Introducción
Desde 2012 hasta 2014, tuve la oportunidad de participar en el proyecto de investigación sobre Acción colectiva juvenil, que durante este período desarrolló la línea "Jóvenes, culturas y poderes" del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud (Cinde-Universidad de Manizales). En dicho proyecto participamos investigadores de distintas regiones de Colombia interesados en los procesos de agitación social y, en especial, en las contribuciones de los jóvenes a estos. Mi aporte a la investigación partió del reconocimiento del significativo rol que desde aquel entonces, e incluso desde algunos años antes, han venido desempeñando dos colectivos juveniles que trabajan por la reconstrucción de memoria histórica en este país: H.I.J.O.S. (Hijos e hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) y Contagio Comunicación Multimedia (en adelante, Contagio).
Mi relación con ambas experiencias se ha consolidado poco a poco a través de acercamientos tanto investigativos como afectivos y colaborativos. Dicha relación, en el caso de H.I.J.O.S. Bogotá, se ha basado en una cercanía no sólo generacional sino de amistad, sueños e ideas políticas. A partir de allí, en 2012 quise iniciar un trabajo colaborativo con el fin de comprender, visibilizar y potenciar esta experiencia organizativa con la cual, desde su surgimiento, en 2006, siempre me he sentido identificado. Fue así como desde finales de ese año comencé a participar de manera activa en reuniones y acciones colectivas, que registré sistemáticamente y que puse en diálogo con algunas claves interpretativas ligadas a los estudios culturales, a las ciencias sociales y al pensamiento crítico latinoamericano. Esta participación se tradujo en un sentimiento de pertenencia e integración desde diciembre de 2012, cuando asistí a un evento que venía preparando H.I.J.O.S. Bogotá, con el fin de colaborar en la elaboración de la relatoría de la sesión de instalación, del panel central, de una de las mesas de trabajo y, también, de la relatoría general del encuentro, que se denominó Memoria es acción.
Por su parte, la relación con Contagio comienza desde mucho antes de su surgimiento, en 2009. Empieza con una relación de complicidad y amistad de casi quince años con Carolina Zamora, quien desde 2009, y hasta agosto de 2014, coordinó la experiencia. Una relación que ha estado mediada por múltiples conversaciones sobre música, arte y política, y acompañada de sentimientos de indignación frente a la situación del país, de las comunidades rurales, de la educación, de la salud y de las organizaciones defensoras de derechos humanos como la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, en la que ella ha participado, y la Fundación Centro de Promoción Ecuménica y Social (CEPECS), a la que yo he pertenecido. Esta cercanía con Carolina me permitió aprender de Contagio, a partir de diversas conversaciones tanto formales como informales, y participar en diferentes actividades que desbordan lo que podría conocer al ser simplemente "público" y seguidor de las emisiones y los programas que día a día transmite Contagio en su espacio virtual.1
Puedo decir, entonces, que fueron dos los procesos convergentes que justificaron el trabajo investigativo con tales colectivos. Por una parte, estuvo latente la constatación de un nudo problemático en el que se condensan dinámicas de violencia estructural soportadas en aparatos sociopolíticos, paramilitares, judiciales y mediáticos que reproducen la opresión, el miedo, el olvido y la impunidad. El reconocimiento de una situación problemática y la necesidad de intervenirla por medio de acciones colectivas son la razón de ser de ambas experiencias y el motor del trabajo investigativo y político que desarrollé. Por otra parte, estuvo presente una trayectoria vital, la de quien escribe estas páginas, que se cruzó con otras trayectorias, historias y subjetividades, estableciendo vínculos humanos, solidaridades, emocionalidades, complicidades y apuestas. Lo subjetivo, con sus horizontes de sentido, sus pasados, sus presentes y sus anhelos de futuro, provee suficientes razones, motivaciones y justificaciones ético-políticas para la selección de un tema de exploración y de unos actores con los cuales conversar y a los cuales aportar.
De esta manera, en el corazón del estudio estuvo el interés por conocer el lugar que ocupan las prácticas comunicativas en las dos experiencias de acción colectiva juvenil, desde un trabajo intelectual eminentemente crítico y colaborativo. Para ello, realicé un conjunto de actividades, entre las que estuvieron una amplia revisión bibliográfica sobre los nodos de interés (acción colectiva juvenil, prácticas comunicativas, políticas de la memoria),2 la participación en acciones colectivas de H.I.J.O.S. Bogotá y Contagio, su registro sistemático, la presencia constante en el ciberespacio y en las plataformas virtuales de ambas experiencias, la conversación permanente con algunos de sus integrantes, la realización de entrevistas con expertos, el procesamiento y análisis de información, la producción escrita, entre otras.
Estas actividades permitieron una comprensión densa del tema mencionado y la construcción de algunas conclusiones. Una de estas, en la que me centro en el presente artículo, la expreso mediante la siguiente tesis: experiencias de acción colectiva juvenil como H.I.J.O.S. y Contagio constituyen comunidades emocionales que, desde intervenciones artísticas, mediadas por la música, el arte urbano y la poesía, aportan al posicionamiento de memorias contrahegemónicas que denuncian el olvido e impugnan la impunidad. Para sustentar dicha tesis, en primer lugar, hablo de las intervenciones artísticas de H.I.J.O.S. Bogotá, para luego presentar las formas de "contagio" emocional expresadas en uno de los programas radiales de Contagio: Sonidos Urbanos.
H.I.J.O.S.: entre emociones y prácticas político-culturales
H.I.J.O.S. es una red internacional que desde mediados de los años noventa viene adelantando un trabajo en contra del olvido y de la impunidad. Integrada por hijos e hijas de personas que sufrieron algún tipo de violencia política, en especial estatal, dicha red ha puesto en marcha distintas acciones colectivas, en las que el componente emotivo y cultural ha tenido un rol fundamental. Vale la pena destacar, como lo hace Bonaldi (2006), que las motivaciones políticas no fueron necesariamente los puntos de partida y los factores centrales en el momento de explicar cómo decenas de jóvenes en distintos países de América Latina y el mundo decidieron actuar colectivamente, coordinar acciones y disputar los sentidos otorgados al pasado.
Ese otro ingrediente, ligado a la empatía, a la emotividad, a los vínculos humanos y a aquello que nos afecta profundamente y atraviesa nuestra existencia, constituye el motor de la acción política y de la producción de la identidad colectiva. El verse "reflejados en las historias de otros hijos generó un fuerte sentimiento de identificación y de pertenencia" (Bonaldi 2006, 147); un sentimiento tan intenso que llevó a los miembros del grupo a construirse y nombrarse como hermanos, como familia. Se trata de un proceso de configuración identitaria que no sólo pasa por las racionalidades o por el deseo de reivindicar las militancias políticas de décadas pasadas, sino que emerge desde las emociones, desde las angustias, desde los temores, las rabias y los dolores compartidos que fungieron como catalizadores de la unión y la organización. Dicha carga emotiva logró estrechar lazos familiares, sin que necesariamente existieran vínculos consanguíneos, y potenció la acción allí donde se quisieron imponer el silencio, el olvido y el miedo paralizante.
En este orden de ideas, no cabe duda de que el surgimiento de H.I.J.O.S., tanto en Argentina como en Colombia y en otros países,3 está relacionado con aquellas emociones a veces contradictorias que se entrelazan con las memorias y encuentran ecos en las historias compartidas. Se comienza a construir, así, una comunidad política desde el sentimiento de fraternidad y complicidad producido por el hecho de reconocerse como parte de una misma historia de vida, de encontrarse con otros que se perciben como iguales porque han pasado por las mismas situaciones: por un pasado similar acompañado de ausencias, silencios e, incluso, preguntas sin respuestas. Dicha identificación colectiva se fortalece y preserva por medio de intercambios sobre lo vivido, de discusiones sobre lo acontecido y de lecturas compartidas sobre el presente y los futuros posibles. De igual manera, se estrecha a través de fiestas, viajes, conversaciones cotidianas, relaciones afectivas y espacios informales de socialización y encuentro entre sus integrantes, que también logran explicar la permanencia de sus miembros en la organización, más allá de las convicciones y apuestas políticas.
Sin embargo, esa empatía o cercanía que une y que funda es también la fuerza que diferencia y que excluye. Los lazos de amistad y hermandad que producen un "nosotros" son los mismos que designan un "ellos", que construyen su propia exterioridad. La identidad creada bajo la idea de una experiencia compartida se traduce con facilidad en la configuración de un "otro" que no la comparte igual; de alteridades que se piensa que no pueden saber exactamente lo que implica vivir una ausencia o una experiencia de dolor, sencillamente porque no la han vivido de la misma manera. Lo político, gústenos o no, pasa por cerramientos arbitrarios que a veces pueden ser interpretados como esencialismos, o tomar la apariencia de identidades estables y autorreferenciales (Bonaldi 2006).
Desde sus inicios en Argentina, por ejemplo, no hubo pleno acuerdo acerca de quiénes debían integrar la agrupación. Mientras que algunos apoyaban la vinculación de jóvenes bajo cuatro orígenes (hijos de desaparecidos, asesinados, presos políticos y exiliados), otros preferían aceptar como miembros a todo tipo de jóvenes, aunque no cumplieran con dicha condición. Si bien para muchos de sus miembros limitar la libre asociación significaba esencializar la condición de hijos como si existiera un vínculo natural entre aquellos que sufrieron el asesinato o desaparición forzada de sus padres, para otros había razones de peso para reconocer "como miembros solamente a los hijos de desaparecidos y asesinados por la dictadura" (Bonaldi 2006, 145), reduciendo la participación no a cuatro sino sólo a dos orígenes. La razón fundamental de ello, en parte, radicó en cierta carga moral atribuida a los presos políticos y sobrevivientes, pues se llegó a pensar que "si aparecieron o fueron liberados por algo sería", o en otras palabras, que pudieron haber sido liberados o estar vivos por su complicidad con los represores. En contraste, los desaparecidos y asesinados siempre han sido reconocidos públicamente como "las víctimas del terrorismo de Estado por antonomasia" (Cueto 2010, 134).4
Lo cierto es que experiencias de acción colectiva juvenil como H.I.J.O.S. configuran comunidades emocionales que se expresan en redes afectivas y en nuevas formas de "estar juntos" y "estar en contra", atravesadas por procesos plurales de identificación, reconocimiento y pertenencia (Aguilera 2010, 90). Asimismo, como expongo a continuación, despliegan formas de intervención en las que lo artístico y cultural están en el centro de las prácticas políticas y contribuyen, a su vez, a la consolidación de tales comunidades emocionales. En la siguiente sección presento algunos ejemplos de ello, derivados de la investigación colaborativa que desarrollé con H.I.J.O.S. Bogotá.
Las intervenciones artísticas de H.I.J.O.S. Bogotá
¿Verdad?
¿Qué es, se preguntan por aquí y responden por allá? Es la sombra sin matices de la humanidad. Polifonía, coro donde canta hasta el que no sabe cantar. Es tan profunda como el mar, tan oscura y transparente como la noche estrellada, donde unos ven puntos y otros no ven nada. Verdad es la luz del día tras la larga noche sin justicia. Chico Bauti 2013
La relación entre jóvenes, memorias y emociones se construye en buena parte por medio de intervenciones artísticas diversas. Música, teatro, performance, poesía, body-art, net-art, grafiti, esténcil, y otras tantas formas de expresión y despliegue emotivo/comunicativo, son en el mundo actual herramientas estratégicas para potenciar la acción política juvenil. En H.I.J.O.S. Bogotá, por ejemplo, la acción colectiva se ha apoyado en la música, la poesía y el arte urbano, que actúan como potentes medios de comunicación de ideas y de afectación emotiva y simbólico-cultural. Quiero referirme a tres intervenciones concretas mediadas por lo artístico: a) la poesía de Chico Bauti; b) los murales de la memoria; y c) la música de El Furibundo.
La cara poética de la memoria
En el 2011 irrumpe la segunda recopilación poética de Chico Bauti, titulada Tránsitos de un hijo al Alba. En sus páginas, Erik Arellana Bautista, integrante de H.I.J.O.S. Bogotá y conocido como Chico Bauti, crea una atmósfera en la que convergen "la tragedia y la utopía, el recuerdo y los ideales, el absurdo y la ternura". Así lo señala el padre Javier Giraldo, referente de la defensa de los derechos humanos en Colombia, en la presentación de este manojo de poemas en el que se percibe aquella cara poética de la memoria, que toma gestos de nostalgia, de dolor, pero también de sueños y rebeldías. El padre Javier, con sus palabras de presentación del libro, se encarga de remover sentimientos apabullantes en los lectores al recordar a la madre de Chico Bauti, "cuya presencia se insinúa tenuemente en algunas páginas y otras parece inundarlas de sangre, de dolor y de lágrimas":
Todo comenzó o se trastocó un 30 de agosto, año de 1987. Era el día de la Primera Comunión de Erik [...]; la madre, Nydia Erika Bautista de Arellana, fue raptada violentamente en un jeep de los servicios secretos del Estado e inmediatamente desaparecida. Era el precio que pagaba por pensar en clave de justicia en un país inundado de injusticia. [...] El sepulcro incógnito de Nydia Erika, como el de todos nuestros desaparecidos, fue un tormento familiar inextinguible hasta que un mismo victimario, acosado por remordimientos, reveló su escondite supuestamente blindado por el poder. Allí estaban sus huesos junto con el vestido de fiesta de la Primera Comunión y el tierno recordatorio en la solapa. [...] Erik será siempre el HIJO en TRÁNSITO al ALBA. El aura de la madre desaparecida y reencontrada en el sentido sublime de su lucha, nunca podrá dejar de ser el secreto recóndito de su energía solidaria y creadora. (Giraldo 2011, 17)
Esta última frase orientó mi lectura de los poemas de Chico Bauti. La memoria como algo que no queda atrás, sino como una suerte de aura que nos acompaña y que otorga sentidos a las luchas del presente. La memoria, además, como base de una energía solidaria y creativa que se canaliza a través de distintos recursos expresivos, siendo el poético uno de los más sugestivos y conmovedores. Con versos y palabras cargados de humanidad, los 32 poemas de Chico Bauti transportan al lector por distintos estados emocionales, en los que la tristeza y el desconcierto no se sobreponen a los anhelos y esperanzas. Hay espacio para la madre, la militante del M-19 desaparecida forzosamente. Hay espacio también para recordar a San José de Apartadó y al periodista Julio Daniel Chaparro, asesinado en 1991 en Segovia (Antioquia) mientras preparaba un reportaje sobre la masacre de 1988 cometida en ese lugar. Pero también hay espacio para las vivencias, las desobediencias y la ilusión, que se expresan en algunos títulos de sus poemas: "Sigo haciendo caso omiso", "La memoria crece", "Yo digo vida", "Somos tantos". No pueden dejar de mencionarse esas palabras allí incluidas y que tantas veces hemos escuchado en eventos de H.I.J.O.S. en Bogotá, en la sincera y a la vez desgarradora voz de Chico Bauti cuando recita y grita "Somos hijos e hijas":
Somos hijos e hijas de los guerreros que derrotaron tiranías,
en estas tierras sagradas, nuestra bandera está enlutada!
Decimos No a los transgénicos, al glifosato, a las fumigaciones,
a la privatización de los parques naturales,
al tratado de libre comercio ALCA,
al plan Puebla-Panamá, a los bombardeos,
al canal Atrato-Truandó,
a las bases militares gringas fuera de la USA,
al banco mundial, al fondo monetario internacional,
al plan patriota, al plan Colombia, al plan victoria.
Mientras siembran palma africana y destierran afrocolombianos.
Aquí estamos junto a los Uwa, contra la Esso,
junto a los Embera Katio contra Urra s.a.
Con las comunidades de paz
Recordando a las víctimas
Sin olvidar ni perdonar!
Erik Arellana Bautista, quien además es dirigente de la Fundación Nydia Erika Bautista para los Derechos Humanos, lanzó el 11 de julio de 2013 su tercera recopilación poética, titulada Transeúntes y migrantes. El lanzamiento del libro tuvo lugar en el auditorio del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, y comenzó con el Hip Hop de Lucía Vargas Rap-Art-01.5 Luego vinieron las palabras de Marco Chacón, miembro de H.I.J.O.S., quien destacó la importancia de la poesía para tramitar el dolor y potenciar la acción desde/por la memoria. Después vino la intervención de Janeth Bautista, directora de la Fundación Nydia Erika Bautista e integrante de la primera delegación de víctimas que viajó a La Habana en agosto de 2014 para ser escuchada por los integrantes de las FARC-EP y el Gobierno nacional, en el marco de los diálogos de paz. Acto seguido se leyó el prólogo del libro, elaborado por Fabiola Lalinde, "La Madrina", quien con una reflexión seria y serena escribió sobre el significado de la desaparición forzada de un ser querido, crimen que ella misma padeció en el caso de su hijo.6
Sus palabras destacaron además a los H.I.J.O.S. que se organizan y heredan de sus padres la nobleza, la honestidad, el respeto, el sentimiento de país y de humanidad. Por último, exaltaron la capacidad de Erik para convertir en poesía todo lo que piensa, siente, ve o narra. Después del prólogo de "La Madrina" comenzó el recital. Chico Bauti leyó varios de sus poemas con el acompañamiento musical de Sistema Sonoro Skartel, agrupación musical que trabaja desde la resistencia cultural por causas políticas diversas, ligadas a la defensa del derecho a la rebelión y a la libre expresión. Los poemas, musicalizados, hablaron de errancias y miserias, de jóvenes caídos, de viajes y odios, de voces, aves, caminos y recuerdos. Asimismo, la cara poética de la memoria mostró sus más claros gestos, cuando María Mercedes Méndez y Rodrigo García7 se hicieron presentes en los versos:
Ariari,
Fértil, fecundo,
Infinito, profundo.
Ariari donde semillas libertarias fueron engendradas.
Donde la llanura se expande tropezando con los Andes.
Aquí llegaron traídos por los vientos
cantores del llano adentro.
Sus coplas del recuerdo
de grandes almas luchadoras
por los derechos del pueblo
atroces batallas enfrentaron hasta el destierro,
por levantar un pañuelo que anunciaba la paz.
Entre arpas y zapateos
el eco sublime de gritos emitieron
por la liberación y contra toda opresión.
Luego vino la represión.
Cada mes nombres en el olvido
luchas suspendidas
vidas perdidas...
María Mercedes Méndez,
Rodrigo García,
Por ustedes nuestra vida.
Al final del evento se hicieron presentes las jóvenes del colectivo de mujeres Wiphala, quienes con sus rostros cubiertos, sus torsos desnudos y el cuerpo hecho consigna recorrieron el espacio, elaboraron un hermoso mandala y luego, sin palabras, desaparecieron. Fue así como culminó el lanzamiento de Transeúntes y migrantes, un espacio en el que circularon sentimientos encontrados y en el que las emociones, los recuerdos y el contagio afectivo inundaron a los participantes. En este y otros momentos, el arte y la poesía han demostrado ser instancias fundamentales de afectación, de encuentro, de producción de resonancias. Son prácticas comunicativas estratégicas cuando se trata de "mover las fibras" emotivas de otras personas, o de generar tristezas, evocaciones, alegrías, sueños y complicidades. De igual forma, la presencia de Skartel, del Hip Hop de Lucía Vargas, de académicos, de hijos e hijas, de familiares de víctimas, entre muchos otros presentes en el lanzamiento, confirmó que ciertas personas como Chico Bauti, con su sensibilidad, su personalidad y su capacidad comunicativa, convocan/articulan con facilidad a personas y colectivos distintos que comparten motivaciones comunes en la lucha contra el olvido, el silencio y la impunidad.
Muros en pugna: memorias vivas y prácticas de terror
El 17 de marzo de 2013, H.I.J.O.S. Bogotá apoyó la creación de un mural en homenaje a las víctimas del genocidio contra la Unión Patriótica, la violencia antisindical y el desplazamiento forzado. Diferentes colectivos artísticos, liderados por el "Colectivo Animal", participaron en esta muestra de arte urbano que se realizó en la Avenida El Dorado (calle 26 con carrera 18) de Bogotá. Entre música y pinturas de colores se fue dando forma al que sería uno de los murales más grandes de la ciudad, cuya iniciativa recibió el premio "Arte y Memoria", otorgado en diciembre de 2012 por el Centro de Memoria, la Alta Consejería para las Víctimas y el Instituto Distrital de las Artes (IDARTES). La creación gráfica, que configuró una representación de la historia de la UP, es un buen ejemplo de las marcas por medio de las cuales se les da materialidad a las memorias. Como señala Elizabeth Jelin, estas marcas territorializadas son actos políticos pues su instalación y emergencia son siempre el resultado de luchas, y, además, porque "su existencia es un recordatorio físico de un pasado político conflictivo, que puede actuar como chispa para reavivar el conflicto sobre su significado en cada nuevo período histórico o para cada nueva generación" (Jelin 2005, 102).
Precisamente, fue esto lo que ocurrió. La memoria, viva en los muros de la calle 26, reanimó conflictos e hizo visibles fuerzas sociales encontradas: las que apuestan por la vida y la memoria, y las que insisten en el miedo, el silenciamiento y la estigmatización. El 12 de abril de 2014, los murales fueron rayados con pintura blanca por un grupo de cerca de cincuenta jóvenes, ante la impotencia y, para algunos, indiferencia y omisión de los agentes de policía de un CAI cercano que presenciaron el hecho. Además de los "tachones" con pintura sobresalieron los emblemas nazis y las frases amenazantes que fueron plasmadas: "Fascismo totalitario ya", "fuera UP", "fuera FARC. Colombia libre". Las luchas políticas por la memoria se hicieron entonces evidentes. El poder constituyente de quienes por medio del arte intentaron dignificar un pasado truncado por la represión y el exterminio entró en confrontación directa con las prácticas de terror e intimidación de quienes pretendieron cambiar la forma y la función del lugar (Jelin 2005), negar el significado público y colectivo de esta creación artística, y dotarla de un sentido violento al borrar las marcas de la memoria e imponer las del miedo y la exclusión.
A propósito de las consignas plasmadas, no sorprende la asociación que en ellas se hace de los militantes de la UP con las FARC, pues esta ha estado en la base del exterminio incesante de los militantes de dicho movimiento político. Basta recordar, como lo hacen Cepeda y Girón (2005), el debate en el Parlamento entre Bernardo Jaramillo Ossa, recién elegido senador de la República, y el entonces ministro de Gobierno, Carlos Lemos Simmonds. En tal discusión, en marzo de 1990, Lemos inculpó a los líderes de la UP de ser "testaferros políticos de la guerrilla", frente a lo cual Jaramillo Ossa (conocido por sus críticas abiertas a la guerrilla) respondió que acusaciones como esas equivalían a "colgarle lápidas en el cuello a los dirigentes de la oposición. [...] Como se recuerda, tres días más tarde, el joven dirigente fue asesinado en el aeropuerto de Bogotá cuando se disponía a tomar un vuelo nacional rodeado de una nutrida escolta policial" (Cepeda y Girón 2005, 187).8
De manera que tales acusaciones no son una novedad. Pero lo que sí resultó novedoso e igualmente inquietante es que este tipo de actos de estigmatización y violencia simbólica hayan sido promovidos bajo el paraguas del "fascismo totalitario" y agenciados por grupos juveniles que reafirman la intolerancia social y la cultura antidemocrática. Los "rayones" fueron firmados por "Tercera Fuerza", "Comando Radical" y "Cabezas Rapadas Nacionalistas", movimientos juveniles neonazis plenamente identificados por las autoridades, debido a su participación en diversos actos violentos. Estos movimientos, amparados en los artículos 19 y 20 de la Constitución Política de Colombia, que protegen la libertad de opinión y de pensamiento, promueven una ideología caracterizada por la negación del Holocausto, la adulación de ciertos símbolos (esvásticas, imágenes de Hitler) y un posicionamiento en contra del comunismo, las guerrillas, la homosexualidad, la drogadicción, la prostitución y la mendicidad. Más allá de sus estilos de vida y sus formas de presentarse en público -caracterizadas por el uso de botas Dr. Martens, chaquetas bomber, cabezas rapadas y el gusto por el género R.A.C. (Rock Anti Comunista)-, su emergencia y creciente consolidación deben ser puestas en contexto.
Si bien Tercera Fuerza ha hecho presencia en las calles capitalinas desde los años noventa, su crecimiento y la proliferación más reciente de otros grupos similares pueden entenderse en el marco de un proceso más amplio de neoconservadurismo moral y reafirmación de principios de extrema derecha que han permeado los imaginarios colectivos de lógicas paramilitares y complacientes con la discriminación sociopolítica. El mismo expresidente Uribe Vélez, durante sus ocho años de gobierno, no escatimó señalamientos en contra de diversos periodistas, defensores de derechos humanos y dirigentes de izquierda, a quienes acusó de "guerrilleros vestidos de civil". Su política de seguridad democrática y "mano firme", además de canalizar los odios sociales hacia el que se quiso mostrar como el único problema del país, el "terrorismo de las FARC", impuso la violencia como forma legítima para solucionar discrepancias y promovió actitudes y prácticas, jurídicas y socioculturales, justificadoras del accionar paramilitar. Lo propio hizo el exprocurador general de la Nación Alejandro Ordóñez, cuyas posturas conservadoras y abiertamente opuestas al reconocimiento de derechos de las minorías sexuales y políticas han hecho eco en los imaginarios colectivos y han ocupado un lugar considerable en la sociedad.
Así que el acto de intimidación y estigmatización en contra de los integrantes de la UP que se produjo en el caso de los muros en pugna de la calle 26 adquiere sentido en una coyuntura en la que figuras representativas y amplios poderes políticos y mediáticos han difundido valores y razonamientos que logran interpelar a ciertos públicos, muchos de ellos juveniles, y reproducir entramados relacionales y emocionales favorables a la continuidad de la violencia sociopolítica. De modo que no sólo el extremismo ideológico sino la promoción de comunidades emocionales complacientes con la estigmatización política explican lo sucedido en contra de los murales de la UP.
Para muchos, lo más problemático de este suceso fueron la apología del genocidio y el hecho de que esta práctica constituya otra de las modalidades de revictimización de la UP, que se suman a las tres décadas de persecución, amenaza, estigmatización y asesinato de los que han sido víctimas sus militantes. Pero de lo que no cabe duda es de que se trató de una ofensa en el orden simbólico y emocional, que buscó perpetuar el terror, el silencio y el odio, en momentos en los que incluso los muros comienzan a hablar, las paredes devienen memoria viva y el arte resignifica dolores y sienta precedentes para los procesos de construcción de paz. Pese a ello, cabe la pregunta de Jelin (2005) con respecto a si es posible "destruir" lo que la gente intenta recordar o perpetuar: ¿no será que el olvido que se quiere imponer con la oposición/represión tiene el efecto paradójico de multiplicar las memorias?
La respuesta, en este caso, es afirmativa. La agresión, que no sólo fue contra la UP sino contra la memoria de las víctimas y de Colombia, en lugar de amedrentar, propició de nuevo la organización, la acción colectiva y la articulación de comunidades emocionales que impugnan el olvido, la violencia y la impunidad. La mañana siguiente al acto en contra del mural, jóvenes artistas y diversas personas manifestaron su repudio frente a esta práctica por medio de una intervención denominada "jornada en contra del miedo y la agresión". En esta nueva jornada creativa se eliminaron las consignas y los trazos de las organizaciones neonazis, y sobre la pintura blanca que utilizaron para tachar y amedrentar resurgió el color, y un nuevo mensaje quedó plasmado: Ante la intolerancia, renace la esperanza. De esta forma, tales muros en pugna ejemplificaron lo que significan las disputas por los sentidos otorgados al pasado y al presente. Las prácticas que buscaron propagar el odio, la estigmatización y la violencia no lograron sobreponerse al arte, la organización y la movilización. Las políticas de terror tropezaron con las políticas de la memoria contrahegemónicas, y los territorios en donde se quiso imponer el miedo fueron los mismos que continúan batallando para instalarse como lugares cruciales de memoria y dignidad.
El Furibundo: semillas de música, poesía y resistencia cultural
El componente cultural, emotivo y estético-artístico es parte integrante de las luchas políticas por la memoria y se manifiesta también por medio de la música. La agrupación musical El Furibundo ha sido fundamental para comunicar ideas y sensibilidades compartidas por una generación de jóvenes que están convencidos de la necesidad de reivindicar ciertos procesos políticos y de generar nuevos recursos expresivos para construir los cambios que requiere el país. Aunque lleva casi veinte años en escena, en su ciclo más reciente llegó a tener presencia pública como "el grupo de Hijos", en gran parte porque la mayoría de sus integrantes, al mismo tiempo, eran miembros de ese colectivo. Los hermanos Chacón, Manuel y Marco, hijos de Manuel Gustavo Chacón,9 han liderado esta agrupación, que, con raíces en la movida Redskin de Bogotá e influencias del punk de izquierda, cuenta con varias producciones musicales y con numerosas canciones que transitan entre el rock, el punk, el ska, el hardcore, e incluso el reggae.
En varias oportunidades, Marco Chacón, vocalista de El Furibundo, ha señalado que el grupo está integrado por hijos que decidieron construir historia desde un escenario cultural y enriquecedor como es el de la música. El nombre de la agrupación rinde tributo no sólo a Furibundo Serna, a Ernesto Guevara de la Serna, más recordado por el apelativo "Che Guevara" y por la imagen que mercantilizó su figura, en detrimento de sus ideas políticas. También hace honor a todos los "furibundos" que hay en Colombia, quienes actúan con rabia, fuerza y convicción ante las múltiples adversidades y violencias: estudiantes, trabajadores, mujeres, minorías sexuales, y muchos jóvenes conscientes de las precariedades educativas, laborales y vitales, han sido y seguirán siendo furibundos.
Las letras de sus canciones, representativas del rock políticamente comprometido, son ricas en denuncias directas, en reivindicaciones de luchas sociales y en llamados a la emancipación de América Latina. Canciones como "Tu libertad", "El don de la injusticia", "Jihad latino", "Yo sí acuso a Mancuso", entre muchas otras, logran abrir conciencias, perturbar a otros jóvenes furibundos y movilizarlos en contra del orden neoliberal y violento que ha afectado a nuestras sociedades. Son, en definitiva, un buen ejemplo de lo que significa la música como forma de resistencia política y cultural, de expresión de inconformismo y de oposición a los sistemas de corrupción y muerte. El arte como medio de comunicación y acción político-cultural se presenta en El Furibundo como una posibilidad de defender las luchas de los trabajadores y manifestarse en contra de las multinacionales, de la guerra, de la corrupción, del olvido y la impunidad.
En lo que tiene que ver con el intento de aportar a la reconstrucción de las memorias acalladas, para sus canciones, los integrantes de El Furibundo recurren al rescate de la poesía de Manuel Gustavo Chacón, la cual es musicalizada e interpretada en distintos eventos y conciertos. Dada mi formación musical, hace algunos años tuve la oportunidad de ensayar con el grupo, de pasar por él como muchas otras personas lo han hecho. Recuerdo varias sesiones en las que conjuntamente proponíamos ritmos y melodías para convertir en canción el poema "Ariari capricho y son", escrito por María Mercedes Méndez. También tuve la oportunidad de aprender en guitarra algunos de los poemas de Manuel Gustavo Chacón que ya habían sido musicalizados, y que Marco Chacón canta o recita con una voz profunda que logra estremecer cada vez que su cuerpo/mente se hace palabra y poesía. Incluyo un ejemplo para ilustrar el espesor de sus versos.
Caritas tristes
De dónde vienes hermano con la carita dolida,
si eres campesino al que le reprimieron la vida,
o tal vez sobreviviente de las balas asesinas
que disparan los sicarios de estos grupos homicidas,
contratados del sistema para segarles la vida
y recorrer por la Colombia ríos de sangre viva.
La sangre es de campesinos, hombres, mujeres y niños,
que con la frente erguida exigieron el derecho y el respeto,
a lo lindo y a lo bello de la vida;
exigieron con justeza la tierrita merecida.
Por esta razón hermano, se mata en la patria mía.
¿De dónde vienes hermano? ¿Ayudar en qué podrías?
Son ya tantos sufrimientos los que acongojan sus vidas,
permítanme que recoja esta experiencia vivida,
para ejemplo de este pueblo y su gente adormecida.
Es imposible la paz mientras haya oligarquías
y las botas militares defendiendo extranjerías.
Por esta razón hermano, se mata en la patria mía.
Aunque mi participación se redujo a pocos ensayos y toques acústicos en reuniones informales, pude sentir desde otro lugar el poder comunicativo de la música y convencerme, todavía más, de su importancia para alterar conciencias, sembrar inquietudes y descentrar a "esas gentes adormecidas" de las que se habla en el poema anterior. Pese a que han sido muchas las reconfiguraciones en la conformación grupal, El Furibundo continúa como un proyecto político-cultural, que promueve aquella racionalidad/sensibilidad estético-expresiva identificada por Boaventura de Sousa Santos (2003) como uno de los principios fundamentales del pilar de la emancipación, que en el mundo actual está llamado a sobreponerse a la hegemonía de la regulación expresada en el disciplinamiento, la normalización, el orden o la racionalidad cognitivo-instrumental de la ciencia y la técnica. La música contrahegemónica de El Furibundo, en cuanto forma de afectación emotiva, logra "hacer ruidos", propiciar desórdenes y desobediencias, fortalecer posicionamientos sociopolíticos y llegar con sus mensajes a las mentes ávidas de cambios sociales.10
Contagio y una de sus formas de contagio emocional
Contagio Comunicación Multimedia es un proyecto comunicativo basado en la promoción de los derechos humanos y la confrontación del olvido y de la impunidad. Su origen se remonta a un grupo de apoyo de diferentes universidades, principalmente de la Universidad Javeriana de Bogotá, que quiso hacer un aporte desde la comunicación al trabajo de derechos humanos que adelantaba la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz.11 Desde mediados de los años noventa, este grupo de apoyo, conformado por estudiantes de Comunicación, Psicología y otras carreras que conocían la Comisión y quisieron voluntariamente aportar a su trabajo, logró consolidar una revista y producir numerosos artículos para denunciar violaciones a los derechos humanos, difundir relatos e historias invisibilizadas, aportar a la reconstrucción de la memoria y luchar contra la impunidad. Esta revista, que fue denominada Contagio y circuló durante cerca de cinco años, dejó de producirse por falta de financiación; los estudiantes del grupo de apoyo suspendieron actividades, y la iniciativa no tuvo continuidad inmediata.
Sin embargo, en la Comisión ya estaba sembrado el interés por lo comunicativo, pues se reconocía su importancia para formar en derechos humanos, promover contenidos y visibilizar el trabajo que se venía realizando con las distintas comunidades que se acompañan. Así, en 2009 se diseña un proyecto para reabrir Contagio, ya no sólo como revista sino como propuesta radial online. Este proyecto obtiene recursos por parte de la Generalitat valenciana, que contaba con fondos para financiar propuestas en América Latina. Con la aprobación de la iniciativa y la obtención de recursos, a partir del 2009 fue posible conformar un equipo de cinco personas, mantenerlo durante un año, construir la cabina de grabación en las instalaciones de la Comisión y comprar equipos de producción: un computador para emitir, una consola, computadores de apoyo, entre otros.
Desde aquel entonces, Contagio, como espacio alternativo de promoción de los derechos humanos que intenta formar opinión crítica y visibilizar la voz y la vida de las comunidades vulneradas del país, ha contado con un equipo interdisciplinar de no más de diez jóvenes, integrado por estudiantes y egresados de campos tan diversos como Administración de Empresas, Teología, Trabajo Social, Ciencia Política, Publicidad y Periodismo. Asimismo, ha desarrollado distintas prácticas comunicativas y acciones colectivas que otorgan centralidad a lo cultural (arte, música, literatura, poesía), movilizan lo sensible y logran consolidar comunidades emocionales que no se reducen a ideales totalizadores de transformación social orientados hacia un modelo único y definido con antelación. A continuación presento uno de los ejemplos de las propuestas de contagio afectivo y emocional de esta experiencia organizativa juvenil.
Programa radial Sonidos Urbanos
Si bien Contagio cuenta con programas de opinión y de memoria que ocupan un lugar central en su programación (Otra Mirada, Hablemos Alguito y Sin Olvido), algunos otros de sus programas radiales han permitido la consolidación de comunidades políticas y emocionales desde el poder cohesionador del arte y la música. Tal es el caso de Sonidos Urbanos. Este programa, de una hora de duración aproximada, hasta el 2014 se emitió en vivo todos los miércoles, a partir de las 6 de la tarde, y buscó llegar a públicos más amplios a los que normalmente se ha llegado, por medio de los espacios de información y análisis Otra Mirada y Hablemos Alguito. Su sentido fundamental ha consistido en apoyar las expresiones musicales de diferentes géneros, invitando a los integrantes de distintas bandas a hablar de su historia, de su música y de sus posturas frente al mundo. Por Sonidos Urbanos han pasado bandas locales, nacionales y, cuando es posible, internacionales. A través de sus micrófonos se han escuchado las voces de agrupaciones con cierto reconocimiento local como las 1280 Almas o Tumbacatre, pero también muchas otras que, si bien no cuentan con ninguna resonancia mediática, cantan en bares, transitan por la ciudad, se mueven permanentemente y tienen un proyecto de vida, a través de la música, que logran visibilizar en este espacio.
Usualmente, el programa se realiza desde las instalaciones de Contagio, a donde llegan los integrantes de las bandas, por lo general jóvenes capitalinos. En la cabina de grabación y emisión, una persona se encarga de la producción sonora, y otra, de moderar la conversación con los invitados, quienes a lo largo de la emisión interpretan en vivo varias de sus canciones. El primer bloque del programa consiste en una serie de preguntas a la banda sobre su trayectoria, acompañadas de la presentación y emisión de sus canciones. En el segundo bloque se les pregunta a los miembros de los grupos invitados acerca de algún tema de la coyuntura nacional o internacional y se discute al respecto. En los programas de 2013 se discutió con las bandas, entre otras temáticas, acerca de las protestas campesinas, el proceso de paz entre el Gobierno y las FARC, la elección del nuevo Papa y las elecciones presidenciales que ya se acercaban. También se abrieron los micrófonos del espacio para hablar con los jóvenes invitados acerca de distintas temáticas relacionadas con la memoria histórica del país, ante las cuales los jóvenes aprovecharon para promover, desde sus voces y lenguajes propios, la denuncia de la impunidad y de las políticas de olvido, en casos como la Operación Génesis12 y los desaparecidos del Palacio de Justicia.
El escuchar con atención las respuestas de las agrupaciones a este tipo de preguntas permite hacer una lectura de lo que está pensando la juventud del país, y qué tan posicionados e informados están los jóvenes frente a las diferentes situaciones del contexto nacional o internacional. De hecho, aunque algunos integrantes muestran desconocimiento y desinterés frente a lo que acontece en Colombia, muchas otras bandas que pasan por Sonidos Urbanos reflejan un discurso politizado, que confronta la presunta apatía juvenil con respecto a lo político que hace algunos años formaba parte del sentido común académico y adulto-céntrico.
Un ejemplo de ello es la red de bandas en resistencia, cuya postura antimilitarista y a favor de la objeción de conciencia al servicio militar obligatorio en Colombia se hizo presente en algunas alocuciones de Contagio. De igual forma, varios grupos que conforman la plataforma alternativa y autogestionada conocida como "Tráfico independiente" han transmitido en Sonidos Urbanos sus mensajes de libertad y sus apuestas a favor de la transformación social por medio de la música y en contra de la alienación y la mercantilización de la cultura y la vida misma. En este sentido, Sonidos Urbanos se ha configurado como una ventana para acceder no sólo a la música o a las líricas, sino también a las críticas y reflexiones hechas desde los mundos juveniles. Bandas como Desarme, Reacción Propia, Rastro, Ganyarikies, Sin Nadie al Mando, Distrito Skapital, El Furibundo, Sistema Sonoro Skartel, Intifada Internacional, Los Parias, entre otras, han expresado en el programa sus ideas y opiniones, han hablado de su música y han compartido en este espacio un momento agradable de encuentro, reflexión y expresión, que aporta a la difusión del arte independiente y a la consolidación de comunidades emocionales basadas en el pensamiento crítico juvenil.
En el tercer y último bloque, haciendo eco del nombre completo del programa (Sonidos Urbanos: Historias de Ciudad, la Ciudad en la Historia), se les pide a los invitados que compartan una historia de ciudad. Aunque algunos muestran desconcierto ante la petición y se demoran en contestar, finalmente hablan de alguna situación o anécdota que les es cercana y que muchas veces coincide entre las diferentes bandas: algún problema con la Policía por estar haciendo un uso "indebido" del espacio público, o casos de violencia urbana que los han afectado. Durante el 2013 fue muy diciente que, de manera espontánea y coincidente, ante la pregunta del tercer bloque, varias agrupaciones expresaran su preocupación con respecto a los actos de agresión e intimidación protagonizados por colectivos neonazis en Bogotá. Así, el programa constituye un buen ejemplo de cómo al pensar la comunicación y la cultura se deben pensar al mismo tiempo el lugar, las calles, la ciudad, las problemáticas urbanas que hacen parte de las formas de vida juveniles y que son inherentes a sus maneras de expresión, pensamiento e identificación.
Otro aspecto por destacar de Sonidos Urbanos es que su concepto y su lenguaje están impregnados de las marcas juveniles. A diferencia de los programas de información y análisis de Contagio, en Sonidos Urbanos el lenguaje es mucho más informal, y términos como "raquetear", "bareto", "nos creen idiotas", "fachobook",13 entre otros, dotan el espacio de un tinte juvenil y de un ambiente de libertad que trasciende los protocolos o libretos estructurados. Asimismo, en este programa es usual que se invite a los oyentes a que escuchen en vivo las emisiones o a participar vía Twitter saludando a las bandas o comentando lo que escuchan, lo cual promueve aquella interactividad que por lo general atrae a las audiencias juveniles, mucho más que los mensajes difundidos de manera unidireccional.
Este tipo de prácticas, sin duda, han dado buenos resultados. El hecho de que las bandas comuniquen a sus redes de amigos y seguidores que estarán en Contagio y que las pueden escuchar en vivo, de entrada garantiza una importante sintonía. Además, la propuesta del programa, con los tres bloques señalados, el uso del lenguaje, el cariz interactivo y la invitación que se hace a seguir el trabajo de Contagio por otros canales o redes sociales, favorece que los internautas terminen "contagiados" y comiencen a sumergirse en los contenidos de otros programas, como Otra Mirada y Hablemos Alguito. Hay acá una suerte de vínculo colaborativo, afectivo y emocional de doble vía. En un sentido, Contagio aporta a las bandas la difusión de sus proyectos musicales, de sus apuestas y sus reivindicaciones. Pero en el otro sentido, las bandas invitadas contribuyen a la circulación del trabajo comunicativo de Contagio, no sólo "voz a voz" sino en sus propios espacios virtuales, en donde informan el día y hora de la conversación que tendrán en vivo en Contagio, y posteriormente publican los audios correspondientes. Lo anterior, más que un tipo de ayuda caritativa, se trata de una "solidaridad militante"14 entre jóvenes que desde la música y las prácticas comunicativas tejen lazos de confianza y apoyo que permiten construir una comunidad afectiva y emocional; un "ethos de compromiso" orientado a subvertir "las predisposiciones afectivas inamistosas como la hostilidad y la sospecha" (Gibson y Graham 2011, 348).
A modo de cierre
H.I.J.O.S. Bogotá y Contagio vienen desempeñando un papel destacado en la historia reciente de Colombia. Algunos integrantes de H.I.J.O.S. Bogotá hicieron parte de la primera y segunda delegaciones de víctimas que fueron escuchadas por las partes -Gobierno y FARC-, en el marco del cuarto punto de la agenda de paz para llegar al fin del conflicto armado entre el Estado y dicho grupo insurgente.15 Este espacio fue propicio para difundir algunas de las propuestas, exigencias y medidas concretas que el colectivo ya había planteado en el Foro Nacional de Víctimas, que tuvo lugar del 3 al 5 de agosto de 2014, en Cali: 1) La obligatoria garantía del derecho a la verdad como base del modelo de justicia y reparación, de la democratización y de la paz. 2) La reforma a la Ley de Víctimas como condición fundamental para el logro de una reparación integral en concordancia con los acuerdos de paz. 3) La creación de un Proyecto Nacional para la no repetición.
Por su parte, a pesar de que Contagio constituye un equipo pequeño, ha logrado avances significativos en audiencia, al punto que, bajo ciertas coyunturas, como las elecciones presidenciales de 2014, de las que se hizo un cubrimiento especial, tuvo una sobrecarga de la página, lo cual significa, como explicó su coordinadora, que al mismo tiempo estuvieron conectadas más de 1.000 personas escuchando y descargando audios. Las potencialidades y la fuerza de los contenidos de esta iniciativa de comunicación multimedia se hacen evidentes, no sólo en el hecho de que grandes medios los tengan en cuenta (o los plagien, como aseguró su coordinadora), sino también en los intentos de represión y censura. En tres ocasiones, la página web de Contagio ha sido hackeada, les han querido publicar información sin su consentimiento, les han borrado archivos, han recibido insultos, amenazas,16 e incluso, agresiones físicas durante algunas manifestaciones.17
Al margen de las dificultades siempre presentes, ambas experiencias organizativas siguen aportando a la consolidación de comunidades políticas y emocionales que desde la música, el arte urbano, la poesía y otras intervenciones culturales y comunicativas apuestan a la reconstrucción de memoria histórica y a la consolidación de otro tipo de relaciones sociales que abren caminos al pensamiento crítico, al tejido de redes afectivas y a la movilización de sensibilidades y de utopías.