Introducción
La apertura económica en Colombia trajo consigo transformaciones institucionales expresadas en un conjunto de reformas laborales y modificaciones sustanciales en la política laboral, en su propósito de darle mayor flexibilidad al mercado de trabajo y, de este modo, dinamizar la creación de nuevos puestos de trabajo como respuesta al creciente desempleo. El gobierno de turno de principios de los noventa para dar vía libre al modelo aperturista, propagó un discurso político de que el modelo intervencionista entró en crisis, que sus medidas no generaban respuestas adecuadas y oportunas y, que el mundo daba pasos agigantados hacia la internacionalización e integración de las economías y la liberalización de los mercados. El mensaje era reiterativo y repleto de esperanza, Colombia no podía ser la excepción, era un error anquilosarse en un modelo político, económico y social centrado en el proteccionismo y en un derroche de gasto público.
Por supuesto, este tipo de iniciativas no eran genuinas, ni totalmente nacionalistas; la receta provenía del Consenso de Washington, en particular, de la décima recomendación centrada en la “desregulación” como estrategia para alentar la libre competencia y el funcionamiento pleno de los mercados. Las reformas y transformaciones institucionales surgidas en la década de los noventa y extendidas a lo largo del presente siglo se trasladaron al mercado de trabajo, provocando al parecer, cambios drásticos en la calidad del empleo. Las investigaciones realizadas en Colombia dan cuenta de la persistente baja calidad del trabajo, lo cual podría atribuirse a la flexibilización de las relaciones laborales, a la composición estructural del empleo y al reducido tamaño de las empresas.
Colombia se aleja más del cumplimiento de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible; en específico, del objetivo 8, el cual establece: “Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos” (Organización de las Naciones Unidas [ONU], 2015a, p. 37). A pesar de la centralidad indiscutible del trabajo humano, la clase trabajadora está sometida a un proceso de deterioro de las condiciones ocupacionales y de precarización inminente como lo evidencian los bajos niveles de calidad de empleo y de precariedad laboral en los pilares analizados en este artículo, a saber: la remuneración salarial, la estabilidad y seguridad en el empleo medida a través del tipo de contratación y duración, la seguridad y protección social del trabajador, la jornada laboral semanal y la afiliación sindical.
La calidad del empleo en Colombia: Una preocupación nacional
La OIT (2009) señala que el trabajo es el centro de las aspiraciones de las personas como medio de sustento, mejoramiento de calidad de vida y de realización personal por su incidencia en el bienestar económico y social en cualquier sociedad. Donnelly (1989) dentro de la categoría de los “derechos sociales” incluye la subcategoría de los derechos económicos, incorporándose a esta, el derecho a la seguridad social, al trabajo, al descanso y vacaciones y el derecho a formar sindicatos. Por su parte, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 dedica los artículos 22 y 23 a exaltar el derecho al trabajo. En el artículo 22 se establece la obligación del Estado “(…) en la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a la dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”. El artículo 23, es más específico en este sentido, al puntualizar en los numerales 1 a 4 que: “toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo” (ONU, 2015b, pp. 46-48).
Es esencial entender, que los países al incorporarse libremente a la OIT, aceptan los derechos fundamentales de carácter universal enunciados en su constitución, así como los valores mínimos aplicables y exigibles a los países miembros independientemente de su nivel de desarrollo. Los principios y derechos laborales se enfrentan a limitantes en su garantía y exigibilidad (Olivas, 1991). Los gobiernos tratan de evadir su responsabilidad argumentando restricciones de índole fiscal. El mundo del trabajo no es la excepción a la regla, al referirse a “la dificultad del derecho para dejar de funcionar con los presupuestos jurídicos del Estado liberal que dificulta el consumar la tendencia democrática que se encierra en los derechos económicos y sociales” (p. 22).
Si no se invierten recursos en la protección y garantía de los derechos, estos no pasarán de ser una simple declaración sin efectos concretos; es decir, sin validez real y efectiva para las personas (Holmes y Sunstein, 2011). Es preciso entender, que los derechos humanos en cualquier país del mundo se financian por medio del presupuesto público vía impuestos, no con recursos privados focalizados hacia la protección de un derecho en particular. No debe desconocerse que el trabajo desempeña un papel único en el proceso de producción (Pietrykowski, 2021), por tanto, el trabajador es sujeto de derechos.
La precarización laboral en Colombia: una realidad
La implementación de medidas desreguladoras en un importante número de países agravó la precariedad laboral, que suele describirse como la desviación del empleo típico o estándar propio del Estado de bienestar keynesiano, es decir, el empleo asalariado, de tiempo completo, con contrato indefinido, con un solo empleador, ejecutado por lo general en un único sitio de trabajo y protegido por la legislación laboral y amparado por la negociación colectiva (Galín, 1986; Neffa, 2008). La situación actual del trabajo es resultado de la transformación de las relaciones laborales a finales de la década de los setenta, determinadas por el trabajo asalariado doblemente libre, por unos ingresos que aseguraban la subsistencia del trabajador y de su familia, con una jornada laboral de ocho horas diarias fijada por convenio y por compensaciones garantizadas contra el desempleo, la enfermedad, la invalidez y la vejez como medio de prevención de los riesgos de la existencia individual (Heinz, 2007).
La precariedad laboral también es interpretada como la situación en la que una proporción importante de trabajadores se encuentran atrapados en un ambiente de inseguridad que no les permite planificar a futuro y no cuentan con la seguridad de determinadas formas de protección social (Standing, 2011). La precariedad del trabajo describe el deterioro progresivo de las condiciones ocupacionales de la fuerza laboral; así pues, la degradación de la calidad del empleo ha sido interpretada por diversos estudiosos de las ciencias sociales, dando origen a diferentes conceptualizaciones, a saber: fragmentación (Offe, 1992), individualización y desafiliación (Castel, 1997) y flexiprecarización (Sotelo, 1997).
Las continuas reformas laborales implementadas desde la década de los ochenta del siglo pasado como causantes directas de la precarización del trabajo, del deterioro nominal y real de los salarios y la paulatina violación y erosión de los derechos laborales (De La Garza, 2000). La precariedad laboral es interpretada como erosión y la fragilidad creciente del edificio del Estado social, cuyo efecto directo es la desestabilización masiva de las condiciones del trabajo asalariado y del sometimiento generalizado del trabajo a las leyes del mercado (Castel, 2004). El colectivo de desempleados y trabajadores precarios con pocas posibilidades y oportunidades de proyección en los sistemas político y económico actuales, apenas son movilizables en un terreno ampliamente competido (Bourdieu, 1998).
La profunda transformación de la sociedad contemporánea y las complejas relaciones entre las formas de “ser y existir”, se han gestado mutaciones en el mercado laboral, tales como el desempleo estructural y el aumento progresivo de trabajadores en condiciones de precarización, motivadas por razones economicistas y otros aspectos subjetivos de la sociabilidad humana (Antunes, 1999).
El trabajo decente como respuesta legítima al trabajo precario
La OIT (1999) define el trabajo decente como el conjunto de actividades humanas con o sin remuneración, enfocadas a la producción de bienes o servicios en un sistema económico cuyo fin último es la satisfacción de necesidades materiales de los individuos; en cambio, el empleo es concebido como trabajo exclusivamente remunerado; es decir, dentro del empleo no cabrían los trabajadores familiares sin remuneración y los trabajadores sin remuneración que prestan sus servicios en otros negocios. El trabajo decente es el “trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad, en el cual los derechos son protegidos, con una remuneración adecuada y protección social" (OIT, 1999, p. 4). “El trabajo decente es el punto de convergencia de sus cuatro objetivos estratégicos: la promoción de los derechos fundamentales en el trabajo; el empleo; la protección social y el diálogo social” (OIT, 1999, p. 4).
Somavía (2014) define el trabajo decente en cuatro pilares fundamentales: El primero de esos pilares es el trabajo o empleo mismo. El segundo está representado por los derechos en el trabajo, particularmente los fundamentales: libertad de asociación, derecho a negociación colectiva y erradicación del trabajo forzoso, la discriminación y el trabajo infantil. El tercer pilar tiene que ver con la noción de seguridad y protección social (…). El cuarto pilar, por último, se centra en la idea de representación y diálogo social. (p. 25)
El concepto del trabajo decente se desploma progresivamente en su tránsito hacia la precarización como resultado de la flexibilidad laboral en el marco de los nuevos preceptos del régimen capitalista, preocupado más por la competitividad empresarial, la reducción de costos laborales unitarios y el crecimiento de la productividad del trabajo. Esta última es importante, al menos por dos razones: a) es la fuente de las mejoras de los salarios reales y b) actúa como fuerza anti-inflacionista, al absorber la subida de los salarios nominales (McConnell y Brue, 1997).
La OIT (2012) señala que, aunque el término “trabajo precario” se utiliza comúnmente a nivel internacional, su definición es confusa y multifacética. Un trabajo precario está asociado a la incertidumbre derivada de la duración del empleo (trabajo temporal), la existencia de varios empleadores a la vez (ejecución de más de un trabajo para poder sobrevivir), una relación de trabajo oculta, encubierta o registrada, no acceso a la protección social (salud, pensiones y riesgos laborales) y a los beneficios de un empleo formal (prestaciones sociales), un salario bajo y la no afiliación a un sindicato como mecanismo de representación y diálogo social. La excesiva rotación laboral es una expresión directa de la precariedad laboral con efectos negativos en la formación para el trabajo, en la productividad laboral, en la natalidad, en la movilidad regional e, incluso, en la siniestralidad u ocurrencia de accidentes en los puestos de trabajo (Jimeno, 2016).
Alvarado et al. (2021) en el reporte ejecutivo de la Misión de Empleo de Colombia, constituida en julio de 2020, puntualizan que las fallas persistentes en el mercado de trabajo impiden avanzar hacia la construcción de una sociedad más próspera e incluyente. Se acusa a la excesiva precariedad laboral de ser un obstáculo en términos de equidad y eficiencia económica y proponen llevar a cabo reformas profundas en la regulación existente, a fin de compatibilizar los objetivos sociales (creación de empleo de mejor calidad) y económicos (creación de suficientes empleos a partir de mayor crecimiento económico).
Si bien la calidad del trabajo y la precarización laboral son conceptos complementarios que ayudan a entender el nivel de bienestar o malestar de la población trabajadora, no son sinónimos; por consiguiente, su medición e interpretación requiere la contemplación de ciertas diferencias; por ejemplo, la medición de la calidad del trabajo parte de aspectos positivos o de avance, como la proporción de trabajadores(as) que reciben vacaciones con sueldo; por el contrario, en la medición de la precariedad laboral se toma de aspectos negativos, como la proporción de trabajadores(as) sin vacaciones con sueldo.
Metodología
La medición de la calidad del empleo enfrenta varios problemas, por ejemplo, algunas variables clave no son aplicables a todas las categorías ocupacionales, la limitación de los instrumentos de análisis del mercado de trabajo y de caracterización de la fuerza laboral (encuestas de hogares) y el reto de los institutos nacionales de estadística de incorporar de manera adecuada en las encuestas, aspectos subjetivos de la calidad del empleo, que lo logren armonizar la calidad del empleo con su productividad (Weller y Roethlisberger, 2011). ILO (2013) recomienda no expresar el concepto de trabajo decente a partir de un único índice sintético (como ha sido habitual en muchos ejercicios académicos que utilizan la técnica estadística de Análisis de Componentes Principales-ACP ) dada su multidimensionalidad conceptual; sino más bien, mostrar los avances o retrocesos por medio de indicadores clasificados por dimensiones, tales como: los ingresos suficientes, el tipo y duración de la contratación, el acceso a la protección social, la extensión de la jornada de trabajo y el nivel de sindicalización de la población trabajadora.
Esta investigación parte de la premisa, de que el concepto de trabajo decente por su multidimensionalidad, reviste una complejidad apreciable, a pesar de los esfuerzos realizados por el equipo de expertos estadísticos de la OIT en su afán de operacionalizarlo para facilitar la comparación internacional y el seguimiento a los avances o retrocesos en cada país.
En la medición de la calidad del empleo en Colombia, la presente investigación tomó en consideración los cinco pilares fundamentales que caracterizan a un trabajo decente en concordancia con la teoría desarrollada por la OIT hace más de dos décadas. Estudios como los de Rodgers (1997); Farné (2003) y Mora y Ulloa (2011) involucran en la medición de la calidad del trabajo, los siguientes pilares en armonía con la propuesta de la OIT (1999), a saber: a) el ingreso laboral2; b) la estabilidad y seguridad en el trabajo considerando la contratación formal y su duración; c) el acceso a la seguridad y a la protección social en el trabajo; d) la jornada laboral semanal, incluyendo el tiempo de vacaciones pagadas y; e) el diálogo y la representación legal medidos por el nivel de sindicalización como garantía del respeto, protección y goce pleno de los derechos en el trabajo.
En esta investigación se analizan 32.522 observaciones (29.714 correspondientes cabeceras municipales y 2.808 a centros poblados y rural disperso) provenientes de los microdatos anonimizados más recientes de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) realizada por el DANE en junio de 2022 (datos de acceso abierto). Dichos datos son tratados en forma discriminada para trabajadores asalariados e independientes clasificados por área urbana y rural y por sexo para identificar posibles diferencias o brechas de género. En la clasificación de trabajadores con remuneración baja (2/3 del ingreso mediano), pobres y extremadamente pobres se incorporó las líneas de pobreza y extrema pobreza individuales, calculadas por el DANE en los estudios de medición de la pobreza y extrema pobreza monetaria y la desigualdad económica en cabeceras municipales y sector rural.
Para la interpretación de los resultados arrojados por los índices utilizados en esta investigación, se propone dos escalas, la primera para la medición de la calidad del trabajo y, la segunda, para la medición de la precariedad laboral, cuyos rangos de valoración van de muy baja a muy alta a medida que se asciende en las escalas; por ejemplo, el intervalo de 0% a 20% significa que el nivel de calidad del trabajo y de precariedad laboral es muy bajo, lo cual indica un nivel muy bajo en la calidad del empleo (algo preocupante) y un nivel mínimo (poco preocupante) de precariedad laboral, como se muestra en la Tabla 1.
Escala de interpretación de la calidad del trabajo (%) | Escala de interpretación de la precariedad laboral (%) | |||||||||
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0 - 20 | 21 - 40 | 41 - 60 | 61 - 80 | 81 - 100 | 0 - 20 | 21 - 40 | 41 - 60 | 61 - 80 | 81 - 100 | |
Muy baja | Baja | Media | Alta | Muy alta | Muy baja | Baja | Media | Alta | Muy alta |
Fuente: elaboración propia.
Se utilizó la base de datos proveniente de la GEIH de junio de 2022, considerando que dichos datos tienen menor estacionalidad en comparación con los demás meses del año y que el segundo trimestre del año registra menor estacionalidad (Pineda y Acosta, 2011). Adaptando la propuesta utilizada inicialmente por Rodgers (1997) y posteriormente por Farné (2003) en la realización del primer estudio de calidad del empleo en Colombia, se asignó una ponderación arbitraria a cada pilar y variable de acuerdo con su trascendencia. En caso de los trabajadores independientes, aunque la contratación no es habitual, en la GEIH de junio de 2022 se registra la existencia de contratación a término indefinido y a término fijo, por lo cual, a la categoría de estabilidad y seguridad en el trabajo se le asigna una ponderación a priori de 19 puntos porcentuales.
En el cálculo del indicador de calidad del empleo subjetivo, se tomó el apartado de preguntas y respuestas sobre calidad del empleo principal incorporadas en la GEIH, donde se indagan aspectos, tales como: la conformidad de los trabajadores con el tipo de contrato actual, la satisfacción con el trabajo actual, la satisfacción con los beneficios y prestaciones recibidos en el trabajo, la satisfacción con la jornada laboral actual, la estabilidad en el empleo actual y, algo esencial, la compatibilidad entre el horario de trabajo y las responsabilidades familiares.
Para tener mayor claridad acerca del deterioro de la calidad del empleo y el nivel de precariedad laboral actual, los índices calculados están desagregados en trabajadores asalariados e independientes por área geográfica y por sexo. En la última categoría, según el DANE (2012) se incluyen a los trabajadores del servicio doméstico, trabajadores por cuenta propia, trabajadores familiares sin remuneración, trabajadores sin remuneración en empresas o negocios de otros hogares y jornaleros y peones. La información en detalle de los pilares, indicadores, criterios y variables utilizados en esta propuesta metodológica se recogen en las Tablas 2, 3, 4 y 5, así como los detalles de la medición del índice de precariedad laboral están disponible en el Anexo 1.
Pilares | Indicador | Criterio utilizado | Variable | Asalariados | Independientes | ||
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Distribución puntaje | Asignación puntaje | Distribución puntaje | Asignación puntaje | ||||
Ingresos suficientes | Ingreso laboral mensual | Menor o igual a 1 SMMLV | Ingreso precario | 30,0% | 0,0% | 31,0% | 0,0% |
2 SMMLV | Ingreso canasta básica | 10,0% | 21,0% | ||||
3 o más SMMLV | Ingreso medio o superior | 20,0% | 10,0% | ||||
Seguridad y estabilidad en el trabajo | Relación contractual | Duración del contrato | Contrato escrito a término indefinido. | 25,0% | 15,0% | 19,0% | 13,0% |
Contrato escrito a término fijo. | 10,0% | 6,0% | |||||
Contrato verbal | 0,0% | 0,0% | |||||
Seguridad y protección social | Protección social | Cotización, afiliación o beneficiario de salud (contributivo o subsidiado). | Cobertura total | 25,0% | 7,5% | 35,0% | 20,0% |
Afiliación a pensión | Cobertura parcial | 10,0% | 10,0% | ||||
Afiliación a riesgos laborales. | Cobertura parcial | 7,5% | 5,0% | ||||
Tiempo de trabajo decente | Número de horas de trabajo semanales | Hasta 48 horas semanales | Jornada legal | 5,0% | 5,0% | 15,0% | 15,0% |
Más de 48 horas | Jornada excesiva | 0,0% | 0,0% | ||||
Vacaciones pagadas | Trabajadores con vacaciones anuales pagadas. | Disfrute de vacaciones | 5,0% | 5,0% | 0,0% | 0,0% | |
Diálogo y representación social | Representación sindical | Afiliación a una asociación gremial o sindical | Sindicalización | 10,0% | 10,0% | 0,0% | 0,0% |
Total | 100,0% | 100,0% | 100,0% | 100,0% |
Fuente: adaptada a partir de las propuestas de Rodgers (1997) y Farné (2003).
Resultados
En Colombia existe un número significativo de esfuerzos académicos de aproximación a la medición de la calidad del empleo mediante el uso de distintos métodos y técnicas estadísticas distintas aplicadas al análisis de microdatos de la GEIH, como principal fuente de información de la estructura de la fuerza de trabajo y el mercado laboral. Esto demuestra el interés de una comunidad académica preocupada por mejorar el nivel de entendimiento del funcionamiento del mercado de trabajo, no solo a partir de la cuantificación de las oportunidades de empleo derivadas del crecimiento económico, sino también de la calidad de dicho empleo.
El estudio de Farné (2003) es considerado el primer esfuerzo de medición de la calidad del empleo en Colombia y referente importante para trabajos posteriores; Farné y Vergara (2007) estiman una función de satisfacción en el trabajo mediante un modelo probit ordenado; posteriormente, Farné et al. (2012) miden la calidad del empleo usando la metodología de componentes principales categóricos (CATPCA); Farné et al. (2013) mide la calidad del empleo en 2010 y 2013, tomando los ingresos, la estabilidad y seguridad en el trabajo, la seguridad social y las horas de trabajo; Pineda y Acosta (2011), estiman un índice compuesto de calidad del trabajo, utilizando la técnica ACP con microdatos de la GEIH en el segundo trimestre de 2008; Posso (2010) aborda la calidad del empleo en el periodo 2001-2006 desde dos perspectivas metodológicas distintas, pero a la vez complementarias, a saber: a) la teoría de los mercados de trabajo segmentados y b) las dimensiones del trabajo decente.
Tangarife et al (2010) también aplican la técnica ACP para la construcción de un índice compuesto para la medición de la calidad del empleo a nivel nacional con microdatos anonimizados de la GEIH del tercer trimestre de 2007; el índice de calidad de empleo estimado es de 49.4% (47.0% en hombres y 45.2% en mujeres); a Mora y Ulloa (2011) les preocupa los efectos de la educación en la formación de los ingresos de la clase trabajadora, puesto que la educación es determinante en los ingresos de los trabajadores asalariados, pero no en los ingresos de los independientes; Lasso y Frasser (2015) utilizan la teoría del consumidor y las escalas de equivalencia para evaluar la calidad del empleo, usando los microdatos de la encuesta de calidad de vida de 2010 elaborada por el DANE, estiman que el 62.4% de la ocupación total es de buena calidad; en cambio, los empleos en la población juvenil y adultos mayores son de menor calidad.
Gómez et al. (2017) emplean el método de conjuntos difusos, concluyendo que los principales determinantes de la calidad del empleo son la estabilidad laboral, las condiciones de trabajo y la seguridad social, esta última asociada a la informalidad y; finalmente, Galvis et al. (2019) analizan la calidad del empleo y la informalidad en las ciudades colombianas de Cartagena, Barranquilla y Santa Marta, tomando como referente el enfoque de capacidades de Amartya Sen. Este estudio concluye que la calidad del empleo en las tres ciudades mencionadas ha mejorado en cierta medida, aunque no se aprecia avances significativos en la estabilidad en el trabajo, el acceso a la seguridad social y la compatibilidad del trabajo con la familia, con un índice de calidad bajo.
Estos resultados son consistentes con las mediciones de Farné (2003) en 2001: 37.5% para el total de ocupados, 43.8% para trabajadores asalariados y 27.5% para independientes; para Farné et al. (2013) la calidad del empleo es de 33.5% en 2010 y de 34.5% en 2013; Pineda y Acosta (2011), la calidad del empleo es de 42.0% (56.5% para los trabajadores asalariados, 27.6% para independientes, 24.7% para independientes no calificados y 23.8% para los empleados del servicio doméstico); Tangarife et al. (2010) concluyen que en 2007, la calidad del empleo es de 49.4% (47.0% en hombres y 45.2% en mujeres), mientras que en 2008 se redujo a 43.4% (44.6% en hombres y 42.2% en mujeres) y Mora y Ulloa (2011) en 2009, calculan el índice de calidad del empleo con 46.8% para asalariados y 48.7% para independientes.
En concordancia con los resultados de los estudios mencionados, la calidad del empleo en Colombia en 2022 continúa siendo baja, así: 37.4% y 24.4% para trabajadores asalariados urbanos y rurales y, 17.0% y 29.5% para trabajadores independientes urbanos y rurales, respectivamente, con mínimas diferencias entre hombres y mujeres (Tabla 3).
Pilares | Indicador | Criterio utilizado | Variable | Asalariados | Independientes | ||||||||||
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Urbano | Rural | Urbano | Rural | ||||||||||||
H | M | T | H | M | T | H | M | T | H | M | T | ||||
Ingresos suficientes | Ingreso laboral mensual | Menor o igual a 1 SMMLV | Ingreso precario | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% |
2 SMMLV | Ingreso canasta básica | 7,5% | 7,5% | 7,5% | 5,6% | 5,7% | 5,7% | 0,3% | 0,3% | 0,3% | 5,6% | 5,2% | 5,4% | ||
3 o más SMMLV | Ingreso medio o superior | 3,1% | 3,0% | 3,0% | 0,4% | 0,6% | 0,5% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | ||
Seguridad y estabilidad en el trabajo | Relación contractual | Duración del contrato | Contrato escrito a término indefinido. | 9,7% | 9,9% | 9,8% | 8,9% | 9,3% | 9,1% | 0,1% | 0,1% | 0,1% | 0,4% | 0,7% | 0,6% |
Contrato escrito a término fijo. | 2,5% | 2,4% | 2,4% | 2,9% | 2,4% | 2,7% | 0,6% | 0,5% | 0,6% | 0,5% | 0,5% | 0,5% | |||
Contrato verbal | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | |||
Seguridad y protección social | Protección social | Cotización, afiliación o beneficiario de salud (contributivo o subsidiado). | Cobertura total | 3,2% | 3,3% | 3,3% | 1,9% | 2,0% | 2,0% | 9,4% | 9,7% | 9,6% | 13,7% | 13,5% | 13,6% |
Afiliación a pensión | Cobertura parcial | 3,6% | 3,6% | 3,6% | 1,4% | 1,3% | 1,3% | 0,7% | 0,7% | 0,7% | 0,2% | 0,3% | 0,3% | ||
Afiliación a riesgos laborales. | Cobertura parcial | 2,6% | 2,6% | 2,6% | 0,5% | 0,5% | 0,5% | 0,3% | 0,3% | 0,3% | 0,6% | 0,6% | 0,6% | ||
Tiempo de trabajo decente | Número de horas de trabajo semanales | Hasta 48 horas semanales | Jornada legal | 2,1% | 2,1% | 2,1% | 1,1% | 1,1% | 1,1% | 5,3% | 5,5% | 5,4% | 8,5% | 8,5% | 8,5% |
Más de 48 horas | Jornada excesiva | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | ||
Vacaciones pagadas | Trabajadores con vacaciones anuales pagadas. | Disfrute de vacaciones | 2,6% | 2,8% | 2,8% | 1,4% | 1,5% | 1,4% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | |
Diálogo y representación social | Representación sindical | Afiliación a una asociación gremial o sindical | Sindicalización | 0,3% | 0,3% | 0,3% | 0,1% | 0,2% | 0,1% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% | 0,0% |
Total | 37,2% | 37,5% | 37,4% | 24,2% | 24,6% | 24,4% | 16,7% | 17,1% | 17,0% | 29,5% | 29,3% | 29,5% |
Fuente: adaptado a partir de la propuesta de Rodgers (1997) y Farné (2003).
El índice de calidad de empleo subjetivo el cual captura las percepciones de asalariados e independientes en relación con la remuneración recibida, la seguridad y estabilidad en el trabajo y su satisfacción con la jornada laboral, muestra que la calidad del trabajo para los asalariados urbanos e independientes rurales es media con 46.4% y 46.2%; en cambio, es baja para los asalariados rurales e independientes urbanos con 25.5% y 30.2%, respectivamente, con diferencias poco significativas entre hombres y mujeres. El mejor desempeño de los resultados en los trabajadores independientes rurales en comparación con los asalariados urbanos podría ser explicado por las menores trabas institucionales presentes en el sector informal, las cuales transmiten mayor flexibilidad a las relaciones laborales y generan mayores oportunidades laborales, aunque este empleo no posea la calidad deseada (Tabla 4).
Pilares | Asalariados | Independientes | ||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Urbano (%) | Rural (%) | Urbano (%) | Rural (%) | |||||||||
H | M | T | H | M | T | H | M | T | H | M | T | |
A. Remuneración al trabajo: | ||||||||||||
Satisfacción con los beneficios y prestaciones recibidos. | 40,1 | 39,8 | 39,9 | 19,6 | 20,2 | 19,9 | 24,9 | 25,1 | 25,0 | 35,7 | 35,3 | 35,5 |
Promedio | 40,1 | 39,8 | 39,9 | 19,6 | 20,2 | 19,9 | 24,9 | 25,1 | 25,0 | 35,7 | 35,3 | 35,5 |
B. Seguridad y estabilidad: | ||||||||||||
Satisfacción con el trabajo actual | 46,5 | 45,7 | 46,1 | 23,6 | 24,0 | 23,8 | 39,1 | 39,8 | 39,5 | 58,2 | 58,9 | 58,6 |
Satisfacción con el tipo de contrato actual | 74,4 | 74,2 | 74,3 | 52,0 | 56,4 | 54,3 | 9,0 | 9,6 | 9,3 | 25,0 | 26,8 | 25,9 |
Satisfacción con la estabilidad laboral (trabajo estable). | 40,7 | 40,4 | 40,5 | 20,7 | 20,7 | 20,7 | 27,2 | 27,7 | 27,5 | 41,5 | 41,9 | 41,7 |
Promedio | 53,9 | 53,4 | 53,6 | 32,1 | 33,7 | 32,9 | 25,1 | 25,7 | 25,4 | 41,6 | 42,5 | 42,1 |
C. Jornada de trabajo: | ||||||||||||
Satisfacción con la jornada laboral actual. | 45,4 | 44,5 | 44,9 | 22,2 | 23,5 | 22,9 | 37,8 | 38,5 | 38,2 | 58,2 | 56,3 | 57,2 |
Compatibilidad entre el horario de trabajo y los compromisos y deberes familiares. | 45,3 | 44,4 | 44,8 | 24,2 | 24,2 | 24,2 | 41,8 | 42,5 | 42,2 | 66,2 | 64,0 | 65,0 |
Promedio | 45,4 | 44,5 | 44,9 | 23,2 | 23,8 | 23,5 | 39,8 | 40,5 | 40,2 | 62,2 | 60,1 | 61,1 |
Promedio ponderado total | 46,4 | 45,9 | 46,1 | 25,0 | 25,9 | 25,5 | 30,0 | 30,4 | 30,2 | 46,5 | 46,0 | 46,2 |
H = Hombres; M = Mujeres; T = Total |
Fuente: Elaboración propia a partir de microdatos anonimizados de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (DANE, 2022).
En lo que respecta a la precariedad laboral, debido a su naturaleza multidimensional y polifacética no existe un concepto universal ampliamente aceptado que permita su instrumentalización y medición con fines de seguimiento y mejora de las políticas públicas. Como una buena aproximación a la medición de la precariedad laboral en Colombia retomando los aspectos resaltados por la OIT (2012) comentados en un apartado anterior, en la construcción de un índice ponderado se tomaron los siguientes pilares: a) remuneración al trabajo donde se incluyen la proporción de trabajadores con remuneración baja, la proporción de trabajadores pobres y la proporción de trabajadores extremadamente pobres; b) seguridad y estabilidad en el trabajo con la inclusión de variables como la proporción de trabajadores sin contrato, la proporción de trabajadores con contrato verbal, la proporción de trabajadores contratados a través de terceros, la proporción de trabajadores sin prestaciones sociales, proporción de trabajadores con trabajo temporal, proporción de trabajadores con trabajo inestable, etc.; c) seguridad y protección social, la cual recoge la afiliación a salud, pensiones y riesgos laborales; d) las condiciones de trabajo, en la que se incluye la proporción de trabajadores que ejecutan su trabajo en sitios con problemas ambientales (aire, olores, frío, ruidos, temperatura, etc.), proporción de trabajadores que realizan trabajos que exigen mucho esfuerzo físico o mental y la proporción de trabajadores que realizan su trabajo es sitios descubiertos o en la calle; e) jornada de trabajo excesiva superior a las 48 horas semanales establecidas en la ley y la proporción de trabajadores sin vacaciones con sueldo y f) diálogo y representación social, donde se toma la proporción de trabajadores sin afiliación a ninguna organización gremial o sindical.
El nivel de precariedad laboral tanto para asalariados como independientes es bajo, así: 24.9% para asalariados urbanos y 23.6% para asalariados rurales y 27.6% para independientes urbanos y 34.8% para independientes rurales. El mayor nivel de precariedad lo soportan los trabajadores independientes, en especial, los trabajadores rurales en pilares como el diálogo y la representación social (muy bajo nivel de sindicalización), la seguridad y protección social (baja cobertura a afiliación a los sistema de pensiones y riesgos laborales, aunque en salud las cifras son alentadoras debido a la universalidad del sistema del sistema de seguridad social en salud desarrollado por la Ley 100 de 1993), la seguridad y estabilidad en el trabajo y las condiciones del entorno donde se ejecutan el trabajo diario, como se muestra en la Tabla 5 y el Anexo 1.
Dimensión | Asalariados | Independientes | ||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Urbano (%) | Rural (%) | Urbano (%) | Rural (%) | |||||||||
H | M | T | H | M | T | H | M | T | H | M | T | |
Remuneración al trabajo | 6,7 | 6,5 | 6,6 | 7,6 | 6,9 | 7,2 | 0,2 | 0,4 | 0,3 | 4,2 | 4,3 | 4,3 |
Seguridad y estabilidad | 16,5 | 16,2 | 16,4 | 15,0 | 15,1 | 15,1 | 16,1 | 16,3 | 16,2 | 27,9 | 27,3 | 27,6 |
Seguridad y protección social | 14,2 | 13,8 | 14,0 | 12,0 | 12,0 | 12,0 | 24,8 | 25,4 | 25,1 | 44,7 | 44,7 | 44,7 |
Condiciones de trabajo | 7,4 | 7,2 | 7,3 | 4,9 | 3,6 | 4,2 | 15,3 | 16,1 | 15,7 | 19,7 | 23,3 | 21,6 |
Jornada de trabajo | 8,5 | 8,3 | 8,4 | 4,7 | 4,4 | 4,5 | 9,4 | 9,1 | 9,2 | 11,3 | 12,2 | 11,8 |
Diálogo y representación social | 96,7 | 97,0 | 96,9 | 98,6 | 98,5 | 98,6 | 99,2 | 99,1 | 99,1 | 98,4 | 98,8 | 98,6 |
Promedio ponderado total | 25,0 | 24,8 | 24,9 | 23,8 | 23,4 | 23,6 | 27,5 | 27,7 | 27,6 | 34,4 | 35,1 | 34,8 |
H = Hombres; M = Mujeres, T = Total |
Fuente: Elaboración propia a partir de microdatos anonimizados de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (DANE, 2022).
Además, se calculó un índice de calidad del empleo por ciudad y departamento, a fin de establecer un ranking de posiciones, que permita mostrar las diferencias de la calidad del trabajo en la geografía colombiana. Aunque, los índices muestran una baja calidad en el empleo en forma generalizada, se observa que las ciudades de Manizales, Medellín y Bogotá, tienen un mejor desempeño y Pasto y Cúcuta, se ubican en la cola del ranking. Los departamentos de Boyacá, Cauca y Quindío están en las primeras tres posiciones, mientras que Norte de Santander y Magdalena, presentan los menores índices (Tablas 6 y 7).
Ranking | Ciudad y área metropolitana (AM) | ICE |
---|---|---|
1 | Manizales AM | 48,3 |
2 | Medellín AM | 45,0 |
3 | Bogotá DC | 42,5 |
4 | Pereira AM | 42,1 |
5 | Cali AM | 40,9 |
6 | Ibagué | 39,6 |
7 | Cartagena | 38,5 |
8 | Villavicencio | 37,7 |
9 | Bucaramanga AM | 37,3 |
10 | Montería | 36,9 |
11 | Barranquilla AM | 36,0 |
12 | Pasto | 35,9 |
13 | Cúcuta AM | 33,0 |
Promedio ponderado | 39,5 |
Fuente: elaboración propia a partir de la GEIH (DANE, 2022).
Ranking | Departamento | ICE |
---|---|---|
1 | Boyacá | 65,0 |
2 | Cauca | 63,5 |
3 | Quindío | 53,0 |
4 | Cundinamarca | 51,4 |
5 | Caldas | 46,5 |
6 | Antioquia | 45,0 |
7 | Bogotá | 41,7 |
8 | Valle del cauca | 40,8 |
9 | Risaralda | 39,7 |
10 | Tolima | 39,7 |
11 | Bolívar | 37,8 |
12 | Putumayo | 37,5 |
13 | Córdoba | 37,5 |
14 | Meta | 37,4 |
15 | Nariño | 37,4 |
16 | Santander | 37,0 |
17 | Atlántico | 36,2 |
18 | Norte de Santander | 33,2 |
19 | Magdalena | 23,8 |
Promedio ponderado | 42,3 |
Tabla 7 Ranking de Calidad de Empleo en Colombia por Departamento, 2022
Esping (1990) propone tres modelos de bienestar según la distribución de responsabilidades entre el Estado, el mercado y la familia. En el caso colombiano, esta última es de especial significación; así pues, el 44.1% de los trabajadores ocupados afirman que, en el evento de no tener trabajo, obtendrían principalmente los recursos para sus gastos y los de su hogar, de sus hijos o familiares y el 2.1%, en el evento de enfermedad, cubrirían los costos médicos y los medicamentos a través del apoyo financiero de la familia. Ante la escasa cobertura de los programas sociales gubernamentales y la limitada capacidad de absorción de fuerza de trabajo por parte del mercado laboral, la familia se erige como un soporte clave en la provisión de bienestar.
El 53.1% de los trabajadores colombianos son asalariados y el 46.9% son independientes. El 21.3% se convirtieron en trabajadores independientes porque no encontraron trabajo como asalariado y el 13.7% buscaba más independencia. El 31.6% de los trabajadores independientes, hoy aceptarían un trabajo asalariado, pero con prestaciones sociales. El coeficiente de GINI de los ingresos laborales calculado por los autores en 2022 es de 0.38 para trabajadores urbanos y 0.33 para trabajadores rurales, lo cual demuestra que existe cierta concentración en el ingreso en los grupos de trabajadores con mejores puestos de trabajo, en especial, en las cabeceras municipales; este tipo de disparidades salariales son explicadas por diferencias salariales transitorias (McConnell y Brue, 1997). En el sector urbano, el 10% de los trabajadores más ricos ganan 5.8 veces más que el 10% de los trabajadores más pobres y en el sector rural, el 10% de los trabajadores más ricos ganan 4.7 veces más que el 10% de los trabajadores más pobres.
El 59.9% de los trabajadores laboran en microempresas de 1 a 10 trabajadores, el 36.9% trabajan solos (por lo general en sus viviendas) y tan solo el 30.0% están vinculados a medianas y grandes empresas (51 y más trabajadores); lo cual, en cierto modo, explica la naturaleza endémica de la baja calidad del empleo, la precariedad y la informalidad laboral.
Colombia no escapa al proceso de flexibilidad numérica, funcional y salarial que afectan al mundo del trabajo. La transición progresiva de un modelo centrado en el Estado hacia otro centrado en el mercado, ha trastocado las relaciones laborales, erosionando la calidad del empleo y precarizando el trabajo.
Conclusiones
El concepto de trabajo decente pretende sintetizar lo que debería ser el mundo del trabajo en el sistema capitalista, no solo desde la perspectiva de la eficiencia económica, sino también la equidad y el respeto de los derechos humanos como resultado de conquistas sociales históricas de la clase trabajadora. Su carácter polisémico y multidimensional reviste enormes complejidades en su teorización y, más aún, en su medición y seguimiento a través de indicadores objetivos que den cuenta de su evolución o retroceso, información que podría mejorar ostensiblemente el diseño y alcance de las políticas laborales.
Los principios y derechos fundamentales en el mundo del trabajo enfrentan serios enemigos de tipo nacional y global como la globalización económica, la governance, la crisis fiscal, la crisis de legitimación, entre otras; que vulneran la protección y garantía de los derechos humanos. Tal como lo demuestran las cifras, el espacio laboral colombiano está permeado por el trabajo temporal, vulnerable, clandestino y tercerizado. La fuerza sindical ha sido diezmada por los intereses de los empresarios y los grupos de poder a través de la transformación del sistema legal, institucional y burocrático; el nivel de sindicalización es bajo y el poder de la negociación de los sindicatos tiende a reducirse.
La aplicación del índice objetivo también permitió establecer un ranking de calidad de empleo por ciudades y departamentos. Los primeros lugares lo ocupan las ciudades de Manizales, Medellín y Bogotá, aunque con empleo de calidad baja. Las ciudades más desaventajadas son Pasto y Cúcuta, como territorios de frontera muy vulnerables a la situación política, económica y social de Ecuador y Venezuela. Los departamentos Boyacá y Cauca ocupan los primeros lugares con una calidad media y Norte de Santander y Magdalena, registran los más bajos niveles de calidad del trabajo.
La baja calidad del empleo y el nivel de precariedad laboral no son fáciles de combatir; la precariedad laboral está influenciada por la composición del empleo y el tamaño de las empresas; así pues, el 88.5% del empleo informal se da a nivel de empresas de tamaño reducido (de 1 a 5 trabajadores, incluido el patrono), donde el 81.7% corresponde a empresas no registradas, las cuales ocupan de 1 a 3 trabajadores (Alvarado et al., 2021). Al parecer, la informalidad empresarial y laboral se retroalimenta de los desincentivos que, sin pretenderlo, le otorga el sistema impositivo y la legislación laboral actual, lo cual debe ser objeto de estudios detallados.
La presente investigación incorpora como novedad metodológica, la estimación de un índice de precariedad laboral incorporando varios pilares, tales como: a) la remuneración al trabajo, b) la seguridad y estabilidad, c) la seguridad y protección social, d) las condiciones de trabajo, e) la jornada de trabajo y f) el diálogo y la representación social, cuyos índices se sitúan en un nivel de calidad bajo. Esta aproximación metodológica podría ser profundizada en futuras investigaciones con el ánimo de contribuir al entendimiento de la precarización laboral, la cual se torna conflictiva en el actual mundo del trabajo.
Anexos
Pilares | Asalariados | Independientes | ||||||||||
Urbano (%) | Rural (%) | Urbano (%) | Rural (%) | |||||||||
H | M | T | H | M | T | H | M | T | H | M | T | |
A. Remuneración al trabajo: | ||||||||||||
Proporción de trabajadores(as) con remuneración baja (inferior a 2/3 de la mediana de los ingresos laborales mensuales). | 13,7 | 13,3 | 13,5 | 16,3 | 17,6 | 17,0 | 0,6 | 0,8 | 0,7 | 11,0 | 11,3 | 11,2 |
Proporción de trabajadores(as) con ingresos laborales inferiores a la línea de pobreza (trabajadores pobres). | 5,0 | 4,9 | 4,9 | 4,5 | 2,4 | 3,4 | 0,1 | 0,2 | 0,2 | 1,1 | 1,4 | 1,3 |
Proporción de trabajadores(as) con ingresos laborales inferiores a la línea de pobreza extrema (trabajadores extremadamente pobres). | 1,4 | 1,2 | 1,3 | 1,9 | 0,9 | 1,3 | 0,0 | 0,1 | 0,1 | 0,4 | 0,3 | 0,4 |
Promedio ponderado | 6,7 | 6,5 | 6,6 | 7,6 | 6,9 | 7,2 | 0,2 | 0,4 | 0,3 | 4,2 | 4,3 | 4,3 |
B. Seguridad y estabilidad: | ||||||||||||
Proporción de trabajadores(as) sin contrato de trabajo. | - | - | - | - | - | - | 39,7 | 40,2 | 39,9 | 57,0 | 57,3 | 57,1 |
Proporción de trabajadores(as) con contrato verbal. | 26,4 | 25,9 | 26,2 | 34,6 | 33,4 | 34,0 | 6,7 | 7,2 | 6,9 | 32,3 | 30,4 | 31,3 |
Proporción de trabajadores(as) contratados a través de terceros (tercerización). | 5,4 | 5,7 | 5,5 | 3,0 | 3,6 | 3,3 | 0,5 | 0,2 | 0,4 | 0,4 | 0,6 | 0,5 |
Proporción de trabajadores(as) con contrato sin prestaciones sociales (prima de navidad/servicios, derecho de cesantía, otros beneficios). | 38,3 | 37,6 | 37,9 | 38,6 | 37,7 | 38,2 | 13,4 | 13,8 | 13,6 | 34,6 | 32,7 | 33,6 |
Proporción de trabajadores(as) con empleo temporal. | 16,6 | 16,1 | 16,3 | 6,5 | 8,3 | 7,4 | 30,3 | 30,5 | 30,4 | 35,6 | 35,6 | 35,6 |
Proporción de trabajadores(as) con empleo inestable. | 11,5 | 11,1 | 11,3 | 6,7 | 6,9 | 6,8 | 20,6 | 20,9 | 20,7 | 31,1 | 30,5 | 30,8 |
Proporción de trabajadores(as) con varios empleadores (2 o más empleos). | 1,0 | 1,1 | 1,0 | 0,6 | 0,7 | 0,7 | 1,5 | 1,7 | 1,6 | 4,2 | 4,4 | 4,3 |
Promedio ponderado | 16,5 | 16,2 | 16,4 | 15,0 | 15,1 | 15,1 | 16,1 | 16,3 | 16,2 | 27,9 | 27,3 | 27,6 |
C. Seguridad y protección social: | ||||||||||||
Proporción de trabajadores(as) sin cotización, afiliación o beneficiario de salud (contributivo o subsidiado). | 2,7 | 2,9 | 2,8 | 1,7 | 1,1 | 1,4 | 2,9 | 2,8 | 2,8 | 3,9 | 4,7 | 4,3 |
Proporción de trabajadores(as) sin afiliación a pensión de vejez, invalidez o muerte. | 15,9 | 15,0 | 15,4 | 13,7 | 14,1 | 13,9 | 39,3 | 40,4 | 39,9 | 69,7 | 68,6 | 69,1 |
Proporción de trabajadores(as) sin afiliación a riesgos laborales (ARL). | 24,0 | 23,3 | 23,6 | 20,7 | 20,7 | 20,7 | 32,1 | 33,2 | 32,7 | 60,4 | 60,8 | 60,6 |
Promedio ponderado | 14,2 | 13,8 | 14,0 | 12,0 | 12,0 | 12,0 | 24,8 | 25,4 | 25,1 | 44,7 | 44,7 | 44,7 |
D. Condiciones de trabajo: | ||||||||||||
Proporción de trabajadores(as) que soportan problemas ambientales (aire, olores, frío, ruidos, temperatura, etc.). | 6,6 | 6,2 | 6,4 | 4,0 | 2,8 | 3,3 | 16,6 | 17,8 | 17,3 | 23,7 | 26,6 | 25,2 |
Proporción de trabajadores(as) que realizan trabajos que exigen mucho esfuerzo físico o mental. | 14,6 | 14,2 | 14,4 | 9,9 | 7,5 | 8,6 | 24,1 | 25,5 | 24,9 | 33,3 | 41,1 | 37,5 |
Proporción de trabajadores(as) que ejecutan trabajos en sitio al descubierto en la calle (ambulante y estacionario). | 1,0 | 1,3 | 1,2 | 0,9 | 0,4 | 0,6 | 5,0 | 5,1 | 5,1 | 2,0 | 2,2 | 2,1 |
Promedio ponderado | 7,4 | 7,2 | 7,3 | 4,9 | 3,6 | 4,2 | 15,3 | 16,1 | 15,7 | 19,7 | 23,3 | 21,6 |
E. Jornada de trabajo: | ||||||||||||
Proporción de trabajadores(as) con jornada de trabajo excesiva (más de 48 horas semanales). | 10,2 | 9,6 | 9,9 | 6,2 | 5,3 | 5,7 | 12,7 | 12,2 | 12,4 | 16,2 | 15,9 | 16,1 |
Proporción de trabajadores(as) sin vacaciones con sueldo. | 31,4 | 30,6 | 31,0 | 35,7 | 35,3 | 35,5 | 13,4 | 13,8 | 13,6 | 34,8 | 32,1 | 33,4 |
Proporción de trabajadores(as) con incompatibilidad del horario de trabajo con los compromisos y deberes familiares. | 6,9 | 7,1 | 7,0 | 3,3 | 3,4 | 3,3 | 6,0 | 6,0 | 6,0 | 6,4 | 8,4 | 7,4 |
Promedio ponderado | 8,5 | 8,3 | 8,4 | 4,7 | 4,4 | 4,5 | 9,4 | 9,1 | 9,2 | 11,3 | 12,2 | 11,8 |
F. Diálogo y representación social: | ||||||||||||
Proporción de trabajadores(as) sin afiliación a asociación gremial o sindical. | 96,7 | 97,0 | 96,9 | 98,6 | 98,5 | 98,6 | 99,2 | 99,1 | 99,1 | 98,4 | 98,8 | 98,6 |
Promedio ponderado | 96,7 | 97,0 | 96,9 | 98,6 | 98,5 | 98,6 | 99,2 | 99,1 | 99,1 | 98,4 | 98,8 | 98,6 |
Promedio ponderado total | 25,0 | 24,8 | 24,9 | 23,8 | 23,4 | 23,6 | 27,5 | 27,7 | 27,6 | 34,4 | 35,1 | 34,8 |
Fuente: Elaboración propia a partir de microdatos anonimizados de la GEIH (DANE, 2022).