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Discusiones Filosóficas

Print version ISSN 0124-6127

discus.filos vol.7 no.10 Manizales Jan./Dec. 2006

 

LA COMEDIA DE MENANDRO, UNA COMEDIA ÉTICA

Θελω τυχης σθαλαγμον η Φρενϖν Πιθον
Prefiero una gota de fortuna que un tonel de razón Menandro. Frag. IV. 347

JORGE ALEJANDRO FLÓREZ RESTREPO
UNIVERSIDAD DE CALDAS


Recibido el 22 de mayo y aprobado el 6 de julio de 2006

RESUMEN

Algunos datos biográficos de Menandro de Atenas lo vinculan, en su juventud, con Epicuro y, años después, con Teofrasto, segundo director del Liceo. El artículo rastrea, por tanto, las posibles influencias de estos filósofos en el comediógrafo. Varios aspectos de las comedias de Menandro demuestran cercanía con los planteamientos éticos de la filosofía peripatética y epicurea, lo cual permite llamar a su trabajo comedia ética.

Palabras Clave

Menandro, Aristóteles, Epicuro, comedia, ética, felicidad, virtud, azar.

ABSTRACT

Menander's biographical data link him, in his youth, to Epicurus, and years later, to Theophrastus, the second director of the Lyceum. This paper traces back the possible influences of these philosophers on the comic dramatist. Several aspects of Menander's comedies show close relations with the ethical views of both Peripatetic and Epicurean philosophy and such an influence allows us to call Menander's work Ethical Comedy.

Keywords

Aristotle, Epicurus, Comedy, Ethics, Happiness, Menander, Virtue, Fate.



Menandro de Atenas pertenece a la tradición comediográfica denominada comedia nueva propia del periodo helenístico. En ella asimila la gran tradición dramática de su pueblo que por casi dos siglos continuos ha vivido entorno al teatro trágico y cómico. En este sentido, Menandro es continuador de la tradición cómica que se deriva de las primeras representaciones hechas por los coros fálicos1 en honor a Dionisos que derivó en este tipo de representaciones cómicas. Es continuador del estilo literario del gran Aristófanes, figura ilustre de la comedia antigua del siglo V, y continuador de la comedia media desarrollada durante el periodo de transición entre la guerra del Peloponeso y la dominación Macedonia.

De esta tradición poética es heredero Menandro. Sin embargo, no es un comediógrafo sin más, pues su vida, transcurrida desde 342 a.C hasta el 292 a.C en Atenas coincide con el apogeo de la filosofía práctica epicúrea, estoica, académica y peripatética. Fue reconocido como alumno de Teofrasto en el Liceo Peripatético y como amigo de juventud de Epicuro. La posible influencia de ambas filosofías en el comediógrafo ha sido objeto de gran discusión, pero las fuentes de estudio son muy pocas al momento de decidir algo con precisión, lo cierto es que pequeños matices de estas filosofías se alcanzan a vislumbrar en sus comedias, aunque esto no compruebe ninguna influencia definitiva, ni tampoco niegue absolutamente la originalidad de este poeta. Todo lo anterior se reúne al momento de terminar la comedia de Menandro como una comedia ética.

La comedia antigua de Aristófanes propia del apogeo de la polis griega en el siglo V, es considerada una comedia política, su comicidad se basa en la sátira y burla a las instituciones y personajes que conforman la vida política de Atenas. La comedia media iniciada por el último Aristófanes del Pluto es definida como una comedia social que describe satíricamente la grave situación de la Atenas golpeada por la pobreza y la pérdida de su autonomía. La comedia nueva de Menandro, tanto como la de sus rivales contemporáneos, ha sido calificada como una comedia cultural por reflejar las costumbres y la vida cotidiana de su tiempo. Sin embargo, al igual que a Aristófanes lo describen como un Aristócrata que se vale de la comedia para criticar la Democracia y fomentar su propuesta política; así Menandro utiliza la comedia como espacio de comunicación de sus intenciones éticas. No solo es una comedia cultural, sino también una comedia educativa en la que intenta presentar un modo de vida ideal, en el que desea corregir los vicios de las personas de su sociedad. Les quiere mostrar a sus conciudadanos cuál es la mejor manera de vivir y cómo pueden lograr ser felices.

Las definiciones más comunes que se dan sobre comedia, siempre están relacionadas con la risa. Para nadie es extraño que el fin de la comedia es causar la risa, por eso se puede definir simplemente como el arte dramático de causar risa. La definición que Aristóteles da sobre la comedia es la siguiente: la comedia es el arte de imitar a "hombres inferiores, pero no en toda la extensión del vicio, sino en cuanto a la fealdad que es parte de lo risible. Pues lo risible es un defecto y una fealdad que no causa dolor ni ruina; así, la máscara cómica es algo feo y contrahecho sin dolor"(Poética 1449a 31-35).Además, si parafraseamos la definición de la tragedia dada en la poética se tiene también una definición de la comedia: La comedia es una imitación de una acción inferior y completa, de cierta amplitud, en lenguaje sazonado, separada cada una de las especies en distintas partes, actuando los personajes y no mediante relato, y que mediante la risa lleva a cabo la purgación de tales afecciones2. En conclusión, la comedia no tiene sólo como objetivo la risa, sino que en esencia, la comedia es la risa misma. Lo risible es para Aristóteles lo vicioso en el actuar humano en cuanto no cause dolor, por eso los defectos y la fealdad sirven de ejemplo a esta definición. Los caracteres de Teofrasto son caracteres cómicos porque describen el común actuar de personas viciosas. Los extremos viciosos en el obrar son todos motivos de risa si son imitados. El virtuosismo es en cambio objeto de la tragedia que ve como algo digno de compasión que un héroe o persona perfecta sufra los caprichos del destino o de los dioses. El imitar trágico sirve como catarsis a la compasión y el temor que producen. La comedia debe servir también a la catarsis de la risa o del desprecio por los vicios que son representados.

Las escenas cómicas en la obra de Menandro se ven relegadas a espacios secundarios dentro de la obra, a los epílogos de los capítulos donde los protagonistas se han retirado y dejan espacio a personajes secundarios (esclavos, cocineros, campesinos) donde realizan una pequeña escena graciosa sin trascendencia dentro de la trama general de la obra. Según Aristóteles, lo principal dentro de los elementos de una obra es la trama o argumento, en ella debe lograrse el objetivo de la obra. Producir risa debe ser objeto de la trama de una comedia, no de ningún otro elemento. Estas pequeñas escenas cómicas en Menandro son a veces hasta desconectadas de la obra. La trama, en cambio, tiene otro propósito: en primer lugar, lograr que un carácter vicioso se convierta en virtuoso, en términos aristotélicos que de un extremo se llegue a un término medio; en segundo lugar, lograr que el amor triunfe y que los novios alcancen la felicidad. La risa, según Menandro es producto de la victoria sobre los malos caracteres. Por eso, define la victoria como amante de la risa (νικη φιλογελωζ). En este caso, no son las escenas vulgares y burlescas, tan importantes para la comedia antigua, el centro de la comedia, sino la consecución de la virtud y la felicidad.

En ese sentido, Menandro es Eudaimonista, pues el fin que debe perseguir todo hombre es la consecución de la vida feliz. De igual parecer son Aristóteles y Epicuro que colocan como fin de toda acción la búsqueda de la felicidad. "El que dice que aún no es edad de filosofar o que la edad ya pasó es como el que dice que aún no ha llegado el momento oportuno para la felicidad"3. "La felicidad es algo final y autosuficiente, es el fin de todo cuanto hacemos"4. La felicidad es el fundamento de toda acción, pues hacia ella se dirigen todas las reflexiones en torno al actuar humano y es el acicate para definir si una acción es buena o mala, pues lo bueno es lo que trae la felicidad.

El desenlace de las obras de Menandro termina siempre con la consecución de la felicidad de sus personajes. Su opinión sobre lo que logra producir la risa se desvía hacia la felicidad. Puede decirse que equipara la risa con la felicidad, arrancando sonrisas de satisfacción a sus espectadores, más que carcajadas irónicas o satíricas. Este tipo de comedia abandona el sentido perverso y cruel de crítica política y social que se ensañaba sobre personajes concretos de la vida pública o intentaba quejarse de la situación social en la que se encontraba la comunidad. El objeto de la risa, en este caso, son todos aquellos actos viciosos que no permiten a las personas ser felices. Claro está que no se ensaña sobre ellos, sino que va más allá, hacia su mejoramiento, hacia la victoria sobre ese obstáculo. Recuérdese que la amante de la risa no es la sátira, sino la victoria sobre estos vicios. La esencia de la comedia de Menandro no es la risa, sino la sonrisa de felicidad que muestran los personajes al lograr superar sus problemas y la de los espectadores al ver cómo alguien igual a ellos logra salir del vicio o de la vida infortunada. Con Menandro se ha transformado la esencia de la comedia; no se trata ya de lograr la risa a costa de la trasgresión de lo establecido culturalmente, esto ha pasado a segundo plano; lo que interesa es la corrección de los vicios y la búsqueda de la felicidad.

LOS CARACTERES DE MENANDRO Y EL TÉRMINO MEDIO ARISTOTÉLICO

En Aristóteles, la felicidad la brinda el ejercicio de la virtud (αρετη), dándose el paralelismo entre felicidad y virtud. Esta última es el resultado de la deliberación (προαιρεσιζ) sobre el mejor bien para cada situación que consistiría en el término medio entre los extremos que pueden presentarse por una disposición o hábito del hombre. Dado los deseos de la parte irracional del alma, por ejemplo, Aristóteles propone elegir la Templanza como termino medio entre el desenfreno como extremo por exceso y la abstinencia como extremo por defecto. No se trata de negar o afirmar una pasión, sino de mesurarla; debe hacerse uso mesurado de los placeres. Frente a cualquier situación particular de la vida, debe deliberarse cuál es la actitud mesurada que debe adoptarse y cuál es el carácter que queremos forjar en nuestra vida.

La virtud como término medio es utilizada también por Menandro para mostrar cuál debe ser el carácter justo que debe tenerse. Muchos de los caracteres viciosos que pueden presentarse en un hombre, sean por exceso o por defecto, son utilizados como objetos de burla. De igual forma pinta Teofrasto treinta caracteres viciosos como elementos cómicos.

Frente a las relaciones con personas iguales a nosotros el término medio, dice Aristóteles, es la amistad (φιλια). El extremo por exceso es la adulación (κολακεια) o cordialidad exagerada con alguien. El extremo por deficiencia es el mal humor (δυσκολια) o insociabilidad5. Este mismo juego de caracteres lo presenta Menandro en su Comedia el Díscolo, donde dibuja este carácter en el personaje de Cnemón, viejo huraño e insociable que vive alejado de la sociedad por no soportar ninguna compañía. La pintura de la adulación la expresa el cocinero Sicón que enseña las ventajas de este carácter cuando se quiere pedir un utensilio prestado y además enseña el modo perfecto de elogiar a alguien si se quiere conseguir su favor6. La amistad es manifiesta en los jóvenes Sóstrato y Gorgías que a pesar de sus diferencias sociales logran amarse y ayudarse mutuamente. La adulación es derrotada por el viejo Cnemón que le da una gran tunda a Sicón por su intromisión en la propiedad del viejo. La discolía es derrotada por la conversión de Cnemón luego de su caída al pozo que lo hace reconsiderar el valor de su vida. La que triunfa en última instancia es la Amistad7.

Es difícil encontrar ejemplos idénticos en Aristóteles y en Menandro, como el anterior. Lo cierto es que el comediógrafo trata de encontrar el término medio en los caracteres que emplea. Es el caso de la comedia El Escudo donde la avaricia del viejo Esmícrenes es criticada y corregida por la trampa puesta por otros personajes para que no logre cumplir la vileza de casarse con su sobrina por ser la heredera de una gran fortuna.

En la obra La Trasquilada, la ira descontrolada del soldado Polemón lo lleva a desconfiar de su pareja, lo cual lo impulsa a trasquilarla para su vergüenza pública. Durante toda la obra, el protagonista es aconsejado por una amigo que lo invita a calmar su ira; al final, este amigo resulta ser el padre de su compañera que la entrega legalmente en matrimonio y le aconseja a Polemón ser más pacífico y prudente en su actuar para bien de su propia vida.

Si quisiéramos definir la comedia de Menandro debemos decir que esta es una comedia netamente ética, en el sentido original de la palabra, pues su fundamento son los caracteres (ηθη) de los personajes no sólo para producir risa sin más, sino para mejorar su carácter vicioso hacia algo más virtuoso. Además posee algunas posturas ante elementos de la vida en que propende hacia la búsqueda de un bien o de un medio. En ese sentido es muy semejante a la filosofía de su tiempo reconocida como filosofía de la vida.

MENANDRO Y EL TETRAFÁRMACO DE EPICURO

Aunque la influencia de Epicuro sobre Menandro es negada por muchos, lo que sí es cierto es que la historia conservó el recuerdo de estos dos jóvenes de la misma edad compartiendo su servicio militar a Atenas en el 321 como συνεφηβοι, es decir, como compañeros constantes. También es sabido que Epicuro, luego de su recorrido por el Asia Menor regresó a Atenas a fundar el Jardín en el 306, por la misma época en que Menandro desarrollaba su carrera como comediógrafo. Todo lo anterior puede servir de fundamento a decir que los temas en que coinciden se deben a un influjo de uno hacia otro. Sin embargo, es cierto también que muchos de estos temas son comunes a la Grecia helenística, representada también en las escuelas cínica, escéptica y estoica.

La felicidad para Epicuro viene dada gracias a los placeres, entendidos de manera negativa como no-dolor, y a la falta de temor ante los dioses y la muerte. Todo esto se encuentra contenido en el tetrafármaco o cuádruple remedio para curar los males de la vida. Tal remedio dice así: "los dioses no son de temer, la muerte nada tiene que ver con nosotros, el bien es fácil de procura y el mal es fácil de soportar".

En la Carta a Meneceo aconseja Epicuro que no temamos a los dioses pues su incorruptibilidad los hace propios de la felicidad. No puede surgir de ellos nada malo que puede contradecir su perfección. De igual forma8, Menandro coloca en boca del esclavo Onésimo de la comedia el arbitraje una reflexión sobre la naturaleza lejana de los dioses: "Considera cuántas ciudades hay en el mundo y, en esas ciudades cuántos habitantes. ¡Mira qué miriadas de individuos! ¿E imaginas que los dioses se ocupen en los asuntos de toda esa gente? ¡Tú quieres abrumarlos de preocupaciones: que vida indigna de los dioses!".

No es una reflexión filosófica la de Menandro, pero compara graciosamente la vida de los hombres con la de los dioses. Si ellos vigilaran las acciones de todos los hombres serían desgraciados por la preocupación. Los dioses son absolutamente felices y perfectos, no les interesa la vida de los hombres9. Por eso no hay que preocuparse por lo que llegue a decir alguna divinidad, ellas han demostrado no interesarles la vida de los hombres, permiten el pecado y la impiedad sin ningún reparo. El escepticismo y el sentimiento de abandono de los dioses es manifiesto durante el helenismo.

Existe en Epicuro una sentencia que se equipara a esta de Menandro en cuanto a su ironía y sátira frente a los supersticiosos que creen que los dioses los vigilan. No es una sentencia propiamente filosófica o teológica; se podría decir que es una frase de una comedia y no habría mucha diferencia: "Si dios prestara oídos a las súplicas de los hombres, pronto todos los hombres perecerían porque de continuo piden muchos males los unos contra los otros". (Epicuro. Frag. 14).

EL USO DE LAS RIQUEZAS: TEMA COMÚN EN LA FILOSOFÍA HELENÍSTICA

Tal vez por la crisis económica de la época helenística es de uso común entre los filósofos y los poetas, como lo veremos en Menandro, el considerar las riquezas desde un punto de vista mesurado. Caso contrario a lo que ocurre en la época clásica griega donde la riqueza no es ni siquiera motivo de reflexión. Tal vez, el primer trabajo en torno a las relaciones con el dinero es el Pluto de Aristófanes escrito a comienzos del siglo IV. En él, Aristófanes, habla del dios dinero que al ser invidente llega siempre a visitar las casas de quienes menos lo necesitan. Comienza con ello una crítica social acerca de la repartición de las riquezas, que en época de penurias se acumula en unos pocos.

El estudio que hace Aristóteles, varios años más adelante, en La Política y en La Ética a Nicómaco acerca del arte de la consecución de las riquezas y del uso que debe hacerse sobre ellas, se encamina siempre a considerarlas desde el punto de vista de lo que es natural o no al hombre y de lo que es mesurado o no en su actuar.

En La Política (Lib. I. Cap. 8-11. 1256a -1259a ) diferencia entre la utilización de las riquezas o economía (οικονομικη) y su adquisición o crematística (χρηματιστικη)10. La primera es algo natural y necesario para el sostenimiento y la sobrevivencia del hogar. La crematística, por otro lado es buena sólo en el sentido de que le sirva a la economía en la consecución de sus objetivos. La crematística como arte de conseguir y acumular riquezas o bienes sólo es buena y natural en la medida en que ayude a adquirir recursos necesarios para la vida y útiles para la comunidad civil o doméstica. "Resulta evidente que hay un arte adquisitivo natural propio de los que administran la casa y la ciudad" (Política 1256b 37-38).

La crematística, sin embargo, que tiene como único objetivo la acumulación ilimitada de riquezas y propiedades es innatural, pues ve en el dinero su única finalidad, mientras que la verdadera finalidad del dinero es la satisfacción de las necesidades básicas del hombre. De igual modo le sucedió al rey Midas, comenta Aristóteles, que teniendo todo el oro que pudiera anhelar, no alcanzaba ningún tipo de alimento gracias a que todo lo que tocara se convertiría en oro.

En ese sentido, juzga Aristóteles al avaro que se enriquece por usura, debido a que tergiversa en sobrada manera la naturaleza y finalidad de las riquezas. El usurero adquiere dinero por medio del mismo dinero y con el objetivo de aumentarlo. Debería incluso, en lo posible, evitar el manejo del dinero inventado para el cambio de productos y adquirir los bienes necesarios en su estado natural, frutos y animales.

Por otro lado, en la Ética a Nicómaco (Lib. IV. Cap. 1. 1195b 25 – 1122a 17) el estagirita realiza un análisis sobre el punto medio o virtuoso que debe tomar el hombre frente a las riquezas11. Las riquezas o propiedades son bienes que están para nuestro uso. Aristóteles nunca niega la posibilidad de hacer uso de ellos. Sin embargo, el uso que se haga de ellas debe ser el mejor posible respecto a la virtud apropiada.

Aquel que hace uso moderado y virtuoso de las riquezas lo llama liberal (ελενθεριοτηζ). El extremo por defecto es la prodigalidad (ασωτια)y el extremo por exceso es la avaricia (φιλαργνρια). "El liberal dará y gastará en las cosas que convenga y cuanto convenga, lo mismo en las pequeñas que en las grandes –y todo esto placenteramente– (...) La prodigalidad, por lo tanto, peca por exceso en el dar y por defecto en el recibir. La avaricia, por el contrario, peca por defecto en el dar y por exceso en el recibir".

Por parte de Menandro, el tema de las riquezas y su uso es muy recurrente. La comedia El Escudo trata precisamente el tema de las riquezas al colocar al viejo avaro Esmícrenes12 tratando de imponer sus deseos de dinero por encima de todo, hasta de la felicidad de su sobrina a quien quiere desposar para quedarse con su herencia. Por ello recibe el epíteto de delirante de riquezas (357). La trama de toda la obra se desarrolla tratando de poner en marcha un plan que desbarate las pretensiones del avaro y su desenlace13 tal vez lleve a la victoria sobre la avaricia y la transforme en el término medio de esa actitud que es la liberalidad.

El ejemplo, quizá, más importante en que Menandro toma partido frente a las riquezas es en el que el rico Sóstrato, en la obra el Díscolo, pretende ser generoso con su amigo campesino Gorgías, pero su padre se muestra reacio ante la generosidad de su hijo:

Sóstrato: Hablas de riquezas, una cosa insegura. Pues si sabes que todas estas cosas habrán de permanecer a tu lado durante toda tu vida, cuida no repartir nada de lo tuyo. Pero, de las que no eres dueño y tan sólo las obtienes de la fortuna, no envidies, oh padre, nada de estas. La fortuna atribuirá todo de nuevo a otro, quizá a alguien indigno. Por eso te digo, mientras eres dueño es necesario que te sirvas generosamente, padre, que ayudes a todos, que hagas la vida fácil, igual que la tuya, a muchísimos. Pues esto sí es inmortal, y en cierta ocasión habiendo tropezado puedes alcanzar de nuevo a los que ayudaste y allí estarán para ti. Para muchos es mejor un amigo verdadero que el oscuro dinero, que tú tienes enterrado.

Calípides: Únicamente tú, Sóstrato, sabes quién soy; estas cosas que reuní no las enterraré para mí mismo –cómo podría ser?– pues son tuyas. Quieres recompensar a un buen amigo. Hazlo por la buena fortuna. Por qué me hechas un discurso? Prepara, ve, da, comparte; te exhorto a todo esto gustoso. (Díscolo 797 – 818).

En este fragmento, Menandro pone de manifiesto que las riquezas son un don de la fortuna, por lo que no son nada seguras y no sería bueno apoyar la felicidad sobre ella. Si la fortuna te da la oportunidad de tener bienes y propiedades, aprovéchala, pero no la guardes porque tarde o temprano puede irse. Es preferible guardar y retener las amistades y la propia generosidad, pues estas sí son inmortales.

Aristóteles también reconoce que las riquezas vienen dadas por la fortuna, por lo cual recomienda al liberal dar según la fortuna le da a él. Aquel que da menos de lo que tiene es un pródigo que no sabe cuidar lo que le ha dado la fortuna y si da menos de lo que le da la fortuna es un avaro que guarda el dinero sin ningún buen motivo. La virtud en el dar se produce cuando se da proporcionalmente a lo que se tiene, no mucho, sino lo apropiado.

Por otro lado, la postura de Epicuro acerca de las riquezas, que está diseminada a través de las sentencias y fragmentos que de él se conservan, diverge mucho de las posiciones del filósofo de Estagira y del comediógrafo ateniense, pues consiste en una crítica a la riqueza en cuanto riqueza, pero no en cuanto posibilita la satisfacción de las necesidades de primer orden. En muchos casos, la riqueza puede llegar a estorbar en la vida, pues "muchos que consiguieron riquezas no encontraron liberación de sus males sino una permuta de estos por otros aún peores".14

La mayor riqueza para Epicuro son la tranquilidad del alma, libre de deseos y perturbaciones, y la autosuficiencia. El hombre debe bastarse a sí mismo y cumplir sus necesidades y sus placeres con lo mínimo. La riqueza es un don efímero de la fortuna y no produce la felicidad del alma.

LA TYXH COMO FUNDAMENTO DE LA ÉTICA

En Aristóteles, la virtud únicamente se logra por el ejercicio de la razón práctica (frónesis) que a partir de un ejercicio deliberativo elige la mejor manera de actuar. A partir de un razonamiento totalmente voluntario el hombre elige ser virtuoso. Así es del único modo que se puede llamar virtuoso a un hombre. La verdadera felicidad, duradera e infranqueable, sólo puede alcanzarse por este medio. En cuestiones prácticas no puede dejarse nada que dependa de elementos externos. Uno de estos elementos es la fortuna o azar. Aunque alguien pueda ser visto como virtuoso y feliz por ser afortunado, no debe ser éste el fundamento de la verdadera felicidad, pues su inestabilidad y mutabilidad es natural; así como llamamos a un hombre hoy afortunado, mañana lo llamaremos desafortunado, como el camaleón, dice Aristóteles15. La felicidad, en cambio, debe independizarse de la fortuna. "Un error muy grande sería encomendar al azar lo más grande y lo más bello (la felicidad)"16. El hombre feliz lo es, a pesar de los avatares de la fortuna, sacará el mejor partido de los infortunios, como el general se sirve de su ejército para hacer rendir su combatividad, o el zapatero que saca el mejor calzado con el cuero que se le da, son las comparaciones dadas por Aristóteles17.

Para Epicuro, por otro lado, es bueno que nuestras buenas acciones sean coronadas con la buena fortuna. Sin embargo, también acepta que la ataraxia sea dada principalmente por el buen juicio. En la vida existen cosas que suceden por necesidad, otras por azar y otras que dependen de nosotros. La imperturbabilidad del alma no es de aquellas cosas que ocurran por necesidad, si fuera así no tendríamos la obligación de buscarla. Debe elegirse si la regala el azar o la consigue el buen juicio. Evidentemente, para Epicuro el Azar no puede ser el responsable de la falta de temor y de dolor en el hombre (ataraxia). Divinizar el azar y hacerlo responsable de tales actos es la opinión del vulgo. Son el buen juicio y la sensatez las únicas actividades posibles para alcanzar la ataraxia. "Poco le ofrece al sabio la fortuna. Sus mayores y sus más importantes bienes se los ha distribuido su juicio y se los distribuye y distribuirá a lo largo de todo el tiempo de su vida."18. El sabio preferirá ser un sensato desafortunado a ser un insensato afortunado. "La naturaleza nos enseña a considerar insignificantes las concesiones de la fortuna, a saber ser desafortunados cuando somos afortunados y, cuando somos desafortunados, a no valorar en exceso la fortuna. También nos enseña a recibir con serenidad los bienes concedidos por el azar y a mantenernos firmes frente a los que parecen ser sus males. Porque efímero es todo bien y todo mal estimado por el vulgo y la sabiduría nada tiene en común con la fortuna"19.

Menandro, en cuanto a este tema, es de opinión opuesta a estos dos Filósofos. Para él la τυχη es una diosa que lo gobierna todo. Sobran en sus obras referencias a ella: "Soberana que administra y sanciona todo" (Escudo 147); "la fortuna, no la buena voluntad, rige las acciones de los mortales" (Escudo 411); "Muchas e increíbles son las vueltas de la fortuna" (Trasquilada 784). El desarrollo de la trama en estas comedias se produce gracias a la fortuna o azar. La consecución del objetivo de la obra, como es la búsqueda del matrimonio o el cambio de carácter de algún personaje, se produce por el azar. Aunque los personajes deliberen, elijan y actúen (en términos aristotélicos) en vistas a un fin, es el azar el que les permite lograr su objetivo. Para Menandro no importa si son cosas que dependan o no de mí, lo importante es saber que "todo lo humano es inestable" (Arbitraje 172) y sólo el azar puede colocarnos en posición de alcanzar la felicidad. Para ello debe tenerse en cuenta el concepto de Kairós, pues éste es el que articula la virtud propiamente humana y el azar. La virtud por sí misma no basta y el azar por sí solo no produce nada. Debe estarse en disposición de aprovechar el momento oportuno (καιροζ) que da la fortuna.

Este aspecto sobre el Kairós ha sido suficientemente estudiado por el profesor Rubén Soto Rivera autodenominado filósofo kairológico. En uno de sus libros20 ha dedicado un capítulo a estudiar a Menandro como escritor kairológico. Se inicia este capítulo con un epígrafe de la Antología Palatina (10.52) que reza: "Menandro dijo acertadamente: Kairós era un dios".

Gracias al encuentro con el momento oportuno, los héroes de Menandro pueden lograr sus objetivos, no por otro medio. En sus obras abundan referencias directas a la búsqueda del Kairós y se ve cómo efectivamente este es el que resuelve todos los problemas. "La oportunidad (ευκαιρια) ante todo" dice Sóstrato cuando se entera de que Cnemón está furibundo, por lo cual es mejor visitarlo en un mejor momento. Otro ejemplo que nos brinda Sóstrato es cuando narra al público lo que sucedió con Cnemón caído en el pozo y expresa cómo este hecho convirtió a Cnemón en un hombre muy oportuno (ευκαιροτερον ανθρωπον). Estas, entre muchas otras, son algunas sentencias en las que Menandro habla del kairós.

Ahora bien, si se da una mirada a todo el desarrollo de una de sus comedias se observa que el desenvolvimiento de la obra se da gracias a la tu/xh ayudada por los personajes que saben aprovechar el momento oportuno. El Díscolo llegó al final feliz del matrimonio de Sóstrato y de la conversión de Cnemón gracias a varios hechos inesperados y a la disposición de estos personajes a aprovechar la ocasión. La caída de Cnemón a un pozo mientras intentaba sacar el balde que dejó caer su esclava, es un hecho que nadie esperaba. Gracias a ello, el Díscolo cambió su carácter por uno más apacible y permitió a Sóstrato acercarse a su enamorada y recibir su mano. En el Escudo se esperaba que la avaricia del viejo Esmícrenes fuera derrotada por el plan que armaban Daos, Querestrato y Quéreas, pero otro hecho inesperado cambio el curso de la obra; el sobrino del avaro Cleostrato, que se tomaba por muerto y por lo cual el viejo reclamaba su herencia, aparecía con vida, pues su esclavo lo había confundido con otro soldado muerto que llevaba en ese momento su escudo. Otro de estos ejemplos se encuentra en la Trasquilada en la que el malentendido que tenía al soldado Trasónide encolerizado con su concubina Glícera por creer que lo traicionaba con Mosqión, que en realidad era su hermano gemelo, ambos hermanos abandonados y separados siendo aún bebés. Todo esto se resolvió no por los intentos de diálogo, sino porque inesperadamente el padre reconoció a sus hijos gracias a unos objetos con los que los había abandonado luego de la muerte de sus madre. De igual forma en la comedia el Detestado, mutilada en gran extensión, se encuentra un fragmento en el que inesperadamente aparece el padre de la concubina de este soldado que le entrega finalmente su mano legítimamente.

Todos estos ejemplos y quizá muchos más demuestran cómo en Menandro la felicidad y la virtud se alcanza gracias a la τυχη que ciegamente guía a los hombres por el mundo. A ellos les resta únicamente tener la sagacidad de aprovechar el fugaz momento que se les brinda. Menandro prefiere una sola gota de fortuna que un tonel lleno de razón. También lo dice en la comedia el Escudo (411): "la fortuna, no el buen razonamiento, rige las acciones de los mortales". Muy parecido a lo que dirá cuatro siglos después Epicteto: "Debes comportarte en la vida como en un banquete. Si se pone ante ti algún plato, puedes meter la mano y tomar tu parte. Si sólo te pasa por delante, no lo detengas ni metas la mano en él temerariamente; aguarda, apacible a que vuelva a ti. Has lo mismo con relación a tus hijos, a la mujer, a los cargos públicos, al dinero" (Enquiridión XV, 1). No es sólo un llamado a la prudencia sino también a esperar el momento oportuno para cada cosa.



NOTAS AL PIE

1 Cfr. LESKY, Albyn. Historia de la literatura Griega. Trad.: José Ma. Díaz Regañón y Beatriz Romero. Madrid: Grédos. 1976. p. 261.

2 La definición de la tragedia reza del siguiente modo: "... La tragedia es imitación de una acción esforzada y completa, de cierta amplitud, en lenguaje sazonado, separada cada una de las especies en las distintas partes, actuando los personajes y no mediante relato, y que mediante compasión y temor lleva a cabo la purgación de tales afecciones" (poética 1449b 24-28).

3 Epicuro. Carta a Meneceo. (122).

4 ARISTÓTELES. Ética a Nicómaco. Libro I. Cap. 7. 1097b 20-21.

5 Cfr. Ética a Nicómaco. Libro II. Cap. VII. 1108a 27-31.

6 Menandro. Díscolo. Act. III. 487-515.

7 Para Epicuro, lo mismo que para el Estagirita y el comediógrafo, la amistad es una de las virtudes más importantes. El fin último de la vida y el fundamento de una vida feliz son, para el fundador del Jardín, equiparables a la amistad. Las máximas capitales 27 y 28, así lo confirman: "De los bienes que la sabiduría ofrece para la felicidad de la vida entera, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad". "El mismo conocimiento que nos ha hecho tener confianza en que no existe nada terrible eterno ni muy duradero, nos hace ver que la seguridad en los mismos términos limitados de la vida consigue su perfección sobre todo por la amistad".

8 Festugiére no acepta tal filiación intelectual entre estas dos posiciones. Dice que Menandro es testigo fiel del desarraigo religioso de su época. Mientras que Epicuro no niega a los dioses, sino que hace de ellos seres que viven en absoluta serenidad sin cuidarse en absoluto de las cosas humanas. Sin embargo, allí se lee que Menandro tampoco niega a los dioses, sino que con palabras propias de su género dramático dice que los dioses no tienen cómo ocuparse de la vida de los hombres.

9 Afirmación cercana a la de Spinoza que sostiene que Dios no puede tener afectos, como el amor u odio, hacia los hombres, pues él es absolutamente perfecto y causa de sí mismo. Por lo cual no puede ser afectado, pues padecería, lo que sería absurdo frente a su perfección.

10 Caso contrario se da hoy en día que se considera a la economía como única ciencia para la consecución y uso de las riquezas.

11 Téngase en cuenta que a Aristóteles le interesa en este punto es el uso de las riquezas, es decir, la donación y el gasto de ellas. En su adquisición y cuidado se recibe un bien o no se hace una cosa vergonzosa, mientras que en el dar se realiza una acción que puede calificarse como virtuosa o viciosa.

12 Teofrasto también hace objeto de burla y de crítica moral el carácter del avaro. Confróntese libro acerca de la avaricia que aparece en los Caracteres.

13 El final de la obra está mutilado, además de los capítulos I y II, solo existen unos cuantos versos de los capítulos III y V.

14 Ídem. Fragmento escogido No. 22.

15 ARISTÓTELES. Op. cit. Lib. I. Cap. 10. 1100b 4-5.

16 Ibíd. 1100b 5-7.

17 Cfr. Ibíd. 1100b 35 – 1102a 10.

18 Epicuro. Máximas capitales. No. 16.

19 Ídem. Fragmento escogido No. 25.

20 SOTO RIVERA, Rubén. "El Kairós de Menandro". En: De Parménides a Demonacte: Hilos de una urdimbre textual para una nueva historia de la filosofía. Universidad de Puerto Rico, s.e, s.f. pp. 170-194.



REFERENCIAS

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FLÓREZ, J.A. (2002) "Por la procreación de los hijos legítimos: una sentencia matrimonial en las obras de Menandro de Atenas". En: Cuestiones Teológicas y Filosóficas. Medellín: UPB. Vol. 29, No. 72, pp. 421-434.         [ Links ]

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SOTO RIVERA, R. Hilos de una urdimbre textual para una nueva historia de la filosofía. Río Piedras: Editorial Universidad de Puerto Rico.
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