Introducción
El politólogo y sociólogo Samuel P. Huntington, es reconocido por sus estudios sobre las relaciones entre el gobierno militar y civil, fue profesor de Ciencias Políticas y director en la Universidad de Harvard del John M. Olin Institute for Strategic Studies. Autor de más de diez obras literarias. Fundador en 1970 de la revista Foreign Policy, y coeditor de la misma hasta 1977, año en el que empieza a formar parte del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca hasta 1978.
En su artículo titulado, Clash of civilizations? publicado por la Revista Foreing Affairs, plantea el posible enfrentamiento de las áreas culturales, bajo el concepto de Bernard Lewis Choque de civilizaciones, el cual se centró en la importancia de explicar los mecanismos de confrontación entre el mundo islámico y el occidental (Puentes, 2010).
Con la adhesión de Crimea a Rusia, revive el debate acerca de la vigencia de los planteamientos de este autor en su obra completa Choque de civilizaciones (1996), en la cual Ucrania fue uno de sus principales ejemplos al momento de explicar su teoría.
Ucrania, después de Rusia, fue uno de los Estados más importantes de la Unión Soviética; (Aldeman, 1992) siendo referente de análisis tanto político como estratégico para los teóricos contemporáneos de las Relaciones Internacionales, pues esta zona, desafió con su comportamiento los planteamientos de varios autores en el campo, en especial desde 2014 con la adhesión de la península de Crimea a Rusia como parte del proceso democrático que se llevó a cabo en la ex región del país ucraniano.
El nuevo orden mundial
Al final de la guerra fría, Huntington expone, en 1996, lo que según él sería el nuevo orden mundial; habla de un mundo multipolar y multicivilizacional en donde las identidades culturales son, en un nivel más amplio, identidades de civilizaciones que configuran pautas de cohesión, desintegración y conflicto en la posguerra. Encierra el sentido de pertenencia a un grupo social que comparte rasgos culturales entendido este como valores, creencias, lengua, instrumentos de comunicación y los parámetros definidos para el establecimiento particular de las relaciones sociales tales como ceremonias propias o actos de comportamiento colectivos, siendo todo lo anterior inmaterial y por ende producto de la colectividad. (Molano, 2007).
Establece como hipótesis, que las identidades culturales configuran las grandes divi siones del género humano y son fuente predominante del conflicto; sin embargo, no desvaloriza el papel de los Estados-nación como actores poderosos a nivel mundial, toda vez que los conflictos de la política global ocurrirán entre naciones y grupos pertenecientes a diferentes civilizaciones.
En consecuencia, la modernización económica y social, no es fuente de una civilización universal ni de la occidentalización de las sociedades. La reconfiguración de poderes, hace que Occidente pierda influencia relativa, su supervivencia depende de que reconozca su civilización como única pero no universal. Teniendo en cuenta que, su pretensión de “Civilización Universal” choca con el particularismo de las sociedades asiáticas, las cuales aumentaron su fuerza económica, política y militar. El islam, por su parte, reafirma su propia cultura en una sociedad con indicadores demográficos variables (Huntington, 1996).
Huntington (1993) entiende la civilización como la más elevada agrupación cultural de personas, el más amplio nivel de identidad cultural que poseen los pueblos y el factor que los distingue. Son dinámicas, que se encumbran y caen; se separan y se mezclan, o desaparecen y se quedan sepultadas en las arenas del tiempo. Es decir, las ciudades, regiones, grupos étnicos, nacionalidades, grupos religiosos, etc., son entidades que tienen diferentes culturas, y niveles de heterogeneidad.
Por lo anterior, el autor define las civilizaciones como realidades culturales y no políticas, que no mantienen el orden ni imparten justicia, no recaudan impuestos, ni sostienen guerras y no negocian tratados. No desconoce el papel de los Estados como entidades dominantes en los asuntos mundiales; los cuales, cada vez, más definen sus intereses desde la perspectiva civilizacional, puesto que las sociedades que poseen afinidades culturales colaboran entre sí política y económicamente mientras que las sociedades unidas por la ideología o circunstancias históricas se deshacen o sufren grandes tensiones. (Huntington, 1996).
El resurgimiento de la división cultural y con ello las notorias líneas de fragmentación fue denominado por Huntington (1993) como Las líneas de fractura, en las cuales las civilizaciones transforman las fronteras políticas e ideológicas de la guerra fría en puntos álgidos de crisis y derramamiento de sangre.
Las líneas de fractura configuran lo que posteriormente se llamaría las grandes líneas de batalla; las cuales establecen que la última fase del mundo estará caracterizada por la confrontación entre civilizaciones. La Civilización occidental, tuvo un papel preponderante respecto a los conflictos que se presenciaron a lo largo de la historia, es decir, las guerras entre príncipes, estados nacionales e ideologías; conflictos que se originaron en el seno de esta civilización (Huntington, 1993).
En Europa, línea de fractura más importante se ubica, en la frontera oriental de la Cristiandad Occidental del año 1500, la cual
Se extiende a lo que ahora son las fronteras de Finlandia y Rusia, entre los estados bálticos y Rusia, corta Bielorrusia y Ucrania separando la Ucrania Occidental, mas católica, de la ortodoxa Ucrania oriental, gira hacia el oeste separando Transilvania del resto de Rumania, y continúa luego a través de Yugoslavia siguiendo casi exactamente la línea que actualmente separa Croacia y Eslovenia del Resto de Yugoslavia (Huntington, 1993, p.131).
Esta línea tendrá concordancia con las fronteras históricas del Imperio de los Habsburgo y el Imperio otomano. Por tal motivo, los pueblos situados al norte y al oeste de la línea son protestantes católicos con características históricas en común, por ejemplo, el feudalismo, el renacimiento, la reforma, la ilustración, la revolución francesa y la revolución industrial. De otra parte, su economía será superior a la de los pueblos del este; tienen un compromiso mucho mayor con la comunidad europea y la consolidación de los sistemas políticos democráticos.
Los pueblos que se encuentran al este o sur de la línea son ortodoxos o musulmanes, pertenecieron al Imperio otomano o zarista y cuentan con una economía menos desarrollada en comparación con sus vecinos occidentales; son menos propicios para el desarrollo de sistemas políticos democráticos estables.
Continuando con el tema central de la obra de Huntington (1996), el choque de civilizaciones, los conflictos intercivilizatorios adoptan dos formas: la primera, en el plano particular o micro nivel, los conflictos en la línea de fractura se producen entre Estados vecinos pertenecientes a civilizaciones diferentes, y entre grupos de diferentes civilizaciones dentro de un Estado; la segunda, en un macro nivel, los Estados de civilizaciones diferentes compiten por el relativo poder militar y económico, pugnan por el control de las instituciones internacionales y de terceros promoviendo los valores políticos y religiosos. Según Huntington a comienzos de este siglo, los choques entre civilizaciones son la mayor amenaza de la paz mundial y el orden internacional establecido.
Por lo anterior, se establece que el choque de las civilizaciones se basa en:
Las diferencias entre civilizaciones son reales y son básicas.
El mundo se está quedando pequeño, obligando a que las interacciones sean mayores por lo cual su impacto también lo será, creando con esto la intensidad en cuanto a la conciencia de la propia civilización.
Los procesos de modernización económica y de cambio social están alejando a la población de sus antiguas identidades locales, de esta manera se está debilitando el Estado nación como fuente de identidad.
El crecimiento de la conciencia de civilización es potenciado por el papel dual de occidente. Al ser Occidente considerado la cima del poder deja ver un poco más expuesto a las civilizaciones nooccidentales. Pues Occidente se encuentra enfrentado a un Oriente que alimenta más el deseo, la voluntad y los recursos de configurar el mundo de manera no-occidental.
Las diferencias y características culturales son menos mudables y por esto más captables en cuestiones políticas y económicas.
El regionalismo económico está aumentando. Favoreciendo la conciencia de civilización, pero su triunfo depende de que se encuentre enraizado en una civilización común (Huntington, 1993. pp. 127-129).
Críticas
Las ideas plasmadas en el libro de Samuel Huntington generaron una respuesta inmediata del mundo académico, varios expertos criticaron la forma como el autor veía el nuevo orden mundial y como este orden daría respuesta a los diversos cuestionamientos del sistema internacional.
Los análisis que han sido desarrollados desde las diferentes líneas de pensamiento, en torno al choque de civilizaciones expuesto por Huntington, cuentan con puntos comunes como la presentación por parte del autor de las civilizaciones [en especial la islámica] como monolíticas; la conexión islámico - confuciana: tratar de arrebatarle importancia a la decadencia de occidente y la presunta justificación de la defensa por medio de su libro de políticas norteamericanas de la dominación del mundo (Puentes, 2010).
Para el particular análisis de la obra y su aplicación en el caso Ucraniano, se amplían seis críticas que atañen al tema en cuestión:
En primer lugar, se establece que Samuel Huntington considera las civilizaciones como los nuevos actores internacionales, desplazando el papel que cumplen los Estados, figuras de poder en el Sistema Internacional; afirma que serán los grupos representados por las civilizaciones quienes tomarán voz y voto en el sistema, siendo entonces la cuna ideológica de los nuevos conflictos y alianzas.
Los EstadosNación siguen siendo los actores principales en los asuntos mundiales. Su conducta está determinada por la búsqueda de poder y de riqueza, pero también de preferencias, coincidencias y diferencias culturales. (…) Los conflictos más generalizados, importantes y peligrosos no serán los que se produzcan entre clases sociales, ricos y pobres, u otros grupos definidos por criterios económicos, sino los que afecten a pueblos pertenecientes a diferentes entidades culturales (Huntington, 1993. p.22).
A razón de lo anterior, Weeks (1993) critica el postulado de Huntington afirmando que Huntington ha resucitado una vieja controversia en el estudio de las relaciones internacionales: la relación entre los procesos ‘microcósmicos’ y ‘macrocósmicos’. Los partidarios de los primeros señalan al Estado nacional como la unidad básica de la política internacional. Los ‘macros’, por otra parte, contemplan los asuntos internacionales desde los elevados niveles de las civilizaciones a las que pertenecen los Estados nacionales y por las que dicen que su conducta está determinada en gran parte.
La idea de Weeks es apoyada por Ajami (1993) quien afirma que “las civilizaciones no controlan a los Estados, los Estados controlan a las civilizaciones. (…) y ven la hermandad y la fe y la familia cuando les interesa hacerlo”.
Para las posturas que resaltan la importancia del Estado como figura de poder, las civilizaciones no son poderes políticos; los Estados nacionales van a existir al interior de las civilizaciones compartiendo los intereses de la civilización a la cual pertenecen; sin embargo, son tomadas como actores políticos individuales en el sentido tradicional. El interés de una civilización es simplemente ser, subsistir, florecer y sobrevivir (Pfaff, 2006).
Por su parte Amartya Sen, colega de Huntington en Harvard, critica la tesis sobre las civilizaciones argumentando que la identidad no es el destino y que cada uno puede construir y reconstruir identidades elegidas; además, afirma que la teoría sugería una miniaturización de los seres humanos (Sen, 2007).
A lo anterior, Huntington contestaba que jamás había hecho tal afirmación.
Ya me doy cuenta de que la gente tiene identidades múltiples. Lo que argumento (…) es que la base de la asociación y el antagonismo entre los países ha cambiado con el tiempo. En las próximas décadas, las cuestiones de identidad, sentido de la herencia cultural, el idioma y la religión, tendrán un papel central en la política. (…) mucho de lo que dije ha sido demostrado durante ese tiempo (Huntington, 2007).
A su vez Fox (2002) establece que Huntington, no tiene en cuenta que la mayoría de los conflictos a nivel mundial, se producen dentro de las mismas civilizaciones étnicas. Es decir, la mayoría de los conflictos están en un nivel micro, en relación a las mismas civilizaciones.
En segundo lugar, se considera una exageración fijar la primacía de las tradiciones y los valores propios de cada civilización ante la modernidad y el secularismo. Frente a este punto, Ajami (1993) afirma que Huntington se equivoca infravalorando la tenacidad de la modernidad y el secularismo; el autor no tiene en cuenta que las tradiciones son a menudo más insistentes y ruidosas cuando se rompen, cuando la gente ya no cree realmente en ellas.
Considerar que las civilizaciones marcan a los Estados de tal manera que estas se insertan en ellos, es la tercera critica a Huntington; la civilización hace que cada persona perteneciente al Estado caiga en la predestinación cultural, en la falta de identidad y en consecuencia en la falta de libertad.
En este caso Pfaff, alude al artículo original de Huntington, aduciendo que incluso este puede tener puntos de contacto con las teorías racistas de Gobineau y Chamberlain.
Gobineau afirma que la consecuencia lógica de la teoría de Huntington es la enorme limitación, si no es la completa abolición de la libertad humana, con respecto a la raza y una doctrina de la predestinación. Chamberlain por su parte, defendió la eugenesia a través de la reproducción selectiva de la raza humana en 1900 a través de su ensayo The foundation of the nineteenth century pilar del racismo moderno (Pfaff, 1997).
Huntington, sin reconocer las implicaciones, hace algo más, al tratar (en palabras de Owen Harries) de trasladar las civilizaciones y culturas desde la periferia hasta el mismísimo centro del escenario. Esto es, como poner una vez más a la raza en el centro del escenario histórico mundial. Sustituye con una entidad cultural, la civilización, que no tiene una existencia política responsable, a protagonistas identificables y responsables políticamente: Estados, gobiernos, líderes, individuos. Preconiza un fatalismo histórico y político (Pfaff, 1997. p.167).
Afirmar que las guerras serán establecidas por el orden de las civilizaciones, le quita según Pfaff (1997) la responsabilidad de las mismas a la voluntad humana y a la decisión política, dejándola en manos de la predestinación cultural, concluyendo entonces que no tendrían solución debido a que no es una cuestión negociable ser judío o japonés (Pfaff, 1997).
En cuarto lugar, hablar que la economía es la verdadera fractura del mundo y que el responsable de la misma es Occidente o en un sentido más amplio, el mundo desarrollado (Incluyendo potencias económicas como Japón y Corea del Sur), es una abstracción vaga que puede dar una satisfacción momentánea (Camargo, 2008). Edward Said, propone que es mejor pensar en términos de comunidades más o menos poderosas, en las viejas políticas y en los principios de injusticia o justicia universales.
Desde otra perspectiva, se entiende que el Sur sigue existiendo para el Norte, inclusive todos los peligros que se consideran vienen del sur, a pesar de que sus líneas de fractura son tan profundas que nacen en su seno una multiplicidad de rasgos muy diferentes. Por ejemplo, los del sur ofrecen oportunidades a los empresarios occidentales. Pero a la vez, es preocupante la competencia que de allí emana (Bessis, 2003).
La argumentación de Huntington en torno al choque de civilizaciones, quinta crítica a considerar, es catalogada como general e implícita cuando defiende que la civilización occidental es superior por sus acciones, aunque acepta que cada una tiene un conjunto de valores básicos que pueden ser compartidos por todas las civilizaciones.
La superioridad que insinúa Huntington de algunos valores occidentales es discutible, toda vez que muchos valores provenientes de occidente explican el gran avance de la humanidad, la creencia en la investigación científica, la búsqueda de soluciones racionales y la disposición a desafiar ideas recibidas como obvias; aunque algunas de las ideas que vienen en este paquete pueden ser dañinas.
Asia por su parte, sabe diferenciar entre los buenos y malos valores de Occidente, está aprendiendo a quedarse con los primeros y a prescindir de los segundos sustituyéndolos por otros suyos; está logrando desarrollarse como Occidente y evitar su decadencia social (Zaldívar, 1995).
En sexto y último lugar, los críticos pretenden entender la razón de las divisiones hechas para algunas civilizaciones en la obra de Samuel Huntington. Especialmente dos de estas: la separación de la civilización occidental del mundo ortodoxo y la de Hispanoamérica.
Teniendo en cuenta la relevancia del mundo occidental en estas ideas, se le acusa tanto al libro como al artículo que le da origen, de ser una justificación de lo que se consideran políticas norteamericanas de dominación del mundo, desde ámbitos culturales y políticos muy distintos.
Esto aplica singularmente al mundo musulmán, derivado para estos críticos de la confrontación de Occidente, y particularmente de los Estados Unidos, con la Unión Soviética.
Desaparecida ésta, los norteamericanos se inventarían un nuevo enemigo para unir a sus ciudadanos y justificar así sus gastos militares que de otro modo serían innecesarios (Said, 2001).
Sobre lo anterior, Pfaff expone que el libro de Huntington “es una valoración del futuro, abundante en conflictos, que justifica el mantenimiento de unas robustas instituciones de defensa estadounidenses, lo que indudablemente aumenta su atractivo para algunos círculos de Washington” (Pfaff, 1997, p.159).
Finalmente, las críticas a la obra Choque de civilizaciones nos permiten entender el contexto del caso ucraniano, teniendo en cuenta los aciertos y errores que aplican al caso actual.
Postulados Huntington sobre Ucrania
A raíz de los acontecimientos que se vivieron desde noviembre de 2013 en Ucrania y después de aproximadamente 20 años de los planteamientos de Samuel Huntington, se podría analizar la relación entre lo predicho por el autor y los hechos acontecidos en Rusia y la península de Crimea. Teniendo en cuenta que el contexto histórico propio del lugar es un factor relevante, que pone en juego todo el tema de choque de civilizaciones establecido por el autor.
Según Huntington la situación entre Crimea y Rusia se define por los estrechos víncu los, culturales, personales históricos entre Rusia y Ucrania, además, del entrecruzamiento de rusos y ucranianos en ambos países. Centra la línea de fractura de la civilización en la separación de Ucrania oriental ortodoxa de habla rusa, de la Ucrania occidental uniata nacionalista de habla ucraniana (Oñativia, 2014).
Como consecuencia de la división histórico-cultural, las relaciones entre Ucrania y Rusia podrían evolucionar de una de estas cuatro maneras.
Según Huntington, la situación entre Crimea y Rusia está definida por los estrechos vínculos, culturales, personales e históricos entre Rusia y Ucrania, además, del entrecruzamiento de rusos y ucranianos en ambos países. La línea de fractura separa la civilización Ucrania oriental ortodoxa de habla rusa, de la Ucrania occidental nacionalista de habla ucraniana (Oñativia, 2014).
A principios de los años 90, los problemas por armas nucleares entre ambos Estados eran evidentes, muchos asumían que el conflicto era inevitable; sostenían inclusive que Occidente debía apoyar la posesión de armas nucleares por parte de Ucrania, para disuadir a Rusia. No obstante, es necesario recalcar que, desde el paradigma civilizacional, la posibilidad de violencia entre ucranianos y rusos debería ser baja, por las características que comparten; ambos son pueblos principalmente ortodoxos y eslavos.Es posible para el autor que Ucrania se dividida siguiendo su línea de fractura en dos entidades separadas, de las cuales sería la oriental la que se anexaría a Rusia.
Para el autor la más probable, consiste en la permanencia de Ucrania como un solo Estado, inculcando que será independiente y en razón a esto cooperará estrechamente con Rusia. Los problemas, predice, a largo plazo serán económicos, y su resolución se verá facilitada por una cultura parcialmente compartida y estrechos vínculos personales (Huntington, 1993).
Prosiguiendo con el análisis, es importante destacar la incidencia de los escenarios ya propuestos sobre los acontecimientos históricos que se encuentran intrínsecos en la zona en cuestión. Respecto al punto tres, aunque se afirma que la línea de fractura es aún notoria, en Ucrania, la parte oriental no tiene la capacidad de anexarse a Rusia; es necesario, por tanto, considerar el contexto histórico que enmarcan los acontecimientos que generaron la separación de Crimea en marzo del 2014.
Crimea cuenta con una característica que la hace diferente de los demás territorios prorrusos al oriente de Ucrania, permaneció como República Autónoma en la República Socialista Federativa Soviética de Rusia hasta su cesión por parte de Nikita Jruschov, en 1954, (Mapa 2) a Ucrania como un regalo para conmemorar el 300 aniversario del Tratado de Peryaslav (Ruiz, 2016). Este hecho trajo consecuencias que se materializarían 60 años después.
A pesar de que, desde el 1 de diciembre de 1991 un referéndum ratificó la independencia de Ucrania de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Crimea buscó en repetidas ocasiones declarar su propia independencia de la mano de una constitución secesionista que aunque no logró entrar en vigor, le dio impulso a la búsqueda de su independencia, como son los casos de mayo 1992 y mayo 1994. Que dieron como resultado el derrocamiento de su constitución y el otorgamiento a Crimea de un estatuto de autonomía en 1995 (Ruiz, 2016).
Desde su independencia, Ucrania ha sufrido grandes periodos de decadencia económica y social, que ha derivado en crisis económicas y políticas. El dilema en el cual se encontraba el país en 2013 se puede entender bajo la decisión de decantarse por la integración económica con la Federación Rusa y su Unión Euroasiática o, por el contrario, con la Unión Europea a través del Acuerdo de Asociación, sin dejar de lado las duras condiciones económicas del Fondo Monetario Internacional a cambio de un préstamo para salvarse de la bancarrota (Ruiz, 2016, p.229).
El conflicto diplomático que inaugura la crisis ucraniana, está enmarcado alrededor de dos factores; el primero, hace referencia al bloqueo comercial impuesto por parte de Rusia a Ucrania; en segundo lugar, la negativa de la Unión Europea de incorporar a Rusia en las negociaciones y condiciones del Acuerdo de Asociación con Ucrania, al no cumplir dichas condiciones no se efectúa la firma del acuerdo y como consecuencia abre una ventana a la oportunidad política para una sucesión de movilizaciones sociales tanto en Kiev, como en toda la zona occidental del país reuniendo 90 000 manifestantes expresando una inconformidad antigubernamental y nacional pro-europea (Ruiz, 2016).
En cuestión de semanas, la violencia se intensifica en grados desproporcionados al oeste del país, escenario que obliga a Yanukovich a implementar un pacto entre el Estado y la oposición bajo la mediación de la Unión Europea y Rusia. Esta negociación, establece un sistema de gobierno con poderes similares para el presidente y el primer ministro además de la incorporación de partidos opositores. Sin embargo, El Maidán rechaza el acuerdo e inicia acciones para tomarse por la fuerza edificios gubernamentales, generando movili zaciones fuera de Kiev, el derrocamiento de Yanukóvich e instaurando a la oposición como gobierno provisional. Turchínov es declarado presidente en funciones y reconocido por la Unión Europea y Estados Unidos (Ruiz, 2016).
El 27 de febrero del 2014, Rusia inicia la ocupación a Crimea, que da como resultado el Tratado de anexión firmado el 18 de marzo del mismo año. A partir de este acontecimiento, es posible analizar los planteamientos trabajados por Huntington, quien afirma, que existe “la posibilidad de que la parte occidental del país se separare de una Ucrania que cada vez se estaba acercando más a Rusia” (Huntington, 1993). La hipótesis mencionada por el autor, se hizo realidad 20 años después con la separación de Crimea; a raíz de la no firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Adicionalmente, se enmarca en un contexto de crisis económica, una cultura parcialmente compartida y estrechos vínculos personales; que dieron el impulso necesario para que Rusia con la excusa de proteger los derechos de los rusos en el extranjero validara el referéndum que le permitió a esta península independiente dejar la unión con Ucrania, impuesta desde 1954.
El factor cultural y la incidencia de la civilización en el contexto ucraniano concuerdan con lo propuesto por el autor, aunque todos los territorios predichos por Huntington no se han adherido a Rusia, por más que comparten características comunes.
El caso crimeo fue exitoso y cabe la posibilidad que esto se repita con los demás territorios en disputa. Las principales regiones orientales de Ucrania, Donetsk, Lugansk, Jarkiv, Odesa, Jerson Dnipropetrovsk y Zaporizhia, se han manifestado a través de movilizaciones, ocupaciones y exposiciones de banderas rusas en edificios gubernamentales, hacien do popular el término novorossia que se refiere al conjunto de regiones independistas.
Las identidades culturales y el choque de civilizaciones son los factores novedosos de los planteamientos de Samuel Huntington, que permiten analizar desde otra perspectiva los nuevos acontecimientos del orden mundial; en el caso particular de Ucrania, proporciona las herramientas necesarias para entender la dinámica suscitada en la península de Crimea en marzo del 2014, donde las identidades culturales jugaron un papel importante frente a la cohesión poblacional.
De otra parte, el autor acierta con las líneas de fractura, hasta el punto de asumir que estas transforman las fronteras políticas, como efectivamente lo hizo la anexión de Crimea a Rusia, en donde existía una línea clara de fractura entre la población ucraniana pro rusa y los pro ucranianos.
Entre las bases en las cuales cimienta Huntington el choque de civilizaciones, afirma que serán las civilizaciones un nuevo actor en el Sistema Internacional; en el caso ucraniano, la civilización ortodoxa no es considerada un actor reconocido, pero sí es determinante para la anexión de la península Crimea a Rusia.
Con respecto a las primacías de los valores propios de cada civilización en relación a la modernidad, el conjunto de tradiciones y valores propios fueron relevantes en la anexión, sin dejar de lado una serie de intereses económicos y políticos, donde Crimea tiene la oportunidad de concretar su aspiración de península independiente de Ucrania, así esto signifique volver a ser parte de Rusia.
Así mismo, Huntington afirma que la fractura del mundo está definida por cuestiones económicas y por lo tanto la responsabilidad de esta recae únicamente en occidente. En el caso ucraniano se evidencio cómo el poder económico occidental materializado en el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea generó la polémica que despertó el sentimiento nacionalista ucraniano pro ruso.
Los medios de comunicación y su incidencia en la creación de cultura, es un factor novedoso no previsto por Huntington. En Ucrania, se presentó desde el instante en que la oposición no validó los acuerdos a los cuales se llegaron con Yanukovich, lo que motivó que Rusia nombrara como gobierno no legítimo a la oposición ucraniana, abriendo la posibilidad a este Estado de imponer sus intereses de forma unilateral. Lo anterior, bajo una campaña propagandista en redes sociales logró crear un estado de opinión, entre los ucranianos de origen ruso, frente a la intervención militar que se avecinaba.
Aunque Huntington plantea una nueva visión de mundo, su análisis es muy general y deja vacíos teóricos que no se consolidan con la historia y con los acontecimientos vividos. La revuelta ucraniana que dio como resultado la adhesión de Crimea a Rusia, es un fenómeno que va más allá del choque de civilizaciones, este enmarca una serie de intereses nacionales, que guiarán el actuar de los Estados, sin importar las fronteras civilizatorias que la historia haya podido generar.
Conclusiones
El choque de civilizaciones, es vigente para los acontecimientos presentados 20 años después, en marzo de 2014, entre Ucrania y Rusia, en cuestión a las líneas en fractura y la importancia del lazo civilizacional que comparte la región a raíz de los resultados que arrojó el referendo en donde la afinidad cultural con Rusia le daría legitimidad y constancia a los postulados propuestos por Huntington.
El éxito del proyecto denominado “Novorossia” podrá materializar la idea de Huntington, logrando que la parte pro rusa en Ucrania siga los pasos de la península de Crimea y logre por sus vínculos culturales volver a Rusia cumpliendo a cabalidad la teoría del Choque de civilizaciones, estableciendo nuevamente los lazos culturales e históricos que los denominan como una misma civilización.
Así mismo, es posible ver que el factor cultural sí tiene incidencia y por lo tanto relevancia en los conflictos internacionales, aunque este no sea el único factor que vaya lograr un cambio en el sistema, teniendo en cuenta que siempre existirán otros temas detrás que le darán un peso en los hechos, tal como fue el caso de la nueva Crimea Rusa.
Finalmente, queda establecido que a pesar de las diversas críticas que el autor recibió después de la publicación de su libro, la evidencia histórica le ha dado validez a su teoría. Crimea demostró que a pesar de que la civilización no es reconocida como un actor propio en el sistema internacional, si tiene la capacidad de cambiar las dinámicas del mismo logrado sobrepasar los intereses económicos y políticos que los Estados modernos establecen en sus dinámicas de política exterior.