Pocos médicos logran dejar huellas tan profundas entre sus colegas como lo hizo la doctora Gloria Garavito, una endocrinóloga que trazó en Colombia los caminos para estudiar y tratar a los pacientes con neoplasias de las glándulas endocrinas de una manera diferente, aplicando los conceptos de medicina personalizada y con un enfoque multidisciplinario. Por eso, su ausencia causa un gran vacío en casi todas las especialidades médicas y quirúrgicas.
La conocimos a través de sus publicaciones, de sus ponencias en congresos nacionales e internacionales, en las juntas médicas multidisciplinarias y como profesora en el Instituto Nacional de Cancerología, pero también en las reuniones de amigos. La doctora Gloria era ante todo auténtica, y en todas las situaciones se mostraba con la misma disposición para enseñar y para aprender, con un carácter fuerte, pero también con un buen sentido del humor.
Su familia, y en especial su hermana Sara, quiso compartir con nosotros algunos aspectos de su vida personal y su formación académica: Gloria nació y creció en una familia de 7 hermanos. La familia era su norte y ella, el motor de la familia. Su gran pasión fue estudiar y aprender. En 1978 se graduó en medicina en la Universidad Javeriana y en 1981 terminó su especialización en medicina interna también en la Universidad Javeriana, después de desarrollar su práctica clínica en el Hospital de la Samaritana. En 1983 viajó a París e inició su entrenamiento en endocrinología en el Hospital Saint-Antoine hasta junio de 1984, y regresó a Colombia para continuar su formación como residente de endocrinología en el Hospital Militar Central de Bogotá.
En 1987 se vinculó como especialista al servicio de endocrinología del Instituto Nacional de Cancerología y desde enero de 1991 hasta marzo de 2014 ocupó la coordinación de la Unidad de Endocrinología Oncológica de esa institución. Continuó profundizando sus estudios en el tratamiento de las neoplasias endocrinas mediante pasantías en centros especializados como el Hammersmith Hospital, Royal Postgraduate Medical School de Londres en 1990, en el MD Anderson Cancer Center de Houston en 1997 y en el Institut Clinic de Malalties Digestivas i Metaboliques de Barcelona en 2009.
Adicionalmente, en el año 2000 inició sus estudios de Maestría en Biología Molecular en la Universidad de los Andes, culminando en marzo de 2003 con su tesis laureada sobre Anticuerpos anti-tiroglobulina como marcador de cáncer de tiroides.
Fue reconocida por la Universidad Militar Nueva Granada de Bogotá como Docente Ad Honorem en octubre de 2013 y como profesora emérita del Instituto Nacional de Cancerología en noviembre de 2017.
Realizó varias publicaciones en revistas nacionales e internacionales, siendo coautora de manuscritos con profesores de amplio reconocimiento mundial, como el Profesor Kjell Õberg, con quien entabló una larga amistad, lo que le permitió traerlo como invitado a varios congresos en Colombia para motivar y formar a médicos de diferentes especialidades en el estudio de los tumores neuroendocrinos, un tema que le apasionaba, precisamente por su gran complejidad y heterogeneidad.
Es muy triste la noticia de su prematura y repentina partida de este mundo, pero ello no significa su ausencia porque su legado perdurará por muchos años. Cada paciente y cada profesional de la salud que tuvo el privilegio de conocerla perpetuarán su existencia