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Universitas Psychologica
Print version ISSN 1657-9267
Univ. Psychol. vol.14 no.spe5 Bogotá Dec. 2015
https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy14-5.emlm
Experiencia y materialidad en lugares de memoria colectiva en Chile*
Experience and Materiality at Places of Collective Memory in Chile
Marisela Montenegro Martínez**
Universidad Autónoma de Barcelona, Cataluña, España
Isabel Piper Shafir***
Universidad de Chile, Santiago, Chile
Roberto Fernández Droguett****
Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile
Mauricio Sepúlveda Galeas*****
Universitat Rovira i Virgili, Tarragona, España
*Artículo de investigación realizado con base en los resultados obtenidos en el Proyecto Fondecyt Regular N° 1110162 "Construcción de relatos generacionales sobre nuestro pasado reciente (1970-1990) en el escenario de cuatro lugares de memoria de Santiago", realizado entre 2011- 2013; y del proyecto Bicentenario 2013. Fondo de Innovación en Investigación IBJGM. Perfil 1 "Memorias generaciones, experiencia, género y materialidades: análisis semiótico material de discursos de no - víctimas de las violaciones a los Derechos Humanos", realizado entre el 2013 y 2014.
**Licenciada en Psicología, Universidad Central de Venezuela. Doctora en Psicología Social, Universidad Autónoma de Barcelona, España.
Profesora titular interina, Departamento de Psicología Social. Correo electrónico: marisela.montenegro@uab.cat
***Licenciatura en Psicología, Universidad Diego Portales, Chile. Magíster en Psicología Social, Universidad Autónoma de Barcelona, España. Doctora en Psicología Social. Correo electrónico: ipiper@u.uchile.cl
****Licenciatura en Psicología, Universidad de Artes y Ciencias Sociales ARCIS, Chile. Magíster en Psicología Social, Universidad Autónoma de Barcelona, España. Doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos, Pontificia Universidad Católica de Chile. Correo electrónico: rfd2003@gmail.com
*****Licenciatura en Psicología, Universidad de Concepción, Chile. Magíster en Antropología de la Medicina, Universitat Rovira i Virgili, España. Doctor en Antropología Universitat Rovira i Virgili, España. Correo electrónico: galeas_m@hotmail.com
Recibido: 4 de noviembre de 2014 | Aceptado: 17 de agosto de 2015
Para citar este artículo
Montenegro, M., Piper, I., Fernández, R., & Sepúlveda, M. (2015). Experiencia y materialidad en lugares de memoria colectiva en Chile. Universitas Psychologica, 14(5), 1723-1734. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.upsy14-5.emlm
Resumen
Los monumentos y lugares de memoria construidos en Chile para recordar las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar (19731990) contribuyen a la construcción de versiones hegemónicas sobre dichos acontecimientos. que tienen el efecto de producir "verdades" sobre los hechos. En este artículo, se analizan los resultados de una investigación conducida en Santiago de Chile, que muestra cómo quienes visitan estos lugares se relacionan con el espacio e interpretan su materialidad como "prueba de verdad". El análisis se realizó a partir de la noción de experiencia, entendida como un producto que surge en el ensamblaje de cuerpos, objetos, discursos y prácticas que se actualizan en la interacción entre visitantes y espacios de memoria.
Palabras clave: derechos humanos; teatros de memoria; experiencia; ensamblaje semiótico-material
Abstract
The monuments and places of memory built in Chile to remember the human rights violations that occurred during the military dictatorship (1973-1990) contribute to the construction of hegemonic versions of these events. which have the effect of producing a "truth" about the facts. This article discusses the results of a research conducted at Santiago de Chile and shows how visitors of these places of memory relate to the space and interpret its materiality as a "proof of truth". The analysis was based on the notion of experience, understood as a product arising in the assembly of bodies, objects, discourses and practices that are update in the interaction between visitors and memory places.
Keywords: human rights; theaters of memory; experience; semiotic-material assemblage
Introducción
En el Chile de la postdictadura, se han llevado a cabo numerosas acciones políticas con el fin de mantener viva la memoria de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura militar de Pinochet (1973-1990). Entre estas acciones, destaca la construcción de memoriales, monumentos y la transformación de excentros de detención y tortura en espacios de memoria. Este tipo de lugares, construidos casi siempre por iniciativa de organizaciones de derechos humanos, irrumpen en el espacio público interpelando las memorias de la ciudadanía. Por medio de gestos materiales y simbólicos buscan reconstruir y mostrar la violencia del pasado reciente y posibilitar que la memoria se constituya en un aprendizaje colectivo de aquello que no debe volver a ocurrir (Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, 2005).
Los lugares de memoria constituyen esfuerzos dirigidos a establecer una marcación e inscripción territorial en espacios públicos, pretendiendo con ello condensar, materializar y generar una particular memoria, desde y en el presente (Piper & Hevia, 2013). En estos espacios, en los que la memoria se desarrolla como proceso (Nora, 1984) se ofrece una versión de los hechos desde el punto de vista de quien los promueve o gestiona. Su fuerte vinculación con las memorias de la dictadura, los ha ido convirtiendo en un referente fundamental sobre el pasado reciente, utilizados por las agrupaciones de víctimas como escenarios de recuerdo, conmemoración y educación en derechos humanos.
En este artículo, se analizan los resultados de una investigación realizada entre 2011-2013 en Santiago de Chile, que indagó en torno a la experiencia de visitar lugares de memoria. Buscando contribuir a la comprensión de los significados que dichos espacios promueven, se seleccionó una muestra de sujetos que no se autoidentificaban como víctimas de violación de los derechos humanos. Dicha elección se sustentó en la necesidad de conocer el impacto que dichos lugares tienen en personas ajenas a los proyectos memorialísticos que sus gestores promueven, que son casi siempre miembros de asociaciones de víctimas. Se trabajó con personas que no habían visitado los lugares por su propia iniciativa, sino que lo hicieron por primera vez en el marco de este estudio. Para el desarrollo de esta investigación se construyó un método ad hoc que llamamos "acompañamiento dialógico interactivo" y se realizaron discusiones grupales entre los participantes en el escenario mismo del espacio visitado.
El análisis realizado puso énfasis en la experiencia resultante del contacto de la persona con el lugar de memoria visitado, asumiendo que la misma está estructurada a partir de un involucra-miento semiótico-material con el espacio, así como con los objetos y significados que lo componen. A través de los relatos que las personas elaboraron de su experiencia con estos lugares de memoria, se buscó comprender las maneras en las se produce un conocimiento situado —en forma de información y sensaciones— que legitima la construcción de ciertas versiones del pasado.
Lugares de memoria: ensamblaje de sentidos y materialidades
En investigaciones actuales sobre los procesos de memoria colectiva, se ha criticado el carácter esen-cialista e intrapsíquico que muchas veces adopta el análisis del recuerdo y el olvido (Brown, Reavey, & Brookfield, 2012; Kidron, 2012), enfatizando el carácter construido de toda memoria social (Vázquez, 1997). A través de dinámicas intersubjetivas que producen y reproducen versiones del pasado, algunas de estas cobran un estatus de realidad (Sharim, Kovalskys, Morales, & Cornejo, 2011). La memoria deviene en un centro articulador de la vida social a través de la construcción del pasado, la explicación del presente, la configuración de identidades sociales y como sostén de prácticas políticas (Piper, 2005; Piper, Fernández, & Iñiguez, 2013).
Los diversos sentidos que se le confiere al pasado rivalizan para establecer la verdad de lo ocurrido y se concretan en expresiones de distinto tipo, entre las cuales se encuentran los lugares de memoria, espacios físicos y simbólicos que dan acceso al pasado (Jodelet, 2010; Nora, 1984; Young, 1999). A partir de la disposición espacial de los distintos elementos que lo componen —objetos, símbolos, listados de nombres, imágenes, etc.— se fijan y concentran ciertas narrativas sobre el pasado (Lazzara, 2011; Piper & Hevia, 2013).
El concepto de lugar de memoria fue elaborado inicialmente por Pierre Nora (1984), quien se refería a una unidad significativa, de orden material o ideal, que la voluntad de las personas o el trabajo del tiempo transforma en un elemento simbólico del patrimonio memorialista de una comunidad. Los lugares de memoria son marcados material y/o simbólicamente, transformándose en espacios de enunciación (Achugar, 2003). El mensaje que se busca transmitir consiste en plasmar elementos de distintas formas y materialidades, que son significados de maneras diversas. Así, un mensaje que significa una cosa para sus autores/as y gestores/ as, puede significar otra totalmente distinta para quienes lo visitan, y ese significado cambia según la experiencia de los/las visitantes. Así, el lugar se constituye en la tensión entre su dimensión enunciativa y su dimensión interpretativa, interacción que constituye, transforma y regenera la memoria colectiva (Szpunar, 2010). El resultado final, surge de una experiencia con el espacio en la cual los significados sobre el pasado se enlazan con los significados sobre el lugar (Piper et al., 2013).
En los lugares de memoria ocurre un proceso de "aprendizaje simbólico". La enunciación/in-terpretación de "imágenes de sentido" favorece la construcción de imaginarios y de referentes histórico-culturales, la apropiación o creación de símbolos, relatos, valores, creencias y, al mismo tiempo, la formación de subjetividades e identidades sociales (Maceira, 2009). De este modo, estos lugares ocupan el rol de facilitadores de una experiencia del recuerdo proveyendo de un contexto que invita a respuestas emocionales de quienes los visitan y procurando procesos de empatía e identificación con las personas y acontecimientos del pasado, desde el punto de vista sugerido por sus promotores (Andermann & Arnold-de Simine, 2012).
David Turnbull (2002), al analizar el caso de los megalitos de Malta, afirma que dichos monumentos se erigen como "teatros de conocimiento" en el sentido de que proveen de configuraciones espaciales que generan determinadas narrativas que emanan de la experiencia de quien los transita. En palabras del autor "creamos el espacio en el proceso de transitar a través de éste y, al crear narrativas de este trayecto, simultáneamente construimos conocimiento" (Turnbull, 2002, p. 133). En los trayectos a través de los lugares de memoria, los objetos expuestos encapsulan trayectorias de relaciones humano-materiales, y es a través de ellos que la comunidad hace presente su pasado (Kidron, 2012). Sin embargo, no se trata de que los objetos simplemente ofrezcan un enlace entre temporalidades. El papel de estos en el proceso de conectar el pasado con el presente proviene de las acciones de memoria que se realizan con ellos y que siempre son contingentes y situadas (Brown et al., 2012). Los objetos —imbricados en determinados marcos e historias— devienen en portavoces humanos en la medida en que son dotados de vida social. La memoria necesita de la materialidad de los objetos y los lugares para ganar durabilidad temporal y espacial (Guggenheim, 2009; Vandenberghe, 2002). Los objetos funcionan como repositorios vivos del pasado a través del desempeño de la relación humano-material que trae el pasado de forma sensorial, visceral, emotiva y vivida a quien recuerda (Turnbull, 2002). Funcionan como "lugares portátiles" que transportan a las personas a diferentes sitios y tiempos (Kidron, 2012).
Los lugares de memoria y las materialidades que los componen llevan consigo una carga simbólica que contribuye a construir ciertas versiones del pasado. Aunque en dicho escenario hay algunas versiones del pasado que son privilegiadas, la propuesta de interpretación del ensamblaje semiótico-material queda abierta a diferentes lecturas realizadas a partir de la experiencia misma de recorrer el lugar.
Siguiendo la propuesta de Turnbull (2002) de teatros de conocimiento, los lugares de memoria pueden ser entendidos como "teatros de producción de memoria". La idea de teatros de memoria fue trabajada por Raphael Samuel (1994), en su conocida obra Theatres of memory: Past and present in contemporary culture. En esa aproximación, el autor hacia énfasis en el mundo subterráneo de la imaginación histórica de la población y, en este sentido, puso su atención en los aspectos cotidianos —fotografías, series de televisión, películas, canciones— a través de los cuales el pasado queda imbuido en la cultura popular. Se trataría entonces de configuraciones cotidianas que funcionan como puestas en escena de diferentes lecturas del pasado.
Por su parte, Till (2001) afirma que museos, monumentos y memoriales han funcionado tradicionalmente como "teatros de memoria" a través de los cuales los Estados buscan promover un contexto espacial en el cual las historias y rituales de la ciudadanía se hacen presentes. El carácter performativo del lugar tendría el potencial de transformar las memorias de la violencia en historias compartidas y reflexión crítica a través de la constitución de "comunidades temporales de imaginación" (Till, 2012, p. 12).
Siguiendo la idea de que la memoria es susceptible de apropiación y transformación, se propone la noción de "teatros de producción de memoria" para enfatizar, por un lado, en que los lugares de memoria se organizan como disposiciones particulares de objetos, señalizaciones y espacios definidos por los grupos que promueven los emplazamientos estudiados y, por otro, en el carácter de producto de los significados que emergen a través la experiencia de quien visita.
En este contexto, la experiencia será entendida como un flujo de acción vinculado de manera inmanente con las relaciones sociales más amplias en las que emerge. Tomando los aportes de Teresa de Lauretis, la experiencia no se refiere a un núcleo irreductible e íntimo del sujeto, sino, por el contrario, a un producto social e histórico, un efecto de una interacción con el mundo, lo que designaría no solamente a otras subjetividades corporeizadas, sino también elementos no humanos (De Lauretis, 1984). Siguiendo esta tradición de pensamiento, Joan Scott (1991) sostiene que la experiencia no puede ser entendida como el lugar de la evidencia sobre los fenómenos explicados, sino más bien como un producto que requiere ser explicado. En palabras de la autora "no son los individuos los que tienen experiencia, sino los sujetos quienes son constituidos a través de la experiencia" (Scott, 1991, p. 779). La cuestión reside en comprender qué tipo de conocimiento es producido en ciertos contextos y analizar las operaciones por las cuales ciertas significaciones y diferenciaciones son creadas, asumidas o resistidas como efecto de las trayectorias de las personas. En este sentido, la experiencia sería el efecto de la interacción que emerge de las actividades, discursos e instituciones que significan los acontecimientos del mundo. Y, por tanto, interesa desgranar, en este caso, los elementos que favorecen que ciertos significados emerjan y cómo se relacionan estos con la construcción de la memoria colectiva.
Esta noción de experiencia permite pensar la construcción de la subjetividad como un entramado de ordenamientos, estándares, instituciones y hábitos socialmente configurados que, como un trasfondo, se sedimenta en los cuerpos marcando al sujeto como lugar de enunciación. Este lugar no es fundamental, ni originario o esencial, sino "situado" y fijado —aunque no definitivamente— en una trama de relaciones de poder que posibilita y/o limita las configuraciones del sentido (Romero, 2006). De este modo, la experiencia emerge como producto de ensamblajes semióticos y materiales particulares que son concretados en el momento de la visita, atravesando cuerpos y subjetividades. En una vivencia que lo transforma, el sujeto incorpora por una parte la sedimentación de prácticas y discursos normativos sobre la memoria colectiva y, por otra, elementos de novedad o ruptura producidos por su propia experiencia como visitante. Así, los significados que se construyen al visitar lugares de memoria se suman, refuerzan y contradicen a los que circulan en otros contextos memoriales, pasando a formar parte de una amplia red de prácticas y medios por los que se comunican diferentes versiones del pasado reciente.
Los y las participantes de la presente investigación, asumen en su visita un rol activo en su relación con símbolos, objetos y espacios de aquello que no han vivido en primera persona, pero que es transmitido por las configuraciones particulares que se ofrecen. Esta interacción tendría la capacidad de moldear —hasta cierto punto— los procesos de subje-tivación y política de quien transita por los espacios (Andermann & Arnold-de Simine, 2012).
Es a partir de la articulación de posiciones de sujeto, entramados relaciónales presentes en el cuerpo social, y la interacción con los objetos, espacios y significaciones, como se constituye la acción de recordar. De ahí la importancia de comprender las relaciones e interpretaciones que se establecen con el espacio, analizando el ensamblaje que se produce entre los lugares de memoria —en un sentido semiótico-material— y la experiencia que los y las visitantes tienen en y con ellos.
Método de acompañamiento dialógico interactivo
La investigación de la que se da cuenta en este artículo se preguntó por los procesos de memoria colectiva que se realizan en el escenario y en interacción con lugares de memoria que recuerdan la dictadura militar de Pinochet (1973-1990). Para ello, se utilizó una metodología de carácter cualitativo y se construyó un método ad hoc de producción de datos —el acompañamiento dialógico interactivo— que consta de dos etapas. En la primera, los y las participantes se desplazan por el lugar en compañía de un/a investigador/a con quien van compartiendo lo que van sintiendo y pensando en su interacción con el espacio (Espinoza, Piper, & Fernández, 2014). Posteriormente, en una segunda etapa, las personas participan de una conversación grupal en la que debaten sobre sus experiencias en la visita y elaboran relatos conjuntos de memoria. En la conversación participan tres personas más un miembro del equipo investigador, siguiendo la metodología del grupo triangular (Conde, 2008).
Los relatos producidos a través del acompañamiento dialógico interactivo permiten comprender tanto la experiencia de visitar el lugar de memoria como los relatos sobre el pasado que se construyen en dicho escenario de enunciación. Mientras la primera estrategia (el recorrido) permite profundizar en la interacción de las personas con el espacio y los objetos que lo constituyen, la segunda (el grupo) hace posible la construcción colectiva de memorias.
El análisis de los relatos producidos busca comprender los procesos de construcción de memorias colectivas elaborados en un contexto de ensamblaje semiótico-material. En él, se considera una doble interacción, la de los sujetos con el espacio y la de los y las participantes entre sí en el desarrollo del grupo.
La selección de las personas que participaron se realizó bajo el criterio de que no hubiesen sido, ellas o sus familiares, víctimas directas de la violencia de Estado durante la dictadura. Otro criterio fue que no pertenecieran a algún partido político o agrupación de memoria o de defensa de derechos humanos, de modo que se evitaran discursos estudiados en investigaciones previas (Piper & Montenegro, 2008; Piper et al., 2013). Se seleccionaron personas de diferentes generaciones, de modo que se abarcara tanto la experiencia de quienes vivieron directamente la dictadura como la de quienes la recuerdan, a través de la experiencia de los adultos que las rodean.
Se realizaron un total de 48 acompañamientos y 16 grupos triangulares en cuatro lugares de memoria. La estatua de Salvador Allende, ubicada en las cercanías del palacio presidencial de La Moneda; el Memorial del Detenido Desaparecido y Ejecutado Político, localizado en el Cementerio general de Santiago de Chile, que consiste en un muro de piedra con la lista de desaparecidos/as y ejecutados/ as políticos/as, así como los nichos con los cuerpos que han sido encontrados y los espacios vacíos de aquellos/as que aún se encuentran desaparecidos/ as y los excentros de detención, tortura, asesinato y desaparición Londres 38 y Villa Grimaldi. El primero, llamado actualmente "Londres 38, espacio de memoria", es un edificio de dos pisos cuya estructura se mantiene intacta. El segundo, llamado actualmente "Parque por la paz Villa Grimaldi", es un parque construido sobre las ruinas del centro del detención y tortura Cuartel Terranova donde se encuentran diversas reconstrucciones y espacios de conmemoración.
En el presente trabajo, se exponen algunos de los resultados de la investigación, específicamente aquellos que abordan la dimensión semiótico-material de la experiencia de visitar los lugares, así como las formas en que los y las participantes interpretan esta experiencia, relacionando el pasado con el presente.
La experiencia como estructurante de la memoria
Entendiendo los lugares donde se ha desarrollado la presente investigación como "teatros de producción de memoria", en los cuales la experiencia de interacción con estos posibilita la articulación de significados socialmente establecidos sobre el pasado con elementos novedosos para los sujetos, se aprecia en los relatos de los/as participantes cómo el espacio y los objetos que lo integran se articulan con información socialmente disponible en el cuerpo social. Los lugares de memoria, especialmente cuando se trata de aquellos en los que ocurrieron acontecimientos violentos, operan en sí mismos como prueba de dichas realidades. Parecen señalarle al visitante que se encuentra frente a la versión verdadera de la historia y los objetos sobrevivientes difícilmente le permiten dudar de su veracidad.
Al visitar el Parque por la Paz Villa Grimaldi, un joven se encuentra con los rieles por medio de los cuales numerosos detenidos desaparecidos fueron arrojados al mar. Uno de ellos tiene adherido un botón que quedó incrustado en un riel, respecto al cual comenta1:
34H-VG-1830: Yo tampoco, no creía mucho lo que me contaban mis tíos o personas que te cuentan de repente ¡Claro el botón! decían que tiraban personas adentro y tú decías ¿cómo iban a tirar personas ahí dentro?, ¿amarrados a algo? Entonces ahora llegar, ver un botón, eso como que claro esto es verdad. De repente también se dice que muchas personas que se tiraron al mar, que no tenían nombre, nada, claro eran de otros países. Entonces se pasaban cuerpos, cuerpos, cuerpos para todos lados. Entonces ahora ver el botón, ver esto y (...) claro esto es verdad. Es algo que sucedió.
En este extracto, se puede ver cómo la visita opera como prueba de verdad que corrobora —a través de la presencia de los objetos en el espacio— otros discursos accesibles en distintos soportes como vídeos, fotos, textos escolares, entre otros, a los cuales quienes visitan puedan haber tenido acceso. Según expresan, la visita les permite encontrarse con el pasado, logrando con ello imaginar lo que "en realidad pasó" y comprender por fin lo ocurrido. Esto es posible porque la materialidad del espacio parece "contener" la memoria de lo ocurrido y relatarle a los visitantes los hechos de los que fue testigo. De esta manera, los espacios se "imponen" ante el visitante, conduciéndolo por el camino de una experiencia plena de información, valores y afectos.
En el fragmento expuesto, el participante complementa las historias que ha escuchado anteriormente de familiares y otras personas, con la experiencia que vive durante la visita. El botón que está adherido a los rieles le permite creer estas historias y darles una veracidad que no podía imaginar en abstracto. Esta configuración del objeto dispuesto en el espacio de Villa Grimaldi ayuda a materializar dichas historias y les otorga una legitimidad que anteriormente era dudosa. Como afirman Pels, Hetherington y Vandenberghe (2002), los elementos incluidos en el diseño de los espacios de memoria cristalizan las elecciones entre varias posibilidades de realización, lo cual implica formas particulares de política que es encriptada en los artefactos y que tienen efectos en quien realiza la visita. En este caso, una política propuesta desde las organizaciones de derechos humanos que genera una experiencia de verosimilitud para este participante.
Esa recomposición se da a través de los objetos, como se ve en el ejemplo anterior, y también con la organización del espacio que busca evocar ciertas vivencias asociadas a los significados de memoria que se alberga en estos lugares. Algunos participantes relacionan su propio cuerpo con los cuerpos ausentes que en otro tiempo habitaron el mismo lugar.
38M-L38-3060: Sí ahí, cuando... en una habitación de allá (señala estirando el brazo hacia su izquierda) que da a una ventana y después para abajo una escalera, no sé me, eso como esa estructura de la casa (señala con las manos en paralelo frente a su pecho) como que me... gatillaba imaginarme como hacían subir a los presos (hace el gesto de subir con la mano), bajar, me imaginaba vendada (hace la mímica con las manos de la venda), me imaginaba como que... los trataban de desorientar ¿me entiendes tú?
Tal como se señala en el último segmento de la cita, el trayecto por ciertos espacios específicos, como la escalera, hacía emerger imágenes y sensaciones relativas a las vivencias de los y las detenidos/as, como la desorientación resultante de tener los ojos vendados. Las diferenciaciones que se establecen a través del relato remiten a imágenes de los/as presos/as y a aquellos que les obligaban, les hacían "subir", "bajar", "los trataban de desorientar"..., que no son nombrados directamente, sino a través de las acciones que imponían a los/as presos/as. La centralidad está puesta en las personas que sufrieron y la experiencia de la visita resalta el paso de estas por el espacio, recalcando su condición de víctimas.
La materialidad del lugar permite una rememoración que parece acercar al visitante no solo a los hechos, sino también a los afectos de quienes sufrieron experiencias como la tortura: la desorientación, la angustia, el dolor y el miedo que debieron sentir, generando una identificación de la visitante con dichas víctimas. Se alude de este modo a la relación entre el espacio, los sucesos y la memoria, como hace un joven que visitó Londres 38:
15H-L38-1518: Un lugar (Tose) frío... em... frío em no sé... con mucha historia en sus paredes. que uno yo creo que no se llega a imaginar, porque uno se puede imaginar muchas, muchas cosas... pero yo creo que no estamos ni a la primera gotita de lo que era realmente lo que... como era realmente lo que hacían aquí, entonces es como un lugar frío, un lugar oscuro (mira hacia las paredes y el techo) y un lugar que, que fue testigo quizá no... no queriendo serlo y... que busca de alguna manera que... las verdades salgan a la luz, una, una cosa así.
Los espacios y objetos son tratados por los y las participantes como entidades animadas "fue testigo quizá no.... no queriendo serlo", como un actor que hace memoria "que busca de alguna manera que... las verdades salgan a la luz", que entrega información y provoca sensaciones. Los lugares parecen hablar por sí mismos y enunciar una verdad de los hechos. La configuración del espacio de memoria, en este caso Londres 38, provee una atmósfera para quien lo visita que hace que esta persona, hasta cierto punto, sienta que viaja al pasado pudiendo intuir, sentir, percibir qué ocurrió en ese lugar. Estas vivencias refieren a sensaciones corporales y descripciones del espacio asociadas a los hechos relatados, lo cual crea una experiencia en la que la verdad salta de manera palpable para el/la participante, como se desprende de este extracto:
15H-L38-1518: Igual las habitaciones (...) si los gritos que hubo al ser torturados, como que quedaron acá, acá y como que estos mismos gritos también como que ahora igual. como una manera como que... se sienten, quizá es que están como están (...) en el ambiente y... es como el mismo sufrimiento como una sensación así pesada de, de cómo decir... ehhh como que lo está transmitiendo, por lo menos en lo que siento hacia como... a mí como... es una forma de.. . como no en un cien por ciento pero es como una forma de... de volver al... a los lugares, al momento de los hechos.
M: O sea como que te lleva al pasado. 13M-L38-1518: Como que lleva al pasado, entonces igual es esa es la sensación de que lleva que me lleva al pasado y yo recién veo todo lo que... lo que ocurrió o sea no literalmente pero como que se siente así como...
En esta última cita, vemos que la joven se sitúa a ella misma como recién informada completamente de los hechos, antes quizás ignorados o pasados por alto. Como afirman Sepúlveda, Sepúlveda, Piper y Troncoso (2015), para algunos jóvenes el período de la dictadura es ajeno y alejado de su propia realidad. Sin embargo, esta brecha se cierra a través de la experiencia de la visita que precisamente contribuye a sustentar el pasado en el presente (Kidron, 2012). Se puede apreciar también que la interacción con el lugar genera una suerte de "viaje" hacia el pasado, lo que permite ver y sentir lo que pasó. En este sentido, la experiencia con el lugar adquiere una dimensión afectiva que coincide con los planteamientos de Fernández (2000), en términos que los afectos adoptan formas de imágenes y sensaciones que luego buscan ser plasmadas en palabras que den cuenta de ellas. Es lo que sucede cuando los sujetos hacen referencia a la tristeza y la angustia que sienten cuando transitan por los espacios. Estas emociones también se cruzan con rabia e impotencia en torno a los hechos relatados, como se puede observar en el siguiente extracto:
38M-L38-3060: Yo a ratos tenía ganas de llorar, pero a gritos. Si hubiera podido...
37M-L38-3060: Sí, yo también.
38M-L38-3060: Te juro, llorar, pero así a moco tendido, en dos oportunidades del recorrido sentí angustia y en otros momentos sentí mucha rabia, rabia de que. se hubiese hecho todo eso, impotencia no sé.
Como vemos en la cita, estas imágenes y sensaciones relativas a cómo los sujetos se representan la experiencia de detención y tortura permite empatizar con lo vivido, imaginando los hechos y a las personas que allí estuvieron, lo que produce sensaciones de angustia, dolor y rabia debido a la violencia de los acontecimientos que se relatan. Como sostiene Fernández (2000), en relación con la noción de empatía, se produce una observación compenetrada donde se rompe la distancia con el lugar y este pasa a ser no solamente visto, sino también sentido. Esta experiencia de interactuar con el espacio y compenetrarse con él permite comprender lo ocurrido desde un saber que es vivido como más completo que la mera información entregada por libros u otras personas.
36H-VG-1830: No es lo mismo saber lo que pasó o leerlo en un libro que venir a un lugar donde sí realmente pasaron las cosas ¿cachai?2 Te hace ser más empático, te hace ser más, más. cercano a la realidad un poco. A pesar de que ya. hay muchos años de diferencia y que está intervenido y todo lo que pueda... significar, pero te hace ser más cercano y como acercarte como con la realidad o no sé si la realidad de las personas, pero sí te hace acercarte a las personas que estuvieron acá.
35M-VG-1830: Como... el sentimiento. 36H-VG-1830: ¿Cachai? es como rememorar un poco y decir ichucha! así pasaron cuestiones M: Ya, como que te conecta con.
36H-VG-1830: porque no es como leerla, no sé si me entiendes...
36H-VG-1830: No es como la... es como la materialidad, ocupar un espacio que antes pasó algo y que fue importante.
La experiencia de participar en este "teatro de producción de memoria" implica esfuerzos de comprensión de lo sucedido a partir de la interpelación que sienten los sujetos, expresada en la cita anterior en la exclamación "chucha, así pasaron cuestiones", cuestiones que no solamente remiten a la información sobre los hechos, sino también al impacto afectivo de encontrarse con estos hechos a través del lugar. De este modo, se articulan diversos elementos semióticos y materiales en los que el cuerpo, las sensaciones, la relación con los objetos y los espacios crean un ensamblaje envolvente que interpela a quien hace la visita y de alguna manera lo lleva a posicionarse sobre lo ocurrido. Se integran así los discursos que se tenían de antemano con aquellos que se van produciendo durante la visita y esta operación resulta en una concreción de la memoria, tal como lo expresa esta participante.
35M-VG-1830: Materializa mi información. Me hace como. iah! claro, tú sabes que pasó esto, pero iacá fue!. ¿cachai? Como que te materializa todo lo que pasó.
Se produce una concreción del recuerdo a través de la visita, asociando los hechos del pasado con espacios, objetos y significaciones que se podrán utilizar como imágenes propias. Así mismo, si prestamos atención a los procesos de diferenciación, aparece la figura de los y las presas como central en las vivencias de las personas que realizaron la visita y estas emergen en el presente como testigos de las atrocidades cometidas. En el caso de los y las jóvenes que no vivieron directamente la dictadura, los diferentes elementos de los lugares —objetos, inscripciones y el espacio en sí— les permite dotar de imágenes a acontecimientos que conocían a través de otras personas y que casi siempre eran vividos como abstractos y ajenos. La visita les confronta con esos discursos ya adquiridos y "materializa", como dice la joven del extracto anterior, esos recuerdos en espacios, objetos y sensaciones concretas respecto los hechos. La contundencia de la experiencia de visita transforma los posicionamientos de muchos participantes en tanto dota de realidad a la información que antes tenían, dándoles la posibilidad de comprender y sentir en sus cuerpos lo acontecido.
Conclusiones
Los lugares de memoria buscan interpelar a la ciudadanía a recordar los crímenes llevados a cabo por el Estado, durante la dictadura. Para ello, se construye un guion en torno al cual recordar y se organizan espacios en tanto teatros de la memoria. Los símbolos y materialidades que conforman cada lugar buscan mostrar las violaciones a los derechos humanos ocurridas en ese período. Se organizan de manera intencionada composiciones de objetos y espacios que entregan determinadas lecturas del pasado y contribuyen a establecer una narración de los hechos que pugna por adquirir el estatus de verdad histórica.
En ese horizonte, la noción de "teatro de producción de memoria" instala una metáfora escénica que permite hacer inteligible la complejidad y multiplicidad de elementos y niveles que entrelazándose entre sí operan en dichos lugares de memoria. Metáfora cuyo rendimiento se materializa en tanto sugiere, indica y releva la potencia, no solo denotativa de los objetos dispuestos en la escena, sino también su potencia connotativa. Aquí parece cumplirse con todo rigor el axioma teatral que advierte que en la escena todo objeto habla, significa, no solo por presencia, sino también por ausencia. Como hemos podido observar, el énfasis está puesto en la condición de víctima y no en aquellos que perpetraban las violaciones de derechos humanos, que fueron escasamente referenciados en los relatos de las personas que participaron en la investigación. En definitiva, en el teatro de la producción de la memoria, esta se espacializa, se hace inteligible en la presencia/ausencia de los objetos, actrices o actores.
A través de la metáfora teatral, los objetos escénicos dispuestos en los lugares de memoria potencian su capacidad para comportarse como verdaderos lugares portátiles (Kidron, 2012), transportando a los visitantes a esos tiempos y lugares ominosos de la historia reciente de Chile. Pero estos no solo trasportan a quienes los visitan a otros lugares y tiempos, sino que también, en tanto materialidades, otorgan durabilidad a la memoria, actuando como repositorios vivos del pasado, que será convocado al presente para ser experimentado sensorial, visceral, emotiva y vívidamente por quien lo recuerda. En este sentido, los ensamblajes semiótico-materiales que operan en estos teatros de producción de la memoria otorgan verosimilitud al relato sobre la verdad histórica fraguada en y por los lugares de memoria. Ahora bien, las versiones que los lugares de memoria promueven no se producen en abstracto, sino que se articulan con múltiples y diversos discursos sociales que pugnan por transformarse en la verdad de lo ocurrido. El pasado, que permanece vivo en las memorias e imaginarios sociales, dota de significado a los objetos y espacios, los cuales a su vez, condensan, dan durabilidad y veracidad a ciertos discursos. Es lo que se observa en la alusión que el visitante de la Villa Grimaldi hace al botón incrustado en los rieles, que relaciona dicho objeto con los saberes y discursos sobre la desaparición forzada de personas durante la dictadura militar. Los objetos y los espacios se erigen como agentes de enunciación de lo ocurrido y proveen de una experiencia en la que el pasado vuelve al presente.
Sin embargo, no siempre los objetos y espacios son subsumidos en un relato poblado de significados estables. O dicho de otro modo, no siempre los objetos y espacios son inscritos y alineados de forma reproductiva en torno a un relato adscrito a una "verdad histórica" sobre los hechos del pasado. En ocasiones, los objetos y lugares, habitados de presencias y ausencias movilizan mundos subterráneos de la imaginación de sus visitantes, haciendo emerger otras significaciones capaces de declinar temporalmente la codificación prevista, y de este modo, posibilitando otras narrativas alojadas temporalmente en los intersticios de lo real-ficcional, como por ejemplo cuando una de las visitantes se imagina cómo desorientaban a los presos haciéndoles subir y bajar por las escaleras en Londres 38.
La experiencia producida en los "teatros de producción de memoria" promueve la generación de imágenes y sensaciones que acercan al visitante a las experiencias de las personas que sufrieron la violencia de la dictadura. Los y las participantes de esta investigación no fueron víctimas directas de dicha violencia, y en muchos casos la visita al lugar fue su primer acercamiento a hechos que les habían sido relatados en diversos contextos y desde distintas posiciones ideológicas. La cercanía que se produce en el espacio envuelve a los sujetos en una experiencia que no solo informa, sino que los hace sentir y vivenciar empáticamente los relatos con los que se están encontrando. Las personas se refieren a esto aludiendo a afectos y sensaciones corporales —como por ejemplo ganas de llorar, opresión en el pecho— que emergen durante el recorrido. En sus relatos prevalecen por un lado, la empatía con las personas que fueron torturadas, desaparecidas o muertas en esos lugares y, por otro, las sensaciones de dolor, angustia e impotencia relacionadas con tales hechos. El espacio interpela a sus visitantes en su posicionamiento previo respecto del pasado reciente, generando algunas mutaciones en estos posicionamientos y contribuyendo a transformar la relación subjetiva de las personas con el pasado.
En esta investigación nos propusimos el estudio de lugares de memoria a partir de la noción de experiencia como una perspectiva que, además de tomar en cuenta el carácter discursivo de la memoria colectiva busca comprender la relación semiótico-material que se establece entre participantes, objetos y espacios. Sin embargo, cabe preguntarse cómo la complejidad de la experiencia en estos lugares se expresa en los relatos de los sujetos, tanto durante el acompañamiento dialógico interactivo como en los grupos triangulares. Los segmentos analizados en este artículo dan cuenta de dimensiones de la experiencia que los propios sujetos logran verbalizar con dificultad, particularmente las referidas a afectos como la angustia, la tristeza y la rabia, por lo que sería interesante perfeccionar la metodología propuesta de modo que se obtengan datos que recojan con más fuerza y densidad estas dimensiones menos aprehensibles con las palabras. Efectivamente la memoria colectiva no es solamente un conjunto de recuerdos sino de manera fundamental un conjunto complejo de afectos y sentimientos que como sostiene Fernández (2000) requieren una aproximación que pueda dialogar con esas dimensiones sin que su verbalización altere o descuide su sentido afectivo.
Entendiendo los lugares de memoria como teatros de producción de memoria, orientados a promover experiencias de memoria para que se elaboren activamente sentidos sobre el pasado a partir de la interacción con el espacio, pareciera que la radicalidad de la interpelación afectiva que los lugares generan en los sujetos permite la concreción de la memoria, "materializa todo lo que pasó" como señalaba uno de los participantes, pero al mismo tiempo esta concreción adquiere un valor de verdad prácticamente incuestionable. De este modo, se dificulta la apertura a diferentes lecturas e interpretaciones de los hechos, o, a versiones más elaboradas que complejicen y problematicen el pasado que se recuerda. Siguiendo la pretensión de que la memoria se constituya en un aprendizaje colectivo relativo a los derechos humanos, resulta pertinente el planteamiento de Maceira (2009) en cuanto a que el aprendizaje que se promueve en este tipo de lugares suele tener un carácter más sensorial y afectivo que conceptual y crítico. Desde esta perspectiva el desafío es que los lugares de memoria se sigan transformando con el fin de orientarse a promover experiencias que articulen la afectividad con interpretaciones que permitan problematizar las versiones del pasado más que aceptarlas de manera acrítica, a través de estrategias que permitan modular su impacto afectivo y promover la problematización de los hechos que se recuerdan y su relación con el presente.
Pie de página
1La nomenclatura utilizada para identificar las citas de las personas participantes siguió la siguiente regla: participante no. x y género - lugar - tramo de edad. Ejemplo: 01M-L38-1830. Participante 01 mujer - Londres 38 - tramo de 18-30 años. Los lugares de memoria citados corresponden a: L38: Espacio de Memorias Londres 38. VG: Villa Grimaldi. En este artículo, no se usó ninguna cita del memorial ni de la Estatua de Allende. M, es moderador/a.
2Expresión chilena que significa 'entiendes'.
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