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Revista de Economía Institucional
Print version ISSN 0124-5996
Rev.econ.inst. vol.15 no.28 Bogotá Jan./June 2013
EL DEBATE MODERNO SOBRE LOS ESCRITOS ECONÓMICOS ARISTOTÉLICOS
THE MODERN DEBATE ON THE ARISTOTELIAN ECONOMIC WRITINGS
Hernán Borisonik*
*Doctor en Ciencias Sociales, docente de Teoría Política en la Universidad de Buenos Aires, becario post-doctoral CONICET radicado en el Instituto de Investigaciones Gino Germani, Buenos Aires, Argentina, [hborisonik@sociales.uba.ar].
Fecha de recepción: 27 de abril de 2011, fecha de modificación: 6 demarzo de 2012, fecha de aceptación: 23 de abril de 2013.
RESUMEN
Este artículo hace una lectura crítica de las principales interpretaciones modernas de los escritos económicos de Aristóteles. Primero revisa el debate entre las corrientes "primitivista" y "modernista", encabezado por Rodbertus, Bücher y Meyer. Luego presenta y comenta los puntos de vista de Karl Marx, Joseph Schumpeter, Karl Polanyi y Moses Fin-ley, los comentaristas más célebres de legado económico aristotélico.
[Palabras clave: Aristóteles, economía, primitivismo y modernismo, Marx, Schumpeter, Polanyi, Finley; JEL: B11, B19, B20]
ABSTRACT
The present article is a critical reading of the most important modern interpretations on Aristotle's economic writings. Firstly, the debate between the "primitivists" and the "modernists" (headed by Rodbertus, Bücher and Meyer) will be studied. Then, the readings of Karl Marx, Joseph Schumpeter, Karl Polanyi and Moses Finley, will be analyzed, considering these authors as the most renowned commentators of the Aristotelian economical legacy.
[Key words: Aristóteles, economics, primitivism and modernism, Marx, Schumpeter, Polanyi, Finley; JEL: B11, B19, B20]
En la antigua Grecia se hicieron numerosas observaciones sobre los hechos económicos, en forma de leyes y consejos. Pero solo en la obra de Aristóteles hay una teorización sistemática de esos hechos. En los siglos XIX y XX algunos autores argumentaron que había una distancia insalvable entre Grecia y el Occidente moderno y que el análisis económico era inaplicable al mundo antiguo. Max Weber ysu discípulo Johannes Hasebroek defendieron esa idea. Otros autores que estudiaron o criticaron la concepción económica de Aristóteles incurrieron en el error de aplicar conceptos de la economía de su tiempo a la Grecia clásica. Por ello, algunos estudiosos prefieren usar términos diferenciados para designar la economía aristotélica, y así evitar la ambigüedad y la creación de neologismos1. En este artículo se revisan las principales tesis de los autores modernos que se han referido al sentido del término "economía" en Aristóteles. Primero se repasa el debate entre las doctrinas "modernista" y "primitivista", que dio origen a la discusión posterior. Luego se comentan las ideas de Karl Marx, Joseph Schumpeter, Karl Polanyi y Moses Finley, los estudiosos más ilustres del pensamiento aristotélico, cuyas obras han servido de base para los demás comentaristas de la economía aristotélica. Este escrito solo hace referencia al debate entre los intérpretes de las ideas económicas de Aristóteles y no examina esas ideas en sí mismas2.
EL DEBATE ENTRE MODERNISTAS Y PRIMITIVISTAS
Los orígenes del capitalismo fueron tema de sumo interés desde los albores del siglo XIX. La primera teoría moderna sobre la economía antigua fue desarrollada por Johann Karl Rodbertus en 1865. La revitalización de un pensamiento que se consideraba superado suscitó una fuerte controversia que iniciaron las investigaciones de Karl Bücher y Eduard Meyer y continuaron Michael Rostovtzeff y Max Weber. Ese intenso debate entre "primitivistas" (encabezados por Rodbertus y Bücher) y "modernistas" (seguidores de Meyer y Rostvztzeff ) fue moderado, aunque no superado, por la participación de Weber en su Historia económica general, la cual no aportó un esquema teórico que explicara los mecanismos económicos antiguos pero inspiró a pensadores económicos de la talla de Polanyi y Finley.
Las preguntas que estaban en el centro del debate eran las siguientes: ¿la economía antigua mostraba algún nivel de desarrollo o era esencialmente primitiva?, ¿los siglos IV y V a.C. fueron una época de comercio nacional e internacional, de progreso industrial en expansión regida por principios "capitalistas" o no se había superado el estado de economía doméstica cerrada, la actividad económica todavía no había alcanzado escala nacional (y menos aún internacional), no había comercio organizado que implicara intercambios a larga distancia y, en consecuencia, no existía una industria de envergadura que produjera para los mercados extranjeros? En suma, ¿la vida económica era de carácter agrario más que industrial?, ¿el comercio se limitaba a trasladar algunos productos provenientes del trabajo de artesanos que usaban materias primas locales?
La primera de estas dos posiciones contrarias argumentaba que el mercado se había desarrollo en la antigüedad y era posible trazar analogías con el presente, y fue defendida por Friedrich Oertel, quien la llamó "positiva". Después de la obra de Hasebroek (1928) se conoció como "modernista". La segunda, que argumentaba que el mundo económico antiguo no es comparable con el mundo moderno, fue llamada "negativa" por Oertel y "primitivista" por Hasebroek.
Los modernistas sostenían que la moneda tenía gran impacto en las transacciones antiguas y que no era posible entender la economía griega si se ignoraba la existencia de excedentes de producción, que se vendían en forma rudimentaria pero se generaban en forma industrial, y de un comercio a escala internacional.
Los primitivistas sostenían que la economía griega era doméstica, basada en las relaciones de reciprocidad o redistribución entre los miembros de las familias y entre los ciudadanos u hombres libres.
Aunque aceptaban que la existencia de la moneda era un hecho históricamente comprobado, restaban importancia a su utilización porque no la relacionaban con el ideal autárquico griego.
En un sugerente artículo que puso fin al debate, Edouard Will (1954) criticó ambas escuelas y argumentó que los modernistas, en su afán de proyectar categorías modernas sobre la economía antigua, y los primitivistas, que negaban algunos hechos históricos existentes en la antigua Grecia, habían fracasado en su intento de entender la cuestión en su dimensión más sustantiva.
Para entender mejor esta cuestión, cabe hace una breve referencia a esa controversia teórica, empezando por quien reavivó la problemática de la economía antigua: Johann Rodbertus (1899). La estela que dejó este autor llevó a la separación del sistema económico antiguo del moderno con base en la tributación. Un esquema que incluía la idea del paso de una "economía natural" a una "economía monetaria" y el advenimiento de una estructura social totalmente distinta. Pero en ese esquema el oikos antiguo es semejante al tipo ideal de Max Weber. En otras palabras, Rodbertus no hizo un estudio histórico de la polis y su esquema era totalmente abstracto. No obstante, Rodbertus mostró que los diferentes usos de la moneda ya tenían gran protagonismo y que involucraban a toda la estructura social que los generaba y sostenía. Es decir, encontró que la moneda cumplía una función social que no recibió la debida atención de sus discípulos ni de sus contemporáneos.
Ya antes de Rodbertus se habían formado dos corrientes sobre la relación entre las economías antigua y moderna. Bücher (1893) elaboró una teoría general del desarrollo económico desde la época primitiva hasta el siglo XIX, que no equiparaba la antigüedad al primitivismo. Aunque sostenía que hasta el siglo XI la economía no había superado el carácter doméstico y cerrado (es decir, la economía de subsistencia), daba al oikos antiguo un lugar central y negaba la importancia del comercio, la industria y la moneda. En 1895, Meyer (1924) criticó esa teoría y señaló que la antigüedad tardía era esencialmente moderna, debido al desarrollo del mercado y del transporte, gracias a la mediación de la moneda institucionalmente acuñada. El problema de esta posición es que tiende a equiparar mercado y modernidad.
Max Weber (1974) intentó elaborar una teoría menos extrema, rechazando ambos enfoques y reconociendo algunas analogías entre las economías antigua y moderna, aunque atribuía a la primera una especificidad que la diferenciaba claramente de la segunda; la antiguase caracterizaba por una dirección político-militar de la sociedad, y la moderna estaba encauzada por los designios del mercado.
Rostovtzeff (1941) participó en el debate abierto por Rodbertus respondiendo a Marx que las luchas y revoluciones de la antigua Grecia no eran comparables con las luchas de clase que eran el centro de la historia en la óptica marxista. Además, argumentó que el desarrollo comercial que acompañó al derrumbe de la polis solo difería en cantidad -y no cualitativamente- del moderno. Para Rostovtzeff, como para Oertel, el desarrollo del mundo antiguo era comparable al del mundo moderno, y consideraba errado el intento de defender la visión primitivista. En ese sentido, señaló que en Grecia no existía una economía doméstica totalmente cerrada, debido a la influencia de los imperios orientales.
El aporte más novedoso a ese debate es el de Karl Polanyi, quien combinó la historia y la economía política en sus estudios de las instituciones y del fundamento institucional de la economía. Puesto que sus ideas se tratan más adelante, aquí basta señalar que superó las dicotomías anteriores y abrió una nueva perspectiva para entender la economía antigua y su relación con el capitalismo moderno.
KARL MARX
Luego de sintetizar los puntos sobresalientes del debate entre modernistas y primitivistas, pasamos ahora a los autores que más han aportado a la interpretación de los textos económicos de Aristóteles.
El primero en dar un alto valor a esos escritos fue Karl Marx, quien lo admiraba y en la Contribución a la crítica de la economía política, su primera obra madura, lo consideró superior a su maestro: "Aristóteles concibe el dinero de una manera incomparablemente más multifacética y profunda que Platón" (1980, 105). Además, dedicó varios años a estudiar (e incluso a traducir) parte de su obra, pues allí encontró los principios de su concepción materialista de la historia.
En la tercera sección del primer volumen de El Capital (en la que analiza la "forma equivalencial"), Marx afirma que la genialidad de Aristóteles fue la de haber descubierto una relación de igualdad en la expresión del valor de las mercancías (1999, 25). Aunque concluye que Aristóteles fracasó en su análisis, porque los límites históricos de su época -cuando la sociedad griega se basaba en el trabajo esclavo- le habían impedido deducir que el trabajo humano -el cual, según Marx, es la sustancia común a cualquier mercancía- es lo que hace posible la igualdad y la conmensurabilidad en los intercambios:
El propio Aristóteles nos dice, pues, en qué tropieza al llevar adelante su análisis: tropieza con la carencia de un concepto del valor. ¿Dónde está lo igual, la sustancia común que representa la casa respecto a los lechos, en la expresión de valor de estos? Semejante sustancia "no puede existir, en rigor", dice Aristóteles. ¿Por qué? La casa representa respecto a los lechos algo igualen la medida en que representa aquello que hay realmente de igual en ambos objetos, a saber: trabajo humano.
Aristóteles no podía descifrar por sí mismo, analizando la forma del valor, el hecho de que en la forma de los valores de las mercancías todos los trabajos se expresan como trabajo humano igual, y por tanto como equivalentes, porque la sociedad griega estaba basada en el trabajo de los esclavos y tenía, por tanto, como base natural la desigualdad entre los hombres y sus fuerzas de trabajo. El secreto de la expresión de valor, la igualdad y equiparación de valor de todos los trabajos en cuanto son y por el hecho de ser todos ellos trabajo humano en general, sólo podía ser descubierto a partir del momento en que la idea de la igualdad humana poseyese ya la firmeza de un prejuicio popular. […] Lo que acredita precisamente el genio de Aristóteles es haber descubierto en la expresión de valor de las mercancías una relación de igualdad. Fue la limitación histórica de la sociedad de su tiempo la que le impidió desentrañar en qué consistía, "en rigor", esta relación de igualdad (Marx, 1999, 26).
Si bien la estructura de su argumento sobre la conmensurabilidad es prácticamente un calco de la estructura aristotélica, Marx dice que no pudo encontrar un concepto de valor definitivo. Para él, el secreto de la expresión del valor -la igualdad y la equivalencia de todos los trabajos humanos, en la medida en que son trabajo humano en general- solo se podía revelar cuando el concepto de la igualdad humana tuviera la solidez de un preconcepto generalizado (algo así como una costumbre, un nomos). Pero eso solo podría ocurrir en una sociedad donde la forma mercancía fuera la forma general del producto del trabajo y, por tanto, la relación entre personas, como poseedoras de mercancías, fuera la relación social dominante.
Para Marx, el valor de una mercancía está determinado por un elemento común en los objetos intercambiados. La búsqueda de ese elemento (o sustancia común) lo lleva a suponer una igualdad esencial subyacente en los objetos intercambiados. Según su razonamiento, para que el intercambio sea posible es necesario que exista una medida común cuantificable que los haga conmensurables. Pero esta no se equipara a la necesidad o utilidad, pues solo es perceptible cuando se abstraen las características observables de los bienes. Lo que todos los objetos intercambiables poseen en común, más allá de su valor de uso, y que trasciende las cualidades sensibles, es, a sus ojos, que son productos del trabajo humano. El trabajo es, por tanto, esa sustancia que toda mercancía contiene en sí, es un universal presente en cada bien y determina las proporciones del intercambio. En general, el trabajo es, en un sentido fisiológico, un gasto de fuerza de trabajo humano, captado por los sentidos. Eso es lo que Marx define como "trabajo abstracto simple y socialmente necesario": la sustancia común cristalizada que hace posible que cosas esencialmente diferentes y perceptiblemente distintas se puedan relacionar entre sí como magnitudes conmensurables.
En cuanto a la crítica de Marx -que podría llamarse historicista- y que compartió Schumpeter, se sabe que la desigualdad natural entre los hombres formaba parte del pensamiento de Aristóteles. Esa idea está presente en su análisis de la amistad en la Ética Nicomaquea, yen la definición de esclavitud en la Política. Sin embargo, su visión del intercambio correspondía expresamente a hombres libres ("el arquitecto" y "el zapatero" son hombres libres, no esclavos). El problema de Aristóteles era determinar el criterio de medida del valor para establecer el intercambio, pues los individuos y, por tanto, sus trabajos y productos, son distintos. Así, es preciso que se equiparen de alguna manera para que sea posible el intercambio y para que exista la sociedad. Para él, lo que hace conmensurables las cosas es, en la práctica, la chreia, es decir, la necesidad/utilidad3. Pero como aclara el mismo Aristóteles, el nomos no puede genuinamente hacer del todo conmensurables a los objetos, trabajos e individuos, aunque logra hacerlos suficientemente iguales para ser intercambiados (1985, 1133).
En el capítulo IV de El Capital, Marx retoma los conceptos de Aristóteles para criticar la inversión de los medios y fines en la formación del capital y su acumulación. En esos pasajes, Marx cita las críticas del Estagirita a la crematística ilegítima, contenidas en la Política. El comercio, donde se usa el dinero para obtener una mercancía, que luego se vende por una suma mayor que la original, condenado por Aristóteles, es retomado por Marx para diferenciar la fórmula directa de la circulación de mercancías (o circulación simple, M-D-M), y la fórmula general del capital (D-M-D'), a la que se asemeja el movimiento de la crematística antinatural.
Aristóteles aborrece la forma más condenable de intercambio, en la que se presta dinero con intereses (tókos), obteniendo una ganancia, "porque, la ganancia procede del mismo dinero, y no de aquello para lo que este se inventó. Pues se hizo para el cambio; y el interés, al contrario, por sí solo produce más dinero […] de modo que de todos los negocios este es el más antinatural" (Aristóteles, 1992, 1285). Marx compara esa forma que critica Aristóteles con el "capital usurero", representado por la fórmula D-D'. Es llamativo que, en un contexto muy distinto, retome el tema de la finalidad de las acciones económicas para juzgar a qué tipo de intercambio pertenecen. Los extremos del circuito M-D-M son mercancías: parte de una y su finalidad es obtener otra diferente que sale de la circulación para entrar en el consumo. El objetivo final de este circuito es satisfacer las necesidades mediante el valor de uso de la mercancía obtenida. En esta forma de comercio, el dinero solo cumple el papel de intermediario, de mediar entre ambas mercancías para adquirir la segunda.
En cambio, el comercio D-M-D' (o su variante D-D', que sencillamente evita el paso de comprar y vender un bien) no tiene por objeto la apropiación de valores de uso, o satisfacer una necesidad, sino que representa algo "antieconómico" en un sentido aristotélico: especular y generar dinero con dinero. Esta es la finalidad del capital usurero, y de la crematística ilimitada en su incesante busca de lucro.
Es claro que el tratamiento de Marx a la teoría económica aristotélica no es exhaustivo ni profundo. Pero llamó la atención sobre la importancia de esos escritos para entender los fenómenos económicos, más allá de las diferencias del contexto histórico.
JOSEPH SCHUMPETER
Años después, con un enfoque mucho menos complejo, Joseph Schumpeter afirmó en su Historia del Análisis Económico que la economía, tal como se entendía en la actualidad, ya había sido reconocida entre mediados del siglo XVII y el siglo XVIII (1959, 51-72). En ese libro diferenció el "pensamiento económico" del "análisis económico". El pensamiento económico consiste en las opiniones sobre asuntos económicos que prevalecen en una época y en una cierta sociedad, y pertenece más a la historia económica que a la historia de la economía. El análisis económico es el resultado del esfuerzo científico por entender los fenómenos económicos. Así, según Schumpeter, la historia del pensamiento económico empezó con los registros de las civilizaciones antiguas, y la historia del análisis económico tuvo origen en Grecia.
Schumpeter consideraba que en el pensamiento económico griego hay signos de esfuerzo científico en las obras de Platón y Aristóteles. Pero en Platón no encontró, ni siquiera en forma rudimentaria, un "análisis económico". Lo que diferencia a ambos pensadores es la intención analítica, ausente en Platón y evidente en Aristóteles. El trabajo principal de Aristóteles, así como su interés en los fenómenos sociales, pertenecerían a la sociología económica o a la sociología política, a la cual subordinaba la sociología económica y la economía técnica.
En la sección "La economía 'pura' de Aristóteles", Schumpeter desarrolló su crítica mediante tres conceptos: valor, dinero e interés. En cuanto a la concepción del valor en Aristóteles, encontró una "debilidad": su preocupación por la justicia en la formación de precios habría desviado el interés del filósofo del aspecto analítico. Algunos fragmentos de la Ética Nicomaquea, V, 5, demostrarían que Aristóteles intentó un análisis concluyente, sin conseguirlo.
Aristóteles no solamente distinguía valor de uso y valor de cambio, tan distintivamente como haría cualquier autor más reciente, sino que también percibió que el segundo fenómeno es derivado, de algún modo, del primero. Pero no fue más allá de esta afirmación, pues, en sí, pertenece no solamente al sentido común, sino que es también un lugar común. Lo que él no conseguiría fue llevado a buen término por los escolásticos que tienen a su crédito el haber desarrollado la teoría de los precios que él mismo no podía instituir. Esta falla se debe a su preocupación por el problema ético de la justicia en la reciprocidad -justicia conmutativa- que desvió su interés del problema analítico de la evaluación (Schumpeter, 1959, 88).
En cuanto al tema del dinero, Schumpeter afirmó que las observaciones de Aristóteles son la base de toda obra analítica sobre la esfera monetaria. Según él, la teoría monetaria aristotélica prevaleció hasta finales del siglo XIX. Señaló que tres de las cuatro funciones del dinero que solían mencionar los compendios de economía de ese siglo fueron esbozadas por Aristóteles: medio de cambio, medida de valor y reserva de valor. La cuarta función (patrón de pagos diferidos) no se podía desarrollar en el contexto de la polis, pues, aunque Schumpeter no lo aclare, esa práctica no existía en el mundo antiguo.
Además, para Schumpeter los escritos aristotélicos sobre el dinero eran defectuosos porque a Aristóteles le era imposible pensar el tema en forma abstracta (es decir, separada de la política y la ética). Aunque, como demostró Edmund Burke (1992, 199-226), la transformación de la economía ateniense solo fue posible a partir de la erosión del vínculo ético entre estatus y ciudadanía.
En su análisis sobre los préstamos con intereses, Schumpeter consideró que Aristóteles aceptó el hecho empírico del interés sobre los empréstitos monetarios y no vio ningún problema en esa práctica. Según él, Aristóteles jamás clasificó los préstamos de acuerdo con los designios a los que podían servir, y tampoco observó que un préstamo para consumo fuera, de hecho, muy diferente que uno para financiar el comercio marítimo. Aunque condenaba el interés -que equiparaba entodos los casos a la usura- porque no existía justificación alguna para que el dinero, mero instrumento de intercambio, aumentara al pasar de mano en mano. Aristóteles nunca desarrolló una teoría de los intereses y solo los escolásticos plantearon la primera teoría positiva sobre el tema.
De todos modos, Schumpeter vio en Aristóteles al primer autor que hizo "análisis económico", aunque estuviera condicionado por una visión ideológica, pues en sus investigaciones teóricas se percibe reiteradamente el recurso a elementos que no son estrictamente analíticos, sino ético-metafísicos. Según Schumpeter, el análisis económico de Aristóteles no superó el sentido común de su época, es decir, no trascendió sus prejuicios ideológicos, y por ello no pudo enfrentar una institución fundamental: la esclavitud.
Lo que sorprende a Schumpeter del análisis aristotélico es que vislumbró algunas distinciones analíticas fundamentales, aun sin "superar" la idea de esclavitud natural. Para Schumpeter, el requisito para elaborar una economía analítica es liberarse de toda ideología y, por tanto, depurar a la economía política de toda intrusión de juicios valorativos, para convertirla en un conocimiento apoyado en instrumentos analíticos especiales.
Aunque en este artículo no se analizan en más detalle las opiniones de Schumpeter sobre las ideas económicas de Aristóteles, cabe señalar que cometió algunos errores fundamentales. Ante todo, confundió su epistemología con su metodología, y no distinguió los argumentos empíricos de los analíticos. Por ejemplo, no reparó en la diferencia que existe entre lo que ocurre "primero", a nivel de la experiencia, y lo que es "anterior" por naturaleza. Quizá esto se deba a la incomprensión dela separación aristotélica entre filosofía (la ciencia especulativa sobre lo necesario) y ciencia práctica (que estudia lo contingente). Como ya se mencionó, para Aristóteles la economía era una actividad subordinada a la política, y por ello su estudio correspondía a las ciencias prácticas.
Aunque Schumpeter vio en Aristóteles a un pensador juicioso, en lo que a la economía se refiere, no comprendió que, en su horizonte de sentido, la ética, la política y la economía eran partes de un todo que era reflejo dinámico de la realidad. Por ello, pretendió exigirle a Aristóteles que llegara a conclusiones a las que no podía llegar, no por falta de objetividad o de capacidad analítica, sino debido a sus principios teóricos y metodológicos.
KARL POLANYI
La principal preocupación teórica durante la primera mitad del siglo XIX fue encontrar los orígenes de la economía capitalista, para entender su funcionamiento, desarrollo y posible mutación o desaparición. KarlPolanyi, siguiendo en este punto a Marx, negó a la economía política de su tiempo la capacidad para explicar la lógica profunda del capitalismo. Criticó la obra de Parsons, en un ataque velado o indirecto a Weber, en quien Polanyi basó algunas de sus ideas y con quien compartió algunas nociones (como la visión funcionalista de la sociedad y el rechazo metodológico del individuo como objeto de estudio).
En sus investigaciones históricas, Polanyi encontró tres tipos de mecanismos o relaciones económicas: reciprocidad, redistribución e intercambio, y que en las economías pre-capitalistas el proceso económico era disperso y estaba a cargo de diversas instituciones. El sistema variaba según la organización de las diferentes instituciones sociales y de esos tres mecanismos. Polanyi examinó los efectos de las distintas formas de organización que se observaban en la historia y encontró que en todas las sociedades existían elementos de esos tres mecanismos, aunque uno era dominante y subordinaba a los restantes.
En su artículo "Aristóteles descubre la economía", mostró que la influencia del Estagirita en la economía medieval fue tan importante como el que luego ejercerían Adam Smith o David Ricardo en la economía del siglo XIX. Según Polanyi, con el surgimiento de un sistema de mercado de gran envergadura y de las escuelas "clásicas" de pensamiento económico, las doctrinas de Aristóteles pasaron al olvido. Y no solo eso, los economistas modernos parecen creer que todo lo que Aristóteles escribió sobre economía adolecía de grandes debilidades. Por ello, las secciones del corpus aristotelicum que tratan asuntos económicos suelen ser ignoradas y poco estudiadas. Algo llamativo para un autor de tan gran influencia y que sentó las bases de casi todas las disciplinas de la ciencia occidental.
En cambio, Polanyi propuso una interpretación de gran relevancia por su profundidad, porque toma en cuenta no solo la letra escrita sino también el contexto en el que Aristóteles elaboró sus ideas, y muestra que sus observaciones sobre la economía no deben ser menospreciadas. Además, señaló el defecto de la mayor parte de las críticas de los economistas modernos: no perciben que en las observaciones de Aristóteles sobre la economía está contenido todo el cuerpo doctrina al heredado de la Grecia clásica.
De acuerdo con Polanyi, el impulso comercial nació en las culturas más antiguas como consecuencia del interés en importar bienes (mientras que el interés de las sociedades capitalistas se centra en la exportación). El comercio está constituido por cuatro elementos: las personas (el comerciante puede tener diferentes motivaciones, como el estatus o el beneficio, según el lugar que le otorgue la sociedad en que vive), los bienes (en su origen, el comercio era específico y no general, es decir, los bienes intercambiados eran esos y solo esos), las rutas y el carácter bidireccional de las relaciones.
Para Polanyi la moneda (igual que el comercio) es un factor independiente del mercado, dado que sus usos y funciones principales son las de ser medio de pago y medio de intercambio. Y define el mercado como "el movimiento recíproco de apropiación de bienes entre diversas manos" a tasas fijas o negociadas (1975, 257). En un mercado se hacen presentes la oferta, la demanda y el elemento de equivalencia, el índice o tasa de intercambio: "el precio designa las relaciones cuantitativas que determinan el trueque o regateo entre bienes de tipos diferentes" (ibíd., 259). Pero medir la tasa o precio no es la única función que cumple el dinero, también se usa para pagar impuestos y salarios, ahorrar, etc. En la antigua Grecia los precios eran resultado de equivalencias redistributivas.
De acuerdo con Polanyi, Aristóteles no intentó analizar los mecanismos de mercado (como quería Schumpeter), pues no conoció un mercado desarrollado. Lo que elaboró fue una teoría de los albores del mercado comercial, cuando estaba apareciendo, en forma incipiente, un mercado con características cualitativas comparables al moderno (y mucho menor cuantitativamente). A pesar de la intensa actividad comercial y de los usos monetarios bastante avanzados (sobre todo en Atenas), la vida de los negocios aún estaba en los tímidos comienzos del intercambio mercantil en la época de Aristóteles.
A este respecto, el desacuerdo entre Polanyi y Finley es evidente. En opinión de Polanyi, las descripciones de los escritos aristotélicos dan testimonio de algunas de las características de la incipiente actividad del mercado en el momento de su aparición en la historia de la civilización.
La economía, cuando comenzó a atraer la atención consciente del filósofo bajo las formas de transacciones comerciales y diferencias de precios, ya estaba destinada a realizar su matizada trayectoria hasta su culminación unos veinte siglos más tarde. En su germen, Aristóteles intuyó al espécimen completamente desarrollado (Polanyi, 1976, 114).
La tesis de Polanyi es que una de las dificultades para interpretar y diferenciar el concepto de economía en Aristóteles de la moderna "ciencia económica" es la falta de distinción entre una "situación condicionada" y una "situación autónoma" de la economía con respecto a la sociedad:
La economía autónoma del siglo XIX estaba separada del resto de la sociedad y, especialmente, del sistema político. Al interior de una economía de mercado,la producción y la distribución de bienes materiales se efectúan, en principio, a través de un sistema (que se regula por sí mismo) de mercados creadores de precios. Están gobernadas por leyes propias, las llamadas oferta y demanda, motivadas por el miedo al hambre y la esperanza de obtener lucro. Lo que crea las situaciones sociológicas, que hacen que los individuos tomen parte en la vida económica, no son los vínculos de sangre, las obligaciones legales, la fidelidad del vasallo o la magia, pero sí las instituciones específicamente económicas, como la empresa privada y el sistema de trabajo asalariado. […] Esta es la versión del siglo XIX de una esfera económica independiente de la sociedad. La misma es motivadamente diferente, de modo que recibe su impulso del deseo de lucro monetario. Ella está institucionalmente separadadel centro político y gubernamental. Alcanza una autonomía que le confiere leyes propias. Tenemos, así, un caso extremo de economía autónoma, que tiene su origen en el uso generalizado del dinero como medio de intercambio (Polanyi, 1976, 114).
Según Polanyi, cuando Aristóteles se refería a asuntos económicos, buscaba destacar sus vínculos con el conjunto de la sociedad. Su tema de estudio era relacionar el origen y el funcionamiento de las instituciones con el todo social. Sus conceptos de referencia eran entonces la comunidad, la autosuficiencia y la justicia. En la interpretación de Polanyi, tanto en el oikos como en la polis existía una especie de philía específica de la koinonía, sin la cual no podía subsistir la comunidad. Esa philía se expresaba en la reciprocidad, es decir, en la disposición a dividir y compartir las cargas sociales. Todo lo que se necesitaba para la preservación de la comunidad, incluida su autosuficiencia, era considerado natural e intrínsecamente bueno. En ese contexto, la autarquía era la capacidad para subsistir sin recursos externos. Lo que garantizaba la justicia, en la distribución de los privilegios de la vida y en la regularización de los servicios mutuos, era juzgado bueno, pues era necesario para la vida de la colectividad. En suma, la comunidad, la autosuficiencia y la justicia son la base del pensamiento aristotélico sobre todos los asuntos económicos.
Una de las razones de las interpretaciones erróneas de las ideas económicas de Aristóteles es la de ignorar que el comercio propiamente dicho apenas estaba surgiendo en el siglo IV a.C. Según Polanyi, este no tuvo su origen en la Babilonia de Hammurabi sino en la margen griega del Asia occidental conectada con Atenas, un milenio después de lo que se suele suponer. Es obvio entonces que Aristóteles no podía describir el funcionamiento de los mecanismos desarrollados del mercado ni analizar sus efectos sobre la ética de los negocios.
Uno de los méritos de Polanyi en su análisis de los textos económicos de Aristóteles es haber considerado el contexto de la Ética Nicomaquea, donde empezó a pensar en el intercambio justo y el uso de la moneda. Asimismo, fue el primero en advertir que la descripción de la crematística tenía dos caras: por una parte, la referencia y subordinación a la administración del oikos u oikonomía; por la otra, el arte de adquirir ilimitadamente, más allá de la mera subsistencia. Marx hizo una interpretación similar, aunque pasó por alto la Ética Nicomaquea y confundió la crematística natural con la oikonomía.
La interpretación de Polanyi es contraria a la posición de Schumpeter, quien en la obra de Aristóteles solo encontró rudimentos mediocres y un pomposo sentido común en lo que al pensamiento económico se refiere. Polanyi, en cambio, mostró que las observaciones del Estagirita fueron fundamentales para la posteridad, tanto por su posición histórico-geográfica privilegiada como por la brillantez con la que se desarrolló su pensamiento.
MOSES FINLEY
Uno de los helenistas más destacados del siglo XX, Moses Finley, interviene en la disputa entre modernismo y primitivismo (tomando partido por este último), y en el análisis de los escritos económicos aristotélicos desde una perspectiva histórica. Una de sus principales tesis, la cual expuso en su artículo "Aristóteles y el análisis económico", es que ninguno de los escritos de la antigüedad clásica sobre economía se puede considerar "análisis económico". Esa misma tesis aparece en La economía antigua, libro donde afirma que ni los griegos ni los romanos poseían un concepto concreto de economía:
Economía y económico son, en su sentido corriente, términos y conceptos modernos, producto del capitalismo moderno, que no pueden ser aplicados de manera automática -como si las actitudes prácticas que implican fuesen innatas en el hombre- a otras formaciones sociales (Finley, 1986, 5-6).
Su crítica se dirigía principalmente a los comentarios de Schumpeter sobre el análisis económico en Aristóteles. Sorprendentemente, tomó la definición de ese autor sin modificarla en lo más mínimo. Finley distinguía el análisis económico de las observaciones o descripciones de las actividades económicas. E intentó diferenciar esos dos procedimientos de la conformación del concepto de economía.
Para desarrollar su argumento cita la definición de Schumpeter, y empieza diferenciando la observación de los fenómenos económicos y su estudio sistemático. Toma como base un pasaje de la Ciropedia de Jenofonte, para mostrar que, así sea un texto que se suele mencionar como una importante referencia griega a la división del trabajo, solo es una fuente relevante para los historiadores de la economía antigua, pero que nada precisa sobre la división social del trabajo. Como dijo Finley, "en primer lugar, Jenofonte está interesado en la especialización de las labores y no en la división del trabajo. En segundo lugar, las virtudes de una y otra son, en su pensamiento, una mejora en la calidad y no un crecimiento en la cantidad" (1970, 4). Ese ejemplo fue la justificación de Finley para rechazarla existencia de "análisis económico" en la obra de Jenofonte, y atribuir a Aristóteles los únicos atisbos de teoría económica en la antigua Grecia.
Luego de examinar algunos pasajes del capítulo V, 5 de la Ética Nicomaquea, Finley concluye que Aristóteles no intentó desarrollar una teoría de los precios de mercado. Según él, quienes sí se lo propusieron fueron los teólogos de la Edad Media que sentaron el fundamento de la doctrina del justo precio. Para Finley, el libro V de la Ética Nicomaquea es una reflexión sobre la justicia de los intercambios dentro de la comunidad, es decir, entre individuos libres e iguales que viven en comunidad con miras a la autosuficiencia. Por ello, la ganancia en dinero no tenía ningún lugar en esa reflexión.
Es en el contexto de la autosuficiencia, y no en aquel de la ganancia de dinero, que la necesidad constituye el instrumento de medida del intercambio justo (y que el uso propio de la moneda se torna también necesario y moralmente aceptable). En suma, en la Ética [Nicomaquea], más que un análisis económico pobre o insuficiente, sería más justo decir que no hay análisis económico (Finley, 1970, 14-15).
En cuanto al libro I de la Política, Finley sostuvo que Aristóteles no pretendía examinar las reglas o mecanismos del intercambio comercial. Por el contrario, quería resaltar el carácter antinatural de las ganancias comerciales, lo que excluía ese tipo de análisis. Esta interpretación, coherente con su explicación del carácter restrictivo del análisis realizado en la Ética Nicomaquea, lleva a Finley a concluir que en dicha obra no hay trazas de análisis económico.
Finley argumentó que una de las razones para que no se pueda hablar de economía en la antigüedad clásica es la falta de pruebas materiales o documentos que demuestren la interdependencia económica en ese período. Para él, este concepto no puede justificarse por la existencia de una relación estrecha entre los precios de los cereales, que eran negociados, y los vínculos entre las poleis. Según Finley, no existía un vínculo directo entre la producción y los precios, ni en los centros de producción ni en los centros de consumo. Y sostuvo que la mera existencia de un comercio de larga distancia no era una condición suficiente (aunque sí necesaria) para que hubiera interdependencia económica.
Con respecto a los precios, analizó el comercio de cereales para mostrar por qué las oscilaciones de precios no influían en la producción ni en el lucro de los productores:
Los productores y los exportadores intentaban también influir sobre los precios de las ventas locales por medio del acaparamiento, retirando mercancías del mercado durante períodos, y con otras iniciativas similares. Sin embargo, ninguna de esas maniobras conducía a nada que no fuese la creación de un desequilibrio temporario entre la oferta y la demanda; en sí mismos no tenían efectos estructurales en la producción de cereales, ni tampoco en los lucros de los productores. En el caso de Atenas, para continuar con este ejemplo, no hay pruebas, que yo conozca, o incluso alguna verosimilitud, de que la producción de cereales de las estepas del sur de Rusia o de Egipto fuese afectada por los negociantes de cereales del Mar Egeo. La interdependencia económica exige algo más (cualitativamente) que lo que nos es posible observar en ese campo específico (Finley, 1986, 245).
En suma, a ojos de Finley, quienes intentan estudiar la economía antigua solo pueden investigar su "historia política" o su "historia social", debido a la falta de datos precisos y al sentido de las "actividades económicas" en esas circunstancias.
En cuanto al caso de Aristótéles, Finley hizo algunas críticas a la interpretación de Polanyi, sobre el desarrollo histórico del mercado comercial y la cuantificación de la economía (según Finley, Polanyi omite algunos tratados y cálculos). Pero Polanyi tenía una razón de fondo para apoyar sus afirmaciones y omitir la cuantificación: consideraba que solo una economía de mercado generalizada hacía posible -en el plano formal- y necesario -en el plano práctico- el cálculo económico.
Por otra parte, para Finley no es posible hablar concretamente de "economía" en el mundo griego antiguo:
Ni la especulación sobre los orígenes del intercambio, ni las dudas sobre la ética comercial guiaron a la elevación de la "economía" (que no puede ser traducida al griego) a un estatus independiente como asunto de discusión o estudio; al menos no más allá de la división aristotélica del arte adquisitivo entre oikonomía y la técnica para hacer dinero, y ese fue su límite (1970, 22).
Lo que abundaba eran las descripciones, como la de Jenofonte, más parecidas a un "manual sobre el oikos" que a un verdadero análisis. Si bien aquello que se denominó "economía" o "ciencia económica" a partir del siglo XIX no figura en los escritos griegos clásicos (pues estaba dispersa y formaba parte de otras disciplinas), Finley reconoce que las reflexiones aristotélicas son el sumun de tales escritos.
No obstante, observa en los griegos "una mentalidad que empujó hasta el extremo la noción de que lo que nosotros llamamos economía era prácticamente un asunto exclusivo de los outsiders" (Finley,1970, 25). En otras palabras, confunde la actitud peyorativa hacia el comercio y los comerciantes con la centralidad de esta actividad. Sea como fuere, los estudios de Finley constituyen un esfuerzo mayúsculo para entender las concepciones y categorías que nutrían las ideas y usos de la economía en Grecia.
A diferencia de Finley, este trabajo no intenta poner fin al debate sobre la conciencia de los griegos acerca de los asuntos económicos. La evidencia es inobjetable: varios autores escribieron sobre la administración del oikos, y en los textos aristotélicos hay ideas económico-políticas. El debate sobre la conciencia es espurio. Más importante es descubrir los conceptos que primaban en la mentalidad griega y que se hicieron visibles en sus relaciones económicas reales y en las ideas de Aristóteles.
Por lo demás, y como demostró Scott Meikle, la Atenas de los siglos IV y V a.C. Experimentaba enormes cambios económicos, sociales y políticos, el más significativo de los cuales fue la aparición y el desarrollo de elementos concretos ligados a la economía de mercado (Meikle, 1979, 57). Es muy difícil afirmar que Finley vio en los textos aristotélicos algo más que una condena moral a ciertas prácticas económicas. Concluye entonces que no hay contenido analítico en Aristóteles, solo censura y desdén ante los cambios históricos. Así, es claro que el marco analítico weberiano en el que se inscriben los estudios de Finley no es el más adecuado para entender la realidad histórica de Aristóteles ni su manera de pensar.
Finley estaba más interesado en combatir el anacronismo de algunos economistas que veían en Aristóteles una versión prototípica de escuelas y autores de los siglos XIX y xx. En ese esfuerzo, cayó en las redes de Schumpeter, cuya concepción de la economía estaba ligada a la tradición positivista.
CONCLUSIONES
Este artículo revisa los escritos de los principales autores modernos que analizaron el sentido de la economía en Aristóteles. El prolongado debate sobre ese tema se inició con las observaciones de Marx acerca de la importancia de las disquisiciones aristotélicas sobre el dinero y la economía. Marx no discutió si el Estagirita hizo o no "análisis económico", pero mostró que pensó en problemas de gran relevancia en la historia del pensamiento económico político. Atribuyó a Aristóteles la primera teoría del valor, que no pudo completar por razones históricas. Más allá de la validez de las observaciones de Marx sobre la economía en Aristóteles, estas fueron el punto de partida para la discusión, entre gran número de pensadores políticos, históricos y económicos, sobre la presencia o ausencia de "análisis económico" en sus escritos.
El mayor problema de las investigaciones sobre este punto, y sobre la economía antigua en general, es la pérdida del sentido original de los términos empleados. El vocabulario económico se ha adaptado al sentido moderno, y los términos y conceptos arcaicos se han disociado de su sentido original. Esto ha dado lugar a interpretaciones diferentes del sentido primigenio. El concepto actual de "economía" no concuerda con el de oikonomía desarrollado por Aristóteles en la Política. Por esta razón, los autores que analizaron o criticaron los escritos económicos aristotélicos, con la óptica de la "ciencia económica" de su época, han incurrido en errores, a veces muy graves.
Para Schumpeter, Aristóteles fue el autor antiguo que sentó los fundamentos rudimentarios del análisis económico. Después de Schumpeter muchas obras de historia de las doctrinas económicas examinan el pensamiento del filósofo griego, empeñándose en establecer analogías equívocas entre la oikonomía aristotélica y la economía contemporánea. Conforme al juicio de Schumpeter, la "intención analítica" de Aristóteles es doblemente incómoda: en primer lugar, sus esfuerzos en pro del "análisis económico" fueron fragmentarios, y no se pueden comparar con sus extraordinarias contribuciones en otros campos; en segundo lugar, sus tentativas no produjeron más que "un sentido común decoroso, prosaico, ligeramente mediocre, y algo más que ligeramente pomposo" (Schumpeter, 1959, 57).
Schumpeter sostuvo que Aristóteles intentó hacer "análisis económico" e investigar los mecanismos del mercado y de los precios justos, tesis que comparte Soundek (1952, 47). Schumpeter explicó el "fracaso" de ese intento basándose en las ideas de Marx. Pero en esa tentativa, Schumpeter no hizo más que excederse en argumentos erróneos:
Aristóteles vivía en una sociedad y respiraba el aire de una civilización adonde la esclavitud era algo esencial. Asimismo, él también vivió en una época en la que tal institución esencial se encontraba bajo el fuego de los teóricos sociales. En otras palabras, la esclavitud comenzaba a tornarse un problema. Aristóteles intentó resolverlo presuponiendo un principio que servía como explicación tanto como justificación. Queda establecido de antemano que él pensaba como un hecho incontestable la desigualdad natural entre los hombres; en virtud de una cualidad innata, algunos hombres estaban predestinados a la servidumbre, otros al mando (Schumpeter, 1959, 59).
Con base en esos principios heurísticos, Schumpeter encontró una economía pura embrionaria en Aristóteles, en sus reflexiones sobre lo natural y lo justo, aunque esos conceptos se expresaran en el ideal de la vida perfecta y virtuosa. Los hechos económicos y sus relaciones fueron examinados por Aristóteles "a la luz de los preconceptos ideológicos propios de un hombre que vivía y escribía para una clase ociosa que despreciaba al trabajo y la búsqueda de negocios y, por eso, apreciaba al campesino que la alimentaba y odiaba al usurero que la explotaba" (ibíd., 60)
Moses Finley, basado en las tesis weberiana de la inaplicabilidad del análisis centrado en el mercado al mundo antiguo, argumentó que ninguno de los escritos de la antigüedad clásica sobre la oikonomía es análisis económico en el sentido schumpeteriano. Su tesis era que los términos "economía" y "económico", en su sentido moderno, son producto del capitalismo y no se pueden aplicar a otras formaciones socioculturales, como si las actitudes prácticas que implican fuesen innatas al hombre. Finley criticaba así las teorías de algunos autores de historia económica occidental -para quienes el regateo, el cálculo y la búsqueda de lucro a través del comercio eran actividades "naturales", y que veían una continuidad entre la economía antigua y la moderna- y sostenía que la historia económica europea, desde la Baja Edad Media, es única y no tiene raíces en la Grecia clásica.
Desde una óptica diferente, más cercana a la de Marx, Polanyi confrontó a Schumpeter y a Finley: Aristóteles no tuvo interés en analizar "mecanismos de mercado" y nunca se ocupó de la formación de precios en el mercado comercial. No obstante, Polanyi argumentó (contra Finley) que Aristóteles presenció el nacimiento del mercado, y analizó teóricamente los elementos de esta nueva relación, durante el declive de la polis. El mercado estaba, como demuestra Polanyi, en estado embrionario y rudimentario, pero ya tenía unas bases y un estatus cualitativo comparables al que alcanzaría veinte siglos después. Observando el germen y el nacimiento, Aristóteles intuyó el espécimen completo. En Polanyi hay un sesgo "moralista" que sitúa a Aristóteles enuna perspectiva conservadora. Quizá influido por el clima de la época en antropología (sobre todo por los trabajos de Malinowski sobre el don en las economías no capitalistas), Polanyi dedicó su atención amostrar que Aristóteles buscaba preservar las relaciones de reciprocidad, y omitió sus intentos de asignar valor "intrínseco" u "objetivo" a los bienes: la utilidad que cada uno aportaba a la comunidad. En Aristóteles, la férrea defensa de la polis no estaba ligada a la restitución del don como forma de intercambio, sino a la preocupación más profunda por regular la proporción en el intercambio. Es decir, la idea dephilía no estaba ligada al retorno del trueque, sino a la forma justa de comprar y vender los bienes, con miras a una vida políticamente activa.
Mientras que Polanyi parece contradecirse (afirma que "Aristóteles descubre la economía", porque el mercado nació durante su vida, y al tiempo plantea que defendía instituciones que no existían hacía al menos un siglo), Finley resalta en demasía los aspectos morales del análisis aristotélico.
Por otra parte, cuando analiza el sentido de la economía como concepto moderno y al tiempo sostiene que los escritos de la antigüedad clásica sobre el tema nunca fueron más allá de la observación rudimentaria, Finley pone en evidencia un problema de sus propias conjeturas. Su negativa a identificar un análisis económico en Aristóteles fue motivada por su discrepancia con quienes pensaban que en la Grecia del siglo IV a.C. Existía un mercado comercial (así fuese incipiente) conmensurable con el moderno. Es decir, dedujo que no era posible hablar de análisis económico en Aristóteles porque no había atisbos de una "economía de mercado" -es decir, de "capitalismo"-, ni siquiera en su estado más elemental.
Pero en su argumentación es impreciso, para no decir contradictorio. En el debate con sus contemporáneos criticó con dureza a quienes encontraban puntos de comparación entre las economías antigua y moderna, pero él mismo hizo ese tipo de comparaciones pues llamó "primitiva" a la economía antigua, y "rudimentarias" a las observaciones de la época sobre asuntos económicos, etc. Aunque no fuese consciente de ello, esos términos comparativos situaban a la economía moderna en el lugar del canon, del modelo ejemplar a partir del cual se juzga lo anterior. Si pretendía señalar que la oikonomía antigua no se puede analizar desde la óptica de la economía moderna, en vez de "primitiva" debería haberla llamado simplemente "economía griega". Además, decir que Aristóteles fracasó en el análisis de los mecanismos de mercado es admitir que existían formas de capitalismo en esa época. Y eso mismo ocurre cuando dice que estaba cegado o impedido por prejuicios ideológicos o morales.
Algo similar ocurre con el planteamiento de Marx sobre la imposibilidad de que Aristóteles descubriera el concepto verdadero de valor oculto en la igualdad esencial del trabajo humano. La aplicación del concepto de clase a la Grecia de Aristóteles es por lo menos difícil. Este concepto divide a los hombres por su relación con los medios de producción: entre quienes los poseen y quienes solo cuentan con su fuerza de trabajo. Y dentro del primer grupo, a quienes trabajan de quienes viven del trabajo ajeno. Siguiendo una interpretación mecánica del concepto de clase, los esclavos y los trabajadores asalariados libres pertenecerían a la misma clase, así como todos los propietarios. La igualdad de los hombres y de su trabajo es una construcción histórica, asociada al capitalismo. Por tanto, no se puede acusar a Aristóteles por no haberla observado, pues no existía o se reconocía en esa época.
En su investigación, Aristóteles examinó los fundamentos de la polis y de la politeia, de las relaciones entre los hombres, del intercambio, del uso y de la justicia. Y, en cuanto al nacimiento del mercado,le interesaba regular las prácticas sociales en las que la moneda era imprescindible. En otras palabras, intentó resolver el problema de cómo lograr que los hombres usaran el dinero en el intercambio sin ser dominados por él.
En la actualidad predomina el concepto de homo oeconomicus, es decir, del hombre con una inclinación natural al intercambio comercial y objeto de estudio en sí mismo, más allá del marco político, económico y social. Esa visión, propia de la racionalidad utilitaria, busca encontrar siempre un sistema (así solo sea en su "potencialidad"). Frente a ella se requiere un nuevo punto de vista que conciba la economía como un proceso social, pues, "como los expertos reconocen en forma unánime, todos los esfuerzos por justificar una economía natural han sido infructuosos" (Polanyi, 1975, 236).
Es necesario volver a los textos aristotélicos, pues aunque las transformaciones que experimentó Atenas durante su vida son específicas en un sentido histórico, es innegable que los problemas que Aristóteles enfrentó son esenciales para entenderlas. Además, sus ideas no han perdido actualidad porque ponen de presente que una vida feliz exige comprender el alcance del "uso", así como defender la autodeterminación a la que dan lugar la actividad política y la vida en común.
Pie de página
1Moses Finley, el principal portavoz de esta idea, señaló que traducir oikonomía u oikonomike por "economía" era un grave anacronismo (Finley, 1970).
2Para un estudio detallado de la concepción aristotélica, ver Borisonik (2013).
3Si bien el término "chreia" se suele traducir como "demanda", esta acepción confunde su verdadero significado. La acepción de "necesidad", elegida por Finley (1982) y Meikle (1995), más atinada, puede llevar a algunas confusiones. La acepción "necesidad/utilidad" parece más conveniente pues en su análisis Aristóteles no consideró lo que es "necesario" (to anagkaion) como opuesto a lo "contingente", sino la necesidad de usar un objeto o recurso, en tanto bien útil.
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