Introducción - Problematización
El presente artículo aborda el tema del sector industrial en la ciudad de Popayán y responde al siguiente interrogante: ¿qué descripción se puede delinear, a partir de los datos secundarios relevantes disponibles, del surgimiento y transformación del sector industrial de la ciudad (gobernación) de Popayán entre los siglos XVI y XIX? Al respecto, si bien esta problemática ha sido estudiada en diversas direcciones y desde casos específicos, aún presenta vacíos historiográficos que impiden tener una mirada holística del fenómeno. Precisamente, es en tal dirección que esta investigación contribuye al enriquecimiento del conocimiento sobre la historia empresarial de la ciudad de Popayán.
La administración funda sus cimientos en la imbricación con otras disciplinas de las ciencias sociales. Uno de los resultados de estos relacionamientos interdisciplinarios es la historia empresarial. Esta última es definida por Betancourt-Zárate (2003) como el campo encargado de explorar el pasado del actuar corporativo; es decir, el estudio de la evolución de las empresas y los empresarios a lo largo del tiempo para identificar patrones de conducta que pueden traducirse en valiosas estrategias y aprendizajes. El conocimiento del devenir histórico empresarial es de vital importancia para el desarrollo económico de los contextos sociales, pues permite desvelar tanto aspectos positivos como negativos de la toma de decisiones empresariales. Infortunadamente, para el caso de la ciudad de Popayán, se ha dejado por fuera, en gran medida, la exploración histórica de la realidad económico-empresarial desde una perspectiva holística.
Popayán es la capital del departamento del Cauca (Colombia), una región ubicada en la zona suroeste de Colombia, entre las cordilleras occidental y central del valle de Pubenza (Figura 1). El municipio tiene un área urbana y un suelo rural de 2725 y 48640 hectáreas, respectivamente. En promedio, su altitud es de 1 738 metros sobre el nivel del mar y su población se estima entre 270000 y 318059 personas en el área urbana (Alcaldía de Popayán, s.f.; DANE, 2023). La ciudad blanca, como se la conoce, es una de las más antiguas y mejor conservadas de América Latina. Esto se representa a través de su arquitectura colonial y sus costumbres religiosas.
El departamento del Cauca y su capital Popayán son contextos con un fuerte legado histórico. Esta región jugó un papel determinante en el país, al ser la cuna de diversos actores relevantes de la historia colombiana y fungir durante años como epicentro político nacional. Evidentemente, el panorama ha cambiado con el pasar de los años. En la actualidad se evidencian complejas problemáticas económicas, políticas, sociales, empresariales y ambientales debido a factores como la fragmentación del Gran Cauca que dejó como resultado un deterioro contextual latente (Valencia, 2017).
Popayán es el municipio más representativo en materia de producción del departamento del Cauca. La ciudad se destaca por tener el mayor valor agregado productivo del departamento con "4759 miles de millones de pesos y una mayor participación porcentual con el 28.75 % frente a los demás municipios, situación que obedece a las condiciones predominantes de oferta de bienes y servicios, su número de habitantes y su capacidad de ingresos" (Cámara de Comercio del Cauca, 2022a, p. 15). Sus principales actividades económicas son los servicios sociales, comunales, personales y financieros, el comercio y la construcción. Así mismo, el sector público y la agricultura son relevantes. En marcado contraste, el sector industrial apenas representa un reducido porcentaje. Esto último tiene raíces y explicaciones históricas. En general, la industria en Popayán no ha sido considerada como una actividad significativa debido a la consolidación de una estructura tradicional económico-política que dominó los medios de producción e impidió el desarrollo industrial de la región durante largo tiempo. Tal estructura tradicional coadyuvó a la carencia de procesos productivos industriales elaborados como aquellos del Valle del Cauca.
Estos acontecimientos fueron explicados de manera general a mediados del siglo XX por los movimientos historiográficos del departamento del Cauca y de Colombia.1 Estos tuvieron un auge a causa de la creación de centros de estudios regionales que se centraron en gran parte en la transcripción y recolección de documentos históricos que procuraban describir fielmente el acontecer de la sociedad, apegándose en lo posible a la documentación utilizada. Dichos documentos se convirtieron en vagas divulgaciones de lo acontecido en tiempos pasados. Estos movimientos no se preocuparon por abstraer para su estudio las facetas de la realidad en que vivían y que con posterioridad se han manifestado como historia empresarial, historia social o historia política. Lo anterior deja de lado el estudio profundo del trasegar de las empresas payanesas, su evolución y posterior transformación, lo cual permitiría mostrar las razones explicativas de las problemáticas económico-empresariales del departamento y su capital.
Por supuesto, lo anterior no quiere decir que no existan valiosos trabajos sobre la materia. Varios autores significativos han abordado el fenómeno desde distintos ángulos. En efecto, los antecedentes teóricos sobre la historia económico-empresarial de Popayán son multidimensionales, en el sentido que abordan diversos fenómenos y hechos sociales. Estos antecedentes podrían describirse en orden cronológico siguiendo el foco temporal de los autores.
Interesado en los orígenes de la ciudad, Zuluaga (2007) arroja luces sobre la época prehispánica y los inicios de Popayán, mostrando desde aquel entonces la relevancia de los factores ambientales (humedales, bosques húmedos, etc.), eclesiásticos y políticos sobre las dinámicas de la ciudad, incluida su economía. A su vez, Castrillón (2007) explora el desmantelamiento de las economías y estructuras indígenas que habitaban en Popayán a partir de la instauración del poder español en el territorio. Por su parte, Díaz (1996) da cuenta del papel preponderante de las dinámicas sociales de la población payanesa en la economía local. Al mismo tiempo, explora el importante rol económico, político y social de Popayán para finales del siglo XVI, indicando las diversas transacciones comerciales que unían a las ciudades de la gobernación con las del Nuevo Reino, la Presidencia de Quito y la Metrópoli.
Con un enfoque temporal similar, Arboleda (1965; 1966), al estudiar la historia colonial de Popayán desde su fundación en 1538, muestra las adecuadas condiciones de la ciudad para el cultivo del campo, así como las prósperas relaciones comerciales con la provincia de Quito. Contrariamente, Arroyo (1953) aborda los debacles y desarticulaciones económicas de Popayán durante los procesos de segregación de la ciudad en la época colonial. En esta misma dirección, Crist (1950) analiza las causas del escaso desarrollo socioeconómico de Popayán desde el estudio de factores físicos y culturales que motivaron el nacimiento de la ciudad. El autor manifiesta que, durante la época colonial, el contexto fue ampliamente apetecido por los españoles debido a sus tierras para la agricultura, la minería y la ganadería. Estos procesos consolidaron una élite económica y política cuyas riquezas no se reinvertían en el mejoramiento de las prácticas productivas, sino en las mansiones de la aristocracia y la tradición religiosa. Tales hechos obstaculizaron el desarrollo económico y productivo de la ciudad.
Saliendo de la época colonial, Sánchez (1967) focaliza su atención en los problemas infraestructurales de la ciudad para el siglo XIX. Este autor evidencia las escasas obras públicas y dificultades de movilidad, lo cual, por supuesto, obstaculizaba las dinámicas económicas de Popayán. Además, este mismo autor nuestra cómo la ciudad giraba alrededor de una economía dependiente del consumo europeo, la exportación de ganado, jamones, aguardiente de caña, algodón y cabuya; esto también indica que la abolición de la esclavitud en 1851 implicó una caída de los fondos mineros de la región. Los trabajos de Whiteford (1963) permiten comprender algunas dinámicas de consumo y cultura urbana en la ciudad, al describir los rasgos y las caraterísticas de los hogares payaneses a mediados del siglo XX, y resaltan los ornamentos utilizados por las distintas clases sociales en el territorio. Finalmente, vale la pena mencionar algunos estudios adelantados por Dorado y Becerra (2022; 2023) y por instituciones como el DNP (2015) y la Cámara de Comercio del Cauca (2020a; 2020b; 2021a; 2021b; 2022a; 2022b). Estas exploraciones giran alrededor de la dinámica empresarial en el Cauca y Popayán durante el siglo XXI. Los autores referidos arrojan luz sobre factores como el número y tamaño de empresas, matrículas y renovaciones mercantiles, infraestructura, comercio exterior, contribuciones sectoriales al PIB, empleo, desempleo, etc.
En suma, el estudio de la historia económico-empresarial de Popayán ha sido abordado por diversos autores desde el análisis de ciertos periodos de tiempo o sucesos específicos. Estas contribuciones son de alto valor y utilidad para comprender el fenómeno. No obstante, se evidencia la ausencia de ejercicios que intenten sistematizar el conocimiento para ofrecer una visión holística. Tales intentos restultarían de gran importancia. Obsérvese que la falta de estudios que permitan identificar patrones de surgimiento y transformación de las empresas y los empresarios a través del tiempo en contextos concretos lleva a que las prácticas de las organizaciones se sustenten en conocimientos de espacio/tiempo diferentes o en conductas meramente empírico-especulativas. Precisamente, en esta dirección, el presente trabajo explora de manera holística la historia empresarial industrial de Popayán entre los siglos XVI y XIX a partir del estudio de datos secundarios relevantes. Esta investigación se constituye como un intento inicial de comprensión de los patrones de surgimiento y transformación del sector económico para aportar a la disminución de la carencia de conocimientos sobre la materia y soportar e inspirar futuras investigaciones documentales y empíricas sobre la realidad empresarial del contexto. Cabe resaltar que este es un campo de estudio promisorio. Como lo indica Valencia (2017), aunque el departamento del Cauca y su capital no posean abundantes archivos históricos en cuanto a las dinámicas económicas y empresariales, han sido uno de los contextos con mayor diversidad histórica y riqueza en Colombia.
Finalmente, para desarrollar la línea argumental alrededor de la pregunta de investigación formulada, el presente artículo se estructura de la siguiente manera: en primer lugar, se presentan las consideraciones teóricas y metodológicas que orientaron la investigación; seguidamente se abordarán las "primeras formas de industria" en la Gobernación de Popayán desde su fundación hasta el siglo xvii; posteriormente, se trabaja la industria entre los siglos XVII y XVIII para terminar con la revisión de las dinámicas del sector en el siglo XIX. El manuscrito cierra con las respectivas conclusiones erigidas a partir de lo discutido.
Consideraciones teóricas y estrategia metodológica
Frente a la teoría empleada en el estudio, los pilares fundamentales que orientaron la investigación fueron los planteamientos de Pierre Bourdieu en relación con la sociedad en general y la economía como campo social; los análisis de la economía en general y los sectores económicos, en particular, de Wassily Leontief, Leon Walras y François Quesnay; los trabajos de Michael Porter sobre los sectores económicos, las fuerzas que intervienen en ellos y sus ciclos de vida, y la obra de Dussel que permitió esclarecer las cuestiones sobre el capital industrial y comercial. Por supuesto, algunas consideraciones sobre el campo de la historia económica y empresarial también fueron importantes.2
Bourdieu (1987; 1997; 1999; 2001) plantea que la sociedad debe comprenderse como un sistema complejo de relaciones diferenciales, conflictivas y de poder establecidas entre agentes sociales que desarrollan habitus específicos, en el marco de un macroespacio estructurado (macrocosmos) en el cual coexisten múltiples capitales y campos3 (microcosmos) diferenciados, relativamente autónomos e interdependientes. Así, la sociedad está configurada por una serie de campos, donde acaecen las prácticas sociales específicas.
Uno de los campos sociales es el económico, referido a un mundo con un sentido y una totalidad de sentido particulares; un juego de lenguaje propio, instrumentos materiales específicos, y actores especializados en moverse en dicha totalidad de sentido, que, por supuesto, gira en torno a lo económico, es decir, una totalidad de sentido de todo lo que se relaciona con este significado (Dussel, 2014). Además, de acuerdo con Dussel (2014), el campo económico se encuentra organizado por diversos sistemas (económicos), que a su vez son totalidades de sentido con estructuras instrumentales e institucionales, con relaciones prácticas o sociales, división heterogénea del trabajo y unidad teleológica.
Más específicamente, en relación con la economía, los fisiócratas franceses le dieron una gran preponderancia a la riqueza y su relación con la tierra; hicieron de la agricultura y sus procesos productivos el centro de la actividad económica. Por otro lado, desde la escuela clásica, surgida a mediados del siglo XVIII y XIX a través de representantes como Adam Smith (1994), David Ricardo (1817), Robert Thomas Malthus (1821) y John Stuart Mill (1849), se cuestionaron la distribución de la riqueza y el análisis del valor, donde la ganancia se concentraba en el gobernante burgués y su familia; la irrupción de tales elementos fue posible gracias al advenimiento de la Revolución Industrial. Más adelante, la Escuela Neoclásica, constituida en el siglo XIX a partir de los aportes de Alfred Marshall (1920), Carl Menger y Friedrich von Hayek (1968)), William Stanley Jevons (1871), Walras et al. (1954)) y Wassily Leontief (1986)), hizo énfasis en la utilidad de los bienes y otorgó importancia a una limitada intervención pública sobre la economía. Así mismo, una de las principales preocupaciones de los neoclásicos fue la asignación y distribución óptima de los recursos en una sociedad. Además, se apoyaron firmemente en el libre comercio como motor del desarrollo económico y la forma de aprovechar las ventajas competitivas. Los neoclásicos estudiaron los precios, las cantidades, los gustos y las preferencias de los consumidores, así como la tecnología, entre otros aspectos.
Los neoclásicos, basándose en la distribución de ingresos como parte de la teoría de precios y la competencia perfecta, en la cual los consumidores y las empresas son racionales, plantearon que las personas y las empresas buscan maximizar su utilidad o satisfacción cuando consumen y venden bienes o servicios, respectivamente. Tanto las personas como las empresas actúan de manera independiente, a partir de información completa y relevante. Como se entrevé, es a partir de esta última escuela que la economía incursionó de lleno en el análisis de las empresas y las industrias, con lo que se dio origen a ramas del análisis económico como la microeconomía y la macroeconomía.
No fue sino hasta la década de los 30 del siglo xx cuando el estudio de la macroeconomía se vio atravesado por diversos cambios teóricos que llevaron a su consolidación. Entre ellos, la creación de una de las más representativas herramientas de medición y planificación del desarrollo económico como la Matriz Insumo Producto de Wassily Leontief (1986), la cual seguía el camino que marcó el Modelo de Equilibrio General de Walras et al. (1954) y el Tableau Economique de François Quesnay et al. (1972). Entre otros, Wassily Leontief (1936; 1937) desarrolló dos importantes artículos, el primero, "Relaciones cuantitativas de entrada y salida en el sistema económico y los Estados Unidos", y el segundo, "Interrelación de precios, producción, ahorro e inversión. Un estudio en la aplicación empírica de la teoría económica de la interdependencia general". En ambos manuscritos, el autor le dio apertura al modelo de Insumo-Producto (IP), que se preocupó por la interdependencia entre las partes o los sectores de la economía.
En los años sesenta, el Modelo IP encontró el auge gracias a su aplicación, pues la idea era impulsar los llamados sectores claves de una economía como medio acelerador de la transformación de una estructura económica subdesarrollada a una desarrollada. Claramente, este modelo tuvo su mayor aplicación como forma de contribuir al diseño de políticas y estrategias de desarrollo a partir del análisis de las relaciones entre los sectores económicos.
Según lo anterior, los sectores económicos desempeñan un papel central como foco de estudio para impulsar la economía de un país o región. En concreto, los sectores económicos refieren a diferentes conjuntos o ramas de empresas que se dedican a producir bienes similares o cercanos a su naturaleza (Anyul, 2001). Así mismo, pueden ser vistos como "un sistema de productores, donde los sectores guardan relaciones económicas en proporciones definidas que, además, explican las interdependencias entre aquellos" (Reyes-Aroche, 2013, p. 249). A su vez, aquellos pueden dividirse en subsectores que tienen como fin la producción o fabricación de productos, bienes o servicios destinados a la satisfacción de necesidades.
Es de resaltar que los sectores difieren unos de otros dependiendo de la fase del ciclo de vida en la que se encuentren y el nivel de concentración de cada uno. En virtud de ello, resulta pertinente entender que los sectores, según su posición en el ciclo de vida, se clasifican en nuevos y emergentes, en crecimiento, maduros o en declive. Por su parte, según el nivel de concentración, los sectores se clasifican en concentrados o fragmentados (Porter, 1997).
Así mismo, Porter (1997) plantea que en todo sector económico intervienen cinco fuerzas centrales entre las cuales se debate y distribuye la rentabilidad del sector. De acuerdo con el autor, dichas fuerzas o elementos principales son 1) la amenaza de ingreso de nuevos participantes, 2) la intensidad de la rivalidad entre los competidores existentes, 3) la presión de productos sustitutos, 4) el poder de negociación de los compradores y 5) el poder de negociación de los proveedores.
Es importante mencionar que, a nivel general (y quizá algo reduccionista), la dinámica de los sectores económicos puede ser explicada mediante una serie de factores, mecanismos o mediaciones interconectadas y constitutivas de dichos sectores. Al respecto, los conceptos de capital industrial y comercial de Dussel (2014) resultan valiosos por jugar un rol central en los sectores económicos (Tabla 1).
1. Mecanismos de distribución | 9. Empresas u organizaciones | 17. Inversión y reinversión |
2. Mercado de trabajo | 10. Tasas de interés | 18. Ganancias |
3. Medios de producción y tecnologías | 11. Salarios | 19. Productos/mercancías |
4. Lugares de operación | 12. Empresarios o gestores | 20. Compras |
5. Estados/leyes | 13. Ventas | 21. Trabajadores |
6. Fuentes de financiación | 14. Procesos de operación o transformación | 22. Precios |
7. Dinero | 15. Propiedades de empresarios | 23. Logística |
8. Costos de producción o de operación | 16. Contratación-Vinculación |
Como se mencionó anteriormente, una economía se encuentra configurada por diversos sectores económicos, entre ellos, el industrial. Este comprende todas las actividades económicas de un país relacionadas con la transformación industrial de los alimentos y otro tipo de bienes o mercancías, utilizados como materias primas para la fabricación de nuevos productos. Dentro de este sector encontramos una división entre dos subsectores: industrial extractivo -extracción minera y petróleo- e industrial de transformación -envasado de legumbres y frutas, embotellado de refrescos, fabricación de abonos y fertilizantes, vehículos, cementos, aparatos electrodomésticos, etc.- (DNP, 2000). Este último también se conoce como sector de industria manufacturera, definido como aquel que se dedica exclusivamente a la transformación de diferentes materias primas en productos o bienes terminados para ser consumidos o distribuidos por quienes se denominan consumidores finales (DNP, 2000). Se debe precisar que, si bien en la presente investigación se focalizó mayormente la atención en el sector industrial de transformación, los datos sobre la historia empresarial industrial de Popayán entre los siglos XVI y XIX mostraron siempre una imbricación directa de aquel tanto con la agricultura como con el sector industrial extractivo. Por esta razón, siempre fue necesario mantener estos tres (sub)sectores en diálogo.
La comprensión histórica de las dinámicas económicas y sectoriales permite desvelar matices significativos de estas últimas. Afortunadamente, hay variados vínculos entre los campos de la historia, la economía y la empresa. Al respecto, Wallerstein (2006) y Castro-Gómez (2000) plantean que las ciencias sociales surgieron a finales del siglo XVIII para erigir y proporcionar nuevas categorías y conocimientos sobre el mundo social. Según el primer autor, la historia fue la primera disciplina que logró establecer una estructura institucional autónoma para encargarse del estudio de la reconstrucción del pasado, relacionándolo con las necesidades del presente en forma interpretativa y hermenéutica. En un primer momento, la historia se fundó en métodos nomotéticos y luego giró hacia métodos ideográficos-antiteóricos. Para mediados del siglo XX, varios eventos globales motivaron diversas transformaciones en las ciencias sociales. Una de ellas fue la hibridación entre los distintos campos del conocimiento. Una consecuencia de esto fue la emergencia de lo que se denominó New History en Estados Unidos y la Escuela de Anales en Francia. Con el avance de estas corrientes, la historia amplió su alcance al estudio de las realidades socioeconómicas, para lo cual disciplinas como la economía le aportaron métodos, instrumentos cuantitativos y conceptos (Wallerstein, 2006). Este es el origen de la historia económica y empresarial.
Concretamente, la historia empresarial es una rama de la historia económica que tiene por objeto el estudio de la empresa desde una perspectiva histórica; no obstante, también hace uso de las bases teóricas y metodológicas de otras disciplinas que se interesan por la empresa como institución (Roberts, 2001). En sus inicios, esta acogió un enfoque positivista que abogaba por la escritura de narraciones fundadas en la descripción sistemático-objetiva de acontecimientos y razones sobre las transformaciones en los negocios. Luego, con el influjo del posmodernismo y la Escuela de los Anales, los estudios históricos empresariales también se cimentaron en enfoques constructivistas e interpretativos (Roberts, 2001).
A lo largo del desarrollo del campo, los historiadores empresariales han incorporado planteamientos teóricos de la sociología y la economía para analizar su objeto de estudio. Han hecho uso de teorías como los costos de transacción, las disquisiciones de Chandler y Schumpeter, el (neo)institucionalismo, la economía evolutiva y la teoría de los recursos y las capacidades para soportar sus estudios (Díaz, 2007). Fenómenos como la producción del cambio técnico y la empresa familiar han sido abordados por la historia empresarial desde estos enfoques. Por otra parte, citando a Valdaliso, Díaz (2007) sostiene que la historia empresarial no solamente es útil como campo de pruebas de la teoría económica, sino que también funge como fuente de un proceso inductivo mediante el cual se construyen nuevas ideas y modelos.
En cuanto a la estrategia metodológica, el trabajo se llevó a cabo mediante un enfoque cualitativo basado en un paradigma constructivista-interpretativo. En consecuencia: 1) se consideró la realidad social como subjetiva, diversa, dinámica y conflictiva; 2) como investigadores, nuestros valores y posturas teóricas desempeñaron un papel relevante en el proceso de construcción del conocimiento, y 3) el proceso de investigación siguió estrategias y dinámicas flexibles e interactivas. Este paradigma y enfoque metodológico fueron pertinentes por tres razones. Primero, el fenómeno abordado tiende a ser una exploración novedosa; por lo tanto, en lugar de poner a prueba los estudios existentes, consideramos de mayor relevancia comprenderlos en profundidad desde lentes cualitativos. Segundo, el paradigma y la estrategia metodológica nos permitieron construir datos extensos y detallados sobre el fenómeno. Finalmente, este camino paradigmático y metodológico nos ayudó a abordar y estudiar el fenómeno de forma holística, en lugar de reducir y fragmentar sus componentes de manera dualista (Dalle et al., 2005; Guber 2001; Zolfagharian et al., 2019; Valles 1997; Hammersley & Atkinson 2019).
El método utilizado fue la revisión sistemática cualitativa o síntesis de la evidencia cualitativa (metasíntesis cualitativa), que se refiere a la síntesis de los resultados de estudios primarios (es decir, datos secundarios) que no son combinados estadísticamente, y permite integrar o comparar los resultados de estudios cualitativos. Los resultados obtenidos pueden llevar a una nueva teoría, una narrativa general, una amplia generalización o una traducción interpretativa. Esta técnica busca temas o constructos que giren alrededor de estudios cualitativos individuales (Grant & Booth 2009). La investigación/exploración documental fue la principal fuente de recolección de información. De forma complementaria, se aplicaron entrevistas interpretativas a diversos autores de los materiales recuperados para una mejor identificación y comprensión de los contenidos (Guber 2001; Valles 1997; Booth et al., 1995).
Para el desarrollo de la investigación, se realizó un proceso de trabajo de campo que constó de dos etapas. La primera fue la identificación, evaluación y selección de las comunidades de estudio donde se consultaron los documentos para responder a las preguntas de investigación. Las principales comunidades seleccionadas fueron la Biblioteca del Banco de la República, sede Popayán, la Biblioteca José María Serrano y la Biblioteca del Carmen de la Universidad del Cauca, La Cámara de Comercio del Cauca, la Asociación Colombiana de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi) y el Banco de la República (ICER), entre otras. En un segundo momento, se definieron las cadenas de búsqueda, los criterios de inclusión y exclusión de los documentos, una estructura de codificación inicial-deductiva y un inventario de información a indagar. Posteriormente, se exploraron, recolectaron, evaluaron (bajo los criterios de inclusión y exclusión) y seleccionaron los documentos definitivos del estudio por medio de búsqueda directa y sugerencia de expertos en el tema (Teza et al., 2016; Kmet et al., 2004; Wieringa et al., 2006; Tranfield et at., 2003; Petersen et al., 2008).
Los datos recolectados se analizaron mediante estrategias basadas en lo que el texto manifiesta. No se llevaron a cabo análisis políticos o de poder subyacentes a los discursos. Más concretamente, se desarrolló un análisis temático del texto guiado por el proceso de la teoría fundamentada. Siguiendo este procedimiento, la primera operación analítica fue la reducción de datos, es decir, la identificación de las principales citas de los datos recolectados (codificación abierta). Esto permitió seleccionar los fragmentos de información con significado relevante para la investigación. Cada fragmento se asoció a códigos y categorías determinadas principalmente desde el marco teórico de la investigación (aunque también emergieron nuevos códigos y categorías desde los datos). Estas últimas se perfeccionaron constantemente a lo largo del proceso analítico. Así mismo, se crearon y procesaron memorandos y comentarios analíticos. A continuación, se desarrolló una segunda operación analítica: la operación teórica / síntesis (codificación axial y selectiva). En esta etapa, se produjeron códigos y categorías definitivas, reportes concluyentes de la información codificada, gráficos, tablas, mapas semánticos, nubes de palabras y otras herramientas analíticas para construir las respuestas y conclusiones principales de la pregunta de investigación (Ryan & Bernard 2003; DeCuir-Gunby et al., 2011). Para operacionalizar la estrategia analítica se utilizó el software Atlas T. i. en tres niveles: organizativo, textual y conceptual (Penalva Verdú et al., 2015).
En cuanto a las dificultades del proceso, la investigación tuvo dos grandes retos: por un lado, en Popayán el sector industrial no se desarrolló con vigor hasta bien entrado el siglo XX, por tanto, un estudio histórico-sectorial de esta rama de la economía en la ciudad fue complejo. Por otro lado, como consecuencia de lo anterior, el material documental del cual parte nuestro análisis no es abundante; las investigaciones desarrolladas respecto del fenómeno son escasas.
Desarrollo de la reflexión sobre la historia industrial de Popayán entre los siglos XVI y XIX
En general, este apartado aborda en orden cronológico tres bloques sobre el fenómeno estudiado: 1) las "primeras formas de industria" en la Gobernación de Popayán desde su fundación hasta el siglo XVII; 2) la industria en la ciudad entre los siglos XVII y XVIII, y 3) las dinámicas del sector en el siglo xix.
Las primeras formas de industria en Popayán entre los siglos XVI y XVII4
En este acápite se ofrece un panorama general del surgimiento del sector económico industrial de Popayán entre los siglos XVI y XVII. No obstante, las fuentes de las que se dispone muestran grosso modo que el sector en cuestión, en sus inicios, era incipiente y poco estudiado. Para la época, en Popayán no había industrias como las que se conocen hoy en día, tan solo existía una industria agrícola primitiva. Incluso, antes de la conquista española, en esta región, cultivos como el plátano, la papa y el maíz eran los más comunes en la dieta de los nativos. Así pues, había un tipo de industria que podría caracterizase así:
Toda producción de riqueza, que se limita a recoger de manos de la naturaleza los objetos que espontáneamente nos suministra. En sus variadas ramificaciones, tres especies son las más notables: la agricultura [...], la ganadería y la minería. Desde que los pueblos salen del estado salvaje, se ven obligados a cultivar la tierra para poder satisfacer sus necesidades, y cambiar los sobrantes por los que igualmente necesitan y su país no los produce. La agricultura es, pues, la primera y principal de las industrias, y el cultivo de sustancias alimenticias es inseparable de la existencia misma de la sociedad (Arroyo, 1955, p. 201).
Por supuesto, lo anterior era algo apenas obvio, pues los conquistadores, aun observando que estas tierras eran ricas y fértiles, que sus selvas poseían excelentes maderas, resinas, bálsamos y multitud de plantas para la medicina, en principio, venían en busca de fuentes de fortuna y riqueza rápida. Muchos de los hombres que viajaban al Nuevo Mundo venían tras la promesa del Dorado, tras la posibilidad de adquirir prestigio, títulos, encomiendas o dinero. Por esa razón, la mayoría de los expedicionarios se endeudaban con el anhelo de recuperar lo invertido. Esto raras veces pasó, era usual que quedaran en banca rota, de ahí el afán de extraer todo lo que pudiese ser de valor de los indígenas (Palacios & Safford, 2002; Bushnell, 1997; Friede, 1989; Colmenares, 1989; Palacios, 1989). Con todo, se hizo fundamental desarrollar una economía de industria agrícola que permitiese abastecer a las nuevas poblaciones que con el tiempo se fueron fundando (Palacios & Safford, 2002).
Empero, aún con las abundantes tierras de las cuales disponía la Gobernación del Cauca, los conquistadores solo desarrollaron una limitada industria agrícola, sin técnicas de cultivo elaboradas, más bien, se hacía uso de la agricultura nativa. La técnica agrícola se centraba en el trabajo del labrador y solo algunos toscos e imperfectos instrumentos se empleaban. Sin embargo, debido a la fertilidad del suelo se podían recoger frutos y cosechas en los pocos terrenos que se dedicaban exclusivamente al cultivo.
Las tierras de la gobernación no se explotaban de manera tal que pudiesen dar origen a algún tipo de industria distinta a la agrícola o minera. Tampoco ayudaba el pensamiento de los pobladores de aquella época, quienes solo se centraban en el cultivo de subsistencia; tendencia que se mantendría por mucho tiempo en Popayán. Durante el trascurso de la época colonial, se hizo notorio para esta población que su incipiente industria agrícola era cuando mucho limitada, pues se ceñía a producir lo necesario para el sustento de su escasa población y, en consecuencia, no había excedentes suficientes para incentivar alguna forma de comercio.
Además, los españoles introdujeron en las colonias frutos europeos que no existían en Popayán. Uno de ellos fue el trigo, cuyo cultivo en Europa no era muy difundido para la época debido a las dificultades de siembra. Caso contrario sucedió en América, donde se generalizó su uso. Fue el padre franciscano José Rixi quien llevó a Quito en 1543 las primeras semillas de trigo, las cuales sembró en el huerto de su convento donde se expandieron hacia todo el reino, incluido Popayán. Empero, su cultivo se dio previamente en Pasto, lugar donde se empezaron a fabricar molinos para procesarlo. En 1547, el cronista Cieza de León visitó Pasto, donde evidenció que allí ya existían molinos de trigo, inexistentes aún en Popayán. Fue así como la comarca de Pasto, poco después de la conquista, proveyó de harinas a la gobernación y continúo suministrándola en abundancia por muchos años (Arroyo, 1955). Para 1560:
Se empezó a cultivar el cereal en la jurisdicción de Popayán, y después de algún tiempo, este ya estaba disponible no solo para el consumo interno sino también para su comercio con Cali y otros lugares del actual Valle del Cauca, a pesar de esto, no se alude al desarrollo de algún proceso para la elaboración de harinas (Arroyo, 1955, p. 201).
Es de resaltar que, paralelamente a la entrada del trigo a Popayán, la caña de azúcar fue introducida en Buenaventura, desde allí llegó hasta Cali y Buga, donde se empezaron a formar plantaciones en las llanuras de sus valles, terrenos adecuados para su producción. Para fines del siglo xvi se suministraba una cantidad considerable de miel proveniente de los trapiches:5
La producción de la caña, desde esa época constituyó el principal y más valioso objeto de la industria agrícola del Valle del Cauca; porque la miel no solo se destinaba para la fabricación de azúcar y de la panela, dulce consumido por su abundancia y baratura, por la población, sino también en la destilación de aguardiente, cuya bebida alcohólica empezó desde entonces a usarse con mucha generalidad, entre las clases obreras y gentes de color (Arroyo, 1955, p. 201).
En Pasto, a su vez, se empezaba a desarrollar una primitiva industria en torno a los molinos y la elaboración de harina, industria que abastecería a toda la Gobernación de Popayán. En el Valle del Cauca, por su parte, la caña de azúcar ya era procesada para crear otros productos derivados. Así pues, para aquel entonces, la industria en Popayán era cuando menos escasa, mientras que en las regiones mencionadas ya había algunos visos. Finalmente, vale la pena mencionar que, en general:
las nuevas colonias no pudieron ser manufactureras, la de Popayán, por su escasa población y su limitada producción agrícola, como por otras causas fáciles de comprender, ya que era una de las poblaciones en que menos pudieran fabricarse artefactos y manufacturas (Arroyo, 1955, p. 245).
La industria en Popayán entre el siglo XVII y XVIII
En general, la agricultura durante el siglo xvii continuó siendo incipiente; en pocas regiones en la Nueva Granada, este sector había generado la creación de una verdadera industria, por más rudimentaria que fuera. En "Popayán, pues, [se] había logrado concentrar alguna riqueza en manos de comerciantes que invirtieron en las nuevas empresas mineras, contribuyendo de esta manera a transformar el latifundio de frontera en haciendas" (Colmenares, 1997, p. 184).6 Este cambio se evidenció con mayor rapidez en Popayán que en Buga.
En el último decenio del siglo xvii, varios comerciantes incrementaron sus hatos e incursionaron en la economía de las haciendas, creando trapiches que a la larga serían los primeros esbozos de industria en la región, sobre todo en Cali, Caloto y Buga.7 Paulatinamente, las haciendas se irían volviendo de gran envergadura y soportarían el proceso de surgimiento de la industria. La hacienda Llanogrande de la Compañía de Jesús en Popayán o como también se le conoce, Jesuitas de Popayán,8 es un ejemplo de ello; esta representaba un caso excepcional de unidades productivas debido a que poseía una cantidad considerable de esclavos como mano de obra. Por otro lado, aquella contaba con trapiches.9
A finales del siglo XVII, algunos propietarios manifestaban poseer tierras o haciendas (grandes o pequeñas) en las que había como mínimo un trapiche. Entre dichos propietarios, algunos provenían de Popayán y otros de Cali. En 1689 un propietario payanés, el depositario general Bernardo Alfonso de Saa, declaró tener dos leguas en Llanogrande (Buga-Cali) con cinco mil reses vacunas y mil yeguas. A pesar de no pertenecer a la jurisdicción de Popayán, fue de importancia para el proceso de industria en otras tierras e influyó en los procesos económicos que se llevaban en tierras payanesas.
En 1690, el capitán Simón de Villalobos Ayala, vecino de Cali, prestó dos mil patacones10 a censo en Popayán y dio como garantía tierras en Yumbo de una legua en contorno, con trapiche, veinte esclavos, mil reses de cría, cien caballos trapicheros, siete suertes de caña, etc. En 1691, el alférez Tiburcio Lasso de los Arcos, casado con la hija de otro terrateniente payanés, declaró también un trapiche en la jurisdicción de Buga con esclavos, cinco suertes de caña, cien caballos trapicheros, 1 200 reses y 500 yeguas, todo libre de hipotecas, para adquirir 500 patacones a censo en Popayán. En 1692, Manuel Vivas Sedano prestó 2 400 patacones a censo del Convento de la Encarnación en Popayán. Los cargó sobre su hacienda de Meléndez, la cual poseía un trapiche con tres esclavos, dos suertes de caña, 2 000 reses de cría y otros ganados. Por último, para 1699:
Lorenzo Lasso de la Espada estaba fundando un trapiche con 16 esclavos en Agua-Clara y Malibú (Provincia de Popayán). Ya en 1690 había declarado tener dos y media leguas de tierra con 3600 reses de cría. Ahora declaraba dos mil y agregaba 500 yeguas y seis esclavos de servicio (Colmenares, 1997, p. 184).
En cuanto a las características de las haciendas en el siglo XVII, aquellas que eran de cierta importancia, poseían como mínimo en sus terrenos un trapiche y mano de obra de esclavos para hacerlos funcionar. Además, en tales unidades productivas se manejaban la caña y otras materias primas con las que se fabricaban mieles, azúcar, etc.
Las características mencionadas se veían reflejadas cuando los propietarios de las haciendas declaraban sus posesiones o realizaban préstamos en patacones a censo en Popayán, frente a los cuales los hacendados debían describir sus pertenencias, detallando cuántos trapiches poseían, si estaban fundando un nuevo trapiche en la hacienda, la cantidad de esclavos, en cuántas suertes de cañas tenían divida la hacienda, su posesión de caballos o yeguas, si tenían cría de ganados, etc. Todos estos elementos hacían parte de las haciendas, reseñadas en las declaraciones que hacían los propietarios.
Durante el siglo XVII se hizo evidente que las haciendas de trapiche fueron un factor determinante en el proceso de surgimiento de la industria en Popayán y sus alrededores, debido a que estas fueron unidades de producción básica de bienes que para la época eran apetecidos por los pobladores de las diferentes regiones de la gobernación. Empero, dichas haciendas no se encontraban usualmente ubicadas en tierras payanesas, como es el caso de Llanogrande. Por lo general, se hallaban localizadas en Cali.
Fue entre finales del siglo XVII y principios del XVIII cuando las haciendas alcanzaron un rendimiento significativo, que les permitió impulsar las primeras formas de industria en la Gobernación de Popayán. Colmenares (1997) asevera que las haciendas podían ya clasificarse de la siguiente manera:
1. Las haciendas 'de campo', las cuales, apoyadas en la poca mano de obra indígena, tenían como principal función proveer los cereales requeridos para la alimentación;
2. Los 'latifundios de frontera', escasamente poblados y dedicados a la ganadería extensiva, fundamentalmente para la ceba de los ganados que llegaban flacos del Patía y de Neiva (p. 179).
Estos hatos fueron frecuentes y unificaron, en cierta medida, la vida agraria de Popayán y del Valle del Cauca. Un tercer tipo fue la 'hacienda de trapiche', la cual, asociada al desarrollo minero,11 consolidó un mercado estable y creciente que combinaba producción ganadera y otros bienes como arroz, fríjoles y maíz. Así mismo, según Barona (1995) "la hacienda esclavista de la provincia tendía a atender mercados limitados y al tiempo proveía la mayor de sus necesidades, pues buscaba reducir al mínimo los desembolsos monetarios" ( p. 217). Con el desarrollo de estas dinámicas económicas en las diferentes haciendas se contribuyó al avance de la industria en Popayán.
Según Barona (1995), en la Gobernación de Popayán hubo tres tipos de haciendas: "unidades agrarias y tipificadas a partir de la estructura de sus edificaciones, las herramientas incorporadas a los procesos productivos y la fuerza de trabajo inscrita en los mismos" (pp. 61-62). Existieron en la región los siguientes tipos de haciendas: las de campo, las de frontera y las de trapiche.
Las haciendas de campo, cuya dotación fue muy pobre, se ubicaron en las cercanías de las poblaciones de los criollos y españoles, o en regiones montañosas con fácil acceso para la población indígena. Sus labranzas fueron escasas, por lo cual su orientación productiva se dirigió a abastecer principalmente las necesidades de los propietarios y, en algunos pocos casos, a satisfacer demandas muy reducidas en los mercados locales. Este prototipo de hacienda fue el más común entre las vecindades de Popayán. Las haciendas de frontera, por su parte, caracterizadas por sus economías extensivas y cuyas producciones se encaminaron a la ganadería de levante y engorde, lograron unificar algunas condiciones de vida rural en la gobernación y el virreinato. Cartago, el Patía y las regiones del piedemonte oriental de la Cordillera Central fueron los lugares donde más se estableció este tipo de estructura hacendaria. Por último, las haciendas de trapiche se dedicaron a la producción de mieles, azucares, tabaco y ganados. Su renta monetaria provenía de la venta de mieles con las cuales producir aguardiente y de azucares que se dirigían a mercados locales e interregionales. La cría de ganado fue determinante en muchas de las haciendas de Popayán. Lo más característico de estas haciendas fue su población esclava, cuyo promedio era de unos cuarenta hombres; llegaron a alcanzar en algunos casos un volumen de más de cien individuos dependiendo de la relevancia de la hacienda y de su articulación con la minería. Estas propiedades estuvieron situadas principalmente en las vecindades de Buga, Llanogrande, Cali y Caloto.
La producción de caña de azúcar y sus derivados de las haciendas de trapiche no solo se empleaba para el autoconsumo sino para abastecer el mercado de otras regiones. En un trapiche de la época era frecuente encontrar fogones, pozuelos y recipientes para almacenar el producto final (miles, azúcar, etc.); contaba también con suficiente espacio para abrigar a los animales que transportaban la caña, así como un lugar para almacenar productos y herramientas (Díaz, 1993). El procesamiento que se realizaba a la caña de azúcar requería de altas inversiones: fondos de cobre, ganado caballar, construcciones y especialmente fuerza de trabajo esclava.12
Para el siglo XVIII, en mayor medida, eran las haciendas de trapiche las que estaban más relacionadas con la actividad industrial propiamente dicha; comenzaron a aparecer principalmente en el valle geográfico del Cauca, donde se habían establecido y abierto caminos que las comunicaban entre sí. En este valle, las haciendas tendían a concentrase adjuntas a las vecindades de las poblaciones, lo cual se reflejaba en los diferentes mercados locales abastecidos con carnes, azúcar, mieles, aguardiente, etc. (Barona, 1995). A pesar de una cierta diversidad, cada hacienda tenía sus propios cultivos de caña independientemente de la extensión de la unidad productiva; este era su principal cultivo. Además, los productos de mayor durabilidad eran las mieles y el azúcar (derivados de la caña), por lo cual su comercialización y transporte eran más accesibles.
El aguardiente era otro producto significativo que justificaba la existencia de las haciendas de trapiche en el Valle del Cauca, pues los centros mineros consumían suficientes cantidades del producto, lo que hacía atractivo mantener este tipo de haciendas debido a la considerable rentabilidad asociada. Sin embargo, el proceso productivo implicaba altas inversiones. Los elementos más costosos eran aquellos que requerían el empleo de metales, entre estos, las pailas, hornillas o fondos. Estos últimos podían pesar varias arrobas, y debido a que el precio de la libra de hierro fluctuaba entre 12 reales y 2 patacones, un solo fondo tenía un costo elevado. Lo mismo ocurría con las hornillas y las pailas (Colmenares, 1983). Por tal razón, no era extraño encontrar en los testamentos de la época objetos de cocina hechos de hierro o de cobre, sin importar la condición en la que se encontraran. De igual manera, inversiones importantes debían ser hechas en construcciones o ramadas -armazones del trapiche-, el acondicionamiento de estos espacios era costoso. Empero, a pesar de todos los egresos asociados, la actividad económica continuaba siendo rentable y la multiplicación de trapiches fue notable.
En efecto, para "1721 había seis trapiches en la jurisdicción de Caloto, diez en Cali y diecisiete en Buga. Al norte de Buga se contaban apenas siete trapiches. En cuanto a Cali, seis de sus diez trapiches estaban ubicados en el margen occidental del Cauca" (Colmenares, 1997, pp. 187-188). También había algunos trapiches en la cordillera central, en la jurisdicción de Timaná y Puracé. En este último se encontraba la hacienda del mismo nombre que pertenecía a don Lucas Gonzalo López del Águila, donde había un molino y una curtiembre, trabajados usualmente por indios.
Las haciendas más emblemáticas durante la época fueron las de Llanogrande; muchas de ellas pertenecientes a la Compañía de Jesús, poseían tres de las haciendas de trapiche: la de Japio-Matarredonda, la de Llanogrande y la de Nima. Esta última, en 1770 tenía 133 esclavos y estaba avaluada en 80 427 patacones. Muchos rasgos de la organización de Llanogrande en relación con las haciendas provenían de los jesuitas, pero no por ello se debe asumir que todas las haciendas de trapiche de la época en el Valle del Cauca funcionaban de la misma manera.
Llanogrande fue un ejemplo de crecimiento de este tipo de haciendas. Dicho crecimiento se logró evidenciar en un inventario de 1717 donde indica que ya tenía 69 esclavos, casi el doble que treinta años antes. En 1736 los esclavos habían aumentado a ochenta y se habían agregado dos trapiches y dos fondos. A mediados del siglo (1747) los esclavos pasaban de cien y el hato se calculaba en unas doce mil reses y cerca de dos mil yeguas, caballos y mulas. Solo muy pocas haciendas de trapiche (y entre otras, las de la misma Compañía) podían competir con Llanogrande en cuanto a número de esclavos, de ganados y de productividad en mieles y en azúcar. La hacienda tenía también, a mediados del siglo, una locería, es decir, integraba una manufactura de tipo artesanal en sus labores productivas (Colmenares, 1997, p. 227).
En Llanogrande, la estructura, el funcionamiento de la contabilidad y el crecimiento de la hacienda durante el siglo XVIII evidencian no solo las relaciones que mantenían los colegios con las haciendas, sino también la forma como las haciendas de trapiche crearon algunos antecedentes en el surgimiento de la industria a partir de la caña de azúcar.
Por otro lado, las haciendas solían tener cierta prosperidad, tal como sucedía con la propiedad de don Agustín Fernández de Belalcázar en las tierras de Mojibío, la cual, según su testamento, estaba a cargo de un mayordomo. Fernández poseía también una estancia en Guambía en la que empleaba a los indígenas, así como otra estancia cerca del río Cauca y tierras en Novirao. Su mujer, doña Josefa Hurtado del Águila, mencionaba también en su testamento de 1707, el trapiche de Mojibio con 78 caballos trapicheros, cerca de 40 esclavos y un hato con 250 reses vacunas y otros ganados.
Sin embargo, no todo fue positivo en las haciendas de la gobernación durante el siglo XVIII. Durante la época, se presentaron crisis de abastecimiento de productos como las carnes, mieles y sal, y en momentos coyunturales, de trigo. Empero, las bajas en productividad y los problemas asociados a la diversificación de la producción agraria, las pestes, las plagas, las sequias y las inundaciones no produjeron escasez. Aunado a ello, había "deficiencias tecnológicas en los sistemas de embalaje de los productos de las haciendas, lo cual limitaba su comercialización en una escala relativamente alta, y a su vez, obstaculizaba en gran medida el acceso a mercados situados a varias jornadas de camino" (Arroyo, 1955, p. 226). Esta situación generó competencia entre los hacendados cerealeros y productores de mieles y tabaco, quienes por su influencia habían sido beneficiados por parte de los diversos cabildos de la gobernación, en especial los de Popayán, con diversas providencias que les garantizaban el monopolio de materias primas de los sistemas de empaque.
Muchas de las haciendas y los trapiches fueron levantados por terratenientes de Cali y Buga, pero también por comerciantes y mineros de Popayán, como el capitán Lorenzo Fernández de Monterrey, minero payanés, quien erigió la hacienda y el trapiche de las Guabas en Buga. No obstante, los dueños de minas y los terratenientes preferían vivir en la capital de la gobernación y dejar las haciendas al cuidado de los mayordomos. Popayán se convirtió en el lugar de residencia de hacendados y propietarios mineros.
Por lo anterior, las haciendas más representativas no estaban ubicadas en la jurisdicción de Popayán, se hallaban en los alrededores. En los actuales territorios de Popayán no hubo demasiados indicios de industria. Popayán tuvo un volumen más considerable de producción agrícola y ganadera que de producción de haciendas de trapiche.
Por otro lado, a mediados del siglo XVIII se comenzaba a producir la cera de laurel, sustancia grasosa extraída del fruto de una planta del mismo nombre y materia prima de bujías para el alumbrado doméstico. Esta industria comenzó a originarse en Popayán, en gran medida, gracias a don Pedro Agustín de Valencia, fundador de la Real Casa de la Moneda de esta ciudad. Así mismo, en la capital de la gobernación se extrajo por primera vez caucho de la resina de un árbol y se conocieron sus cualidades elásticas; este material se empleó en la producción de balones o pelotas para juegos y en la elaboración de telas impermeables. Además, la parte meridional de la Gobernación de Popayán -la más aventajada en la industria fabril para la época- proporcionaba telas de lana y algodón en cantidad suficiente para proveer de estos productos a las clases labriegas de esa jurisdicción (Arroyo, 1955). Infortunadamente, al respecto de estas actividades, hay vacíos tanto historiográficos como documentales.
Frente a la industria artesanal payanesa, debe decirse que aquella era muy incipiente; por ello, desde la capital de la gobernación se compraban productos artesanales a las regiones de Tunja y Socorro, esta última era el epicentro de la producción artesanal, allí "se producían ropas, zapatos, alpargatas y sombreros, demandando de las zonas rurales aledañas, insumos tales como caña brava para los sombreros de paja, agave para las alpargatas, algodón para los textiles y cueros para los zapatos" (Meisel, 2015, p. 267). Incluso, esta región llegó a ser la principal productora de textiles de la Nueva Granada ( Jaramillo, 1996), en especial, en cuanto a algodones en rama 'con pepita y sin ella', lienzos, paños de manos, colchas, telas y otras piezas útiles, las cuales eran enviadas a Santa Fe y Popayán por tierra. Tunja, por su parte, desarrollaba algunas actividades de producción artesanal: "se trabajaban los textiles de lana y las mantas de ese material se vendían por todas las tierras frías de la Nueva Granada, incluyendo las partes altas de las provincias de Antioquia y Popayán" (Meisel, 2015, p. 265).
Desde el siglo XVI hasta el XVIII se erigió tan solo una incipiente industria en Popayán, especialmente en las regiones aledañas, donde se ubicaron las haciendas de trapiche más relevantes, que, por su estructura y funcionamiento, aportaron en este proceso. Los vestigios industriales en Popayán eran escasos, textiles y demás, provenían, principalmente, de Tunja y del Socorro.
Formalización del sector industrial en el siglo XIX en Popayán
Para inicios del siglo XIX, como se observó, Popayán no contaba aún con una industria textil consolidada, la mayor parte de los productos artesanales que se usaban continuaban trayéndose desde Tunja y Socoro. Además, "la ciudad era el depósito de mercancías de Quito y Pasto, tales como tejidos, tapices, ruanas, pinturas al óleo y objetos enlacados, y recibía de igual manera de Cali artículos europeos" (Valencia-Llano, 1993, p. 163). No obstante, con lo anterior no se quiere sostener que había una ausencia total en la fabricación de textiles en Popayán, sino que esta industria era insuficiente para proveer a la ciudad:
El coronel Hamilton había encontrado que los indígenas extraían de las montañas vecinas una resina elástica en estado líquido semejante a la crema de leche, un poco más oscura, obtenida a través de incisiones en el árbol que la produce, la cual envasaban en cañas huecas y la llevaban a Popayán. Este caucho era utilizado para hacer bombas, y ruanas o abrigos impermeables al agua (Valencia-Llano, 1993, p. 163).
Si bien para la época ya hay evidencias de intentos industriales en Popayán, estos no componían un sector económico en cuanto tal, ya que no constituyeron un conjunto organizado respecto a su proceso productivo ni a los bienes físicos mediante los cuales se relacionaban. Al respecto de dichas evidencias, Díaz (1993) cita un informe del Instituto Agustín Codazzi,13 que ofrece información sobre la producción agrícola, minera y manufacturera de la provincia de Popayán para mediados del siglo XIX (Tabla 2).
Cantones | Agricultura | Manufactura | Minería |
---|---|---|---|
Popayán | Trigo, maíz, papa, café, caña, frisoles, plátano, habas, arroz, yuca, zanahoria, arvejas, cebolla, ajos, camote, zapallo, calabaza, cebada, cacao, coco, tabaco, coca, añil, algodón. | Ruanas, capisayos, cestos, sombreros de paja, pieles curtidas, sillas, galápagos, loza ordinaria, tejas, ladrillos, preparan excelente quina. | Oro corrido en Patía; territorios auríferos en Tambo; salinas en Patía; sulfatos en Puracé; ácido sulfúrico y clórico en río Vinagre; ácido carbónico en Coconuco. |
Almaguer | Trigo, maíz, papa, arroz, anís, maní, plátano, yuca, zanahoria, frisoles, habas, arvejas, cebollas, ajos, camote, zapallo, caña, añil, lino, ají, cebada, cacao, café, algodón, coca. | Ruanas, capisayos, medias de lana, gorros, guantes, manguillos, alfombras, gualpas, sombreros de jipijapa y de iraca, costales, mochilas, sillas, galápagos, velas de cera de laurel, curten cuero, gamuza, loza. | Oro veta Almaguer, oro corrido San Jorge, Marmato; platino en Cerro Gordo; plomo en Herrad.; cobre en Cascajal; salados en playa San Jorge, rio Sánchez; mazamorras, yeso, pizarra, brea. |
Silvia | Trigo, maíz, papa, arracacha, yuca, plátano, ajo, cebolla, cebada, patata, caña, hullucos. | Cera de laurel, velas, ruanas de lana, costales, cabuyas, extraen quina de pitayón. | Sal yodífera en Sumbico y Asnenga. |
Quilichao | Maíz, papa, cacao, plátano, yuca, arracacha, arroz, frisoles, tabaco, algodón, caña. | Miel de panela, poca azúcar, curten cueros, loza ordinaria, cabuyas, tejen ruanas de algodón. | Minas de plata, oro corrido en Cerro Gordo; Santa María, Dominguillo, Vética, La Teta, Buenos Aires. |
Caloto | Maíz, plátano, cacao, tabaco, frisoles, yuca, papa, arracacha, arroz, caña, algodón. | Aguardiente, panela y miel, quinas excelentes, velas de cebo, loza ordinaria, ladrillos y tejas. | Dos fuentes saladas, una mina de cal, oro corrido en San Nicolás de muy buena ley. |
Micay | En itinerarios provincia. | ||
Iscuandé | Barbacoas a la cual pertenecía en 1853. |
Fuente: adaptada de Díaz (1993).
Agustín Codazzi en la comisión corográfica describió a Popayán como un lugar en el que primaba la producción agrícola, donde la "industria" manufacturera se centraba en la curtimbre de pieles, la elaboración de ruanas, capisayos, sillas, galápagos, loza, tejas, ladrillos y la preparación de una excelente quina. Pese a estas observaciones, esta industria manufacturera era incipiente y aislada.
Por otra parte, los cañadulzales existían en casi todas las zonas templadas y cálidas del Cauca, empero, no en todos los lugares se usaban para la producción de mieles. Además, en el Valle del Cauca, se producía caña de azúcar en el sur y en la costa del Pacífico, lugares en los que la actividad alcanzó gran desarrollo. Sin embargo, con tal producción "no se podía fabricar sino aguardiente, mieles y guarapo, y no azúcar o panela, porque estas gigantescas cañas, a causa de la constante y poderosa humedad del país y de lo graso de la tierra, tienen proporcionalmente demasiadas partículas acuosas y pocas azucarinas" (Valencia-Llano, 1993, pp. 206, 207). Si bien la producción de azúcar, miel o aguardiente en la jurisdicción de Popayán fue sobresaliente no se acerca a lo producido en lo que hoy es el Valle del Cauca (Valencia-Llano, 1993; Arboleda, 1966).
En las cabañas de las haciendas en la Provincia de Popayán, por lo general, se destilaba aguardiente de caña usando alambiques.14 Estos eran construidos sobre tres piedras que formaban la tulpa;15 luego, en una olla medio llena de jugo de caña fermentado y puesta a la lumbre,16 se colocaba una marmita17 de cobre llena de agua fría que hacía las veces de condensador. El alcohol goteaba sobre el plato y de allí pasaba a un recipiente cubierto con un poco de algodón en rama para impedir que el vapor escapara. Aquella era una destilación artesanal; distinta a la de las grandes haciendas, donde la producción era más sofisticada, como ocurría en la Hacienda Corinto del general Julián Trujillo, quien expresa: "vi gran espectáculo, una destilería en plena cordillera. No alcanzo a imaginar cómo trajeron hasta aquí la maquinaria necesaria para su establecimiento. Estos aparatos rinden diariamente hasta 15 arrobas de alcohol" (Valencia-Llano, 1993, p. 208). Tal técnica artesanal de destilación era la más común de la época.
Desafortunadamente, paralelo a este proceso de desarrollo de las haciendas e incorporación de técnicas casi industriales, se produjo una constante zozobra social y bélica18 que afectó a la economía de las unidades productivas. Los conflictos modificaron ostensiblemente el uso de la tierra y las relaciones laborales. A raíz de ello, los hacendados introdujeron cultivos como el tabaco, el cual se constituyó en un producto fundamental. En efecto, "su rápida expansión en el Valle del Cauca permitió una abundante producción, que se manifiesta en los numerosos asientos de entregas registrados en la factoría de Llanogrande durante 1818-1819" (Díaz, 1993, p. 82). Adicionalmente, se presentó una recesión económica que impactó la propiedad de la tierra y reforzó su modificación, aunque sin comprometer el derrumbe de la hacienda tradicional (de trapiche, cerealera o de frontera ganadera). Así surgieron pequeños y medianos propietarios en todo el Cauca, sin que se modificara la estructura productiva ni sus orientaciones de mercado. De esa manera, el Cauca, a diferencia de otras regiones en Colombia, no pudo impulsar un crecimiento económico sostenido en sus estructuras agrarias y mineras a lo largo del siglo xix ni vincular su economía a los procesos industriales que ocurrían en otras regiones del mundo (Barona, 2001).
Del mismo modo, con la expedición de la Ley de Vientres, en enero de 1852 "se suprimió la esclavitud, medida que tuvo fuerte resistencia en algunas provincias, especialmente en el Cauca, donde se produjo un levantamiento armado capitaneado por el poeta y general Julio Arboleda, gran propietario de tierras y esclavos" (Jaramillo, 1996, p. 19). Este hecho histórico perjudicó enormemente a los hacendados, ya que debilitó su mano de obra en los trapiches. También impactó al comercio de distintos productos agrícolas y la minería.
Adicionalmente, a mediados de siglo, con la promulgación de la constitución federalista de 1858, el país se configuró alrededor de estados soberanos. Entre otros factores, eso ocasionó en el Cauca la aparición y consolidación de tensiones políticas entre caudillos de la región, como José María Obando, Hilario López, Tomas Cipriano de Mosquera y Julio Arboleda. Estas tensiones desembocarían en una guerra civil, entre 1860 y 1862, en la que se enfrentaron el conservador Mariano Ospina Rodríguez y los liberales federalistas comandados por Tomás Cipriano de Mosquera. Luego, la guerra de 1876 daría lugar a la denominada Regeneración.19 Más adelante, algo similar sucedería con la guerra de los Mil Días. Por supuesto, estos sucesos afectaron la economía que hasta el momento había desarrollado la región, es decir, una "montada sobre una ganadería extensiva, una agricultura familiar concentrada en minifundios de terrazgueros que pagaban el alquiler de la tierra en jornal para el sostenimiento de las grandes haciendas y una artesanía rural y urbana rudimentarias" (Arboleda, 1970, p. 14). En efecto, las tensiones y conflictos, en mayor o menor medida, determinaron la economía y la ausencia de industria en las diferentes regiones, sobre todo en el Cauca y Popayán (Valencia-Llano, 1996).
Entre 1830 y 1845, se realizó el primer experimento industrial propiamente dicho en el país. La mayoría de las empresas establecidas se crearon a partir de los privilegios concedidos por el gobierno, entre estos, los subsidios, la reducción de tarifas aduaneras para la importación de maquinaria y materias primas, los estímulos como premios o bonificaciones a inventos o innovaciones técnicas y la adjudicación de derechos exclusivos de producción de un artículo con un procedimiento técnico en una región del país en un tiempo determinado. Estos privilegios fueron dirigidos más a la fundación de establecimientos fabriles solo en Bogotá, Cundinamarca, Medellín y Cartagena. Por supuesto, con el paso del tiempo, los privilegios continuaron en las diferentes regiones para fabricar distintos productos como papel, tejidos de algodón para producir lienzos, paños de florero, etc. (Weis, 1980).
Así, mientras que la industria en el Cauca y Popayán estaba en precarias condiciones, en otras regiones y ciudades de Colombia, la industria comenzaba a desarrollarse exitosamente (Jiménez & Sideri, 1985).20 Estos casos evidencian que la aparición de la industria moderna fue un fenómeno, en general, independiente de las actividades artesanales. Las industrias lucharon a lo largo del siglo en un mercado reducido, con dificultades tecnológicas, donde no había mecanismos de crédito ni de capitalización. La primera inversión de capital que se requirió para establecer las primeras fábricas fue muy baja. Tal inversión emergió de los industriales de principios de siglo XX, quienes provenían de las élites empresariales surgidas del siglo anterior y habían acumulado dinero a través del comercio, la minería, la agricultura y otros negocios que, de alguna manera, les dieron la oportunidad de invertir capital en otras industrias. De esta forma se fue dando un proceso lento de industrialización en Colombia (Jaramillo, 1987).
Aunque los primeros experimentos industriales en el país fueron simples y las fábricas establecidas modestas, este intento constituyó un hecho significativo, pues las nuevas empresas claramente se diferenciaban de la producción artesanal existente. Las fábricas tuvieron instalaciones especiales, "ubicadas en su mayoría en el área de Bogotá dado que se buscaba facilitar la obtención de fuerza hidráulica, mano de obra y por su puesto un mercado para los productos" (Weis, 1980, p. 5). La inversión de capital para este sector provino de terratenientes y descendientes de administradores coloniales, pertenecientes a familias de la clase alta en la Nueva Granada. Por su parte, infortunadamente, el avance en la construcción de los ferrocarriles fue muy lento, debido principalmente a las condiciones topográficas y geográficas del país, la falta de recursos económicos, la deficiencia de las instituciones y la incapacidad del gobierno para establecer prioridades en el desarrollo de la infraestructura de transporte. Los ferrocarriles eran un gran medio de transporte para materias primas, empero, su construcción se vio materializada tan solo en el siglo XX. Los últimos años del siglo XIX fueron el inicio de grandes cambios para la economía colombiana (Meisel et al., 2014).
Más cerca de Popayán, como es el caso de Cali, por ejemplo, el sector fabril también floreció de manera notable entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX.21 Entre los primeros fundadores de industria de dicha ciudad destacan Manuel Carvajal, Hernando Caicedo, Jorge Garcés Borrero, Ulpiano Lloreda González, Luis Carlos Varela Lourido y Antonio Dishington Olsen, empresarios oriundos de Cali, Palmira y Popayán. Es claro que para el siglo XIX, la industria se concentró más en el Valle del Cauca que en Popayán. La elite empresarial de la región -algunos de procedencia patoja y otros de Palmira y de Cali- consideraron que el Valle era el lugar adecuado para fundar sus industrias.
En contraste con lo anterior, en el Cauca, las élites no invirtieron en empresas. Desde tiempos de la colonia, Popayán no se configuró como una ciudad para la actividad económica ni el comercio. Más bien, fue un contexto que fungió como epicentro administrativo y político, siempre abastecido de alimentos, textiles, metales, etc. por parte de las regiones aledañas. La actividad económica más destacable de Popayán durante varios siglos fue la minería llevada a cabo con mano de obra esclava. No obstante, esta no se concentraba en la capital, sino en las regiones mineras cuyos dueños eran citadinos o comerciantes.
Mientras la industria proliferaba en varias ciudades de Colombia durante el siglo XIX, la economía payanesa giraba en torno a las haciendas -en especial las de trapiche-, la minería (la industria predominante en la época) y el comercio de esclavos. Estas actividades económicas eran coordinadas desde Popayán, por ser un importante centro político-administrativo, razón por la cual no se vio la necesidad de incentivar la industria, y las pocas actividades fabriles que hubo se desarrollaron en regiones aledañas. La deficiencia industrial se agudizó con la fragmentación del Cauca a fines del siglo XIX. Así mismo, los contantes conflictos bélicos acaecidos a lo largo del siglo XIX ocasionaron importantes dificultades en las haciendas en lo que respecta a la mano de obra y sus ingresos, lo que hizo que las condiciones para la consolidación de la industria en la ciudad de Popayán antes del siglo XX no estuvieran dadas.
Conclusiones
Desde el inicio del periodo de la Conquista a principios del siglo xvi en el Nuevo Mundo, en lo que actualmente es el Cauca, los conquistadores y demás europeos que arribaron se interesaron más por los saqueos y la extracción de metales preciosos que por fomentar algún tipo de industria distinta a la minería. Ello condujo a que durante las primeras décadas de lo que más adelante iba a ser la Nueva Granada, hubiese ausencia de dicha actividad económica. Cuando esta primera etapa extractiva concluyó, comenzaron a fundarse ciudades que requerían de abastecimiento; con ello se comenzó a fomentar la agricultura local de los indígenas y posteriormente se introdujeron nuevos productos como el trigo. Con el crecimiento de los centros urbanos, adquirieron relevancia los latifundios que, más adelante, se convertirían en las haciendas que proveerían de alimentos a las poblaciones, fue alrededor de estas dinámicas que giró la industria en Popayán y las regiones aledañas.
Con el surgimiento de las haciendas durante el siglo XVII, se erigieron los primeros trapiches en la Provincia de Popayán, donde comenzaron a producirse aguardiente y mieles a partir de la caña de azúcar. Estos fueron los primeros intentos exitosos de industria. Por su parte, también comenzaron a aparecer visos de otras industrias como las manufacturas; empero, estas comprendían artesanías como ruanas y tejas, entre otras, que no podían equipararse a la importancia de lo que producían las haciendas de trapiche. Además, durante el siglo XVIII, pero especialmente en el xix, se extrajo caucho de la resina de un árbol, que se empleó para la creación de balones y telas impermeables. No obstante, esta actividad no constituyó un sector económico de la industria, como sucedió con la agricultura y la caña de azúcar y sus productos derivados.
Aun así, el crecimiento de las haciendas y su preponderancia en la economía de la Provincia de Popayán se vio afectada por las guerras civiles que asolaron la región durante el siglo XIX. Aquellas ocasionaron importantes dificultades en las haciendas en lo que respecta a la mano de obra y sus ingresos, que hizo que las condiciones para la consolidación de la industria en la ciudad de Popayán antes del siglo XX no estuvieran dadas.
Otro factor que contribuyó a que no se consolidara la industria en la ciudad de Popayán antes del siglo XX fue la configuración de la ciudad como un centro político y administrativo que recibía sus ingresos de las regiones aledañas, sobre todo de las minas y la extracción aurífera. En general, todo lo relacionado con el sector industrial se encontraba en las áreas y haciendas circundantes de la ciudad.
En suma, se concluye que durante el periodo abordado (siglos XVI a XIX), la industria no fue un sector relevante en la ciudad. Al respecto, es muy poco lo que se conoce del tema debido a la falta de estudios sobre la materia. Diversos autores cesaron de explorar el fenómeno una vez la ciudad de Popayán perdió relevancia administrativa a inicios del siglo XX, con lo que promovieron un vacío de conocimiento evidente sobre la historia económico-empresarial (industrial) de esta región.
Finalmente, resulta vital continuar y profundizar el desarrollo de estudios sobre la historia económico-empresarial de Popayán que den cuenta de las razones de su escasa producción industrial. Indudablemente, tales estudios serán de gran relevancia tanto para investigadores como para empresarios de la región, pues les permitirán tener una base de conocimientos amplia para basar sus decisiones académicas y económicas, respectivamente.