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Revista de Estudios Sociales

Print version ISSN 0123-885X

rev.estud.soc.  no.33 Bogotá May/Aug. 2009

 

Mayo del 68, cuarenta años después. Entre herencias y controversias*

Virginie Laurent**

* Este artículo corresponde a una reflexión inspirada, además de una vivencia personal –como socióloga francesa de la generación post-68–, por la lectura de una serie de análisis sobre el episodio de Mayo del 68 (entre otros, Cohn-Bendit 2008; Delsol y Grimpet {eds.}; 2008; De Zubiría 1998; Le Goff 2006; Ross 2005; Rotman 2008); el examen de los resultados de una encuesta de opinión del instituto francés de sondeo SOFRES (Les jeunes et Mai 68, 2008, estudio realizado para la revista Pèlerin, publicado el 2 de abril de 2008), y documentos conseguidos a través de internet, relativos al peso acordado por los candidatos presidenciales de las elecciones de 2007 a la herencia de Mayo del 68 en la sociedad francesa ("Liquider" Mai 68: Sarkozy provoque un tollé, 2007; Mai 68: la gauche tire à boulets rouges sur Sarkozy, 2007, entre otros).

** Pregrado y Doctorado en Sociología, Universidad París III-Sorbonne Nouvelle. Autora del libro Comunidades indígenas y espacios políticos en Colombia, 1990-1998. Motivaciones, campos de acción e impactos, publicado por el Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA) y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) en 2005. Entre sus últimas publicaciones pueden señalarse las siguientes: Entre la participación y la representación: retos y dilemas de la movilización indígena en Colombia y la zona andina. En ¿Representación o participación?: los retos y desencantos andinos en el siglo XXI, comp. Julie Massal, 37-71. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia-Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, IEPRI- Instituto Francés de Estudios Andinos, 2008; Indianitéet politique en Amérique latine. Variations andines autour d'un phénomène continental. Transcontinentales 4: 59-76, 2007; Indianitéet mobilisations politico-électorales en Colombie. Quelle place pour la tradition dans un contexte de modernité? Amérique Latine, Histoire et Mémoire Les Cahiers ALHIM 13 : 123-148, 2007. Actualmente se desempeña como profesora asociada del Departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia) e Investigadora Asociada, Instituto Francés de Estudios Andinos (UMIFRE 17-CNRS, MAEE). Correo electrónico: vlaurent@uniandes.edu.co.


RESUMEN

¿Mayo de revuelta o Mayo revolucionario? ¿Mayo estudiantil o Mayo obrero? ¿Mayo francés o Mayo planetario? Mayo del 68, combinación de una protesta estudiantil sin precedentes y de una huelga general multitudinaria, dejó innumerables huellas en el campo político, social y cultural de la sociedad francesa. A partir de una ubicación contextual de los hechos, en este artículo se propone una reflexión sobre sus efectos, directos e indirectos, así como sobre las controversias que aún genera Mayo del 68, incluso cuarenta años después. Especial énfasis se hará sobre la percepción que de dicho episodio tienen los jóvenes de hoy, y también sobre la forma como Mayo del 68 se situó en el centro de la campaña presidencial francesa de 2007.

PALABRAS CLAVE

Mayo de 1968, Francia, movimientos estudiantiles, movimientos sociales, jóvenes, elecciones.


Forty Years after May of '68: Between Legacies and Controversies

ABSTRACT

Was May of '68 a revolt or revolution? Was it a student movement or a working-class one? Was May of '68 French or global in character? May of '68, which combined unprecedented student protests with a massive general strike, left a strong imprint on the political, social, and cultural development of French society. Starting with a contextualization of the "facts," this article reflects on the direct and indirect effects, as well as controversies, that May of '68 still generates forty years later. It emphasizes the way that young people today perceive the events of period and how May of '68 was at the center of the 2007 French presidential campaign.

KEY WORDS

May of 1968, France, Student Movements, Social Movements, Youth, Elections.


Maio de 68, quarenta anos depois. Entre heranças e controvérsias

RESUMO

Maio de revolta ou maio revolucionário? ¿Maio estudantil ou maio operário? ¿Maio francês ou maio planetário? Maio de 68, mistura entre um protesto estudantil sem precedentes e uma greve geral multitudinária, que deixou inúmeras marcas no campo político, social e cultural da sociedade francesa. Com base na contextualização dos fatos, este artigo propõe uma refexão sobre seus efeitos, diretos e indiretos, bem como sobre as controvérsias que Maio de 68 ainda produz, mesmo após quarenta anos. O trabalho faz ênfase especial sobre a percepção que os jovens atuais têm sobre esse episódio da história e sobre a forma em que Maio de 68 colocou-se no centro da campanha presidencial francesa de 2007.

PALAVRAS CHAVE

Maio de 1968, França, movimentos estudantis, movimentos sociais, jovens, eleições.


En mayo de 2008, París cumplió el aniversario de uno de los momentos más agitados de sus primaveras. Cuarenta años antes, en mayo de 1968, la capital francesa era el teatro de una protesta estudiantil sin precedentes, seguida de una huelga general multitudinaria. Desde entonces, dichos acontecimientos dejaron una impronta llamativa –aunque a veces borrosa y, sin duda, polémica– en la memoria colectiva de los franceses, entre los que, para bien o para mal, allí estuvieron y lo vivieron pero también en las generaciones que llegaron después y que hoy en día se informan sobre lo que pasó desde el colegio, los libros o los medios de comunicación. A la vez, como reflejo y fuente de inspiración para fenómenos similares en múltiples y variados lugares del mundo, el peso simbólico de este episodio traspasó las fronteras de Francia. Como afirma uno de sus instigadores –estudiante de sociología y conocido como Dany el Rojo en esa época, hoy en día diputado del Parlamento Europeo en nombre del partido de los Verdes–, el franco-alemán Daniel Cohn-Bendit,

[...] 1968 fue una revuelta planetaria. Si uno se pone a pensar en los finales de los años 1960, se discierne una revuelta tanto en el Este como en el Oeste, tanto en el Sur como en el Norte. Casi en todas partes se dan revueltas, ocupaciones de universidades o colegios, manifestaciones. La prueba es que, si hoy escriben un libro, basta con poner en la carátula dos cifras: 6 y 8 –68– y, automáticamente, la gente (en Turquía, en América Latina, en Praga o en Varsovia, en París o en Berlín, en Nueva York o en San Francisco, en Sarajevo o en Río), [...] de una vez piensa en el año 1968, en la revuelta de finales de los años 1960. No se puede reflexionar sobre el significado de esta revuelta reduciéndola a un solo país, aunque sí fue en Francia en donde la revuelta fue más intensa, ya que, contrario a lo que pasó en los otros países, desembocó en una huelga general. En ese sentido, existe entonces una especificidad francesa del 68, pero ésta se inserta en el marco de un movimiento más general [...] (Cohn-Bendit 2008, 5-6).1

¿Mayo de revuelta o Mayo revolucionario? ¿Mayo estudiantil o Mayo obrero? ¿Mayo francés o Mayo planetario? Mayo del 68, que sin duda dejó innumerables huellas en la sociedad francesa: desde el espacio público, en el espectro de sus fuerzas políticas, así como en las dinámicas y los discursos que animan sus variantes, de la izquierda a la derecha; pero también, en ámbitos de repente más privados –cuestionados a raíz de los acontecimientos de mayo–, como son las formas de vivir en –o sin– pareja, afirmar las preferencias sexuales, concebir de forma diferente la educación de los hijos. Veinte, treinta, cuarenta años después, Mayo del 68 sigue, en Francia, animando pasiones, despertando iras. Para unos, objeto de celebración; para otros, blanco de acusaciones. Y, a veces, también cansa. De hecho, con motivo de su conmemoración, el 68 da origen a una diversa producción literaria y es punto central de múltiples debates televisivos y demás foros de discusión en internet.2 Sin embargo, es relativamente poca la atención que se le da a este mayo del pasado presente en los salones de clase y manuales de historia de los colegios.3 Por otra parte, más allá de percepciones contrastadas y a veces confusas, Mayo del 68 tuvo en el mayo francés de 2008 una resonancia particular, por el lugar que, a unos pocos meses de su cuadragésimo aniversario, llegó a ocupar durante la campaña electoral de las presidenciales de 2007. En estas últimas compitieron el candidato de la llamada Unión de la Mayoría Plural (UMP), Nicolas Sarkozy, implacablemente opuesto a la herencia sesentayochista, y la representante del Partido Socialista (PS), Ségolène Royal, quien, por su parte, se convirtió en defensora de la misma.

Así, Mayo del 68, cuarenta años después, parece articularse entre una serie de indudables herencias pero también fuertes controversias, respecto a las cuales se propone una mirada panorámica en estas páginas. Para esto, en una primera parte, se hará una aproximación a los numerosos acontecimientos ocurridos en estas pocas semanas, desde el surgimiento del movimiento estudiantil hasta la huelga general. A raíz de esta ubicación contextual de los hechos, se buscará un acercamiento a las expectativas y efectos, directos e indirectos, que pudieron generar, con grados variables de politización, perceptibles igualmente en ámbitos sociales y culturales, no sólo durante dicho mes de mayo, sino también después. En una segunda parte, se pondrán en el centro de la reflexión algunas percepciones de este episodio en la actual sociedad francesa: entre éstas, las impresiones de los jóvenes de hoy, examinadas con base en una encuesta de opinión; en otro nivel, las de por sí divergentes posiciones reflejadas en la contienda "Sarko-Sego" de 2007, mencionada en las líneas anteriores, así como su lectura por el propio protagonista, Cohn-Bendit.

Mayo del 68: de los hechos a los efectos.

Lo que ocurrió: de la revuelta ala ¿revolución? una mirada hacia el contexto

En mayo del 68, Francia se encuentra regida por el gobierno del general Charles de Gaulle, héroe de la Segunda Guerra Mundial en cuanto figura emblemática de la Resistencia, quien llegó a la cabeza del país en 1958. Elegido en nombre de la Unión por la Nueva República (UNR), encarna una figura presidencial fuerte, supuesto reflejo de una Francia "tradicional" y potente. De hecho, su mandato inspira referencias a una "monarquía republicana" dentro de un "sistema francés de autoridad". No obstante, la Francia de la época está marcada por los efectos de la descolonización; sobre todo, el caso de Argelia, que ganó su independencia en 1962 al cabo de una larga y sangrienta guerra. Este enfrentamiento deja un recuerdo amargo, tanto entre los franceses que de mala gana tuvieron que regresar a la metrópoli como entre los argelinos que, viviendo en Francia, muchas veces fueron víctimas de actos racistas y de represión conocidos como ratonnades: literalmente, "caza a la rata". Frente a De Gaulle, el Partido Comunista Francés constituye la principal fuerza de oposición, en un trasfondo de polarización de la Guerra Fría y de las experiencias recientes de la Cuba de Castro y de la Revolución Cultural en China (Cohn-Bendit 2008; Le Goff 2006; Rotman 2008).

En este mismo momento, la agitación social está al orden del día en múltiples partes el mundo: Primavera de Praga en Checoslovaquia, manifestaciones contra la guerra de Vietnam y principios de la contracultura hippie en Estados Unidos y algunos países europeos como Alemania y Holanda (Cohn-Bendit 2008; Rotman 2008). En el nivel interno, Francia atraviesa un período de fuerte transformación. Es la hora de procesos de urbanización masiva, de la mecanización de las explotaciones agrícolas, del auge de la educación. En especial, la educación superior experimenta un crecimiento impresionante del número de estudiantes: de 150.000 en 1958, a 500.000 en 1968. A partir de dicho crecimiento se hace perceptible la inadaptación de las estructuras universitarias frente a la llegada masiva de estudiantes, en cuanto a problemas de infraestructura, y también en cuanto a métodos de enseñanza, obligando a formatos de clases magistrales en auditorios superpoblados (Le Goff 2006; Rotman 2008). Por su parte, el sector obrero enfrenta igualmente una serie de cambios: mientras se difunde la creencia en el progreso, se impone el modelo de la sociedad de consumo y se generaliza el acceso a productos electrodomésticos, incluso entre las capas más populares de la población; por otro lado, crecen las necesidades del sector empresarial de un personal cada vez más calificado y técnico. Paralelamente, empiezan a hacerse visibles, en las grandes urbanizaciones, signos relevadores de chocantes desigualdades sociales: aparición y expansión de barrios de invasión, construcciones masivas de viviendas subsidiadas, Habitations à Loyer Modéré(HLM) (Rotman 2008).

Si bien el proceso de transfiguración de la sociedad francesa es instigado en parte desde el Estado, por el gobierno De Gaulle, se afirma un llamativo contraste entre la modernización económica que implica y el conservatismo extremo que se mantiene en el campo de las relaciones sociales. Estas últimas, caracterizadas por ser extremadamente cerradas y verticales, enmarcadas por una serie de instituciones: Estado, empresa, sindicato, Iglesia y escuela (Rotman 2008).

Iglesia y escuela, de hecho, cumplen un papel fundamental en la educación de los numerosos jóvenes que llegan a la universidad. En ese entonces, Francia sigue siendo católica y practicante, en un momento en el que el Concilio Vaticano II influye a favor de una Iglesia más abierta y cercana a sus fieles. A su vez, como vector de la autoridad, la escuela asume una función de transmisión de las buenas costumbres. Los roles sociales se establecen con base en una separación radical entre hombres y mujeres, y en relaciones desiguales entre lo que unos pueden hacer y otras no. Muchos colegios no son mixtos, a veces se prohíbe el uso del pantalón en las "escuelas de chicas" y las mujeres necesitan de la autorización de sus esposos para un sinnúmero de actividades, como trabajar o abrir una cuenta bancaria.4 En un entorno mundial propenso a la agitación social –y estudiantil–, este abismo francés entre modernización económica y rigidez de los vínculos de convivencia contribuye al desencadenamiento sorpresivo de Mayo del 68 (Cohn-Bendit 2008; Rotman 2008).

Mayo del 68... empieza en marzo

Mayo del 68, sin embargo... ¡empieza en marzo! Y encuentra en acontecimientos ocurridos unos meses antes, los primeros signos que anuncian su próxima llegada. En noviembre de 1967 explota una huelga estudiantil para pedir una reforma en los procedimientos de los exámenes en la Universidad de Nanterre, una universidad de las afueras de París, en la que, entre otros, enseñan profesores como el sociólogo Alain Touraine, el filósofo Paul Ricoeur y el historiador y politólogo RenéRémond. Este incidente inicial –que cuenta con Daniel Cohn-Bendit entre sus líderes, quien luego se afirmó como uno de los propulsores y figuras centrales de Mayo del 68– trae consigo una politización sin precedentes de la Universidad. Pocos meses después, en marzo de 1968, desde la misma Universidad de Nanterre, surge una nueva protesta estudiantil. A raíz del arresto, en París, de manifestantes en oposición a la guerra de Vietnam, un centenar de estudiantes ocupa edificios administrativos de la Universidad y llama a una jornada de huelga y debate en el campus. Cuando, en respuesta, el rector toma la decisión del cierre del establecimiento, las discusiones salen de su recinto pero no se acaban. Desde la calle y los barrios vecinos siguen acalorándose los espíritus, hasta dar vida al llamado Movimiento del 22 de marzo. En reacción, los directivos de la Universidad deciden sancionar a los instigadores del desorden: éstos deben ser sometidos a un juicio disciplinario, previsto para los primeros días de mayo (Cohn-Bendit 2008; Le Goff 2006; Rotman 2008).

De Nanterre a la Sorbona: cambio de escenografía

Paralelamente, se organiza desde la Universidad de la Sorbona un Comitéde Respaldo a los estudiantes recalcitrantes de Nanterre. La iniciativa favorece un interesante cambio de escenografía para el movimiento estudiantil. Con ella, se da el paso de los disturbios, en un primer momento circunscritos a una universidad nueva, construida en medio de suburbios con asentamientos de invasión y "fuera de la ciudad" –como era la de Nanterre–, hacia el centro de París, en el corazón de barrios ricos: en la prestigiosa Universidad de la Sorbona. El 3 de mayo de 1968, la combinación del surgimiento de este movimiento de solidaridad con los estudiantes de Nanterre y la aparición de rumores respecto a una posible pelea dentro de la Sorbona entre grupúsculos de la extrema izquierda y la extrema derecha lleva al cierre de la Universidad, seguido del arribo de las fuerzas de policía y del arresto de cientos de personas (Le Goff 2006; Rotman 2008).

Éste es el punto de partida de las grandes manifestaciones estudiantiles en París. Poco a poco, según concuerdan testimonios de quienes presenciaron este momento, los alrededores de la Sorbona se llenan de estudiantes que se oponen a la entrada de la policía en el recinto académico y a la detención de sus compañeros. Crece la tensión y empiezan los enfrentamientos, los cuales llegan a ser especialmente violentos: con el uso de gases lacrimógenos y bastones, por parte de los policías; rejas, sillas, mesas de caféy puños, por parte de los estudiantes. Según se relata, tanto la manifestación estudiantil como la represión que provoca sorprenden por su carácter inesperado y brutal; mucha gente que estaba paseando por las tranquilas calles parisinas, de pronto se encuentra en la mitad del tumulto (Le Goff 2006; Rotman 2008).

De la Universidad a la huelga general

La primera manifestación espontánea marca el principio de una larga serie de otras que, hasta junio, tienen lugar cada uno de los siguientes días. Se marcan entonces dos etapas en los eventos de Mayo del 68: la primera, enfocada principalmente en las acciones de los estudiantes, con una tensión y represión creciente; y la segunda, a partir de la huelga general, iniciada el 13 de mayo. Esta última aparece como efecto de la amplitud de la pugna entre estudiantes y fuerza pública, en el Barrio Latino de París, y su conversión progresiva en un fenómeno de protesta social y paros cívicos generalizados en todo el país (Le Goff 2006; Rotman 2008).

De hecho, en los primeros diez días de mayo se reproduce el escenario de las confrontaciones, cada vez más violentas, entre los estudiantes y la fuerza pública. Paralelamente a la ocupación de lugares clave para la protesta estudiantil –como varios edificios universitarios o el reconocido y central teatro del Odéon–, en la noche del 10 al 11 de mayo se montan las primeras barricadas. Entre lluvias de adoquines e insultos, estas últimas son asaltadas, sin tardar, por las fuerzas especiales de la Compañía Republicana de Seguridad (CRS), cuyos métodos de acción son comparados por los estudiantes con los de la sección especial (SS) del régimen nazi, bajo el lema desde entonces famoso de "CRS-SS". Frente a la fuerza de la respuesta policiaca, los sindicatos –que en un primer momento más bien habían mostrado desconfianza o poca atención al movimiento estudiantil, por considerarlo poco significativo frente a las prioridades de la clase obrera, o demasiado cercano a sectores rivales de la extrema izquierda– llaman a participar en una manifestación, organizada el día 13 de mayo. En dicha marcha están también presentes representantes del Partido Comunista y del Partido Socialista, entre los cuales se encuentra François Mitterrand, quien será presidente de Francia de 1981 a 1995. Dicha movilización goza, además, de popularidad y de un respaldo amplio entre la población, tanto por su carácter simpático como por el rechazo que provocó la respuesta policíaca, considerada como abusiva por muchos (Le Goff 2006; Rotman 2008).

Aparte de lograr la agrupación de sectores de la izquierda inicialmente reticentes frente al movimiento estudiantil, la particularidad de la marcha del 13 de mayo radica en que abre el paso a una huelga general que, a su vez, paralizará al país durante cerca de un mes. Enfocada no sólo en reivindicaciones para mejores condiciones laborales y salariales, sino también en unas peticiones de nueva índole –a favor de una mayor participación, más responsabilidades y formas de cogestión para los asalariados–, esta segunda fase de Mayo del 68 implica paros en todo el territorio nacional y entre múltiples y diversos sectores de actividades –metalúrgico, automotor, electrotécnico, alimenticio, aeronáutico, ingenieril y periodístico–, hasta reunir entre 6 y 10 millones de huelguistas. El 27 de mayo, en el marco de los Acuerdos de Grenelle, se pactan finalmente unos arreglos entre el gobierno y los sindicatos: aumentos salariales y cuarta semana de vacaciones remunerada, entre otros. Estos compromisos, sin embargo, son rechazados por la mayoría de los huelguistas. Se ha exigido y se sigue exigiendo más (Rotman 2008).

La calma sólo volverá de manera progresiva, después de que el general De Gaulle –quien se ha manifestado especialmente cerrado al diálogo y ha sido enfático en exigir el regreso del orden e, incluso, sorpresivamente ha estado ausente en Francia durante los últimos días de agitación social– anuncia la disolución del Congreso y, por tanto, la convocatoria a nuevas elecciones, destinadas a la formación de un –posible-mente nuevo– gobierno. De manera asombrosa, dicha contienda por las urnas concluye, el 30 de junio, con una victoria aplastante por parte de los gaullistas, agrupados para la ocasión en la Unión por la Defensa de la República (UDR). Victoria que al parecer se debe a cierto cansancio de los franceses, después de mes y medio de protestas, cuya popularidad fue disminuyendo con el tiempo, pero que fue marcando el "principio del fin" del general, siendo ésta la última batalla que gana; al año siguiente, en abril de 1969, éste se retira del gobierno, después de perder un referendo con aires de plebiscito (Rotman 2008).

Mayo del 68, entre grupúsculos de izquierda y "Movimiento festivo": ¿quése reividica?

Más allá de esta visión panorámica y esquemática del episodio de Mayo del 68 propiamente dicho, es interesante destacar la forma como se revela, en primer lugar, un movimiento estudiantil... no sólo de estudiantes; también, un movimiento que surge en Francia... pero que tiene fuentes de inspiración e implicaciones no sólo francesas; por último, un movimiento extremadamente heterogéneo. En efecto, tanto en su forma como en su contenido, el movimiento estudiantil se funda en una combinación de fuerzas diversas y numerosas, en las que participan grupúsculos enérgicamente politizados alrededor de variadas corrientes de la izquierda –marxistas-leninistas, trotskistas, maoístas, anarquistas libertarios–, además de una masa de estudiantes y colegiales que, sin adscripción política específica, se unen en una protesta contra la rigidez que encarna el poder establecido y que se difunde desde el Estado y las instituciones políticas, religiosas y sociales (Cohn-Bendit 2008; De Zubiría 1998; Le Goff 2006).

Dado lo anterior, el movimiento aparece como sui géneris, variado también en sus reivindicaciones. Éstas no sólo le apuestan a una reforma de la Universidad, que por cierto exigen integral: desde las infraestructuras hasta los procedimientos de evaluación, pasando por las relaciones estudiantes-profesores. Se enfocan igualmente en un llamado a la liberación del sujeto, en un ambiente que se quiere más hedonista, así como en una mayor participación de la sociedad en todos los campos: familiar, educativo, político, sindical y empresarial. Frecuentemente, se alimentan de un gusto marcado por la burla –de las instituciones, del poder e, incluso, del propio "yo"– y por la petición del derecho a la toma de posiciones. De hecho, con Mayo del 68 llegó la hora de la "palabra liberada". Todo se puede decir y todos –y todas– pueden decir de todo. Al respecto, son seguramente tan conocidos como elocuentes los múltiples eslóganes que marcaron la época: "¡Está prohibido prohibir!", "¡Gozar sin trabas!", "¡Seamos realistas, pidamos lo imposible!", "¡Bajo el adoquín, la playa!", "¡Soy marxista, de la tendencia Groucho!", entre muchos otros (Cohn-Bendit 2008; Le Goff 2006).

Por esta misma disparidad, el movimiento sesentayochista tendría que entenderse como la expresión de una revuelta, según subraya Cohn-Bendit, correspondiendo ante todo a una:

[...] masa de jóvenes que se dejan llevar por la idea de conquistar su propia vida. "Queremos vivir como lo concebimos". Contra esta sociedad que consideran demasiado autoritaria y heterónoma, quieren ser los amos de sus vidas [...] El movimiento emerge como un movimiento [...] que quiere ante todo hacer énfasis en la autonomía y las opciones de vida de los individuos [...] [E]l principio de los años 68 es, en realidad y ante todo, una revuelta por la vida cotidiana, la música, la relación entre hombres y mujeres, la vida, la sexualidad, la liberación. Esto es lo que hace el 68 [...] (2008, 49-50).

Por el contrario, según el mismo Cohn-Bendit, sería un error ver a Mayo del 68 como un intento de revolución, o haber querido convertirlo en eso. Al respecto, señala:

[...] la opción por la que se van unos y otros, es una opción cultural, una opción de sociedad, más que una revolución política [...] (Cohn-Bendit 2008, 61).
[...] Las minorías políticas que actuaban estaban totalmente impregnadas de una concepción nostálgica de la toma del poder. Esto, a la mayoría de la gente que estaba en la calle, no le interesaba. Por cierto, les gustaba la fraseología revolucionaria; pero lo que importaba era saber cómo elaborar, entre todos, una nueva sociedad. Los lugares [en disputa] no eran otros que la calle, el auditorio de clase, las salas de reunión [...] juntos, tomábamos el tiempo para ver cómo funcionar mañana o pasado mañana [...] (Cohn-Bendit 2008, 65).

Más allá del Movimiento estudiantil: las herencias políticas

Si bien, como asegura Cohn-Bendit, no se trata de llevar a cabo una revolución con implicaciones inmediatas en el campo político –o si la revolución que algunos esperaban no se da–, otro aspecto interesante de este mes de mayo del año 68 reside en que su impacto es especialmente fuerte, no sólo porque se asemeja a un "concentrado" de inconformidad y propuestas alternativas, sino también por la proyección que alcanza a tener –por lo menos– hasta cuarenta años después. En efecto, así como Mayo empieza en marzo... ¡tampoco termina en junio! Por el contrario, se inserta, se afirma, se refleja, en múltiples ámbitos de la sociedad francesa.

En un primer nivel, Mayo del 68, sin duda, deja una impronta en la(s) izquierda(s). No todos comparten la idea de que el movimiento se quede en la revuelta. Para muchos de los que participan en los grupos más activos políticamente, se proclama con Mayo la etapa de la lucha de la clase obrera contra la sociedad capitalista, pequeñoburguesa y fascista. El fascismo está en todas partes y hay que combatirlo también en todas partes. Es el momento en el que las influencias de los modelos rusos, chinos o cubanos se expanden y en el que se busca romper barreras entre una y otra Francia: la de arriba y la de abajo. Es el momento en el que, para dicho fin, hijos e hijas de buenas familias deciden experimentar la vida popular, trabajar en fábricas, no sólo para conocer sino también para concientizar a los compañeros y convertirlos a la "causa" (Le Goff 2006).

Así mismo, durante el período comprendido entre Mayo del 68 y la primera mitad de los setenta surgen fuerzas y figuras políticas que luego llegarán a forjarse en el escenario electoral. Entre éstas, por ejemplo, está la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), de línea trotskista incondicional, que entra a participar en la contienda electoral francesa a partir de 1974 –y, desde esta fecha, sigue presente, aunque de forma minoritaria, en la palestra electoral francesa–, hasta convertirse en 2009 en el Nuevo Partido Anticapita-lista.5 En estos mismos años aparecen y tienen cada vez más visibilidad y eco movimientos a favor de la ecología política, hasta tener hoy en día un peso significativo en las instancias de representación en Francia y, de manera más general, en Europa, a través de los Verdes. Así mismo, líderes como Michel Rocard y Lionnel Jospin, quienes ocuparon el cargo de Primer Ministro de Francia en representación del Partido Socialista –de 1988 a 1991 el primero, de 1997 a 2002 el segundo–, reciben entonces parte de su formación política en los rangos de algunas de las vertientes más radicales de la izquierda: Partido Socialista Unificado (PSU) y Unión Comunista Internacionalista (OCI), respectivamente (Le Goff 2006; Rotman 2008).

Lo cultural, lo social... "todo es político"

Paralelamente, Mayo del 68 es el punto de inicio para un sinnúmero de reivindicaciones que, sin plantearse en términos de una toma del poder sino más bien desde el ámbito social y cultural, parten del presupuesto de que "todo es político". Con base en este principio, se opera un cuestionamiento generalizado de las normas establecidas, a la par con otro, en referencia a la noción misma de normalidad, cuestionamiento fundado en el derecho a la libertad y a la subjetividad y, en ese sentido, en la idea de no depender de nada ni de nadie. A partir de allí, no sólo se replantea la autoridad desde el Estado, sino que también se redefinen las relaciones sociales dentro de múltiples escenarios –la universidad y las demás instituciones educativas en general, las empresas y los sindicatos, e incluso los vínculos familiares–, en un trasfondo de liberación del Sujeto –empezando por lo sexual–, afirmación de la igualdad en la diferencia, llamados a la autodeterminación, la autonomía y la autogestión (Cohn-Bendit 2008; Le Goff 2006; Rotman 2008).

De hecho, Mayo del 68 y los años que le siguen transcurren a la par con un rediseño del papel y de los derechos de las mujeres en la sociedad y, con ello, también de las relaciones hombres-mujeres-hijos, en una perspectiva de liberación de la mujer y derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo. Vale la pena subrayar, por ejemplo, el surgimiento de organizaciones de mujeres y organizaciones feministas, entre las cuales el Movimiento de Liberación de la Mujer –Mouvement de Libération de la Femme (MLF)– se destaca como el más potente y radical. Fruto de sus luchas, en 1975 se ratifica la Ley sobre el aborto; la contracepción tan sólo se legaliza en 1967, y se expande de manera más libre a partir de 1972. Similarmente, la época se presta para experiencias de "vida en comunidad", dejando de lado el tradicional esquema de la pareja heterosexual e hijos (Cohn-Bendit 2008; Le Goff 2006; Rotman 2008).

Por su parte, la crisis de la representación de las instituciones lleva a demandas a favor de una mayor participación y una democracia más directa. Al esquema rígido de los sindicatos tienden a sustituirlo foros abiertos para la toma de decisiones. En la ciudad y en el campo se multiplican las movilizaciones sociales: para impedir, por ejemplo, el cierre de empresas o la implantación de campos militares. Se rechaza la centralidad de París y se clama por la autonomía de regiones como el País Vasco o la Bretaña (Le Goff 2006).

Por último, Mayo del 68 está estrechadamente ligado a la influencia y/o al respaldo de numerosos intelectuales–como Jean-Paul Sartre, Michel Foucault, Gilles De-leuze, Jacques Derrida o Pierre Bourdieu, entre muchos otros–, así como al surgimiento de proyectos periodísticos a favor de una prensa libre, por ejemplo, a través de la creación del cotidiano Libération (Le Goff 2006).

Sabores agridulces

¿Québalance sacar de este momento de esperanzas, cambios, ilusiones múltiples? De repente, unos sabores agridulces, sin duda, con algunas desilusiones (Delsol y Grimpet 2008; Le Goff 2006).

En primer lugar, para los que, desde una posición política, veían la posibilidad de una revolución, seguramente el balance brinda una impresión de fracaso o frustración. Definitivamente, la revolución esperada no tuvo lugar. Además, los abusos del comunismo –en sus versiones no sólo soviética, sino también china y cubana– pudieron dejar otra impresión, de equivocación... Por otra parte, la acción contestataria de finales de los sesenta y principios de los setenta tendió a ceder el paso a formas de movilización más convencionales: algunos pensarán en traición (Le Goff 2006). Con la excepción de la minoría que constituyen los altermundialistas y sus operaciones llamativas, parece hoy estar lejos de Francia la idea de que "otro mundo es posible". Ya no se rechazan del todo esquemas de participación política que podrían considerarse menos progresistas y más "clásicos" –expresados a través de la vía electoral y respetuosos de la fórmula de la democracia representativa–, en los cuales toman parte incluso algunos líderes opuestos a la globalización y demás embajadores de la izquierda radical. Al respecto, son significativas, por ejemplo, algunas candidaturas electorales, como las de la Liga Comunista Revolucionaria o la del líder de la llamada Confederación Campesina, JoséBové, por la Presidencia del país, en 2007. Asimismo, llama la atención la trayectoria y cambio de color político del propio Daniel Cohn-Bendit: ayer, encarnación de la crítica del establecimiento fundada en el conocido lema sesentayochista "¡Las elecciones, una trampa para los gillipollas!", hoy por hoy aparece como menos opuesto a las reglas del capitalismo y de la economía de mercado (Piro 2007; Soudais 2009) y se destaca en cuanto cabeza del movimiento ecologista en uno y otro lado –franco-alemán– del Rin.6

En otro nivel, la reivindicación tan insistente del "sujeto-rey" cede el paso a una pérdida de referentes, a crisis existenciales y a un ambiente nihilista. Dado esto, el individualismo termina siendo víctima de sus propios efectos: llevado a sus extremos, abre camino a la proliferación de reivindicaciones de toda índole, fundadas ante todo en singularidades subjetivas particulares. Con ello, se corre el riesgo de aspirar cada vez más al beneficio del yo, en detrimento de una búsqueda del equilibrio nosotros-yo (Rocher y Salée 1997).

En respuesta, los últimos años han estado marcados en Francia por lo que podría relacionarse con un regreso a los "antiguos valores", en especial, en el ámbito de la familia y de la educación. Después del rechazo explícito del matrimonio, las parejas vuelven a casarse y a querer tener hijos, mientras que la familia recupera un lugar central en las relaciones hombres-mujeres-hijos, aunque frecuentemente se trate de "familias recompuestas", en otras palabras, familias que no surgen de una sola unión matrimonial, con hijos del mismo padre y la misma madre, sino constituidas después de primeros matrimonios y separaciones (Mariage en France 2007). En este orden de ideas, la crítica de "los años 68" a la autoridad ha tendido a cuestionarse en los ochenta, antes de ser francamente "despedida" en los noventa. Hoy en día, la crítica de "los años 68" a la autoridad ha sido reemplazada más bien por la idea de que, tanto en la casa como en la escuela, se percibe una crisis general de la juventud, debida a la falta de autoridad. Ésta se traduciría, entre otros aspectos, en el estallido de los llamados "barrios sensibles" de las afueras de las grandes ciudades del país, frente a los cuales la referencia a la necesidad de un fortalecimiento de la autoridad se conjuga, además, con un discurso a favor de la defensa de la seguridad (Peralva 1995).

No obstante, independientemente de los límites del "post-68", también son innegables la conquista de derechos y la visibilización de una serie de cuestiones centrales para la sociedad francesa –en los campos político, social y cultural–, que difícilmente podrían ser dejadas de lado, relativas, por ejemplo, a las relaciones de género, la igualdad en la diferencia, la participación en la toma de decisiones o el respeto del "diálogo social".

Sin considerar dichas problemáticas como resueltas, se debe tener en cuenta que hoy en día éstas, definitivamente, hacen parte tanto de la vida cotidiana como de las agendas políticas en Francia, cualesquiera que sean estas últimas y aunque se trate de un tema de oposición (Cohn-Bendit 2008; Le Goff 2006; Rotman 2008).

1968-2008. ¿revivir o liquidar Mayo del 68?

Descontento estudiantil /social y Mayo del 68 como referencia ineludible

Despertando reacciones a su favor o en su contra, Mayo del 68 sigue siendo referencia, no sólo con motivo de la fecha de su aniversario, sino también cada vez que Francia es testigo de movilizaciones que implican la participación de estudiantes. Al respecto, puede señalarse, por ejemplo, la serie de manifestaciones que, en 1986 –mientras se hablaba de los jóvenes de la época como de una "bof génération"–,7 animaron a los estudiantes y colegiales a salir a las calles durante varias semanas, para impedir –finalmente con éxito– que pasara una reforma a favor de la implementación de procesos de selección para la entrada a la Universidad, conocida como Ley Devaquet, en referencia al nombre de su instigador (Projet de loi Devaquet 2009; Flash-back 1986: mouvement contre la réforme Devaquet 2006). Asimismo, está fresco en las memorias en Francia, el recuerdo del rechazo masivo de los estudiantes y colegiales, en 2006, del proyecto del llamado Contrato Primer Empleo (CPE), del gobierno de Philippe de Villepin, el cual también tuvo que ser abandonado.8

Igualmente, en un nivel más amplio, son especialmente llamativas en Francia las manifestaciones de descontento promovidas por parte de múltiples y variados actores y sectores sociales, cuya frecuencia motiva reflexiones sobre el "carácter huelguista" del país (Acrimed 2007; Alternatives É conomiques 2008). Entre un sinnúmero de ejemplos, puede subrayarse al respecto el caso de los –otra vez– multitudinarios paros en distintas áreas del "servicio público" –transportes, correos, comunicaciones, electricidad y gas, salud, educación nacional, finanzas, entre otros–, en 1995, contra un proyecto de reforma al sistema de seguridad social (Grèves de 1995 en France 2009; Grève nationale 2007; Novembre - décembre 1995: les grèves 2009). Por último, es importante mencionar la forma como –en octubre de 2005, de forma diferente, pero aún reflejo de un malestar social evidente– los barrios de las afueras de las grandes ciudades fueron incendiados a modo de protesta (Banlieues, un an après s.f.; Émeutes de 2005 dans les banlieues françaises s. f.; Tilly y Tarrow 2008).

Ahora bien, por significativas que sean unas y otras protestas de las últimas décadas, y más allá de una tentación de compararlas con la revuelta del 68, las primeras se diferencian de la segunda por lo menos en dos aspectos centrales. En primer lugar, porque, independientemente del eco que pudieron tener en la sociedad y frente a los gobiernos y proyectos de ley a los que se opusieron, no alcanzaron la misma amplitud –temporal, espacial y/o en cuanto a la diversidad de las personas que involucra-ron– que la obtenida por la experiencia sesentayochista. Por otra parte, también, porque, contrario a la "utopía sin revolución" de la época, y fuera del grado de visibilidad y efectividad que pudieron tener estas otras manifestaciones de inconformidad, en ningún momento reflejaron una articulación de las "formas de lucha" –desde lo político, lo social y lo cultural– como la de Mayo del 68, sino que más bien, en las luchas de las últimas décadas, esta articulación fue precaria y heterogénea.

Mayo del 68 y los jóvenes de 2008: la encuesta

Siguiendo con la reflexión sobre el impacto de Mayo del 68 en la actual sociedad francesa, resultan igualmente sugestivos los resultados de una encuesta realizada por el organismo francés de estudios de opinión, Sofres, en febrero 2008, a unas 500 personas representativas de la población entre 15 y 24 años, sobre su "visión de Mayo del 68", la forma como interpretan las "consecuencias de Mayo del 68" y la percepción de su "cercanía a Mayo del 68" (Les jeunes et Mai 68 2008).

Según dicha encuesta, en primer lugar, se destaca una impresión de "conocimiento" del episodio de Mayo del 68, conocimiento que corresponde al hecho, de por sí relativamente borroso, de "ver de quése trata".9 Partiendo de este primer acercamiento, para el 49% de los entrevistados, Mayo del 68 se asocia a las manifestaciones estudiantiles, antes que a la huelga general, referencia central para el 35% de los entrevistados. Entre los valores considerados como los más característicos de Mayo del 68 se destacan, en primer lugar –para el 37% de los entrevistados– la idea de la lucha por la igualdad social, seguida –aunque de lejos– del rechazo de la autoridad (15%), el rechazo de la sociedad de consumo (12%) y la emancipación de las mujeres (11%).

En cuanto a sus consecuencias sobre la sociedad francesa, Mayo del 68 es percibido por el 47% de los entrevistados como un "evento que dejó huellas profundas y que moldeó la sociedad de hoy", mientras que para el 33% se ve como un "evento que marcó las generaciones anteriores pero que no tuvo consecuencias para su propia generación"; sólo el 16% de los entrevistados piensa que es un evento respecto al cual se sobrestima su importancia. Asimismo, para el 76%, Mayo del 68 tuvo un "impacto positivo" en la sociedad francesa, y "negativo" para el 17% de los entrevistados.

En este mismo orden de ideas, 76% de los entrevistados afirma que, si estuvieran cuarenta años atrás, participarían en las manifestaciones estudiantiles. Teniendo en cuenta estas respuestas a favor de una imagen más bien positiva de Mayo del 68 entre los jóvenes entrevistados, por último, es interesante anotar que el 50% de éstos se sienten en 2008 alejados de las ideas y los valores que transmitió dicho episodio, contra un 45% que, por el contrario, siente cercanía a ellos.

Revivir o liquidar el 68? Sarko -Sego y las elecciones presidenciales de 2007

¿Revivir o liquidar el 68? Esta disyuntiva, implícita en las preguntas planteadas a los jóvenes del 2008, también surgió con fuerza en el contexto de la conmemoración de sus cuarenta años, con motivo de la campaña presidencial de 2007. Con aires de déjà-vu, el candidato Nicolas Sarkozy, asumiéndose como heredero de la Francia del general De Gaulle, se proclamó adversario de su recuerdo. Sin duda, según él, habría que dejar de lado el "culto" de este momento histórico, sinónimo de innumerables consecuencias negativas para la sociedad francesa: pérdida general de puntos de referencia y, en especial, falta de respeto por la autoridad y el trabajo, lo cual inevitablemente llevaría a desbordes juveniles, a su vez responsables del ambiente marcado por la "falta de seguridad" de los últimos años. Destacado por sus funciones previas como ministro del Presupuesto, ministro de la Comunicación, ministro del Interior y ministro de la Economía y las Finanzas entre 1993 y 2007, el candidato Sarkozy, precisamente, basó su plataforma de campaña en la combinación de una revaloración de la autoridad y el trabajo, además del fortalecimiento de la seguridad y, de manera más general , del orgullo nacional.10 Por su parte, la candidata Ségolène Royal –primera mujer en aproximarse tanto a la investidura presidencial– se empeñó en defender el legado sesentayochista, perceptible en los valores de otra Francia reivindicada como más respetuosa de las interrelaciones y conquistas sociales, afirmando también una posición igualmente a favor de un fortalecimiento de la seguridad.11

Así las cosas, Nicolas Sarkozy consagró parte de su discurso de cierre de campaña a lanzar ataques frontales contra Mayo del 68 o a atacar a Mayo del 68 y su huella en la actual sociedad francesa:

[...] los herederos de Mayo del 68 impusieron la idea de que todo se valía y que, entonces, no había diferencia entre el bien y el mal, ninguna diferencia entre lo verdadero y lo falso, entre lo lindo y lo feo [...] Intentaron hacer creer que el alumno vale más que el maestro, que no había que poner malas notas para no generar trauma entre los malos alumnos y que no había que ranquear a los alumnos. Que la víctima contaba menos que el delincuente [...] (La gauche tire à boulets rouge sur Sarkozy 2007).
[...] Me fui a buscar un encuentro con los franceses, indignado por el hecho de que los recursos fruto de la asistencia sean mayores que los recursos ganados a través del trabajo, y la idea de que uno pueda volverse pobre trabajando. La crisis del trabajo es ante todo una crisis moral, en la que la herencia de Mayo del 68 tiene una gran responsabilidad. Quiero rehabilitar el trabajo. Quiero volver a darle al trabajador el primer puesto en la sociedad. Mírenla, escúchenla, esta izquierda que, desde Mayo del 68 renunció al mérito y al esfuerzo. Mírenla, escúchenla, esta izquierda que, desde Mayo del 68, dejo de hablarles a los trabajadores, de sentirse preocupada por la suerte de los trabajadores, de amar a los trabajadores porque rechaza el valor del trabajo, porque el valor del trabajo ya no hace parte de sus valores, [...] porque su ideología es la ideología de la reducción [del tiempo] de trabajo, es la ideología de las 35 horas [laborales semanales], de la asistencia. La ideología de Mayo del 68 morirá el día que en la sociedad se atreva a recordar cada uno sus deberes. En esta elección se trata de saber si la herencia de Mayo del 68 debe ser perpetuada o si [Mayo del 68] debe ser liquidado de una vez por todas. Quiero cerrar la página de Mayo del 68. Pero hay que hacerlo de verdad [...] (La gauche tire à boulets rouge sur Sarkozy 2007).

Acusaciones que Ségolène Royal contrarrestará con los siguientes argumentos:

[...] Mayo del 68 son 11 millones de huelguistas que ganaron [acuerdos], el derecho de las mujeres de acceder a la contracepción, un viento de libertad contra una sociedad totalmente cerrada [...] ("Liquider" Mai 68. Sarkozy provoque un tollé2007).
[...] La máquina del tiempo para regresar al pasado empezó a funcionar. En Bercy [donde se dio el mitin de clausura de campaña de Sarkozy], estábamos en junio del 68. Yo no deseo que Francia vuelva a este punto de bloqueo para, precisamente, suscitar, como en Mayo del 68, revueltas, reivindicaciones, huelgas, que bloquearon todo. Quiero una Francia que détrabajo a todos y cada uno. Es esto, la defensa del valor del trabajo. [...] Yo dejaréde contrastar el caso de los desempleados con el de los trabajadores. Es inaceptable agobiar a las personas privadas de empleo. Tenemos la ardiente obligación de darles trabajo. Es escandaloso estigmatizarlas y convertirlas en mendigos oportunistas de los recursos públicos. [...] Hay que volver a dar sentido al esfuerzo y la dignidad en el trabajo, pero de verdad. El valor del trabajo no es un artífice del discurso. Darle valor al trabajo significa, ante todo, pagar el trabajo por su justo valor. Significa aumentar los salarios bajos que obstinadamente quedan sin moverse, ya que somos el único país en este caso, en donde millones de asalariados, hombres y mujeres –y sobre todo mujeres–, empiezan su carrera profesional con un salario mínimo y terminan cuarenta años después ganando todavía este salario mínimo, y yo no quiero que esto siga ocurriendo. (La gauche tire à boulets rouge sur Sarkozy 2007).
Cuando escucho un tipo de vocabulario que hoy en día no le teme a nada [...] [Cuando escucho] que se habla de liquidar parte de la historia, la de Mayo del 68, y que incluso él [Nicolas Sarkozy] dijo esta frase: vamos a reformatear a los franceses [...] Pues yo lo digo aquí solemnemente: los valores más grandes de Francia [...] no son compatibles con el uso de tales palabras [...] (La gauche tire à boulets rouge sur Sarkozy 2007).

Palabras de uno y otra que sin duda reflejan una utilización estratégica, por parte de ambos, de Mayo del 68, en un contexto en el que la campaña electoral estaba marcada por la fuerza de esta oposición derecha-izquierda pero en el que también cumplían un papel importante un tercer competidor –François Bayrou, en nombre de la Unión por la Democracia Francesa (UDF)– y, con él, un electorado potencial por convencer. Del lado de Nicolas Sarkozy, se trataba de retomar a su favor lo que podía ser entendido como un "miedo al 68" por parte de los mayores de sesenta años, que podían ver en él una réplica del general De Gaulle. Del otro lado, los dirigentes socialistas podían reivindicar la herencia gloriosa de Mayo, y, con ello, la candidata Ségolène se convertía en "vocera de las izquierdas", a pesar de que en el 68, en ningún momento el Partido estuvo en primer plano.

Ahora bien, frente a esta discrepancia derecha-izquierda en cuanto a la memoria de Mayo del 68, el punto de vista de su polémico líder, Daniel Cohn-Bendit, pudo, por su parte, sorprender. Por cierto, en un estilo propio, reconoció el peso de dicho episodio en la sociedad francesa y, en especial, en la argumentación a su favor o en su contra, alrededor en la campaña presidencial de 2007:

¡Nicolas Sarkozy es un sesentayochista contrariado! Si existe un ser humano que, a los ojos del mundo y con lujo, quiere gozar sin trabas, ¡por supuesto es Sarkozy! Hay que entender que Sarkozy y los que escribieron sus discursos instrumentalizaron el miedo al 68 de una parte [del electorado] de la derecha. Han visto en este miedo un vector unificador de cierta derecha contra la izquierda. [...] Plantear el problema en términos "anti-68" permite recordar a la extrema derecha –antisesentayochista en su esencia, porque asimila el 68 a la destrucción de la nación– y a la derecha [...] que el 68 significa horror absoluto (Cohn-Bendit 2008, 37-38).
[...] hoy en día la izquierda tiene una visión positiva de estos acontecimientos [de Mayo del 68] gracias a [su] segunda fase, en otras palabras, la fase obrera (Cohn-Bendit 2008, 41).
Es cierto que, por un lado, el 68 anuncia la muerte del gaullismo, que correspondía a una concepción autoritaria y jerárquica del funcionamiento de la sociedad, de la moral y la vida privada. Por otro lado, lo que es realmente chistoso es que, sin estos movimientos de emancipación de los años 1960 –y entonces, sin 1968–, ¡alguien como Sarkozy no hubiera podido ser presidente de la República! Nos da risa con sus discursos. Tiene hijos de diferentes camas, tiene una familia recompuesta [...] ¡Al lado de él parezco yo un verdadero conservador! [...] ¡Con Sarko, De Gaulle y su esposa no deben poder descansar en paz en su tumba! A pesar de ello, [la vida privada de Nicolas Sarkozy] no causa problema en Francia. Guste o no de esta sociedad del show, este espectáculo de la vida privada no tiene incidencia en el voto (Cohn-Bendit 2008, 44).

No obstante, independientemente de su tono incisivo frente al presidente francés, la posición del anticonformista del 68 –pero actual exitoso eurodiputado– Cohn-Bendit igualmente iría a favor del olvido del mes de mayo en cuestión. Como lo enuncia en el libro que publicó con motivo de los cuarenta años de los acontecimientos, Forget 68 (Cohn-Bendit 2008), habría llegado la hora de

Olvidar el 68. ¡El 68 se acabó! Esto no quiere decir que este pasado está muerto, pero que está debajo de cuarenta toneladas de adoquines que, desde entonces, han labrado y cambiado el mundo. El mundo de hoy no es para nada el mismo del 68. Esto quiere decir que el 68 y los años que siguieron pasaron por allí. El 68 fue el primer movimiento global difundido en tiempo real [...] Era un mundo de revueltas, diferentes pero conectadas [...] contra el autoritarismo y la moral del comunismo. [...] Hoy en día, ¿quéhay que recordar de ello? En primer lugar, lo que cambió nuestras sociedades, lo que permitió una evolución extraordinaria. Socialmente, o digamos, cultural-mente, ganamos (Cohn-Bendit 2008, 118-119).
[Pero] aún quedamos empantanados en nuestra relación con la globalización y en nuestra comprensión del mundo de hoy. Quedamos frecuentemente apegados a unas categorías políticas que ya no son válidas: capitalismo contra socialismo, el bien contra el mal, el Estado contra el mercado, el mercado contra el Estado. Sobre este punto podemos preguntarnos si efectivamente cambiamos de época. Porque, políticamente, de un lado y otro quedamos atrancados (Cohn-Bendit 2008, 120).
[...] el 68 fue formidable, pero hoy los retos son otros. Nos enfrentamos a otro mundo, otros problemas, y los instrumentos de la rebelión no responden a los problemas de hoy (Mayo 68, según Cohn-Bendit. 12 de mayo de 2008).

En este sentido, a la hora de proponer reformas, más que revoluciones, reconvertido en "Dany el Verde", el propio "ex Dany el Rojo" señalaría dos incomprensiones significativas frente a Mayo del 68:

La primera, es la de Sarkozy y de la derecha, según la cual todos los males de la Francia de hoy se derivan del 68: el individualismo, los paracaídas dorados, la sociedad desintegrada, el mal funcionamiento de la escuela, la revuelta de los suburbios. [...] la generación del 68 sería responsable de todo lo que está andando mal en Francia. Esto es una incomprensión total, tanto de la sociedad de hoy como del tipo de sociedad que empezó a moverse en 1968 y, después, en los años 1970 (Cohn-Bendit 2008, 124).

La segunda incomprensión se encuentra en esta fábula de la extrema izquierda, según la cual lograr el 68 sigue siendo el punto al orden del día. Bastaría entonces con volver a hacerlo todo: el movimiento, la huelga general, para por fin lograr la toma del poder (Cohn-Bendit 2008, 124).

Amanera de conclusión... abierta: Mayo del 68 y el reto que queda

Más allá de la retórica de campaña electoral, Mayo del 68, cuarenta –y seguramente más– años después, difícilmente se puede revivir o liquidar del todo. E independientemente de todos los ejercicios de estilo que puede despertar a favor o en contra de su aniversario, la recurrencia década tras década de éste dejaría pensar que todavía no se "cierra el capítulo". Con el tiempo, se matizaron los ardores, se lamentaron los errores pero también se asumieron avances. Con ello, Mayo del 68 deja un innegable e ineludible impacto en la sociedad francesa. Sin duda, además de logros tangibles en las interrelaciones entre individuos, instituciones y Estado, contribuyó a una reflexión sobre la forma de combinar en la sociedad lo individual con lo colectivo, lo particular con lo universal, la libertad con el orden.

Esto último constituyo un reto que poco a poco adquirió más validez en el complejo contexto francés que siguió a "los años 68", marcado por el creciente peso de la "cuestión de la inmigración" en un trasfondo de crisis económica y malestar social. Reto que, también, merece considerarse desde el enfoque que sugieren sociólogos como Alain Touraine y Michel Wieviorka: buscar un equilibrio "triangular" entre identidad comunitaria, valores universales y sujeto; pensar en ciudadanías en donde las minorías sean reconocidas como activas, es decir, como participantes en el debate político y las tomas de decisiones nacionales; darle así cabida a la interculturalidad, más allá de un mero reconocimiento formal y de un pluralismo de fachada que no logra impedir la exclusión y la marginalización de hecho (Touraine 1997; Wieviorka 1993). Reto, por cierto, ambicioso, que, por último, refleja el peso –también político– de esta revolución sui géneris para otra toma del poder.


Comentarios

1 Todas las traducciones en las citas textuales son realizadas por la autora.

2 Ver : Bibliographie de Mai 68, 1998; Mai 68: la dernière utopie?, 2008; Qui se souvient de Mai 68 ?, 2008; Mai 68 : sans feurs ni couronnes, 2008; Mouvement anti-Mai 68, 2008; Anniversaire des 40 ans de Mai 68: crise des banlieux, 2008; Vous en Mai 68, 2008; Soirée Thema (Arte): Faut-il interdire d'inter-dire ?, 2008; Dossier Mai 68 dans les médias, 2008; La télécommémore Mai 68, 2008.

3 El fenómeno de Mayo 68 se estudia en unas pocas sesiones de clase, en el marco de cursos de "historia-geografía" del Bachillerato, sobre la historia de Francia después de 1945 (al respecto, ver, por ejemplo, Le web histoiregéo, http://www.histoire-geo.org/page/index.php?cat=5).

4 Al respecto, vale la pena recordar que el derecho al voto de las mujeres en Francia data de 1944.

5 http://www.lcr-rouge.org.

6 Miembro del partido alemán Die Grünen desde 1984, Daniel Cohn-Bendit ha sido elegido en el Parlamento Europeo desde 1994 y es copresidente del grupo alemán de los Verdes desde 2004 (http://www.cohn-bendit.de/dcb2006/fe/pub/fr/dany/ lebenslauf, consultado el 15 de junio de 2009). Con motivo de las elecciones europeas de 2009, encabezó la lista de Europe Écologie en la circunscripción regional Île-de-France –cercana a París–, desde la cual ganó 20,86% de la votación, mientras que dicha agrupación llegó a recoger 16,28% de los votos en el nivel nacional, logrando así conquistar la segunda posición, al lado del Partido Socialista francés (http://www.interieur.gouv.fr/sections/a_votre_service/resultats-elections/ER2009/FE.html), consultado el 15 de junio de 2009).

7 La palabra "bof", acercándose a un "bah" –ni sí, ni no– en español, fue aquella con la que se califcó a la generación nacida en la década de los setenta, considerada como individualista, sin ideales y apolítica, y por ello llamada "bof génération" (Gault 2007).

8 Ver Contrat Première Embauche 2009; Retrait du Contrat Première Embauche! 2006; Mobilisons-nous! La mobilisation continue contre le Contrat Première Embauche: prochaine manifestation le 7 mars! 2007; Contrat Première Embauche. Propos tenus par le président de la République 2006.

9 A la pregunta "Diría usted que, cuando se le habla de 'Mayo del 68', ve muy bien, relativamente bien, no muy bien o para nada, de lo que se trata", el 18% de los entrevistados contestó que muy bien y el 42% que relativamente bien, el 21% que no muy bien y el 19% que nada bien.

10 Consultar al respecto el programa de campaña de Nicolas Sarkozy, Ensemble, tout devient possible (http://www.sarkozy.fr/home/).

11 Sobre la plataforma política propuesta por Ségolène Royal, ver Le pacte présidentiel de Ségolène Royal (http://hebdo.parti-socialiste.fr/2007/02/11/445//).


REFERENCIAS

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Fecha de recepción: 26 de Febrero de 2009 Fecha de aceptación: 5 de mayo de 2009 Fecha de modificación: 1 de julio de 2009

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