1. Introducción
“En cuanto presentía, razonablemente o no, que abusaban de mi ingenuidad para manejarme, me rebelaba”
(De Beauvoir, 2011, p. 17)
Este artículo forma parte de los resultados del Nodo Entre Ríos del proyecto de investigación “Efectos del aislamiento social preventivo en el ejercicio del derecho a la salud en las infancias argentinas”, convocatoria “PISAC-COVID 19 - La sociedad argentina en la pospandemia”1, dirigido a indagar experiencias de infancias y adolescencias (NNyA) en la pandemia por COVID 19 tanto durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) como en la fase de Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio (DISPO).
La investigación se centró en el abordaje de las transformaciones en las prácticas cotidianas pero también de los sentidos y emociones de infancias y adolescencias (NNyA) acerca de la pandemia, la ciudad y el espacio público, las formas de sociabilidad en términos de juego, actividad física, cuidados y comensalidad en un contexto disruptivo; el impacto de las reconfiguraciones institucionales (como la escuela) en la experiencia de los grupos familiares, los vínculos comunitarios, entre otras.
En este marco, el estudio propuesto por el Nodo Entre Ríos2 consistió en explorar sentidos, a través de la recolección de relatos de sueños de la pandemia y las medidas relacionadas con ella para dicha población, especialmente en relación al encierro en sus lugares de residencia y el aislamiento respecto de cualquier persona por fuera del círculo de convivientes, con la suspensión prolongada de clases presenciales y la falta de encuentro con pares y personas adultas significativas en espacios extrafamiliares (Drivet, et al., 2021).
Durante el prolongado ASPO (Aislamiento Social Preventivo Obligatorio) que rigió en Argentina, luego continuado en DISPO (Distanciamiento Social Preventivo Obligatorio), se privó de modo prolongado a infancias y adolescencias de cualquier espacio de socialización no endogámico. El Estado suspendió la educación presencial y prohibió el encuentro con pares y personas adultas fuera del espacio doméstico. Bajo el presupuesto de que el ASPO produjo un incremento de la vulnerabilidad de las infancias y adolescencias en lo que concierne al pleno ejercicio del derecho a la salud, esta indagación se orientó hacia un estudio interpretativo de relatos de sueños que buscó comprender, desde una perspectiva comunicativa, significaciones del confina- miento y la situación sanitaria. Durante largos meses, muchas infancias y adolescencias perdieron contacto con personas adultas o pares fuera de su núcleo familiar básico. En Argentina, el ASPO se prolongó de marzo hasta octubre del 2020. Dos semanas después del inicio del ciclo lectivo, todas las escuelas argentinas cerraron y permanecieron cerradas hasta fin de año. Mientras la escuela y las actividades deportivas aparecen como lugares privilegiados para la construcción de lazos de amistad con pares, el aislamiento limitó las posibilidades de juego colectivo y el tejido de alianzas de amistad y protección, y como contracara, forzó la endogamia e intensificó sus violencias específicas (López & Drivet, 2022).
Este abordaje se sitúa en el punto de convergencia de dos líneas de investigación que han sido marginadas en la producción de conocimiento científico: la interpretación de los sueños, por un lado, y la escucha y reconocimiento de infancias y adolescencias, por otro (Drivet, 2010; 2021).
A través de una metodología de análisis semiótico de los relatos de sueños de NNyA, se identifican sentidos emergentes relativos a angustias, miedos, deseos y esperanzas vinculados a la situación de pandemia. La importancia de una interpretación cultural de los sueños se fundamenta en un contexto teórico asentado en aportes de la Filosofía (Todorov, 1972; Foucault, 2002, 2009), el Psicoanálisis (Freud, 1991, 2006, 2017), los Estudios de Género (Spivak, 2003; Segato, 2003, 2014, 2018; Haraway, 2020, 2021), la Semiología (Barthes, 1993, 2001, 2009; Kristeva, 1988) y la Historia cultural (Pitarch, 2008; Hooks, 2021; Burke, 2000).
La iniciativa de considerar los sueños de infancias y adolescencias como material digno de análisis implica especialmente estar dispuesto a escuchar en esos relatos las formas de lidiar con la vida cotidiana en un contexto de pandemia. Desde esta perspectiva, dichas narrativas no interesan solo para indagar a infancias y adolescencias, sino más bien para explorar a través de ellas aspectos relacionados con la adultez. Esta población, históricamente silenciada, subalternizada o desplazada a los márgenes del archivo, víctima de un sesgo adultocentrista dominante, presenta relatos que necesitan ser recuperados, evitando caer en su representación objetivante y apuntando a reconocer su subjetividad y sus formas de simbolizar el mundo.
En el viejo paradigma de patria potestad que considera a las infancias y adolescencias como propiedad privada de madres, padres o tutores/as y, por lo tanto, incapaces, la niñez y adolescencia se conciben como etapas de vulnerabilidad e incapacidad, sin posibilidad de discernimiento y, menos aún, de tener opinión propia o alzar una voz disidente. Esto ocurre en el marco de una sociedad adultocéntrica (Duarte Quapper, 2012) constituida por “la interrelación entre clases de edad que cotidianamente definen -desde sus diversas posiciones- los modos de relación que establecen, las decisiones que toman y el control que de ellas pueden tener (poder/autonomía), y los criterios desde los que sostienen sus prácticas, discursos e imaginarios (habitus)” (p. 103). Así, la condición adultocéntrica remite a relaciones de dominio entre estas clases de edad, donde “se asientan las capacidades y posibilidades de decisión y control social, económico y político en quienes desempeñan roles definidos como inherentes a la adultez y, en el mismo movimiento, los de quienes desempeñan roles definidos como subordinados: niños, niñas, jóvenes, ancianos y ancianas” (Duarte Quapper, 2012, p. 111).3
La historia de las experiencias infantiles fue marginada durante muchos años en los estudios académicos, en parte debido a las dificultades metodológicas que conllevaba. Las Niñas, Niños y Adolescentes (NNyA) son un grupo social que raramente dejó testimonio de sus experiencias, ideas, emociones o mentalidades (Sosenski & Jackson Albarrán, 2012). Escuchar las voces infantiles supone un desafío para la investigación.4
Frente a las imposiciones con motivo de la pandemia, surge la pregunta acerca de qué expresan los sueños y fantasías de infancias y adolescencias. Tanto estas voces como los relatos de sueños entran dentro de la noción de conocimiento sojuzgado por la ciencia (Spivak, 2011), es decir: “conocimientos ingenuos, colocados bien abajo en la jerarquía, por debajo del nivel requerido para adquirir dignidad cognoscitiva o cientificidad” (p.33). Se ejerce así una violencia epistémica, tanto en el ámbito científico como en la vida cotidiana, regida por el adultocentrismo que menosprecia relatos de infancias y adolescencias. En contraposición y en línea con Haraway (2021), este estudio reivindica la parcialidad y situacionalidad del conocimiento que tiene en cuenta “las implacables relacionalidades, anudamientos y conexiones, sin nunca tener la ilusión de terminarlas” (p.26), frente al conocimiento situado pero pretendidamente universal adulto y androcentrado. Asimismo, el abordaje de narrativas de sueños se sustenta en la disposición a recuperar el valor de las fantasías con una validez para la historia cultural. Lejos de ser solo personales, estas se construyen dentro del magma de sentidos sociales, no le temen a la infantilidad y ofrecen una perspectiva incisiva de aspectos no conscientes con cierta agudeza política.
2. Metodología
Para la recolección de relatos se llevó a cabo un muestreo intencional por conglomerado dirigido a niños, niñas y adolescentes (NNyA) como grupo poblacional específico dentro de la población, que comprende a quienes tienen entre 0 y 17 años. Se trata de un grupo que requiere un cuidado, atención y protección particulares (UNICEF, 2023).
En relación con la muestra, para el estudio se recolectó un total de 82 relatos de sueños de NNyA durante el periodo de ASPO y DISPO entre mayo y junio de 2021. Para obtenerlos se llevaron a cabo dos estrategias. La primera, destinada a infancias, consistió en solicitar los relatos de modo virtual, ya sea de forma escrita o a través de narraciones orales por audio, con el consentimiento de las personas adultas a cargo. Llevamos a cabo un muestreo intencional, por conveniencia, a través de redes. Los participantes de este estudio fueron NNyA de estratos socioeconómicos medios, oriundos de las ciudades de Santa Fe y Entre Ríos. Para ello, elaboramos una entrevista informatizada e invitamos a adultos a cargo de NNyA a colaborar con la investigación a través de sistemas de mensajería (WhatsApp y correos electrónicos) y redes sociales (Instagram y Facebook).
Se invitó a los padres y madres de los niños y niñas a colaborar con la investigación a través de redes sociales (Instagram y Facebook) y a través de grupos de WhatsApp de padres y madres, conformados en diversas escuelas santafesinas y entrerrianas para compartir información respecto de los niños y niñas, así como sobre las instituciones educativas (grupos de grado, de primero a cuarto grado de la escuela primaria). En la invitación, se solicitó a quienes quisieran colaborar con la investigación que se comunicaran a través de WhatsApp, por mensaje privado, para compartir las producciones de sus hijos e hijas.
Se elaboró un consentimiento informado con información respecto de los objetivos del estudio, y sobre el tratamiento que se daría a los datos (confidencialidad y abordaje psicosocial, sin incluir aspectos de la historia particular o intimidad de los niños y niñas). Este consentimiento se compartió a través de mensajes privados, en respuesta a quienes se contactaron manifestando su voluntad de participar. La consigna incluida en la invitación consistió en solicitar relatos de sueños que niños y niñas hubieran tenido durante el período de pandemia (escritos o grabados en mensajes de audio por ellos). La única información personal solicitada para enmarcar estas producciones fue la edad, el grado escolar y el género.
La otra estrategia, destinada a adolescencias, implicó la articulación con escuelas secundarias de la ciudad de la región5, donde se recolectaron narraciones de sueños de adolescentes a través de un cuestionario y por medio de la escritura. La selección de las escuelas públicas de la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos, tuvo como objetivo llegar a adolescentes de poblaciones socioeconómicamente vulnerables. El cuestionario anónimo y confidencial sobre Pandemia y Salud Mental en Adolescentes Argentinos contaba con 38 preguntas acerca de si querían responder a las preguntas, dónde vivían, con qué adultos, cuál era el nivel educativo formal que alcanzaron, en qué trabajaban, si convivían con otros NNyA, cómo impactó la pandemia en el grupo familiar, qué situaciones tuvieron que atravesar, cuántos años tenían, en qué año escolar se encontraban, cuál era su género, si realizaban deportes, si tenían pasatiempos, qué tareas o trabajos realizaban. Contemplaba también preguntas acerca de sus amistades, del desempeño escolar y la asistencia a clases virtuales y presenciales; se preguntaba si tuvieron problemas académicos, si tenían alguna discapacidad, si acudieron a una ayuda psicológica o psiquiátrica, si fueron diagnosticados algún problema de este orden, cuáles consideraban que eran sus fortalezas y dificultades, preocupaciones y sufrimientos. La última de las preguntas del cuestionario consistía en: “¿Podrías contarnos un sueño que hayas tenido durante la pandemia? Contanos todos los detalles que recuerdes”. En estas últimas respuestas se centra el presente artículo.
Para el presente artículo, nos centramos en los relatos de sueños de NNyA de entre 6 y 17 años (escritos y grabados). Del total de 82 recolectados, seleccionamos 39 que fueron agrupados, para su análisis, por temáticas o tópicos problemáticos. En tal sentido, no es objeto del artículo abordar en profundidad las diferencias por edad, clase o género, sino mostrar aspectos que resultan comunes. Se trata especialmente de narraciones de niñas y adolescentes que fue posible organizar en una caracterización temática de los relatos de sueños, por medio de ciertos tópicos emergentes.
De esta manera, nos propusimos explorar sentidos asociados a la pandemia en población de NNyA del litoral argentino a través del análisis de relatos. Adoptamos para ello una perspectiva interpretativa, con base en el psicoanálisis, como herramienta teórica que posibilita un análisis profundo no solo individual (Freud, 1991), sino también cultural e intersubjetivo (Drivet, 2022). Con un enfoque psicoanalítico, una interpretación cultural de los sueños apunta a volver reflexivos tópicos sobre angustias, prohibiciones, preocupaciones, así como deseos y esperanzas que circulan en una cultura y un momento dado de la historia situada. La fantasía se comprende aquí, por un lado, a partir de su relación con lo imaginario y la escenificación del deseo, y por otro con los discursos sociales como realización de intereses ligados a lugares en una formación social (Sercovich, 1977). En esta perspectiva de análisis, el soñar tiene que ver con lo político, lo ideológico y lo cultural, y no se restringe solo al ámbito de la singularidad individual. En esta línea, se procura reflexionar acerca de la politicidad y potencia epistémica de los relatos de sueños, donde lo íntimo se liga a lo político junto a su capacidad para saber y conocer lo que está sucediendo, incorporando la idea de un trabajo discursivo (Kristeva, 1988) a partir de la cual se problematiza la producción del sentido (Suniga, Tonkonoff, 2012). Desde esta mirada, el relato de los sueños no contiene un sentido sino que propone una productividad, en tanto se enmarca en una concepción del lenguaje y una teoría de la significancia que incorpora la noción de producción y puesta en crisis del sentido y del espacio social y subjetivo (Todorov, 1972). El relato se comprende como un mosaico de citas (Kristeva, 1967), a partir de su intertextualidad, en que otros relatos están presentes en niveles variables, bajo formas más o menos reconocibles. La narrativa de los sueños como tejido nuevo de citas no se reduce a un problema de fuentes o influencias sino que se trata más bien de referencias inconscientes o automáticas, anónimas, a menudo ilocalizables, de una trama de discursos y fantasías anteriores. De esta manera, lo imaginario social se inscribe en el relato, mediante una red de conexiones de fragmentos de la cultura que circulan y conforman una especie de collage, magma o crisol. Este abordaje permite percibir la historicidad del relato, mediante ecos, huellas que aparecen entre distintas capas de significación que provienen de fragmentos de discursos y fantasías sociales, históricas y situadas. Se trata de resonancias de otros relatos que irrigan y atraviesan la narración. De tal manera, los sentidos no aparecen inmediatamente sino que iluminan fragmentos en los que el espacio y la historia social se hacen presentes.
Esta definición de los relatos en tanto unidades que forman parte del corpus incluye un trabajo de lectura que apunta a interpretarlos a través de un entramado significante que se relaciona con la cultura y la vida cotidiana en pandemia. De esta manera, se busca abordar procesos culturales de sentido, desde una mirada crítica que busca desnaturalizar lo coyuntural.
El trabajo de interpretación, selección de fragmentos y sistematización de tópicos emergentes implica una diáspora teórica que vincula campos de producción cultural propios del campo de estudios de la comunicación, la semiótica, los estudios de género. Estos fragmentos se comprenden en tanto figuras en sentido barthesiano, es decir, como conformación de un lugar (topos) dentro de una tópica. El concepto de figura no conforma un sentido cerrado; por el contrario, las figuras se mueven, se afirman, se tachan y borran lo que acababa de afirmar (Barthes, 2011). En relación a la selección de fragmentos significantes, en línea con una mirada de corte psicoanalítica, se buscan aquí irregularidades, singularidades, distinciones, para poner de relieve las prácticas significantes. En esta perspectiva, el relato comparte características con el sueño: supone la ejecución de todo lo posible. Sin embargo, en ese abanico de posibilidades se presentan marcos discursivos que limitan las acciones a la vez que cuestionan la normalidad.
En los relatos de sueños subsisten una multitud de pequeñas acciones, que con frecuencia tienen la apariencia de ser fútiles y casi maquinales, pero lejos de considerarlas subsidiarias como una especie de fondo insignificante, son plausibles de ser analizadas como rasgos significantes, pues: “Ninguno de estos rasgos es ‘espontáneo’ o ‘insignificante’: cada uno recibe su autoridad y su familiaridad de un conjunto sistemático de ‘maneras de pensar’, es decir, de repeticiones y reglas colectivas, o incluso de un gran código cultural” (Barthes, 1993, p. 205). Las formas narrativas presentan rasgos históricos, códigos de cultura que se actualizan en el relato. De esta manera, un relato de sueño puede asociarse a lo verosímil, a través de la profusión de signos donde los comportamientos de los personajes (en la medida en que se unen concatenaciones coherentes) resultan de un código particular y le dan su apariencia de racionalidad narrativa (Barthes, 1993).
En el análisis de los relatos procuramos identificar la singularidad de los sueños, detectar las iteraciones, detenernos en los diálogos narrados así como en las perspectivas y tomas de posición de infancias y adolescencias. Lejos de pretender representar sus voces, en el sentido de ‘hablar en nombre de’, como en política, o en el sentido de ‘re-presentación’, como en arte o filosofía (Spivak, 2011), no buscamos ‘dar voz’ sino que proponemos una voluntad de escucha, donde cabe la irrupción de lo heterogéneo, lo que no se deja apropiar por discursos del adulto y androcentrismo.
La labor de análisis se pregunta por las luchas de sentido que se presentan en esas narrativas de sueños de infancias y adolescencias, qué acciones aparecen como posibles y deseables y en qué margen pueden no solo hablar sino también sacudir “todo lo familiar al pensamiento” (Foucault, 2002) de un orden centrado en la adultez. Intentamos reducir al mínimo la violencia simbólica, estableciendo una relación de escucha o lectura activa y metódica, fortalecida con el conocimiento de las condiciones objetivas (Bourdieu, 1999) de la asimetría social entre personas adultas, infancias y adolescencias y entre los géneros.
3. Resultados
El análisis de relatos de sueños de infancias y adolescencias en pandemia arrojó una serie de tópicos emergentes, a saber: a) lo fantástico y lo mágico como formas de hacer frente a los males; b) el temor a la violencia de género; c) angustias asociadas a la soledad y las ausencias, y deseos de futuros relacionados con sentidos de la independencia, la educación y los vínculos afectivos.
En algunos relatos de sueños de niñas, las fantasías se relacionan con cuentos de hadas. Mientras lo fantástico es una ruptura del orden reconocido (Todorov, 1972), fantasía, ficción y realidad se intersectan en tanto construcciones políticas (Haraway, 2020). Una niña de 7 años narró un sueño en que sus primas entraron a su pieza y que en ella había un portal que las llevaba a un mundo encantado: “Solo las hadas podían vernos, nadie más. Nosotras éramos hadas”. Entrelazadas al realismo mágico, narrativas tales utilizan posibilidades de escape para quizás condenar ‘realidades’ y coyunturas (Pitarch, 2008), desde un sistema de verosimilitud propio: “Yo era un hada con las alas de Maléfica y vivía en un bosque con mariposas, luciérnagas, árboles protectores y una laguna. Y yo siempre cantaba en la laguna y todos venían a verme y me encantaba explorar todos los bosques y ver cómo bailaban las luciérnagas y las mariposas y cómo gritaban sí los guardianes y la luna reflejándose en el mar, digo en la laguna” relataba otra niña de 9 años.
Aquí, en sintonía con el psicoanálisis, lo imaginario y lo ilusorio no se identifican con lo falso o lo contrario a la realidad sino más bien con su relación con el deseo (Freud, 2017). La fantasía puede servir de vehículo para interpretar la realidad y trabaja con valores ideológicos directamente relacionados con ésta (Pitarch, 2008). El mundo fantástico se constituye basado en la diferencia con el real, sin embargo, esto no impide que sus imágenes adquieran poder simbólico: la extrañeza de lo imposible se contrarresta con la familiaridad de sus bases ideológicas. Uno de los temas centrales en estos relatos es el conflicto moral entre el mal y el bien, entrelazados a literaturas de terror, donde una coyuntura como la pandemia o el virus COVID19 pueden ser personificados y asumir rasgos morales. Relataba una niña de 7 años: “vino la pandemia, pero nunca sabía que iba a ser muy mala. Entonces lo que yo pensé es que algún día la pandemia se iría y todos estaríamos felices”; “no quiero que venga la pandemia de vuelta”. Otra niña de la misma edad narraba su sueño a través de una ilustración donde personificaba al virus, caracterizado como ‘el malo’, ‘el que te enferma’: “El dibujo se trata de una niña feliz, con rosas y todo perfecto.. y luego va caminando y ve un covid, y una niña estaba enferma, entonces ella no sabía lo que era, luego lo conocía y era el malo covid, el que te enferma”.
En estos relatos fantásticos también emergían sentidos de esperanza, como el de esta niña de 7 años: “Dicen que va a venir una nueva de covid que va a ser peor que ésta pero yo espero que eso no sea realidad y que todos vivamos felices”.
En el marco de las angustias suscitadas por la pandemia, relatos fantásticos hacen presentes márgenes de libertad y felicidad. No es casual la emergencia de este tipo de narrativas de sueños en niñas, que da lugar al protagonismo a personajes femeninos, como el caso de Maléfica, que en relatos de las últimas décadas fueron ganando valores asociados históricamente a la masculinidad como la valentía y el honor, la defensa, el conocimiento, la invención. Así relata una niña de 7 años, la resolución feliz llevada a cabo por su protagonista femenina, frente a la dimensión monstruosa de la pandemia: “Entonces lo que hizo fue crear la vacuna de covid. Y ahí un niño que estaba en la cama y se sentía mal porque estaba enfermito y entonces le puso la vacuna y se mejoró. Luego todo fue feliz. Los niños fueron felices, si alguien se enfermaba todo el mundo tenía la vacuna y todos estaban felices, había flores. Ya no estaban rotas y todo podrido, ahora estaba todo perfecto. Y el covid se fue del mundo y ganaron las personas con la vacuna y su poder.”
En este mundo de la fantasía, el saber ligado a la magia juega un papel central en tanto explicación e intervención sobrenatural del universo, en contraposición a un pensamiento racional y adultocentrista. La magia también supone la capacidad de ser agenciada en tanto instrumento por personajes femeninos como brujas, hadas o reinas y no se precisa ser adulta para ello. De esta manera, las capacidades mágicas e inventivas aparecen como herramientas cotidianas. Ante tragedias del mundo contemporáneo, como puede ser una crisis global desatada por una pandemia producida por la misma humanidad, relatos fantásticos infantiles ofrecen el consuelo de la justicia poética (Pichart, 2008), para la resolución satisfactoria de conflictos.
b). El acecho de la violencia
Otro de los tópicos emergentes del análisis de los relatos de sueños en NNyA es el acecho de la violencia frente a la (in)seguridad doméstica. Durante la vigencia del ASPO, la escalada de denuncias de violencias de género y femicidios fue noticia en el país.
Relatos de sueños de NNyA se encuentran entramados con los miedos que despierta el espacio público en una sociedad de carácter patriarcal, frente a la pretendida seguridad del espacio doméstico. El temor ante la amenaza femicida relativa a los derechos de dueñidad patriarcal (Segato, 2014) se presentaba en el relato de una niña de 6 años: “Yo soñé una vez que estaba con mi mamá en la heladería y que había un hombre que mi mamá me dice: Vení. Yo le digo a mi mamá: mamá quiero un helado. Y ahí me acordé que me estaba persiguiendo un hombre malo. Entonces después me tuve que ir al baño corriendo porque estaba viniendo conmigo ese hombre malo. Venía con un cuchillo. Entonces yo me subí al techo y él me escuchó pero no me vio. Y ahí terminó el sueño porque me desperté.” En algunos relatos de sueños durante el confinamiento, la ciudad imaginaria se presenta a merced de violencias misóginas: “Estaba caminando por las calles de mi casa y cuando volteo para mirar alrededor había una camioneta blanca que me quería secuestrar”, narraba una niña de 12 años. “Soñé que me perseguía un israelí con bolsas del supermercado”, relataba una joven de 17 años.
La trata y los femicidios aparecen en los miedos expresados en los sueños, que acechan como una amenaza ante la práctica, entre otras cosas, de deambular en el espacio público, en función de un orden de seguridad patriarcal y adultocentrado. En el marco del confinamiento doméstico, el deseo por transitar en el espacio público puede hallarse en estos relatos, unido al temor, que en este caso, no teme al contagio del COVID19 sino a la violencia patriarcal.
Aquí resulta crucial remarcar que el patriarcado se asocia al adultocentrismo, por el cual la autoridad legítima y unilateral reposa naturalmente en los adultos y también en las prácticas de discriminación de género con dominio patriarcal (Duarte Quapper, 2012). En los sueños, la paranoia del acecho, la prohibición de hablar con extraños -un extraño se presenta como alguien que no está clasificado dentro de las identidades propias de la institución de la familia- propicia la reclusión doméstica y favorece solo aquellos contactos con personas que se conocen -aunque gran cantidad de abusos y femicidios suceden en el orden familiar-.
El orden de la dueñidad patriarcal es adultocéntrico: niños y adolescentes varones se encuentran a merced de esta violencia en el espacio público, enfrentados a otros varones adultos que representan un peligro. Resulta de interés aquí comentar el sueño de un varón de 14 años: “Estaba con mis amigos en la plaza y luego pasa un auto negro y del auto salen cinco tipos armados y nosotros corrimos, a uno de mis amigos le disparó y eso fue lo último que recuerdo”. El temor a la violencia se encuentra en niños y adolescentes que se presentan como vulnerables frente a estas pedagogías de la crueldad (Segato, 2019) entre pares, con necesidad de reconocimiento del mandato de masculinidad y dominación, de vandalismo. “Soñé que me golpeaba un grupo de chicos y quedé en coma”, indicaba otro joven.
Por otra parte, niñas y adolescentes a quienes se les ha vedado el monopolio de la violencia fantasean con relatos donde las protagonistas son capaces de agenciar las dimensiones de la maldad o lo monstruoso. Como narraba una joven de 17 años: “Soñé que mi hermana ocultaba cuerpos muertos en su armario (que claramente mató ella), yo la descubría y desde ahí empiezan a pasar cosas raras. Ella busca cualquier oportunidad para matarme porque sabía su secreto. En una de esas me cansé y le clavé un cuchillo en el pecho, la di por muerta. Pero al otro día aparece de nuevo, sonriéndome.
Llegamos a un acuerdo y nos dimos una tregua. Ahí termina todo”. La dimensión de la violencia se manifiesta en fantasías que, lejos de ubicarlas como víctimas, las posicionan como agentes que planean, matan, se defienden. “Una vez soñé que yo y mi mejor amigo estábamos en mi casa y entró mi papá y nos quería matar, nosotros nos escondimos e intentamos llamar a la policía. Mientras yo trataba de acuchillarlo pero él siempre se daba vuelta y me veía y me volvía a esconder”, relataba una joven de 13 años. Frente a uno de los imperativos de los pilares identitarios que vertebran ‘lo femenino’ sustentado en una “radical impotencia” (Monroy, 2022), que niega el derecho a la defensa, a la capacidad de la fuerza y la violencia, y supone frente a ello la necesidad de protección externa masculina, relatos oníricos se enfrentan y desean agenciar la dimensión de la violencia y defensa personal.
c) La soledad y la muerte frente a las esperanzas y deseos
Entre los relatos de sueños encontramos angustias asociadas a la soledad: “Soñé que me dejaban sola, me estaba ahogando en un lugar negro y no me podía despertar ni moverme”, relataba una niña de 12 años; “Soñé que mi novio me dejaba sola”, narraba una adolescente de 17 años. También se hallan sentidos de la muerte. Algunos narran apariciones en sueños de familiares ya fallecidos, que no se asocian solo a la tristeza o nostalgia sino también al afecto o la alegría. “Soñé que estaba con mi abuelo (falleció hace 18 años) y me tenía en brazos, me contaba cosas del pasado (no me las acuerdo)” narraba una adolescente de 14 años. “Una vez había soñado con un familiar fallecido, en el sueño él estaba vivo, hacíamos cosas increíbles y que a su vez no lo olvide. Al despertar y no verlo me puse mal. Desde ahí vengo soñando con él cada mes...”, relataba otra de 16 años. “Con una persona que perdí soñé que bajaba de un auto con un bebé en brazos y otras veces que me la cruzaba en la calle y como que hacía que no me conocía”, narraba otra joven de 17 años.
Ante la situación de emergencia sanitaria no faltaron relatos sobre temores de que familiares perezcan: “Soñaba que perdía a personas que me importaban mucho”, relata otra de 16 años.
La vida cotidiana de infancias y adolescencias se vio afectada por el miedo a la muerte de seres queridos y por la pérdida de contacto con personas e instituciones externas a la familia. En los relatos de sueños se presentaban deseos sobre espacios de sociabilidad, aprendizaje y esparcimiento. Una niña de 12 años asociaba el sueño al deseo de volver a la escuela: “Mi sueño era poder volver a la escuela para estudiar y aprender más”, “Soñé que estábamos de campamento con todos mis compañeros de la escuela y que comíamos pizzas todos juntos a la noche”, narraba una adolescente de 13 años.
Los relatos también hablaban de angustias respecto a los deseos de otras personas cercanas y familiares: “Soñé que era suficiente para los demás”, contaba una adolescente de 13 años. Otra joven de la misma edad decía que soñaba “Aprobar las materias” para que sus padres “estén contentos”. En esta línea se encuentran también deseos asociados a una convivencia familiar más amorosa. “Que mis padres no se peleen y que me traten bien”, indicaba una niña de 12 años.
Pero entonces, la consigna sobre relatar un sueño durante la pandemia implicó como un emergente regular, la asociación de la noción de sueños a deseos y esperanzas de vida. Se repite la fórmula de ‘seguir los sueños’, en algunos casos asociados a una carrera artística: “Lograba lo que soñaba y conseguía un título de baile y lograba bailar y competir en todo el mundo”, decía una adolescente de 14 años; “Estar en una academia de baile”, indicaba otra de 13, “Poder presentarme con mi grupo de baile a un concurso en Santa Fe”, decía otra de 17. En este punto cabe explicitar que mientras en varios relatos, los varones soñaban con una carrera deportiva ligada al fútbol o el basket, en niñas y adolescentes encontramos mayormente carreras artísticas o profesionales como el modelaje: “El sueño que siempre tuve es ser modelo”, afirmaba una joven de 17 años.
Entre estos deseos de futuro encontramos los de independencia y la posibilidad de dejar de vivir con su familia: “No vivir más en mi casa. (Independizarme)”, “cumplir los 18 y mudarme”, indicaba una adolescente de 14 años. En esta línea hallamos el deseo de finalizar la educación secundaria e ingresar a la universidad: “Poder llegar a terminar mi secundaria y comenzar mi carrera para poder volverme autosuficiente e independiente”, señalaba otra de 17 años; “mi sueño es terminar la escuela y ser veterinaria”, señalaba una adolescente de 15 años.
En los relatos de adolescentes emergieron los sueños de comenzar un emprendimiento comercial. Una joven de 16 años indicó que soñó comprar “una panadería”; “Un sueño podría ser poder vender mis cuadros o poder obtener los recursos y materiales para empezar ese emprendimiento”, imaginaba otra adolescente de 16 años.
Ante la reclusión en pandemia, aparecieron también deseos de viajar “Durante la pandemia mi sueño era salir de viaje, con familiares, amigos, conocidos, etc.”, escribió una adolescente de 16 años. “Mi sueño es llevar a mi abuela a Estados Unidos, Miami, Florida, ella siempre quiso salir a conocer y pasear por eso yo pienso en darle un buen viaje juntos por esa ciudad”, indicaba un varón de 16 años.
Otros sueños de niñas y adolescentes se relacionan al amor romántico: “Ganar un mundial con el que se sienta al lado mío. (Corazón)”, añoraba una joven de 14 años. En este marco encontramos los deseos por conocer personalmente a sujetos con quienes entablaron un vínculo amoroso de forma virtual: “Conocí a una persona que me hace muy feliz pero vive lejos y haría cualquier cosa por conocerlo”, decía una adolescente de 13 años.
De esta manera, miedos, angustias y deseos se entrelazan en relatos de sueños. La polisemia de la palabra sueño llevó a que varios adolescentes respondieran el cuestionario con un relato deseante y deseoso de futuro, en vez de una narración onírica. Esta respuesta inesperada, finalmente, emergió con una potencia que iluminó otras aristas del estudio.
4. Discusión y conclusiones
El artículo se ha ocupado principalmente de narrativas de sueños de infancias y adolescencias que permitieron sondear problemáticas emergentes como: a) fantasías sobre el bien y el mal; b) problemas de la seguridad y la violencia; c) angustias asociadas a la soledad y las ausencias; y deseos de futuros asociados a la independencia, la educación, el amor. Ha procurado recuperar así dos relatos marginados: el de los sueños y el de las infancias y adolescencias, adicionando la perspectiva de género.
En los relatos encontramos de modo recurrente expresiones de cumplimiento imaginario de deseos insatisfechos asociados a la sociabilidad, el esparcimiento, los itinerarios educativos, los viajes, angustias vinculadas a la muerte o relacionadas a la percepción de vulnerabilidad, incertidumbres y deseos sobre el futuro y tanto angustias como tácticas de defensa vinculadas a la percepción de una violencia adultocéntrica y patriarcal por parte de una sociedad que suele vulnerar sus derechos y negar su reconocimiento.
Los sueños de NNyA en pandemia se resistieron a confinarse al ámbito doméstico. Los relatos hablan de satisfacciones imaginarias de deseos, que desafían o revierten las prohibiciones; y de violencias, temores, muerte. También hablan de capacidad de agencia infantil y adolescente: de sus tácticas de resistencia frente a las violencias, sus suspicacias, sus poderes. Como protagonistas de sus sueños, pueden ser oportunistas y responden a las imposiciones del mundo adulto, desconfían de la protección adultocéntrica, se defienden ante violencias específicas y traman respuestas frente a las imposiciones. A la vez, claman por lazos amorosos dentro de las familias y por fuera, extrañan las amistades, los espacios de sociabilidad y esparcimiento.
Con la situación de pandemia y las medidas de emergencia sanitaria, también encontramos relatos sobre el miedo a la muerte de seres queridos, las incertidumbres del futuro, sentidos sobre lo peligroso.
Las medidas vinculadas a la pandemia por COVID-19 implicaron una reconfiguración radical de la vida cotidiana de infancias y adolescencias (tiempo de pérdidas, aislamiento, distanciamiento y profundas transformaciones de las prácticas de sostenibilidad de la vida), un escenario que tuvo consecuencias diferenciales y desiguales en las infancias y adolescencias, en relación a la posición subalterna frente al adulto, y al androcentrismo en la estructura social.
Si bien las infancias y adolescencias no han sido la población de mayor riesgo por el contagio del COVID-19, el aislamiento ha profundizado sentidos específicos respecto a la muerte y la enfermedad, las esperanzas y temores de futuro, las violencias entre pares, las violencias de personas adultas y sus tácticas de defensa, las violencias de género, su relación con personas adultas de la familia, ha desplazado sentidos acerca de los deseos de independencia, de relaciones afectivas, y las maneras de vinculación incluyeron o profundizaron las relaciones virtuales. Temores y deseos traspasaron los márgenes del confinamiento, clamando y reclamando a través de las fantasías de generaciones que pretenden ‘seguir sus sueños’.
Con este trabajo pretendimos colaborar con la visibilización de una perspectiva de NNyA frente a la pandemia COVID19, exponiendo, a través de sus relatos de sueños, sentidos acerca de sus realidades, angustias, miedos y deseos, como modo de producción de conocimiento acerca de dicha población.