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Revista de Economía Institucional

Print version ISSN 0124-5996

Rev.econ.inst. vol.16 no.31 Bogotá July/Dec. 2014

 

¿HABRÁ UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD SOBRE LA TIERRA? INSTITUCIONES COLONIALES Y DISPARIDADES ECONÓMICAS REGIONALES EN COLOMBIA

Will there be a second opportunity on earth? Colonial institutions and regional economic disparities in Colombia

Laura Cepeda Emiliani*
Adolfo Meisel Roca**

* Economista de la Universidad de los Andes. Estudiante de Maestría en Administración Pública y Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard [lcepedae@gmail.com].
** Doctor en Economía de la Universidad de Illinois, codirector del Banco de la República, Cartagena, Colombia [ameisero@banrep.gov.co].

Fecha de recepción: 22 de marzo de 2013, fecha de modificación: 8 de octubre de 2013, fecha de aceptación: 29 de octubre de 2014.

Sugerencia de citación: Cepeda E., L. y A. Meisel R. "¿Habrá una segunda oportunidad sobre la tierra? Instituciones coloniales y disparidades económicas regionales en Colombia", Revista de Economía Institucional 16, 31, 2014, pp. 287-310.


RESÚMEN

Este artículo analiza el origen colonial de las desigualdades entre las regiones colombianas. Presenta los aspectos más sobresalientes de la geografía física, pues esta y las instituciones son las bases últimas de esas desigualdades económicas. Un análisis econométrico sencillo relaciona la pobreza en las ciudades de más de 100.000 habitantes conuna proxy de instituciones coloniales y una medida de características geográficas. Además, discute una de las opciones más claras para que las regiones con una historia colonial de instituciones excluyentes superen esa situación: la inversión en capital humano.

[Palabras clave: geografía, instituciones, capital humano, desigualdad, desarrollo económico; JEL: N16, N35, O18, R11].


ABSTRACT

In this paper we analyze the colonial origins of the current economic inequalities among the regions of Colombia.The major geographical aspects of the Colombian territory are discussed, since together with institutions geography is considered to be a key determinant of economic prosperity in the long run. A simple model relating prosperity with a proxy for institutions and geographical variables was estimated for the cities with more than 100.000 inhabitants. We also discuss one of the main options for the advancement of regions with a history of extractive colonial institutions investment in human capital.

[Keywords: geography, institutions, human capital, economic inequality, economic development; JEL: N16, N35, O18, R11].


Antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.

Gabriel García Márquez, Cien años de soledad

Colombia es uno de los países con peor distribución del ingreso, entre otras razones por las enormes desigualdades en el nivel de desarrollo económico de sus regiones. Este artículo analiza los orígenes coloniales y geográficos de tales desigualdades. En la primera sección se revisan los estudios más recientes de la nueva historia institucional para tratar de entender por qué y cómo las instituciones coloniales, en primera instancia, y la geografía, en menor medida, llevaron a las enormes desigualdades regionales que hoy se observan en los países americanos. Luego presenta los aspectos más sobresalientes de la geografía física colombiana, que es particularmente compleja pues está dividida por tres cordilleras, alberga extensas selvas en las tierras bajas y ha dificultado el transporte y la integración económica nacional. Después se hace un análisis econométrico sencillo que relaciona los niveles de pobreza observados en las ciudades colombianas de más de 100.000 habitantes con una proxy de instituciones coloniales y una medida de características geográficas. Hoy cerca del 60% de la población colombiana vive en ciudades de más de 100.000 habitantes, y es crucial entender los orígenes históricos de sus diferencias económicas. En las conclusiones se discute una de las opciones más claras que tienen las regiones cuyas instituciones durante el periodo colonial se caracterizaron por ser muy excluyentes: la inversión en capital humano.

LA LITERATURA EMPÍRICA SOBRE LOS ORÍGENES HISTÓRICOS DE LAS DESIGUALDADES ENTRE REGIONES

En la última década se observa un interés creciente entre los historiadores económicos por encontrar los determinantes de las diferencias en el desempeño económico de largo plazo en las distintas regiones de América. Como se sabe, América Latina muestra la peor distribución del ingreso. Una de las dimensiones de la enorme desigualdad latinoamericana son las profundas diferencias en los niveles de desarrollo económico y bienestar material que se observan en las distintas regiones de un mismo país.

A nivel teórico y empírico la mayor parte de la literatura reciente que intenta explicar el origen de las desigualdades económicas en los países y regiones de América se inspira en la obra de los historiadores económicos norteamericanos Stanley Engermann y Kenneth Sokoloff, así como en la de los economistas Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson1. Obra que se enmarca en la tradición de Douglass C. North, quien postula que las instituciones determinan el crecimiento económico en el largo plazo.

Engerman y Sokoloff y Acemoglu et al. coinciden en que los determinantes últimos de las actuales diferencias en el nivel de prosperidad de los países americanos fueron las instituciones económicas que se establecieron durante el periodo colonial; en particular, si eran extractivas o inclusivas. En la última década, algunos economistas han adoptado ese enfoque para explicar las desigualdades económicas entre las regiones de un mismo país.

Entre los trabajos más representativos sobre las instituciones y el crecimiento de largo plazo en América Latina está el de Bruhn y Gallego (2008), quienes muestran que en 16 países americanos y 332 regiones el PIB per cápita en 2000 era un 14,7% más bajo en las zonas que tuvieron instituciones coloniales extractivas que en las que tuvieron instituciones coloniales más incluyentes. Como proxies de la actividad económica colonial, Bruhn y Gallego (2008) utilizaron la densidad de población antes de 1500 y dummies del tipo de actividades productivas que había en la Colonia: buenas, malas o sin actividad. De acuerdo con esa clasificación, el 47% de las regiones tuvo buenas instituciones coloniales, el 22% malas y en el 31% restante no hubo actividad.

Con un enfoque similar al de Bruhn y Gallego, Maloney y Valencia (2012) encuentran una gran persistencia de la actividad económica a través del tiempo. Las regiones más prósperas antes de 1500 siguen siéndolo en la actualidad: no hubo reversal of fortunes. Es decir, no es cierto que los lugares más ricos hacia 1500 sean hoy los más pobres. Los autores atribuyen esa continuidad de la prosperidad a aspectos de la localización (calidad del suelo, clima, ubicación) y a economías de escala y aglomeración. Pero en el caso de la esclavitud encuentran un efecto negativo de las instituciones esclavistas; donde esta existió el ingreso per cápita es hoy más bajo. Así mismo, y aunque no lo dicen en forma expresa, rescatan empíricamente la enorme importancia de las características geográficas2, pues la variable que les permite explicar la persistencia de la prosperidad territorial representa los aspectos fundamentales de localización.

Nunn (2008) busca verificar las hipótesis de Engerman y Sokoloff sobre la dotación inicial de factores, la esclavitud y el desempeño económico en el largo plazo. Para ello recurre a un análisis econométrico de algunos países de América Latina y el Caribe y estados y condados de Estados Unidos. En este artículo solo nos referiremos a este último país, pues es en el que se analizan las unidades subnacionales. Los resultados de este autor muestran que en los estados y los condados que tuvieron esclavitud hubo un efecto negativo de largo plazo en el crecimiento: cuanto mayor el porcentaje de esclavos en 1750, menor el PIB per cápita en 2000.

Dell (2011) analiza los efectos sobre el crecimiento regional de largo plazo de la mita, una de las instituciones laborales más importantes durante los siglos coloniales de la América hispana, que obligaba a las comunidades indígenas a enviar anualmente la séptima parte de su población masculina adulta a trabajos previos asignados. En Perú y Bolivia, las áreas que estudia Dell, más de 200 comunidades indígenas debían mandar trabajadores a las minas de plata en Potosí y de mercurio en Huancavelica. El efecto de largo plazo sobre esas comunidades fue enorme. Dell calcula que el consumo actual de los hogares de las localidades afectadas por la mita es un 32% más bajo que en las que no tuvieron esa institución.

Quizá el aspecto más interesante de su trabajo sea que identificó los mecanismos que determinaron la persistencia de los efectos de esa institución colonial. La razón para que las poblaciones donde no hubo mita tengan hoy un ingreso más alto es que allí se pudo desarrollar mejor la hacienda, pues no había tanta competencia por mano de obra. A su vez, la existencia de hacendados prósperos llevó a que esas localidades tuvieran mayor peso político y, por tanto, mejor acceso a bienes públicos, como carreteras y educación, lo que facilitó su crecimiento económico en el largo plazo.

En el caso de Colombia algunos trabajos intentan relacionar las desigualdades económicas regionales actuales con las diferencias en las instituciones coloniales. El trabajo pionero es el de García (2005), quien usó como proxy de las instituciones coloniales la presencia de encomienda (en 1560), esclavitud (en 1843) y estado colonial (en 1794). Igual que Acemoglu et al., García usó el método de variables instrumentales para evitar problemas de simultaneidad. Pero un primer análisis indica que sus proxies tienen serios problemas de medición. Por ejemplo, estima la esclavitud colonial con el número de esclavos que quedaban en 1843, cuando estaba a punto de terminar y en pocos sitios quedaba una población mayoritaria de mujeres, sobre todo viejas empleadas domésticas muchas veces enfermas. Por ello, la esclavitud no resulta estadísticamente significativa y la encomienda tiene un signo contrario al esperado.

El trabajo de Bonet y Meisel (2007) usa un método econométrico similar al de García. Tal vez su principal aporte sea que usan como proxy de las instituciones el tamaño relativo del grupo colonizador, una variable cuya importancia ha sido resaltada por Acemoglu et al. Si bien las estimaciones muestran la enorme influencia del legado colonial sobre las diferencias actuales en los ingresos departamentales, no es claro si el efecto ocurre vía instituciones o vía capital humano. Cualquiera que sea el canal, las recomendaciones de política apuntan a que la inversión en capital humano es la estrategia adecuada para fomentar la prosperidad económica de largo plazo en todo el territorio.

En un artículo de Mendoza y Rosas (2012) se analiza el efecto directo de la geografía sobre el ingreso per cápita de los municipios.

Para medir el ingreso per cápita municipal usan como proxy el recaudo del impuesto predial más el de industria y comercio. En sus regresiones incluyen variables geográficas como la altitud, la precipitación, el porcentaje de suelo plano, la pendiente del terreno y la distancia a los ríos y mercados principales. También incluyen una proxy de la calidad de las instituciones actuales. Su conclusión principal es que el efecto directo de la geografía sobre el ingreso per cápita es muy alto. El problema de estos resultados es que sobreestiman el efecto directo de la geografía, ya que los autores incluyen una gran cantidad de municipios, más de 800, en su mayoría muy pequeños, rurales y dependientes de la actividad agropecuaria. En ese tipo de municipios el efecto de la geografía física es enorme. En la actualidad la mayor parte del PIB se produce en pocas ciudades y en actividades como los servicios y la industria, donde el tipo de suelos, el clima y las lluvias tienen mínima relevancia. Para superar ese problema tendrían que haber usado un método que ponderara la importancia relativa de las distintas economías municipales.

El trabajo más reciente que intenta explicar las actuales desigualdades económicas de las regiones por la influencia de las instituciones coloniales es el de Acemoglu et al. (2012), quienes se limitan a estudiar el efecto de la esclavitud en 42 municipios mineros y sus vecinos. Encuentran que en los municipios que tenían esclavitud en 1843 en una zona de minería de oro, hoy la pobreza es un 5,7% más alta que si no hubiese existido esclavitud. Con una muestra tan pequeña y de características muy específicas estos resultados no permiten identificar los orígenes coloniales de la distribución de la riqueza actual. Tampoco era su objetivo. Pero es útil saber, por ejemplo, por qué Istmina (Chocó) tiene un NBI un 5,7% más alto que el corregimiento de Chontaduro perteneciente al mismo departamento.

En suma, hay gran interés por explicar las desigualdades regionales mediante las instituciones que se crearon durante el periodo colonial (1500-1810). Como hemos señalado, en general estos trabajos tienen limitaciones por la representatividad de los resultados, la especificación de las variables y el poder explicativo de las regresiones. Consideramos que es necesario seguir estudiando empíricamente las relaciones entre las instituciones coloniales y las desigualdades económicas regionales actuales. Este artículo es un esfuerzo en esa dirección.

ALGUNOS ASPECTOS DE LA GEOGRAFÍA ECONÓMICA DEL PAÍS

La literatura internacional sobre geografía económica intenta explicar parte de las diferencias en el ingreso per cápita de los países mediante algunas características de la geografía física: altitud, distancia al Ecuador, precipitación, calidad de los suelos, distancia a los mercados internacionales, disponibilidad de agua y cercanía a los ríos.

Al hablar de la geografía es necesario pensar cómo inciden la topografía, el clima y los recursos naturales en las variables económicas, sociales y culturales. Jeffrey Sachs es uno de los principales defensores de la idea de que muchos países están en una trampa de pobreza debido al efecto directo de sus limitaciones geográficas y su dotación de recursos naturales (Sachs, 2001). Acemoglu y sus asociados argumentan que el vínculo entre geografía y desarrollo económico es indirecto, a través de la influencia de la geografía en las instituciones que se crearon en el periodo colonial. Así, en el Nuevo Mundo el patrón de mortalidad de los colonizadores influyó en el número de europeos que llegó a las diferentes zonas (Acemoglu et al., 2001). Y el tamaño del grupo conquistador influyó en qué tan incluyentes o excluyentes eran las instituciones que se crearon. En un extremo estaría Haití, con plantaciones esclavistas y un grupo colonizador minúsculo; en el otro, Nueva Inglaterra, con granjas familiares y un grupo colonizador grande.

Desde el punto de vista teórico no hay nada que nos indique hasta qué punto el efecto de la geografía física sobre el crecimiento económico en el largo plazo es directo o indirecto, o ambos, y en qué grado. Por tanto, se trata de un problema totalmente empírico. Allí radica la relevancia de trabajos como el que presentamos. Además, pone de presente la pertinencia de tener en cuenta la geografía física del territorio analizado. Por ello, esta sección comienza con una descripción de la geografía física del país con énfasis en la altitud, los suelos y la precipitación, y las diferencias regionales en estas variables. Luego se describen los patrones de poblamiento y la distribución espacial de la actividad económica.

Geografía física de Colombia3

En gran parte debido a su topografía accidentada, Colombia es un país de grandes contrastes regionales, tanto en lo social y lo cultural como en lo económico4. Puesto que se encuentra en la zona tropical, el clima es afectado principalmente por variaciones de altitud, y el sistema montañoso determina en buena parte el clima de las diferentes zonas. A medida que se asciende en altura la temperatura disminuye en promedio 1 °C por cada 187 metros (IDEAM, 2001).

Una variable adicional dentro de las características climáticas de una zona geográfica es el régimen de lluvias. El nivel de precipitación influye significativamente en el nivel de humedad de los suelos. No solo la cantidad de agua lluvia afecta la humedad, también son relevantes las características de drenaje de los suelos. Por ejemplo, suelos afectados por un fuerte régimen de lluvias pueden tener bajos niveles de humedad si presentan altos niveles de drenaje.

El mapa 1 muestra el nivel de pluviosidad en los municipios colombianos. En el Pacífico -sobre todo en el departamento del Chocó- se registra la mayor precipitación del país. En contraste, La Guajira es en su mayoría desértica y tiene la menor precipitación.

El suelo es una variable que pone en evidencia la relación directa entre geografía y resultados económicos, pues sus características determinan qué productos se pueden sembrar y sus rendimientos. Los suelos colombianos varían mucho, según el clima, el relieve y la geología. Galvis (2001) muestra que las características geográficas inciden significativamente en la productividad agrícola. Utiliza variables geográficas como la precipitación, la evapotranspiración, la humedad del suelo, la disponibilidad de tierras para uso agrícola y los índices de aptitud o idoneidad del suelo con fines agrícolas para explicar el comportamiento del PIB agrícola de los departamentos. Esas variables logran explicar más del 80% de la variabilidad en la productividad agrícola departamental. Ese mismo trabajo muestra que cinco de los siete departamentos de la región Caribe, junto con Chocó y algunos de los nuevos departamentos, tienen los índices más bajos de productividad agrícola. En cambio, "los departamentos ubicados sobre las cordilleras, con gran disponibilidad de tierras agrícolas y condiciones favorables para los cultivos, tienen altos índices de productividad" (ibíd.).

El cuadro 1 indica el área en kilómetros cuadrados y el porcentaje del territorio que ocupa cada región, y Bogotá como región separada. Las regiones más extensas son la Amazonia y la Orinoquia, que ocupan cada una cerca de una cuarta parte del territorio nacional. Las siguen los Andes Orientales y el Caribe Continental.

La región Caribe está constituida en su mayoría por tierras bajas y planas (menos de 130 msnm), aunque las estribaciones de las tres cordilleras andinas enmarcan el sur del territorio, específicamente en Córdoba, Cesar y el sur de Bolívar. Por tanto, la mayor parte de la región tiene temperatura alta o media (unos 28 °C). La región también posee una gran riqueza hídrica, con el 25% de los cuerpos de agua y el 82% de las ciénagas del país.

La región de los Andes Occidentales está localizada al centro-occidente entre las cordilleras Occidental y Central. Allí predominan los relieves montañosos, y resaltan, en la Cordillera Central, el Nevado del Ruiz (5.310 msnm) y el Nevado El Cisne (5.200 msnm) en Caldas, así como el Nevado Santa Isabel (4.950 msnm) en los límites de los tres departamentos del eje cafetero: Caldas, Quindío y Risaralda.

Esta región tiene suelos de gran fertilidad, especialmente en la vertiente occidental de la cordillera Central. Barón (2010) señala que su clima es especialmente apto para el cultivo del café, pues cuenta con grandes áreas cuya temperatura oscila entre 19 °C y 21 °C, lluvias entre los 1.800 y los 2.800 msnm, y humedad del 70% al 95%, entre otras características necesarias para que este producto agrícola prospere. El café definió el destino económico de la región durante casi todo el siglo XX, en el cual fue el principal producto de exportación del país. No obstante, los Andes Occidentales no es la única región con condiciones adecuadas para cultivar café. "De hecho, el surgimiento del cultivo de café en las últimas tres décadas del siglo XIX se dio en zonas de los Andes Orientales, en los Santanderes y Cundinamarca, donde las condiciones geográficas eran también favorables para su cultivo. Para esta época y hasta los primeros años del siglo XX, en estas zonas se producía más del 80% del café en el país" (Barón, 2010, 14).

La región de los Andes Orientales se extiende desde la Cordillera Central, pasando por el Valle del Río Magdalena, la Cordillera Oriental y los terrenos bajos de sus estribaciones -es decir, desde el suroccidente del Huila-, hasta el nororiente de Norte de Santander. El clima es muy variable y las diferencias en los suelos son muy marcadas. El 30% del territorio es cálido, el 27% es templado, el 25% es frío y el 17% restante es muy frío, subpáramo o páramo. La humedad varía de manera similar. La región tiene zonas que no alcanzan los 1.000 mm anuales de lluvia, como el cañón de Chicamocha y la Tatacoa en el Huila, y zonas como el Magdalena medio que llegan a 4.000 mm. Gran parte de los suelos de la región, en las zonas montañosas y en los valles, tienen una vocación de conservación que no se ha respetado del todo, ya que presentan conflictos por sobreutilización. Además, debido a la poca intervención de algunas zonas selváticas, esta región posee mayor cantidad de áreas poco intervenidas que el resto del país.

Un poco más al suroriente del país se encuentra la Orinoquia, que va desde las estribaciones de la cordillera Oriental hasta la frontera con Venezuela, y cubre un 25% del territorio nacional y los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada. La mayor parte de su territorio consiste en sabanas secas y estacionales, expuestas a quemas, inundaciones y fuertes vientos del nordeste. Los suelos son de baja fertilidad, debido a la alta acidez y a los niveles tóxicos de hierro y aluminio. El territorio es predominantemente plano, con una altitud que varía entre 80 y 500 msnm. La actividad tradicional en esta región era la ganadera, pero en las últimas décadas giró hacia el sector petrolero y al cultivo de la palma de aceite (Viloria, 2009).

En el extremo occidental del país, en la costa del Océano Pacífico, están los departamentos de Cauca, Nariño y Chocó, que forman la región Pacífica. Se caracteriza por una vegetación selvática y cuencas hidrográficas sobre amplios valles inundables y a veces pantanosos. Cabe destacar cuatro elementos: 1) el Mar Pacífico y su variabilidad climática; 2) la Cordillera Occidental, que dificulta la comunicación con otras regiones; 3) la riqueza hidrográfica que, así como el oro, no se traduce en una fuente de riqueza, y no soluciona el problema de comunicación y; 4) la humedad y su precipitación excesiva, una de las más altas del mundo, que afecta de manera negativa la productividad agrícola (Romero, 2009).

Los departamentos de Amazonas, Caquetá, Guainía, Vaupés, Guaviare y Putumayo conforman la Amazonia, un territorio de 403.348 kilómetros cuadrados. En la región predominan las llanuras y las planicies de menos de 300 msnm. Salvo el piedemonte, la Amazonia colombiana tiene un clima cálido y húmedo, con temperaturas promedio de 24 a 27 °C. La precipitación supera los 2000 mm/año en algunos territorios de la llanura, que incluyen el sur de Putumayo, el centro de Caquetá, gran parte de Guaviare y del norte de Guainía. En el resto, la precipitación supera los 3.000 mm/año. El 90,8% de las tierras son bosques de selva húmeda tropical; un 4,8% corresponde a pastos y solo el 0,2% se dedica a la agricultura.

Geografía económica

Poblamiento

Según proyecciones del DANE, en 2012 Colombia tenía 46.581.823 habitantes distribuidos desigualmente. La mayor densidad poblacional se registra en el centro y en el norte, en municipios con costa sobre el Mar Caribe (mapa 3). El resto del país tiene una densidad que no supera los 15 habitantes por km2.

El cuadro 2 muestra la población, la densidad poblacional y el porcentaje de personas pertenecientes a una etnia, en cada región. Bogotá es la de mayor densidad poblacional, casi 3.800 habitantes por km2, aloja el 16,4% de la población pero solo ocupa el 0,3% del territorio nacional. En el otro extremo se encuentran la Amazonia y la Orino-quia, las regiones más extensas del país, pero las menos pobladas. En promedio, ninguna llega a 5 habitantes por km2 y ninguna representa más del 3% de la población del país. Luego de Bogotá, los Andes Orientales es la región más poblada. Pero, excluyendo a Bogotá, los Andes Occidentales tienen mayor densidad de población, 119,3 habitantes por km2.

Dos departamentos con condiciones geográficas opuestas, pero condiciones de vida similares, son La Guajira y Chocó, caracterizados por una fuerte presencia de grupos étnicos: afro en el caso del Chocó e indígenas en La Guajira. Además, en cuanto a su geografía ambos presentan condiciones extremas opuestas. Como indica el mapa 1, estos departamentos tienen niveles de lluvia extremos: Chocó es uno de los más húmedos y La Guajira el más seco. No obstante sus diferencias de geografía física, ambos tienen las mayores proporciones de personas con necesidades básicas insatisfechas (NBI), con alto Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), las mayores tasas de analfabetismo y la menor cobertura en servicios públicos5.

Históricamente, el triángulo Bogotá-Medellín-Cali ha concentrado la mayor parte de la actividad económica, sobre todo la industrial. En las últimas décadas se ha sumado Santander. Por ello algunos analistas de la geografía económica nacional hablan del "trapecio andino", conformado por Bogotá, Antioquia, Valle y Santander. Este grupo, que solo cubre el 9,7% de la superficie del país, alberga el 52,7% de la población y aportó el 57% del PIB en 2010.

Usando como proxy del PIB municipal los depósitos bancarios per cápita, Galvis (2001) muestra que la mayor parte de la actividad económica del país se localiza en la zona central, especialmente en el trapecio andino, que abarca más del 80% de los depósitos bancarios, y en particular, en el triángulo Bogotá-Medellín-Cali. Señala también que la mayor parte de la actividad económica de los departamentos se realiza en sus capitales, salvo en el Valle del Cauca. Por medio de índices de correlación espacial, el autor muestra que existe una fuerte dependencia espacial de la actividad económica en el trapecio andino.

En 2010, el único departamento de la región Pacífica o Caribe que tuvo un PIB por habitante superior al promedio nacional fue San Andrés y Providencia. El PIB por habitante de Bolívar y de Atlántico representaba el 90% y el 81% del promedio nacional, respectivamente. El de los demás de departamentos de estas dos regiones apenas llegaba al 50%.

El mapa 5 muestra la distribución espacial del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) por municipios6. Las áreas más claras indican una menor incidencia de la pobreza según el IPM y se concentran en el centro y el nororiente. Al comparar este mapa con el anterior se observa que las áreas del país de mayor pobreza son también las de mayor población étnica.

EVIDENCIA COLOMBIANA

Análisis espacial

La revisión de los mapas de pobreza y de sus patrones de concentración espacial lleva a examinar la posible correlación espacial de los datos. En el análisis de correlaciones espaciales, la localización es fundamental para explicar la asociación entre dos variables. Tobler (1970) dice que todos los fenómenos se relacionan espacialmente, aún más cuanto más cerca estén. Esa relación espacial se ilustra con el índice de dispersión de Moran que se presenta en la gráfica 1 y se explica en el párrafo siguiente. Allí se muestran los cuatro cuadrantes del IPM y el rezago espacial de dicho índice.

El índice de Moran de 0,48 que se obtuvo indica que hay auto correlación espacial positiva y significativa para el IPM de los municipios. Es decir, un municipio con alto IPM muy probablemente estará rodeado de otros municipios pobres.

Los cuatro cuadrantes indican la posición del IPM de los municipios con respecto a los municipios contiguos. El cuadrante I (superior derecho o Alto-Alto) incluye municipios con altos valores de IPM rodeados de municipios con altos valores de IPM. Los municipios del cuadrante III (cuadrante inferior izquierdo o Bajo-Bajo) incluyen los municipios con bajos valores de IPM rodeados por municipios de bajos valores. Los municipios de los otros dos cuadrantes son los que tienen altos valores y están rodeados de bajos valores de IPM (cuadrante II inferior derecho o Alto-Bajo). El cuadrante IV (superior izquierdo) corresponde al cuadrante Bajo-Alto.

El mapa 6 agrupa los clústeres de municipios de acuerdo con el IPM y muestra si corresponden a aglomeraciones de alto-alto, bajo-bajo, bajo-alto o alto-bajo IPM.

Orígenes coloniales del actual patrón de distribución de las desigualdades regionales

En los dos siglos de vida republicana el territorio de lo que hoy es Colombia no tuvo una gran inmigración proveniente de Europa o Asia. Además, no se han presentado grandes corrientes migratorias internas que hayan llevado a una transformación regional de la composición étnica del país. Se puede argumentar, por tanto, que la composición étnica que hoy tienen las regiones colombianas es similar a la que existía a finales del periodo colonial.

En la organización social y económica que España estableció en sus colonias americanas las oportunidades de acceso a la propiedad de la tierra, a la educación y a la movilidad social se relacionaban estrechamente con el grupo étnico al que se pertenecía. En lo más alto de la pirámide se encontraban los españoles, tanto los nacidos en la península como los americanos o criollos. Los seguían los grupos intermedios de población mezclada, mestizos, mulatos y zambos, con todos sus matices y combinaciones. En la base de la pirámide se situaban los esclavos negros y los indígenas, que enfrentaban las condiciones materiales y sociales más difíciles, y políticas excluyentes.

Incluso en un mismo virreinato las estructuras sociales de las diferentes regiones de las colonias podían diferir mucho. En unas zonas predominaban instituciones extractivas como la esclavitud, la hacienda, los resguardos indígenas; y en otras prosperaban los artesanos libres, los pulperos, los cosecheros y los pequeños agricultores. El Virreinato de la Nueva Granada no era una excepción. En las zonas bajas del Pacífico y del nordeste de lo que hoy es Antioquia se arraigó una minería esclavista para explotar las minas de oro. En el centro del país, zona cundiboyacense, el fuerte núcleo indígena existente en 1500 llevó a la creación de una economía basada en las encomiendas. Durante los siglos XVII y XVIII ese régimen se fue transformando en un sistema agrario basado en la hacienda, los resguardos y la pequeña propiedad de los mestizos. En la Costa Caribe se crearon haciendas esclavistas para producir azúcares y mieles que abastecían los mercados internos, así como haciendas ganaderas basadas en el trabajo de mestizos y mulatos. También existía una población rural excluida de la propiedad de la tierra y por fuera del control de las autoridades coloniales. Se trataba de una población de campesinos mestizos, enel sentido amplio del término, a los que se denominaba arrochelados, que se resistían a caer bajo el dominio de los hacendados.

En contraste, en lo que hoy es Santander -Girón, Vélez y Socorro, entre otras poblaciones- apareció un artesanado mestizo y blanco que logró una posición influyente. En buena medida ello ocurrió porque era una zona donde no había minería y las haciendas no prosperaron, pues las tierras no eran especialmente buenas y la población aborigen no era muy abundante. Por tanto, en esta zona se fortalecieron sectores sociales intermedios.

Un caso muy diferente es el de la región que hoy abarca el departamento de Chocó. En 1808 su gobernador informaba que casi no había caminos, viviendas adecuadas, edificios públicos, iglesias o colegios (Sharp, 1976, 191). Casi medio siglo después, en 1851, Mario Espinosa, un miembro de la Expedición Corográfica que recorrió Chocó, encontró que las condiciones no habían mejorado:

En ninguna parte hay escuelas, ni establecimientos públicos, ni privados, ni talleres, ni conventos, ni oficinas casi. Se vive entre el fango y la maleza, como los cerdos y con ellos (Velásquez, 2010, 170).

Es decir, Chocó es un caso extremo de un legado colonial institucional y de infraestructura física y capital humano que afectó negativamente sus posibilidades de crecimiento económico vigoroso en el largo plazo.

En este artículo nos interesa mostrar que la distribución espacial de las estructuras sociales coloniales, a fines del siglo XVIII, se puede deducir de la actual composición étnica colombiana. Como ya señalamos, en la era republicana ni las migraciones internacionales ni las migraciones internas han cambiado la composición étnica de las regiones. Esa persistencia nos permite usar la composición étnica actual como medida indirecta de las instituciones coloniales exclu-yentes (esclavitud, tributo indígena, resguardo, etc.). Por ejemplo, una región que hoy tiene un alto porcentaje de afrodescendientes tuvo en el periodo colonial una fuerte impronta de la esclavitud. En el caso de la población indígena, los sitios donde había alta densidad de población antes de 1500 suelen coincidir con los de vigoroso desarrollo de la encomienda donde hoy existe una alta participación de personas de ancestro americano. Por ello, en el análisis cuantitativo que sigue usaremos el porcentaje de población étnica, indígenas más afrodescendientes, como proxy de las instituciones coloniales excluyentes. Y trataremos de mostrar que la distribución actual de la prosperidad (pobreza) en el territorio colombiano coincide con la distribución espacial de las instituciones coloniales excluyentes. Esa correlación indica que por diferentes vías, como la desigualdad o la dependencia de la trayectoria, persiste el efecto perverso de esas instituciones coloniales.

La gráfica 2 muestra la correlación entre el IPM departamental y la proporción de población indígena y afro en cada departamento. Se observa una asociación positiva y significativa entre las dos variables, con una correlación de 0,67. Chocó, Guainía, Vaupés y La Guajira están entre los departamentos con peor nivel de IPM y mayor porcentaje de población étnica (Chocó es el caso más extremo), todos localizados en la periferia del país: La Guajira en el extremo norte, Chocó en la costa occidental y Guainía y Vaupés en el sur. Algunos departamentos que hoy son bastante pobres no estaban muy integrados a la economía colonial: La Guajira, Guainía, Vaupés, Vichada y Amazonas. Pero en el siglo XIX tenían instituciones muy extractivas, por lo que su institucionalidad se asemejó a la que existió en tiempos coloniales en las regiones con instituciones más excluyentes.

El cuadro 3 muestra los resultados de un ejercicio de regresión en el que la variable dependiente es el porcentaje de personas pobres según el IPM en 2005. Se estiman tres modelos para determinar el efecto de las instituciones por sí solas y el efecto, mucho menor, de la geografía cuando se añade esta variable. El primero solo incluye como variable independiente el porcentaje de población étnica en 2005 (indígena y afrocolombiana), y el segundo y el tercero incluyen, además, la altitud del municipio y la altitud al cuadrado, respectivamente. Se toman los municipios con 100.000 habitantes o más, que representan el 58% de la población total7. En todos los modelos las variables incluidas son significativas y el R2 fluctúa entre 0,53 y 0,68. El porcentaje de población étnica es muy significativo en los tres modelos. A mayor población étnica, mayor es la pobreza observada en 2005. La altitud ayuda inicialmente a reducir el IPM, pero en altitudes muy elevadas el efecto es contrario y su signo se vuelve positivo.

La altitud, por su parte, es una variable geográfica, que como ya se señaló es fundamental para determinar muchos resultados económicos. En el pasado incidió en los patrones de la colonización europea. Y, de acuerdo con la evidencia empírica, en la actualidad ejerce una influencia directa importante por sus efectos sobre la productividad agrícola y, en algunas zonas del país, sobre las condiciones de salud de la población.

Cada uno de los tres modelos nos permite explicar más de la mitad de las diferencias interregionales en los niveles actuales de pobreza.

Ello constituye, en primera instancia, una ilustración del enorme peso de la historia en los resultados económicos contemporáneos y, en menor medida, de la influencia de la geografía.

REFLEXIONES FINALES

Como reconoce la historiografía colombiana desde hace algún tiempo, en particular la obra del historiador Jaime Jaramillo Uribe, los profundos desequilibrios económicos regionales tienen sus raíces en el tipo de organización social que se consolidó a finales del periodo colonial. Esa tradición intelectual reconoce, como casos extremos, que las estructuras sociales de finales del siglo XVIII en lo que hoy son los departamentos de Santander y Chocó explican en buena parte por qué el primero es la zona más próspera del país y el segundo muestra los peores indicadores de pobreza.

En este artículo procuramos explicar las actuales desigualdades económicas regionales a la luz de la literatura empírica instituciona-lista que mencionamos. Los resultados indican claramente que los departamentos y municipios que tuvieron instituciones coloniales más excluyentes (como la esclavitud, la encomienda, la mita, los resguardos, la falta de acceso a la tierra, y la falta de educación de los negros e indígenas) son hoy los menos desarrollados. Así, mientras el PIB per cápita de Chocó fue de 7.437.295 pesos en 2011, el de Santander ascendió a 22.371.529 pesos.

¿Cómo eran las economías de Santander y Chocó a finales del periodo colonial? Ambas eran muy dinámicas pero se ocupaban de actividades muy distintas. Chocó era el principal productor de oro del virreinato. El metal era extraído de ríos y vetas por cuadrillas de esclavos cuyos dueños vivían en Popayán o en Cali. En lo que hoy es Santander no había grandes campos mineros ni ricas haciendas o trapiches con muchos esclavos. Existían talleres de artesanos donde se hacían ropas burdas de la tierra, sombreros, zapatos, alpargatas y dulces. Así como pequeños cultivos de tabaco y otros productos. La sociedad era más igualitaria, y solo el 4,1% de la población era de origen étnico. Mientras que Chocó tenía una economía con una de las peores distribuciones del ingreso en el mundo. La mayor parte del ingreso iba a manos de los dueños de los esclavos y sus capataces blancos, a pesar de que hacia 1777 solo representaban el 4,5% de la población total. A los esclavos les quedaba una ínfima porción del ingreso, pese a que ellos y los indígenas constituían el 85% de la población. Ese legado histórico es tan fuerte que su huella persiste en los desequilibrios económicos regionales actuales.

La descripción anterior podría llevar a una muy pesimista visión del futuro de las regiones económicas más rezagadas, porque las instituciones, en el sentido de reglas del juego básicas de la economía y la sociedad, no cambian fácilmente, sino que presentan una alta persistencia. En las regiones con peores instituciones y, por tanto, menos prósperas, siempre existe la posibilidad de emigrar a zonas con instituciones de mejor calidad y mayores ingresos. Es decir, existe una segunda oportunidad sobre la tierra en la medida en que hay libre movilidad de la mano de obra. Pero para que esa oportunidad se pueda aprovechar es necesario invertir mucho más en el capital humano de la periferia, lo cual es en últimas la mejor política de desarrollo regional8. De no hacerse esas inversiones, y debido a que por su propia historia las regiones rezagadas tienden a tener menores niveles relativos de capital humano, no habrá una migración interregional que promueva el equilibrio, y los más pobres terminarán viviendo en una especie de trampa territorial por las desventajas heredadas de las instituciones coloniales y la geografía.


Pie de página

1Engerman y Sokoloff (1997 y 2012), Acemoglu et al. (2001 y 2002).
2A diferencia de Maloney y Caicedo, para Acemoglu y Robinson (2013) la geografía física no es determinante de la prosperidad de los países y regiones en el largo plazo.
3Esta descripción de la geografía física se basa en la serie de documentos de ografía económica publicados por el Centro de Estudios Económicos Regionales (CEER) a partir de 2009: Viloria (2009) para la Orinoquia, Barón (2010) para los Andes Occidentales, Salazar (2010) para los Andes Orientales, Romero (2010) para el Pacífico, y Bonilla y Sánchez (2013) para la Amazonia.
4Para este trabajo las regiones son las siguientes: 1) Caribe: Atlántico, Bolívar, Magdalena, Sucre, Cesar, Córdoba, La Guajira y San Andrés Islas; 2) Andes Occidentales: Antioquia, Risaralda, Caldas, Quindío y Valle; 3) Andes Orientales: Boyacá, Cundinamarca, Norte de Santander, Santander, Tolima; 4) Orinoquia: Meta, Arauca, Casanare y Vichada; 5) Pacífico: Cauca, Nariño y Chocó; y 6) Amazonia: Amazonas, Caquetá, Guainía, Guaviare, Putumayo y Vaupés.
5Sobre el Pacífico, ver Romero (2009); sobre el Chocó, Bonet (2007), y sobre La Guajira, Meisel (2007).
6Este indicador, compuesto por veinte componentes, se puede consultar en http://www.dnp.gov.co/Programas/Educaci%C3%B3nyculturasaludempleoypobreza/Pol%C3%ADticasSocialesTransversales/Promoci%C3%B3ndelaequidadyreducci%C3%B3ndelapobreza.aspx
7Se decidió trabajar con los municipios de más de 100.000 habitantes porque en los más pequeños las variables geográficas tienden a pesar más en la determinación de la pobreza municipal puesto que dependen mucho de la producción agropecuaria, donde los factores geográficos (topografía, calidad de suelos, pluviosidad, temperatura, luminosidad, entre otros factores) juegan un papel importante.
8Gennaioli et al. (2013), usando una base de datos de 1.569 entidades sub nacionales de 110 países que representan el 97% del PIB mundial, encuentran que el nivel de educación explica un porcentaje significativo de las diferencias en los niveles de ingreso per cápita entre las regiones.


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