Quizás cuando estoy en una gran metrópoli investigando, viajando, habitando o realizando cualquier actividad como académica, difícilmente puedo imaginarme la envergadura e implicancias de los procesos de planeación urbana que se encuentran detrás del paisaje natural y cultural observado. Tampoco es posible imaginarse así no más los procesos de planificación territorial y planeación estratégica, con especial enfoque en la cuestión indígena ancestral y originaria de los pueblos y naciones que anteriormente habitaban las geografías de lo que hoy es una gran ciudad o espacialidad, municipalidad, sus regiones aledañas, las denominadas zonas periurbanas, suburbanas e inclusive, no urbanas. Eso es lo que me ha pasado, o no, cuando he recorrido Santiago de Chile, gran metrópoli latinoamericana o Concepción y su área metropolitana para el caso interno de Chile. En efecto, fui por primera vez a Santiago en julio del 2018, durante mi maestría en Derecho, y luego regresé en noviembre del 2022, durante mi doctorado en Filosofía, con el fin de participar en el Seminario Internacional "Descolonizando territorios urbanos, regímenes propietarios, apropiación y reivindicación territorial indígena", en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía de la Universidad de Concepción. Este encuentro académico fue organizado por el Grupo de Estudios Interculturales Urbanos y Territoriales (GRIUT) y sus colaboradores/as.
El hecho de no ser evidentes o de pasar desapercibidas las consecuencias históricas de la planeación territorial en los territorios americanos, no es fortuito o inocente: hace parte de injusticias estructurales y epistémicas generadas por la colonización, colonialismo y colonialidad vividas, bien sean de origen foráneo o interno, es decir, dentro de la misma estructura político-administrativa del Estado-nación. Es allí, cuando las teorías y prácticas decoloniales y otras similares a estas, entran a ser parte activa en las formas y contenidos de la academia e investigación, mucho más allá de lo disciplinar.
El caminar por las calles de Santiago y por el área metropolitana de Concepción, sin imaginar tanto y tanto, fue antes de una visita en terreno realizada el 3 de noviembre del 2022, donde pude observar El Gran Concepción junto con la desembocadura del río Biobío hacia el océano Pacífico, justo antes de leer el esperado libro Descolonizando territorios urbanos: de la planificación colonial a respuestas desde la interculturalidad crítica, cuya reciente publicación tengo en mis manos como una de sus primeras entusiastas lectoras, teniendo en cuenta que gracias al seminario mencionado, conocí personalmente o con mediación de las tecnologías, a sus editores Matthew Caulkins, Carlos Cornejo Nieto, Mauro Fontana, Yanina Herrera, Diego Benavente y Steffano Vergara, de la Universidad de Concepción, ubicada en Concepción, Chile; a su otro autor Dante Choque-Cáseres y autora Magdalena Ugarte, pertenecientes a instituciones de investigación o educación superior de Chile y Canadá, respectivamente.
No todo cabe en un título. El nombre del libro no alcanza a revelar el enfoque de cada uno de los seis capítulos que siguen a la introducción. Tres de ellos están en la primera parte llamada "planificación colonial", y los otros tres capítulos en la segunda y última parte denominada "respuestas desde la interculturalidad crítica". En efecto, el problema de las prácticas, imaginarios espacio-jurídicos, violencias y legalidades, otrora y actualmente ejercidas por la planificación colonial y estatal, su desenvolvimiento en las últimas décadas, y las formas como desde la interculturalidad esto podría manejarse, se investiga y analiza con enfoque específico en la cuestión indígena en general y mapuche en particular, o ambas; tal y como se observa en el título de cada acápite. No podría ser de otro modo, ya que existen trabajos previos realizados por sus autores/as amén de la afinidad o la pertenencia activa que algunos de ellos han tenido con respecto a los pueblos o naciones originarias en Chile, adicional a que las temáticas tratadas hacen parte de su quehacer cotidiano y sus campos de acción en la academia e investigación.
Al mismo tiempo, y aunque sí esté en el título, el libro no se circunscribe a lo que se considera urbano, sino que visibiliza las distintas continuidades entre lo urbano y lo no urbano, y señala el creciente desplazamiento de personas o comunidades originarias hacia las grandes ciudades, al igual que la forma en que muchas de ellas siguen ejerciendo o manifestando sus formas de vida buena y los desafíos que esto implica cuando se está en una ciudad o metrópoli que obra con insuficiencia hacia un efectivo reconocimiento, a pesar de la existencia de instrumentos nacionales e internacionales que se han consagrado a su favor o con su participación. A este respecto, el libro señala alcances, posibilidades y falencias de varios de estos instrumentos como el Convenio 169 de la OIT, aprobado por Chile, y las Estrategias Regionales de Desarrollo (ERD) en el ámbito interno. Presenta estadísticas de distintas procedencias y documentos históricos que apoyan la argumentación o soportan los hallazgos. De modo que página a página se observan mapas, cuadros, figuras, dibujos y elaboraciones propias o de fuentes pertinentes, tales como tablas que presentan información o hallazgos relevantes y proponen inquietudes a quien lee, tanto para la interpretación del contenido como por la forma en que se presentan. Lo anterior refleja un esfuerzo importante de la obra para no solo explicar con palabras la temática propuesta, sino reflejar a través de distintas formas aquellos fundamentos de sus tesis o hallazgos de investigación.
Ahora bien, desde la interculturalidad crítica como respuesta a otras interculturalidades que se someten a paradigmas multiculturales liberales, o neoliberales, esta obra visibiliza distintas formas de despojo territorial y, en últimas, de la propiedad, que han sufrido por siglos grupos originarios dentro del mismo Estado chileno. En efecto, la propiedad, cuando la han tenido, ha carecido de aspectos o características que no hacen sino limitar las formas de vida, ya de por sí alteradas por procesos de planificación. De manera que desde un primer momento se denuncia la injusticia socio-espacial y se destruye la creencia según la cual, la disciplina de la planeación territorial y urbana es neutral y objetiva. Se invita a una ética desde las artes y ciencias de la espacialidad y del territorio, ante la innegable deuda histórica que las disciplinas de la planeación han tenido sobre las comunidades e individualidades originarias al haber estado fundadas en pensamientos occidentales y occidentalizantes, que menospreciaron y siguen desestimando las prerrogativas que estas deberían tener. El problema de las reivindicaciones territoriales visibiliza la discusión velada o desapercibida acerca de la propiedad, pero va mucho más allá de esta, y no admite menoscabos bajo el argumento de que las personas y familias originarias no están en sus territorios propios -que el imaginario entiende como no urbanos-, y que en lo urbano la relación con la propiedad cambia de manera sustancial.
Procesos, prácticas, orígenes, continuidades y superposiciones de la planificación de uso del suelo han tenido incidencia directa en el despojo territorial y en las políticas públicas chilenas que lo han sustentado, en especial en el norte de Chile, Santiago, Concepción y Cañete, territorios estudiados de manera específica a lo largo de los capítulos, sin perjuicio de los resultados de investigación para el país en general y otras zonas como las costeras, sureñas y fronterizas de diferentes regiones, sean o no urbanas. De igual forma, en esta obra el viaje en el tiempo desde épocas anteriores a la República hasta los últimos años, en prospectiva, propone un ejercicio de distintas formas y fuentes de la investigación desde la más documental y teórica, hasta la más empírica y de campo.
Conceptos como terra nullius, indígena/no indígena, urbano/no urbano, urbano/rural, espacialidad mapuche, continuidad territorial, conflictividad y actividad forestal, son repensados a fin de propender por la horizontalidad y autodeterminación que deben reflejar las normativas y políticas públicas de planeación, para lo cual se debe atacar directamente el imaginario según el cual lo originario pertenece a lo rural y lo no originario o no indígena, a lo urbano.
Me gustaría tener la oportunidad de leer un segundo tomo que incluya un glosario contentivo de los conceptos usados provenientes del idioma mapuche (mapudungun) u otros, más dibujos de elaboración propia como el del profesor Fontana, algunos hallazgos con relación a los grupos o comunidades originarias minoritarias o no mapuches; lo cual facilitaría una mejor comprensión teniendo en cuenta que los contextos chilenos tienen sus propias diferencias entre ellos mismos y con los lugares de donde provienen las personas lectoras, que agradecemos y reconocemos el hecho de que con el esfuerzo editorial de este primer volumen ya hemos encontrado varias propuestas de análisis y comprensión del fenómeno de la planificación, desde puntos de vista ofrecidos por diferentes disciplinas como la arquitectura, la geografía y el urbanismo, los cuales enriquecen nuestros propios quehaceres y disciplinas, al mismo tiempo que han de cambiar nuestra próxima mirada cuando, colombianas como yo, volvamos a caminar Concepción, Tomé, Hualpén, Santiago de Chile, y, ¿por qué no? Cañete, lugar donde finaliza el libro con importantes debates, conflictos y propuestas. Mi mirada ya no pensará en la palabra Wariatun como si fuera el nombre de una gran obra épica de guerra, pues las realidades y guerras socio-territoriales como las que nos invita a analizar y criticar este libro, no son épicas: sí impactan las vidas y las relaciones en la naturaleza.