Introducción
Esta reflexión surge de la investigación titulada El sector Antiguo de Tunja Historia Urbana y patrimonio material, adelantada entre 2014 y 2020, y cuyo objetivo central fue estudiar las tensiones urbanas entre la modernización de la ciudad, en transformación en contraste con el espacio urbano heredado, presente en el sector antiguo de la ciudad entre 1951 y 1979. En este sentido, la presente reflexión hace énfasis en las tensiones urbanas que se manifestaron en el espacio urbano heredado, que surgieron de la estructura simbólica y urbana del orden colonial, en contraste con los ideales del periodo republicano que originaron la manifestación de un espacio urbano polivalente a finales de la primera mitad del siglo XX, conformado por las tensiones que surgieron entre nuevos valores y funciones urbanas, en contraposición con los significados históricamente heredados. La hipótesis de trabajo afirma que los cambios y las prevalencias materiales que se manifestaron en la ciudad de Tunja tuvieron la incidencia de las fuerzas y los sistemas urbanos de una modernización adelantada por sectores gubernamentales, sociales, culturales, y populares, que proyectaron en la forma urbana y tipologías arquitectónicas, intereses sectoriales que determinaron el devenir del espacio históricamente materializado. La investigación se desarrolló en la Facultad de Educación, en el Doctorado en Historia de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).
El estudio de la ciudad y del espacio urbano heredado del sector antiguo de Tunja se abordó desde el enfoque de la historia urbana y cultural en una tradición con énfasis en los debates sobre la cuestión por definir qué sentido tenía para la cultura urbana de la década de 1970 ser y estar en su presente, pregunta que surgió en un contexto urbano que se caracterizó por la búsqueda de una identidad regional entre las tensiones sobre lo que significaba y se mantenía en el recuerdo frente a aquello que dejaba de significar y quedaba sumergido en el olvido, y visible, en uno y otro caso, en las representaciones materiales que eran significantes para las culturas urbanas latinoamericanas.
En este contexto, una primera tendencia de discusión está representada por estudios generales, de los cuales los títulos El proceso de urbanización en América Latina, de Jorge Enrique Hardoy (1974), y Latinoamérica, la ciudad y las ideas, de José Luis Romero (1975), instauraron la discusión sobre aquello que se mantenía pasivo en las ciudades frente a aquello que permanecía activo por fuerzas urbanas capitalistas y movimientos poblacionales, que incidieron en una expansión urbana sin precedentes, característica que emergió como rasgo distintivo para comprender la ciudad. Igualmente, los trabajos América Latina en su arquitectura, de Roberto Segre (1975), y Las ciudades de América Latina y sus áreas de influencia a través de la historia, de Jorge Enrique Hardoy y Richard Schaedel (1975), aportaron al conocimiento del espacio urbano latinoamericano, con el estudio de las prevalencias, las transiciones y los cambios que caracterizaron el proceso de urbanización de América Latina a través del tiempo desde sus orígenes.
Posteriormente, los títulos Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica, de Ramón C. Gutiérrez (1984), y más recientemente, Entre libros de Historia Urbana, para una historiografía de la ciudad y el urbanismo, de Arturo Almandoz (2008); Ciudad y Arquitectura. Seis generaciones que hicieron la América latina moderna, de Silvia Arango Cardinal (2012), y La aventura de la historia urbana, ensayo del historiador German Rodrigo Mejía Pavony (2013), presentan una visión de conjunto, en la cual el debate por definir el sentido de la identidad latinoamericana, ha primado la dimensión social de la ciudad, y el cual se estudian, desde las fuerzas urbanas, los actores sociales y sus intereses, con perspectivas de estudio que han permitido diversificar los enfoques de análisis sobre el espacio latinoamericano históricamente construido y dilucidar diálogos interdisciplinares entre la historia, el urbanismo y la arquitectura. En Colombia, el título Historia de la arquitectura en Colombia, de Silvia Arango Cardinal (1989), instauró los precedentes de una historia generacional que aportó, desde su aparición, una visión en la cual las representaciones y el estudio de los contextos políticos, sociales, académicos y culturales, expresaron un avance significativo para el conocimiento y el estudio de la ciudad colombiana; de ahí su importancia para la historiografía nacional.
Una segunda tendencia sobre estudios de caso en Colombia se encuentra en Bogotá fragmentada, de Pérgolis (1998), y Estación plaza de Bolívar, de Pérgolis (2000), sobre la incorporación de originales aproximaciones al estudio de la ciudad que se enriquecen y se complejizan, a través de los diálogos interdisciplinares y transdisciplinares de la arquitectura con la historia y el psicoanálisis, en una línea de estudios en la cual Los años del cambio. Historia urbana de Bogotá 1819-1919, de Mejía (2000), y La carrera de la Modernidad. Construcción de la carrera décima Bogotá (1945-1960), de Carlos Niño Murcia y Sandra Reina, (2014), han sido determinantes para la historiografía nacional y el conocimiento de nuestra memoria urbana y cultural, con una visión de contexto que está en constante tensión, frente a la fragmentación del conocimiento y las visiones sectoriales de la ciudad, que aún están presentes en espacios académicos y de congresos de arquitectura, que usualmente distorsionan a la ciudad como objeto de estudio.
A efectos de esta reflexión, en esta línea de pensamiento, en Tunja son determinantes: Tunja y sus vecinos, de Vicenta Cortés, (1985); Tunja ciudad y poder en el siglo XVII, del historiador Luis Eduardo Wiesner (2008); Los fundadores de Tunja. Genealogías, de Magdalena Corradine (2008), y La ciudad indiana, capítulo de libro, de Jacques Aprile, (1990), en línea con una tradición de pensamiento sobre la ciudad del orden colonial y el debate por determinar los factores que incidieron en el emplazamiento y la ubicación material de los moradores de Tunja, y que se analizan desde las familias, el poder, sus genealogías y los contextos urbanos, respectivamente. Estos trabajos se complementan con el título La arquitectura en Tunja, del arquitecto Alberto Corradine (1990), que presenta una historia de la arquitectura y de la ciudad a través del tiempo, desde sus técnicas constructivas y sus características espaciales. De igual manera, entre los estudios académicos Transformaciones urbanísticas del centro histórico de Tunja Colombia: 16232008, tesis doctoral de la arquitecta Lida Buitrago (2008), que presenta el desarrollo urbanístico de la ciudad, y la colección Tunja siglo XX, de Adriana Hidalgo, que destaca para este estudio los títulos: Primera modernización, Aniversarios y Obras públicas (1905-1939) y Tunja: transformación urbana a partir de la vivienda obrera (1940-1957), sobre historia urbanística de Tunja, son referentes sobre los debates académicos, sobre los modelos de desarrollo de la ciudad en el tiempo y sobre perspectivas de interpretación.
De esta manera, el desarrollo de esta reflexión tiene interés en dar respuesta a la pregunta: ¿Cuáles fueron los contextos de las tensiones entre el orden urbano republicano, en contraste con el simbolismo del orden colonial, representado en el espacio urbano heredado presente en la primera mitad del siglo XX en Tunja? Para este fin, el trabajo propone inicialmente presentar los contextos que incidieron en la conformación del espacio urbano del orden colonial y, posteriormente, determinar las principales tensiones urbanas que se manifestaron en contraste con el nuevo orden republicano establecido, para concluir con los aspectos que determinaron la conformación de un paisaje urbano polivalente conformado por nuevas funciones y los nuevos valores simbólicos que caracterizaron la memoria cultural en la ciudad a finales de la primera mitad del siglo XX.
Perspectivas de análisis conceptual
Teóricamente se ha definido la ciudad, desde su complejidad, como un espacio urbano históricamente representado de construcción social donde se articulan las relaciones de una cultura urbana. Esto se deduce a partir de Germán Mejía y su visión de la ciudad como un nudo de relaciones sociales, que al espacializarse da forma a un lugar humanamente construido (2000, p. 16), y de Arturo Almandoz, quien afirma de la ciudad que es una manifestación, de gran complejidad espacial y social (2008, p. 28).
Para el estudio del espacio urbano se incorpora el concepto de modernización, cuya significación se asume como una variable independiente y una manifestación de cambio, que incide dialécticamente sobre lo antiguo o lo precedente, y que se asume como una variable dependiente cuya definición se hace por rupturas y contrastes con el pasado. Esta perspectiva surge de una tradición de pensamiento representada en Le Goff (1982), y el título Pensar la historia, del cual se abstraen los conceptos de modernización equilibrada, y a tientas, que en este estudio se denomina selectiva, haciendo énfasis en la modernización conflictiva que caracterizó las tensiones del espacio urbano en el periodo objeto de estudio. Adicionalmente, cabe mencionar a Pérgolis (2013) y el título El deseo de la modernidad en la ciudad republicana, del cual se incorpora la perspectiva del imaginario cultural, que manifestó un anhelo y un deseo de reacción frente a lo tradicional.
Relacionado con lo anterior, la correspondencia de lo nuevo y lo antiguo se visualiza desde las tensiones históricas, que se entienden como divergencias (cambios de paradigmas) que inciden sobre convergencias (paradigmas establecidos), en un tiempo y un espacio determinados, a través de fuerzas de ruptura, cambio y revolución. Lo anterior se expone en el contexto del pensamiento de Kunt (1982), y del título La tensión esencial, que se complementa con Pérgolis y Rodríguez (2017) y el trabajo intitulado Imaginarios y representaciones, Bogotá 1950-2000. Forma Urbana y vida cotidiana, y el énfasis de aquellas imágenes síntesis, presentes en fuentes visuales que contienen las huellas de información que surgen como principal fuente para esta reflexión, y desde las cuales emerge la memoria urbana de la ciudad que se asume desde la perspectiva de Burke (2011), citado por Acuña (2020, p. 3), cuya referencia implica reconocer una memoria cultural que alude a ciertas conmemoraciones, ciertos lugares y ciertos procesos dando cuenta de un archivo o un repertorio de símbolos, imágenes y estereotipos que han sido utilizados y apropiados por un determinado grupo.
Metodología
La investigación se adelantó desde un enfoque cualitativo y una perspectiva inductiva. Inicialmente se hizo una recopilación y se obtuvo un conocimiento de fuentes primarias visuales de cartografías, aerofotografías, acuerdos, actas del consejo municipal, periódicos y fotografías de la época, para establecer tendencias de análisis e interpretación. Estas surgieron del Archivo Histórico Regional de Boyacá, el Archivo Municipal de Tunja, el archivo del Concejo Municipal, aerofotografías del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) y la biblioteca de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia, estudios técnicos que presentan el desarrollo urbano de Tunja visibles en el Plan Piloto de 1958, el Plan de desarrollo de 1963, y el inventario de bienes inmuebles realizado por Alberto Corradine en 1973, además de información historiográfica presente en la red de bibliotecas del Banco de la República de Colombia. También se hizo una contextualización de los temas en los centros de documentación y las bibliotecas del Colegio de México, del Instituto Mora, de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, en México, y de la Biblioteca de la Universidad Nacional de Rosario, en Argentina, actividad que se realizó por espacio de 23 meses de trabajo continuo.
En una segunda fase, el análisis de la información documental se sistematizó en tres matrices, con información cualitativa constituida por doce ítems, que respondieron a: Nombre del archivo, Fondo documental, Folio, Legajo, Año de emisión del documento, Descripción, Resumen, Categoría de significación, Análisis Descriptivo, Análisis interpretativo, Contexto Histórico y Bibliografía de referencia asociada. Esta información se organizó cronológicamente y por temas, situación de la cual emergieron cuatro categorías centrales de significación: Memoria urbana y cultural, Reglamentación urbana, Modernización de la arquitectura y el urbanismo, y Vida cotidiana de la ciudad, con las cuales se caracterizaron las tensiones urbanas que se manifestaron en el espacio urbano heredado del sector antiguo de Tunja en el periodo objeto de estudio.
El procedimiento metodológico implicó, en una tercera fase, hacer una triangulación y una contrastación de la información derivada y categorizada inicialmente con fuentes visuales y documentos historiográficos, elaborando la reconstrucción espacial del sector antiguo de Tunja desde su fundación y la primera mitad del siglo XX, a través de una superposición de planos, para determinar los cambios y las prevalencias que se manifestaron en el espacio urbano heredado y precisando las tensiones urbanas que surgieron de los intereses de actores urbanos y sectores sociales, y los cuales incidieron en el devenir del desarrollo urbano y de la historia urbana de la ciudad, con énfasis en la comprensión de las tendencias paradigmáticas convergentes y divergentes que se estudiaron desde la tricotomía centralidad, perímetro y periferia, en el marco de los procesos de compactación y desarrollo urbano propios del sector antiguo de la ciudad, cuyo centro de debate se determinó en las tensiones urbanas que surgieron de las acciones de la generación republicana por legitimar diferentes lugares y conmemoraciones, en contraposición al simbolismo urbano del orden colonial.
Finalmente, una cuarta fase implicó determinar las tendencias y las continuidades, así como los ritmos de cambio en el desarrollo histórico del objeto de estudio, para determinar las principales características del espacio urbano heredado del sector antiguo de Tunja y establecer los elementos de la memoria urbana y cultural que prevalecieron frente a los elementos que dejaron de significar. De este estudio, se hizo una síntesis histórica que permitió comprender los contextos de las tensiones que se produjeron en Tunja, entre la modernización urbana y la estructura urbana y simbólica tradicional del sector antiguo de la ciudad heredada del orden colonial, en contraposición al orden urbano propuesto en el periodo republicano, para establecer sus repercusiones en el proceso de desarrollo urbano y las características en la constitución de un paisaje urbano y espacial polivalente, cuyo esquema metodológico se presenta en la tabla 1 .
Etapa | Objetivo | Actividades | Instrumentos | Fuentes documentales |
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Fase 1 | Definir las características del espacio urbano del sector antiguo de la ciudad de Tunja en la primera mitad del siglo XX, en contraste con la estructura simbólica del periodo colonial, para establecer las tendencias históricas en el desarrollo urbano de la ciudad. | Recopilación y clasificación cronológica y por temas de la información. | • Matrices de análisis por temas • Líneas de tiempo • Fichas de inventario documental • Fichas de inventario visual | • Cartografías y planimetrías históricas del periodo de 1623 a 1819. • Acuerdos municipales. • Actas del Consejo Municipal. • Periódicos. • Aerofotografías IGAC (1939, 1953, 1957, 1965). • Fotografías. • Estudio técnico. • Inventario de bienes inmuebles Alberto Corradine (1973). • Plan Piloto de Tunja (1958). Plan de Desarrollo Tunja (1963). • Documentos historiográficos del periodo, e investigaciones publicadas sobre el tema. |
Fase 2 | Identificar las tensiones urbanas que surgieron de los intereses de actores públicos y privados, individuales y colectivos, para identificar categorías de significación por periodos y por temas | Análisis heurístico de la información. | • Matrices de análisis por temas • Líneas de tiempo • Fichas de inventario documental • Fichas de inventario visual | |
Fase 3 | Establecer las consecuencias de las tensiones urbanas que surgieron con el fin de establecer los cambios y prevalencias del espacio urbano heredado en el sector antiguo de Tunja. | Identificación de las tendencias, continuidades así como los ritmos de cambio en el desarrollo histórico del objeto de estudio. | • Matrices de información por temas • Fichas de inventario visual y superposiciones planimétricas | |
Fase 4 | Determinar las tendencias, las continuidades y los ritmos de cambio para comprender las características del espacio urbano heredado del sector antiguo de Tunja. | Síntesis hermenéutica de interpretación de la información recopilada. | • Matrices; síntesis de información por temas y periodos • Líneas de tiempo |
Fuente: elaboración propia (2020).
Resultados
Tensiones y representaciones en la configuración de un espacio urbano polivalente
Desde el mismo momento de la fundación registrada el miércoles 6 de agosto de 1 539, Tunja expresó las tensiones que surgieron entre el sistema urbano y el simbólico de la ciudad del siglo XVI, que se caracterizó por su unidad y su homogeneidad urbano-arquitectónica, en contraste con el mundo indígena anterior. En este sentido, la conformación del orden colonial representó los intereses de los conquistadores en legitimar un nuevo orden urbano que surgió desde y hacia el ideario español, y de fuerzas de expansión territorial que incidieron en la conformación de nuevos poblados en América.
Este nuevo orden establecido se caracterizó, principalmente, por el sentido ritual que asumió el espacio urbano como un medio para el control de la ciudad y la administración cristiana de las almas bajo una vigía celestial. Desde el mismo acto de la fundación, el ideario conquistador expresó la intención, claramente definida, de legitimación y posesión que adquirió la nueva ciudad, a través de la imposición de los signos del poder español sobre el territorio reclamado, cuya descripción es presentada por Ramón C. Correa (1990):
El miércoles, día de la Transfiguración de Jesucristo, a seis de agosto de 1539, se verificó la fundación solemne española de Tunja. El capitán don Gonzalo Suárez Rendón, en presencia de distinguidos castellanos, tomó posesión del suelo, montó a caballo, desenvainó su espada, retó a duelo a quien se opusiera a tal acto, sentó el Acta de nacimiento y dejó al naciente poblado con el nombre indígena de 'Tunja'. El reverendo Padre Agustino Fray Vicente de Requejada celebró el santo sacrificio de la Misa, en la hoy plaza de Bolívar, ante un pequeño altar que todavía se halla incrustado en una de las columnas de la nave norte de la Catedral, y elevó con sus puras manos, a las miradas de extranjeros y aborígenes, la carne y sangre de Jesucristo. (p. 7).
La estructura simbólica de la ciudad del orden colonial se caracterizó por la existencia de un sistema de parroquias que legitimaron el control y la administración del nuevo poblado. El contexto de su definición es una muestra de la importancia que la ciudad tuvo en el imaginario de los habitantes, lo cual es explicado por Wiesner (2008):
Debido al aumento de la población, algunos vecinos promovieron en 1616, ante el arzobispado del Nuevo reino de granada, don Fernando Arias de Ugarte, la creación de las parroquias de Nuestra Señora de Las Nieves y de Santa Bárbara, fraccionando en tres la parroquia "antigua" del apóstol Santiago. Se adujo que había necesidad de brindar, sin excepción, eficaz y cumplida administración divina a las almas de todos los vecinos, moradores y forasteros de la ciudad, a los naturales y a la gente que acudía "del campo en tiempos de necesidad y en las festividades de Pascua, Cuaresma y Semana Santa". Además, de que era un privilegio al que la ciudad tenía derecho por ser desde sus inicios: "una de las principales y de más ilustre nombre" después de Santa Fe. (p. 58).
De esta manera y en adhesión a Wiesner (2008), se sigue en la descripción de su conformación interna:
La Iglesia Mayor o parroquia del Apóstol Santiago, estuvo dispuesta por 35 cuadras y 179 edificios, la Iglesia de las Nieves o Parroquia de las Nieves, por 53 cuadras y 141 edificios y finalmente la Iglesia de Santa Bárbara o Parroquia de Santa Bárbara, por 43 cuadras y 145 edificaciones. (p. 59).
Esta visión historiográfica de la arquitectura es complementada por la descripción que hizo en su momento la historiadora Vicenta Cortés (1985), quien exponía en las condiciones urbanas de la ciudad la disposición del número de las calles y de las plazas:
Las calles paralelas al monte, que hoy se llaman carreras, eran diez en total, porque a dos cuadras de la catedral la pendiente se hace brusca y no se puede edificar. La plaza estaba entre la tercera y la cuarta. Las calles perpendiculares a éstas, que hoy se llaman calles eran quince, quebrando la plaza entre la calle sexta, o Calle real, y la séptima. En el extremo septentrional de la ciudad, ya en su arrabal, las calles no guardaban el orden que en el resto y las cuadras eran irregulares y no estaban tiradas a cordel. La décima es la última calle que corre sin interrupción de un extremo a otro, formando las restantes una especie de laberinto de calles que se cortan en semiplazas o terminan ante otro edificio. El casco urbano era casi un cuadrado. (p. 4).
La confrontación de los análisis de estos autores en la planimetría que surgió en 1623, como base de la representación del censo que se adelantó en 1620, según el mandato del arzobispo Fernando Suárez Ugante, permite sintetizar en la estructura urbana del periodo colonial una progresión urbana que se caracterizó por un avance de parroquias, tres en total, las cuales albergaron en su interior equipamientos propios del orden colonial, como una prisión, un cabildo, hospitales, cajas de agua y por lo menos un molino de viento, complementados con un espacio público y un sistema de calles reticulado, con plazas y parques menores, cuya ubicación en el espacio urbano se presenta en la figura 1.
Fuente: elaboración propia (2019), con base en el plano de Tunja de 1623 y en el estudio de los análisis de los historiadores Vicenta Cortés y Luis Eduardo Wiesner, según el mandato del arzobispo Fernando Suárez Ugante. Nota: ubicación del palacio arzobispal tamaño 65 × 80 cm: estudio realizado según el mandato del arzobispo Fernando Suárez Ugante. Ubicación del palacio arzobispal tamaño 65 × 80 cm, y cuya fuente referencial de información cartográfica se encuentra en el trabajo Tunja, ciudad y poder, del historiador Luis Eduardo Wiesner (2008, p. 40).
Por su parte, el desarrollo urbano de la ciudad en este periodo se caracterizó por un crecimiento urbano que permitió consolidar la trama reticular originaria, en contraste con un proceso de segregación en el interior de los solares, según las acciones que Antonio Jove, representante del rey Felipe II, hizo en la ciudad. Según lo anterior, el crecimiento de la ciudad se caracterizó por una estructura representada en 1585 con un aproximado de 19 manzanas, que para 1600 era de 36 manzanas en total, incluyendo la plaza mayor, y en 1623 presentaba 131 manzanas. De lo anterior se comprende, igualmente, que la conformación de manzanas se caracterizó por la presencia de viviendas y edificios religiosos que complementaron el espacio urbano de la ciudad. Igualmente, se infiere que bajo la estructura formal concéntrica urbana reticulada, que se conformó en torno a la plaza principal, se representó un acto de posesión que se caracterizó por un simbolismo que respondió a principios ordenadores que jerarquizaron el sentido simétrico del lugar y el orden que sirvió de argumento principal para la administración de la ciudad, lo cual fue un rasgo característico central de las ciudades del periodo colonial.
En relación con la conformación interna de las manzanas, la perspectiva de Buitrago (2008) permite comprender un aspecto esencial del espacio urbano heredado, relacionado con la disposición compositiva de la arquitectura y el urbanismo que se realizó en torno a la plaza central:
Las cuadras cerradas estaban separadas entre sí mediante calles de ancho uniforme y longitud equivalente a los lados, se cruzaban en ángulos rectos por sus costados, y eran distribuidas alrededor de la plaza principal, donde se ubicaron los símbolos del poder real (la picota y horca), eclesiástico (la iglesia) y civil (el cabildo). Las cuadras, a su vez, estaban divididas en cuatro solares, distribuidos entre los descubridores y los pobladores, (p. 60).
Al contrastar la descripción de Buitrago con el emplazamiento y la composición de la trama preestablecida representada en el plano de 1623, se reafirma la idea de que, frente a una imagen aparente de homogeneidad y quietud dentro de la ciudad, se adelantó una segregación, caracterizada por procesos de progresión desordenada y consolidación mayor, que contrastaron con la división inicial de solares, propios de la ciudad colonial del siglo XVI, y que describió Buitrago como en solares de cuatro divisiones iniciales.
La conformación de estos solares respondió, a su vez, a las necesidades de hábitat de la ciudad. En ellas, resaltaron las iglesias y los conventos que se instauraron en la ciudad, en conjunto con viviendas domésticas; edificaciones que respondieron en su distribución al signo de poder, que se configuró con estructuras concéntricas y un patio interior y crujías que variaron en dos, tres y cuatro costados en torno a este espacio central. En este sentido, el estudio adelantado y la superposición espacial de las descripciones y los sitios de interés en el interior de las manzanas permiten comprender otro aspecto de la estructura simbólica edificada de la ciudad; a saber, su disposición material y espacial, cuya importancia en el imaginario histórico y cultural de la ciudad es descrito por Corradine (1990) en relación con la arquitectura de los siglos XVI y XVII:
Quizá la única ciudad de Colombia que pueda presentar varios ejemplos importantes de ese siglo sea Tunja, y, gracias al acucioso investigador Ulises Rojas es posible datar varias de ellas. La primera quizá, la del Fundador, si nos atenemos a los estudios de don Nicolás García Samudio, a la que seguirán, sin establecer un orden cronológico, la de don Juan de Castellanos, la de los Ruíz Mancipe, Bernardino Moxica Guevara, Juan de Vargas, la del Farol, la de los Holguín, la de Juan de Torres, padre del Cacique de Turmequé, etc., lista que puede continuar hasta completar algo más de una decena, (p. 38).
La superposición de las narrativas sobre el lugar en la planimetría histórica de 1623 permite determinar los elementos de significación que en el tiempo constituirían parte de la memoria urbana y cultural de la ciudad. Estos permiten comprender que en la ciudad prevalecieron las viviendas de ilustres familias, que ostentaron la propiedad por herencia de gran número de viviendas, además de monasterios que representaron el poder eclesiástico en la ciudad, y del edificio del cabildo, situado en conjunto con la iglesia de Santiago Apóstol en el marco de la plaza principal de don Gonzalo Suarez Rendón. Es una sociedad encomendera, que determinó en la tenencia y mantenimiento de las viviendas su principal medio de legitimación en el tiempo, y cuya disposición se presenta en la figura 2.
Fuente: elaboración propia (2020), con base en Plano de Tunja 1623 y el estudio de los análisis de los historiadores Vicenta Cortés y Luis Eduardo Wiesner, sobre el plano de 1623, realizado según el mandato del arzobispo Fernando Suárez Ugante. Nota: ubicación del Palacio Arzobispal tamaño 65 × 80 cm, y cuya fuente referencial de información cartográfica se encuentra en el trabajo Tunja Ciudad y poder, del historiador Luis Eduardo Wiesner (2008, p. 40).
En suma, en la conformación simbólica del orden colonial estaban presentes una retícula ajedrezada, monumentos religiosos y una arquitectura doméstica que complementaba el espacio urbano con un sistema de calles y espacios para el encuentro, y donde la plaza principal de Don Gonzalo Suarez Rendón fue el principal signo de poder de la ciudad instaurada en el siglo XVI, que prevaleció durante el siglo XVIII, según la descripción que hizo en su momento Alexandra Vélez, tal como se representa en la cartografía de la figura 3.
Fuente: Vélez A. (1816). Nota: Archivo del Servicio Geográfico del Ejército (Madrid, España), arm. J, tabla. VII, cpta. 3, número 110. 20 04 2013, de edición cartografía histórica de los territorios boyacenses, Banco de la República, área cultural Tunja. Sitio web: http://banrepcultural.org/sites/defaulty files/lablaa/geografia/carboy/Tunjacartogr.pdf.
Entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX, las tensiones urbanas fueron evidentes en el devenir del espacio urbano heredado del sector antiguo de la ciudad, motivadas por actores urbanos representados en la generación independentista, republicana y del centenario, en oposición al sistema colonial que planteó construir una ciudad moderna. De una manera particular, a la búsqueda de una nueva identidad nacional y el fin de un periodo de estilos siguieron ritmos de cambio diferentes de los surgidos en el contexto internacional, en el que el movimiento internacional de arquitectura moderna, por medio de los congresos denominados CIAM, en Europa consolidó un campo de acción que propugnó por un nuevo modelo arquitectónico en el periodo de entreguerras. Con lo anterior, de 1880 a 1930 se dieron en Colombia diferentes expresiones eclécticas bajo el signo de la República, y que, según los análisis de Arango (1989), permiten inducir la manifestación de una tendencia que posteriormente se hizo tradición sobre una estética del espacio público y de las fachadas presentes en sus calles; esto, como signo y lenguaje de una realidad importada por partes que no respondió al significado de las formas ni al espíritu de sus contenidos, con aditamentos arquitectónicos que se constituyeron en referentes iniciales para la catalogación del patrimonio material de la ciudad que se hizo en la década de 1970.
En este contexto, en el espacio público de Tunja se siguió la misma tendencia nacional, con la incursión de manifestaciones neoclásicas; principalmente, en fachadas de la ciudad histórica y de aquellas que surgieron de las celebraciones del centenario de la fundación y la independencia, así como de la batalla de Boyacá (1910-1939). Esta nueva realidad urbana se presentó a través de tres líneas de lectura urbana; a saber: el estado de la centralidad de este núcleo urbano fundado en el siglo XVI, en la relación de esta centralidad con el perímetro existente, y finalmente, con el análisis de su relación con la periferia de la ciudad.
Del primer aspecto, los cambios eran evidentes. Durante la primera mitad del siglo XX, la incorporación de un sistema de representaciones de nación tuvo su principal expresión en la Plaza de Bolívar de la ciudad. En el periodo comprendido entre 1910 y 1939 se instauró una plaza parque, compuesta por un mobiliario urbano constituido por sillas y postes en el alumbrado público, en conjunto con una fitotectura visible en árboles ornamentales, expresión de una modernización selectiva que se adelantó en la primera mitad del siglo XX, y que estuvo en tensión con los significados heredados de la plaza popular de don Gonzalo Suárez Rendón representando una identidad nacional que se manifestó en el cambio de nombre de la plaza principal, de tipo popular y sin ningún tratamiento urbanístico significativo en su centro, y cuyo nombre pasó de ser Plaza Gonzalo Suárez Rendón, como se muestra en las figuras 4 y 5, a Plaza de Bolívar, en 1910, tal cual se observa en la figura 6, y como se la conoció desde este momento.
Fuente: anónimo (1902). Recuperado de: “Old Tunja-Catedral basílica metropolitana Santiago de Tunja” (Wikipedia, la enciclopedia libre).
Fuente: anónimo (1905). Copia en albúmina, 8,5 cm × 13,5 cm. Archivo Virtual del Banco de la República.
Fuente: Fondo Fotográfico del MD, Mga y Doctor © en Historia Abel Martínez (1960).https://revistas.uptc.edu.co/index.php/historia_memoria/article/download/3728/5280?inline=1
El significado de estos cambios es determinante para comprender las principales características de las tensiones urbanas que se manifestaron en este periodo. En efecto, este sentido de cambio evidenció el interés del sistema político dominante en consolidar y resignificar el principal símbolo urbano de la ciudad; a saber, el de la plaza fundacional. En este sentido, se infiere también un interés en refundar la ciudad y en expresar, a través de nuevos signos urbanos, un nuevo sistema de símbolos que expresaran la reconfiguración espacial que se anhelaba desde los estamentos de poder del nuevo Estado colombiano, y que pretendían incidir en los imaginarios colectivos de la memoria oficial de la ciudad.
Al mismo tiempo, otras construcciones matizaron la imagen en la transformación del espacio urbano de la ciudad. La construcción del teatro municipal (1913) y del pabellón para exposiciones (1919) fueron ejemplos de esto. En lo educativo, se fundaron el Colegio de la Presentación (1890), el del Rosario (1905) y la sede de la Normal Superior (1939). En lo administrativo y de rentas de la ciudad, cabe destacar la construcción del Hotel Centenario y del Edificio Nacional, ubicado en la Plaza de Bolívar (1939). Igualmente significativas fueron las manifestaciones de nuevos estilos, como el Deco, de los cuales Medina (2014) explica que su principal expresión fue el Teatro Cultural (1939), además de obras domésticas en las fachadas de diferentes viviendas, expresión de un nuevo orden nacional.
Ahora bien, en el perímetro de la ciudad antigua, heredada del siglo XVI, se definieron diferentes parques, de los cuales el parque del Bosque de la República y los Mártires, que se proyectó con motivo del centenario de 1919, además de la remodelación del parque Próspero Pinzón, en 1904, fueron las principales expresiones de este nuevo estado nacional, con una periferia que se caracterizó por el surgimiento de nuevos barrios, como expresión de una progresión que avanzó sobre nuevas áreas urbanas municipales. Esta categoría de agrupación urbana fue definida por Aprile (1991) como "agrupaciones de mayor tamaño y dependencia de equipamientos colectivos con relación al centro de la ciudad" (p. 97), en Tunja, y que, según Santamaría, durante la primera mitad del siglo XX estuvieron representadas por el anhelo urbanizador que se adelantó con los siguientes proyectos: el barrio El Otro Mundo (1925); el barrio La Picota y la urbanización Barrio Bogotá (1927); la urbanización Barrio Boyacá (1928); la urbanización Vargas Valdés, el barrio Peñuela y el barrio Fuente Grande (1929); la urbanización Pozo de Donato (1930), y la urbanización Centenario (1939) (Santamaría, 2014, p. 246). Esta situación matizó una progresión urbana que se extendió hacia el perímetro de la ciudad histórica, y permite establecer, en síntesis, un nuevo paisaje urbano polivalente, que estuvo constituido por la ciudad histórica, heredada del orden colonial, y los nuevos desarrollos urbanos, ya presentados.
En este contexto, igualmente significativo, se presenta la manera como, bajo el ideario de nación, se legitimó un nuevo orden que surgió desde Bogotá, con las celebraciones patrias y el interés en legitimar el Estado nación republicano en todo el territorio nacional. En Tunja, durante la primera mitad del siglo XX (1910-1939), se replicó ese interés en la celebración de diferentes conmemoraciones y celebraciones que se hicieron para legitimar y crear las condiciones de una nueva política de la memoria nacional que legitimó al nuevo Estado, descrito así por Hidalgo (2012):
Durante este periodo, las celebraciones de aniversarios significativos constituyeron un factor determinante para el crecimiento y transformación de la ciudad, pues tales efemérides incidieron notoriamente en la ejecución de obras de interés público. Fueron cuatro los momentos de mayor relevancia: las celebraciones del centenario del grito de independencia de la Nueva Granada, en 1910, el centenario de independencia de Tunja en 1913, el centenario de Boyacá, compuesto por los aniversarios de dos batallas: la del Pantano de Vargas y la de Boyacá. La fecha central de estos actos fue el 7 de agosto de 1919 y el IV Centenario de la fundación hispánica de Tunja (6 de agosto de 1938). (p. 67).
Discusión
Esta reflexión ha permitido establecer discusiones de trabajo, relacionadas con el espacio urbano heredado y con las fuerzas urbanas que inciden en su prevalencia o su transformación, así como con los actores y los grupos sociales que lo habitan. El conocimiento histórico es un camino para comprender los diversos presentes inscritos en el tiempo, que existen en los espacios históricos de las ciudades, a la vez que aportan una visión de contexto sobre su naturaleza, sus transformaciones y los antecedentes que han incidido en su estado material y espiritual actuales.
Para la comprensión de la arquitectura y de la ciudad, la historia es un medio que permite conocer sus aspectos sociales, culturales, políticos y económicos, un camino para dilucidar el complejo tejido que conforma el espacio urbano heredado, y que de otra manera pasaría desapercibido ante los ojos del observador y lo condenaría a mantener una visión incompleta que incidiría en una distorsión en su significación material. Los retos transdisciplinares que surgen de las complejidades de las relaciones entre la historia, la memoria, la arquitectura y la ciudad son un derrotero que amplía los marcos de análisis, de reflexión y de síntesis interpretativa, y que se pueden reconocer en los relatos urbanos y en sus representaciones materiales.
Desde esta perspectiva de estudio, se observa que, en Tunja, las celebraciones legitimaron nuevos valores patrios y, a su vez, sirvieron como derrotero para la instauración de nuevos signos nacionales, los cuales, en el espacio urbano heredado de Tunja, dieron lugar a una nueva significación de elementos materiales, espacialidades y actividades, que representaron una memoria oficial que se dispuso con el fin de permitir la legitimación de nuevos símbolos nacionales. Aunado a lo anterior, la significación material de la ciudad se caracterizó por presentar una imagen polivalente, caracterizada por una superposición de capas históricas que combinaron morfologías y tipologías históricas provenientes de los siglos XVI, XVII y XVIII, en constante movimiento y tensión entre los anhelos de dominación imperiales, frente a los imaginarios y las representaciones de las culturas indígenas locales, que contrastaron con nuevas expresiones, reflejo de los hechos que caracterizaron la historia y la conformación de un nuevo estado nacional, y visibles, principalmente, en parques y monumentos conmemorativos de la independencia nacional, y de la cual el estudio adelantado presenta su representación material, como es observable en la figura 7.
Fuente: elaboración propia (2019), con base en Alberto Corradine. Nota: inventario de bienes históricos de Tunja. Instituto colombiano de Cultura (Colombia: División inventario de patrimonio cultural Universidad Nacional de Colombia Facultad de Bellas Artes, 1973) y Jorge Ayala Coll. Conservación del centro histórico (trabajo de grado para optar por el título de arquitecto, Universidad Javeriana de Colombia, 1977).
En la misma figura destaca como principal característica de este paisaje urbano polivalente la plaza principal, que prevaleció como sitio de encuentro y principal signo de estructuración simbólica de la ciudad, y cuyos significados estuvieron en tensión con los nuevos intereses, que, a su vez, respondieron a un anhelo modernizador y de unidad nacional, cuyo contexto se puede seguir en Colombia como respuesta a un periodo de violencia bipartidista (Henderson, 2006 ). Esta imagen polivalente, a su vez, presentaba nuevos valores simbólicos y funciones sociales, representadas en los parques de la Independencia y en las remodelaciones que se hicieron a diferentes lugares tradicionales de la ciudad, y cuyo ejemplo más representativo fue el parque Próspero Pinzón, en conjunto con el edificio para exposiciones, que se dispuso desde 1910, y posteriormente sirvió como plaza de mercado de la ciudad.
Igualmente, las representaciones que se hicieron en el espacio urbano polivalente del sector antiguo de Tunja, entre 1951 y 1979, presentan la discusión sobre el valor de las tradiciones, los significados materiales y las culturas del recuerdo, que estuvieron en tensión con nuevos signos urbanos que modificaron la arquitectura doméstica, y plantean la cuestión sobre las pérdidas y las modificaciones tipológicas y morfológicas presentes en la arquitectura y el urbanismo, que incidieron para siempre en el conjunto histórico y monumental del sector antiguo de la ciudad, y cuyo conocimiento es determinante para reconocernos como parte de un largo tejido histórico respecto al cual tenemos la responsabilidad de su conocimiento, para su posterior actuación.
Conclusiones
En suma, este estudio permite concluir una experiencia de investigación que tiene su principal aporte en los diálogos transdisciplinares que se establecen entre la historia, la memoria, la arquitectura y la ciudad. De esta manera, en la comprensión de la importancia histórica de la ciudad, los actores sociales y las fuerzas urbanas, así como los ritmos de cambio, son medios para el conocimiento pormenorizado de las principales características del espacio urbano heredado, de una ciudad histórica del siglo XVI.
El valor histórico del estudio está en la comprensión del espacio urbano heredado del sector antiguo de Tunja, y de las tensiones presentes entre los ideales y los anhelos modernizadores que surgieron en el periodo republicano, que contrastaron con los significados de la estructura simbólica presente en el periodo colonial. En este sentido, las tensiones urbanas surgieron de los intereses de actores generacionales del periodo republicano, que instauraron, en diferentes lugares de la ciudad, elementos de legitimación y reconocimiento social, visibles en parques, monumentos y una arquitectura a través de la cual se expresaron avances técnicos que incidieron en los significados públicos del sector antiguo de la ciudad.
En este sentido, el anhelo modernizador de la generación republicana, que instauró en el espacio urbano heredado del periodo colonial sus signos de identidad nacional, fue determinante para la manifestación de una memoria urbana cultural que condujo a la presencia de un espacio urbano polivalente, conformado por diferentes capas históricas, representadas en la arquitectura y el urbanismo, con nuevas funciones de nación y valores heredados que se complementaron con nuevos signos urbanos que representaron el poder de la nación colombiana.
De esta manera, se corroboró que ni los cambios ni las prevalencias que se manifestaron en la ciudad correspondieron a hechos aislados, sino que, por el contrario, estuvieron relacionados con los intereses surgidos desde Bogotá y el anhelo de materializar en el espacio urbano heredado del orden colonial, una política de la memoria que surgió de las fuerzas modernizadoras de cambio y los sistemas urbanos que anhelaron una identidad nacional haciendo uso, para tal fin, de una reconfiguración simbólica y espacial que incidió definitivamente en la consolidación de la imagen de Colombia como una unidad nacional.
En Tunja, las acciones para legitimar la memoria oficial nacional se expresaron en la refundación de la plaza principal, denominada en el imaginario urbano, desde la primera mitad del siglo XX, como Plaza de Bolívar. En el contexto de una nueva identidad nacional que contrastó con la estructura simbólica del periodo colonial, dejó de significar y entró en desuso frente a las representaciones y las reconfiguraciones culturales que se desplegaron en un espacio históricamente materializado, y llevaron a un nuevo momento en la historia de Colombia.