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Revista Latinoamericana de Bioética

Print version ISSN 1657-4702

rev.latinoam.bioet. vol.13 no.2 Bogotá July/Dec. 2013

 

ARTÍCULO ORIGINAL

DE LAS CIUDADANÍAS FORMALES A LAS VINDICACIONES SOCIALES POR EL DERECHO AL AGUA EN LA CIUDAD: "RELACIONES COMPLEJAS ENTRE AGUA, HÁBITAT Y CIUDAD"

FROM FORMAL CITIZENSHIPS TO SOCIAL CLAIMS FOR RIGHT TO WATER IN THE CITY: "COMPLEX RELATIONSHIPS BETWEEN WATER, HABITAT AND CITY"

DAS CIDADANIAS FORMALES AS REIVINDICAÇÕES SOCIAIS PELO DIREITO À ÁGUA NA CIDADE: "RELAÇÕES COMPLEXAS ENTRE ÁGUA, HABITAT E A CIDADE"

Vanessa Andrea Cubillos Alvaradoa
Fabián Andrés Llanob

a Licenciada en química y Magister en Investigación social interdisciplinaria de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. En la actualidad se desempeña como coordinadora de autoevaluación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad La Gran Colombia. Email: Vanessa.cubillos@ugc.edu.co
b Licenciado en Ciencias Sociales y Magister en Investigación social interdisciplinaria de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. En la actualidad se desempeña como coordinador de investigaciones de la facultad de posgrados de la Facultad de Posgrados y Formación continuada de la Universidad La Gran Colombia. E-mail: fabian.llano@ugc.edu.co

Fecha de recepción: 1 de octubre de 2103
Fecha de evaluación: 4 de noviembre de 2013
Fecha de aceptación: 18 de noviembre de 2013


RESUMEN

El presente artículo de revisión es el resultado de la investigación titulada "Prácticas sociales del agua en Bogotá. Tras la adversa cultura del agua y los estilos de vida bogotanos (1850-1888)". En este texto se encontrará una revisión conceptual a la problemática sobre los usos sociales del agua en torno a las categorías hábitat y significaciones del agua en la ciudad. El despliegue de estos conceptos propone una metodología basada en el análisis documental dirigida a la rehistorización de las prácticas de los bogotanos en torno a los usos sociales del agua, de la higiene y de sus costumbres con relación a la ciudadanía y al discurso de la civilización.

Palabras clave

Hábitat, significaciones, agua, ciudad, ciudadanía.

SUMMARY

This article presents the first steps of a research project entitled "Social practices of water in Bogotá. After the adverse water culture and Bogotan lifestyles (1850-1888)". Here is initially a conceptual reviewing to the approach of social uses of water around the habitat categories and meanings of water in the city, fundamental categories that will serve to track, along with a documentary analysis methodology accounts of foreign travelers in the nineteenth century, the practices of the Bogotan citizens of this time around the social uses of water, hygiene and customs in relation to citizenship and the discourse of civilization.

Key words

Habitat, meanings, water, city, citizenship.


RESUMO

Este artigo recolhe os primeiros avanços de pesquisa intitulado "Práticas sociais da água em Bogotá. Após a cultura adversa da água e os estilos de vida de Bogotá (1850-1888)". Aqui é feita inicialmente uma revisão conceitual para a abordagem dos usos sociais da agua em torno das categorias de habitats e os significados da água na cidade, categorías fundamentais que serão usados para rastrear, juntamente com uma metodologia de análise documental dos relatos de viajantes estrangeiros no século XIX, as práticas dos bogotanos desta época sobre os usos sociais da agua, higiene e seus hábitos em relação a cidadania e ao o discurso da civilização.

Palavras-Chave:

Habitat, significados, água, cidade, cidadania.


INTRODUCCIÓN

En la década de 1990 bajo el gobierno de César Gaviria, el país acogió la apertura económica como estrategia central de la economía, bajo una serie de medidas destinadas a la desregulación y eliminación de los controles estatales. En este sentido, los servicios que otrora fueran públicos entraron a depender de las empresas privadas, que obtuvieron una oportunidad sin precedentes para promover una lógica del rendimiento y del lucro, amarradas al crecimiento poblacional y urbano de las diferentes ciudades del país, particularmente de Bogotá. 1

En este escenario se han presentado centenares de protestas y huelgas. Estas manifestaciones por lo general se han hecho sentir en el escenario urbano por medio de arengas que han expresado inconformidad ciudadana al reclamar por una justa distribución de estos recursos y servicios; algunas de estas reivindicaciones sociales inscritas en los procesos de crecimiento y desbordamiento de la ciudad vieron su más alta representación simbólica el 12 de junio de 2002,cuando un grupo de ciudadanos, según el diario el tiempo, protestó frente a la negligencia del Distrito y la pasividad del Estado para proveerlos de los recursos mínimos para satisfacer sus necesidades básicas.

La noticia aparecía en los principales diarios del país y no dejaba de causar asombro en algunos medios internacionales. El titular "Se enterraron para protestar" denotaba una imagen fúnebre y sadomasoquista de nueve personas que representando las voces de toda una localidad de Bogotá, clamaban por soluciones al aislamiento y decaimiento en el que se encontraba Usme, territorio que desde la década de 1960 recibía una alta movilización de personas que se instalaron en la periferia del casco urbano.

En efecto, siendo una de las veinte localidades de Bogotá, Usme para esta época contaba con barrios ilegales que no tenían suministro de agua, las protestas de "esta gente de la loma", que debían beber agua de una laguna cercana en donde incluso habían encontrado personas muertas, caballos y desechos, solo podían ser escuchadas por los santos, que simbólicamente observaban las imágenes de la pobreza, mirando fijamente los cuerpos de los enterrados de la iglesia Monte de Galilea del barrio el Bosque de Bogotá.

La exclusión y el olvido por parte del Estado de ciudadanos individuales y no colectivos, se enmarca en una concepción de ciudadanía desprovista de sus presupuestos materiales y se aleja de un concepto que por su igual referencia a la autonomía y a la igualdad de los sujetos ciudadanos puedan ser acreedores de los mismos derechos bajo unas condiciones materiales que la hagan posible. 2 Tal como lo evidencian Jaime Alberto Rendón Acevedo, Paula Andrea Nieto Alemán y Diana Carolina Ángel Barreto en su artículo publicado en la revista Equidad y desarrollo de la Universidad de la Salle: "La búsqueda de enfoques para el desarrollo". A propósito del debate entre el Consenso de Washington y el Fórum de Barcelona, los modelos de desarrollo que han propuesto soluciones estructurales no se han constituido en una solución a las necesidades con las que fueron creados. En este sentido, "los países no tuvieron libertad de elegir sus propios modelos según sus condiciones y sobre todo sus aspiraciones, por esto se llegó a un modelo económico único y rígido para todos los países". (Rendón, Nieto, Barreto, 2005, p. 52).

En efecto, esta concepción neoliberal, que afecta las conquistas sociales y trastoca la democracia en el mundo, ha caído en una suerte de amnesia histórica homogeneizada bajo conceptos y discursos descontextualizados como la globalización, desregulación, flexibilidad y neoliberalismo. 3

De este modo, estas imágenes en torno al derecho colectivo del agua en Bogotá afectadas por los desequilibrios económicos y la ausencia del Estado que, arguyendo la incapacidad de la ciudad para administrar la provisión del agua optó por la privatización de los servicios, hacen parte de la forma de aquellos discursos descontextualizados en que la ciudad se ha relacionado a través del tiempo con sus habitantes, incluyen además los diferentes comportamientos que de esta dinámica se despliegan, los rituales que se ejecutan y las normas éticas que se establecen entre el Estado y los ciudadanos. Una apuesta por rehistorizar estas imágenes de reacciones complejas entre agua, hábitat y ciudad busca desentrañar las dinámicas de exclusión e imposición de unas visiones que a lo largo de la historia de Bogotá se han impuesto alrededor de una ciudadanía política. 4

Aunque es un hecho que el uso social del agua, concebido como recurso natural no renovable, ha jugado un papel determinante en los procesos de construcción y desarrollo del hábitat en sus propias dinámicas de socialización ciudadana, no es posible olvidar que la constitución de la ciudadanía necesita superar ese revestimiento abstracto que la ciencia política le ha impuesto, más allá este modelo ideal para la consolidación del Estado mediante una racionalidad política deja de lado las contingencias que atraviesan al constructo denominado ciudadanía. Estas discusiones que traspasan el posicionamiento de la ciudadanía suponen visiones dominantes de la historia y de la identidad y otras imágenes y ficciones históricas subordinadas. Así, la preocupación de la investigación se ha inclinado por la rehistorización de las versiones legítimas frente a las versiones excluidas del proceso de construcción de la ciudadanía en torno al uso social del agua.

Estas imágenes que se superponen en el tiempo a otras escenas de la ciudad, muestran una urbe que les ha dado la espalda a sus ríos, sepultándolos, enterrándolos bajo una trama urbana que reclamando modernización, orden y limpieza bajo ideales civilizatorios, no solo olvidó un trato directo con sus aguas a diferencia de otras ciudades del mundo, que han vinculado a sus ríos con los procesos urbanísticos, sino que la ciudad reclama constantemente unos recuerdos que permitan revivir esa experiencia de la ciudad con sus aguas. 5

Así, la imposición de determinadas visiones de mundo han estado dirigidas a la vinculación de la construcción de representaciones históricas y sociales junto con los procesos de legitimación de la ciudadanía a través del discurso de la higiene, que como imagen de limpieza y pureza daban a la población una idea de pertenencia a la civilización. 6 No obstante, esta investigación parte de la hipótesis de que el uso de este recurso tan importante para la subsistencia ciudadana, como lo es el agua, se convirtió en objeto de luchas entre distintos estilos de vida del espacio social bogotano, quienes para lograr la distinción de clase y la pertenencia a la ciudadanía buscaban la apropiación del agua para entrar en los circuitos de la civilización en la Bogotá antigua entre 1850 y1888, época en la cual apareció el primer acueducto de hierro en la ciudad.

De esta manera, la investigación se pregunta en primer lugar por la eficacia de los estilos de vida legítimos en Bogotá, que desde la segunda mitad del siglo XIX buscaban imponer unas imágenes del agua asociadas a las formas correctas de higiene y al uso social del agua, con el fin de consolidar la ciudadanía a través de la distinción del ciudadano vinculado con los procesos civilizatorios (apropiación de la cultura legítima) y, en segundo término, se cuestiona por aquellas visiones que no lograban afincarse para convertirse en visiones legítimas quedando sometidas al orden de lo excluyente, por fuera del discurso civilizatorio de la nación moderna. 7

En este texto se encontrará inicialmente una revisión de los elementos de discusión medioambiental frente al tema del agua, donde aparecen las denominadas guerras del agua, con el caso boliviano en particular, y una referencia a los movimientos sociales que resisten la usurpación privada de este recurso y reclaman un valor social del agua. En un segundo momento se hará una aproximación conceptual al abordaje de los usos sociales del agua en torno a las categorías de hábitat y significaciones del agua en la ciudad; categorías relevantes para asumir una reconstrucción del hábitat urbano bogotano en la segunda década del siglo XIX. 8 Teniendo en cuenta la conceptualización y la revisión de estas categorías para esta investigación, además de rastrear el hábitat urbano bogotano, se requiere una conceptualización de la ciudadanía que tenga en cuenta sus presupuestos materiales y la confluencia de diferentes identidades en un mismo espacio social; por tal motivo, esta revisión del tema de los usos sociales del agua en la ciudad finaliza con la explicación del concepto de ciudadanía que rebasa sus implicaciones netamente políticas y da cuenta de la construcción histórica del concepto en torno a la apropiación del agua en la ciudad.

METODOLOGÍA

Los procesos de la apropiación del agua y sus usos sociales en la ciudad han despertado un interés en el campo de las ciencias sociales, más allá los desarrollos conceptuales y metodológicos requieren un acercamiento al problema en términos relacionales, integrando varias disciplinas a saber: la historia, la antropología, la sociología y la geografía urbana.

En este sentido, las dinámicas que se desarrollan dentro del hábitat urbano con relación a los recursos naturales como el agua, necesitan enfoques interdisciplinarios que pueden ir desde perspectivas como la historia ambiental, hasta enfoques sociológicos que en perspectiva de historia social pueden evidenciar una estrecha relación entre las dinámicas de configuración del espacio social y "sus aguas profundas".

Por esto es necesario apelar a la etnografía documental, con el fin de hacer una interpretación más cercana de las condiciones de vida de esta época. 9 En efecto, el uso del agua se convierte en un objeto tanto más pertinente para observar los procesos antes descritos, ya que a través de estos usos se pueden observar las proyecciones sociales de las elites así como las barreras culturales que han impedido a ciertos sectores del espacio social la reivindicación de su estatuto como ciudadano; por consiguiente, este proyecto también se interesa por la identificación de las luchas sociales en torno a este recurso tan importante para la configuración de identidades ciudadanas.

Por último, los usos sociales del agua permiten la intromisión en la discusión ciudadana para analizar las relaciones entre los elementos propios de la cultura con el estatuto de la ciudadanía, puesto que, más allá de sus condiciones políticas, esta también adquiere unas propiedades culturales relevantes para la discusión sobre la legitimación y naturalización de los universos sociales, especialmente en nuestro contexto en donde impera un orden por medio de la violencia y las exclusiones sociales en los escenarios urbanos. 10

Esta interesante relación que plantea múltiples cambios en correspondencia con el suministro de agua en la ciudad, se ve enfrentada al problema del poder que implica la distribución del líquido en la ciudad. De este modo fue determinante incluir esta problemática en la relación del desarrollo urbano y el suministro del agua, ya que la construcción de espacios y lugares habitables no podría concebirse sin la presencia de este vital líquido al requerirse su consumo en igualdad de condiciones de acceso para la configuración de procesos ciudadanos.

Por tal motivo se inicia la discusión en torno a los movimientos sociales y las vindicaciones que se han realizado alrededor del derecho al agua.

DISCUSIÓN

Movimientos sociales: La usurpación de la vida y las resistencias culturales

Los movimientos sociales ecologistas han jugado un papel determinante en la conservación del medio ambiente y, por supuesto, en el cuidado del recurso hídrico; por esta razón la referencia a los movimientos sociales que se han organizado en torno al cuidado de este recurso resulta indispensable en la medida en que ofrecen insumos teóricos indispensables para entender la relación entre la privatización y el uso colectivo del recurso. De este modo, estas tendencias que se inscriben en las críticas a la destrucción de la naturaleza a través del consumo desmedido de los recursos naturales, las materias primas, el gasto energético y el daño a la capa de ozono, permiten vislumbrar en primer lugar un uso social que se hace de este recurso.

En efecto, estos grupos sociales resisten frente a las decisiones estatales de la privatización y contaminación de estos recursos naturales no renovables; para sostener tal afirmación se convoca a Worcester (1995), quien se preocupa realmente por las acciones humanas en torno a la resistencia cultural por la privatización y contaminación de este recurso no renovable. El autor presenta un análisis del cambio medioambiental transformado en los últimos años por el hombre; sin embargo, donde más enfatiza este autor es en la capacidad que poseen los seres humanos en cuanto a la generación de soluciones a los problemas de la contaminación, por medio de movimientos sociales que se gestan en diferentes lugares del mundo al percibir una amenaza ecológica (Worcester, 1995).

Ahora bien, esta amenaza ecológica ha sido percibida por movimientos ambientalistas que tienen claramente previsto que el desafío ecológico de las ciudades se decidirá en el futuro a nivel local, entre los habitantes. Por esta razón, para los geógrafos interesados en la problemática ambiental, como Peter Grohmann (1997), se hace necesario resaltar en este contexto conceptos como autoayuda y participación, que resultan claves para un desarrollo urbano sustentable "desde abajo". Sin embargo, argumenta Grohmann, tales conceptos no son unívocos por cuanto la autoayuda puede llevar también a la explotación y la participación a la determinación externa. En este sentido, los actores principales del desarrollo barrial desde abajo y compatible con el medio ambiente son los movimientos populares urbanos de los barrios pobres, cuyos habitantes resultan los más afectados por la destrucción ambiental.

Los movimientos populares urbanos abarcan todas las formas de organización de los pobres urbanos que buscan mejorar su calidad de vida a través de acciones conjuntas. Entre ellas se cuentan desde las guarderías infantiles hasta un extenso movimiento de oposición al ajuste estructural.

Los movimientos populares están muy relacionados entre sí y muchas veces se transforman. Mediante la ayuda entre vecinos se resuelven en forma colectiva pequeños problemas espaciales en la forma de autoayuda vecinal sin ninguna exigencia al Estado. (Grohmann, 1997).

Es claro que para nuestro autor las ayudas que pueden proveerse, necesariamente deben buscar la resolución de necesidades básicas insatisfechas, ya que son necesidades sentidas de modo directo, factibles de respuestas inmediatas. Por esto se hace necesaria la auto-organización que incluye todas aquellas acciones un tanto informales en las que ante todo se plantean reivindicaciones directamente al Estado. Las organizaciones de ayuda mutua que así surgen, están dirigidas con énfasis mayor a la satisfacción directa de necesidades, a la creación de una conciencia política, o a una combinación de ambas cosas. (cfr. Grohmann, 1997).

Los movimientos sociales pueden jugar un papel importante en la consolidación de representaciones sociales, que a través de los saberes populares buscan posicionar, de una parte, las necesidades propias de la población y consolidar la memoria colectiva que hace referencia al tipo de creencias que tienen estos agentes, como, por ejemplo, el derecho al agua. Ahora bien, esta construcción de ideología popular requiere para su comprensión el desarrollo de los mecanismos que movilizan un movimiento social. En este sentido acudimos a la propuesta teórica hecha por George Rudé, quien vio la necesidad de fusionar varios elementos planteados por la tradición marxista para explicar la ideología popular. 11

Estos mecanismos permiten vislumbrar la constitución de los movimientos sociales; sin embargo, es relevante para el problema de investigación que se quiere abordar, no desviar la mirada al funcionamiento del movimiento social como tal, sino tomar los mecanismos que nos permiten visualizar cómo estos insumos teóricos afectan o aportan a la construcción de representaciones sociales en torno a los usos sociales del agua. En este sentido, como hemos visto, estos movimientos sociales pueden jugar un papel importante en la consolidación de representaciones sociales en torno a la democratización del acceso al agua y, en consecuencia, es de real importancia acercar esta discusión al plano de los imaginarios y las representaciones sociales asociadas con el conflicto del agua, para evidenciar las influencias que pueden llegar a entretejerse en torno a las prácticas de los sujetos y su inclinación a la conservación de este recurso.

Resultados De los estudios medioambientales a la conceptualización: "el agua que depende del hombre que depende del agua"

Los estudios sobre los usos del agua han generado en la comunidad académica ciertas disposiciones investigativas ligadas al impacto del hombre con la naturaleza y a la apropiación desigual del recurso. Estos estudios han estado dirigidos básicamente a plantear una relación próxima con el medio ambiente, vinculando, por supuesto, las formas de ocupación del territorio que bajo sistemas de producción usurpan inescrupulosamente este recurso para el lucro privado. En el primer caso, los estudios han estado dirigidos a la búsqueda de soluciones medioambientales, en particular a la minimización del impacto de la actividad del hombre sobre la naturaleza. En la segunda categoría, los estudios no solo han denunciado desde una perspectiva crítica la apropiación desigual de este recurso mediante aportes que mezclan avances conceptuales y experienciales.

Estas investigaciones sobre resistencia al capitalismo, movimientos sociales del agua y conservación del hábitat, se consolidan en referentes determinantes para adelantar una investigación sobre el agua, ya que este elemento por ser parte constitutiva del hombre, se torna en objeto de luchas, confrontaciones evidentes en los movimientos sociales del agua. (cfr. Worcester, 1995; Grohmann, 1997; Crespo, 2000; Shiva, 2002).

Es determinante resaltar el papel de los movimientos sociales que han resistido cultural y políticamente para conservar unos recursos que históricamente les han sido arrebatados a diferentes comunidades. 12

Ahora bien, para Vandana Shiva estos movimientos sociales que se resisten a los embates de las grandes industrias solo pueden significar la vindicación del derecho al agua monopolizado por el capitalismo; el análisis del binomio ciencia - sociedad resulta pertinente para analizar el deterioro histórico de los derechos comunitarios sobre el agua. En efecto, al estudiar el comercio internacional del agua, la construcción de presas, la minería y la acuicultura, Shiva expone la destrucción de la tierra y la privación del derecho de los pobres del mundo sobre un bien comunitario precioso. En realidad, para Shiva el papel espiritual y tradicional del agua en las comunidades a lo largo de la historia es importante y constituye un elemento vital de la cultura y en este sentido, advierte que la privatización del preciado líquido pone en riesgo culturas y estilos de vida de todo el mundo y genera tensiones previas a un riesgo de guerra por el líquido (Shiva, 2002).

A pesar de la importancia de este tema y los despliegues teóricos que se han generado con relación al medio ambiente, estos estudios dirigidos específicamente a la conservación de este recurso para su aprovechamiento en la ciudad han estado parcialmente ajenos a la vinculación del agua con unas prácticas sociales y unos estilos de vida que en una relación estructural denotan diferencias sociales y luchas por la apropiación del agua como un elemento diferenciador y articulador de la ciudad, sin descartar su significación como recurso necesario para acceder a la ciudadanía.

Ahora bien, estos esfuerzos por acercar a los usos de este recurso natural, al afincamiento de unas prácticas sociales y culturales del agua, generan diferentes posibilidades de entender esta dinámica en la ciudad acorde con la configuración de hábitats urbanos y significaciones de proximidad, relación determinante en cuanto a la posibilidad de relacionar unos espacios particularizados, como los espacios privados con unos espacios urbanos en los cuales se desenvuelven unos estilos de vida y se construyen unas representaciones e imaginarios bajo la relación ciudad - agua.

De acuerdo con estas particularidades ofrecidas por la delimitación del problema de investigación, la discusión que se presenta a continuación para el levantamiento del estado del arte necesitó un despliegue entre la relación del hábitat urbano y las prácticas sociales. En efecto, esta relación genera unas posibilidades teóricas y metodológicas en los siguientes términos; en primer lugar, el estudio del hábitat urbano crea un universo de posibilidades teóricas y metodológicas que logran llamar la atención de distintas disciplinas de las ciencias sociales, incluidas las disciplinas ambientales, en la medida en que crece la relación entre la degradación de la naturaleza y el uso que el ciudadano hace de los recursos naturales en la ciudad.

En segundo lugar, los usos que se hacen de este recurso se tornan relevantes en la medida en que las formas de la ciudad tienden a expandirse. Así, cuando los posibles habitantes de la urbe requieren satisfacer sus necesidades básicas para la proyección laboral y su inserción en las dinámicas de la ciudad, es posible advertir una correspondencia entre el desarrollo urbanístico y la dotación de fuentes de agua.

En tercer lugar, aspectos tan cercanos para la vida del hombre como el agua, sus usos sociales y sus manifestaciones culturales con relación a las problemáticas que trae consigo, especialmente las dinámicas de la ciudad adquieren profundos significados presentes en las prácticas sociales y en las imágenes de la naturaleza que ha proyectado el hombre en sus actividades cotidianas. Vale la pena anotar que su uso es tan común que rara vez es posible interrogarse sobre otras funciones sociales que ejerce, a saber: en los procesos de construcción y desarrollo del hábitat, en los procesos de simbolización del espacio, en su relación con la higiene y en su convergencia con las propias dinámicas de socialización ciudadana.

En cuarto lugar, las dinámicas que se desarrollan en el hábitat urbano con relación a los recursos naturales como el agua, necesitan enfoques interdisciplinarios que pueden ir desde perspectivas como la historia ambiental, hasta enfoques sociológicos que en perspectiva histórica social pueden evidenciar una profunda relación de las dinámicas de configuración del espacio social y sus "aguas profundas", junto con sus significados y con las prácticas sociales.

Finalmente, una discusión que involucre al hábitat con los procesos urbanos necesita elementos filosóficos, antropológicos, económicos y sociológicos de cómo constituir, construir o desplegar lugares susceptibles de ser habitados en la ciudad, discusión que al mismo tiempo invita a la vinculación del ciudadano con los procesos de marginación de los lugares y, sobre todo, la desigualdad de apropiación de los recursos naturales. En este sentido la discusión sobre el hábitat cobra una mayor validez, teniendo en cuenta las marcadas desigualdades sociales no solo en el aspecto simbólico sino en los espacios físicos que poseen unas características distintivas de unos grupos sociales sobre otros.

Significaciones del lugar y experiencias del habitar la ciudad

Asumir las experiencias con el hábitat urbano supone varios esfuerzos conceptuales en donde aparecen principalmente las figuras del arquitecto y el filósofo. Sin embargo, estos dos agentes que han pensado el concepto del hábitat lo han hecho desde una plataforma epistemológica que reclama la presencia del sujeto, la pregunta por el sentido y los significados del lugar habitado. De esta manera, el campo epistemológico inicial para pensar el hábitat y con ello lo habitable, es sin duda alguna el enfoque fenomenológico. Vale la pena advertir que no se trata de una rehistorización a profundidad de los conceptos acogidos por la investigación sino de asumir las implicaciones de estos cambios conceptuales y las consecuencias de su transformación con relación al problema planteado.

Por tales razones el concepto de hábitat será un concepto sometido a revisión en correspondencia con la construcción de sentido en la ciudad. Este concepto utilizado frecuentemente por filósofos y arquitectos, es también objeto de antropólogos y sociólogos, sin embargo no se puede desconocer que su desarrollo se inscribe dentro de una tradición filosófica fenomenológica que ha discutido sus implicaciones y ha generado reflexiones sobre el albergue, la protección y la comodidad que implica un espacio para la existencia. 13

En efecto, la relación entre el habitar, el construir y el pensar estaría directamente relacionada con el lenguaje, que permite caracterizar y nombrar todas las cosas, entre ellas la ciudad, el agua, las fuentes, los pozos y demás construcciones que hacen parte del habitar. Tras una indagación sobre las significaciones del habitar, el autor llega a la conclusión de que el rasgo fundamental del habitar es el de cuidar (mirar por) que atraviesa al habitar en toda su extensión. Esta unidad originaria del habitar está compuesta por cuatro elementos constituidos en la cuaternidad: tierra, cielo, los divinos y los mortales. 14

Aquí el autor es enfático en relacionar las cosas que residen en la cuaternidad con las construcciones que están producidas en lugares y espacios. Esta relación no puede estar lejos de la pregunta por la relación entre el hombre y el espacio y mucho menos de la relación hombre - agua; para el primer caso el autor propone el ejemplo del puente como una cosa, como una construcción. El puente es un lugar, el puente coliga, ocupa un espacio en donde antes no existía esta construcción y se postula como símbolo, pero si es en realidad puente, no es nunca primero puente sin más y luego símbolo, el puente es, ciertamente, una cosa de un tipo propio, porque coliga la cuaternidad de tal modo que otorga (hace sitio a) una plaza. Para el segundo caso, la relación hombre - agua, las construcciones como símbolos que generan puentes entre el hombre y su espacio, abren la posibilidad de vincular los recursos naturales, en plazas, albergues y diferentes hábitats, pero habría que decir junto con Heidegger que solo aquello que en sí mismo es un lugar, que está antecedido por el lenguaje, puede abrir un espacio a una plaza. El lugar no está presente ya antes del puente (Heidegger, 1994). 15

Una postura arquitectónica: el habitar y sus significaciones

Esta tradición filosófica con relación al tema del habitar es acogida por los arquitectos, que con marcadas influencias del enfoque fenomenológico retomaron los planteamientos de Heidegger, Maurice Merlau Ponty y Husserl, entre otros, asumiendo las significaciones que se producen en la ciudad. En efecto, el tema de la ciudad se presentó como una opción determinante para pensarla desde las significaciones, las contradicciones y los diferentes sentidos desplegados en la ciudad en contraposición a las posturas economicistas y estructuralistas en cabeza de Henry Lefebvre, David Harvey y Moloch en la década de 1970 y de las posiciones de la de 1980 en cabeza de Castells, que plantea la ideología como parte fundamental para entender las contradicciones en la ciudad.

Desde esta perspectiva se hizo necesario cierto espacio de autonomía de ámbitos como la arquitectura frente a los flujos de economía, para que pudiera pervivir la comunicación entre arquitectura y ciudad que, precisamente, promueven los sentidos compartidos dentro de los espacios urbanos (Viviescas, 1994). En efecto, desde una posición fenomenológica se argumenta que, a pesar del dominio del espacio en la ciudad, la creación de nuevos territorios, la explotación de los suelos en favor de la urbe, junto con los límites que esta impone para diferenciarse del espacio rural, se han creado unas posibilidades de pensar lo urbano desde sus significaciones. Esta localización y significación de la ciudad procura observar la ciudad habitada como un texto simbólico, en cuya lectura se encuentran imágenes, sensaciones y representaciones entre los habitantes de la ciudad y el territorio ocupado.

De esta forma, los estudios que provienen desde la arquitectura afirman el valor que representa para un lugar los significados y construcciones colectivas del hábitat. En este espacio se desprenden distintas valoraciones que tienen la capacidad de generar cohesión dentro de los grupos sociales que son sus gestores (Viviescas, 1994). Es así como desde una posición que entiende la cultura como la acumulación de determinados modos de vida, donde todos los sujetos, sin discriminación, participan de la definición del hábitat aparece Alberto Saldarriaga, quien sostiene que la arquitectura no solamente tendría como función velar por la dimensión física de los lugares sino que además se tornaría necesaria para evidenciar el plano simbólico de los espacios ya que procura una lectura de símbolos que dan cuenta de la organización del espacio y el sentido de la existencia. En realidad, como sostiene Saldarriaga, la arquitectura suscita sensaciones que se pueden percibir desde lo cotidiano, y no necesariamente se requiere un conocimiento especializado para su apropiación, más allá la experiencia de la arquitectura en muchos casos se percibe en forma inconsciente y se ve relegada a una utilización inadecuada de la palabra habitar que se confunde con la costumbre (Saldarriaga, 2002).

Desde este autor en particular se puede afirmar que los significados del agua en la ciudad no pueden escapar de la relación con el hábitat. Las representaciones de apropiación de los lugares, de los sentidos que produce la ciudad y de los símbolos que se despliegan en la experiencia arquitectónica suponen un acercamiento a la lectura de estos significados, en la medida en que puede diferenciar y encontrar convergencias del sentido de habitar espacios. Para Saldarriaga desde la experiencia arquitectónica, específicamente en su relación con lo habitable y las múltiples sensaciones que suscita el fenómeno de habitabilidad con lo espacial, se busca entonces la esencia de la experiencia cotidiana de lo habitable en la ciudad. Esta imagen que se produce de la ciudad y junto con ella las imágenes que produce en torno al uso del agua, permiten evidenciar las formas de producción de estas y la pertinencia de la arquitectura para leerlas en un plano textual.

Esta lectura se presenta a través de dos fuentes diferentes; la primera de ellas la constituye la vivencia directa, y la otra, la información sobre la ciudad que es adquirida por medio de la educación y los medios de difusión, en donde se encuentran el cine y el video como medios para registrar el espacio arquitectónico particular para luego recuperar la experiencia de la arquitectura como memoria. De este modo, el sentido de habitar poseería dos dimensiones distintas; en primer lugar, una presencial o corporal que es intrasmisible, donde nadie puede vivir la experiencia de otro aunque esta se modifica con todo aquello que ingresa en el campo del conocimiento, es decir, se transforma en la medida en que se aprehenden nuevos conocimientos; en segundo lugar, se encontraría la dimensión mental o imaginativa que se corresponde con los códigos que constituyen un orden social.

Es así como la experiencia de la arquitectura se torna en un puente para pensar estos encuentros y desencuentros del habitar; no es lo mismo la experiencia de un ciudadano de New York que uno de las barriadas latinoamericanas, lo común a las dos experiencias es en realidad su sentido de albergue; así, la arquitectura se relaciona directamente con el habitar y con los recursos que allí se encuentran.

En suma, la constitución del lugar y la experiencia del mismo, desde el punto de vista de la arquitectura, tienen un valor en sí mismo; de esta manera, las imágenes y significados del agua estarían relacionados con la construcción de hábitats en la ciudad. Saldarriaga argumenta que el sentido de habitar los espacios está en el centro mismo del acto de vivir, es decir, la experiencia con el habitar en torno al agua, no sería periférica, obedecería a unas significaciones que van más allá de lo físico. El habitar, por su parte se nutre de experiencias acumuladas por el agente a lo largo de su vida; a medida que los actores sociales cuenten con una acumulación importante de experiencia, resulta más consciente su apropiación con el habitar (Saldarriaga, 2002).

Bajo esta misma tradición fenomenológica, el arquitecto Carlos Mario Yory plantea una serie de interrogantes en torno a la relación de la ciudad y el habitar. Partiendo de una concepción de gentío en la urbe, que implica directamente un mundo cada vez más urbanizado, la experiencia del habitar, sostiene Yory, se puede concebir bajo la figura de las topofilias. En la medida en que la ciudad se convierte cada vez más en el hábitat predilecto de las mayorías de las poblaciones del mundo, pensar las relaciones con el entorno resulta determinante. 16

De esta manera, la relación ciudad y medio ambiente es fundamental para entender las complejidades de las topofilias de la ciudad y con ello las imágenes del agua, bajo las siguientes preguntas: ¿Qué lleva al hombre a construir su casa? Y ¿qué sentido cobra el habitar con el entorno? La resolución de tales interrogantes no puede desapartarse de la condición humana bajo dos criterios fundamentales: la comodidad (necesidad) y la protección (deseo). En efecto, bajo la protección y la comodidad se soporta la acción de construir un lugar, una casa, cuya función es el habitar donde solo se puede ser ahí, esto es, sentirse en casa. 17

De acuerdo con lo anterior el problema planteado por Yory está directamente ligado a la forma de habitar, no a la forma del habitáculo. La interrelación entre el nido y la concha según el autor, estaría ligado al corredor que se convertiría en el lugar de encuentro, en el acontecimiento, pero es necesario tener en cuenta que lo público necesita unas condiciones materiales para concretar la relación del hombre con el mundo bajo una figura de posición concluyente, es decir, desde la preposición desde.

Por estas razones la relación del habitar necesita unas condiciones de posibilidad o, como cuestiona el mismo autor,¿de qué sirve un techo sin trabajo, sin salud ni educación y sin autoestima? En este sentido cabría preguntarse con el autor ¿de qué sirve el habitar sin los ríos, o con los ríos contaminados o sepultados? En realidad, bajo el habitar no es posible dejar de lado las significaciones del agua y el cuidado que se tenga de este recurso, en la medida en que en las propiedades del habitar se encuentra que lo apropiado, acordarse y estar deacuerdo se hacen fundamentales para estar en el mundo. Así, el agua como recurso apropiado logra consolidarse en torno a las significaciones del saber histórico colectivo, en una relación desde, para constituir topofilias. 18

Para entender las dinámicas que suscitan las topofilias en la ciudad es fundamental tener en cuenta las formas de articulación de la ciudad y su proyección como simulacro. Desde la concepción de representación y razón histórica de la ciudad clásica pensada funcionalmente, donde en efecto la planeación, el ordenamiento territorial se piensa como sinónimo del construir hábitats, para organizarse de acuerdo con un principio de razón, Carlos Mario Yory propone la ciudad no clásica, constituida en un simulacro hecho de simulacros. Esta situación postula a la ciudad como un libreto, como un espacio de actuación, como una ciudad vivida, es decir, como una ciudad producto de los acontecimientos literarios, donde los espacios de habitación suponen actuaciones instaladas en el movimiento, en los no lugares (outopos). Más allá de esto, la ciudad se articula desde los gestos que proceden de dos conceptos que el autor retoma de Baudillard: la simulación (aparentar tener lo que no se tiene) y la disimulación (aparentar ser lo que no se es). Este último se relaciona con las características de los no lugares, de las ciudades anónimas, en donde el espacio publicitario crea redes informáticas de consumo, nuevas imágenes construidas con significantes vacíos, que no dicen nada, no construyen nada y no significan nada (Yory, 1998).

Por otro lado, ejemplo de simulación resulta ser la población de Guatavita, en el altiplano andino colombiano, la cual, luego de ser sumergida bajo una represa, se pretendió "reconstruir" en un sitio vecino "retomando" los patrones arquitectónicos y urbanos de la población, pero omitiendo el componente significacional y vivencial que en la misma imprimían sus pobladores. (Yory, Op. cit., p. 161).

En suma, la poética del habitar, ligada al orden ético y estético propone a la ciudad como un espacio para ser leído, un libreto en donde se ponen de manifiesto los significados que se producen en la relación hombre - entorno. Desde esta perspectiva la transformación de la ciudad moderna a través de la historia ha presentado algunas modificaciones importantes, pasando de las comunas (intereses claros integrados a un imaginario) a la ciudad como proyecto donde se busca la forma más apropiada de habitar. Ahora bien, esta adecuación que hoy se aleja del modelo clásico como posibilidad, es también simulacro que se dispone a ser leído como un texto por medio de los gestos y de las nuevas realidades que se construyen en la ciudad, realidades que se asocian con el agua y con sus elementos significativos.

De esta manera, el asunto concerniente al agua se entreteje con elementos signados cuyas cargas simbólicas estarían ligadas al panorama urbano; así, rescatar el corredor como componente convivencial y articulador de la ciudad y el agua, es sin lugar a dudas desde esta perspectiva un acierto determinante. El corredor convertido en articulador de lo habitable, como espacio adecuado al entorno urbano, se ve rodeado de construcciones como las fuentes de agua, los canales por donde pasan los resquicios de los ríos disminuidos por las olas de calor o aumentados por las temporadas de lluvias, de tal suerte que la ciudad se ve atravesada por los significados del agua que confluyen en la experiencia del habitar, generando topofilias en una relación ciudad - medio ambiente.

Lugares olvidados, patrimonios resguardados

Tras una preocupación un tanto más proclive a la preservación de las prácticas no oficiales en la ciudad y junto con esto, al cuidado de los objetos patrimoniables, a la consideración de pobladores poco reconocidos y del entorno natural poco apropiado, aparecen autores como Michel de Certau y Luce Giard, quienes sostienen que la ciudad y su relación con el medio a partir de su interpretación de la urbe como un texto permite el despliegue de gestos y relatos alrededor de una visión mitológica de la ciudad. Esta simbología urbana procede bajo los efectos pedagógicos de modernizar lo antiguo, preservar y civilizar por medio de la presentación de estos objetos antiguos, resignificados bajo unos criterios particulares que ocultan objetos de algún significado para la experiencia campesina, que son restaurados, sin tener en cuenta los verdaderos monumentos que han estado en los lugares por mucho tiempo, pero que olvidados, desaparecen del hábitat. 19

En este sentido, se hace indispensable discurrir acerca de la importancia de la preservación de los objetos patrimoniables, la transformación de la ciudad, el desplazamiento de su patrimonio, de sus objetos "legendarios" y la separación de sus habitantes por la rehabilitación de los objetos restaurados. Esta política de la restauración afecta al hábitat, susceptible de ser rehabilitado, transformado y que por sus efectos de conservación, paradójicamente tiende a desligar lo que en realidad debe ser conservado, es decir, a sus pobladores. De este modo, una desapropiación de sujetos acompaña la rehabilitación de objetos. En efecto, esta economía de la restauración tiende a separar de los lugares a quienes los frecuentan, "en este caso particular, no resulta sorprendente que las administraciones técnicas se interesen tanto en los edificios y tan poco en los habitantes (...) la rehabilitación participa en efecto en la "medicalización" del poder. (De Certau y Giard, 2010, p. 142).

Esta medicalización opera en tanto la ciudad se constituye en un cuerpo social, y la función de la economía de la restauración es velar por la salud de este cuerpo, tratando no solamente los órganos y las circulaciones, sino sobre todo haciendo abstracción de las personas. Esta situación no permite que las relaciones de los habitantes de una ciudad con su entorno vinculen al hábitat ordinario, ya que esta lógica se aleja de las políticas que preservan el interés público. Los autores de este texto advierten que en este caso los habitantes por ley tienen derecho a su espacio y también tienen derecho a su estética, por tal motivo pensar en narrativizar estas experiencias ligadas a un espacio y configuradas en el tiempo, es una apuesta de la historia que buscaría por medio del fomento de la narratividad hacer que estos lugares se conviertan en lugares habitables en la ciudad y, por tanto, espacio de luchas de relatos.

La idea de un encuentro en la ciudad, de la ciudad relato y con ello, de la ciudad memoria, donde el recorrido urbano constituye una manera de apropiarse de la historia a través de la ciudad, suponen para Marc Augé el recuerdo de lugares, recuerdos personales como las experiencias en el metro o la rememoración de acontecimientos como la caída del muro de Berlín, la liberación de París, entre otros. Evidentemente la dimensión material es indispensable para la ciudad memoria:

En una ciudad volvemos a encontrar con fastidio o con placer, lo que habíamos dejado en ella, a saber, el olor del desinfectante de los corredores del metro, el olor a carbón que durante el invierno flota en ciertas ciudades de la Europa Oriental. (Augé, 2008, p. 117).

En este sentido, la ciudad memoria requiere ser encontrada por medio de la simbolización de la misma ciudad, la dimensión imaginaria de la ciudad no puede escapar a las posibilidades de socialización que en este lugar se desarrollan, por tal razón una figura para simbolizar la ciudad es la novela, en ella además de las dimensiones materiales se pueden rastrear imágenes de ciudad; sin lo imaginario, sostiene Augé, ya no habrá ciudad y viceversa (Augé, 2008).

Esta situación de la ciudad memoria planteada por Augé, en donde lo ficcional, el tema de las imágenes y la perspectiva de los recuerdos resultan indispensables para pensar las relaciones del agua con la ciudad. Los recuerdos de un río navegable en el pasado, frente al desparpajo de observarlo disminuido y contaminado entrometen unos recuerdos, unas experiencias y unas imágenes de una ciudad olvidada que requiere lo imaginario para sobrevivir. No obstante, estas imágenes de la ciudad y las imágenes del agua necesitan ser complementadas por una posición que vincule lo estructural, las dimensiones materiales de la ciudad y elementos constitutivos propios de los lugares.

Hábitat, prácticas y significaciones sobre el agua

Para contextualizar dicha experiencia del habitar es necesario acudir a la apropiación de los espacios por parte de los distintos agentes que ocupan dichos lugares consumiendo recursos naturales como el agua. En este orden de ideas, aparece Pedro Cantero, quien exhibe una mirada del agua relacionada con la cultura humana, la arquitectura y el habitar como "el fin que preside el construir", frase que toma del filósofo M. Heidegger. En efecto, se hace necesario pensar en el agua como una construcción social, que deja entrever en sus múltiples usos, ya sean presentes o históricos, los diversos significados que adquieren a través del tiempo. De esta manera, este autor hace un recuento en primer lugar de los papeles que ha jugado el agua en diferentes momentos y contextos históricos de algunos países europeos y en segundo término, cómo la cultura ha generado rituales, ensoñaciones, significaciones, procesos de socialización, luchas y representaciones, por sus usos y sus valores (Cantero, 1999).

En este orden de ideas aparece María Clara Llano, quien estudió la Plaza de Bolívar (en Bogotá). A partir del proceso de la Colonia, la Plaza supera su función práctica (conseguir el agua) para comenzar a tener una función de sitio de encuentro, convirtiéndose en el lugar en donde no solo se intercambian objetos, cuando se transforma en plaza de mercado, sino que también se presenta un intercambio de códigos culturales. Ocurrió el mismo proceso cuando la burguesía a partir de 1881 le cambió la apariencia a la plaza dándole un estilo europeizante para convertirla en un sitio de encuentro y paseo cotidiano; de este modo se presenta una interiorización de códigos culturales, que son dirigidos a través de un proyecto oficial que tiene la función de normalizar los usos de los habitantes de la ciudad.

Estos cambios en los usos sociales de las adecuaciones evidentemente tocan el problema de las significaciones dirigidas por el Estado, a través de un proyecto oficial, o simplemente dibujan la imitación de ideales de progreso en naciones incipientes, que buscaron la modernización a partir de los estilos de vida consagrados en Europa. En efecto, las representaciones del agua, bajo la mirada de las adecuaciones modernas, como, por ejemplo, la llegada del acueducto a la ciudad, fue determinante para consolidar una historia, convirtiéndose así en un recurso importante para elaborar determinadas versiones de esta y, por tanto, definitivo en los procesos de construcción de las naciones y las nacionalidades.

Si se quiere, la representación del pasado fue fundamental para promover unas identidades nacionales, en capacidad de superar las múltiples diferencias procedentes de los orígenes étnicos, culturales y sociales propios de los Estados antiguamente colonizados. Así, como señala Norbert Lechner (2002), las representaciones del pasado resultaron recursos simbólicos expuestos como incuestionables, por medio de los cuales el Estado promovió en sus habitantes tanto un pasado común como una visión de futuro. Ese último entendido como el "agente principal que acciona los elementos del contexto urbano (...) a partir de la percepción que tiene el usuario de este proyecto". (Llano, 1994).

Estos recursos simbólicos como el acueducto y la modernización de las pilas de agua, representaban progreso para las elites en las ciudades, al constituirse en espacios de encuentro y sociabilidad que evidentemente intentaban entrar a los circuitos de la modernización por medio de la emulación de la cultura europea. En realidad esta réplica de las representaciones y prácticas de los lenguajes europeos eran agenciados por la cultura legítima que buscaba imponer unas visiones a través de las ya nombradas adecuaciones modernas. Estos estilos se asumirían replicando la cultura europea para impulsar el desarrollo urbano como una memoria de imágenes y así constituir un sentido de modernidad. Este autor toma en cuenta el lenguaje como una dimensión simbólica. En efecto, la representación de pasado y la visión de futuro delegada a estos recursos simbólicos, como el agua y sus formas hidráulicas, buscaban imponer una nueva concepción del mundo en medio de los cambios que supuso la progresiva inserción de los Estados nacientes a los circuitos de la modernización (Rawitscher, 2000).

No obstante, quienes mejor explican el fenómeno de las significaciones del agua y las percepciones que derivan de ellas son, por supuesto, los semiólogos. En este sentido, aparecen algunas otras miradas del agua vinculadas con la semiótica y la teoría general de los signos, donde podemos encontrar a Vargas y Piñeyro, quienes se ocupan de determinar las percepciones del agua que están incidiendo en la construcción de un estilo de gestión y una cultura del agua en la sociedad actual, partiendo de la identificación de los diferentes campos semánticos del agua en la sociedad prehispánica y la moderna, como, por ejemplo, el mítico, para el caso de la sociedad prehispánica, y los discursos de la tecnología, la hidráulica, la agricultura, entre otros, para el caso de las sociedades modernas. La investigación enfatiza en la importancia de encontrar las percepciones que subyacen en los discursos del agua, con el propósito de inferir los valores que sustenta quien los pone en circulación y qué modelo de desarrollo y estilo de intervención promueve con su conceptualización (Vargas, 2005).

Aunque la función histórica del lugar es indispensable, quien asume un encuentro próximo con el habitar es en realidad la arquitectura. De acuerdo con lo anterior, se hace imprescindible recurrir a los planteamientos que presentan la arquitectura y el urbanismo, que a lo largo de los años se han preocupado por la construcción y embellecimiento de las grandes urbes. En la consecución de estas adecuaciones la arquitectura ha contribuido a la generación de espacios dotados de innumerables elementos dirigidos a la satisfacción de las necesidades de los habitantes urbanos. De este modo, un elemento de vital importancia es el agua que poco a poco ha hecho parte de la vida social de las grandes ciudades a través de la construcción de pilas de agua, de acueductos que llevan este recurso a los diferentes lugares de la ciudad en donde finalmente han de adquirir una significación estética.

La existencia de unas imágenes del agua aferradas en el inconsciente humano es uno de los aportes fundamentales de Bachelard, quien busca a través de un ejercicio de contextualización evitar la esencialización del agua. Al relacionar su existencia con unas imágenes inmateriales e imaginarias, su fuerza de representación tiende a perder de vista las condiciones que la hacen posible en la imagen de la pureza. Según Bachelard, 1993, por mucho tiempo el agua junto con el fuego, el aire y la tierra han sugerido ensoñaciones esenciales atadas a una psicología formal que no requiere causas materiales para constatar su existencia; en realidad, su existencia sustancial tiende a las formas imperecederas de las imágenes dificultando la dilucidación de su verdadera naturaleza material.

En este sentido Bachelard propone que para devolverles su dimensión material a estas imágenes se necesita una imaginación abierta, que sobrepase las imágenes de la realidad para la mezcla del agua y la tierra, donde el agua imaginaria se combina con la imagen material de lo pastoso, imágenes concretadas en la poesía cuya tendencia estriba en sobrepasar la condición humana. De este modo, mediante la poesía se puede rastrear la valoración de la materia que posee dos dimensiones, a saber: por un lado, en un sentido de profundización donde aparece lo insondable y en un sentido de desarrollo como fuerza inagotable. De esta manera las imágenes de estos cuatro elementos esconden un sistema de fidelidad poética material que permite descubrir detrás de las ensoñaciones creencias, pasiones y sentimientos primitivos a través de hechos particulares que han estado atadas a la psicología de lo formal.

Ahora bien, estos análisis bachelarianos nos permiten entrar en la función social del agua que ayudados de la fuerza de las percepciones formales permiten la naturalización del uso social del recurso. Las funciones sociales del agua permiten entrever que es común pensar en el agua como bebida natural del hombre, que se posicione como una imagen que reclama la frescura, la limpieza y la higiene. En efecto, esta bebida que pasa por variaciones sociales y culturales, frecuentemente es utilizada como elemento de sustento de las sociedades, también es utilizada por el hombre para regar las plantas y el aseo del hábitat humano que proporciona a un lugar la imagen de la limpieza y de pureza acordes con el fomento de la higiene en diferentes sociedades.

Un punto de vista teórico: del hábitat al habitus

Esta noción de habitar que desarrollan especialmente los arquitectos se puede complementar con el concepto de habitus propuesto por Bourdieu, ya que las significaciones y representaciones, que al adquirir sentido dotando de seguridad al agente, pasan del plano del ocupar un espacio al habitar, donde adquieren su correspondencia de clases en un espacio social, todavía mejor, el habitar se hace posible cuando existe una relación de proximidad entre el habitus, que se traduce en estilos de vida y las propiedades objetivadas en el espacio físico, que permiten en el agente social su inserción correcta dentro de las relaciones sociales con la ayuda de estos capitales que lo disponen para entrar en el mismo juego social. 20

Estas adecuaciones al aparecer tan desprovistas de relaciones sociales, por ser emplazamientos que están a la vista de todos, no escapan de las relaciones de fuerza que proceden de la ciudad misma, ya que el espacio físico al ser producto de inversiones realizadas por las diferentes posiciones, disposiciones y tomas de posición del espacio social, se constituye por eso mismo en objeto con atributos distintos y distintivos: el espacio físico se enviste como objetivación de la distribución de los capitales económicos, sociales y políticos, y por tanto, objeto de significaciones y valoraciones diferenciadas (Bourdieu, 1999).

Las relaciones entre espacios físicos y sociales contienen unas confrontaciones dadas en el hábitat, estas relaciones de fuerza se pueden evidenciar en las relaciones espaciales que traen las objetivaciones del espacio social, esto es, que el espacio físico trae consigo unas propiedades que solo son explicables si se ponen en relación con otros espacios físicos. Las cualidades que le son inherentes y la escala de valor con la que son percibidos son otorgadas por el espacio social para generar distinciones sociales (Bourdieu, 1999, pp. 119-124).

De esta manera se concretan unas aproximaciones conceptuales cercanas al tema de la ciudad, desde una perspectiva orientada por la sociología de Pierre Bourdieu en cuanto a los usos sociales del espacio en la ciudad. En efecto, el desarrollo urbanístico de una ciudad y con ello la cobertura de las necesidades básicas de la población requieren, además de la dotación de servicios públicos, una vinculación a la consolidación de una historia social de las prácticas en consonancia con las referencias al escenario económico que permiten vislumbrar las condiciones materiales de estas representaciones del agua en sus condiciones de posibilidad en la ciudad.

Sin embargo, se hace necesario desbordar la discusión del hábitat frente al problema de la urbanización masiva en las ciudades que ha traído como consecuencia no solo una concentración mayor de población en la ciudad sino el desplazamiento paulatino del hábitat rural. Con el aumento de la población en las ciudades y una marcada diferenciación social generada especialmente por el efecto de una distribución desigual del espacio físico y unas valorizaciones sociales desiguales, se proyecta una disposición de lo urbano como foco de poder y de control en las dinámicas urbanas donde es posible visualizar unos barrios periféricos y unos centrales. Más allá de esto, esta estructuración física del espacio que redunda en beneficios sociales y en ganancias de localización permiten observar el hábitat vinculado a ciertas disposiciones cuyas funciones representativas dan al espacio físico un orden especifico en lo urbano. 21

La ciudadanía como identidad de mediación

Por último, la coexistencia de diversas identidades en un mismo espacio social involucra necesariamente la discusión sobre una posible mediación de estas. Para esto es necesario hacer uso de una definición de ciudadanía que permita la discusión sobre la coexistencia de estas identidades. Esta definición se encuentra dirigida a posibilitar que otras identidades sociales coexistan dentro del mismo espacio social, todo ello con el objetivo de que en aquellos universos de lo público estas identidades puedan resolver sus conflictos sin que cada una de estas pierda sus especificidades (Serna, 2006).

De acuerdo con el lenguaje creado por el proyecto institucional de la maestría en investigación social interdisciplinaria, la ciudadanía es entendida como "identidad superior de la vida pública, superando las demás identidades del espacio social, de donde resulta su eficacia para permitir el diálogo, el conflicto y la confrontación entre estas diferentes identidades, permitiendo la política". (Serna, 2006, p. 6).

En suma, la ciudadanía tomaría la forma de "entidad mediática impuesta desde el Estado para garantizar la coexistencia en el espacio social de múltiples identidades étnicas, sociales y culturales, elaborada con diferentes mecanismos simbólicos como una identidad común para estas identidades parciales permite que estas puedan establecerse en la vida pública sin perder sus especificidades". (Serna, 2006, p. 11).

Finalmente, para esta propuesta de investigación se recurrió a la etnografía documental con el fin de hacer una interpretación más cercana de las condiciones de vida de esta época. Ahora bien, esta opción metodológica requiere definir ante todo lo que se va a entender por documento. En este orden de ideas, el documento será entendido como una producción en la cual se ponen a circular unos discursos sociales que son interpretados y analizados. Esto es, que la producción textual elaborada por un agente es interpretada por otro que necesariamente debe acudir a las condiciones de producción del documento, con el fin de evitar la descontextualización de la producción que deviene en monumentalización.

CONCLUSIONES

El abordaje de problemáticas relacionadas con la salud, la limpieza y el suministro del agua en las ciudades requiere enfoques metodológicos que posibiliten un abordaje interrelacionado de las prácticas que se generan en torno a estos elementos. Para que esto sea posible, se hace indispensable un anclaje que vincule, por una parte, los análisis sociales con problemáticas ambientales, de salud e higiene, y otra que amarre dichos análisis con la expansión urbana en una perspectiva histórica. Las razones fundamentales para efectuar un análisis del tipo histórico - social - ambiental se soportan en las condiciones actuales de la ciudad, en donde es posible ver un crecimiento desmedido de la misma, junto con problemáticas de salubridad pública en aumento y con un creciente aumento de la población que no encuentra espacio para habitar la ciudad que alberga cada vez más población sin una debida planeación.

Entender el presente por medio del pasado es una tarea difícil en tiempos de globalización; sin embargo, para los estudiosos de los fenómenos sociales y ambientales tal tarea se hace cada vez más necesaria, en la medida en que ya no se pueden explicar los fenómenos aisladamente, como si no tuvieran relación con otros fenómenos sociales y ambientales y mucho menos como si no tuvieran una trayectoria, una construcción histórica.

En este sentido, la pregunta que se presenta luego de la anterior reflexión recae sobre el pasado. Solo una visión retrospectiva da suficientes argumentos sobre las dinámicas de la ciudad que ha demostrado a través de la historia que sigue albergando prácticas similares entre el pasado y el presente; es como si desde la fundación de la ciudad se presentaran problemas que aún se ven, esta paradójica situación empuja a reflexiones más allá de las cuestiones técnicas que buscan una racionalización de la urbe y la solución de problemas inmediatos que esconden los verdaderos problemas que siguen manteniéndose porque los ha generado la cultura.


NOTAS

1 En uno de sus períodos de alcalde de Bogotá, Antanas Mockus sostenía que "el desarrollo urbanístico de las ciudades concuerda con la ampliación y dotación de nuevas fuentes de agua. Es claro que de no haberse construido Chingaza o las que le antecedieron, la ciudad no tendría hoy siete millones de habitantes" (Mockus, 1997). Volver

2 En 1995 en Francia cuatro millones de trabajadores del sector público y dos millones de trabajadores del sector privado originaron una huelga en contra de los planes fiscales del primer ministro Alain Juppé; el país paralizó el transporte durante casi dos meses y la manifestación duró casi tres semanas de protestas. En este contexto, preocupado por los alcances del neoliberalismo en intervenciones públicas, Pierre Bourdieu, representando a un grupo de intelectuales llamado Raisons d´agir, expresaba: "se destruyeron las conquistas sociales y hoy se acusa a quienes las defienden de ser conservadores arcaicos (...) el horizonte del movimiento social es una internacional de la resistencia al neoliberalismo y a todas sus formas de conservadurismo (...) el movimiento por la renovación de los servicios públicos y en especial por una educación nacional más justa, tal como se expresa en Seine- Saint-Denis, es lo opuesto de la crispación identitaria en torno a una institución arcaica: afirma la necesidad de servicios públicos eficaces e igualitarios en su funcionamiento y en sus efectos". (Bourdieu, 2008, pp. 12-20). Volver

3 En palabras de Bourdieu, "el neoliberalismo es una teoría económica poderosa que gracias a su fuerza simbólica duplica la fuerza de las realidades económicas que pretende expresar (...) la difusa vulgata que nos proponen bajo el nombre de liberalismo está compuesta por un conjunto de palabras mal definidas, "globalización", "flexibilidad", "desregulación", entre otras que gracias a sus connotaciones liberales o libertarias pueden ayudar a darle una fachada de libertad y liberación, a una ideología conservadora que se presenta como contraria a toda ideología (Bourdieu, 2008, p. 11). Volver

4 Cfr como caso experiencial, los trabajos de Adrián Serna Dimas a propósito de la rehistorización de la ciudadanía en Bogotá. Serna, A. (2004). Identidad ciudadana y vida pública: la cuestión de la alteridad. Artículo de avance de la segunda fase del proyecto de investigación institucional "La construcción de lo ciudadano. Una mirada interdisciplinaria a los campos constituyentes de la ciudadanía en Colombia. 1930-2000. Centro de Investigaciones y Desarrollo Científico UD; Serna, A. (2006). Identidad ciudadana, lenguajes coloniales y conflicto social, en: Ciudadanía y conflicto. Memorias del Seminario Internacional, María Teresa Cifuentes, Adrián Serna D. (compil.), Fondo de publicaciones Universidad Distrital; Serna Dimas, A. (2006), Ciudadanos de la geografía tropical. Ficciones históricas de lo ciudadano, Editorial Universidad Distrital Francisco José de Caldas, p. 486. Volver

5 Son las trazas del agua que corre a través de los planos inclinados de los cerros, y al llegar al plano horizontal de la Sabana se expanden por donde pueden, o por los cauces construidos que cuidan el orden establecido. Al llegar al pie de monte es posible detectar un camino sinuoso que sigue a los cerros y cruza de manera ortogonal las huellas del agua. Cuando estas trazas se descubren, un lejano dolor se expande, un desasosiego por lo desaparecido y ni siquiera sabido aparece. Antiguas culturas que habitaron el lugar se revelan a través de esos trazos, que por más que han querido subyugarse con el nuevo orden, a veces se hacen presentes impidiendo el olvido (García, 2000, p. 91). Volver

6 Este recurso se encuentra relacionado con una función de limpieza, característica de las sociedades civilizadas, que buscan, a través de la higiene, una forma de posicionarse socialmente. La limpieza, correlacionada con el problema del agua en la ciudad, se refiere al interés en la higiene y la salud pública y privada. La noción de pureza se introduce en la modernización de las ciudades para asegurar un aspecto de la estabilidad social, a través de los mecanismos reguladores y pedagógicos que hacen funcionar las pautas higiénicas de vida urbana (Jaramillo, 2005, citado por Cubillos, 2010, p. 66). Volver

7 Para ver los procesos de consolidación de la ciudadanía en Bogotá a propósito del uso del lenguaje y la apropiación patrimonial, puede remitirse a Llano, F. (2012), Caro, Cuervo y la resistencia lingüística. Construcción de la identidad ciudadana desde el uso de la lengua. Bogotá (1880-1950), Bogotá: Universidad La Gran Colombia; Chavarro, C. y Llano, F. (2010), El héroe, el lujo y la precariedad patrimonio histórico en Bogotá (1880-1950), Bogotá: Universidad La Gran Colombia. Volver

8 Durante todo el siglo XIX el hábitat urbano bogotano careció de mecanismos suficientes de provisión de agua que lograran un completo abastecimiento para los ciudadanos de la urbe. Estas adecuaciones, como, por ejemplo, los acueductos, eran escasos, frenando de esta forma el suministro de tan necesario recurso en la vida cotidiana; además de esto, su construcción generalmente era lenta debido en gran medida a la falta de recursos necesarios para tal empresa. Solo para hacer una breve referencia sobre la provisión del agua en la ciudad se cita a Rodríguez, quien sostiene que "Las obras del acueducto y pila de San Victorino se continuaron en los comienzos del siglo XIX. Esta vez sí se culminarían las labores (...) la petición inicial de este acueducto se hizo en 1680, en 1792 se continuó la obra, y en 1801 se obtuvieron los dineros que permitirían concluirla en 1803". (Rodríguez, 2003, p. 121). Volver

9 Estos testimonios utilizados como fuente de primera mano requieren una interpretación de tercer orden, para lograr desentrañar las estructuras de significación de los estilos de vida, entendidos como la realización de los habitus provocados por el espacio social. Por esto fue necesario apelar a la etnografía documental, con el fin de hacer una interpretación más cercana de las condiciones de vida de esa época. Ahora bien, esta opción metodológica requiere definir ante todo, lo que se va a entender por documento. En este orden de ideas, el documento será entendido como una producción en la cual se ponen a circular unos discursos sociales que son interpretados y analizados (Le Goff, 1991, p. 239). Teniendo en cuenta lo anterior, la cultura sería un documento activo público dispuesto a ser interpretado; es como tratar de leer un manuscrito extranjero, borroso, plagado de elipsis, de incoherencias, de sospechosas enmiendas y de comentarios tendenciosos y además escrito no en las grafías convencionales de representación sonora, sino en ejemplos volátiles de conducta modelada. (Geertz, 1996, p. 24). Volver

10 Cfr. García, R. y Serna, Adrián (2002), Dimensiones criticas de lo ciudadano. Problemas y desafíos para la definición de la ciudadanía en el mundo contemporáneo, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá. Volver

11 Para Rudé este tipo de ideología se compone de tres elementos fundamentales; el primero de ellos es un elemento tradicional inherente a las clases populares basado en la experiencia directa, la tradición o la memoria colectiva; este elemento hace referencia a un tipo de creencias que generalmente poseen los campesinos, como, por ejemplo, el derecho al agua y a la tierra; "esta última creencia la informa las protestas del campesinado de México, Colombia o Nueva Guinea en nuestros tiempos" El segundo se refiere a las ideas y creencias que derivan o se toman prestadas de los demás a través de ideas estructuradas como los derechos del hombre, la soberanía popular, el nacionalismo, entre otros. Estos conceptos cuando la clase popular los interioriza forman parte de los postulados teóricos que orientan la acción; el último de ellos es la experiencia que hace referencia a las condiciones sociales e históricas de un tipo particular de clase popular. Este último elemento determina la naturaleza de la mezcla final. (Rudé, 1980). Volver

12 En realidad, estos estudios persiguen la explicación de esta usurpación que tiene como trasfondo las relaciones de poder, ya que lo que entra en juego es un recurso estratégico que se convierte en objeto de luchas; más allá, en estos escenarios es frecuente ver que aparecen diferentes movimientos que luchan por el medio ambiente y por la vindicación del derecho al agua. Un ejemplo de lo anterior lo representan los movimientos sociales ecologistas que han jugado un papel determinante en la conservación del medio ambiente, donde se critica de manera radical la tendencia humana a la destrucción de la naturaleza a través del consumo desmedido de los recursos naturales, las materias primas, el gasto energético y el daño a la capa de ozono (Arrojo, 2005). Volver

13 Así, esta tradición fenomenológica luego de los horrores vividos en la Segunda Guerra Mundial dejó un legado importante para los estudios sociales; esta gran herencia filosófica se articula por medio de la pregunta hacia el sentido, en donde aparecen personajes como Husserl y su discípulo Heidegger. En efecto, los primeros estudios sobre el hábitat se remontan generalmente a la tradición filosófica en cabeza de Heidegger; este autor en particular sostiene que en la relación que se entreteje entre el habitar, el construir y el pensar, se permite evidenciar una relación profunda del habitar, entendido como un rasgo fundamental del ser del hombre, y el lenguaje. En este sentido, Heidegger resalta la función del lenguaje en cuanto a su papel definitivo y protagónico como el señor del hombre, es decir, que el lenguaje para Heidegger antecede al hombre y guarda la esencia de todas las cosas. Volver

14 En realidad, estos elementos co-significan para cuidar la cuaternidad y de esta forma, habitan en cuanto cuidan y salvan la tierra, cabe anotar que, los mortales habitan en la medida en que reciben el cielo como el cielo, en el salvar la tierra y en la espera de los divinos. También en el conducir de los mortales acaece de un modo propio el habitar como el cuádruple cuidar (mirar por) de la cuaternidad. En estas relaciones, el agua como parte de la tierra y como espejo de los cielos estaría ligada a todos los componentes de la cuaternidad, como elemento indispensable para la vida, estaría ligado al habitar. De esta manera, la relación de la cuaternidad con sus elementos constitutivos permite sostener que las cosas tienen un espacio (...) el habitar es más bien siempre un residir cabe las cosas. El habitar como cuidar guarda (en verdad) la cuaternidad en aquello que cabe, en lo cual los mortales residen: en las cosas (Heidegger, 1994). Volver

15 Así, el construir instala lugares y al mismo tiempo ensambla los espacios, pero es infructuoso sin la capacidad de pensar, capacidad de abstracción que permite pensar los espacios en su extensión, en relaciones analíticas algebraicas; "construir y pensar son siempre, cada uno a su manera, ineludibles para el habitar (...) se habría ganado bastante si habitar y construir entraran en lo que es digno de ser preguntado y de este modo quedaran como algo que es digno de ser pensado (Heidegger, Op. cit.). Volver

16 En la reunión del Hábitat II celebrada en Estambul en 1996 se discutió el problema de la ciudad y su relación con el medio ambiente, aquí la ciudad en general es considerada como uno de los mayores contribuyentes a la contaminación y al deterioro del medio ambiente (es claro, pues, que la sociedad no puede existir sino en un medio ambiente construido y la configuración de éste implica necesariamente, una modificación del entorno natural), en este marco, el verdadero desarrollo sostenible implica una nueva concepción del crecimiento que provea igualdad de oportunidades para todos los pueblos del mundo, sin distingos de ninguna índole, y que no agote los limitados recursos naturales del planeta y su capacidad de reproducción (Viviescas,1999, pp. 17-22). Volver

17 No obstante, en esta acción de construir como forma de publicarse y hacer público la diversidad de diálogos en la ciudad, influye de manera eficaz la dinámica de dos imágenes que el autor retoma de Bachelard: el nido y la concha. La función de la primera es representar la envoltura, sostiene Yory que "en lo propio nos sentimos más seguros", y desde esta perspectiva el mundo se constituye en el nido del hombre y la casa misma determina a la persona misma. En el caso de la segunda imagen, la implicación se refiere a la materialidad. Así como el nido alude a la dimensión espiritual del morar, la concha da cuenta de su inefable "materialidad", la cual en la ciudad moderna resulta particularmente evidente: nos movemos en un cementerio de conchas como cangrejos ermitaños buscando, ya no una que nos venga a la medida, sino una que simplemente esté vacía y que, de tal forma, nos vemos obligados a ocupar "moldeando nuestro cuerpo" (nuestra existencia) a su forma, con la cual necesariamente tenemos que encajar. (Yory, 1998, p. 316). Volver

18 Las topofilias según Yory, están estructuradas en un orden ético-estético que parte de la consolidación de la ciudad clásica a la ciudad no clásica. Para los antiguos griegos, el habitar se relacionaba con lo apropiado, con la Harmotton, es decir, con la utilidad; esta concepción de lo bueno y lo útil ya se encuentra en Aristóteles y en los neoplatónicos pero en esta ocasión representados en los términos Kalos y Agathos, retomados posteriormente por Vitrubio. En efecto, estas bases de la ciudad clásica las retoma Vitrubio, para quien las cualidades de una ciudad están en realidad asociadas a los términos de Kalos y Agathos que dan la sensación de eusynupta (extensión abarcable con la mirada), esto es, una ciudad apropiada y firme en posibilidades (Firmitas) (Yory, 1998). Volver

19 Los árboles también forman parte de esto: "son los únicos verdaderos monumentos" (...) pero todavía una fuente, el detalle de una fachada, el maíz o el jamón que cuelga del techo de una taberna, fotos de familia, los fragmentos viajeros de una canción (...) junto con el reloj, el armario, la azada o el traje elegante bordado en verde y amarillo, atraviesa el tiempo, sobrevive al deterioro de las experiencias humanas; articula un espacio". (De Certau y Giard, 2010, pp. 138, 139). Volver

20 El habitus en general se puede entender según Bourdieu como un sistema de disposiciones duraderas y trasferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructura estructurante, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden ser objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente reguladas y regulares sin ser el producto de la obediencia a reglas y a la vez que todo esto, colectivamente orquestadas, sin ser producto de la acción organizadora de un director de orquesta. P. Bordieu, El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991. Volver

21 Así, en las transformaciones urbanas se pueden observar cambios importantes en el espacio urbano pero también en el comportamiento económico y en el tejido social. Como afirma Loïc Wacquant (2006), las apreciaciones que desconocen las configuraciones históricas y sociales ocultan las diferencias sociales y económicas en las dinámicas urbanas amparadas en políticas de invisibilización de la pobreza, que posibilitan la estigmatización de espacios (ghettos) que tienden a la involución económica y al deterioro social. El estudio de la realidad social generalmente dispone de un fraccionamiento de la realidad que reduce los fenómenos sociales a fragmentos sin conexión y carentes de significación. De este modo, caracterizar la relación entre desarrollo urbanístico y dotación de fuentes de agua implica necesariamente vincular a la discusión el conflicto de la desregulación de la economía. Volver


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