INTRODUCCIÓN
Colombia ha sido considerado un país especialmente violento, asociado a un conflicto armado interno que, a pesar de los acuerdos recientes con una de las guerrillas, aún no se supera. Según Restrepo-Betancur (2022), en el año 2020 la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes fue de 29,5, la tercera más alta de América Latina, luego de Venezuela (47,9) y Brasil (30,0).
Esta situación no se da solamente en términos de homicidios. El acoso escolar se ha constituido en una situación que adquiere niveles preocupantes. Páez-Esteban et al. (2020), encontraron que el 84,2 % de 816 adolescentes (sexto a noveno grados) de una ciudad colombiana han sido testigos de diversos tipos de violencia y en un estudio a nivel nacional, el Laboratorio de Economía de la Educación (2022) informa que el 38 % de los estudiantes ha sufrido acoso escolar (10 % más alto que el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esta situación se presenta en todos los niveles. Particularmente en las universidades (Garcés-Prettel et al., 2022) el bullying se presenta por razones de género, por búsqueda de ayuda profesional y por mostrar actitud negativa ante las agresiones. Otros estudios profundizan el fenómeno, especialmente centrado en violencia de género y de raza (Castillo-Guzmán y Ocoró-Loango, 2019; Quintero-Ramírez, 2019) dando cuenta de la magnitud de esta situación en las universidades colombianas.
En ese sentido, fomentar conductas prosociales puede contribuir en la prevención y disminución de dichos comportamientos. En Colombia hay un significativo número de investigaciones que han comenzado a estudiar el comportamiento prosocial (Cerchiaro et al., 2019; Vásquez, 2017; Gómez y Narváez, 2022; Gómez y Narváez, 2019; Gómez y Narváez, 2018; Gómez y Narváez, 2020; Gómez, 2019a; Gómez, 2019b; Gómez, 2019c; Barrero et al., 2021; Tajc-Castro, 2016; Posada-Soriano, 2016; Sandoval-Forero y Triana-Sánchez, 2017; Carrillo et al., 2017; Cruz, 2017; Sarmiento-Dussán, 2018; Guevara et al., 2007; Aguilera, 2018; Gómez-Cangrejo, 2019; Castillo-Martín, 2019; Uribe, 2020). Estas investigaciones han estado centradas en el conocimiento de la prosocialidad en diferentes poblaciones (jóvenes, adultos), que han experimentado diferentes condiciones (violencia, abuso, desplazamiento, voluntariado), han tenido distintas experiencias (socialización parental, refuerzo del aprendizaje, competitividad, vivencia de las emociones).
De manera particular se trata de trabajos que permiten analizar cómo diferentes medios (por ejemplo, un programa de promoción de conductas positivas, videojuegos de prosocialidad o los clásicos problemas Halcón Paloma y Dilema del Prisionero y hasta la misma crianza) favorecen o dificultan la presencia de los comportamientos prosociales, a la vez que se establecen las diferentes variables que intervienen en dicho comportamiento. Con estos estudios se ha logrado identificar que en la prosocialidad influyen aspectos contextuales e intencionales, entre los cuales se encuentra la participación en voluntariados, las creencias de autoeficacia, la empatía, la simpatía y otros factores emocionales.
Como se puede observar, en Colombia se han venido analizando diversas problemáticas en la población infantil y adolescente, así como destacando las potencialidades de promover conductas sociales positivas particularmente en escenarios de crianza, parentalidad y educación (Gómez, 2019b), pero no se han hecho estudios sobre instrumentos o adaptaciones de los existentes, como es el propósito del presente trabajo.
Una revisión sistemática realizada por Martí-Vilar et al. (2019) que incluyó estudios sobre medidas de comportamiento prosocial publicados entre 1900 y 2017, demostró que desde el año 1981 se han diseñado, validado y publicado instrumentos que evalúan esta variable en inglés, español e italiano (1); en inglés y español (7), solo en inglés (4) y solo en español (4). Sumado a esto, recientemente Luengo-Kanacri et al. (2021) han estudiado las propiedades psicométricas y validación internacional de la escala de prosocialidad de Caprara et al. (2005) en cinco países: China, Chile, Italia, España y los Estados Unidos. Sin embargo, hasta la fecha no se adaptado o validado un instrumento que evalúe este constructo en el contexto colombiano.
El registro de Martí-Vilar et al. (2019) evidencia que la prosocialidad ha sido medida de variadas formas. Se ha evaluado la conducta prosocial de los estudiantes en cualquier etapa escolar, desde la perspectiva de los padres, así como el comportamiento de los niños pequeños con sus compañeros en la escuela desde la perspectiva de los docentes (Ladd y Profilet, 1996).
Hay instrumentos que evalúan las habilidades sociales (Inderbitzen y Foster, 1992; Silva y Martorell, 1991) y prosociales en adolescentes; la conducta de ayuda de los adolescentes en la familia, especialmente ayuda dirigida a hermanos y padres (Midlarsky et al., 1995); el razonamiento moral prosocial (Carlo et al., 1992); las tendencias prosociales como comportamiento prosocial público, de emergencia, obediencia/complacencia, altruista, anónimo y emocional (Carlo y Randall, 2002); el comportamiento prosocial en adultos (Caprara et al., 2005) y adolescentes (Sánchez-Queija et al., 2006). También se ha evaluado la percepción prosocial, el comportamiento prosocial y antisocial en el deporte (Kavussanu et al., 2015) y en el tráfico (López de Cozar et al., 2005).
Dado lo anterior, la prosocialidad ha sido asumida desde diferentes posturas teóricas que tienen en común concebir a este constructo como multidimensional (Auné et al., 2019). Inicialmente, Roche (1998) propuso que la prosocialidad se manifiesta a través de las siguientes acciones: “ayuda física y verbal, servicio físico, dar, consuelo verbal, confirmación y valorización positiva del otro, escucha profunda, empatía, solidaridad, presencia positiva y unidad” (p.365). Posteriormente Carlo y Randall (2002) se refieren a las tendencias prosociales clasificándolas en las seis dimensiones que se mencionaron anteriormente en el instrumento elaborado por estos autores: comportamiento prosocial público, de emergencia, obediencia/complacencia, altruista, anónimo y emocional. Y, por su parte, Caprara et al. (2005) plantean que la prosocialidad se expresa fundamentalmente a través acciones de “ayudar, compartir, cuidar y sentir empatía” (p.78).
En lo que respecta al sexo, investigaciones han demostrado que las mujeres en las diferentes etapas de la vida tienen una mayor tendencia a comportarse de manera prosocial en comparación con los hombres (Martínez-González et al., 2016; Redondo et al., 2016; Auné et al., 2016; Redondo y Guevara, 2012; Calvo et al., 2001). Sin embargo, algunos autores plantean que con la edad las mujeres presentan una disminución en sus expresiones prosociales, siendo más agresivas especialmente de manera indirecta y verbal (Plazas et al., 2010; Castro y Gaviria, 2005; Côté et al., 2002).
En esta misma línea, los estudios respecto a la edad y la prosocialidad reportan que la manifestación de comportamientos prosociales no están determinadas, por el contrario, mantienen una tendencia al cambio a lo largo de la vida en mujeres y hombres (Gómez y Narváez 2018; Castro y Gaviria, 2005; Plazas et al., 2010). Pero, es en la adolescencia y la adultez cuando la conducta prosocial puede adquirir mayor estabilidad, dado que son las etapas donde toman mayor fuerza los procesos de razonamiento moral y desarrollo sociomoral (Rodríguez et al., 2017).
Es preciso destacar que el comportamiento prosocial está relacionado con variables asociadas al bienestar y ajuste psicológico como el razonamiento moral, la autoeficacia, la empatía y la regulación emocional (Cirimele et al., 2022; Barrero et al., 2021; Gómez, 2019b). Asimismo, está vinculado a diversos beneficios entre los cuales se destacan principalmente la posibilidad de disminuir el riesgo de que las personas presenten conductas externalizantes como la agresión física y/o verbal e internalizantes como ansiedad y/o depresión (Caprara et al., 2014); también puede neutralizar, inhibir o contrarrestar las conductas disruptivas (Caprara et al., 2015). Se ha demostrado empíricamente que la conducta prosocial tiene una influencia significativa y un valor de predicción sobre el bienestar personal y la adaptación social de los individuos y se asocia positivamente con adecuados niveles de rendimiento académico a lo largo de la adolescencia (Caprara et al., 2005).
Dado lo anterior, el presente estudio tuvo como objetivo establecer las propiedades psicométricas de la escala de prosocialidad de Caprara et al. (2005) en Colombia, de tal manera que se cuente con un instrumento que permita medir esta variable en dicho contexto.
MÉTODO
Participantes
La presente investigación implementó un muestreo no probabilístico por conveniencia y contó con la participación voluntaria de 501 adolescentes universitarios de dos Instituciones de Educación Superior en Colombia (IES), con edades comprendidas entre 15 y 18 años (M=17,12 años, DE=0,766), de los cuales 319 (63,7 %) son mujeres y 182 (36,6 %) son hombres.
Este estudio se realizó en regiones del país muy diversas en términos geográficos y socioculturales. Las zonas con un porcentaje más representativo de participantes son Tolima (45,7 %) y Magdalena (39,5 %). También, es importante destacar que el 14,8 % de los participantes provienen de otros departamentos colombianos como Atlántico, Cundinamarca, Cesar, Bolívar y La Guajira.
La mayoría de los participantes se encuentran iniciando su formación universitaria. Así las cosas, 364 (72,7 %) estudiantes están cursando su primer semestre académico, 68 (13,6 %) se encuentran desarrollando el segundo semestre, 44 (8,8 %) están matriculados en tercer semestre y una proporción reducida de la muestra se encuentra en cuarto (3,0 %), quinto (1,6 %), sexto (0,2 %) y séptimo semestre (0,2 %).
Por otro lado, 407 (81,2 %) de los participantes terminaron su bachillerato en instituciones educativas de carácter público, mientras que 93 (18,6 %) de ellos lo hicieron en escuelas privadas. Lo anterior, se podría relacionar con los datos encontrados en lo que respecta al nivel socioeconómico (para el caso colombiano se expresa en estratos del 1 al 6, siendo 1 el de más bajos ingresos), puesto que 262 (52,3 %) estudiantes viven en estrato 1, 194 (38,7 %) viven en estrato 2, 42 (8,4 %) en estrato 3 y 3 (0,6 %) en estrato 4.
Los criterios de inclusión contemplados en este estudio fueron los siguientes: a) ser estudiante activo de una institución de educación superior y b) tener entre 15 y 18 años de edad.
Instrumentos
Encuesta Sociodemográfica
Se diseñó un formulario de Google con preguntas que permitieran obtener datos relevantes sobre las características sociodemográficas de los participantes, entre los cuales se incluyó sexo, edad, estrato socioeconómico, programa académico y tipo de colegio en el que finalizó el bachillerato.
Escala de Prosocialidad
Se utilizó la escala de prosocialidad diseñada y validada por Caprara et al. (2005) en su versión adaptada en estudiantes universitarios chilenos (Mieres- Chacaltana et al., 2020) la cual tiene correspondencia semántica con el castellano colombiano. Este instrumento está compuesto por 16 ítems que configuran 4 factores o dimensiones de la prosocialidad: ayudar, compartir, sentir empatía y cuidar. Se responde mediante una escala tipo Likert con cinco opciones de respuesta, que incluyen: nunca/casi nunca, pocas veces, a veces, muchas veces, casi siempre/siempre.
Este instrumento, al igual que la encuesta sociodemográfica, fue alojado en google forms para mayor facilidad en su aplicación.
En cuanto a la consistencia interna del instrumento, en el estudio realizado en Italia se reflejó un α= 0,91 (Caprara et al., 2005), investigaciones recientes en adolescentes de Argentina han informado un α= 0,84 (Rodríguez et al., 2017), y en población chilena se reporta α= 0,905 (Mieres-Chacaltana et al., 2020).
ÍTEM | AFIRMACIÓN |
---|---|
1 | Me complace ayudar a mis amigos(as)/compañeros(as)/colegas en sus actividades. |
2 | Comparto las cosas que tengo con mis amigos(as). |
3 | Intento ayudar a otros. |
4 | Estoy disponible para realizar actividades de voluntariado para ayudar a quienes lo necesitan. |
5 | Soy empático(a) con aquellos(as) que están en necesidad. |
6 | Ayudo inmediatamente a quienes están en situación de necesidad. |
7 | Hago lo que puedo para ayudar a otros a evitar meterse en problemas. |
8 | Siento intensamente lo que otros sienten. |
9 | Estoy dispuesto(a) a poner mis conocimientos y habilidades a disposición de los demás. |
10 | Trato de consolar a aquellos que están tristes. |
11 | Presto fácilmente dinero u otras cosas. |
12 | Me pongo fácilmente en el lugar de los que están en situación de incomodidad. |
13 | Trato de ser cercano(a) y cuidar de aquellos que lo necesitan. |
14 | Comparto fácilmente con mis amigos(as) cualquier buena oportunidad que se me presente. |
15 | Paso tiempo con aquellos(as) amigos(as) que se sienten solos(as). |
16 | Siento inmediatamente cuando mis amigos(as) están incómodos(as), incluso cuando no me lo comunican directamente. |
Tomado de Mieres-Chacaltana et al. (2020, p.25).
Procedimiento
La primera fase de esta investigación constó de una revisión de los instrumentos que evaluaran prosocialidad a nivel nacional e internacional encontrando que, recientemente en Chile, Mieres-Chacaltana et al., (2020) evaluaron la escala de Prosocialidad de Caprara et al. (2005).
Dada la similitud semántica de los términos implementados en los contextos chileno y colombiano en lo que respecta a este instrumento, se consideró pertinente utilizar la misma versión traducida por estos autores.
En este orden de ideas, se convocó a estudiantes de dos IES públicas de Colombia a participar voluntariamente de este estudio. Se diseñó un consentimiento informado para los jóvenes mayores de edad y formatos de consentimiento y asentimiento informado para los participantes menores de edad, verificando que sus padres dieran autorización para participar.
Finalmente, en un lapso aproximado de un mes, 731 estudiantes respondieron el cuestionario; se excluyeron las respuestas dadas por participantes con edades diferentes a las definidas para esta investigación obteniendo en total una muestra de 501 estudiantes universitarios. Lo anterior, teniendo en cuenta que los adolescentes, en especial los que atraviesan la etapa de adolescencia tardía/adultez emergente, se encuentran en procesos de transformación constante y constituyen una de las poblaciones más vulnerables, dadas las características particulares de la etapa de desarrollo en la que se encuentran y las demandas cognitivas y emocionales a las que se enfrentan cotidianamente en los contextos académico, familiar y social.
Análisis de datos
Se utilizó el Software IBM SPSS Statistics versión 25, para realizar la caracterización sociodemográfica, calcular el índice de fiabilidad utilizando la prueba Alfa de Cronbach (α), debido al carácter politómico de la escala (Campo y Oviedo, 2008). Posteriormente, se realizó análisis factorial exploratorio por extracción y por número fijo de factores. Con Amos Graphics se realizó el análisis factorial confirmatorio y se hizo un ejercicio comparativo entre el modelo de 4 factores planteado por la teoría (Caprara et al., 2005; Mieres- Chacaltana et al., 2020), el modelo de 3 factores arrojado por el análisis factorial exploratorio y el modelo de 1 factor.
RESULTADOS
DIMENSIÓN | ÍTEMS | ALFA DE CRONBACH | N° DE ELEMENTOS |
---|---|---|---|
Ayudar | 1,3,4,6 | 0,759 | 4 |
Compartir | 2,9,11,14 | 0,615 | 4 |
Cuidar | 7,10,13,15 | 0,798 | 4 |
Sentir empatía | 5,8,12,16 | 0,700 | 4 |
Escala total | 1,…,16 | 0,893 | 16 |
El análisis de consistencia interna de la escala total reflejó un α=,893 lo que permite concluir su confiabilidad al demostrar una alta correlación entre los ítems de la misma.
Por su parte, los subfactores ayudar (α=0,759), cuidar (α=0,798) y sentir empatía (α=0,700) también mostraron un comportamiento adecuado en lo que respecta a su consistencia interna. Solo la dimensión compartir (α=0,615) demostró un índice que se categorizaría como cuestionable.
PRUEBA DE KMO Y BARTLETT | |
---|---|
Medida Kaiser-Meyer-Olkin de adecuación de muestreo | 0,926 |
Aprox. Chi-cuadrado | 2822,098 |
Prueba de esfericidad de Bartlett Gl | 120 |
Sig. | p<0,001 |
La prueba de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO) evalúa la adecuación de la muestra o, en otras palabras, si el análisis factorial es adecuado para la cantidad de sujetos que participan en el estudio. Se determina en valores entre 0 y 1, donde más cercano a 1 es mejor. En nuestro caso la adecuación de muestreo arrojó un valor de 0,926.
Respecto a la prueba de esfericidad de Barlett, debe ser p<0,05, y en nuestro caso la significancia estadística fue p<0,001. Lo anterior, indica buenas condiciones iniciales para continuar el análisis factorial.
Posteriormente, se realiza el análisis factorial confirmatorio del modelo de 4 factores. Para evaluar el ajuste del modelo se utilizaron los índices de ajuste absolutos (χ2), de ajuste incrementales (TLI) y de no centralidad (CFI, RMSEA). Obteniendo un mayor ajuste en el segundo modelo (3 factores). Esto, teniendo en cuenta que se considera un ajuste adecuado si el CFI y TLI presentan valores por encima de 0,90 (Schumacher y Lomax, 2004) y el RMSEA demuestra valores inferiores a 0,80 (Browne y Cudeck, 1993).
En este sentido, para el modelo analizado los índices de bondad de ajuste se representaron en los valores descritos a continuación: CFI=0,796; TLI=0,755; RMSEA=0,106. Los cuales confirman que el modelo no presenta un ajuste adecuado (Ver Figura 1).
MATRIZ DE COMPONENTE ROTADOA | |||
---|---|---|---|
COMPONENTE | |||
1 | 2 | 3 | |
EPRO1 | 0,638 | ||
EPRO2 | 0,829 | ||
EPRO3 | 0,718 | ||
EPRO4 | 0,693 | ||
EPRO5 | 0,647 | ||
EPRO6 | 0,678 | ||
EPRO7 | 0,691 | ||
EPRO8 | 0,635 | ||
EPRO9 | 0,561 | ||
EPRO10 | 0,549 | ||
EPRO11 | |||
EPRO12 | 0,711 | ||
EPRO13 | 0,507 | 0,530 | |
EPRO14 | 0,655 | ||
EPRO15 | |||
EPRO16 | 0,592 |
Método de extracción: análisis de componentes principales. Método de rotación: Varimax con normalización Kaiser.a
Este análisis nos permite ver tres componentes principales con sus respectivas cargas. El primer factor se compone de las acciones representadas en los ítems 1, 3 ,4, 6, 7 y 13; el segundo factor incluye las conductas relacionadas con los ítems 5, 8, 10, 12, 13 y 16; y, el tercer factor está compuesto por los ítems 2, 9 y 14. (Ver Tabla 4) siendo excluidos los ítems 11 y 15, dados los puntajes obtenidos en ellos. Un punto importante a considerar es que el análisis factorial exploratorio ubica el ítem 13 en dos factores de manera simultánea. Sin embargo, se decide mantenerlo solo en el factor uno dada la coherencia teórica y práctica del ítem con esa dimensión.
Teniendo en cuenta los resultados del análisis factorial exploratorio se procedió a realizar el análisis factorial confirmatorio del modelo de tres factores, con la intención de comparar los tres modelos: el modelo planteado por la teoría (compuesto por 4 factores), el modelo de 1 factor y el modelo resultado del análisis factorial exploratorio de la presente adaptación (compuesto por 3 factores).
Para el modelo de tres factores, los índices de bondad de ajuste arrojaron los siguientes valores: CFI=0,923; TLI=0,905; RMSEA=0,070 lo cual permite afirmar que este modelo presenta un ajuste adecuado (Ver Figura 1).
Respecto a la posibilidad de asumir la escala de prosocialidad desde un solo factor, se encontró que los índices de bondad de ajuste presentaron los siguientes valores: CFI=0,891; TLI=0,874; RMSEA=0,076 (Ver Figura 2). Lo que demuestra mejores resultados en el modelo anterior, de tres factores.
Como se indica en la Tabla 5, al comparar todos los índices, aceptamos el modelo de tres factores, ya que tiene un ajuste adecuado según los valores de referencia y se realiza análisis de fiabilidad de la escala total y subfactores de este modelo (ver Tabla 6).
MODELO | X2 | P | DF | CFI | TLI | RMSEA |
---|---|---|---|---|---|---|
Valores de referencia | --- | --- | --- | >0,9 | >0,9 | <0,080 |
Un factor | 403,526 | p<0,001 | 104 | 0,891 | 0,874 | 0,076 |
Cuatro factores | 659,568 | p<0,001 | 100 | 0,796 | 0,755 | 0,106 |
Tres factores | 255,158 | p<0,001 | 74 | 0,923 | 0,905 | 0,070 |
Nota: X2: Chi-cuadrado; p: significancia; df: Grados de libertad; CFI: índice de ajuste comparativo; TLI: índice de ajuste incremental; RMSEA: Error cuadrático medio de aproximación.
DIMENSIÓN | ÍTEMS | ALFA DE CRONBACH | N° DE ELEMENTOS |
---|---|---|---|
Factor 1 (Ayudar) | 1,3,4,6,7,13 | 0,838 | 6 |
Factor 2 (Sentir empatía) | 5,8,10,12,16 | 0,750 | 5 |
Factor 3 (Compartir) | 2,9,14 | 0,643 | 3 |
Escala total | 1…14 | 0,880 | 14 |
Teniendo en cuenta los 14 ítems que el modelo del análisis factorial exploratorio arrojó, se realiza análisis de consistencia interna de la escala total mediante la prueba Alfa de Cronbach, el cual reflejó un adecuado índice de fiabilidad (α=0,880) al demostrar una alta correlación entre los ítems de la misma. Y, por su parte, los subfactores 1 (α=0,838), 2 (α=0,750) y 3 (α=0,643) también mostraron un comportamiento adecuado en lo que respecta a su consistencia interna (ver Tabla 6).
En síntesis, se realizó análisis de fiabilidad según la estructura original de la escala y arrojó índices adecuados. Luego, se realizó análisis factorial confirmatorio del modelo de 4 factores, pero los resultados demostraron que no se ajustó el modelo. Por ello, se procedió a realizar el análisis factorial exploratorio por extracción y arrojó que los ítems se distribuían de mejor forma en 3 factores. Adicionalmente, se realizó un análisis factorial exploratorio con número fijo de factores, estableciendo 4 factores como número fijo y arrojó resultados que no indican ajuste del modelo. En atención a esto, se decidió realizar análisis factorial confirmatorio del modelo de 3 factores y compararlo con el modelo de 4 factores y de 1 factor (Ver Tabla 4) escogiendo, por los resultados observados, el modelo de 3 factores.
DISCUSIONES
Dada la reciente relevancia investigativa que ha tenido el comportamiento prosocial en los escenarios educativos y sociales y la ausencia de un instrumento que evalúe este constructo en adolescentes colombianos, el presente estudio tuvo como objetivo establecer las propiedades psicométricas de la escala de prosocialidad de Caprara et al. (2005) en Colombia, tomando como referencia la versión adaptada en Chile (Mieres-Chacaltana et al., 2020).
Caprara et al. (2005) presentan una escala para evaluar la prosocialidad en adultos, compuesta por 16 ítems con un alfa de cronbach de 0,91. Los resultados del estudio realizado en Chile por Mieres-Chacaltana et al. (2020) arrojaron un “buen nivel unidimensional de la escala (factor general, ECV=0,749; ωh=0,858), un adecuado nivel de fiabilidad (ω del factor general=0,905) y se confirmó su adecuación al contexto investigado con un buen nivel de ajuste (RMSEA=0,035; CFI=0,993; TLI=0,982)” (p.21).
De la misma manera, el modelo que ha resultado del ejercicio realizado en adolescentes colombianos con edades comprendidas entre 15 y 18 años, compuesto por 14 ítems distribuidos en 3 factores (ayudar, sentir empatía y compartir), difiere de la escala original y de su adaptación en población chilena fundamentalmente en el número de factores y en la distribución de los ítems de acuerdo con su carga factorial, pero presenta propiedades psicométricas que lo constituyen en una adecuada herramienta para evaluar la prosocialidad en adolescentes de dicho contexto, dado que presenta un índice de fiabilidad de 0,880 con un buen nivel de ajuste (RMSEA=0,070; CFI=0,923; TLI=0,905) de acuerdo a los valores de referencia mencionados en la Tabla 5.
Es importante mencionar que al igual que en otros estudios, los resultados de este análisis muestran que esta escala permite evaluar la prosocialidad como una variable unidimensional o multidimensional (Caprara et al., 2005; Mieres-Chacaltana, 2020; Balabanian y Lemos, 2018). Aunque hay otras posturas o perspectivas teóricas que se refieren por ejemplo a la conducta prosocial y la empatía y apoyo emocional como dos dimensiones de la prosocialidad (Rodríguez et al., 2017) relacionadas con la perspectiva de las tendencias prosociales (Carlo y Randall, 2002), el destacado carácter unidimensional del instrumento permite considerar la presencia de una fuerte estructura general de la prosocialidad más allá de sus dimensiones específicas (Mieres-Chacaltana, 2020).
Ahora bien, resulta interesante destacar que los factores con índice de fiabilidad más elevado fueron ayudar y sentir empatía, los cuales han estado más asociados a las conductas prosociales (Auné et al., 2016; Martorell et al., 1995; 2011; Auné et al., 2016; Auné et al., 2014). Sin embargo, se ha planteado la discusión respecto a si la empatía es un componente de la prosocialidad o un predictor de la misma (Gutiérrez et al., 2011; Carlo et al., 2012; Cédrick et al. 2014; Majdandz et al. 2016; Spenser et al. 2020). En el marco de lo cual Caprara et al. (2005) argumenta que la empatía es parte fundamental de la prosocialidad como tendencia y rasgo, mientras Rodríguez et al. (2017) consideran que aun cuando la empatía es un elemento fundamental para que se concrete una conducta prosocial; estas son dos dimensiones con marcadas diferencias.
Para una mejor comprensión del significado de los factores que componen esta escala se tomará la definición que hacen Auné et al. (2014) y Caprara et al. (2005). Sentir empatía, puede ser manifestado a través de aquellos “comportamientos que expresan comprensión, refuerzo y soporte emocional” (Auné et al., 2014) y se operacionaliza con acciones como: “ser empático(a) con aquellos(as) que están en necesidad”… “sentir intensamente lo que otros sienten”… “ponerse fácilmente en el lugar de los que están en situación de incomodidad”… “sentir inmediatamente cuando los amigos(as) están incómodos(as), incluso cuando no lo comunican directamente” (Caprara et al., 2005, p.80; Mieres-Chacaltana et al., 2020, p.25).
Ayudar es una dimensión que implica “conductas de asistencia, cuidado y compromiso con los otros e implica necesariamente un benefactor y un beneficiario claramente diferenciados” (Auné et al., 2014, p.24) y se representa a través de comportamientos como: “estar complacido por ayudar a los amigos(as)/ compañeros(as)/ colegas en sus actividades”… “intentar ayudar a otros, estar disponible para realizar actividades de voluntariado para ayudar a quienes lo necesitan”… “ayudar inmediatamente a quienes están en situación de necesidad” (Caprara et al., 2005, p.80; Mieres-Chacaltana et al., 2020, p.25).
Y, por su parte, compartir se comprende como “donar, prestar o compartir objetos, tiempo, dinero, experiencias u otro elemento de valor” (Auné et al., 2014, p.24). Se manifiesta mediante conductas como: “compartir las cosas que se tiene con los amigos(as)” ... “estar dispuesto(a) a poner los conocimientos y habilidades a disposición de los demás” … “prestar fácilmente dinero u otras cosas y compartir fácilmente con los amigos(as) cualquier buena oportunidad que se le presente” (Caprara et al., 2005, p.80; Mieres-Chacaltana et al., 2020, p.25).
Al igual que el estudio realizado en Chile (Mieres-Chacaltana et al., 2020) se resalta que la importancia de esta investigación está asociada fundamentalmente a la utilidad de un instrumento que permita evaluar la prosocialidad en población adolescente colombiana que se encuentra iniciando su formación universitaria y todo lo que ello implica en términos de adaptabilidad, convivencia, habilidades sociales, disminución de conflictos, entre otros aspectos.
Contar con un instrumento normalizado para el caso colombiano, permite a quienes investigan indagar con confianza sobre la prosocialidad, pues los resultados obtenidos, permitirán la elaboración de programas e intervenciones con una mayor pertinencia, validez y confiabilidad en nuestro medio.
Igualmente, al contar con otras validaciones para poblaciones en sur América Latina (Mieres-Chacaltana et al., 2020 para Chile y Rodríguez et al., 2017 para Argentina), se pueden realizar estudios comparados y relacionar otras variables propias de la región, con el fin de enriquecer el conocimiento sobre este comportamiento de tanta importancia para el fortalecimiento del tejido social en sociedades, que como las nuestras, son asoladas por la violencia, la intolerancia y el individualismo.
Este estudio también es relevante por el impacto positivo que tiene para los adolescentes, sobre todo aquellos que inician su formación universitaria, la comprensión y promoción de conductas prosociales como categoría que emerge en el marco del desarrollo juvenil positivo y también en relación con otras categorías de estudio, como estrategias productivas de afrontamiento, empatía, bienestar psicológico, autorregulación emocional y autoeficacia, conciencia y responsabilidad social (Morales, 2020; Barrero-Toncel et al., 2021; Gómez y Narváez, 2020; Gómez, 2019b; Basili et al., 2020; Cirimele et al., 2022; Severino-González et al., 2022).
CONCLUSIONES
El estudio realizado tuvo como propósito establecer las propiedades psicométricas de la escala de prosocialidad en estudiantes de educación superior en Colombia, con edades comprendidas entre 15 y 18 años. El análisis estadístico permitió demostrar el ajuste del modelo de tres factores distribuidos en 14 ítems, por lo cual, la prosocialidad y sus tres dimensiones: ayudar, sentir empatía y compartir, pueden ser evaluadas a partir de las expresiones contempladas en esta versión de la escala. Además, se ha demostrado que la prosocialidad puede ser medida como una variable unidimensional y/o multidimensional (Caprara et al., 2005; Mieres-Chacaltana et al., 2020; Balabanian y Lemos, 2018) dada la consistencia y estabilidad de sus características y manifestaciones comportamentales. Esta investigación es un insumo para continuar explorando las amplias posibilidades que ofrece la prosocialidad en relación con el desarrollo juvenil positivo u otros constructos psicológicos en los contextos educativos y sociales de Colombia y Latinoamérica.
Limitaciones y recomendaciones: Como limitaciones de este estudio se encuentran, en primera instancia, el hecho de haber contemplado solo la participación de estudiantes de dos instituciones de educación superior del país, lo cual reduce las posibilidades de generalizar los resultados dada la diversidad cultural que caracteriza a Colombia, y en segunda instancia, se debe mencionar que no se ha realizado un análisis estadístico con la población participante que permita explicar diferencias por edad, sexo o estrato socioeconómico. Sin embargo, emerge un desafío para investigaciones futuras que puedan evaluar las conductas prosociales en más territorios y en relación con otras variables.