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El Ágora U.S.B.

Print version ISSN 1657-8031

Ágora U.S.B. vol.23 no.1 Medellin Jan./June 2023  Epub Oct 10, 2023

https://doi.org/10.21500/16578031.5787 

Resultado de investigación

Juventudes rurales en América Latina: evidencias desde la literatura académica*

Rural Youth in Latin America: Evidence from the Academic Literature

Patricia Elena Giraldo-Calderón1 

América Tonantzin Becerra-Romero2 

1Docente e investigadora en la Universidad Autónoma de Nayarit. México. Orcid: https://orcid.org/0000-0003-3400-7086 Correo:pgiraldo.cal@gmail.com

2Comunicadora social. Doctora en Ciencias Sociales (UAM, México). Docente e investigadora en la Universidad Autónoma de Nayarit. México Orcid: https://orcid.org/0000-0003-3955-0643 Contacto: america.becerra@uan.edu.mx.


Resumen

Estudiosos del tema plantean la imposibilidad de definir a la juventud de manera homogénea. Ante su diversidad, este artículo se centra analizar las dinámicas políticas, sociales, culturales y económicas de las juventudes rurales en América Latina en el período 2000-2021. Para ello, se desarrolló una revisión documental en la base de datos Scielo a través de las investigaciones que abordan a esta población en el siglo XXI. Los resultados exponen cuatro principales ejes de análisis: identidades y representaciones; la preocupación por el envejecimiento del campo; el territorio y las estrategias de vida; y por último las violencias. Se concluye que analizar las juventudes rurales pasa por reflexionar sobre su invisibilidad en los estudios, a la vez que evidencia las grandes problemáticas/ potencialidades que involucran a las juventudes en América Latina.

Palabras clave: juventud rural; América Latina; identidad; territorio; violencia

Abstract

Scholars argue that it is impossible to define youth in a homogeneous way. Given their diversity, this article focuses on analyzing the political, social, cultural, and economic dynamics of rural youth in Latin America in the 2000-2021 period. To this end, a documentary review was carried out in the Scielo database of research on this population in the 21st century. The results show four main axes of analysis: identities and representations; concern for the aging of the countryside; territory and life strategies; and finally, violence. It is concluded that analyzing rural youth entails reflecting on their invisibility in studies, while at the same time, it highlights the major issues/potentialities that involve youth in Latin America.

Keywords: Rural Youth; Latin America; Identity; Territory, and Violence

Introducción

La juventud representa un sector importante en América Latina, no solo por el alto porcentaje al interior de la población en general, sino porque incide de manera significativa en las dinámicas económicas, políticas, sociales y culturales cotidianas. Sin embargo y, como se ha demostrado a través de varios estudios (Kessler, 2005; Pacheco, 2009; Pérez, 2009), el uso de esta categoría corresponde a una construcción social, por lo tanto implica, una comprensión del marco social y político en el que se inscriben. En este sentido, las distintas aproximaciones pueden relacionarse con las formas como se interpreta y analiza este segmento poblacional, éstas van desde un estudiante “permanente”, una persona que se encuentra en transición hacia la vida adulta, una persona rebelde, entre muchas otras características que se pueden destacar (Pérez, 2009).

Así, el rango etario constituye una de estas clasificaciones que evidencia una diferencia en tanto comprensión de la edad [entre] o [a partir de la cual] se entiende la juventud. A modo de ejemplo, Colombia y México toman como base distintos referentes lo cual implica asumir la juventud desde una edad más temprana o no. Mientras el referente de Naciones Unidas en Colombia llevó a asumir la juventud entre los 14 y 28 años, para México el referente de Juventud se aproximó a la perspectiva de la CEPAL quien considera una persona joven entre los 15 y los 29 años. Además de la edad la localización también es significativa en nuestra región, de forma tal que, la juventud rural represente entre el 30% y el 40% de la población de América Latina (Ver Figura 1).

Fuente: Guiskin (2019, p. 12)

Figura 1 Porcentaje de población joven rural según país en América Latina 

Otro supuesto importante en relación a los jóvenes es su apatía política máxime cuando se trata de jóvenes rurales. De forma significativa, los estudios aquí revisados demuestran una ampliación de las dinámicas socio-políticas desde el año 2005, éstas describen el liderazgo juvenil rural para posicionar sus principales problemáticas en la agenda pública. Ejemplo de ello es el estudio realizado por Guaraná (2009), quien expone el posicionamieto de una agenda de política pública de las organizaciones sociales en el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, estrategia desarrollada a partir de una carta que reafirma las demandas de los jóvenes rurales dirigidas al gobierno entrante para el año 2006.

Más allá de si participan o no participan de la política y las políticas públicas, los estudios aquí revisados evidencian que los jóvenes rurales enfrentan grandes desigualdades y violencias mucho más marcadas que sus pares de las ciudades; además, si estos jóvenes son mujeres y/o indígenas tales desigualdades se profundizan y generan un amplio rango de exclusión (Sánchez, 2020; Soloaga, 2018). Diversas estadísticas corroboran lo anterior, ya que demuestran que al menos el 45% de las mujeres jóvenes rurales no estudian, ni trabajan y fundamentalmente se desempeñan en labores domésticas no remuneradas. Ello corresponde casi a la mitad de la población si evaluamos a su contraparte masculina. A su vez, muchos de los jóvenes rurales se ven en la necesidad de abandonar sus estudios para ingresar al mercado de trabajo o de emigrar hacia otras ciudades o países, como se observa en los jóvenes mexicanos que tienden a transitar hacia Estados Unidos en busca de mejores condiciones económicas (Guiskin, 2019; Rivera, 2017).

Ante el paulatino incremento de aproximaciones al tema de la juventud rural, este trabajo tiene por objetivo analizar las dinámicas políticas, sociales, culturales y económicas de las juventudes rurales en América Latina en el período 2000-2021. Para ello, se realizó una revisión documental en la base de datos Scielo a través de las investigaciones que abordan a esta población en el siglo XXI. Para evidenciar los resultados obtenidos, éstos se describen a modo de ejes de análisis. Por fin, se parte de la premisa que estos textos no solo favorecen la comprensión de las dinámicas y condiciones particulares por las que transita esta población, sino que también, contribuyen a visibilizar, definir y caracterizar a las juventudes actuales.

Metodología

El trabajo tuvo un enfoque cualitativo y exploratorio, y se realizó a través de una investigación documental, entendida como un proceso sistemático de revisión de textos y documentos, sean públicos o privados con el fin de conocer la actualidad de la temática investigada o a investigar (Vallés, 2009).

El procedimiento metodológico abarcó dos etapas. En la primera, se procedió a realizar una búsqueda de textos científicos sobre juventudes rurales en la base de datos Scielo, ya que constituye una herramienta especializada en publicaciones en ciencias sociales para América Latina. Según su sitio en internet, es “un repositorio multidisciplinario para depositar, preservar y difundir datos de investigación de artículos enviados, aprobados para publicación o ya publicados en revistas de la Red SciELO o depositados en SciELO Preprints”.

(Scielo, 2021b). Esta búsqueda arrojó un total de 50 resultados de textos científicos que abordaban de manera central a las juventudes rurales, desde diversas temáticas (Ver la Tabla 1 ). Se reconoce que la indagación no es exhaustiva, pero recoge un conjunto de aproximaciones que permite describir un panorama adecuado de la realidad de los y las jóvenes en este espacio geográfico.

Tabla 1 Títulos documentados, país y temática general 

País Número de publicaciones Año de mayor producción Temáticas generales
México 14 2012 (3 publicaciones) Migración; empleo, trabajo y ocio; indígenas; identidad; servicio militar, violencia
Brasil 13 2012 (3 publicaciones) Sucesión, migración, salud pública, identidad, educación, cooperativismo, género, movimientos sociales
Argentina 6 N/A Educación y formación para el trabajo; género; actor político
Chile 4 Uno por año 2017 y 2008 Juventud
Costa Rica 4 (2 publicaciones) Paisaje rural, identidad, educación.
Otros países con dos o menos títulos: Ecuador (1), Colombia (2), Perú (1), Paraguay (1), Uruguay (2), Venezuela (2) 1 ó 2 por país N/A Ligas agrarias, ciudadanía, migración

Fuente: Elaboración propia a partir de la base de datos Scielo(2021a)

En la segunda etapa se realizó la sistematización de los textos encontrados con el fin de identificar los temas centrales de estudio, para lo cual se revisaron los textos y se tomaron como referencia los objetos de estudio y las problemáticas analizadas en cada aportación; el procesamiento de la información se efectuó con apoyo del programa Zotero, por su utilidad como gestor de referencias bibliográficas.

Producto de este trabajo se evidencian cuatro ejes de análisis de las juventudes rurales en América Latina: 1) identidad, la cultura y las representaciones de los jóvenes rurales; 2) juventudes y su incidencia en el relevo generacional o en el “envejecimiento del campo”; 3) territorio, territorialidades y cuestiones de género y; 4) violencias que atraviesan los proyectos de vida de los y las jóvenes rurales. Dado que se trata del contexto de ruralidad, en el caso brasilero éste no se observó en los jóvenes rurales. Sin embargo, como lo demuestra Fefferman (2015) la juventud negra y favelada/periférica (urbana) es sobre quien recaen todas las violencias en Brasil. El desglose de estos ejes se detalla en los apartados siguientes, en éstos se fusionan resultados y discusión ya que más que exponer una relación de publicaciones y temas, se pretende destacar la relevancia que tienen las problemáticas analizadas y la visualización que se hace de las juventudes rurales desde la investigación científica.

Resultados y discusión

Identidad, cultura y representaciones de los jóvenes rurales

Un cuestionamiento importante que surge cuando se abordan las temáticas rurales es si los campesinos y campesinas son una cultura específica, y si al igual que los indígenas o afrodescendientes deberían tener un reconocimiento a partir de una cultura compartida. En efecto, en América Latina existe una lucha política por el reconocimiento de los y las campesinas como una forma específica de vida a través de elementos comunes: música, hábitos y costumbres y, en general, las rutinas que acompañan lo rural. Sumado a lo anterior cabe preguntarse ¿qué sucede cuando a la categoría campesino se le suma el ser joven? Así, el tema de la identidad emerge por cuanto constituye una pregunta relevante para discutir ¿qué es ser joven y cómo se configuran los proyectos de vida de los y las jóvenes en los entornos rurales?

Ambos elementos también convergen cuando se trata de analizar cómo se representan los jóvenes rurales y, por lo tanto, quiénes son y a través de qué factores se les pueden definir. Con base en ello, este apartado se integró con las contribuciones que permiten visibilizar el entrecruzamiento de valores e identidades adscritas a otras categorías, como ser indígena o ser habitante de la ruralidad; esta intersección las coloca como poblaciones con aspectos que le otorgan especificidad.

Una primera característica de la representación de los jóvenes son los mercados de trabajo en los cuales participan, de allí que un rasgo importante sean la flexibilidad e incertidumbre laboral, que se traducen en procesos de negociación con los mayores y más experimentados (González-Fuente et al., 2018). Desde otro campo de las representaciones se ubica el interés por definir a la juventud en general y de forma específica la juventud rural; en el caso brasilero se toman en consideración tres elementos: 1) en cuanto división social del trabajo, 2) su contribución al entorno local y 3) los efectos de la migración en la juventud (Troian & Breitenbach, 2018). Un estudio asociado a esta definición para el caso chileno también lo encontramos en González (2003), para quien la identidad de los jóvenes rurales está asociada al ser campesino y menor de edad.

En cuanto proceso de ciudadanización Olivera (2009) identifica los procesos de exclusión de la juventud rural peruana y cómo a través de la educación se puede potenciar esa ciudadanización al destacar los límites del proceso de socialización; por su parte Guaraná (2009) cuestiona los desafíos que enfrenta la juventud para poder hacer frente el acceso a la toma de decisión en lo público, al tiempo que revela los desafíos que enfrenta la juventud en cuanto desigualdades, conflictos rurales y el acceso a bienes y servicios derivados de la reforma rural. Para el mismo caso brasilero Lopes y Carvalho (2017) enfatizan en la identidad vinculada a la tierra en el caso del Movimiento Sem Terra (MST) y la juventud que en ella participa, este artículo también evidencia dos aspectos característicos de la juventud rural: migración e invisibilidad tanto en lo público como en lo académico.

Un estudio interesante en el campo de la juventud está desarrollado por Souza y Souzas (2012), quiénes de forma magistral comparan la percepción entre jóvenes urbanos y rurales en relación a la oferta institucional en salud a partir de las distintas dimensiones que interfieren: la vida en comunidad, la escuela, el embarazo a temprana edad, los equipamientos, para demostrar con ello una ausencia, un vacío en el escenario rural. Otro estudio novedoso a través de la fotografía y lo que los autores denominan la “fotocomposição”, es decir, estrategia para que los sujetos investigados retraten su propia realidad a través de la fotografía, en este estudio específico se refiere a los sentidos que asignan las mujeres jóvenes rurales a la educación, este estudio revela el lugar que ocupan estos lugares en su vidas: de un lado retratan las precariedades del mundo rural, presentando el largo desplazamiento para llegar hasta la escuela; pero, también la posibilidad de construir un proyecto de vida, un plan a futuro (Pizzinato et al., 2017).

En el caso mexicano, particularmente en San Luis Potosí, el estudio de Guadalupe Rivera (2012) describe cómo se han trasformado las percepciones en torno a la familia, la escuela, el trabajo y el ocio en las juventudes de este estado, y hace énfasis en los efectos de la globalización sobre este segmento poblacional. Además, destaca el papel preponderante del cultivo de caña como el principal mercado laboral de los jóvenes, al tiempo que la religión y la familia juegan un rol destacado en sus vidas, incluso, al cuestionar prácticas como la homosexualidad o la adopción de hijos. Por su parte, las redes sociales desempeñan un papel destacable en la vida y representaciones de la juventud rural (Lima & Santos, 2012), es así como se hace uso de las redes globales para posicionar temáticas de desarrollo local y en defensa de los territorios.

A modo de corolario de este apartado es posible destacar, en primer lugar, la amplitud de estudios que se concentran en estos temas y los distintos países de la región donde se originan. En segundo lugar, la identidad constituye una categoría de interés en cuanto permite superponer la identidad rural y la identidad juvenil, y destacar los resultados que ello produce; a título de ejemplo, la incorporación de nuevos valores derivados de la migración o las redes sociales, o una especial disputa por la permanencia de las tradiciones y que éstas sean conservadas por la juventud. Resulta de interés este tipo de investigaciones para América Latina por cuanto contribuyen en el reconocimiento de las poblaciones no urbanas, pero más importante aún, la valoración del escenario rural como ámbito estratégico para la humanidad, porque allí perviven elementos que resultan esenciales para la sociedad en general (agua, alimento, bosques), todo ello no puede subsistir sin la participación y vida de las personas.

Relevo generacional o “envejecimiento del campo”

El relevo generacional constituye una de las grandes preocupaciones de los estudiosos rurales. En la medida en que se pregunta si existe un envejecimiento en el campo, entonces emerge la inquietud sobre ¿qué sucederá con las actividades que allí se desarrollan?, esto considerando que muchas de ellas son indispensables para el desarrollo de la población en general. Asimismo, este cuestionamiento obedece a una preocupación por la sucesión principalmente de tierras, una cuestión que dialoga con aspectos más estructurales como la tenencia, los sistemas jurídicos de posesión y el acceso a condiciones de vida dignas, en la medida en que la tierra es el requisito fundamental para acceder a servicios del Estado, créditos, generación de ingresos, entre otros.

Ante los análisis de la ruralidad y de los procesos de envejecimiento de la población rural, es imposible no conectar de manera automática este fenómeno con las dinámicas migratorias campo-ciudad y ruralidad-otros países. Algunos estudios sobre los sistemas de te nencia de la tierra y/o la ausencia de los mismos vinculan la migración con la falta de mano de obra en el campo y el estímulo de flujos humanos provenientes de otras zonas y/o países, sobre todo de Centroamérica. Como precisan los autores, el ejercicio que sigue a la migración sea desde sus causas, desde sus efectos positivos y negativos tienen un fuerte vínculo con las oportunidades que ofrece la ruralidad para los jóvenes. En el caso de la región del Maule chileno, Vásquez y Vallejos (2014) explican que, contrario a las tendencias mundiales, la población joven de esta región tiende a migrar intrarregionalmente lo cual contribuye a que los jóvenes se profesionalicen sin perder su arraigo comunitario; por lo tanto, la dinámica pendular que se instala consiste en el ir y mejorar las condiciones formativas, pero retornar para contribuir al territorio desde los saberes apropiados.

Por su parte, en el contexto brasilero Zago (2016), evidencia el papel de la enseñanza universitaria en el estado de Santa Catarina para revertir la tendencia de pérdida de población rural y la imposibilidad de la sucesión rural: de 28 entrevistados sólo 3 trabajaban en la propiedad rural. Para este autor, son dos las causas principales de la migración: de un lado la exigencia de los mercados de trabajo por captar cada vez más personas en el entorno urbano; de otro lado, la educación descontextualizada que no promueve el retorno al lugar de origen.

En la intersección comunidades indígenas y migración para el caso mexicano de San Antonio de las Casas, Serrano (2015) parte de deconstruir la visión estereotipada de los jóvenes indígenas que deberían ser rurales por esencia. El artículo discute la idea de construcción identitaria étnica en contextos urbanos y revela las dinámicas de marginación, estigma, pobreza y exclusión en las que se insertan los indígenas y, por lo tanto, sus juventudes. En forma particular describe esa doble dinámica en la que se insertan estos jóvenes: estudio-trabajo y el ir y estar como estilo de vida.

De manera sintética se puede decir que los estudios aquí presentados nos llevan a pensar problemas mucho más estructurales. En particular, que a partir del año 2000 dos dinámicas se agudizan en cuanto el mercado de tierras se refiere: de un lado, los procesos de extranjerización de la tierra que llevan a erosionar la soberanía del Estado y, de otro, la polarización en cuanto la tenencia; de forma simultánea se evidencia la presencia de muchos propietarios con pocas hectáreas y pocos propietarios con grandes extensiones. En diversas ocasiones este acaparamiento se estableció a través de la violencia, como es el caso de Brasil y Colombia. La juventud rural se inscribe en este contexto, que es esperanzador y desesperanzador al mismo tiempo. En cuanto a horizontes posibles los jóvenes representan, entre otros beneficios, la innovación en el campo y el uso de la tecnología para optimizar la producción; sin embargo, el escenario adverso de la ruralidad requiere de incentivos adecuados para lograr el arraigo creando oportunidades y estimulando una educación para permanecer en las comunidades de origen. No es gratuito que en Europa y EEUU vivir en la ruralidad es una actividad subsidiada por el Estado.

Territorio y estrategias de vida

Frente a la visión que se tiene del campo como expulsor de personas, en este apartado se mencionan los estudios que describen todas aquellas estrategias que buscan o estimulan la permanencia en este entorno. Desde la perspectiva rural se ha propuesto el concepto de pluriactividad o estrategias de vida para plantear que, de un lado, es necesario diversificar los ingresos para lograr que la permanencia en el territorio sea sostenible; de otro lado, denotar un interés que va más allá de lo económico, como vínculo especial que constituye identidad y cultura. En la actualidad se observa de manera clara la preocupación de instancias internacionales en promover esta permanencia de los jóvenes en el campo; por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura propuso en 2021 el Festival de las Juventudes Rurales para visibilizar la importante contribución de las Juventudes a la ruralidad y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Esta inquietud también se refleja en varios de los estudios revisados; algunos enfatizan el papel que puede jugar la educación para contener los imaginarios sociales que posicionan a la ciudad como único referente de progreso y bienestar, y a la vez transformar las condiciones de vida de los habitantes rurales y disminuir la brecha entre el campo y la ciudad. En este contexto se encontró el trabajo de Acosta-Casella et al. (2018) quienes abordan el problema de la ganadería familiar a la luz de las nuevas dinámicas internacionales de concentración y extranjerización de la tierra en Uruguay. Constituye un análisis en relación a la pluriactividad y estrategias de vida que utilizan los agricultores familiares, en particular pertenecientes al Movimiento de Juventudes Agrarias (MJA), quienes mediante acuerdos de cooperación con empresas forestales o programas de integración productiva promueven un arraigo al territorio en aras de hacer sostenibles en el tiempo sus actividades productivas. En esta misma dirección avanzan Salas-Quintanal y González de la Fuente (2014), quienes resaltan la pluriactividad laboral de jóvenes de Tlaxcala, México, cuyas fuentes de ingreso están constituidas por una economía sustentada en el salario, de poseer un pequeño comercio, mantener cultivos y por la cría de animales para el autoconsumo, lo cual implica una diversificación de ingresos como estrategia de subsistencia y permanencia.

En segundo lugar, Boessio y Doura (2016) describen la importancia de la familia y las cooperativas como soporte de la población juvenil para estimular su permanencia en el territorio. Desde su perspectiva, los jóvenes constituyen nuevos actores sociales quienes enfrentan diversas problemáticas en función de la transformación actual de los territorios rurales. Por lo tanto, indagan por la percepción juvenil en relación a qué tanto estas dos instituciones contribuyen de manera efectiva a la permanencia en el campo. Destacan que se trata de jóvenes que en su mayoría se caracterizan por ser trabajadores rurales, con formación universitaria y que han heredado propiedades de sus familias, haciendas cafeteras y ganaderas situadas en el estado de Minas Gerais, al nordeste brasilero. En esta tesitura se posicionan también Casagrande et al. (2012), para quienes la proyección profesional de jóvenes rurales implica el abandono del escenario rural en el estado de Santa Catarina, al sur de Brasil.

En tercer lugar, Roa (2012) se pregunta por las estrategias de reproducción de los y las jóvenes, aquellos que habitan el límite, la frontera, las áreas periurbanas de la provincia de Misiones en Argentina. Constituye un análisis de interés en tanto evalúa las estrategias para lograr la permanencia en el territorio, por ejemplo, a través de habitar/cuidar el lugar del patrón. Asimismo, hace énfasis en la diferenciación de las labores según el género: cuando se trata de mujeres jóvenes el trabajo constituye una ayuda al hogar, pero no es reconocido como trabajo formal; en contraste, el que realizan los jóvenes varones es valorado como trabajo remunerado y en consecuencia es un aporte económico al hogar.

En cuarto lugar, desde el ámbito educativo se pueden mencionar dos iniciativas. De un lado Navarro-Nicoletti y Aguirre (2018), analizan el papel de la radio comunitaria escolar en Río Negro, Argentina, desde la perspectiva de cómo los jóvenes evalúan su contexto y le otorgan nuevos significados a la cultura local. Según estos autores, los jóvenes a través de la emisora “FM Hueney” establecen un vínculo con la comunidad en aras de visibilizar y proponer solución a los problemas que enfrenta el territorio, buscar estrategias de desarrollo local y como herramienta de participación social. A su vez, Padawer (2014) evidencia el papel de la chacra como espacio formativo, de producción de alimentos y de conexión con el territorio y la identidad. La investigadora considera que, aunque la mayoría de personas entrevistadas eran colonos o pequeños propietarios en riesgo de no mantenerse en el medio rural, enseñar las labores del campo a los hijos (niños y jóvenes) les garantiza el acceso a sus propios alimentos.

Por último, la aproximación al territorio desde las implicaciones de la migración es el análisis que nos propone Susana Vargas-Evaristo (2012), en este sentido se pregunta por la biografía de los jóvenes mixtecos y zapotecos quienes nacen en contextos migratorios, en particular entre el Valle de San Quintín Ensenada en Baja California, México, y Madera, California, EEUU. La autora destaca las consecuencias que tiene para las personas en ese constante ir y venir, o si se quiere, tener dos vidas, dos identidades y cómo el trabajo constituye un estímulo migratorio. A partir de las historias de vida de estos jóvenes reconstruye los efectos de la migración en los indígenas frente a los distintos estatus que pueden adquirir una vez afuera: ciudadano, residente o indocumentado.

Más allá del enfoque geográfico las investigaciones revisadas exponen el vínculo especial con el territorio como un espacio de apropiación donde confluyen lo económico, lo social, las políticas y lo ambiental. Algunas prácticas se transforman en resistencias “naturales” del desarrollo que se traducen en el desplazamiento hacia las grandes ciudades, sean en el mismo país o en otros. Implican dinámicas permanentes entre el ir y venir, así como la configuración de estrategias para mantener un arraigo que parece cada vez más difícil, en función de las distintas intervenciones que recibe el territorio a través de los grandes megaproyectos (minería, hidroeléctricas, infraestructura vial) o incluso el abandono por parte de los Estados-nación al no constituir un lugar promisorio de desarrollo económico. En este sentido, el territorio es tan diverso como lo es su paisaje.

Violencias

América Latina es la región más violenta del mundo ya que posee la mayor tasa de homicidios por habitante; de hecho, 38 de las 50 ciudades más violentas se encuentran en esta parte del planeta (Consejo ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, 20 de abril del 2020). En este contexto los jóvenes y adolescentes son la población más vulnerable: 1 de cada 7 personas asesinadas en el mundo son jóvenes de esta región (Valenzuela, 2015).

El estudio de la violencia ligada a la juventud rural no se observa de forma manifiesta; sin embargo, el concepto de “juvenicidio” (Valenzuela, 2015) ha permitido retratar esas violencias, incluso, en el ámbito rural. De hecho, uno de los casos más renombrados de violencia paraestatal en México, de trascendencia internacional, fue el homicidio/desaparición de 43 jóvenes de la Escuela Normal Rural del municipio de Ayoztinapa entre el 26 y 27 de septiembre de 2014.

A raíz de esta situación que sacudió la sociedad mexicana se han publicado un gran número de trabajos periodísticos, académicos y literarios a modo de catarsis de una vivencia traumática, dolorosa y aún no esclarecida. Elementos preliminares indican que se trataba de una protesta pacífica de los normalistas y con tratamiento de las autoridades con el carácter de amenaza en contra del Estado. Según los relatos parte de los 43 jóvenes fueron entregados a integrantes del narcotráfico y sometidos a todo tipo de tortura y desaparición forzada. Este mismo informe explica que 180 personas fueron víctimas del uso desmedido de la fuerza (asesinato, amenaza, tortura, desaparición forzada, entre otros). (Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, 2014).

De igual forma, abordar de conflicto armado en Colombia significa retratar la juventud en distintos escenarios de violencia: como participantes del programa soldados campesinos, prestando su servicio militar obligatorio, el renombrado caso de los falsos positivos, el reclutamiento para algunos de los actores del conflicto, son ejemplos de ello. Dada la gravedad de los hechos, merece destacarse el caso de los falsos positivos, término adoptado para nombrar las ejecuciones extrajudiciales que involucran 6.402 personas, obedecen a prácticas sistemáticas al interior del ejército nacional que consistían en asesinar a sangre fría jóvenes de sectores pobres, urbanos y rurales, y hacerlos pasar por combatientes de la guerrilla muertos en combate. Ello les permitía acceder a vacaciones anticipadas, recompensas y ascensos. En los relatos del conflicto cuentan cómo muchos miembros se escondían para esperar el horario en el que los jóvenes tomaban el transporte rural para “capturarlos como conejos” (Grupo de Memoria Histórica, 2013).

Por lo tanto, hablar de jóvenes rurales en América Latina implica hablar de violencias. La guerra es una de tantas formas que asume la violencia en esta región; sin embargo, se visibiliza también en otros ámbitos cotidianos como la familia o la pareja. Rey et al. (2017), por ejemplo, compara conductas en adolescentes rurales y urbanos en cuanto prácticas violentas en el noviazgo en el municipio de Tunja, Colombia. A través de este estudio estadístico no probabilístico se demostró la presencia de malos tratos en la pareja con mayor frecuencia en los colegios urbanos que los rurales; un dato interesante lo constituye el hecho que la violencia sexual tiene valores equivalentes en ambos lugares. Parte importante de la explicación y justificación de estos resultados, afirman los autores, están asociados al hecho que en promedio el 50% de los varones encuestados han ejercido un maltrato hacia su pareja ya sea psicológico, emocional o sexual.

En un informe de Rimisp (2017) titulado ¿Qué sabemos de los jóvenes rurales?, se asocia el tema de la violencia con la salud en el caso de esta población. Al evidenciar en éste la necesidad de una mirada multidimensional que evite caer en el reduccionismo o la estigmatización de los jóvenes. Una característica importante constituye el hecho que los jóvenes son tanto “víctimas” como “perpretadores” y que una de las formas que asume esta violencia es a través de la agresión sexual; a ello también se suma una mirada urbanocéntrica, como bien lo afirma el texto:

Sin embargo, sobre los fenómenos de violencia y las especificidades que atañen a las poblaciones jóvenes de los sectores rurales conocemos muy poco, ya que la mirada ha estado más bien centrada en los contextos urbanos y la emergencia de pandillas. Junto con esto, ninguno de los indicadores de violencia utilizados usualmente cuenta con desagregación por área geográfica rural y urbana... (Díaz & Fernández, 2017, p. 19).

A su vez y al desagregar por país, el texto se adentra en los rostros que asumen estas violencias: en forma de maltrato de pareja de cual son testigos los jóvenes; bajo formas de discriminación entre mestizos e indígenas/afrodescendientes, como claro el caso de Ecuador. En México la violencia se expresa a través del número de muertes por armas de fuego que en proporción llega a uno de cada diez homicidios en general para los jóvenes, número equivalente en el caso de las mujeres. Sin embargo y en clave rural, el número de feminicidios es significativo en lugares con 2 mil 500 habitantes o menos donde se incrementa en un 5% más y categorizados para este país como rurales. Por último, el caso de Colombia llama la atención al ser la causa principal la muerte en jóvenes por homicidio, igual entre rurales y urbanos, equivalente al 43%. (Díaz & Fernández, 2017, p. 20).

La violencia se expresa de muchas formas y en el caso particular de los jóvenes rurales colombianos existe una amplia afectación a causa del conflicto armado. Según Rosales (2021), el fenómeno se puede describir como una “descampesinización juvenicida” (p. 296). Con este término la autora quiere aludir a las dinámicas de desplazamiento forzado y despojo de tierras que han sufrido los campesinos y en particular los jóvenes rurales en las últimas tres décadas en el país. Se configura como una serie de marginaciones que van desde la muerte física, según datos del Registro Único de Víctimas entre 1985 y 2017 cerca de 2.740.000 jóvenes rurales fueron víctimas del conflicto armado (Guerrero & González, 2018, p. 40), pasando por todas aquellas formas de exclusión y desigualdad, como pueden ser la pérdida de tierras, el reclutamiento forzoso o voluntario, la ausencia de otras alternativas en el campo distintas a la guerra. Por lo tanto, la pérdida de población rural y de forma violenta afecta de forma significativa a jóvenes rurales, tanto hombres, como mujeres.

A partir de la idea de “los jóvenes más buscados” Urteaga y Moreno (2020) constituyen otra expresión del “juvenicidio”, bajo la “estigmatización” y “discriminación” que se manifiestan con mayor vehemencia cuando éstos jóvenes son pobres o son indígenas. Estas violencias se expresan bajo los efectos de la expansión del narcotráfico en México, con jóvenes tanto urbanos como rurales y víctimas y victimarios. Así mismo, se expone la apropiación y difusión de toda la simbología del narco bajo la idea de una “cultura” compartida, a través de la cual se apologiza la muerte, las drogas y el poder las armas. Esta violencia se hace más latente cuando se presentan cifras: en el rango etario entre los 15 y los 19 años los homicidios pasaron de 704 en 2007 a 2.419 en 2011 (p. 50).

Uno de los aspectos más significativos de este apartado es la ausencia de visibilización de las violencias como elemento que acompaña la historia de los Estados latinoamericanos, con una agudización en Colombia y México en las últimas tres décadas. Además del conflicto armado interno que ha estado presente en Colombia por más de cinco décadas, el narcotráfico, común denominador a ambos países, ha permeado las distintas esferas de la sociedad y se ha incrustado en el Estado de forma tal que resulta imposible diferenciar uno de otro. En Colombia, la época de mayor violencia parece que estuviera trascendiendo, pero de vez en cuando regresa para recordar que es parte de una “dependencia de la trayectoria”. En México, aunque su época más cruda aparenta haber pasado, se mantiene parcialmente en algunos estados a través de la elevada tasa de homicidios. Son escasos los estudios desde una perspectiva latinoamericana que buscan dar cuenta de manera global de este fenómeno.

Conclusiones

Este artículo se propuso analizar las dinámicas económicas, sociales y políticas de la juventud rural latinoamericana en la actualidad a partir de una revisión de literatura en la base de datos Scielo. Los resultados nos llevan a reflexionar frente al notorio interés en el tema de las identidades, en contraste con los pocos estudios que entrecruzan las variables violencia, juventud y lo rural. Este entrecruzamiento es compartido por Colombia y México: de un lado, los acontecimientos de Ayoztinapa en México -aunque no se nombra como contexto rural-; de otro lado, la mayor afectación de jóvenes rurales en el conflicto armado en Colombia si se le compara con poblaciones.

Proponer la categoría juventud rural como construcción social constituye, como se ha mostrado en este artículo, evidenciar las dinámicas de diversidad cultural, aculturación e identidades y relacionarlos con las grandes problemáticas que vive el campo hoy como es su envejecimiento o la ausencia de sucesión, proceso que pasa por evaluar la situación que viven los y las jóvenes rurales sin posibilidades reales de acceso a ésta; asimismo, implica considerar la apropiación del territorio y las territorialidades (indígenas, afrodescendientes) y las estrategias de vida para permanecer en el escenario rural; y por último, considerar la violencia como aspecto que trunca la vida de las y los jóvenes en la ruralidad, al tiempo que, los presiona a incursionar en otros escenarios como la guerra y el narcotráfico.

Los textos aquí abordados también dan cuenta de las desigualdades socio-políticas y económicas, así como de la convergencia de estudios que evalúan a los jóvenes rurales y urbanos, una alternativa que busca dar cuenta de la diversidad en las juventudes. Al considerar estas desigualdades es posible observar que las condiciones de acceso a la educación son menores en la ruralidad, lo que implica el desplazamiento de los jóvenes a los centros urbanos para formarse y la pérdida de sentido e identidad como población rural. De igual forma, la migración aparece como gran atractivo que llega a derivar, incluso, en transformaciones culturales.

En cuanto a la visibilización de las juventudes rurales, el apartado de territorio y territorialización denota las distintas estrategias que asumen las juventudes para permanecer en sus lugares de origen. Por ejemplo, a través de una radio comunitaria que promueve una educación pertinente, mediante la promoción del liderazgo a través de las cooperativas con énfasis en cargos directivos de las y los jóvenes, o en la combinación de distintas fuentes de ingreso al ser las dinámicas migratorias (el ir y venir) una de ellas.

Las investigaciones analizadas dan cuenta de las violencias que padecen los jóvenes en América Latina, las cuales emergen con tal fuerza que, es imposible omitirlas. Ante esta situación merecen ser destacados dos aspectos. Primero, en la revisión académica fue necesario acudir a una búsqueda rigurosa sobre violencia asociada a la juventud rural porque estas investigaciones no emergen con la misma intensidad que la realidad. Segundo, las estadísticas resultan insuficientes para dar cuenta de estas violencias hacia la juventud rural. De nuevo, resulta relevante destacar que se trata de una situación que comparten México y Colombia, en momentos históricos diferentes. Si bien la violencia en México se agudizó a partir del 2006 cuando el gobierno decretó la guerra contra el narcotráfico, el hito se constituyó en 2010 con la fragmentación de los grupos del crimen organizado. Por su parte en Colombia, entre el 2002 y el 2008 se agudizó la violación a los derechos humanos en el marco del conflicto armado interno, circunstancias que provocaron el mayor involucramiento de jóvenes en la guerra.

Por último, los trabajos aquí abordados constituyen una contribución para comprender las condiciones de los y las jóvenes rurales en América Latina. Su revisión permite observar tanto sus logros como sus fisuras y limitantes. A título de ejemplo, la escasez de temas vinculados al entorno político, por lo que cabe preguntar ¿por qué no se cuestiona la participación política o ciudadana de los jóvenes rurales como se acostumbra en los estudios de juventud? Es posible que las preguntas por la democracia y la ciudadanía tengan menos relevancia para quienes realizan las investigaciones, por prevalecer en algunos ámbitos académicos una visión urbanocéntrica. El riesgo que se corre con esta perspectiva es que implica otra forma de invisibilización de la juventud rural, pero desde la academia.

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*Citar así: Giraldo Calderón, P. E. & Becerra Romero, A. T. (2023). Juventudes rurales en América Latina: evidencias desde la literatura académica. El Ágora USB. 23(1), 244-259. Doi: https://doi.org/10.21500/16578031.5787

Recibido: 01 de Febrero de 2022; Aprobado: 01 de Junio de 2022

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