consecuencia, no solo se retrata una realidad urbana-informal dada, sino que se busca evidenciar las posibles prácticas para la transformación de dicha realidad, que, particularmente en Latinoamérica podemos reconocer como ontologías relacionales y como políticas del lugar (Escobar, 2016), en tanto maneras de producir el territorio como reconfiguración de la vida. Por lo tanto, la transformación del espacio para adecuarlo, para ocuparlo con su cuerpo (Delgado, 2006), implica la producción poética de lugares que no son para tener, sino para existir (Harries, 1984), es decir, implican actos creativos orientados a modificar un lugar en el intento de que la existencia anhelada se pueda hacer posible.
Aquí, el barrio se entiende desde la noción de producción socio-espacial y como texto significante. Como producción socio-espacial, se plantea un entorno construido que va más allá de la construcción física, el cual se configura y modifica en función de las formas particulares de habitar. Como texto significante, da cuenta de un entorno construido que se puede leer e interpretar a partir de un discurso que orienta dicha producción (Foucault, 2009) y unas narrativas que le dan su sentido (Espinosa et al., 2015), lo que puede originar imaginarios (de lugar) que no serían representaciones de lo construido, sino expresiones de los elementos significantes que toma el discurso para ordenar en narrativas. Es un texto social, caracterizado por ser un complejo sistema de relaciones intertextuales, en las que no hay un único productor, lo cual constituye una disputa en el campo de lo simbólico, es decir, es la escena del conflicto social por el sentido de lugar (Agrest, 1974).
Esto quiere decir, que hay una relación entre lo construido y las formas de usar y apropiarse del espacio urbano que está mediado por el lenguaje (Lefebvre, 2013), o en otras palabras, que los significados que se construyen sobre el espacio urbano, están intrínsecamente relacionados con las formas de usarlo y de apropiarse. Dicho lo anterior, la mirada de las prácticas urbanas se realiza trascendiendo la mera observación, es decir, su simple representación y descripción, pues también implica la mirada de la relación entorno construido-lenguaje, que existe en dichas prácticas.
Considerando el hecho de que la mayoría de los niños, niñas y adolescentes del mundo en desarrollo crecen en las ciudades (Unicef, 2012), habría que prestar más atención a la interacción entre ellos y su entorno urbano. Particularmente, son importantes aquellos que habitan en los asentamientos informales, que suman alrededor de 400 millones (Rahbany, 2022), la mayoría de ellos en Latinoamérica. Los niños, niñas y adolescentes siguen siendo marginados en la investigación y la formulación de políticas públicas. En consecuencia, sus voces están en gran medida ausentes "de casi cualquier informe o tema importante de interés público", incluso cuando los niños y sus intereses son "fundamentales en todos estos asuntos de adultos" (Alderson, 2013, p. 3), incluyendo la sociedad, la política y la ciudad.
Existe cierto reconocimiento en que niños, niñas y adolescentes hacen "una valiosa contribución a la vida social y política" en el entorno urbano (Graham & Fitzgerald, 2010, p. 135). Sin embargo, la participación significativa en ciertos "asuntos" sigue siendo limitada (Alderson, 2013; Freeman & Tranter, 2011; Wilks & Rudner, 2013). La planificación urbana es un ejemplo destacado, pues la rápida transformación de las ciudades afecta en gran medida su vida cotidiana, pero las dinámicas de poder, las formas de trabajo establecidas y la falta de habilidades por parte de los profesionales de la planificación, hacen que las voces de niños, niñas y adolescentes, rara vez sean escuchadas (Cele & Van der Burgt, 2015; Frank, 2006; Freeman et al., 2003; Malone, 2015; Tisdall, 2008).
En ese marco, el artículo explora y visibiliza la voz de niños y niñas del sector, tradicionalmente excluidas de prácticamente todas las actividades urbanas (Alderson, 2013; Carroll et al., 2019), y especialmente, del uso y apropiación del espacio urbano (Carroll et al., 2019; Tayefi Nasrabadi et al., 2021). De manera tradicional son las voces de los adultos las que se escuchan, por el doble motivo en que se piensa que son ellos los que saben qué es lo mejor para los niños y niñas, y, por otra parte, porque existe la creencia de que los niños y niñas no saben qué es lo mejor para ellos, ni cómo expresarlo. La investigación cuestiona ambas suposiciones, en especial la segunda, siendo la participación de niños y niñas la forma de indagar sobre la construcción de los significados que le dan a su barrio, lo cual es el medio para discutir sobre el uso y apropiación del espacio urbano.
Enfoque y procedimiento metodológico
El proceso de investigación de este artículo acoge del estudio internacional GUIC III algunos aspectos metodológicos (Chawla, 2002; Driskell, 2002; Derr et al., 2018), en particular la observación, los recorridos y el trabajo con niños, niñas y jóvenes, que permiten generar un conjunto común de datos para la comparación entre los distintos países donde esta investigación se desarrolla. La intención de comparar lugares, es presentar a los responsables de la toma de decisiones, y al público en general, el enfoque de la investigación y los resultados derivados de las perspectivas de los niños, niñas y jóvenes respecto a su entorno urbano en cada uno de los casos de estudio.
Para la investigación en Brisas del Volador, se preguntó por las implicaciones socio-urbanas que la producción y transformación del espacio informal tiene en esta población, a fin de indagar sobre la construcción de significados en este barrio popular. Esto se realiza a partir de la revisión de los elementos que identifican como configuradores de su entorno barrial, con relación a los factores que promueven o dificultan su bienestar, de manera participativa, es decir, tal y como ellos construyen significados que dan sentido de lugar.
El asunto es la manera de canalizar la participación para que sea significativa, sin ser abrumadora para los niños y niñas. La respuesta fue el juego como instrumento fundamental (Winnicott, 1993), para así conocer las voces de los participantes mediante estrategias orales y gráficas. El propósito fue construir confianza, a partir de un trabajo continuo que se extendió por cuatro meses, que además, contribuyó a la visibilización de niños y niñas ante la comunidad, y que, apoyado por la actual presidenta de la Junta de Acción Comunal, llevó a consolidar la idea de mejoramiento del espacio público para el especial disfrute de estos niños y niñas, con la futura construcción de un área de recreación en un predio de propiedad pública que será recuperado y destinado para este fin.
Para esto se realizó la reconstrucción de narrativas sobre el barrio (Bruner, 1999; Espinosa et al., 2015), en las cuales se pudo identificar los elementos del espacio urbano que constituyen el proceso de su significación, para analizar los usos y apropiaciones en descripciones basadas en los significados que los niños y niñas le dan al barrio.
A partir de un variado menú de ejercicios lúdicos de producción artística tales como pintura, collage, frottage, serigrafía, mural, plegados y recorridos aplicados a una muestra de 30 niños y niñas del barrio, durante 16 sesiones en 4 meses, se construyeron distintos entornos urbanos imaginarios, gracias a preguntas orientadoras que indagaron sobre las situaciones que más les afecta en su cotidianidad urbana y las posibilidades que tienen para enfrentarlas. Estos ejercicios estuvieron orientados a la identificación de elementos particulares de su entorno urbano, extrayéndolos de imágenes existentes o de sus propios dibujos, que reconfiguraban en nuevas imágenes para construir los imaginarios propuestos.
En dichas prácticas, los espacios imaginarios que construyeron los participantes, no fueron desde una mirada externa, sino que dieron cuenta de la posición en la que se ubicaban espacialmente. Posterior a la revisión de los ejercicios, se devolvieron a cada partícipe en forma de palabras, los elementos que en los imaginarios se destacaban, ya fuera por su ubicación en la composición, por su repetición o por su particularidad con relación a los otros imaginarios.
A través de la articulación de dichas palabras, cada integrante de la muestra construyó narrativas de los espacios urbanos imaginarios, en la medida en la que organizaban las palabras de manera colectiva, generando frases que les permitió caracterizar los elementos con los cuales se identificaban. Desde allí, dieron cuenta de la manera en la que el espacio imaginado se usaba y se podía modificar, y al consultarles por las palabras escogidas y por el orden utilizado para articularlas, se podía entender los significados que le daban a los elementos urbanos presentes en los imaginarios.
El análisis propuesto se dio por medio de la construcción repetitiva de estos imaginarios de lugar, de donde se pueden extraer los elementos que constituyen el proceso de significación del espacio. Es decir, se solicitó a los participantes que realizaran un dibujo que posteriormente cortaron, y con estas partes se les pidió producir un collage. El proceso de construcción repetitivo de imaginarios, pretende la identificación de la manera en la que se articulan los distintos elementos que constituyen el sentido de lugar, lo que permite establecer en el nivel narrativo el proceso de significación, y a la vez identificar aquellos significados que condensan el sentido de lugar. Como complemento, se realizaron recorridos por el barrio, que tienen como objetivo producir narrativas sobre este. Es decir, que el recorrido no pretende la descripción misma del barrio, sino que, en tanto no es un retrato de la realidad urbano-informal dada, se busca la identificación de elementos del barrio que sean significativos, y puedan contrastar los elementos identificados en las narrativas de los espacios imaginados.
Es de esta manera como se realiza un acercamiento contextualizado (Marcus, 1995), que trasciende la mirada repre-sentacional del lenguaje para hacer uso de su función expresiva (Fossa, 2019), lo que a la vez permite transcender la mirada representacional del espacio (Lefebvre, 2013), pues como se planteó anteriormente, hay una relación entre lo construido y lo significado (Agrest, 1973). Es un acercamiento que entiende lo construido como acto de producción de sentido (Kristeva, 1985) que se aleja de una lectura (descriptiva) de eso construido. Esta metodología facilita el acercamiento a registros orales, escritos o gráficos de carácter narrativo, haciendo uso de recursos provenientes de la teoría literaria (Bruner, 1991), para dar cuenta de que la ciudad posee una dimensión de significación que orienta las maneras de habitar y de darle forma (Lombard et al., 2021), es decir, que damos cuenta de un espacio que fue producido antes de ser leído, y que además, no fue producido para ser leído, sino que fue producido para ser vivido (Lefebvre, 2013).
La significación y la apropiación en Brisas del Volador
Para lo anterior se trabajó en talleres de dibujo y collage con el objetivo de la construcción repetitiva de sus propios imaginarios del barrio. En los talleres de dibujo se les solicitó realizar dibujos del barrio partiendo de lo que les gustaba, les incomodaba y lo que anhelaban que fuera. Esta silueta permitió inferir las narrativas, al identificar la manera en la que se articulan los diferentes elementos dibujados. En los talleres de collage se les solicitó recortar de estos dibujos los elementos que quisieran para recomponer otra imagen, es decir, repetir el proceso de articulación de los elementos, para así constatar las narrativas y los elementos que las configuran. Para complementar, se realizó un recorrido por el barrio con los niños y niñas, por los lugares que solían frecuentar o que tuvieran algún interés para ellos; incluyendo lugares atractivos, de juego, pero también de peligro, de miedo, etc. Luego, se les pidió que por grupos dibujaran lo que más les gustaba del barrio, lo que menos, y lo que les gustaría y no les gustaría que tuviera el barrio.
El material producido se revisó para identificar los elementos que configuran cada dibujo y los cuales se cortaron para producir la repetición del imaginario en el collage. Estos elementos se destacan por su ubicación general en la composición, por su repetición en los collages posteriores y por su particularidad en relación con todo el material. Esta escogencia también se basa en las preguntas realizadas en los talleres como sugerencia para producir los dibujos o collages. En otras palabras, si bien es cierto hay una acción de los investigadores, la lectura se orienta a partir de las sugerencias de la narrativa dada en el material, es decir, en las posibles respuestas que sugiere cada imaginario.
Tales elementos escogidos se regresaron a quienes participaron en forma de palabras. Estas se pegaron en una pared y se les solicitó a los niños y niñas partícipes, escoger una o dos palabras de la pared que les llamara la atención. Las palabras escogidas fueron las siguientes: casa, dinero, esperanza, tranquilidad, inventar, familia, amigas, tiempo, montaña, árboles, armas, vista, atraco.
Una vez escogidas las palabras se les consultó por la escogencia. Los niños y niñas indicaron que la casa era un lugar primordial en donde pasan mucho tiempo y les gusta estar. Es el lugar donde se encuentran con sus familias, en el cual visitan y son visitados por sus amigos y amigas. Les preocupa la seguridad de la casa, la cual, a la vez, podría brindar seguridad a sus amigos, amigas y familiares. La montaña es el elemento que más valoran, por la vista que tiene hacia Bogotá y por el entorno de naturaleza que les brinda, aunque se ve afectado por la basura.
Posterior a la consulta por la escogencia de las palabras, se solicitó al grupo ordenar las palabras escogidas de la manera que quisieran, para que con ese orden pudieran contar una historia. Los participantes decidieron ordenar las palabras en una matriz que les permitió hacer relaciones múltiples entre estas, quedó de la siguiente manera:
a | b | c | d | e | |
1 | Casa | Dinero | Esperanza | Tranquilidad | |
2 | Inventar | Familia | Amigas | ||
3 | Tiempo | ||||
4 | Montaña | Árboles | Armas | Vista | Atraco |
Las diferentes relaciones entre palabras gracias a la matriz y los sentidos asignados a cada una de estas les permitió producir, de manera colectiva, la siguiente narrativa:
(a) Las personas inventaron un barrio lejos de Bogotá al construir sus casas en la montaña. (2) Las casas las construyen para poder crear (inventar) una familia. (1) Las personas necesitan dinero para tener un poco más de tranquilidad (b) y así poder pasar más tiempo con sus familias. (c) En este barrio hay amigos y amigas que les dan esperanza y tranquilidad. (e) Pero en el barrio ha habido atracos a las casas (4) que se encuentran en medio de los árboles, que hace que no se puedan ver a quienes tienen armas.
A partir de lo anterior se puede establecer la importancia de la montaña en la narrativa, pues le asigna un sentido al barrio en su construcción (casas hechas por las personas), en su posición (lejos de la ciudad, pero con vista hacia Bogotá), y en las formas de convivencia (alberga a sus familiares, amigos y amigas, pero a la vez les genera inseguridad). En esta perspectiva, la montaña condensa el sentido de lugar, es decir, agrupa los significados de los otros elementos identificados (la casa, la vista, la familia, los árboles, etc.). De esta manera se puede describir y explicar, desde tres contradicciones, las implicaciones de crecer en Brisas del Volador:
1. La montaña: en Bogotá, lejos de Bogotá.
Formarse en Brisas del Volador implica crecer con la vista permanente del centro de Bogotá, lo cual es un recordatorio de que el barrio está lejos de la ciudad, pero a la vez, esta imagen les permite la paradoja de sentir que viven en Bogotá.
2. La montaña: un lugar hecho por la gente.
Esta afirmación podría ser el resultado del proceso de reflexión sobre el barrio, pues en los imaginarios construidos no se evidencia que los elementos dibujados sean elementos construidos por las personas, más allá de ser elementos cotidianos para quienes participaron. La idea de que la montaña es un lugar hecho por la gente, aparece en la construcción de la narrativa colectiva y parece ser algo que se asume como resultado del proceso de reflexión en la revisión de los imaginarios.
3. La montaña: entre la convivencia y la inseguridad.
En los imaginarios se evidencia un cierto nivel de pertenencia al lugar, en tanto hay una identificación con los elementos cotidianos que para los participantes configuran el barrio. Este nivel de pertenencia también se evidencia en los lazos sociales que establecen en este escenario que denominan montaña. Si bien es cierto que es un lugar donde han podido construir lazos afectivos con el otro, la montaña, a su vez, genera condiciones que hace que las viviendas que albergan les generen inseguridad debido a los hurtos.
Lo anterior se puede complementar con las narrativas expresadas en el ejercicio del recorrido que, como se indicó, produjo otros imaginarios que se revisaron para construir las palabras que se dieron a escoger. El recorrido permitió que identificaran lugares y temas, y, además, les permitió expresar cómo se sienten con relación a ellos, lo cual se ratificó en algunos casos, y en otros aparecieron otros temas, cuando se hicieron los di-bujos-collage.
Siguiendo lo anterior, los niños y niñas reconocen su entorno como propio, y, como se indicó, valoran aspectos como la solidaridad entre los habitantes, la proximidad a la montaña y la variedad de animales silvestres y domésticos en las calles. Estos elementos les significan aspectos positivos y afectos sobre el barrio. Es así como se puede explicar que durante el recorrido y en los imaginarios, los perros y gatos se presentan como uno de los elementos más significativos a la hora de percibir al barrio. Mencionaron que, tras haber muchos animales en la calle, era muy bonito e incluso positivo poder saludarlos y acariciarlos. En especial, los perros son parte sustancial en los barrios populares (Hernández et al., 2021), y generan reacciones diversas, para muchos puede ser un problema de salud pública por la gran cantidad -hay barrios que se presentan diciendo: "aquí viven más perros que personas"-, pero es claro que no para todos. Es interesante esta convivencia "interespecie", que no es solo característica de los barrios populares, pero adquieren aquí un matiz muy importante, particularmente en los niños y niñas.
Otro elemento que surgió del recorrido fue "El lago", o represa, el cual no se encuentra cercano al recorrido realizado, por lo que se puede intuir la gran movilidad de los niños y niñas, y el amplio margen espacial que manejan. Puede ser sitio de juego o algo más utilitario, por ejemplo, una niña mencionaba que en algunos casos el lago servía como un sitio para recoger agua para su hogar. De igual manera, se puede establecer una relación con el agua, la naturaleza y la conexión con tradiciones rurales.
"El camino" fue otro elemento que se identificó como significativo, y se refiere a una intervención de mitigación de riesgo del distrito, realizada para evitar deslizamientos. Es importante mencionar que durante mucho tiempo este barrio estuvo en riesgo de ser desplazado por este tipo de movimientos en la masa de la tierra. Se identificó especialmente como un sitio de juego, lo cual es llamativo, ya que el uso "planeado" del lugar probablemente no es para ello, lo cual también habla de la carencia de espacios públicos de juego y esparcimiento.
En cuanto a lo negativo del área, lo que más disgustaba era la basura que se acumulaba en diferentes esquinas y otras zonas, por falta de recolección oportuna, aunque puede inferirse que por falta de cuidado de la misma población. Esto genera mal olor y la aparición de distintos insectos y animales, inclusive ratas y serpientes -no se ha mencionado, pero los perros callejeros aumentan el problema, ya que dispersan la basura-.
Con estos hallazgos se puede dar cuenta de algunas características sobre la apropiación del espacio urbano por parte de los niños y las niñas del sector Brisas del Volador:
El uso y apropiación del espacio urbano en el barrio Brisas del Volador por parte de los niños y niñas se aprecia muy diverso, con elementos que superan lo físico-espacial y se ahonda más en lo social, cultural, ambiental y político. En lo social y cultural destacan los lazos de amistad y solidaridad que mantienen entre familias y vecinos. En lo ambiental y político hacen ver la manera en la cual la basura es un problema que afecta el entorno natural que ofrece la montaña y que dificulta su disfrute.
La cuestión de la violencia e inseguridad se puede apreciar en los dibujos de rejas que realizaron y pegaron en los collages. Es posible afirmar que puede ser una defensa hacia el espacio urbano, en tanto habla de forma, lenguaje y diseño, es una apropiación estética del mismo.
Los dibujos-imaginarios del barrio, que al final son significaciones tomadas de los propios imaginarios de Ciudad Bolívar, hablan de una identificación con el lugar, que a pesar de toda la estigmatización que tiene, los niños y niñas llaman hogar, y que aún con precariedades y dificultades, está lleno de potencialidades afincadas en la gente.
En cuanto a la disconformidad con la acumulación de basura, se podría dar cuenta de una identificación con el lugar basada en cuestiones socio-ambientales y un posicionamiento político que refiere a la manera en la que se les dificulta el proceso de apropiación.
Conclusiones
La construcción de imaginarios de lugar es una herramienta potente que permite, en un proceso participativo, que las nociones de lugar sean expresadas de manera sencilla, lo que facilita el proceso de indagación particularmente con poblaciones en las cuales los procesos reflexivos no se dan con fluidez, como con los niños y niñas. En el proceso participativo de esta investigación hemos constatado que esta herramienta genera productos expresivos con gran significación, lo que permite reducir la especulación en el proceso de análisis. Esta herramienta no solo permite la expresión abierta y creativa, sino que es coherente con la noción expresiva del lenguaje, y permite ir más allá de lo representacional del espacio.
En relación con los hallazgos de esta investigación, se destaca el gran conocimiento que los niños y niñas tienen de su barrio, de los problemas que los aquejan, pero también de los anhelos y expectativas de cambio que tienen por el lugar donde viven. Así mismo, es importante mencionar el alto nivel de arraigo e identificación con su barrio, que en algunos casos se extiende a una identificación por la localidad de Ciudad Bolívar, lo que lleva a pensar que existe una posición política sobre el lugar que constata la idea de ontología relacional, es decir, que el barrio, más allá de ser un objeto físico, es una significación de la manera de existir en la ciudad de Bogotá.