1. Introducción
A partir de la inserción de la mujer en el mercado laboral se han presentado transformaciones en la configuración de los hogares y las familias en América Latina, en las últimas décadas (Arriagada y Aranda, 2004; Quilodrán, 2011; Rendón, 2004). Transformaciones asociadas a la postergación del matrimonio, la reducción del tamaño de los hogares, el descenso de la tasa de fecundidad, la ampliación del nivel educativo, la emergencia de nuevas estructuras familiares y la consolidación de valores que resaltan la autonomía y el desarrollo personal2 (Arriagada, 2004; Ariza y de Oliveira, 2001; Therborn, 2007; Ministerio de Salud y Protección Social y Profamilia, 2016).
Las transformaciones sociodemográficas señaladas están fuertemente articuladas con cambios en la organización económica y la reproducción cotidiana de los hogares, así como con los roles económicos que hombres y mujeres desempeñan en la familia. En este marco de referencia, se puede afirmar que las transformaciones ocurridas en el mercado laboral están estrechamente relacionadas con las pautas de sostenimiento económico, las dinámicas familiares y con las relaciones de género. De manera que, en las últimas décadas, hemos transitado desde el modelo hegemónico de representación de la familia (con un hombre proveedor económico, bajo la figura de esposo-padre, y una mujer que realiza el trabajo doméstico y de cuidado en el hogar, bajo la figura de esposa-madre considerada inactiva económicamente), hacia la configuración de diversos modelos de organización familiar que han reconocido e incorporado la actividad económica de las mujeres y han visibilizado nuevas condiciones de poder en el hogar (Wainerman, 2007). Esta transición en la configuración de los hogares, ha convocado a las ciencias sociales a una nueva y amplia reflexión en torno a la categoría analítica de división sexual del trabajo; ha actualizado la discusión de la interrelación entre ámbitos públicos y privados, y ha puesto de presente el debate en torno a la incidencia de estas dinámicas de cambio en las construcciones identitarias de género (Ariza y de Oliveira, 2009; Arriagada y Aranda, 2004; Jelin, 2007).
En este marco general se puede señalar que -si bien el modelo de único proveedor económico, constituido como familia nuclear biparental con hijos/as, fue predominante en el siglo XX- en las décadas recientes se observa una disminución de este tipo de hogar y el aumento de otros tipos de hogares nucleares. Tal como señalan Arriagada y Aranda (2004), de 1990 a 2002, el principal cambio entre los hogares nucleares ha sido el aumento de los hogares biparentales donde ambos cónyuges están activos económicamente: tanto con hijos como sin hijos, pasaron de representar 27% a 33%, y de 4% a 5%3, respectivamente, del total de hogares nucleares, en las zonas urbanas, de dieciocho países de América Latina4. Colombia se encuentra inscrita en el marco general de esta tendencia: tal como señalan los datos, los hogares nucleares con ambos cónyuges activos, con hijos y sin hijos en el país, entre 1991 y 2002, pasaron de 28,4% a 32,8%, y de 3,4% a 5,2%, respectivamente5.
En suma, las investigaciones realizadas en los países de la región, por un lado, convergen en señalar la presencia de importantes procesos de transformación en las estructuras familiares que han conllevado a diversas configuraciones en los hogares. Por otro lado, coincide en enfatizar la persistencia en los patrones de la división sexual del trabajo que colocan en desventaja a las mujeres, asignándoles el rol principal en el trabajo doméstico y de cuidado, incluso en aquellos hogares con doble proveeduría. En este contexto, han indicado que se tiene un avance parcial en la igualdad de oportunidades para las mujeres y los hombres tanto en la esfera privada como en la pública (Sánchez, 2014; Sosa, 2015; Wainerman y Heredia, 2000).
En el contexto de las transformaciones señaladas, este artículo presenta el análisis de los hogares conformados por parejas conyugales en Colombia y, en particular, presenta una estimación y clasificación de los hogares con doble proveeduría en el país. Hasta el momento, para Colombia no se ha realizado una estimación de los hogares conyugales que nos permita aproximarnos a su magnitud, así como tampoco se han identificado sus diversas configuraciones actuales en el contexto del país. En esta misma línea, no disponemos de una caracterización que nos permita establecer los arreglos laborales tanto para aquellos hogares de un solo proveedor como con doble proveeduría. Este análisis permitirá aportar un mayor conocimiento sobre los patrones distintivos de las relaciones entre trabajo, familia y género en estos tipos de hogares.
El procesamiento de la información se fundamenta en los datos suministrados por la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT, 2012-2013). La ENUT es una encuesta aplicada con el fin de generar información sobre el tiempo dedicado, por la población de 10 años y más, a actividades de trabajo remunerado, no remunerado y personales. Esta encuesta tiene cubrimiento nacional y se realiza bajo un diseño muestral probabilístico, estratificado, de conglomerados y polietápico; es aplicada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística en Colombia -DANE-6.
Para el desarrollo del análisis propuesto se consideran los hogares conformados por parejas conyugales, a partir de la selección de casos, utilizando la siguiente definición operativa: población que perteneciendo a un mismo hogar afirma tener un parentesco correspondiente a jefe o cónyuge, es decir, conforman una pareja conyugal. Para la delimitación de los hogares conyugales con doble proveedores se ha establecido la participación de cada uno de los cónyuges en el mercado laboral y se ha incluido parejas con un estado civil casado o en unión libre.
En tal sentido, el incremento de los hogares con doble proveedores en las últimas décadas, su relevancia en la discusión en torno a las implicaciones de la inserción de las mujeres en el mercado laboral -así como de las transformaciones en los roles e identidad de género, y la organización y dinámicas de las familias contemporáneas-, conllevan a subrayar la importancia de realizar un análisis de los hogares conformados por parejas conyugales de acuerdo a la participación laboral, tanto de hombres como mujeres, así como del estatus de proveedor de cada integrante en el contexto colombiano.
El artículo se estructura de la siguiente manera: en primer lugar, se presenta una tipología de los hogares conformados por parejas conyugales a partir de la caracterización de los arreglos laborales identificados en estas parejas; considerando la articulación de variables estratégicas que han sido señaladas en los debates en torno a la configuración de los hogares conyugales de doble proveeduría. En segunda instancia, se presenta un análisis de la clasificación y las estimaciones para cada uno de los tipos de hogares de parejas conyugales en Colombia, y se determina en particular el nivel de participación de los hogares de doble proveeduría en el país. En un tercer apartado, se presenta una discusión sobre el lugar que ocupa y el significado que adquieren las parejas con doble proveeduría en la estructura general de los hogares conyugales en Colombia, y se establece una distribución de las parejas con doble proveeduría según el nivel educativo; además se analiza en detalle esta distribución en los hogares conyugales conformados por hombres y mujeres pertenecientes a las cohortes consideradas en el rango de edad entre 25 y 40 años. Para cerrar, se presentan algunas reflexiones generales.
2. Los hogares con pareja conyugal según número de proveedores, participación laboral y sexo: una propuesta de tipos analíticos
La clasificación de los hogares con pareja conyugal que presentamos a continuación se fundamenta en un enfoque teórico que considera la importancia del concepto de división sexual del trabajo y reconoce una clara diferenciación de los roles de género en la organización de la vida familiar. Esta clasificación responde al objetivo general de discutir distintas formas de organización familiar, considerando la participación laboral de los hombres y de las mujeres que conforman las parejas conyugales.
En este contexto, se subraya que la división sexual del trabajo predominante en las sociedades contemporáneas ha privilegiado la representación de un hombre proveedor del sustento económico del hogar y de una mujer ama de casa proveedora del trabajo doméstico y de cuidado . Por ello, resulta relevante desarrollar un análisis de sexo-género que permita hacer explícitos aspectos particulares de los arreglos conyugales establecidos por cada tipo de hogar para la participación en el mercado laboral. En tal dirección, se retoma la categoría de análisis de género en tanto aporta a la explicación de las desigualdades entre varones y mujeres, así como a la comprensión de lo que cada sociedad establece cultural e históricamente como rasgos socialmente legítimos para definir los roles femeninos y masculinos (Rodríguez, 2015). De igual forma, siguiendo a West y Zimmerman (1999) se resalta que “el género se hace” socialmente en la interacción recurrente con los otros y alcanza una expresión institucional. En el análisis realizado, se parte de reconocer la división sexual del trabajo como una forma institucionalizada de hacer género, en tanto el género se constituye en su principio articulador y organizador; es en este sentido que se afirma que la división sexual del trabajo es un proceso generizado.
Por otro lado, los análisis de las transformaciones de los mercados laborales en los países de América Latina han señalado su importancia en el impacto en los roles económicos y de género en la esfera familiar. Este impacto ha estado estrechamente asociado con el aumento sostenido de la inserción laboral femenina y con un incremento relativo del desempleo masculino. De allí que resulte relevante distinguir la situación de cada cónyuge en el mercado laboral, referente a la posición de: ocupado, desocupado, e inactivo económicamente. Bajo esta perspectiva conceptual se retoma la propuesta de categorías analíticas sugerida por Wainerman y Heredia (2000).
La clasificación de los hogares se establece bajo la articulación de los siguientes criterios: el sexo de los cónyuges y la categoría diferenciada en la participación laboral que cada uno de ellos tiene. Bajo este esquema de clasificación se obtienen tres grandes tipos de arreglos laborales para los hogares conyugales: parejas con un único proveedor económico (Tipo I), parejas con dos proveedores económicos (Tipo II) y parejas inactivas laboralmente, sin ningún proveedor (Tipo III). A su vez, en estos tres grandes tipos se pueden diferenciar distintas combinaciones o arreglos del estatus laboral de cada uno de los cónyuges (Tabla 1)7.
Fuente: elaboración propia a partir de las categorías analíticas propuestas por Wainerman y Heredia (2000).
Esta tipología permite identificar un conjunto diverso de arreglos laborales de las parejas conyugales que transitan entre: el modelo hegemónico de arreglo familiar de un solo proveedor varón con mujer inactiva laboralmente, sin ningún tipo de participación en el mercado laboral (Tipo IA), así como de una única proveedora mujer con hombre inactivo (Tipo IB). De igual forma, la tipología considera los hogares conyugales de doble proveeduría (Tipo II), como tipo de arreglo laboral emergente cuya configuración se corresponde a factores de orden estructural y coyuntural que, en su conjunto, han presionado a la inserción laboral de las mujeres. En los hogares de doble proveeduría se consideran las opciones simultáneas o alternadas, tanto para hombres como para mujeres, de ocupación y desocupación, dinámicas que dan lugar a una serie de arreglos laborales en las parejas conyugales. En tercer lugar, se consideran las parejas conyugales en las que tanto el hombre como la mujer se encuentran inactivos laboralmente y ninguno de los dos opera como proveedor económico del hogar (Tipo III).
3. Los hogares con pareja conyugal según número de proveedores, participación laboral y sexo: estimación y clasificación para Colombia
En este apartado se presenta la clasificación general de los hogares con pareja conyugal en Colombia y se realiza una estimación de la participación de cada uno de los tipos de arreglos laborales, que se han definido en la tipología propuesta. Nos interesa discutir esta morfología de los hogares conyugales en el país, considerando el estatus de la participación en el mercado laboral diferenciada de hombres y mujeres. El análisis se fundamenta en el procesamiento de la información suministrada por la ENUT (2012-2013).
En referencia a la definición operativa utilizada, los hogares con pareja conyugal han sido establecidos como aquellos en los cuales dos personas que pertenecen al mismo hogar declaran tener parentesco correspondiente a jefe o cónyuge y, por tanto, se puede afirmar que conforman una pareja conyugal en ese hogar. Bajo este criterio de selección, se consideran sólo los hogares de las áreas urbanas, estimados en 5.767.826 hogares con pareja conyugal, que representan 56,9% del total de los hogares ubicados en las áreas urbanas del país8. Esta alta participación señala la importancia relativa que mantienen los hogares conformados por parejas conyugales en la estructura general de los hogares en Colombia. En tal sentido resulta aún más relevante caracterizar este tipo de hogares y establecer estimaciones con respecto a las diversas combinaciones de arreglos laborales que se pueden encontrar en las parejas conyugales (Tabla 2).
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la ENUT (2012-2013), suministrada por el DANE (2012-2013) Colombia.
Como se observa, algunas de las categorías analíticas consideradas en la tipología propuesta no resultan empíricamente significativas -como es el caso de Mujer desocupada-Hombre inactivo o ambos cónyuges desocupados-, sin embargo, se considera relevante incluirlas porque en términos lógicos son tipos posibles y en términos analíticos podrían ser relevantes en circunstancias específicas, cada vez más frecuentes en las sociedades contemporáneas.
El término “ingresos” hace referencia a los ingresos del hogar por concepto de pensiones, jubilación, sustitución pensional, invalidez o manutención de menores a cargo de la pareja conyugal, tal como se establece en el formulario de la ENUT (2012-2013).
Entre los hogares conformados por parejas conyugales, el tipo de arreglo laboral que predomina es el de un solo proveedor económico, el cual representa 49,8% del total de los hogares bajo estas características. La mitad de los hogares conformados por parejas conyugales presenta un arreglo laboral donde uno sólo de los cónyuges se encuentra activo laboralmente. No obstante, este alto porcentaje de los hogares con un solo proveedor económico está ampliamente representado por la modalidad de un hombre activo y una mujer inactiva laboralmente, ya que 47,2% de los hogares se corresponden con este tipo hegemónico y tradicional de arreglo laboral por parte de la pareja conyugal. En tanto, sólo 2,6% de los hogares conyugales tienen una mujer proveedora económica, donde la mujer es activa y el hombre está inactivo laboralmente. Esta baja participación -del tipo de hogares con una proveedora económica mujer- indica el lugar marginal que aún presentan las mujeres en el arreglo laboral, en los hogares conformados por parejas conyugales (Tabla 2).
Es importante subrayar que el tipo de arreglo laboral de un proveedor hombre también presenta una participación predominante en algunos países de América Latina. En Argentina, se ha reportado que los hogares nucleares completos con hijos con un proveedor hombre9, aunque han descendido su participación, aún representan más de la mitad del total de estos hogares: en 1991 representaban el 58,1% y en 1997, el 51,6% (Wainerman y Heredia, 2000). Así mismo, en México se ha señalado que, del total de parejas conyugales, los hogares con un proveedor hombre representaban 50,7% en 1992 y redujeron de manera significativa su participación pasando a representar 35,8%, en el año 2010. Aunque con este valor mantienen su predominio sobre otro tipo de configuraciones (Sánchez, 2014)10.
Bajo este marco de referencia, resulta relevante subrayar que los hogares conyugales con doble proveedor representan 37,3% del total de los hogares conyugales urbanos en Colombia. Estos hogares corresponden al tipo de arreglo laboral donde ambos integrantes se encuentran activos laboralmente u obtienen ingresos bajo modalidades asociadas con su trayectoria laboral. En las estimaciones presentadas se identifica que aquellos hogares donde tanto el hombre como la mujer se encuentran ocupados constituyen la situación más frecuente, equivalente al 32,3% de los hogares con parejas conyugales urbanas. Para este tipo de arreglo laboral la condición de ocupación de los integrantes de la pareja conyugal define, principalmente, la doble proveeduría. En este contexto, el hogar conyugal con doble proveeduría aparece como el tipo de arreglo laboral emergente que, en principio, prefigura oportunidades de mayor equidad entre hombres y mujeres (Tabla 2).
En términos comparativos, la participación de los hogares conyugales con doble proveedor en Colombia se aproxima a la estimación realizada para otros países en América Latina. Así, tanto en Argentina como en México, la participación de los hogares doble proveedores ha pasado a representar una proporción relevante en las últimas décadas. En el primer caso, de los hogares nucleares completos con hijos, las parejas con ambos cónyuges ocupados pasaron de representar 30,7% en 1991 al 31,0% en 1997 (Wainerman y Heredia, 2000). Y en el caso de México paso de representar el 22,9% en 1992 al 34,9% en 2010 (Sánchez, 2014). Sin embargo, en ninguno de estos casos los hogares doble proveedores sobrepasaron los hogares con un proveedor hombre.
Por otro lado, se tienen los hogares conyugales donde ninguno de los integrantes de la pareja participa del mercado laboral, que representan el 12,9% del total de hogares conyugales urbanos en Colombia. La configuración de este tipo de arreglo laboral conyugal está asociada a un conjunto diverso de situaciones que hacen posible la transferencia de ingresos a estos hogares, entre los cuales se puede señalar: la transferencia de ingresos de otros miembros de la familia a la pareja conyugal (provenientes de fuera y/o dentro del país); ingresos por rentas de propiedades de la pareja conyugal; ingresos por pensiones, jubilación, sustitución pensional, invalidez o manutención de menores a cargo de la pareja conyugal (Tabla 2)11.
A partir de la clasificación de los hogares conformados por parejas y la estimación de su magnitud según el tipo de arreglos laborales presentada para las áreas urbanas en Colombia, hemos constatado la importancia que adquiere la configuración emergente de los hogares con doble proveeduría en el país. Este conjunto de hogares resulta altamente significativo para comprender procesos de cambio social, en una perspectiva mucho más amplia, que están fuertemente asociados con dinámicas de transformación en las estructuras demográficas, en la participación de las mujeres en el mercado laboral y en los roles de hombres y mujeres en la dimensión de la vida pública; así como en las dinámicas de la vida privada y las relaciones de pareja fuertemente vinculadas con la división sexual del trabajo doméstico y de cuidado.
4. Los hogares conyugales de doble proveeduría en Colombia: un tipo predominante en las parejas con altos niveles educativos
Las investigaciones realizadas en diversos países de Latinoamérica, que han centrado su interés en los hogares con doble proveeduría, han auscultado diversas dimensiones con el propósito de caracterizar este tipo de hogar conyugal y aportar a la comprensión de su mayor participación en la estructura general de los tipos de hogares, en las sociedades contemporáneas. En tal sentido, estudios como los de Wainerman y Heredía (2000), que indagan el caso particular del área metropolitana de Buenos Aires, señalan que en contextos de crisis económica -como el experimentado en Argentina en las décadas de los ochenta y noventa- resulta mucho más crítico el sostenimiento de los hogares con un único ingreso. Esto explica el crecimiento de los hogares doble proveedores en diferentes sectores sociales y en distintos momentos del ciclo de vida familiar.
Este crecimiento de las parejas de doble proveeduría, dentro de la estructura de hogares de Buenos Aires, presenta una participación de forma diferenciada según las condiciones socioeconómicas. Así que aquellos hogares de altas condiciones económicas son los que de forma más rápida y temprana han adoptado el modelo de doble proveedores y han contado con una mayor concentración de estas parejas (Wainerman y Heredia, 2000). Este crecimiento obedece no solo a la falta de recursos económicos -dado en sectores de bajos ingresos, en mayor medida- sino también a los altos niveles de educación12 en sectores de mejor situación económica. De tal manera que los mayores niveles de educación se presentan como un factor relevante, puesto que brindan una mayor oportunidad de inserción laboral a la población femenina, así como influyen en cambios culturales con el fomento de valores que conllevan al desarrollo de una vida profesional, tanto en mujeres como en hombres.
Por otro lado, Landy Sánchez (2014) señala en su estudio sobre las parejas de doble ingreso en México, primero, que estos hogares dan cuentan del aumento en la participación laboral femenina, y de quienes se incorporan y permanecen en el mercado laboral. Y, en segundo lugar, la autora hace énfasis en la concentración de este tipo de parejas en los “estratos de ingresos más altos, reflejando tanto tendencias de homogamia marital como su mayor capacidad económica al contar con dos perceptores” (p. 471); sugiriéndose, de esta manera, que los hogares de doble proveeduría responden a un criterio de estratificación económica y selectividad social.
Un conjunto de investigaciones realizadas en diversos contextos coincide en señalar que las parejas de doble ingreso son las que presentan un reparto más igualitario o simétrico en el uso del tiempo (Batthyáni, 2015; García, 2012). Sin embargo, también enfatizan en la persistencia de brechas de género en el trabajo doméstico y de cuidado en este tipo de hogares (Puyana y Mosquera, 2003; Sosa, 2015). En general, estas investigaciones señalan que, incluso en los hogares de doble proveeduría, las actividades domésticas siguen considerándose de menor valor social y siguen siendo asignadas, principalmente, a las mujeres, estableciéndose de esta manera condiciones de desventaja social, fundamentadas en el género (Batthyáni, 2015; Santoyo y Pacheco, 2014; Wainerman y Heredia, 2000).
Entre los hallazgos de las investigaciones recientes, dos aspectos cobran importancia y resultan relevantes a subrayar. Por un lado, en los hogares de doble proveeduría es relativamente frecuente que se acuda a la contratación de trabajo doméstico externo, como una estrategia para compensar el uso del tiempo dedicado por la pareja a estas actividades y, aunque en la mayoría de los casos se contrata trabajo femenino, esta alternativa constituye una opción de mayor equidad, principalmente para las mujeres (García, 2012; Monroy y Olarte, 2015; Puyana y Mosquera, 2003). No obstante, esta estrategia está circunscrita a las condiciones económicas de los hogares y resulta factible para hogares de altos ingresos (Puyana y Mosquera, 2003; Sánchez, 2014).
De otro lado, se ha identificado que las parejas de doble ingreso que presentan características distanciadas del modelo tradicional de familia -cohabitar en unión libre, percibir ingresos similares, no tener hijos y contar con nivel educativo universitario- tienen un reparto más igualitario y simétrico del tiempo (García, 2012). Estos hallazgos ponen de presente la importancia que adquieren diversos capitales y factores de poder, incluso en la configuración de los hogares de doble proveeduría.
En el contexto de los hallazgos presentados nos interesa centrar la atención en la importancia que adquieren los niveles educativos en los hogares de doble proveeduría. En la misma dirección del planteamiento señalado por García (2012) y Wainerman y Heredia (2000), consideramos que los niveles educativos, en los hogares doble proveedores, son un factor fundamental en el análisis de la configuración de este tipo de hogares, tal como se describe a continuación para el caso de las zonas urbanas de Colombia.
El análisis detallado de los niveles educativos de los hogares doble proveedores en Colombia señala una clara asociación entre el tipo de arreglo laboral de la pareja conyugal y el nivel educativo alcanzado por la pareja. Mientras que los cónyuges de hogares con un proveedor hombre presentan una concentración significativa en el nivel educativo de primaria y menos (52,0%), y en el nivel de secundaria o media (54,2%), los hogares con doble proveedor cuentan con una participación relevante en el nivel educativo superior (50,1%) y en educación de posgrado (60,2%) (Gráfico 1)13.
Las parejas conyugales en Colombia, con un tipo de arreglo laboral de carácter tradicional, presentan una mayor concentración en los hogares con menor nivel educativo. En contraste, se observa que otros tipos de parejas conyugales, con una organización familiar más igualitaria en los roles económicos de cada cónyuge, como el hogar con doble proveedor, se ubica en mayor medida en hogares con niveles educativos más altos. En tal sentido, se puede señalar una asociación entre el nivel educativo alto y el tipo de arreglo de doble proveedor en un hogar conyugal.
De igual forma, se observa que los hogares con ambos cónyuges inactivos se ubican principalmente en el nivel de primaria y menos (22,3%), reduciendo su participación en el resto de niveles educativos (alrededor del 9%). En tal sentido, en estos hogares se puede señalar una asociación con bajos niveles educativos, debido a una alta participación de población con rangos de edad de 55 años y más14. Población que tiende a presentar un promedio de años de estudio considerablemente bajo (Guzman y Sosa, 2002).
En igual dirección, en los hogares con una proveedora mujer -aunque cuenten con una escasa participación en cada uno de los niveles educativos- se observa de forma particular que la concentración de estas parejas es relativamente mayor en el nivel de educación de primaria y menos (3,9%) y de posgrado (4,7%), ubicándose en posiciones opuestas en la estratificación educativa. Lo cual puede relacionarse con la forma de inserción y permanencia en el mercado laboral por parte de las mujeres con estos niveles educativos: tanto por la falta de recursos económicos de sus hogares, por un lado, como por los cambios culturales relacionados a un mayor capital educativo, por otro, que tiende a afectar la organización de los roles económicos de estas parejas en los dos extremos educativos, respectivamente (Gráfico 1).
En tal sentido, se puede afirmar que las parejas con niveles educativos más bajos están asociadas con hogares con arreglos laborales de un solo proveedor, en tanto que las parejas con altos niveles educativos están asociadas con arreglos laborales de doble proveeduría (Gráfico 1).
El importante peso que tienen los altos niveles educativos en los hogares doble proveedores se hace mucho más explícito al indicar que, tanto para las mujeres como para los hombres, se concentra la mayor participación en el nivel educativo superior (32,6% y 25,8%, respectivamente) y de posgrado (6,3% y 5,8%). En esta misma dirección, en los hogares doble proveedores se identifican las participaciones más bajas en los menores niveles educativos en ambos sexos. Esta clara asociación entre mayor nivel educativo y hogares doble proveedores se hace mucho más importante al considerar la mayor participación de las mujeres en los altos niveles educativos, que supera en términos relativos la participación de los hombres. De forma complementaria, se subraya que son las mujeres de los hogares con doble proveeduría las que presentan menor participación en el nivel de educación primaria y menos (17,5%), ratificándose así que los hogares con doble proveeduría se apuntalan en un alto capital escolar de las parejas y, principalmente, de las mujeres (Gráfica 2).
La estrecha relación entre alto nivel educativo y configuración de hogares de doble proveeduría se ilustra de mejor manera al considerar los hogares conyugales conformados por hombres y mujeres pertenecientes a las cohortes que se ubican en el rango de edad entre 25 y 40 años, por tratarse de una población más selectiva: más joven, en edad productiva y más escolarizada. Los hogares con doble proveeduría participan de manera más significativa en la población con más alto nivel educativo: entre la población que ha realizado estudios de posgrados los hogares con doble proveedores representan 74,1%, en tanto que entre la población con nivel educativo de primaria y menos, los hogares con doble proveedor solo representan 32,5% (Gráfica 3).
Este conjunto de estimaciones, en torno a los hogares conyugales de doble proveedores, permite subrayar no solo la creciente participación de este tipo de hogares, sino también enfatizar en la estrecha relación con la población con altos niveles educativos. Dicho hallazgo afirma que, la configuración de este tipo de hogares, constituye una importante apertura en el establecimiento de dinámicas más equitativas en los ámbitos familiares, asociadas con cambios culturales en las relaciones más democráticas que se configuran en los espacios privados.
5. Reflexiones finales
El análisis que hemos presentado en torno a la estructura general de los hogares en Colombia, se instala en la discusión sobre el proceso de transición del hogar tipo con un único proveedor económico hombre, hacia la emergencia de una diversidad de tipos de hogares, que han puesto de presente la masiva participación en el mercado laboral de las mujeres y su rol como proveedoras económicas. En el contexto general de este debate presentamos una propuesta de tipología de los hogares conyugales, que conjuga la participación en el mercado laboral de hombres y de mujeres, y el número de proveedores económicos del hogar según el sexo. Esta tipología permite distinguir tres grandes tipos de hogares: hogar con único proveedor, hogar con doble proveeduría y hogar sin proveedor económico. En cada uno de estos tres grandes tipos se configuran distintas combinaciones que diferencian el estatus laboral de cada uno de los cónyuges, dando cuenta del conjunto de posibilidades de arreglos laborales que se establecen en los hogares conyugales en la actualidad.
El análisis realizado de la estructura de hogares en Colombia -utilizando la tipología propuesta y procesando la información suministrada por la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT 2012-2013)- ha permitido estimar que los hogares con doble proveeduría, en Colombia, representan 37,3% del total de los hogares conyugales urbanos en el país. De esta forma, se constata la transición hacia este tipo de hogares que dan cuenta de una mayor participación laboral de las mujeres y de su rol como proveedoras económicas en los hogares conyugales. En el marco de los hogares doble proveedores, se identifican un conjunto de arreglos laborales específicos, que dan cuenta de una amplia diversidad en este tipo de hogares; sin embargo, el peso de aquellos en los cuales ambos cónyuges se encuentran ocupados resulta predominante, representado 32,3%.
En la configuración de los hogares de doble proveeduría, resulta relevante subrayar dos aspectos que aparecen claramente asociados al aumento que estos hogares presentan en la actualidad. De un lado, la permanencia de las mujeres en el mercado laboral se constituye en un factor determinante en la transformación de los roles de género y en la representación de las mujeres como proveedoras económicas en la sociedad contemporánea. De otro lado, se identifica que la configuración de los hogares con doble proveeduría, gana mayor predominio entre parejas con altos niveles educativos: entre los hogares con nivel educativo superior, aquellos con doble proveeduría representan 50,1% y, entre las parejas conyugales con nivel educativo de posgrado, los hogares doble proveedores representan 60,2%.
Los rasgos señalados que caracterizan las parejas con doble proveeduría, es decir, la mayor participación laboral de las mujeres y el mayor nivel educativo de los cónyuges -principalmente de las mujeres- permiten sugerir que, en este tipo de hogares, hay mayor probabilidad de que se establezcan condiciones que favorezcan la igualdad de género. Así mismo, tendrían mejores condiciones para que se adopten relaciones y prácticas en la distribución del trabajo doméstico y de cuidado, que expresen redefiniciones de poder en la pareja, asociadas con este cambio de roles. Estos hallazgos se instalan en los debates centrales de los estudios del trabajo desde la perspectiva de género y reeditan la discusión en torno a categorías analíticas como la división sexual del trabajo, enfatizando en el análisis de las dinámicas internas en estos hogares. De tal manera que se plantea un amplio debate en torno a la importancia de identificar en qué medida estos nuevos arreglos laborales, en los hogares conyugales, están asociados a la redefinición del mundo laboral y en qué medida han significado cambios en el mundo privado (García y de Oliveira, 2006).
El análisis desarrollado no alcanza a dilucidar en qué medida los procesos de cambio cultural se están desarrollando en la sociedad colombiana, pero sí nos permite señalar la importancia que ha adquirido realizar investigaciones en esta dirección. Solo de esta manera se podrá dar cuenta del grado de avance en materia de equidad de género en las familias, que hoy en día representa uno de los grandes desafíos, no solo en la esfera privada sino como problemática de carácter público, que incumbe tanto al Estado como al mercado.