Introducción
Las invasiones biológicas y la destrucción del hábitat son los factores de cambio ambiental con mayor impacto sobre la biodiversidad, la conservación de los ecosistemas y sus servicios ambientales (Millennium Ecosystem Assessment, 2005; Hapca, 2011; IPBES, 2019). En las últimas décadas, las invasiones biológicas han recibido cada vez mayor atención y se han logrado avances importantes en la comprensión del impacto de las especies foráneas (Kumschick, et al., 2015; Courchamp, et al., 2017).
Las especies foráneas o no nativas, también llamadas "exóticas" o "introducidas", son aquellas cuya presencia en una región es atribuible a acciones humanas que les han permitido superar las barreras de su dispersión natural y cuyo impacto en el ecosistema receptor depende de su capacidad invasiva (Russell & Blackburn, 2017). Estos mismos autores sostienen que las especies invasoras son el subconjunto de especies exóticas que se considera de impacto negativo, en general. Sin embargo, no todas las especies exóticas son invasoras, por lo que es fundamental determinar las especificidades que las caracterizan (Courchamp, et al., 2017).
La agricultura es considerada como el principal medio por el que muchas especies de plantas han sido introducidas fuera de su rango natural, ya sea de manera intencional o involuntaria (Baptiste, et al., 2010; Hapca, 2011). Actualmente la influencia de las plantas invasoras alrededor del mundo es cada vez más notoria y se ha convertido en un problema de carácter local y global (Early, et al., 2016). Se ha estimado que aproximadamente 13.186 especies de plantas han sido introducidas en cerca de 843 regiones del mundo, aunque las zonas tropicales aparecen como las menos afectadas (Kleunen, et al., 2015). Sin embargo, en las últimas cinco décadas, en Suramérica se han identificado varias invasiones biológicas atribuidas a las profundas modificaciones del uso de la tierra, así como a la degradación y la destrucción de las comunidades vegetales en los países de esta región (Gardener, et al., 2012). Esta situación se evidencia en Colombia en ecosistemas alterados debido a este fenómeno (Gutiérrez, 2006; Andrade & Castro, 2012).
Para hacer frente a esta problemática, en el país se han definido políticas y estrategias que han permitido reconocer especies exóticas como invasoras y sus efectos sobre el ecosistema receptor, así como la importancia de su manejo y control (Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial - MAVDT, 2010). El análisis de riesgo de invasión de plantas exóticas o trasplantadas registradas en diferentes biomas y ecosistemas ha permitido la categorización de 72 especies con alto riesgo de invasión en Colombia (Cárdenas, et al., 2010; Cárdenas, et al., 2011; García-Duque, et al., 2016).
Cárdenas, et al. (2017), sin embargo, señalan que hay vacíos de información en los inventarios de algunas zonas del país, por lo que el número de plantas exóticas puede ser mayor; en ese sentido destacan la importancia de adelantar una adecuada gestión e investigación de las especies exóticas que proporcione información local para la prevención, manejo y control de las invasoras.
Debido al interés público y ambiental por todo tipo de especies invasoras, la atención de muchos científicos de la ciencia de las malezas se ha desplazado en las dos últimas décadas de las especies dominantes y su control a las especies de plantas invasoras en los agroecosistemas (Zimdahl & Brown, 2013). En estos, que son hábitats altamente artificiales, pobres en especies, ambientalmente homogéneos y con patrones de perturbación predecibles (Weber, 2003), las plantas exóticas pueden ser el resultado de filtración de especies de la flora del paisaje regional (Poggio, 2012), cuya presencia, al igual que la de las malezas comunes, afectaría la productividad por la competencia que generan y porque su control y manejo implica un incremento en los costos de producción (Bentivegna & Fernández, 2010). No obstante, la mayor preocupación por la presencia de estas especies es la amenaza que constituyen para la biodiversidad, dado que pueden escapar del cultivo (fugas) e instalarse en ambientes naturales (Cárdenas, et al., 2010) que, siendo hábitats ambientalmente heterogéneos, influyen en mayor medida en el patrón y ritmo de propagación de las especies invasoras (O'Reilly-Nugent, et al., 2016) que, según Weber (2003), pasan a convertirse en malezas ambientales.
Se reconocen como malezas ambientales las plantas invasoras que se extienden en zonas naturales donde no son deseadas y pueden tener efectos adversos en la biodiversidad, el funcionamiento de los ecosistemas o la economía (Weber, 2003). Incluyen especies introducidas, así como otras nativas que se han extendido más allá de su área de distribución natural anterior, producen semillas prolíficas y se establecen fácilmente en otros ecosistemas como matorrales, cursos de agua y pastizales nativos (White, et al., 2018).
En este contexto, se ha determinado la presencia de especies no nativas y otras de origen desconocido (Quintero-Pertuz, et al, 2020) en la comunidad de malezas asociada a los cultivos de banano en Magdalena, conformada mayoritariamente por especies herbáceas nativas. Teniendo en cuenta que las malezas introducidas tienen características comunes con plantas colonizadoras exitosas y que representan un riesgo para la productividad del cultivo y la biodiversidad, el objetivo del presente trabajo fue evaluar el riesgo de invasión de las plantas introducidas asociadas a estos sistemas agrícolas para la detección temprana de las potencialmente riesgosas por su 'invasividad', respondiendo a las siguientes preguntas: ¿cuáles son las especies introducidas? y ¿cuál sería su nivel de riesgo de invasión? Los resultados obtenidos aportan información local sobre el nivel de riesgo de invasión de malezas introducidas en plantaciones bananeras, lo que resulta útil para definir planes de manejo integrado de prevención y monitoreo de las especies con alto riesgo de invasión aquí reportadas.
Materiales y métodos
Area de estudio
Se tuvo en cuenta el inventario de la flora asociada a cultivos de banano del Magdalena realizado por Quintero-Pertuz, et al. (2020), cuyas muestras, depositadas bajo la serie E. Carbonó & I. Quintero en el herbario UTMC de la Universidad del Magdalena, fueron revisadas. Las zonas de producción bananera del departamento abarcan un área aproximada de 16.000 hectáreas (AUGURA, 2020) distribuidas en la zona costera, el borde de la Ciénaga Grande y las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta (SNSM) en los municipios de Ciénaga, Zona Bananera, Retén, Aracataca, Fundación y en el norte del distrito de Santa Marta (Figura 1). Además de banano, en estos municipios hay plantaciones de palma de aceite, arroz, cítricos, mango y café, este último con importante presencia en la SNSM, escenario de una considerable biodiversidad terrestre (Alvear, et al., 2015) y una amplia oferta de servicios ambientales como la regulación hídrica, vital para el desarrollo económico y social de la región (CORPAMAG, 2013).
Identificación de plantas introducidas
A partir del inventario de Quintero-Pertuz, et al. (2020) y mediante la consulta bibliográfica de trabajos de especies invasoras en Colombia (Cárdenas, et al., 2010; Cárdenas, et al., 2011; García-Duque, et al., 2016; Cárdenas, et al., 2017) y las bases de datos de Bernal, et al. (2019) (http://catalogoplantasdecolombia.unal.edu.co/es/) de Tropicos (2020) (http://www.tropicos.org/), de The Global Biodiversity Information Facility-GBIF (2021) (https://www.gbif.org/) y del Centre for Agricultural Bioscience International - CABI (2020) (http://www.cabi.org/isc), se determinaron aquellas especies no nativas o introducidas al país con origen reconocido en otros continente diferentes a América. La información taxonómica se actualizó con base en el sistema de clasificación del Angiosperm Phylogeny Group - APG IV (2016) y para la nomenclatura se consultaron las bases de Bernal, et al. (2019) y Tropicos (2020) (http://www.tropicos.org/).
Categorización del nivel de riesgo de invasión de las especies introducidas
Se hizo un análisis del riesgo de establecimiento e invasión de las especies determinadas como introducidas utilizando la herramienta I3N propuesta por Zalba & Ziller (2008) para plantas en América Latina. Esta metodología permite definir categorías de invasión a partir de 28 criterios (preguntas) relacionados con el riesgo de establecimiento o invasión, el impacto potencial y la dificultad de control o erradicación en el ecosistema receptor. Las respuestas a las preguntas sobre cada especie se registraron en una plantilla predeterminada en Excel, elaborada y facilitada por Zalba & Ziller (2008). Las preguntas tienen en cuenta los reportes previos de invasión y el ajuste climático, además de los aspectos de la biología de la especie como la capacidad de establecer poblaciones a partir de pocos individuos, la propagación vegetativa y de producción de compuestos alelopáticos, sin dejar de lado la producción de semillas, entre otros caracteres. También se consideran las características de la especie en cuanto a su tolerancia a los incendios, su afectación de la economía y la salud humana y los usos tradicionales del suelo, así como temas referentes a la facilidad de control de la especie (Cárdenas, et al., 2010).
La metodología I3N (Zalba & Ziller, 2008) establece que la suma de los puntajes correspondientes a cada pregunta indica el riesgo asociado a la especie evaluada y define cuatro categorías de riesgo de invasión, así: alto (valores entre 5,01 y 10,0), moderado (valores entre 3,01 y 4,50), bajo (valores entre 1,0 y 3,0) y que requiere mayor análisis (valores entre 4,56 y 5,0). Asimismo, con la metodología se determina un valor de incertidumbre que permite conocer el nivel de desconocimiento sobre una especie y tomar la decisión de aceptar o no la categorización final. Se sugiere que las especies con nivel de incertidumbre (NI) menor de 15 presentan un alto grado de confiabilidad, en tanto que no deben considerarse niveles de incertidumbre superiores a 15, los cuales deben registrarse en la categoría de aquellas que requieren mayor análisis (Baptiste, et al., 2010). Después del análisis de resultados se presenta el listado de las especies introducidas y categorizadas según el nivel de riesgo de invasión.
Resultados
Identificación de plantas introducidas
Se constató que de las 204 especies de malezas registradas en el inventario de Quintero-Pertuz, et al. (2020), 31 eran introducidas (Tabla 1) y se agrupaban en 24 géneros y 10 familias. Las familias con mayor representación fueron Poaceae (14 especies), Asteraceae (4), Rubiaceae (3), y Amaranthaceae, Curcubitaceae y Cyperaceae, con dos especies cada una, en tanto que cuatro familias estuvieron representadas solamente por una especie (Tabla 1). Los géneros que presentaron mayor número de especies introducidas fueron Oldenlandia, con tres especies, Emilia, Cyperus, Cynodon, Digitaria y Eragrostis, con dos especies cada uno, en tanto que 18 géneros estuvieron representados por una sola especie (Tabla 1).
Familia | Especie | Origen | RI | NR | NI (%) |
---|---|---|---|---|---|
Cyperaceae | Cyperus rotundus L.* | África y Eurasia | 7,09 | Alto | 0 |
Poaceae | Cynodon dactylon (L.) Pers. | África | 7,09 | Alto | 0 |
Poaceae | Cynodon nlemfuensis Vanderyst. | África | 6,97 | Alto | 0 |
Asteraceae | Cyanthillium cinereum (L.) H. Rob.* | África, Asia y Australia | 6,67 | Alto | 0 |
Commelinaceae | Murdannia nudiflora (L.) Brenan* | Asia tropical y subtropical | 6,61 | Alto | 0 |
Poaceae | Bothriochloa pertusa (L.) A.Camus* | Asia | 6,61 | Alto | 0 |
Poaceae | Dactyloctenium aegyptium (L.) Willd.* | Trópico del Viejo Mundo | 6,61 | Alto | 0 |
Poaceae | Megathyrsus maximus (Jacq.) B.K. Simon & S.W.L. Jacobs | África | 6,61 | Alto | 0 |
Poaceae | Eleusine indica (L.) Gaerth.* | África | 6,55 | Alto | 0 |
Poaceae | Urochloa distachya (L.) T.Q.Nguyen* | Asia tropical | 6,5 | Alto | 3,45 |
Acanthaceae | Thunbergia fragans Roxb* | India, sureste de Asia | 6,44 | Alto | 3,45 |
Cucurbitaceae | Momordica charantia L. | África y Australia | 6,24 | Alto | 0 |
Amaranthaceae | Achyranthes aspera L.* | Trópico y subtrópico del Viejo Mundo | 6,12 | Alto | 0 |
Poaceae | Rottboellia cochinchinensis (Lour.) Clayton | Trópico del Viejo Mundo | 5,94 | Alto | 0 |
Amaranthaceae | Cyathula prostrata (L.) Blume* | África, Asia y Australia | 5,88 | Alto | 0 |
Poaceae | Digitaria bicornis (Lam.) Roem. & Schult.* | Asia tropical | 5,68 | Alto | 6,9 |
Myrtaceae | Syzygyum jambos (L.) Alston* | Asia sudoriental | 5,64 | Alto | 0 |
Fabaceae | Alysicarpus vaginalis (L.) DC.* | África, Asia, Malasia y Australia | 5,52 | Alto | 0 |
Cyperaceae | Cyperus iria L.* | Asia, sur de Australia y oeste de la India | 5,52 | Alto | 0 |
Poaceae | Panicum antidotale Retz.* | India y Asia | 5,48 | Alto | 6,9 |
Asteraceae | Eclipta prostrata (L.) L.* | Asia | 5,45 | Alto | 0 |
Poaceae | Echinochloa colona (L.) Link* | Asia tropical y subtropical | 5,45 | Alto | 0 |
Poaceae | Digitaria sanguinalis (L.) Scop.* | Europa | 5,44 | Alto | 3,45 |
Cucurbitaceae | Lagenaria siceraria (Molina) Standl.* | África | 5,39 | Alto | 0 |
Asteraceae | Emilia coccinea (Sims) G. Don. | África | 4,56 | Moderado | 3,45 |
Asteraceae | Emilia sonchifolia (L.) DC. | China y Asia sudoriental | 4,48 | Moderado | 0 |
Poaceae | Eragrostis tenella (L.) Roem. & Schult. | China, India | 4,13 | Moderado | 3,45 |
Rubiaceae | Oldenlandia corymbosa L. | África | 5,11 | Requiere mayor análisis | 20,69 |
Rubiaceae | Oldenlandia lancifolia (Schumach.) DC. | África | 4,89 | Requiere mayor análisis | 20,69 |
Poaceae | Eragrostis ciliaris (L.) R. Br. | África tropical y subtropical | 4,79 | Requiere mayor análisis | 17,24 |
Rubiaceae | Oldenlandia umbellata L. | África e India | 3,54 | Requiere mayor análisis | 24,14 |
RI: riesgo de invasión; NR: nivel del riego; NI: nivel de incertidumbre. *Indica nuevos registros de plantas introducidas con alto nivel de riesgo de invasión en Colombia
Categorización del nivel de riesgo de invasión de las especies introducidas
De las 31 especies de plantas introducidas evaluadas, 24 se categorizaron con riesgo alto de invasión y un nivel de incertidumbre (NI) entre 0 y 6,9; tres con riesgo moderado y un NI entre 0 y 3,45, y cuatro requerían un mayor análisis al presentar un NI mayor que 15; ninguna especie fue categorizada en riesgo bajo (Tabla 1). Las evaluaciones de las especies con NI menores que 15 evidenciaron un alto grado de confiabilidad, en tanto que las cuatro especies con NI mayor que 15 requerían mayor análisis por no tenerse suficiente información reportada en las diferentes fuentes bibliográficas; 19 de las especies (Tabla 1) constituyen un primer reporte de malezas introducidas con alto riesgo de invasión en el departamento del Magdalena e, incluso, en Colombia.
Discusión
Plantas introducidas e invasoras
La categorización de 24 especies introducidas con alto riesgo de invasión entre las 31 evaluadas en este estudio respalda el argumento de Quintero-Pertuz, et al. (2020) de que no se debe subestimar la presencia de las malezas no nativas asociadas a las plantaciones bananeras del Magdalena, así como la importancia de mantener la precaución ante la presencia de especies introducidas. Según Capdevilla-Argüelles, et al. (2006), este principio de precaución en el caso de las invasiones biológicas debe adoptarse asumiendo que todas las especies exóticas son sospechosas de ser invasoras hasta que pruebas fehacientes demuestren lo contrario. Es decir, que la falta de certeza científica acerca de las diversas consecuencias de una invasión no debería utilizarse como razón para aplazar o no adoptar medidas adecuadas de erradicación, contención y control (Convention on Biological Diversity - COP, 2000).
Seis de las 24 especies categorizadas con riesgo de invasión alto se encuentran entre las 18 malezas invasoras más importantes del mundo (Holm, et al., 1977; Randall, 2017; CABI, 2020): Cyperus rotundus (Cyperaceae), Cynodon dactylon, Eleusine indica, Rottboellia cochinchinensis, Echinochloa colona y Digitaria sanguinalis (todas Poaceae). De estas, C. dactylon y R. cochinchinensis, junto con Cynodon nlemfuensis y Megathyrsus maximus (ambas Poaceae), hacen parte de las 42 especies confirmadas y registradas con riesgo de invasión alto en Colombia (Baptiste, et al., 2010) a partir de un análisis de riesgo de invasión realizado a 84 de las 597 especies de plantas introducidas registradas en Colombia (Cárdenas, et al., 2010; Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, 2021).
Otra de las especies analizadas en nuestro estudio y registrada anteriormente con alto riesgo de invasión fue Momordica charantia (Cucurbitaceae) (García-Duque, et al., 2016). Cabe resaltar que Thunbergia fragrans, Achyranthes aspera, Cyathula prostrata, Cyanthillium cinereum, Eclipta prostrata, Alysicarpus vaginalis, Syzygium jambos, Murdannia nudiflora, Lagenaria siceraria, Cyperus rotundus, Cyperus iria, Bothriochloa pertusa, Dactyloctenium aegyptium, Eleusine indica, Urochloa distachya, Digitaria bicornis, Panicum antidotale, Echinochloa colona y Digitaria sanguinalis, analizadas en nuestro estudio, no figuran entre los registros obtenidos hasta la fecha en Colombia, por lo tanto, constituyen nuevos registros de plantas introducidas con alto riesgo de invasión en el departamento y en el país. Estas especies se encuentran reportadas como plantas invasoras en varios países en las regiones tropicales y subtropicales de América y en islas del Caribe y del Pacífico (CABI, 2020; Tropicos, 2020).
Syzygium jambos (Myrtaceae), Eleusine indica (Poaceae) y Lagenaria siceraria (Cucurbitaceae) se habían reportado con riesgo moderado de invasión en Colombia (Cárdenas, et al., 2010; García-Duque, et al., 2016). Es posible que esta diferencia con nuestros resultados se deba a una mayor disponibilidad de información sobre ellas en la actualidad, especialmente lo relacionado con nuevos registros como especies introducidas e invasoras en otras partes del mundo (GBIF, 2021), y a la dificultad de su control por la resistencia a herbicidas, como es el caso de E. indica (Plaza, et al., 2021).
De las 24 especies con nivel de riesgo de invasión alto, 12 son de la familia Poaceae, muchos de cuyos taxones son dominantes en una gran variedad de ecosistemas, incluidos los agrícolas (Biganzoli & Zuloaga, 2015; Randall, 2017). De las especies invasoras reportadas por Cárdenas, et al. (2010, 2011), la mayoría pertenece a las familias Asteraceae, Poaceae y Fabaceae. Por su parte, García-Duque, et al. (2016), quienes elaboraron un listado de 243 especies de plantas introducidas y potencialmente invasoras en el altiplano del Oriente Antioqueño, reportaron las familias Fabaceae, Poaceae, Solanaceae y Asteraceae como las más representadas en los diferentes municipios.
Según Giraldo-Cañas (2010), la amplia adaptación ecológica que presentan las más de 10.000 especies de Poaceae se debe a las diferencias en su fisiología, bioquímica, anatomía, ultra-estructura y requerimientos ambientales, lo que les otorga un alto potencial de invasión, pues favorece su rápido crecimiento y propagación vegetativa, permitiéndoles colonizar rápidamente nuevas áreas (Cárdenas, et al., 2011). La mayoría de las gramíneas reportadas en este estudio con riesgo de invasión alto posee atributos como la capacidad de propagarse vegetativamente por medio de rizomas y estolones y sus semillas, que se producen en gran número, son de tamaño pequeño y fáciles de dispersar por el viento y los animales y que, además, pueden aumentar su viabilidad en nuevos sitios de colonización, lo que sumado a la vía fotosintética C4 que presentan, favorece su invasividad (Giraldo-Cañas & Baptiste, 2017).
Por su parte las Asteraceae, representadas en este estudio por dos especies con nivel de riesgo de invasión alto (Cyanthilium cinereum y Eclipta prostrata) y dos con riesgo moderado (Emilia coccinea y E. sonchifolia), se caracterizan por su amplia distribución a nivel global y su presencia en varios sistemas productivos (Al Farishy & Salamah, 2021).
Las especies de esta familia tienen una tasa de crecimiento foliar rápido, incluso en condiciones de sequía, producen gran cantidad de semillas que se dispersan por diferentes mecanismos, lo que las convierte en plantas problema (Sosa-Madrazo, et al., 2011). De hecho, actualmente C. cinereum se considera invasora en muchas islas del océano Pacífico, Nueva Zelanda, Singapur, Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Islas Galápagos, Cuba, Puerto Rico y las Islas Vírgenes, y E. prostrata se señala como maleza problemática en varios cultivos (CABI, 2020).
En el caso de la familia Cyperaceae, representada en este estudio por las especies Cyperus rotundus y C. iria, de alto nivel de riesgo de invasión, se caracteriza porque varias de sus especies son nocivas, ya que pueden crecer en diversos entornos y competir con los cultivos (Tajkia, et al., 2018). C. rotundus ha sido considerada como la maleza número uno entre las peores del mundo y ha sido reportada en más de 90 países donde crece rápidamente e infesta más de 50 cultivos diferentes (Holm, et al., 1977).
Se destaca la presencia de M. nudiflora (Commelinaceae), que ha sido reportada como la cuarta con mayor índice de importancia y muy frecuente en las plantaciones de banano del Magdalena (Quintero-Pertuz, et al., 2021). La capacidad de M. nudiflora de propagarse por semillas y vegetativamente le confiere características de planta invasora; de hecho, se cataloga como una maleza muy competitiva que puede invadir espacios abiertos en tierras agrícolas y no agrícolas, y crece formando rodales densos que sofocan todas las demás especies de plantas, incluidas las nativas (CABI, 2020).
Aunque las especies categorizadas con riesgo alto de invasión requieren mayor atención, no se debe descuidar a las categorizadas con riesgo moderado, como E. coccinea, E. sonchifolia (Asteraceae) y Eragrostis tenella (Poaceae), debido a que pueden naturalizarse en la zona y competir con especies nativas. Por ejemplo, E. coccinea se comporta como una maleza ambiental y agrícola que por su ritmo de crecimiento tiene el potencial de colonizar rápidamente áreas alteradas, terrenos baldíos, jardines, bordes de bosques, pastos, tierras cultivadas activas y abandonadas, bordes de caminos, matorrales secos y riberas de ríos; está adaptada para crecer en una amplia gama de condiciones ambientales y tiene semillas que son dispersadas por el viento, características que pueden facilitar su propagación a nuevos hábitats; de hecho, está catalogada como invasora en Hawái, República Dominicana y Nueva Caledonia (Rojas-Sandoval, 2020). Por su parte, E. sonchifolia es maleza en varios cultivos y se ha demostrado que reduce los rendimientos y actúa como reservorio de patógenos de los cultivos; actualmente está catalogada como invasora en India, México, Brasil, Paraguay, Costa Rica, Galápagos, Puerto Rico, Islas Vírgenes, República Dominicana, Trinidad y Tobago, Madeira, Hawái y en muchas otras islas del océano Pacífico (Rojas-Sandoval, 2018).
Es muy probable que la introducción de las especies exóticas en la zona de estudio sea intencional, producto de actividades humanas como la ganadería y la agricultura, que representan las principales fuentes de ingresos para la región (Lombana, et al., 2012). La ganadería bovina tradicional en el Magdalena, que se ha desarrollado en la zonas centro y norte del departamento (Gobernación del Magdalena, 2019), explicaría la presencia de un mayor número de especies de gramíneas introducidas por su uso como pasto y forraje; entre estas se destacan B. pertusa (Colosuana), C. nlemfuensis (Estrella) y M. maximus (Guinea o India) como las predominantes en los potreros de la región (Piñeros & Mora, 2014; DANE, 2020), de donde probablemente se filtraron a las plantaciones de banano.
El hecho de que el mayor número de especies introducidas sean gramíneas concuerda con lo reportado en diferentes países donde la introducción se ha efectuado con el objetivo comercial de producir forraje o crear campos deportivos, entre otros (Mathews, 2005; Giraldo-Cañas, 2010; Biganzoli & Zuloaga, 2015).
Según Linder, et al. (2017), las gramíneas pueden desplazar de su hábitat natural a otras especies menos competitivas, lo cual resulta de la combinación de una dispersión eficaz a larga distancia, una biología de establecimiento eficaz, flexibilidad ecológica, resistencia a las perturbaciones y la capacidad de modificar los entornos cambiando regímenes de incendios y la herbivoría, por lo que sus poblaciones en un agroecosistema deben ser monitoreadas.
Se pudo determinar que los criterios que más contribuyeron al nivel de riesgo de la mayoría de las especies evaluadas fueron los relacionados con el riesgo de establecimiento o invasión. Este factor contempla características de la especie asociadas con antecedentes de invasión, ajuste climático, amplitud ecológica, capacidad de establecimiento, velocidad de crecimiento y maduración, reproducción vegetativa, producción de semillas y dispersión. Según Zimdahl & Brown (2013), estas son características de especies invasoras exitosas que les permiten extenderse a nuevas áreas y superar la vegetación nativa. En este sentido, se debe evaluar la distribución potencial de las especies con alto riesgo de invasión para determinar los ambientes donde pueden estar presentes y en los que posiblemente estarán en el futuro en el Magdalena, así como determinar su presencia en los ecosistemas aledaños al cultivo para corroborar su condición invasora, lo que sería un insumo clave para alertas tempranas.
Conclusiones
Estos resultados brindan información local sobre el nivel de riesgo de invasión de malezas introducidas asociadas a las plantaciones bananeras que puede ser útil para definir planes de manejo integrado como estrategia fundamental para la prevención y monitoreo de las especies con riesgo alto de invasión aquí reportadas y evitar su distribución y su impacto tanto en las plantaciones de banano como en otros ecosistemas del departamento, es decir, su conversión en malezas ambientales. Se sugiere, como medida preventiva, hacer el análisis de riesgo de especies naturalizadas y nativas trasplantadas, ya que hay algunas que han sido reportadas a nivel mundial como invasoras.