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Pensamiento Psicológico
Print version ISSN 1657-8961
Pensam. psicol. vol.13 no.1 Cali Jan.June 2015
https://doi.org/10.11144/Javerianacali.PPSI13-1.bcdc
Bullying y cyberbulling: diferencias entre colegios públicos-privados y religiosos-laicos1
Bullying and Cyberbullying: Differences between Public-Private and Religious-Secular Schools
Bullying e cyberbullying: diferenças entre escolas públicas-privadas e religiosas-laicas
Maite Garaigordobil2
Vanesa Martínez-Valderrey3
Darío Páez4
Griselda Cardozo5
Universidad del País Vasco (España)
Universidad Nacional de Córdoba (Argentina)
1Estudio financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (PSI2012-30956), el Dpto. Educación, Política Lingüística y Cultura del Gobierno Vasco (IT-638-13) y la Unidad de Formación e Investigación de la Universidad del País Vasco (UFI-PSIXXI-11/04). El trabajo forma parte de un estudio más amplio que ha sido galardonado con el "Premio Nicolás Seisdedos al mejor trabajo de Investigación en Evaluación Psicológica 2012" otorgado por Psicofundación, TEA & UAM
2Ph. D. Avda. de Tolosa 70. 20018 San Sebastián. España. Tel.: 943 - 01 5634; fax: 943 - 01 5670. Correo de correspondencia: maite.garaigordobil@ehu.es
3Ph. D.
4Ph. D.
5Ph. D.
Recibido: 25/02/2014 Aceptado: 16/12/2014
Para citar este artículo/to cite this article/para citar este artigo
Garaigordobil, M., Martínez-Valderrey, V., Páez, D. y Cardozo, G. (2015). Bullying y cyberbulling: diferencias entre colegios públicos-privados y religiosos-laicos. Pensamiento Psicológico, 13(1), 39-52. doi: 10.11144/Javerianacali.PPSI13-1.bcdc
Resumen
Objetivo. Analizar diferencias en el bullying presencial y el cyberbulling entre colegios públicos-privados y religiosos-laicos. Método. Participaron 3026 adolescentes y jóvenes del País Vasco (España), de 12 a 18 años (48.5% varones y 51.5% mujeres). Se administró el Test Cyberbullying (Garaigordobil, 2013) para evaluar el bullying cara a cara y el cyberbulling. El diseño de investigación fue descriptivo y comparativo de corte transversal. Resultados. Los resultados evidenciaron: (a) la cantidad de conductas de bullying que sufren, realizan y observan es similar en centros públicos y privados; en cyberbulling la cantidad de conductas que sufren y realizan es similar, aunque en los centros privados se observa mayor cantidad de conductas; (b) el porcentaje de víctimas, agresores y observadores de bullying fue similar en centros públicos y privados; entre tanto, el porcentaje de cibervíctimas y ciberagresores fue similar, sin embargo el porcentaje de ciberobservadores fue mayor en los centros privados; (c) la cantidad de conductas de bullying y cyberbulling que sufren las víctimas y realizan los agresores fue similar en los centros religiosos y laicos, sin embargo en los religiosos se observaron más conductas de bullying y cyberbulling; y (d) se encontró un mayor porcentaje de agresores y observadores de bullying en centros religiosos, no obstante el porcentaje de víctimas de bullying, cibervíctimas, ciberagresores y ciberobservadores fue similar en los colegios religiosos y laicos. Conclusión. El debate se centra en la presencia del acoso en todos los centros educativos, con independencia del nivel socioeconómico y la orientación religiosa de los mismos.
Palabras clave: Acoso escolar, acoso tecnológico y religioso, adolescencia, juventud.
Abstract
Objective. The purpose of the study was to analyze the differences in presential bullying and cyberbullying between public-private and religious-secular schools. Method. Participants were 3,026 adolescents from the Basque Country (Spain), aged between 12 and 18 years, (48.5% males and 51.5% females). The Cyberbullying Test (Garaigordobil, 2013) was administered to assess "face-to-face" bullying and cyberbullying. The investigation used a descriptive and comparative cross-sectional design. Results. The results showed: (a) in bullying, the quantity of behaviors suffered, carried out, and observed is similar in public and private centers; in cyberbullying, the quantity of behaviors suffered and carried out is similar, but a greater number of behaviors is observed in private centers; (b) in bullying, the percentage of victims, aggressors, and observers was similar in public and private centers; in cyber-bullying, the percentage of cyber-victims and cyber-aggressors was similar, but the percentage of cyber-observers was higher in private centers; (c) the quantity of bullying and cyberbullying behaviors suffered by victims and carried out by aggressors was similar in religious and secular centers, but in religious centers, more bullying and cyberbullying behaviors were observed; and (d) in bullying, a higher percentage of aggressors and observers was found in religious centers, but the percentage of victims of bullying, cyber-victims, cyber-aggressors, and cyber-observers was similar in religious and secular schools. Conclusion. The debate focuses on the presence of bullying in all the schools, independently of their socioeconomic level and religious orientation.
Keywords: Bullying, cyber-bullying, religious bullying, adolescence, youth.
Resumo
Escopo. Analisar diferenças no bullying presencial e o cyberbullying entre escolas públicas -privadas e religiosas- laicas. Metodologia. Participaram 3026 adolescentes e jovens do País Vasco (Espanha) de 12 a 18 anos de idade (48.5% homens e 51.5% mulheres). Foi administrado o Test Cyberbullying (Garaigordobil, 2013) para avaliar o bullying cara a cara e o cyberbullying. O desenho de pesquisa foi descritivo e comparativo de corte transversal. Resultados. Os resultados evidenciaram: a) que a quantidade de condutas de bullying que sofrem, realizam e observam é similar em centros públicos e privados; em cyberbullying a quantidade de condutas que sofrem e realizam é similar, ainda que nos centros privados foram observados uma maior quantidade de condutas; b) que a porcentagem de vitimas, agressores e observadores de bullying foi similar em centros públicos e privados; entre tanto, a porcentagem de cyber-vitimas e cyber-agressores foi similar, contudo, a porcentagem de cyber-observadores foi maior nos centros privados; c) que a quantidade de condutas de bullying e cyberbullying que sofrem as vitimas e realizam os agressores foi similar nos centros religiosos e laicos, contudo, nos religiosos foram observadas mais condutas de bullying e cyberbullying; e d) foi achada uma maior porcentagem de agressores e observadores de bullying em centros religiosos, contudo, a porcentagem de vitimas de bullying, cyber-vitimas, cyber-agressores e cyber-observadores foi similar em escolas religiosas e laicas. Conclusão. O debate está centrado na presencia do acosso em todos os centros educativos com independência do nível socioeconómico e a orientação religiosa.
Palavras-chave: Acosso escolar, acosso tecnológico e religioso, adolescência, juventude.
Introducción
El interés del presente estudio es analizar si existen diferencias en la cantidad de conductas de bullying y cyberbulling (sufridas, realizadas y observadas) en centros educativos públicos, privados, religiosos y laicos. Además, se estudia si existen diferencias en el porcentaje de víctimas, agresores y observadores en los diferentes tipos de centros educativos.
Desde que en 1973 Olweus comenzó a estudiar el bullying, han transcurrido cinco décadas. Hasta el momento, la revisión de sus definiciones ha permitido destacar que en el bullying: (a) hay una víctima indefensa acosada por uno o varios agresores con intencionalidad mantenida de hacer daño, existe crueldad por hacer sufrir conscientemente; (b) hay una desigualdad de poder entre una víctima débil y uno o varios agresores más fuertes física, psicológica o socialmente; debe existir una desigualdad de poder, desequilibrio de fuerzas, entre el más fuerte y el más débil; no hay equilibrio en cuanto a posibilidades de defensa, ni equilibrio físico, social o psicológico; es una situación desigual y de indefensión por parte de la víctima; (c) la conducta violenta del agresor contra su víctima se produce con periodicidad, la relación dominio-sumisión ha de ser persistente a lo largo del tiempo; la agresión supone un dolor no solo en el momento del ataque, sino que también de forma sostenida, ya que crea la expectativa en la víctima de poder ser el blanco de futuros ataques; y (d) el objetivo de la intimidación suele ser un solo alumno o alumna, aunque también pueden ser varios, pero este caso se da con mucha menos frecuencia; la intimidación se puede ejercer en solitario o en grupo, pero se intimida a sujetos concretos (Garaigordobil y Oñederra, 2010, pp. 39-40).
La revisión de los estudios permite identificar cuatro formas de bullying: (1) físico: conductas agresivas directas dirigidas contra el cuerpo (pegar, empujar, etc.) o conductas agresivas indirectas dirigidas contra la propiedad (robar, romper, ensuciar, esconder objetos, etc.); (2) verbal: conductas verbales negativas (insultos, motes, hablar mal de esa persona, calumnias, etc.); (3) social: conductas mediante las cuales se aísla al individuo del grupo (no se le deja participar en alguna actividad, se le margina, aísla, ignora, etc.); y (4) psicológico: son las formas de acoso que corroen la autoestima, crean inseguridad y miedo (se ríen de la víctima, le desvalorizan, le humillan, le acechan creándole sentimientos de indefensión y temor, etc.). No obstante, hay que tener en cuenta que todas las formas de bullying tienen un componente psicológico (Garaigordobil y Oñederra, 2010, p. 40).
En los estudios sobre el acoso escolar (bullying), se han ido introduciendo cambios en la realidad del maltrato y han ido apareciendo nuevas modalidades de acoso. Una de ellas es el cyberbulling, que consiste en utilizar las denominadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), principalmente internet (correo electrónico, mensajería instantánea, páginas web, blogs, videojuegos online, etc.) y el teléfono móvil, para hostigar y acosar a los compañeros (Garaigordobil, 2011a, p. 4; 2011b, p. 23; 2011c, p. 235).
Según Smith et al. (2008) el cyberbulling es una conducta agresiva e intencional que se repite frecuentemente en el tiempo mediante el uso, por un individuo o un grupo, de dispositivos electrónicos sobre una víctima que no puede defenderse fácilmente por sí misma. El cyberbullying es un tipo de bullying, no obstante cabe matizar que el daño a través de los medios electrónicos tiene sus diferencias con respecto a la violencia tradicional. Una de ellas es que con solamente una conducta (p. ej., colgar en la red una foto o video comprometido) se puede causar un daño enorme a una persona, entre otras cosas porque con un solo clic puede ser difundida instantáneamente a una enorme cantidad de personas. Pese a los matices diferenciales del bullying y del cyberbullying, se resalta, como han evidenciado en algunos estudios (Del Rey, Elipe, y Ortega, 2012), la estrecha relación que existe entre violencia tradicional y violencia a través de medios electrónicos. El rápido crecimiento de esta nueva forma de acoso ha generado la urgente necesidad de su estudio (Garaigordobil, 2011a, 2011c; Garaigordobil y Oñederra, 2009; Ortega-Ruiz y Núñez, 2012).
Los estudios que han analizado las diferencias en bullying en función de la titularidad del centro educativo, ya sea pública o privada, muestran resultados diversos. En este sentido, hay estudios que no han hallado diferencias en bullying entre colegios públicos y privados (Andrade et al., 2012; García, Pérez y Nebot, 2010). En la misma dirección, el informe del Defensor del Pueblo (2007) concluye que en muy pocos casos se manifiestan diferencias, cuando aparecen siempre se dan en el sentido de que determinados tipos de agresiones son menos frecuentes en los centros públicos. Finalmente, otro estudio realizado en España demuestra que la titularidad del centro influye en la prevalencia del maltrato, con lo que se evidencian dos conductas en las que hay más víctimas en centros privados y cinco conductas en las que hay más agresores en colegios privados (León, Felipe, Gómez y López, 2011). Complementariamente, los estudios que han analizado la prevalencia de las formas tradicionales de bullying y cyberbulling en distintos niveles socioeconómicos (NSE), que están estrechamente relacionados con la inscripción en centros públicos o privados, también muestran resultados discrepantes en general.
Respecto a la relación entre bullying y NSE, los resultados son inconsistentes. En cuanto al rol de víctima, algunos estudios afirman que las víctimas crónicas (aquellas que fueron víctimas de bullying en primaria y secundaria) provenían de familias con menor NSE (Bowes et al., 2013) que sus agresores, víctimas-agresoras o personas no involucradas en bullying (Alikasifoglu, Erginoz, Ercan, Uysal y Albayrak-Kaymak, 2007); que los y las adolescentes que sufren una mayor desventaja socioeconómica tienen mayor riesgo de ser víctimas de bullying (Due et al., 2009); o que los niños y las niñas y los adolescentes y las adolescentes de familias de menor NSE informaron haber sufrido más bullying (Von Rueden, Gosch, Rajmil, Bisegger y Ravens-Sieberer, 2006). Sin embargo, también existen estudios que no han hallado relaciones entre el NSE y ser víctima de bullying (Barboza et al., 2009; Cepeda-Cuervo, Pacheco-Durán, García-Barco y Piraquive-Peña, 2008; García et al., 2010; Magklara et al., 2012). Además, según otro estudio, los estudiantes de familias con menor NSE tenían más probabilidades de ser víctimas de conductas más severas de bullying. No obstante, estas diferencias se invertían al tener en cuenta las conductas menos severas de bullying (Fu, Land y Lamb, 2013).
En los demás roles, los resultados muestran que los estudiantes de bajos niveles socioeconómicos tienden en mayor medida a ser agresores o víctimas agresoras. Por ejemplo, en el estudio de Jansen et al. (2012) todos los indicadores del NSE familiar se relacionaron con los roles del agresor y de la víctima-agresora (monoparentalidad, baja edad parental, bajo nivel educativo parental y desempleo parental). Asimismo, en la investigación realizada por Magklara et al. (2012) el bajo NSE se relacionó con la agresión y la victimización agresiva. Concretamente, el desempleo paternal era más frecuente en los agresores, mientras que en el caso de las víctimas agresoras era más probable que sus madres no tuvieran empleo remunerado. Finalmente, en otro estudio de Jansen, Veenstra, Ormel, Verhulst y Reijneveld (2011), también se apreció que los niños y las niñas de familias de menor NSE tenían mayores probabilidades de ser agresores, víctimas o víctimas agresoras, y menos probabilidades de no estar involucrados en bullying.
Respecto a la relación del cyberbulling y NSE, algunos trabajos enfatizan que el NSE es un factor protector para ser víctima y/o agresor, hallando así menor porcentaje de víctimas y agresores en el NSE alto (Lâftman, Modin y Östberg, 2013), o mayor prevalencia de víctimas y agresores en colegios públicos (menor NSE; Topçu, Erdur-Baker y Çapa-Aydin, 2008). Otros, en cambio, no hallan relaciones significativas entre cyberbulling y NSE (Erdur-Baker y Kavçut, 2007), o encuentran prevalencias de victimización y perpetración similares en los participantes de NSE bajo y medio (Moore, Huebner y Hills, 2012). Finalmente, un estudio concluye que el NSE es una variable predictora de victimización, puesto que participantes de NSE alto presentaron mayor victimización que aquellos de NSE medio (Akbulut, Sahin y Eristi, 2010).
En lo que respecta a las relaciones entre bullying y religiosidad, se encuentran pocos estudios que analizan la conexión entre las dos variables, y estos aportan resultados inconsistentes. Así, Abbotts, Williams, Sweeting y West (2004) hallaron que los jóvenes que asistían a misa con frecuencia sufrían más bullying, mientras que Petts (2009) encontró que los hijos e hijas de madres con altos niveles de religiosidad eran menos víctimas de bullying. En esta misma dirección, Fu et al. (2013) identificaron que los estudiantes que consideraban la religión como algo importante en sus vidas sufrían menos bullying. En contraposición a los estudios anteriormente citados, Pitel, Madarasova, Kolarcik, Reijneveld y Van Dijk (2012) han demostrado que no existen relaciones significativas entre la religiosidad y el bullying.
Teniendo en cuenta los resultados discrepantes obtenidos en los estudios previos que han analizado las diferencias en el bullying presencial (conductas agresivas físicas, verbales, sociales y psicológicas) y el cyberbulling, en función de la pertenencia a un centro educativo público o privado, así como en función de la orientación religiosa del centro (religioso o laico); la investigación se planteó como objetivos estudiar si existen diferencias en bullying presencial y cyberbulling entre colegios públicos y privados, así como entre colegios religiosos y laicos. Con estos objetivos, en el estudio se formularon dos hipótesis: (a) en los centros públicos y privados se sufrirán, se realizarán y se observarán una cantidad similar de conductas de bullying y cyberbulling y el porcentaje de implicados como víctimas, agresores y/o observadores en los centros públicos y privados será también similar; y (b) los centros religiosos, específicamente católicos y laicos, tendrán un nivel de conductas de bullying presencial y de cyberbulling similar, con un porcentaje de implicados en cualquier rol también equivalente (víctima, agresor, observador). El estudio tiene como finalidad comprobar la hipótesis de similitud en conductas de bullying presencial y cyberbulling entre distintos niveles socioeconómicos-culturales (centros educativos públicos versus privados), así como entre diferentes orientaciones religiosas (centros religiosos católicos versus laicos).
Método
Diseño
Se utilizó un diseño descriptivo y comparativo de corte transversal.
Participantes
La muestra está constituida por 3026 participantes de 12 a 18 años, 1469 varones (48.5%) y 1557 mujeres (51.5%), con 1061 participantes entre los 12 a los 13 años (35.1%), 1094 entre los 14 a los 15 (36.2%) y 871 participantes entre los 16 a los 18 (28.8%). La frecuencia y el porcentaje de varones y de mujeres en cada rango de edad puede observarse en la tabla 1. Los participantes cursaban estudios de Educación Secundaria Obligatoria (ESO; 2283, 75.4%) y bachiller (743, 24.6%). En concreto, 1180 participantes cursaban el primer ciclo de ESO (39%), 1103 lo hacían en segundo ciclo de ESO (36.5%) y 743 se encontraban en nivel de bachiller (24.6%).
Los participantes estaban inscritos en 14 centros educativos de las tres provincias del País Vasco, siete públicos (n=1381, 45.6%) y siete privados (n=1645,54.4%). De estos, nueve centros eran laicos (n=850, 61.1%) y cinco católicos (n=1176, 38.9%). Los progenitores de los participantes tienen distintos niveles de estudios. De los padres, 894 (29.5%) tenían estudios hasta los 16 años, 952 (31.5%) hasta los 18 años, 948 (31.3%) tenían estudios universitarios y 232 (7.7%) no contestaron. Respecto a las madres, 782 (25.8%) tenían estudios hasta los 16 años, 900 (29.7%) hasta los 18 años, 1162 (38.4%) tenían estudios universitarios y 182 (6%) no contestaron.
La muestra es representativa de los estudiantes de ESO y de Bachiller del País Vasco. Según la última encuesta de población presentada por el Instituto Vasco de Estadística (Eustat), la población de estudiantes de ESO y Bachiller es de 101 757. Utilizando un nivel de confianza de 0.99, con un error de muestreo de 0.02, para una varianza poblacional de 0.50, la muestra representativa es de 2802. Para seleccionar la muestra representativa de los estudiantes del País Vasco, se utilizó una técnica de muestreo estratificado, proporcional y aleatorio, teniendo en cuenta la proporcionalidad de centros en cada provincia y el equilibrio de distintas condiciones (nivel socioeconómico-cultural, tipo de red, etc.).
Instrumentos
Para medir las variables objeto de estudio se utilizó un instrumento estandarizado con garantías psicométricas de fiabilidad y de validez, el Test Cyberbullying (Garaigordobil, 2013) que permite evaluar el bullying presencial o cara a cara de distintos tipos (físico, verbal, social, psicológico) y el cyberbulling (15 conductas de acoso electrónico). Tanto la escala de bullying como la escala de cyberbulling permiten obtener cuatro indicadores: nivel de victimización, de perpetración, de observación y de victimización agresiva, respectivamente. La escala sobre bullying de acoso presencial cara a cara contiene 12 ítems, agrupados en torno al rol que desempeña el evaluado en la situación de agresión, ya sea como víctima, agresor u observador. Por su parte, la escala de cyberbulling explora 15 conductas relacionadas con el acoso cibernético como
(...) enviar mensajes ofensivos e insultantes, hacer llamadas ofensivas, grabar una paliza y colgar el video en YouTube. También difundir fotos o videos comprometidos, hacer fotos robadas y difundirlas, hacer llamadas anónimas para asustar, chantajear o amenazar, acosar sexualmente, difundir rumores, secretos y mentiras, robar la contraseña del correo, trucar fotos o videos y subirlos a YouTube, aislar en las redes sociales, chantajear para no divulgar cosas íntimas, amenazar de muerte, difamar diciendo mentiras para desprestigiar (Garaigordobil, 2013, p. 41).
En ambas escalas, la respuesta es triangular; es decir, cada persona evaluada informa si en el último año ha sufrido esas conductas como víctima, si las ha realizado como agresor y si las ha visto realizar a otros o ha sabido que le han sucedido a alguien conocido. La valoración de cada afirmación se realiza mediante una escala Likert de cuatro niveles graduada entre 0 (nunca) y 3 (siempre). El test permite obtener puntuaciones percentiles en cuatro indicadores de bullying y cyberbulling, respectivamente. Los estudios psicométricos realizados han confirmado la consistencia interna del test. Los coeficientes alfa de Cronbach para la escala de bullying global (12 ítems) fueron adecuados (a=0.81), en la misma dirección que los obtenidos en sus tres factores de nivel de victimización (a=0.70), nivel de perpetración (a=0.71) y nivel de observación (a=0.80). En la escala de cyberbulling, los coeficientes alfa de Cronbach para la escala global (45 ítems) fueron altos (a=0.91), en el mismo sentido que los obtenidos en sus tres factores de nivel de cibervictimización (a=0.82), nivel de ciberperpetración (a=0.91) y nivel de ciberobservación (a=0.87). El análisis factorial confirmó una estructura configurada por tres factores (víctimas, agresores, observadores), tanto para la escala de bullying como para la de cyberbulling, que explican el 57.89% y el 40.15% de la varianza, respectivamente. Estudios de validez convergente mostraron correlaciones positivas entre perpetración y resolución agresiva de conflictos, neuroticismo, conducta antisocial, problemas escolares, trastornos psicopatológicos, etc. y correlaciones negativas con empatía, responsabilidad, regulación emocional y adaptación social.
Procedimiento
En primer lugar, se envió una carta a los centros educativos seleccionados explicando la investigación; después se estableció contactó telefónicamente. Con aquellos centros que aceptaron participar, se concertó una entrevista en la que se detalló el proyecto; se entregaron los consentimientos informados para padres y participantes. Acto seguido, los miembros del equipo investigador se desplazaron a los centros y administraron el Test Cyberbullying. Un equipo de 10 licenciados/as y doctorandos/as en psicología llevó a cabo la administración del test en una sesión de evaluación de 30 minutos de duración. Los evaluadores presentaron las instrucciones estandarizadas y entregaron el cuestionario a los participantes que cumplimentaron la prueba en el aula y de forma grupal. El estudio cumplió con los valores éticos requeridos en la investigación con seres humanos (consentimiento informado y derecho a la información, protección de datos y confidencialidad, gratuidad, no discriminación y posibilidad de abandonar el estudio en cualquiera de sus fases), habiendo recibido, además, la evaluación favorable del comité de ética de la Universidad del País Vasco (CEISH/112/2012).
Resultados
Bullying y cyberbulling: diferencias en función del tipo de centro público o privado
Con la finalidad de analizar si existen diferencias en los cuatro indicadores de bullying y de cyberbulling (nivel de victimización, perpetración, observación y victimización-agresiva), se realizaron análisis de varianza univariantes y multivariantes, en función del tipo de centro.
Los resultados del MANOVA para el conjunto de indicadores de la escala de bullying evidenciaron que no había diferencias significativas según la titularidad del centro educativo (público-privado; A= 0.99, F(3, 3005) = 0.61, p=0.606 (n2=0.001, r= 0.03). Los resultados del MANOVA para los cuatro indicadores de la escala de cyberbulling evidenciaron diferencias significativas en función de la titularidad del centro educativo (público-privado; A=0.99, F(3, 3001)=8.01, p=0.001 (n2=0.008, r=0.08). Los resultados de los análisis descriptivos y univariantes de cada indicador de bullying y cyberbulling se presentan en la tabla 2. Tal y como se puede observar en esta tabla, en conductas de bullying presencial no se encontraron diferencias significativas en las puntuaciones obtenidas en ninguno de los cuatro indicadores (nivel de victimización, perpetración, observación y victimización-agresiva) entre participantes inscritos en centros públicos y privados. Esto evidencia que la cantidad de conductas de bullying sufridas, realizadas y observadas (puntuaciones medias) en los centros públicos y privados son similares. En relación con el cyberbulling no se encuentran diferencias en tres indicadores (nivel de cibervictimización, ciberperpetración y cibervictimización-agresiva), sin embargo se hallaron diferencias en el nivel de ciberobservación con puntuaciones superiores en los participantes de los centros privados, lo que informa que en estos centros se observan más conductas de cyberbulling que en los públicos. Por lo tanto, la cantidad de conductas sufridas y realizadas (puntuaciones medias) en los centros públicos y privados son similares, pero en los centros privados se observan significativamente más conductas de cyberbulling que en los públicos.
En segundo lugar, se obtuvieron las frecuencias y los porcentajes de las respuestas directas en todos los indicadores, llevando acabo el análisis de contingencia entre los indicadores del bullying y de cyberbulliing (victimización y perpetración, observación, victimización-agresiva) y el tipo de centro (público-privado), para luego calcular un chi cuadrado de Pearson. Los resultados alcanzados se presentan en la tabla 3, en la que se puede observar que no se encontraron diferencias en ninguno de los cuatro indicadores de bullying. En relación con el cyberbulling, se confirman nuevamente diferencias significativas únicamente en el nivel de observación, ratificando que hay un mayor porcentaje de participantes de centros privados que observan más conductas de cyberbulling. Por consiguiente, el porcentaje de víctimas, agresores y observadores de bullying presencial fue similar en los centros públicos y privados. En cyberbulling, el porcentaje de víctimas y agresores fue similar en ambos tipos de centros, no obstante se evidenció un mayor porcentaje de observadores de cyberbulling en los centros privados.
Bullying y cyberbulling: diferencias entre centros religiosos y laicos
En primer lugar, con la finalidad de analizar si existen diferencias en los cuatro indicadores de bullying y de cyberbulling (nivel de victimización, perpetración, observación y victimización-agresiva), se realizaron análisis de varianza univariantes y multivariantes en función de la orientación religiosa del centro (católico versus laico).
Los resultados del MANOVA para el conjunto de los indicadores de bullying evidenciaron diferencias significativas en función de la religiosidad del centro (A= 0.99, F(3, 3005)=2.73, p=0.042 (n2=0.00, r=0.05). Los resultados del MANOVA para los cuatro indicadores de cyberbulling evidenciaron diferencias significativas en función de la orientación religiosa del centro educativo (A=0.99, F(3, 3001)=5.36, p=0.001 (n2=0.01, r=0.07).
Los resultados de los análisis descriptivos y univariantes de los cuatro indicadores de bullying y cyberbulling se presentan en la tabla 4. Tal y como se puede observar en ella, se encontraron diferencias significativas en dos indicadores de bullying, nivel de observación y de victimización agresiva, con puntuaciones superiores en los participantes de centros religiosos. La cantidad de conductas de bullying que sufren las víctimas y realizan los agresores fue similar en los centros religiosos y laicos, aunque en los centros religiosos se observan más conductas de bullying y la cantidad de conductas que sufren/realizan las víctimas-agresivas es mayor. En relación con el cyberbulling, solo se encontraron diferencias en el nivel de ciberobservación, con puntuaciones superiores a las de los participantes de centros religiosos. La cantidad de conductas de cyberbulling que sufren las víctimas y realizan los agresores fue similar en los centros religiosos y laicos; a pesar de ello, en los centros religiosos se observaban más conductas de cyberbulling que en los laicos (igual que en bullying presencial).
En segundo lugar, se obtuvieron las frecuencias y los porcentajes de las respuestas directas en todos los indicadores, a partir del análisis de contingencia entre los indicadores de bullying y de cyberbulling (cibervictimización, ciberperpetración, ciberobser-vación, cibervictimización-agresiva) y el tipo de centro (público-privado), calculando un chi cuadrado de Pearson. Los resultados obtenidos se presentan en la tabla 5. En esta se pueden observar diferencias significativas en el nivel de perpetración y de observación, constatándose así un mayor porcentaje de agresores y observadores de bullying presencial en los centros religiosos. El porcentaje de víctimas y de víctimas-agresivas de bullying fue similar en centros religiosos y laicos. Entre tanto, no se encontraron diferencias significativas en los cuatro indicadores de cyberbullying; el porcentaje de cibervíctimas, ciberagresores, ciberobservadores y cibervíctimas-agresivas fue similar en los colegios religiosos y en los laicos.
Discusión
La investigación aporta información sobre las diferencias en conductas de bullying y cyberbulling en participantes que cursan estudios en centros públicos y privados y en centros religiosos o laicos.
En primer lugar, los resultados obtenidos han puesto de manifiesto que en conductas de bullying presencial (físicas, verbales, sociales, etc.), la cantidad de conductas que sufren, realizan y observan es similar en los centros públicos y privados. Entre tanto, la cantidad de conductas de cyberbulling que se sufren y se realizan en centros públicos y privados es similar, no obstante en los centros privados se observan más cantidad de conductas de cyberbulling que en los públicos. Respecto al porcentaje de víctimas, agresores y observadores de bullying presencial fue similar en los centros públicos y privados; mientras que en cyberbulling, el porcentaje de víctimas y agresores fue similar, aunque se evidenció un mayor porcentaje de ciberobservadores en los centros privados.
Estos resultados confirman casi totalmente la primera hipótesis, ya que apenas se dan diferencias en bullying presencial y cyberbulling entre los participantes de centros públicos y privados, en la cantidad de conductas sufridas y/o realizadas, así como en el porcentaje de víctimas y agresores. Únicamente se ha encontrado que en los centros privados se observan más conductas de cyberbulling y existe un mayor porcentaje de observadores de este tipo de conductas.
Además, los resultados sobre bullying confirman los obtenidos por otros estudios que no han hallado diferencias en bullying entre colegios públicos y privados (Andrade et al., 2012; García et al., 2010). Por otro lado, y teniendo en cuenta la relación entre titularidad pública-privada y nivel socioeconómico (NSE) que existe en el País Vasco, los resultados obtenidos ratifican los estudios que no han encontrado relaciones entre el NSE y ser víctima de bullying (Barboza et al., 2009; Cepeda-Cuervo et al., 2008; García et al., 2010; Magklara et al., 2012). Sin embargo, otros estudios encuentran que las víctimas provienen de familias con menor NSE (Alikasifoglu et al., 2007; Bowes et al., 2013) y que los adolescentes que sufren una mayor desventaja socioeconómica tienen mayor riesgo de ser víctimas de bullying (Due et al., 2009) o que las familias de menor NSE informan haber sufrido más bullying (Von Rueden et al., 2006). Otros estudios también evidencian que los estudiantes de bajo NSE tienden a ser agresores (Jansen et al., 2012; Magklara et al. 2012). En la misma dirección, el trabajo de Jansen et al. (2011) concluye que las familias de menor NSE tenían mayores probabilidades de tener hijos o hijas agresores o víctimas de bullying.
Los resultados obtenidos en relación con el cyberbulling también confirman los de otros estudios que no han hallado relaciones significativas entre cyberbulling y NSE (Erdur-Baker y Kavçut, 2007; Moore et al., 2012) o encuentran prevalencias de cibervictimización y ciberperpetración similares en los participantes de NSE bajo y medio (Moore et al., 2012). No obstante, contradicen los resultados obtenidos en algunos trabajos que han hallado menor porcentaje de cibervíctimas y ciberagresores en el NSE alto (Lâftman et al., 2013), mayor prevalencia de cibervíctimas y ciberagresores en colegios públicos (Topçu et al., 2008) o mayor nivel de cibervictimizaciónen alto NSE (Akbulut et al., 2010).
En segundo lugar, los resultados obtenidos han mostrado que la cantidad de conductas de bullying presencial y de cyberbulling que se sufren y realizan en los centros religiosos y laicos es similar, aunque se encontró que en los centros religiosos se observan mayor cantidad de conductas de bullying y de cyberbulling que en los colegios laicos. En este orden de ideas, se encontró un mayor porcentaje de agresores y observadores de bullying en centros religiosos, sin embargo el porcentaje de víctimas de bullying, de cibervíctimas, ciberagresores y ciberobservadores fue similar en los colegios religiosos y laicos.
Por consiguiente, los resultados confirman la segunda hipótesis, ya que se había hipotetizado que los centros religiosos y laicos tendrían similar nivel de conductas de bullying presencial y cyberbulling, con un porcentaje similar de implicados en cualquier rol (víctima, agresor, observador). Los resultados obtenidos apuntan en la misma dirección que los encontrados por Pitel et al. (2012) que no hallaron relaciones significativas entre religiosidad y bullying, pero contradicen otros estudios que han hallado o bien una conexión entre religiosidad y mayor victimización en bullying (Abbotts et al., 2004) o menor victimización (Fu et al., 2013; Petts, 2009).
Las discrepancias entre los resultados obtenidos y los hallados en otros estudios que han analizado las diferencias en bullying y cyberbulling tanto en función de la titularidad pública-privada como de la religiosidad del centro, pueden deberse en parte a las diferencias en el tipo de conductas de bullying/cyberbulling que se evalúan (conductas más o menos graves), en los diferentes instrumentos de evaluación utilizados que exploran conductas acontecidas en diferentes periodos temporales (algunos exploran las conductas sucedidas en el último mes, otras en la última semana, etc.), o en las características de las muestras. En concreto, las muestras de algunos estudios incluyen participantes de NSE muy bajo (situaciones socioeconómicas muy desfavorecidas, de gran precariedad y vulnerabilidad) o muy alto (clase social muy favorecida), sin embargo, en el estudio realizado en el País Vasco, teniendo en cuenta las características de la población general, el NSE de los participantes era medio-bajo (público) y medio-alto (privado), no incluyendo muestras de NSE extremos.
Por otra parte, este estudio ratifica la hipótesis de similitud en conductas de bullying presencial y cyberbulling entre centros educativos públicos-privados y religiosos-laicos. Futuros estudios deberían centrarse en superar algunas limitaciones del presente trabajo al revisar si el autoinforme empleado en este trabajo genera un sesgo de deseabilidad social y, por otro lado, comparar diferentes tipos de recolección de información para definir las ventajas y limitaciones de los autoinformes para dar cuenta de experiencias de bullying y cyberbulling. Ahora bien, se considera que en este estudio la obtención de información de forma triangular contribuye a neutralizar el sesgo de deseabilidad social en los participantes.
La violencia entre iguales tiene consecuencias perniciosas para todos los implicados, pero con distintos síntomas y niveles de sufrimiento (ansiedad, depresión, estrés postraumático, etc.). Aunque los efectos más acusados se muestran en la víctima, los agresores y los observadores también son receptores de aprendizajes y hábitos negativos que influirán en su comportamiento actual y futuro. Una revisión sobre sus consecuencias (Garaigordobily Oñederra, 2010; Gargaigordobil, 2011c) ha puesto de relieve que: (a) las víctimas tienen sentimientos de ansiedad, depresión, ideación suicida, estrés, miedo, baja autoestima, falta de confianza en sí mismos, ira, frustración, indefensión, nerviosismo, irritabilidad, somatizaciones, trastornos del sueño, dificultades para concentrarse que afectan al rendimiento escolar, etc. y (b) los agresores tienen mayor probabilidad de desconexión moral, falta de empatía, dificultades de acatamiento de las normas, problemas por su comportamiento agresivo, conducta delictiva, ingesta de alcohol y drogas, dependencia de las tecnologías, absentismo escolar, etc. Además, tanto las víctimas como los agresores están en situación de riesgo de tener problemas que pueden persistir en la edad adulta (Garaigordobil, 2011c, p. 235).
Teniendo en cuenta las graves consecuencias de estar implicado en situaciones de violencia entre iguales (Gargaigordobil, 2011c), y lo comunes que son estas experiencias en niños que asisten a diversos tipos de colegios, es de suma importancia que se planteen intervenciones psicoeducativas con la finalidad de prevenir y eliminar este tipo de violencia. La elevada participación en situaciones de bullying y cyberbulling, así como el incremento progresivo de este fenómeno en todos los países del mundo (Gargaigordobil, 2011a, 2011c) requiere enfatizar en la necesidad de prevención e intervención, en todos los contextos educativos, públicos y privados, religiosos y laicos.
Particularmente, se sugiere que en todos los centros escolares haya un protocolo de actuación para los casos de acoso escolar, así como un plan de prevención de la violencia y la promoción de la convivencia escolar. Todos los estudiantes deben participar en programas de intervención preventiva con el objetivo de reducir la prevalencia del bullying en todas sus modalidades. A la luz de los hallazgos de estudios recientes (Garaigordobil, 2013), los programas de intervención psicológica para prevenir y reducir el bullying/cyberbulling deben promover una mejora del clima social del aula potenciando el desarrollo de la conducta prosocial, las habilidades sociales y de comunicación, las habilidades de resolución cooperativa de conflictos, la capacidad de empatía, la capacidad de comprensión-expresión de emociones, la autoestima, el control de la ira, el respeto de la diferencia, etc. (Del Moral, Suárez y Musitu, 2013; Del Moral, Suárez, Morenos y Musitu, 2014; Del Rey, Casas y Ortega, 2012; Garaigordobil y Martínez-Valderrey, 2014a, 2014b).
Referencias
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