En este estudio presentamos los primeros registros de elefante marino para Colombia, muy probablemente atribuidos a la especie elefante marino del sur Mirounga leonina Linnaeus, 1758. El elefante marino del sur es el pin-nípedo más grande con un marcado dimorfismo sexual y se distribuye típicamente en la región circumpolar y las aguas antárticas (Jefferson et al. 2015, Hindell 2018; Fig. 1). M. leonina permanece el 80 % de su tiempo en el mar y presenta dos migraciones anuales entre los sitios de alimentación y los de reproducción, relacionadas a la posmuda, entre diciembre y febrero, y la posreproducción, entre septiembre y octubre (Hindell 2018). Los elefantes marinos que llegaron a las playas del Pacífico colombiano (Figs. 1 y 2) fueron identificados de acuerdo con sus características morfológicas y por la época de su llegada a Colombia. El primer registro de M. leonina ocurrió en el Valle del Cauca en las playas de Piangüita (3°50' Norte, 77°11' Oeste) y de Magüipi (3°49' Norte, 77°11' Oeste; Fig. 1) del 23 al 25 de enero de 2018. El animal se identificó como un macho juvenil de M. leonina de 2 m de longitud. El elefante mostraba signos de agotamiento y estaba relativamente delgado (Fig. 2a). El 22 febrero de 2018, se reportó otro avistamiento de un juvenil más al norte en las playas de Guachalito en el Chocó (5°36' Norte, 77°27' Oeste; Fig. 1), ese mismo día el elefante regresó al mar y se perdió su rastro. Se presume que se trata del mismo animal debido a rasgos externos similares (Figs. 2a y 2b). Posteriormente, entre el 29 de diciembre de 2019 y 20 de enero de 2020 se reportó un grupo de tres elefantes marinos del sur en la desembocadura del río Yurumanguí en el Valle del Cauca (3°26' Norte, 77°27' Oeste; Fig. 1). El 3 de enero de 2020 se fotografió y filmó a uno de ellos, un macho subadulto (~ 3,5 m de longitud) en la playa de El Medio en la bocana del río Yurumanguí, cerca de la población de El Barranco. El animal tenía aparentemente una buena condición física (Figs. 2c y 2d). Los otros animales estaban en el mar y no se logró un registro fotográfico. Un reciente registro corresponde a la carcasa de un individuo subadulto (sexo no reconocido) en estado avanzado de descomposición encontrado en cercanías de la población de Guapi, en el río Guapi (2°27' Norte, 77°44' Oeste) el 8 de enero de 2021.
Los registros de elefante marino del sur presentados en este estudio son los más septentrionales para M. leonina después de uno reportado en La Ribera, Baja California, México, en septiembre de 2019 (Fig. 1, Elorriaga-Verplancken et al. 2020) y otro en la Isla de Taboga en el Golfo de Panamá en diciembre de 2016 (Fig. 1, Redwood y Félix 2018), con un gran desplazamiento que cubre una distancia total de 5000-8000 km desde su ámbito de distribución normal en el sur de Chile y la Antártida (Acevedo et al. 2016). Es importante anotar que en Ecuador hay varios reportes, en el Golfo de Guayaquil, se realizaron los primeros registros en 1998 y 2002 (Alava y Carvajal 2005), y más recientemente en el 2017, en Yaguachi y alrededores, un adulto macho en octubre y un subadulto macho en diciembre, y en el 2018, en Esmeraldas, un juvenil macho en enero y un adulto macho en febrero (Fig. 1, Páez-Rosas et al. 2018).
El elefante marino del sur puede ser confundido con el elefante marino del norte (M. angustirostris Gill, 1866) pero difieren principalmente en que el adulto macho de M. angustirostris tiene menor tamaño y posee una probóscide o proboscis más elongada que la especie del sur (Jefferson et al. 2015). Cuando aparecen individuos jóvenes o subadultos con la probóscide poco desarrollada, puede inferirse indirectamente la especie por estadios oceánicos migratorios (e.g. posreproducción y posmuda), pues estos estadios ocurren en diferentes periodos para las dos especies (Jefferson et al. 2015, Hindell 2018). Para el caso del elefante marino del sur, los avistamientos en Colombia dados entre diciembre y febrero, tomaron lugar después del periodo reproductivo que ocurre entre septiembre y octubre, y durante el periodo de posmuda que se da principalmente desde diciembre hasta febrero. Idealmente, la identificación de la especie se debería corroborar con análisis genéticos de muestras de tejidos, pero esto no se logró ejecutar para el presente trabajo, ni tampoco para los primeros casos reportados de esta especie en Ecuador (Alava y Carvajal 2005). El estudio de Elorriaga-Verplancken et al. (2020) logró confirmar a partir de análisis genéticos que el subadulto observado en septiembre de 2019 en Baja California pertenece a M. leonina. Esto puede corroborar positivamente que la especie reportada a lo largo del Pacifico Este es el elefante marino del sur.
Postulamos que el arribo del elefante marino del sur al Pacifico colombiano pudo deberse a la influencia de cambios ambientales en el océano y particularmente en la temperatura del mar, así como a cambios en el comportamiento de forrajeo y redistribución de esta especie en nuevos hábitats disponibles a lo largo del Pacifico tropical sureste. Es probable que El Niño-Oscilación del Sur (ENSO) en su fase de "La Niña" con anomalías negativas en la temperatura de la superficie del mar que osciló entre -1,5 °C y -0,5 °C en octubre de 2017 en el Pacífico Sudeste (Páez-Rosas et al. 2018) provocó los movimientos accidentales de los elefantes marinos hacia el norte de Sudamérica en el 2018. De manera similar, a finales de 2019, la presencia de una mancha de agua caliente que se dirigió desde el Océano Pacífico Sur al este de Nueva Zelandia hacia Sudamérica (Cornwall 2019) podría haber influenciado la redistribución de sus presas (calamares y peces mictófidos) y el nicho ecológico (i.e., disponibilidad de hábitat) de esta especie ocasionado su arribo en 2019-2020 a Colombia. Estos avistamientos son el primer registro de un fócido para el Pacífico colombiano. En caso de avistamiento de este tipo de animales en playas o rocas, se recomienda dejarlos tranquilos y no intentar llevarlos al mar, pues generalmente su llegada a la costa es debido a búsqueda de un sitio para reposo y descanso.