Introducción
El objetivo del presente trabajo fue especificar un modelo para el estudio de las redes de colaboración mediante el establecimiento de la confiabilidad y la validez de un instrumento que mide el proceso organizacional en una muestra de administrativos, docentes y estudiantes de una Institución de Educación Superior del Estado de México afiliada a la Asociación Nacional de Facultades y Escuelas de Contaduría y Administración (ANFECA).
En el contexto de las políticas educativas centradas en la vinculación entre el mercado local y los curriculums académicos, el emprendimiento social a través de redes académicas supone la formación de una identidad de género o habitus que consiste en la formación profesional de una ética de la colaboración (Cruz, Arroyo y Marmolejo, 2016). Se trata de una ética que inicia con el establecimiento de la empatía, la confianza, el compromiso, la innovación, la satisfacción y la felicidad (García, Carreón, Hernández, y Salinas, 2016).
De este modo, las redes colaborativas, derivadas del institucionalismo educativo consistente en la evaluación, la acreditación y la certificación de la calidad de los procesos y productos, evidencian las diferencias entre los géneros en función de sus capacidades, habilidades y conocimientos (Hernández y Valencia, 2016).
Por consiguiente, la formación de redes colaborativas supone la capacitación o el adiestramiento de grupos en torno a objetivos, tareas y metas específicas, pero la formación de redes colaborativas en torno a la identidad profesional supone el establecimiento de un sistema de comunicación y motivación del líder hacia los talentos o entre los empleados (Acar y Acar, 2014).
Estructuras organizacionales complejas
Las redes colaborativas se gestan en torno a clima laborales como los de relaciones, los de tareas, los de apoyos y los de innovación a fin de poder emprender o especificar un conocimiento que se traducirá en una innovación según el grado de complejidad relativo a la autorregulación, la disipación, la adaptabilidad y el dinamismo (véase Tabla 1).
En esencia, las organizaciones complejas son colaborativas. Es decir, su relación con las demandas de su entorno las orienta hacia la autorregulación o el equilibrio de sus procesos al optimizar sus recursos o innovar sus capacidades en función de la disponibilidad de oportunidades. Es el caso de las organizaciones con un clima de relaciones colaborativas enfocadas en las reglas (Mendoza, Ramírez y Atriano, 2016).
Por su parte, las organizaciones disipativas generan redes colaborativas para amplificar sus opciones solidarias o climas de apoyos en función de sus posibilidades futuras. En ese mismo sentido, la teoría de las decisiones prospectivas advierte que las organizaciones disipativas son aquellas que orientan sus redes colaborativas hacia escenarios que suponen más riesgos que beneficios si estos últimos son mínimos (Osibanjo y Adeniji, 2013).
En contraste, la teoría de la decisiones prospectivas señala que las organizaciones adaptativas son aquellas que orientan sus redes colaborativas hacia escenarios de ganancias improbables con respecto a mínimos riesgos o amenazas (Escobar, 2014).
Es así como las organizaciones dinámicas, siguiendo los planteamientos de la teoría de las decisiones prospectivas, son creadoras de innovaciones y difusiones acordes a los climas laborales. En ese sentido, la producción de un conocimiento es resultado de clima colaborativos orientados por intenciones de maximización de beneficios y reducción de imponderables (Janićijević, 2013).
Las organizaciones complejas desarrollan redes colaborativas para la optimización de recursos y la innovación de procesos ya que, su relación con su entorno las obliga a desarrollar protocolos de sustentabilidad centrados en la austeridad, la anticipación, el altruismo, la efectividad, la deliberación y el ahorro de recursos en función de la escasez de oportunidades o el incremento de las demandas externas (véase Tabla 2).
Es decir que las organizaciones complejas con redes colaborativas son en esencia sustentables ya que desarrollan una identidad de propensión al futuro, o bien, una identidad de optimización de los recursos más que de innovación de los procesos (Quintero, Velázquez, Sales y Padilla, 2016).
La orientación hacia la sustentabilidad o la afinidad hacia la conservación de los recursos distingue a las organizaciones complejas con redes colaborativas centradas en la optimización de los recursos (Sales, Quintero y Velázquez, 2016). La propensión al futuro no solo implica que las organizaciones asumen a los recursos como bienes comunes sino, además genera un proceso isomórfico en el que se circunscriben para garantizar su preservación mediante la colaboración (Robles, Alviter, Ortega y Martínez, 2016).
En ese tenor de orientación hacia la sustentabilidad, las organizaciones se estructuran en redes, neurón, grafos, nodos o arcos para establecer relaciones de cooperación, solidarias o colaborativas en función de las contingencias del entorno (Vázquez, Barrientos, Quintero y Velázquez, 2016).
Más precisamente, las organizaciones se edifican a partir de valores y normas que determinarán el procesamiento de información y con base en ello tomarán decisiones y acciones en relación con su entorno cada vez más escaso en cuanto a recursos y oportunidades. Por consiguiente, las organizaciones con orientación a la sustentabilidad deben optimizar sus recursos, generando su propias oportunidades de propensión al futuro común (Saansongu y Ngutor, 2012).
Redes académicas colaborativas
En el ámbito de las Instituciones de Educación Superior (IES), las redes colaborativas han emergido desde la psicología cognoscitiva, principalmente abordadas desde la teoría de la adopción de la tecnología, la autoeficacia y el riesgo en general y de la autoeficacia computacional y el riesgo informativo en particular (Dlugoborskyte y Petraite, 2017).
En cada una de estas tres aproximaciones, las redes colaborativas son producto de las habilidades individuales de enseñanza y aprendizaje. Incluso, las perspectivas teóricas aluden al autodidactismo, soslayando las relaciones de poder e influencia planteadas por la psicología social (Štorga, Mostashari y Stanković, 2013).
De esta manera, ante las habilidades individuales emergen experimentos que demostrarán fehacientemente la influencia social de grupos colaborativas en la retención, el aprovechamiento y el desempeño de individuos adscritos a grupos colaborativos en el marco de climas laborales centrados en las relaciones de tareas, innovaciones y apoyos (Chen, Liu y Oderanti, 2017).
Simpson (2008) revisó la literatura en torno al aprendizaje colaborativo a distancia para advertir una prevalencia de la influencia de grupo frente al aprendizaje en sus modalidades dirigidas o autodidactas. La diferencia radica en que los grupos colaborativos fortalecieron más su capacidad de retención que aquellos individuos formados desde la motivación de sus habilidades o la automotivación de sus capacidades. Es decir, mientras que la transferencia de conocimiento se realizaba con base en el aprovechamiento y procesamiento de información que el docente debía corregir y ajustar a una línea de aprendizaje, en los grupos colaborativos se establecían relaciones empáticas y de sinergia que potencializaba sus capacidades y habilidades de retención, aprendizaje, aprovechamiento y desempeño.
Sin embargo, ambas rutas de aprendizaje, la de competencias individuales respecto a la influencia social, oscilan entre un conocimiento tácito y un conocimiento implícito depositado en los talentos y líderes que la organización debe retener para no perder ese capital intelectual y además hacer concesiones a estos portadores del conocimiento a fin de que puedan transferir sus competencias o estrategias en futuras generaciones de educadores y estudiantes (García, Quintero y Bautista, 2017).
Es así como surge la gestión del conocimiento para resguardar la acumulación de información que solo los talentos y líderes pueden capitalizar a favor de la organización. En ese sentido, las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), dispositivos electrónicos y redes digitales se tornan relevantes en la construcción de activos intangibles y ventajas competitivas para las organizaciones dedicadas a la creación del conocimiento, principalmente aquellas que lo producen como es el caso de las IES en general y las universidades públicas en particular (Wu, Tuo y Xiong, 2015).
Gestión de las redes de conocimiento
La gestión del conocimiento, en un sentido computacional, supone la codificación del conocimiento implícito a un conocimiento tácito como sería el caso de las decisiones y acciones en función de la iteración de oportunidades y retos (Jabar, Sidi y Selamar, 2010).
En torno a la gestión del conocimiento, los modelos giran alrededor de las capacidades, las competencias y la habilidades individuales, por consiguiente, la mayoría de ellas en el orden implícito respecto a los modelos más tácitos y por consiguiente más empáticos, comunicativos y tácitos como es el caso del modelo sinérgico de las redes de conocimiento (véase Figura 1).
De este modo, entre el modelo sinérgico de influencia social mediada por alguna tecnología y el modelo de competencias y trasferencia vertical, grosso modo, el modelo intermedio de gestión del conocimiento o conversión y resguardo de la información producto de la experiencia y las habilidades individuales incluye tres fases: 1) procesamiento de captura de conocimiento a través del mapeo conceptual de la información de agentes del conocimiento y agentes receptores; 2) construcción y administración de perfiles de usuarios, competencias y redes de conocimiento; 3) generación de estructuras de conocimiento para el repositorio de conocimiento grupal (García, 2013).
Sin embargo, en este enfoque de la gestión del conocimiento, prevalece una comunicación y motivación unidireccional y por tanto unilateral. Es decir, el conocimiento es gestionado, producido y transferido en un sentido vertical sin considerar las necesidades de los usuarios ni sus posibilidades de interacción de expectativas de utilidad.
Por consiguiente, es menester profundizar en el interior de una red de conocimiento académica con sentido colaborativo, el cual podrá observarse en sus niveles de relaciones, innovaciones, apoyos y metas acordes a las contingencias de su entorno como es el caso de un sistema de prácticas y servicio social implementado entre la universidad pública y sucursales de una multinacional automotriz del centro de México.
En el contexto de la alianza estratégica entre la IES y la multinacional, el sistema de prácticas y servicio social emerge como un escenario para el estudio de las redes colaborativas derivadas de la gestión, producción y transferencia del conocimiento, pero debido a que tal alianza se orienta hacia la inserción laboral del estudiante, por consiguiente, será menester observar sus dimensiones de apoyos, innovaciones, metas y relaciones.
Formulación
¿Las dimensiones organizacionales con orientación a la complejidad de sus procesos colaborativos y sustentables esgrimidas en la literatura consultada se ajustarán a las observaciones empíricas a realizar en un estudio de caso con estudiantes, administrativos y docentes de una universidad pública del centro de México?
Hipótesis nula
Las organizaciones dedicadas a la creación de conocimiento mediante redes colaborativas desarrollan y consolidan dimensiones de complejidad relativas a la auto-regulación, la disipación, la adaptabilidad y el dinamismo como sello distintivo de la optimización de recursos y la innovación de sus procesos. De esta forma, será posible observar tales dimensiones en un estudio de caso con una IES del centro de México.
Hipótesis alterna
No obstante que las teorías y hallazgos empíricos revisados en la literatura advierten que las organizaciones desarrollan redes colaborativas complejas con la finalidad de auto-regularse, disiparse, adaptarse y dinamizarse ante la escasez de los recursos, las especificidades del contexto y las particularidades de la muestra de estudio advierten que se trata de un fenómeno inédito y por tanto explorable en cuanto a sus estructuras organizaciones.
Método
Se llevó a cabo un estudio no experimental, trasversal y exploratorio. Se realizó una selección no probabilística de 300 administrativos, docentes y estudiantes de una universidad pública, afiliada a la ANFECA del área cinco.
Se utilizó la Escala de Colaboración Organizacional de Carreón (2016) la cual incluye cuatro dimensiones relativas al clima de relaciones, apoyos, innovaciones y metas. Cada ítem se responde con alguna de cinco opciones que van desde “nada de acuerdo” hasta muy de acuerdo”.
Se utilizó la técnica Delphi para la homogeneización de las palabras incluidas en las aseveraciones del instrumento. Se garantizó por escrito la confidencialidad de los resultados y se informó acerca de que estos no afectarían ni negativa ni positivamente su estatus laboral-administrativo. La información fue procesada en el Paquete Estadístico para Ciencias Sociales (SPSS por sus siglas en inglés). Se estimaron media, desviación estándar, alfa, esfericidad, adecuación, pesos factoriales, bondad de ajuste y residuales.
Resultados
La Tabla 3 muestra las propiedades estadísticas del instrumento que estableció cuatro dimensiones de la colaboración organizacional, a saber: el clima de relaciones, apoyos, innovaciones y metas con coeficientes alfa de Cronbach superiores al mínimo indispensable (0,700) para considerarlo como una medición consistente.
M = Media, D = Desviación estándar, S = Sesgo, C = Curtosis, A = Alfa quitando el valor del ítem. Método de extracción: Componentes principales. Esfericidad y adecuación ⌠χ2 = 3,251 (23gl) p = 0,000; KMO = 0,681⌡. F1 = Clima de Relaciones (45% de la varianza total explicada), F2 = Clima de Apoyos (15% de la varianza total explicada), F3 = Clima de Innovaciones (8% de la varianza total explicada),F3 = Clima de metas (3% de la varianza total explicada). Todos los ítems incluyen el valor alfa quitando su estimación e incluyen cinco opciones de respuesta: 0 = “nada de acuerdo” hasta 5 = “Muy de acuerdo”.
Fuente: Elaboración propia
Una vez establecidos los cuatro factores que explicaron el 71% de la varianza total explicada, se procedió a estimar las relaciones entre los factores con la finalidad de establecer las posibles relaciones de la estructura factorial con respecto a otras variables no especificadas ni estimadas en el modelo.
Una vez establecidas las relaciones entre los factores, se procedió a estimar el modelo estructural (véase Figura 2) en el que los parámetros de ajuste y residual ⌠χ2 = 3,432 (2gl) p = 0,180; GFI = 0,950; RMSEA = 0,001; Bootsrap = 0,0000⌡ sugieren la aceptación de la hipótesis nula relativa al ajuste de las explicaciones teóricas respecto a las observaciones empíricas realizadas en el estudio de caso de la universidad pública.
Fuente: Elaboración propia. RCR = Redes Colaborativas de Relaciones, RCA = Redes Colaborativas de Apoyos, RCI = Redes Colaborativas de Innovaciones, RCM = Redes Colaborativas de Metas
Discusión
El aporte del presente trabajo al estado de la cuestión radica en la especificación de un modelo para el estudio de las organizaciones complejas con redes colaborativas orientadas hacia la sustentabilidad, pero el tipo de estudio no experimental, el tipo de muestreo no probabilístico y el tipo de análisis factorial exploratorio limitan los hallazgos a la muestra de estudio.
En relación con los estudios de las redes colaborativas los cuales destacan el isomorfismo y la propensión al futuro, el presente trabajo ha demostrado que prevalecen cuatro dimensiones relativas a las redes colaborativas de relaciones, apoyos, innovaciones y metas, pero el porcentaje de la varianza total explicada supone la inclusión de otros factores que la literatura identifica como clima de tareas y redes de confianza.
Es decir que las redes colaborativas distinguen a las organizaciones complejas ante las contingencias de su entorno, pero son las normas y los valores los que destacan como indicadores de las organizaciones dedicadas a la producción del conocimiento y la formación de capital intelectual con la finalidad de crear valor intangible en sus procesos.
De este modo el presente trabajo ha evidenciado la formación de redes colaborativas desde el clima de relaciones hasta el clima de metas lo cual sugiere que: 1) en las organizaciones complejas enfocadas en la auto-regulación las redes colaborativas edifican objetivos, tareas y metas con base en el equilibrio de las demandas externas y sus recursos internos; 2) en las organizaciones sustentables las redes colaborativas fungen como disipadoras de conocimientos para incrementar la formación del capital intelectual; 3) en las organizaciones productoras de conocimiento la adaptabilidad es una instancia que vendrá a generar más conocimientos a fin de conservar a la propia organización y sus recursos; 4) las organizaciones que optimizan sus recursos forman redes colaborativas para activar una dinámica de intercambios y transacciones con su entorno contingente.
Por tanto, es necesario llevar a cabo el contraste del modelo especificado en contextos y muestras similares a la IES de estudio, así como la inclusión de un quinto factor para incrementar el porcentaje de varianza explicada y orientar el modelo hacia la formación de capital intelectual dedicado a la optimización de recursos y a la innovación de procesos.
De esta manera, la inclusión del clima de relaciones empáticas o de confianza en el modelo permitirá observar su vinculación con la formación de redes académicas y profesionales en un sistema de prácticas profesionales en el marco de las alianzas estratégicas entre IES y multinacionales.
Es decir que, la construcción de una ética de la preservación y la colaboración o clima de relaciones empáticas y de confianza entre estudiantes, docentes y administrativos supone el inicio de un proceso selectivo de información que al ser decodificado permitirá resguardar el conocimiento implícito en alguna tecnología con la finalidad de potenciar las capacidades, competencias y habilidades de futuros usuarios ante escenarios cada vez más riesgosos, contingentes y amenazantes.
Esto es así porque la transferencia del conocimiento implícito en un conocimiento tácito se gesta desde el clima laboral centrado en la empatía y la confianza más que en la competencia. Por consiguiente, un modelo de gestión del conocimiento implica la inclusión y la medición del nivel de confianza y empatía de una organización, así como de sus competencias en función de las demandas del entorno y las oportunidades del contexto.
Tal modelo incluiría: 1) gestión del conocimiento a partir de un diagnóstico del nivel de empatía y confianza; 2) producción del conocimiento con base en los objetivos, tareas y metas comunes entre IES y multinacionales; 3) transferencia del conocimiento a través del sistema de prácticas y servicio social, así como la formación académica, tecnológica y profesional de activos intangibles como el capital intelectual.
Conclusión
El objetivo del presente trabajo ha sido especificar un modelo para el estudio de las organizaciones complejas con redes colaborativas que optimicen los recursos e innoven los procesos frente a las contingencias de su entorno, pero el tipo de estudio, muestra y análisis limita el modelo a la muestra de estudio, aunque sugiere su contraste en otros escenarios. Se trata de un modelo a partir del cual será posible conformar grupos colaborativas con base en la edificación de una identidad o propensión al futuro compartido.