Introducción
Desde hace al menos 60 años el territorio colombiano ha sido un escenario de violencia armada, resultando de este más de 9.005.319 de personas víctimas según el Registro Único de Víctimas, de las cuales el 25.2% son niños, niñas y adolescentes (Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, 2020). En el departamento de Santander, el despojo de tierras, la violencia política y social han dejado 277.346 víctimas del CAIC registradas hasta el 2020 (Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, 2020), siendo que tales hechos han ocurrido bajo el accionar de grupos como el Ejército de Liberación Nacional [ELN], Ejército Popular de Liberación [EPL] (Gómez, 2014), las Autodefensas Unidas de Colombia [AUC] (Rutas del Conflicto, 2019) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia [FARC] (Vásquez, 2001).
Ahora, siendo que el presente artículo responde al desarrollo de un proyecto de investigación que aborda el fenómeno del conflicto armado en una provincia de Santander denominada Soto Norte (Gobernación de Santander, 2019), se mencionarán a continuación algunos reportes estadísticos que reconocer en parte del nivel de afectación generado por el conflicto armado en tal región.
Así entonces, tras una revisión de reportes periodísticos e informativos publicados por Vanguardia Liberal desde 1990 hasta 1994 respecto al conflicto armado en el departamento, Velásquez, Reyes y López (2019) identifican que en tal periodo de tiempo al menos 20 de los 87 municipios santandereanos se vieron afectados por la ocurrencia de 42 eventos relacionados con el conflicto armado; de estos, 12 acontecieron en los municipios hoy pertenecientes a la provincia de Soto Norte (Matanza, Suratá, California, Vetas y Charta); en cuanto a las cifras reportadas por fuentes oficiales, en dicha región hasta el 30 de abril del año 2020 se han reportado 7834 eventos victimizantes; siendo los desplazamientos, los homicidios y las amenazas los eventos más reportados, de tales eventos el 74% ocurrieron durante el periodo de 1998 al 2007, resultando que de las 6773 víctimas reconocidas en estos cinco municipios, el 84,8% pertenecen a los municipios de Matanza y Suratá (Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, 2020).
Ahora, en cuanto a las consecuencias que genera el fenómeno armado en las regiones, cabe aclarar que tales no son necesariamente cuantificables o tangibles, puesto que, como señala Martín-Baró (2003)), el tejido social es permeado o modificado a nivel de significados, creencias, memorias, representaciones y emociones políticas colectivas por la carga simbólica (ideológica) de los fenómenos armados; donde además, es probable que, debido a la constante exposición mediática y cultural a la violencia armada, generación tras generación construyan y/o fortalezcan representaciones sociales basadas en la cultura de la violencia, lo cual no solo sirve para legitimar el uso de la violencia directa y estructural (Galtung, 2016), sino que además impide la consolidación de la paz en Colombia al perpetuar la violencia.
Sin embargo, aunque las representaciones se transforman en cada interacción de las personas con otros actores sociales activos e incluso consigo mismo (Mead, 1982), al ser la sociedad una institución construccionista también ayuda a formar al sujeto en la inter-subjetividad y a través de sus representaciones sociales [RS] (Luckmann & Berger, 2015), las cuales vale aclarar que se conciben como un conjunto de ideas, tipificaciones, valores y pensamientos orientados por diversas conductas que pueden ser favorables o desfavorables ante una situación, acontecimiento u objeto (Araya, 2002). Se trata de una forma de conocimiento social en la que se despliega una actividad mental y psicológica, y se fija una posición, opinión o valoración con respecto a un fenómeno o hecho específico (Jodelet, 1986). En ese sentido, las personas conducen sus actos hacia las cosas en relación con lo que éstas significan para ellos (Blumer, 1982).
El caso del CAIC no es la excepción, pues a partir de este también se han generado significados por las comunidades, significados que son afectados por aspectos contextuales (origen de la opinión) y posiciones personales (opinión) (Parra, 2011). Esto es debido a que el CAIC no es solo un acontecimiento social, sino también una creación simbólica (Barón & Valencia, 2001) que desestabiliza la vida cotidiana y la realidad inconsciente tanto de los adultos, como de niños, niñas y adolescentes; siendo estos últimos, invisibilizados en sus narraciones e historias, razón por la cual se resalta la importancia de conocer sus experiencias y de reconstruir la memoria colectiva desde las vivencias de quienes experimentan la violencia en Colombia (Villa-Gómez, 2014; García & Peña, 2017).
Es por lo anterior que surge el interés por conocer las representaciones sociales del CAIC desde la perspectiva de los adolescentes que viven en zonas afectadas por este, para lo cual el proyecto de investigación denominado “Signiflcados sobre conflicto armado y construcción de paz presentes en jóvenes y adultos mayores en Bucaramanga y su área metropolitana” acoge la propuesta seleccionada y financiada por COLCIENCIAS en el marco de la beca-pasantía del programa de jóvenes investigadores e innovadores (Convocatoria 812 del 2018), dicha propuesta tiene como objetivo general Diseñar un programa que promueva la cultura de paz y reconciliación en adolescentes y jóvenes escolarizados del sector rural; así que los resultados socializados en el presente artículo corresponden a hallazgos preliminares del proyecto desarrollado por el Joven Investigador.
Metodología
La presente investigación se desarrolló desde el enfoque cualitativo, con un muestreo no probabilístico aleatorio, utilizando un diseño fenomenológico dado que el objetivo es explorar, describir y comprender la experiencia compartida de los individuos frente al fenómeno determinado (Hernández, Fernández, & Baptista, 2014). Para lo anterior, en la presente investigación se toma en consideración el planeamiento de Blumer (1969, citado por Alexander, 2008; Porras, 2019) en cuanto a que, el sentido y significado que las personas tienen respecto a las cosas y situaciones vividas se derivan o son demarcados por la interacción social.
Se contó con la participación de 23 adolescentes residentes en cuatro municipios de la provincia Soto-Norte del departamento de Santander, distribuidos de la siguiente manera: Vetas (n = 4), California (n = 10), Suratá (n = 4) y Matanza (n = 5). De estos, 10 adolescentes refirieron que su familia es víctima del conflicto armado. Las edades oscilaron entre los 13 a 18 años de edad, con una edad promedio de 15.6.
Con el ánimo de utilizar la técnica de entrevista semiestructurada, se utilizó la entrevista diseñada por el Semillero Medición y Calidad de Vida, el cual pertenece al Grupo de Investigación en Psicología Clínica y de la Salud de la Universidad Pontificia Bolivariana Seccional Bucaramanga; esta técnica según Robles (2011) permite realizar un análisis de las perspectivas que tienen las personas frente al mundo y a sí mismos, lo que posibilita un acercamiento directo a la subjetividad del individuo entrevistado. El propósito de este instrumento fue identificar los significados sobre conflicto armado, postconflicto y construcción de paz.
Resultados
Se identificó como dimensión “Conocimiento y percepción del conflicto armado interno de Colombia”, la cual es alimentada por tres categorías: “Opinión y valoración referida por los participantes sobre el CAIC”, “Origen de la opinión de CAIC” y “Antecedentes del CAIC en sotonorte”. La dimensión ha sido conceptualizada en la representación social de los participantes sobre el CAIC, como como una “guerra” que inició a mitad del siglo XX protagonizada por grupos armados legales e ilegales en distintas zonas y territorios del país, afirman además que algunos grupos armados se han involucrado con actividades ilícitas como el narcotráfico para financiar su existencia y acciones. Entre las verbalizaciones se destacan las siguientes.
“Pues a ver el conflicto armado que yo sepa se ha venido desarrollando desde hace más de medio siglo, creo que si no estoy mal empezó en los años 50 pero en los 80 se dio … la guerra lo más fuerte de lo más duro y según tengo entendido se vieron involucrados tanto grupos de izquierda cómo la guerrilla, grupo de derecha como los paramilitares y el estado obviamente, después se anexaron grupos criminales y carteles de narcotráfico … que llevan medio siglo combatiendo tratando de acabar con eso pero no han podido.”
“Del conflicto armado escuchado que ha ido, así como a muchos lugares, que ha desplazado mucha gente donde vive, que ha matado mucha gente, que ha causado muchos problemas aquí en el país.”
“Pues a las personas que están bien, a las familias que están bien en su casa, tiene un buen trabajo y pues ellos llegan… como aquí puede ser la guerrilla, el ELN, todas esas personas, pues llegan a algún lado y destruyen familias, destruyen hogares, hacen desplazamientos a alguien que está bien, que no necesita nada, que lo molesten.”
Los hallazgos permiten evidenciar que el fenómeno en cuestión es reconocido al menos en cuanto a actores y ciertas consecuencias en la población civil; sin embargo, el conocimiento en sí acerca del conflicto armado resulta ser genérico y de mínima profundidad, puesto que los participantes desconocen o al menos no han referido elementos fundamentales e históricos relacionados a la génesis y desarrollo del conflicto armado en el país como lo son los señalados por el Centro Nacional de Memoria Histórica, (2013), a saber:
Disputa por la tierra y el conflicto agrario.
Ausencia de garantías para la participación política.
Existencia de un contexto y presión internacional como fuentes o referentes ideológicos para movilizar a los distintos actores.
El narcotráfico como elemento dinamizador de una cultura y sociedad particular.
La presencia fragmentada del gobierno en el territorio nacional.
En relación a la categoría “opinión del CAIC” se ha identificado un contundente rechazo a los hechos victimizantes sufridos por la población civil, en especial al desplazamiento forzado, el reclutamiento de menores, los homicidios y las afectaciones o daños económicos; concibiendo el CA como un fenómeno despreciable por el daño y sufrimiento infringido a las personas y comunidades, en este mismo sentido, los participantes han demostrado inconformidad y desacuerdo frente a la incertidumbre y el miedo generado por el CA en épocas anteriores, el cual según ellos podría volver a acontecer dada las expectativas que tienen frente a la situación del país. Algunas de las verbalizaciones a destacar son:
“Que es un hecho devastador, feo, horrible para el estado, para las personas colombianas.”
“Diría que no debería de pasar todo esto, pero pues lastimosamente ha pasado y creo que seguirá pasando y hasta que no se haya un acuerdo por ejemplo el acuerdo de La Paz y todo eso.”
“Está mal porque está mal y dejó una marca en nuestro país y una huella que hace parte de la historia.”
“Que para mí eso debe ser muy duro, yo respeto a las personas que han pasado por eso porque eso es una cosa que uno no le desea a nadie, porque uno estar en eso debe que ser muy feo.”
“Que está muy mal porque, es una gran realidad que está marcando a nuestra sociedad colombiana, porque somos un país muy conflictivo y porque está muy mal, porque ellos están utilizando nuestra sociedad para esas cosas.”
“que no estoy de acuerdo porque ¡no hay derecho! a que un grupo armado llegue y coja 10 o 15 niños, no les permita estudiar, no les permita crecer, jugar como deben de hacerlo por ir y llevárselos que cojan un arma y sean igual o peores que ellos, no hay derecho no estoy de acuerdo con nada de eso.” (1:7)
“Pues es muy malo porque las personas siempre andan preocupadas porque pueda pasar algo o que lleguen otra vez a la retoma del pueblo y todo eso” (1:229)
“Pues así como en la actualidad me parece malo lo que están haciendo porque están afectando a mucha gente que no tiene la culpa de nada, a muchos niños que ni siquiera tienen claro que lo que pasa aquí en el país, pero como que si antes tenían una idea clara de lo que querían hacer que el que querían lograr con todo lo que hacían” (1:168)
Por otra parte, los participantes han planteado que el conflicto armado como fenómeno ha sido en cierta medida “positivo”, puesto que según algunos de ellos la presencia de los grupos armados ha impedido que el resto de personas y/o organizaciones ingresen y ocasionen daños a ciertas zonas y ecosistemas ricas en recursos naturales; además han planteado que es “justificable” la existencia de algunos grupos armados subversivos dado que en sus inicios tenían ideas o propósitos loables. Entre las verbalizaciones se destacan las siguientes:
“El conflicto armado es bueno y malo, porque donde están en la parte de ellos (grupos armados) cuidan, digamos donde estaba el ELN era un sitio boscoso algo así de harta naturaleza y ellos lo cuidaban no dejaban que nadie se metiera ahí, entonces ellos se van y ahí se empiezan a talar los árboles y a quemar ese bosque, entonces es como un mal necesario.”
“La guerrilla era un mal necesario, porque en si ellos cuidaban nuestros recursos naturales, o sea, en el páramo de Santurbán, ellos lo cuidaban y no dejaban que ninguna persona entrará, lo cuidaban en sí, que el ser humano no lo destruyera.”
“Por lo menos se dice que las autodefensas se causaron a causa de que los, de que el papá de los hermanos causa Castaño, que eran los fundadores, lo mató la guerrilla, entonces ahí va mi punto, si ellos lo hacen, tienen algún motivo y la verdad no sé si comparte el motivo y no lo justifico, pero tampoco los, tampoco los desprecio, por decirlo así.”
“Pues, así como en la actualidad me parece malo lo que están haciendo porque están afectando a mucha gente que no tiene la culpa de nada, a muchos niños que ni siquiera tienen claro que lo que pasa aquí en el país, pero como que si antes tenían una idea clara de lo que querían hacer que el que querían lograr con todo lo que hacía.”
“… esas personas indignadas como que … no se han expresado en la forma pacífica, entonces también está mal hecho de esas personas, y también de las personas que tratan como de ayudar porque se supone que deben hablar pacíficamente y a veces tratan como de creerse autoridad, entonces creen que tienen prácticamente la razón, también deberían darse como el tiempo de conocer a esas personas, saber cuáles son sus problemas, porque también puede ser que esas personas no estén como mal por influencia de otras personas sino ellos mismos tal vez quieren expresarse de otra forma pero es como la única forma como que ellos se encuentran para poder tratar de defenderse o algo así, o tal vez porque son personas que también han querido como tener esa participación buena o tener liderazgo dentro del país y por alguna u otra cosa no han podido … entonces como que si no está en lo bueno entonces en lo malo, entonces están esas dos partes siempre, entonces los que no han podido prácticamente a tratar de dañar, tratar de liderar pero dañando a otras personas.”
En cuanto a la categoría “Origen de la opinión sobre el CAIC”, por lo general, la opinión está formada, por la interacción con sus familias que han experimentado de hechos acontecidos en la zona (N=10), en otros casos aunque no refiere que su familia haya sido víctima de hechos propios del conflicto armado, afirman que su opinión proviene de lo conversado acerca del CAIC con sus familias; en otros incluso, refieren la radio y televisión como fuentes de información acerca del conflicto. Y finalmente, algunos señalan que lo referido se ha construido y divulgado por tradición oral en el territorio, develando así que subsiste o se conservan elementos constitutivos de memoria colectiva en el territorio respecto al conflicto armado en la zona; lo cual resulta consecuente con el registro de medios condensado en el análisis de contexto descrito anteriormente. Algunas de las verbalizaciones son la siguientes:
“Eso me lo contó mis papás, mis abuelos, toda la gente lo cuenta todavía.”
“He puesto atención a lo que han dicho sobre esto y también las diferentes opiniones que hemos dialogado con mi familia, o sea, como las diferentes opiniones con cada quien.”
“Mi opinión principalmente proviene de mi familia, porque a pesar de que no hemos sido víctimas directas de este problema, del conflicto armado, no hemos sido víctimas directas en el sentido de que yo no tengo el conocimiento suficiente de que pasó más atrás o qué fue de la familia de mi abuela no sé realmente de ese tema.”
“Opino eso por lo que escuchado y he visto en las noticias y todo eso.”
“Pues como que mi mamá y mi papá y mis tíos siempre que se reúnen hablan de eso y los problemas que han tenido con toda esa cosa.”
“Pues todos los problemas que he visto que salen por las noticias.”
“Porque mi familia me enseñó eso, pero uno que con esa espinita esa duda y pues yo empecé a indagar investigar primero empecé con autodefensas conocí la historia, después investigué sobre mono jojoy, sobre demás personajes y pues uno se da cuenta que son personas como nosotros y yo me puse mucho de ellos y yo digo, aunque uno debe basarse en una moral, si yo estuviera en esa situación yo creo que algunas ocasiones hubiera hecho lo mismo.”
“De pronto los noticieros, toda la información que nos transmite otros pueblos u otras ciudades que han vivido esto.”
“También muchos abuelos o gente mayor que cuenta.”
Finalmente, en cuanto a la categoría “Antecedentes del CAIC en Soto Norte” los participantes han hecho referencia a la presencia de grupos armados guerrilleros (FARC y ELN) en los municipios de la provincia, presencia que según ellos ocasionó daños a la vida y libertad de algunos habitantes, además de graves afectaciones económicas y psicológicas; algunas de las verbalizaciones son las siguientes:
“Pues acá hubo un tiempo que estaba la guerrilla, mataba mucha gente, ellos llegaron primero a proteger el pueblo, después ya no, ya empezaron a matar, ya querían era como gobernar este pueblo.”
“Que antiguamente los que estaban acá era la guerrilla, pues acá como no había tanto así policía o ejército que llegara hasta acá el municipio pues entonces se apoderaron del pueblo”
“Antes sí había muchos que lo sacaban de sus tierras, los maltrataban, los llevaban por allá lejos de sus hogares, les quitaban sus bienes y las hacían cosas malas”
“El despoblamiento, que llega la guerrilla y “usted se me va porque si no los matamos”
... la obligación de nosotros como municipio tener que irnos forzados porque o sino nos matan, corre en riesgo nuestra vida por estar aquí en medio de la guerrilla, la policía, cualquier tiroteo, cualquier enfrentamiento pues nos vemos afectados principalmente nosotros.”
“Hubo mucha gente afectada que ahorita no se ve afectada simplemente económicamente porque no han sido capaz de solventar todo eso que les quitó la guerrilla sino también psicológicamente, o sea, y ese problema psicológico sus padres se lo dan a los hijos como por el temor y en el colegio como que se veía que los niños como que se resguardaban, tenían como un campo de protección que no permitían que mejor dicho, osea, era terrible, por eso yo me veo afectada también porque pues yo viví allá y ¡no hay derecho!”
“Pues durante el conflicto armado se dieron casos donde pues se llevaban a la gente para reunirlas en su grupo, o también a veces capturaban a la gente para sacarle plata a sus familiares, también que, pues mataron a varias personas porque no hacían lo que ellos querían y también los que combatían contra ellos, que a veces también sacaban eso como pedirle a cada pueblo como pedirle a cada pueblo digamos, así como dinero para que ellos pudieran como sustentarse o para su propiedad.”
Discusión y conclusiones
Para comprender los hallazgos es pertinente mencionar que, según referentes periodísticos y estadísticos, la población de los municipios de Soto-Norte del departamento de Santander se han visto afectados por el conflicto armado desde hace al menos 27 años; sin embargo, lo referidos por los participantes da cuenta de que sus representaciones sociales se caracterizan por información que resulta ser genérica y de mínima profundidad. Con relación a lo anterior, (Matajira, y otros, 2019) mencionan que a pesar de la presencia del CAIC en zonas rurales más que en zonas urbanas, es en las ciudades en donde las RS de la comunidad se caracterizan por mayor profundidad de información con respecto a la génesis de este fenómeno.
Otro referente del estado del arte para destacar es el presentado por (Fernández & Duran, 2016), quienes al entrevistar a 63 adolescentes de la ciudad de Bogotá, encontraron que tanto el grupo de clase social alto como baja poseen desconocimiento respecto a la relación que ha existido entre el narcotráfico y la guerra en Colombia; no obstante, tanto en Soto
Norte como en la capital colombiana, los participantes infieren que los grupos armados se han financiado a través del comercio y tráfico ilegal de drogas ilícitas, develándose así que en la concepción de los participantes persiste un claro relacionamiento entre el fenómeno del narcotráfico y el conflicto armado, caracterizando al primero como actor financiador, consideración no distante a la realidad histórica.
Por otra parte, los participantes de Soto Norte, como de similar manera lo señalan jóvenes participantes de investigaciones desarrolladas en Medellín y Bogotá (Agudelo & López, 2018; Ramos, 2017), sugieren que, aspectos socioculturales y psicoafectivos como la codicia, la individualidad, la envidia, el deseo de poder, la discriminación, la exclusión social, y otras de tipo estructural ligados a la justicia e impunidad, perpetúan la violencia en el país, siendo que lo que hay detrás es que algunos actores mediados por el interés de mantener el poder político en las regiones se benefician de tales condiciones o crisis. Lo anterior demuestra que para los participantes la violencia más que un problema en sí, se ha convertido en un síntoma perpetuado por factores sociales, culturales y económicos, lo cual resulta consecuente con la definición del triángulo de la violencia expuesto por Johan Galtung, donde factores del vértice estructural y cultural generan las condiciones para que se genere y perdure la violencia directa (Galtung, 2016; Percy, 2009).
Ahora, dado que para Moscovici (1979) la información que posee una RS nunca es suficiente, por lo regular está desorganizada; y que además ésta se configura como una forma de construcción de la realidad y el conocimiento de la vida cotidiana (Moscovici, 1984); tal concepción de las RS se relaciona con el hecho de que los participantes de la presente investigación no reconocen factores como el conflicto agrario, la presencia fragmentada del gobierno en el territorio nacional, la falta de garantías para la participación política y la existencia de un contexto y presión internacional, como fuentes o referentes ideológicos para movilizar a los distintos actores; mientras que solo el narcotráfico es referido como un elemento financiador del fenómeno armado, mas no como dinamizador de una cultura y sociedad particular (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2013); lo cual permite develar que sus consideraciones (significados) respecto al conflicto se caracterizan por la descripción que Moscovici da respecto a las RS; por lo cual es posible concluir que los participantes no han hecho consciencia respecto a la guerra como fenómeno que deviene de problemáticas estructurales y culturales (Bautista, 2015).
En cuanto a los aspectos positivos o rescatables del CAIC, algunos participantes del presente estudio han señalado que la presencia de los grupos armados ha obstaculizado la explotación desmesurada de recursos naturales, y que los ideales de estos grupos en un inicio eran plausibles; lo cual en cierta medida resulta análogo a lo encontrado por Villa, Rúa, Sena, Barrera, y Estrada (2019) al entrevistar a ciudadanos del común en la ciudad de Medellín,pues señalan que en los participantes existe cierta comprensión respecto a las propuestas e ideales fundantes del grupo armado FARC. Ante tales consideraciones es pertinente cuestionar si los esquemas cognoscitivos y valorativos que llevan a percibir a los “ejecutores” como servidores y colaboradores de la comunidad, y que el ejercicio de poder a través de la militarización para el sometimiento (Porras, 2011), son en realidad una serie de configuraciones de representaciones sociales propias o mediadas por la cultura de la violencia que sirven de cimiento para la violencia directa y estructural (Galtung, 1998, 2016; Fisas, 1998).
En contraparte a lo anterior, un estudio realizado por Chindoy, Quiñones y Villa (2016) encontró que un grupo de niños, niñas y adolescentes de dos instituciones educativas rurales del bajo Putumayo, cuestionaron y rechazaron las acciones inhumanas y crueles perpetradas por los grupos armados estatales y no estatales contra la población civil, exigiendo que las acciones de control territorial no continúen afectando la movilidad e integridad de las comunidades. Lo anterior permite entrever que la población civil, más allá de las balas y la muerte, rechaza las secuelas y consecuencias de CAIC, así que, aunque los objetivos que en sus inicios demarcaban las acciones de los grupos armados al margen de la ley eran laudables, los daños y afectaciones causadas a las víctimas son injustificables, persistiendo un rotundo rechazo y reproche a tales consecuencias.
Asimismo, los hallazgos de la presente investigación dan cuenta de la construcción de una cosmovisión de los adolescentes a partir de la tradición oral en el territorio, es decir, la conservación de la memoria colectiva respecto al conflicto armado en la zona. Con relación a esto, numerosos investigadores han identificado el rol de la memoria colectiva como un reflejo de la ideología, normas y valores de la sociedad (Bekerman & Zembylasb, 2010; Hewer & Kut, 2010; Lo Monaco, Delouvée, & Rateau, 2016; Villa-Gómez, 2014). Ante esto cabe mencionar que según Barrera y Villa (2018), las construcciones sociales se pueden constituir en barreras psicosociales para la paz y la reconciliación, en la medida que deshumanizan al adversario, enaltecen a un grupo en específico que usa la violencia y polarizan a la sociedad, siendo esto mediado por emociones políticas como el odio, el miedo, la ira y el asco; siendo pertinente anotar que esto se encuentra en función de una ideología dominante por parte de ciertos sectores sociales que buscan garantizar la prevalencia de sus intereses, imponiendo una cultura bélica a través de la subjetividad de las personas (guerra psicológica). De allí, surge la necesidad de trascender las barreras psicosociales y construir una subjetividad colectiva, dando voz a todos las víctimas y actores y así, responder a las necesidades de paz y reconciliación en Colombia.
Finalmente, a partir de los hallazgos y análisis expuestos se considera necesario dar continuidad a la generación de investigaciones que permitan indagar y explorar cuáles son las representaciones sociales que acerca del fenómeno del conflicto armado tienen los adolescentes y jóvenes, puesto que, tales abordajes generan insumos fundamentales para la comprensión de la realidad desde la perspectiva de los que se espera que a corto plazo comiencen a ejercer su ciudadanía; así que, en este mismo sentido, es primordial que en regiones como la provincia de Soto Norte y demás zonas del país, se generen espacios psicoeducativos con y para los adolescentes y jóvenes, los cuales incluyan dentro su ejercicio pedagógico o formativo el abordaje de cuestiones históricas, con vinculación de elementos propios de la memoria colectiva y la realización de actividades lúdicas, reflexivas y promotoras de empoderamiento; para tal propósito es importante concebir tales espacios como oportunidades para brindar herramientas y fomentar actitudes en pro de la construcción de paz, y frente a esto una hoja de ruta a seguir ha sido claramente señalada por autores como Fisas (1998, 2011), París (2005, 2015), Lederach (1996, citado por París, 2005) y Galtung (1998, 2016), quienes consideran que la construcción de paz implica que las personas, familias y comunidades aprendan a transformar los conflictos a través del uso y práctica de la No violencia, la empatía, la creatividad, el reconocimiento, el diálogo, el empoderamiento y el afecto.