1. Introducción
Entre 2014 y 2015 se realizó una investigación en el Paisaje Cultural Cafetero (PCC) en Colombia la cual tuvo como objetivo principal identificar las dimensiones de la recuperación o conservación de los mitos folclóricos con base en tres municipios de muestra que se identificaron gracias a dos factores, primero, que representan tres zonas diferentes del PCC y segundo, que algunos historiadores de la región los reconocen como reservorios de la tradición oral y, puntualmente, de los mitos folclóricos. Estos municipios fueron: Marsella, Risaralda, ubicado en la Zona C del Paisaje; Génova, Quindío, perteneciente a la Zona D; y Anserma, Caldas, a la Zona F.
El proceso partió de una revisión bibliográfica de los autores e investigadores más representativos de la región que han estudiado el tema de la tradición oral y en particular, la presencia de los mitos folclóricos, sus particularidades, sus contextos, sus manifestaciones y de qué manera han sido conservados. De esta información se pudo extraer como gran idea centralizadora, una categorización de los mitos folclóricos según sus características y procedencias.
Al concluir esta etapa, se procedió a la búsqueda de fuentes en estos tres municipios en tres grupos etáreos claramente diferenciados. En primer lugar, los adultos mayores que tuvieran conocimiento de los mitos folclóricos y estuvieran en capacidad de relatarlos de manera completa, coherente e intelegible. Es decir, se identificaron los griots que cumplieron el papel de fuentes principales. Segundo, se formalizó una relación con los coordinadores académicos de los colegios María Auxiliadora de Marsella, Instituto Génova y la Institución Educativa de Occidente de Anserma, quienes en conjunto con los directores de grupo, colaboraron en la identificación de los niños y niñas con intereses y conocimientos de los mitos y leyendas propios de su región.
De esta manera, se conformaron los grupos focales con niños y niñas (entre 7 y 11 años de edad) de 3 a 5 grado de básica primaria que brindaron información sobre las maneras como han conocido los mitos folclóricos, demostrando su capacidad para relatarlos. Por último, se contactaron los estudiosos, periodistas o historiadores que han producido conocimiento a través de su labor investigativa sobre los mitos folclóricos en cada zona con el objetivo de incluirlos como fuentes expertas.
Con esta red de contactos se aplicaron las técnicas de investigación que permitieron la recopilación de información que pudiese convertirse tras su análisis e interpretación en datos de investigación válidos para elaborar categorías y líneas de trabajo. Estas herramientas fueron la entrevista a profundidad en el caso de los adultos mayores y la técnica del grupo focal con los niños y niñas. Se entrevistaron cuatro adultos mayores: uno en Marsella, uno en Anserma y dos en Génova, así como tres periodistas e historiadores. Con todos se aplicó un cuestionario base donde se indagaba por su historia de vida, la manera cómo habían accedido a su conocimiento de los mitos folclóricos y el relato de algunas de esas historias.
Los grupos focales se llevaron a cabo en las instituciones educativas de carácter público que previamente se habían seleccionado, siguiendo un criterio de inclusión lo más amplio posible y reconociendo que estos colegios se encuentran ubicados, en su mayoría, en el contexto urbano de estos tres municipios. La experiencia de los grupos focales permitió identificar que efectivamente los mitos folclóricos siguen teniendo una presencia en la vida cotidiana de los niños y niñas de estos lugares y que les interesan y agradan las historias que han escuchado de sus abuelos. Asímismo, se pudo ubicar a ciertos niños y niñas con una particular capacidad narrativa e imaginativa que podrían convertirse en fuentes definitivas para la realización de un documental audiovisual que evidencie los resultados de la investigación.
Gracias al contacto con las fuentes expertas (periodistas y/o historiadores) fue posible determinar perfiles de fuentes, los mitos folclóricos de más frecuente aparición, las tendencias culturales de cada municipio en relación con la tradición oral y la importancia que estas fuentes le atribuyen a la conservación.
Con esta red de fuentes primarias ya establecida, el paso siguiente fue transcribir todas las entrevistas y filtrar la información para poder categorizarla e identificar los puntos nodales para la siguiente etapa en la que se realizaron los registros audiovisuales. Paralelo a la elaboración de las entrevistas de esta primera fase de contacto, el equipo de investigación recopiló material de apoyo sobre los contextos geográficos de los municipios escogidos. Esto con el fin de tener visualizaciones previas para la narración del material recogido.
Tras la evaluación de la información obtenida en esta segunda etapa del proyecto, se procedió a diseñar la realización de un documental que narrara la presencia de los mitos folclóricos de la región, a través de las voces de sus relatores fundacionales, los adultos mayores; y la conservación de dichos relatos en dos planos: el de los niños y niñas y el de las fuentes expertas que llevan varios años trabajando en la temática y construyendo la permanencia de esta tradición oral en sus comunidades.
La idea de realizar un documental se planteó dado que es un género audiovisual que permitiría no solo dar cuenta del acervo cultural presente en estas comunidades, sino registrar el proceso mismo de la investigación como material clave para emprender una segunda fase del proyecto. Como hilo conductor surgió el concepto de conservación puesto que tanto los adultos mayores, como las fuentes expertas y los niños y niñas coincidieron en que ese debe ser el objetivo a conseguir y que articule todas las iniciativas que se puedan emprender en relación con los mitos folclóricos en tanto patrimonio inmaterial de la región.
La tercera etapa del proyecto correspondió a la producción de todo el material audiovisual requerido para la construcción del documental, siguiendo las pautas establecidas en el diseño de producción en cuanto a los personajes a entrevistar, las locaciones y los tiempos de grabación. Dado que era necesario ir a los tres municipios y que se debía optimizar el recurso humano y financiero, se diseñó un plan de trabajo de rápida ejecución. Fue vital acá el apoyo de las auxiliares de investigación quienes acotaron todo el plan de pre-producción y lograron confirmar y ubicar a todas las fuentes a entrevistar.
Las grabaciones se completaron sin mayores contratiempos ni retrasos a lo largo de dos meses de trabajo de campo. Como balance final se tuvieron cuatro entrevistas a profundidad con adultos mayores, tres entrevistas a profundidad con fuentes expertas, y cerca de 10 entrevistas con niñas y niños de los tres municipios. Del mismo modo se registró material de archivo que describe los espacios, atmósferas y características del Paisaje Cultural Cafetero. Como parte del proceso de construcción de las posibles narrativas del documental se estudió a partir de las declaraciones de los niños y niñas, qué estrategia de representación de los mitos folclóricos sería la más eficaz y novedosa. Se descartó la realización de una puesta en escena audiovisual, luego se consideró elaborar ilustraciones en estilo cómic o arte gráfico pero por dinámicas de tiempo y proceso se eliminó esta posibilidad. Entonces se sugirió realizar puestas en escena pero con foto fija intervenida. Y así se llevó a cabo, posterior a escoger cuáles de los mitos se representarían dados los relatos narrados por los adultos mayores.
En este momento se dio inicio a la cuarta etapa del proyecto consistente en el montaje del material registrado. La post-producción documental siguió varios pasos: visualización de todo el material y transcripción de todas las entrevistas para tener un pietaje; selección y descarte de material y su clasificación de acuerdo con el tipo de contenido; montaje offline de la primera línea narrativa; composición gráfica; montaje online para corrección de color y masterización audio; montaje banda sonora; finalización. Cumplidas estas fases se obtuvo un documental de 24 minutos de duración que posteriormente, fue emitido por el canal regional Telecafé en tres ocasiones, aportando, este medio de comunicación, con la conservación de la tradición oral.
Este artículo da cuenta justamente del proceso de la investigación en las fases arriba mencionadas con todas sus características y de la realización del documental Región Mágica. Se describen así además la metodología aplicada en el proyecto de investigación, los resultados obtenidos y las conclusiones derivadas de la experiencia.
Los mitos del Paisaje Cultural Cafetero
Conservar los recuerdos del gru po era una tarea de los individuos que iban idealizando estrategias para transmitirlos a la generación siguiente. Una de esas estrategias era la oralidad, que se ha caracterizado por pertenecer al lugar donde se la pronuncia; es geografía, paisaje y entorno, que permite la apropiación y la expresión de la naturaleza. Luego apareció la escritura, definida por Voltaire, en el siglo XVIII, como “la pintura de la voz” que hizo posible la expansión del conocimiento en áreas como la ciencia, la filosofía, la historia, la literatura o la religión. Por ejemplo, la Biblia antes de ser escrita fue una enseñanza oral, que buscaba evidenciar y definir los hechos históricos, tradiciones e intervenciones de Dios que pasaron de generación en generación desde los tiempos más antiguos.
Su primer autor fue Moisés al escribir los capítulos de Pentateuco: Génesis, el Éxodo, el Levítico, los Números y el Deuteronomio. Como primera herramienta de escritura se utilizó el pergamino, después se hizo en papiros y códices. Algunos libros de la Biblia fueron escritos en griego y en hebreo por autores que, además de basarse en su propia inspiración, recogieron testimonios de los pueblos, lo que hace de este libro, una de las primeras obras de trabajo colaborativo. Ong (1982) hace una asociación entre la palabra, la escritura y la imprenta que permite concluir la importancia que pueden tener estos valores comunicativos entre sí para mantener la memoria viva, por esto es que
[…] el giro del lenguaje oral al escrito es en esencia un cambio de sonido al espacio visual, en este caso los efectos de la impresión sobre el uso del espacio visual pueden ser el punto central de atención, aunque no el único pues no solo hace resaltar la relación entre lo impreso y la escritura, sino también la relación entre lo impreso y la oralidad, que seguía presente en la escritura. (p. 117)
Estos componentes, es decir, la oralidad, la escritura, el relato y los puntos de encuentro, emergen como las principales características de una de las tradiciones orales más representativas para la humanidad: el mito. Eliade (1991), uno de los impulsores del Círculo de Eranos2, define el mito como la narración que “cuenta cómo, gracias a las hazañas de los seres sobrenaturales, una realidad ha venido a la existencia […]. Es un relato de una creación: se narra cómo algo ha sido producido, ha comenzado a ser” (p. 7). De igual manera, Rose (1928, citado por Cardona, 1996), afirma que
[…] el mito es el resultado de la operación de la imaginación ingenua sobre los hechos de la experiencia, es decir, la puesta en movimiento de la imaginación del hombre (de casi todas las épocas y lugares) ante un objeto que aparece como maravilloso e intrigante. (p. 7)
Lo que concluye que, si bien es importante establecer los hechos del pasado con rigor, los mitos articulan lo real con lo ficcional, siendo ambas características complementarias a lo largo de la tradición oral mitológica, las cuales, además, enriquecen la cultura que identifica a una población.
Contrario a las tesis de Eliade (1991) y Rose (1928, citado por Cardona, 1996), autores como Malinowski (1974) y Abadía (1995)
[…] hacen referencia al mito a partir de la idea de que la falta de conocimiento científico de los hombres impedía aportar explicaciones racionales sobre el universo, los fenómenos naturales y socioculturales como la muerte y esto permitía que el mito se configurara como elemento narrativo-descriptivo que se fundamentaba a través de la oralidad. (Citados por Tibaduiza, 2012, p. 2)
Es válido pensar que el aspecto cultural de la mitología (definida por la RAE como el conjunto de mitos de un pueblo o de una cultura) se impone, en cierta medida, sobre un método científico. Lévi-Strauss (1986) manifiesta al respecto que “no es necesario avanzar etapa por etapa, intentando dar explicaciones para un determinado número de fenómenos y progresar” (p. 40). Este tipo de licencias las pueden tener los actores, que desde las márgenes, están siendo desconocidos por un sector de la sociedad al no tener una formación académica, ni mucho menos, una producción intelectual.
Dependiendo de su contenido, los mitos se clasifican como:
Cosmogonías: se refieren a la creación del universo.
Teogónicos: se ocupan del origen de los dioses.
Antropogónicos: hablan de la aparición del hombre.
Etiológicos: explican el porqué de instituciones políticas, religiosas o sociales.
Escatológicos: imaginan la vida del fin del mundo.
Morales: exponen la lucha entre el bien y el mal (Cardona, 1996).
En estas categorías, se resalta la relación espacio - tiempo - personaje, como una trilogía esencial para identificar el contexto general de los mitos. Por ejemplo, una persona al escuchar o leer un relato de sirenas, ritos, centauros, héroes de pueblos, animales, ríos, desastres naturales, lugares abandonados y colonizaciones, genera de inmediato un imaginario individual que surge al reconocer su entorno y sus vivencias. Los personajes de los mitos son, por lo general, dioses y seres sobrenaturales que no pertenecen al mundo cotidiano (Eliade, 1991). Estos adoptan la forma de una narración y se presentan, en ocasiones, en forma de rituales religiosos o mágicos, poseen un carácter de memorias dramatizadoras del grupo humano para exaltar a héroes propios y son generadores de fantasías étnicas.
No obstante, las narraciones no acostumbran a explicar cualquier práctica o hábito, sino que se exponen y relacionan con un pasado social difuso y poco coherente (Cardona, 1996). Por ejemplo, para Fiebich (2016) hay dos tipos de prácticas narrativas: una práctica narrativa mental y una práctica narrativa contextual y conductual. La primera, hace referencia al estado mental de otra persona; y la segunda, al comportamiento en de otra persona en un contexto específico. Normalmente, en los mitos, la tradición oral emerge como una posible solución a un problema, guiando la historia a los límites de lo irreal y lo abstracto en términos temporales, sociales, mentales y situacionales. Esto depende de la habilidad del orador al momento de imaginarse la historia y dirigirse a su público.
En ese sentido, Nina De Friedemann (1997) resalta dos componentes principales que tiene la representación oral: uno, quien cuenta la tradición y, dos, el género a través del cual la tradición se expresa. La cultura, lejos de ser estática, es transicional y por ello es importante considerar y valorar el trabajo de quienes trabajan por ella, uno de esos personajes es el griot o narrador africano (Henrich, 2001). De Friedemann (1997) afirma que
[…] en África, donde la tradición oral es considerada como un museo vivo para la arqueología […] el personaje dueño de la palabra de la tradición es el “griot”. El “griot” en las tradiciones orales del mundo se yergue como uno de los símbolos representativos de todos los contadores, cuenteros, cuentistas, decimeros, sabios, abuelos, mamas y todos los demás narradores escénicos o no, que en muchas sociedades se desempeñan como depositarios de historias, testimonios o tradiciones que él en un momento dado cuenta. (p. 23)
Cada comunidad tiene sus sabios, sus oradores, sus tejedores de palabras en los cuales recae el legado ancestral y cultural transmitido de generación en generación, asimismo, son quienes asumen la formación intelectual, humana y espiritual de los miembros de sus comunidades (Tibaduiza, 2012, p. 4). No basta con conocer el origen del mito. El griot, al hacer vivir, sentir e imaginar la historia a su público, logra persuadirlo y convierte su relato en un ritual verdadero y sagrado. Vansina (1985) define a la tradición oral como “la gran escuela de la vida. Es religión, historia, recreación y diversión”, y añade que las tradiciones orales son productos, “mensajes que tienen sus raíces en otros mensajes que para llegar a considerarse como tradición deben tener una edad de al menos una generación” (p. 3).
La Unesco (2004), a través del Comité de Patrimonio Mundial, a su vez asesorado por Icomos3, Iccrom4 y la IUCN5, valoró la inscripción del Paisaje Cultural Cafetero y determinó que cumple, entre otros, con los siguientes criterios postulados para figurar en la lista del patrimonio mundial:
[…] V. Ser un ejemplo destacado de formas tradicionales de asentamientos humanos, el uso de la tierra, el mar o el uso que sea representativa de una cultura (o culturas), o la interacción humana con el medio ambiente, especialmente cuando se ha convertido en vulnerables a los efectos de cambios irreversibles;
VI. Estar directa y perceptiblemente asociado con acontecimientos o tradiciones vivas, con ideas, o con creencias, con obras artísticas y literarias de significado universal excepcional […]
Por las consideraciones anteriores y por la significación cultural de la región cafetera de Colombia, el PCC además se acoge a los requisitos planteados en la Carta de Burra (Icomos, 1999), con un alto sentido de comunicación entre comunidad y paisaje. Esos requisitos son:
Su referencia histórica como expresión tangible de la identidad.
La significación cultural de sus comunidades en la que diga quiénes son.
La belleza de sus paisajes, calificándolos de irremplazables y preciosos.
Y por la importancia de su valor estético, histórico, científico, social o espiritual para las generaciones pasadas, presentes y futuras.
De igual manera,
[…] la valoración de los atributos que reflejan los valores y la autenticidad del PCC, se agrupan en las siguientes categorías: forma y diseño; materiales y sustancia; uso y función, tradiciones, técnicas y sistemas de gestión; lengua y otras formas de patrimonio inmaterial, y espíritu y sensibilidad. (Ministerio de Cultura, 2011, p. 48)
Algunas de estas categorías, pueden tomarse como significados que suelen relacionarse con aspectos intangibles, como cualidades simbólicas y recuerdos, como lo plantea la Carta de Burra (Icomos, 1999), siempre y cuando se tenga en cuenta el contexto en el cual se produjeron, valorando su dimensión social y cultural que los define como patrimonio en su territorio. Dentro de esas manifestaciones culturales intangibles aparece el mito como componente importante de la construcción de memoria entre generaciones y que se ha desarrollado, para el caso del Paisaje Cultural Cafetero, alrededor de la caficultura, la religión y la imaginación de sus oradores.
Al igual que en otros países de Latinoamérica, en el PCC, los indígenas, desde la época precolombina fueron los encargados de apropiarse de la narración oral de hechos sobrenaturales con sus leyendas. Luego, con la colonización antioqueña, los campesinos y los arrieros, personajes íconos de la región, responsables de la recolección y el transporte del café, fueron quienes abastecieron la tradición oral de los habitantes de esta parte del país. Gracias a su imaginación, nacen los mitos folclóricos que aún se mantienen vigentes en las zonas rurales (Ministerio de Cultura, 2010).
Ocampo (2001) les dio un carácter especial que los definió como los mitos de la montaña, por el entorno natural en el cual se originan los mitos de esa región, que son aquellos “cuyas creencias tienen las gentes de la ‘montaña’, que surgen de la espesura de los bosques, en los nacimientos de los ríos y quebradas, en las cuevas y lugares solitarios de las montañas” (p. 17).
Por el origen de los mitos en Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda, o como él los denomina en: “Antioquia Grande”; Ocampo (2001) define la taxonomía de los mismos en:
Mitos de las montañas antioqueñas: son aquellos cuyas creencias tienen las gentes de la “montaña”, que surgen de la espesura de los bosques, en los nacimientos de los ríos y quebradas, en las cuevas y lugares solitarios de las montañas.
Mitos de las aguas: que aparecen en los ríos, quebradas, lagunas y en las costas de los mares.
Mitos de personajes populares: son aquellos que representan personajes, mujeres u hombres, que se manifiestan como espantos de los pueblos y los campos.
Mitos de luces o espíritus fantásticos: se manifiestan en los campos y en los pueblos, en avanzadas horas de la noche. (p. 17)
Jaramillo (1989), Vélez (1997) y Ocampo (2006) coinciden en que en la geografía que cubre el Paisaje Cultural Cafetero, se presentan tres mitos tradicionales: la Madremonte, la Llorona y el Carro Fantasma, los cuales se han presentado de manera continua en las siguientes zonas del PCC: zona C, en Marsella, Risaralda; zona D en el municipio de Génova, Quindío; y en la zona F, en Anserma, Caldas. Estos mitos son historias narradas bajo el recurso de la tradición oral y escrita. Ese esquema de comunicación donde convergen la ficcionalidad y la fantasía, cualidades propias de las industrias del entretenimiento, que son replicadas por los adultos mayores a las generaciones futuras.
Roldán (1998), escritora de las costumbres del Chocó, referencia a los mitos y las leyendas como esencia de la memoria:
No sabemos cuándo los mitos se funden y separan de la religión y la filosofía, pero sí de la internalización de estos en la memoria colectiva, lo cual ha permitido unas pautas de comportamiento que parten del origen del mundo, de los animales, de las plantas y el hombre. (p. 18)
Vansina (1985) y Roldán (1998) coinciden en que la religión juega un rol importante en la procedencia de los mitos, característica que podría incluírseles partiendo del concepto de la ausencia de creencia en una civilización, y es allí, cuando emerge como un motivo para el nacimiento de esas historias fantásticas. Por su parte, Roldán (1998) concluye que
[…] el poco conocimiento que la juventud posee de las historias míticas se debe, probablemente, a la falta de interés de la escuela y la familia por rescatarlos y a las exigencias de la época; las reuniones familiares en las que padres y abuelos narraban historias fantásticas, que a su vez les habían contado sus antepasados, ya no se efectúan por cansancio o por falta de tiempo. (p. 20)
Para Zires (1999), “actualmente el antropólogo, el lingüista, el comunicólogo que pretende estudiar la tradición oral debe preguntarse si es solamente oral o si no es el producto de una simbiosis con formas escritas, radiofónicas o audiovisuales” (p. 12), lo que desencadena en una de las causas de detrimento del patrimonio del PCC: la pérdida de saberes y técnicas constructivas tradicionales, una de ellas, la tradición oral.
2. Metodología
El proyecto contempla la aplicación de una metodología de investigación cualitativa que pretende profundizar en la tradición oral del Paisaje Cultural Cafetero (PCC), específicamente, en los mitos folclóricos de la región. Esta metodología permite hacer un registro narrativo mediante técnicas como el grupo focal y el registro de historias de vida.
Este enfoque se concreta en la etnografía como perspectiva metodológica que posibilita la constatación, selección y recopilación de las historias orales sobre mitos folclóricos del PCC. Por lo anterior, se elige este enfoque ya que “puede definirse como un conjunto de prácticas interpretativas que hacen al mundo visible, lo transforman y convierten en una serie de representaciones en forma de observaciones, anotaciones, grabaciones y documentos” (Marín, 2011, p. 11).
Esta metodología y sus condiciones particulares, corresponden a una visión del espacio del conocimiento como la confluencia interdisciplinaria de diversas tradiciones en una forma de encuentro de nuevos sujetos sociales que valoran y conservan el patrimonio cultural reflejado en el saber de los adultos mayores, sustentadores de una narrativa oral viva que da cuenta de los mitos folclóricos que predominan en este territorio. Lo anterior, definido y ejemplificado como la transmisión de saberes de una generación a otra.
Dentro de las diversas posibilidades de sistemas de recolección de la información se encuentran las historias de vida y el grupo focal, técnicas que permiten una interacción física próxima entre el investigador y el fenómeno, ya que se requiere de un contacto directo con la población a intervenir. Hernández Sampieri et al. (2010) afirman que
El enfoque cualitativo se selecciona cuando se busca comprender la perspectiva de los participantes (individuos o grupos pequeños de personas a los que se investigará) acerca de los fenómenos que los rodean, profundizar en sus experiencias, perspectivas, opiniones y significados, es decir, la forma en que los participantes perciben subjetivamente su realidad. (p. 364)
De esta manera se pretende comprender la importancia de la tradición oral en los adultos mayores y niños entre los 7 y los 11 años de un municipio de cada departamento que integra el eje cafetero.
La ruta de investigación se define, primero, al seleccionar los municipios del PCC, en este caso, Anserma, Caldas; Marsella, Risaralda; y Génova, Quindío; al estar ubicados en diferentes zonas del Paisaje Cultural Cafetero, como ya se mencionó en el marco referencial, y al tener un número de población diversa, próximos o lejanos respecto a las ciudades capitales y reconocidos por la tradición oral. Segundo, se identifican, en el casco urbano de cada municipio, adultos mayores con conocimiento de los mitos folclóricos que se han presentado en su territorio y con capacidad de relatarlos oralmente de una manera coherente. Y tercero, se realiza la otra parte de la búsqueda de fuentes (niños) en tres colegios públicos de la zona urbana de los municipios antes mencionados.
Las instituciones educativas seleccionadas son: la escuela San José sede 5 en Anserma, el Instituto Génova ubicado en el municipio que lleva el mismo nombre y el colegio María Auxiliadora en Marsella. Por cada institución participaron un total de 9 estudiantes.
Métodos implementados:
a. Historias y relatos de vida
La historia oral y los relatos de vida han estado asociados a las técnicas etnográficas y permiten conocer y comprender la dinámica propia de los grupos sociales y las sociedades humanas visibles, en este caso concreto, en adultos mayores nacidos y/o residentes en el Paisaje Cultural Cafetero, vinculados o no a diversas formas de organización social como juntas de acción comunitaria, centros gerontológicos o sitios de retiro, asociaciones culturales, deportivas o religiosas, o asociaciones gremiales. Aceves (1998, citado por Álvarez, 2010) señala que “hacer historia oral va más allá de la realización de una relatoría o recopilación sistemática de la vida de los otros; la historia oral apunta más… a generar conocimiento a partir de un proceso de análisis histórico” (p. 74).
El mismo autor menciona dos tipos de rangos o cobertura de los proyectos: de carácter extensivo, que investigan un problema o tema central ubicado en una región, propio de esta investigación; y de carácter intensivo, que indagan historias de vida concentradas en casos particulares (Aceves, 1998, citado por Álvarez, 2010). Esta técnica es aplicada con el adulto mayor, quien “mediante sus narraciones y su interacción con el otro, configura su propia imagen y logra comprender la realidad social de la cual hace parte y a la cual, por la interacción, le otorga significado” (Aceves, 1998, citado por Álvarez, 2010, p. 75). El objetivo es indagar por el pasado desde el presente, aprovechando sus vivencias.
De igual manera, con los adultos mayores se pretende identificar cuál o cuáles son los mitos folclóricos más representativos de sus contextos. En ese sentido, Dhunpath (2000, citado por Álvarez, 2010) define las características de la historia de vida por su contexto, dinámica, interacción y constructivismo, siendo esta última la relacionada con esta investigación ya que
[…] es una composición de significados construidos por el sujeto y por las autorrepresentaciones. El sujeto logra su identidad y los conceptos de sí mismo a través del ejercicio narrativo, en la medida que narra, construye el sentido de la experiencia. (p. 77)
Es decir, mediante una entrevista abierta, el adulto mayor fundamenta sus testimonios en la memoria de sus anécdotas propias y en las de los demás, principalmente, las narradas por las generaciones que lo anteceden, donde se tienen en cuenta los sentimientos y opiniones de quienes las narraban. Se identifica un adulto mayor por municipio y con ellos se utilizan dos clases de preguntas: una general, para tratar el tema y la importancia de la tradición oral y si ven conveniente la conservación de las historias de generación en generación; y una específica, para ejemplificar cuando se requiera que la fuente narre las historias de los mitos folclóricos que conoce.
Aquí, la clave es el diálogo porque más que una entrevista es una charla en la cual el investigador genere un clima de confianza, no solo en el adulto, sino también en su familia al comentarles cuál es el objetivo de la misma, el para qué y el para quién se realizará. De igual manera, se debe tener en cuenta el hacer una sola pregunta a la vez, que sea clara y, por último, evitar interrupciones externas, como el sonido de un teléfono móvil.
Las preguntas a realizar se fundamentan en la siguiente estructura temática:
Tipo de historias que les narraban en la infancia (quién, cómo dónde y cuándo se hacía).
Los mitos (cuáles y qué conoce de ellos, se pide que narre uno o dos mitos).
El valor del relato oral en la actualidad (indagar por su conservación, cómo se presentan).
Finalmente, pueden surgir preguntas que permitan ahondar en algún aspecto relevante para el desarrollo de la investigación.
b. El grupo focal
Es una técnica a implementar con los niños y niñas de los colegios de básica primaria (tercero, cuarto y quinto grado) que tengan entre 7 y 11 años de edad quienes son el público objetivo de la investigación. Según Erikson (2004) esta etapa es denominada Industria/Inferioridad, en la cual el niño se adapta a las herramientas culturales; o según Piaget (1986) están en el Estadio Intuitivo, edad en la que desarrollan operaciones aplicables a situaciones concretas, reales y con razonamiento lógico.
Los grupos focales se “consideran como una especie de entrevistas grupales, las cuales consisten en reuniones de grupos pequeños o medianos (de tres a 10 personas)” (Hernández Sampieri, et al., 2010). Para el caso de esta investigación, se seleccionan nueve niños y niñas por cada colegio público de Anserma, Marsella y Génova, para obtener información de un total de 27 menores. Ellos son elegidos por el docente director de grupo, teniendo en cuenta los siguientes perfiles: un niño tímido, uno extrovertido y uno participativo en clase, con habilidades altas y bajas en el desarrollo de actividades académicas. Webb (1991, citado por Zañartu, 2011) manifiesta que él
[…] estudió la composición de los grupos en relación a la capacidad para alcanzar objetivos y llegó a la conclusión que el grupo moderadamente hetereogéneo (con integrantes con habilidad alta y media; o media y baja), facilita el desarrollo de intercambio y de explicaciones durante el proceso de aprendizaje. Aclara que aquellos grupos hetereogéneos que integran a personas con habilidades altas, medias y bajas normalmente no son tan efectivos como el primero, porque los estudiantes de habilidad media son casi siempre excluidos de la interacción. (p. 4)
De esta forma se tiene un aprendizaje colaborativo entre estudiantes que poco interactúan entre sí y el investigador al intercambiar información, conceptos, sentimientos y experiencias. Cada estudio focal se desarrolla en una única sesión de una hora por cada colegio. En resumen, son tres grupos heterogéneos abordados de manera independiente, cada uno en fechas diferentes del año 2014: el 4 de septiembre en Anserma, 11 de septiembre en Marsella y el 16 de octubre en Génova; para formar una perspectiva del proyecto más amplia.
La dinámica se lleva a cabo en un salón de clase con el formato de mesa redonda moderada por el investigador. Es importante conocer el lenguaje de los niños, el cómo hablarles y cómo ejemplificar, cuando sea necesario, sin inducir las respuestas.
La estructura de la sesión es la siguiente: en una primera parte se habla acerca de las historias en general, es decir, gustos, personajes y en dónde o por cuál medio tienen acceso a ellas; a continuación, se aborda el tema de la tradición oral y los mitos folclóricos y dónde les gustaría leerlos, escucharlos o verlos. Una vez terminada la sesión, se realiza un reporte con los datos personales de los participantes, la información general obtenida de las respuestas y comentarios adicionales por parte del investigador.
Este estudio focal tiene la siguiente estructura temática:
Las historias (qué historias les gusta, por qué, con quién o quiénes intercambian historias).
Las historias de ficción (espantos, brujas y duendes) (qué historias de ese tipo conocen, dónde y quién se las narra, ¿les gusta contar historias de ficción?, ¿qué mitos conocen?, narren un mito, ¿cómo se imaginan los personajes protagónicos de los mitos?).
De esta manera, se responde a los tipos de mitos folclóricos que se presentan en los municipios y se conocen las características de los nuevos griots.
3. Resultados
Luego de concluir el trabajo de campo con los niños de los colegios, historiadores y/o periodistas investigadores y personas de la tercera edad, se evidencia que los mitos folclóricos en el Paisaje Cultural Cafetero aún están vigentes. En algunos casos, son los adultos mayores quienes relatan estas historias a sus nietos, en otros, son los profesores de la asignatura de Español y Literatura los que implementan en sus currículos actividades que giran en torno a este tema, o los historiadores y/o periodistas investigadores quienes con sus obras aportan al proceso de conservación de la memoria histórica. De igual manera, estas fuentes al ser consultadas por la iniciativa de conservar la tradición oral en la región, coinciden en la necesidad de hacerlo, ya que según don Gustavo Osorno, adulto mayor residente de Génova, Quindío,
[…] se están perdiendo las costumbres. El indio deja de ser indio porque es civilizado. Hoy se lucha porque las costumbres no se acaben. La humanidad se fue civilizando poco a poco, dejó de creer en todo aquello y empezaron a desconocer la tradición oral. Hay un dicho que dice el espanto sabe a quién le sale. Yo he vivido estas historias. Ya uno no lo ve, la gente de hoy ya no cree en esas historias. (Octubre 16 del 2014)
De igual manera, don Octavio de Jesús Alzate, un adulto mayor residente en el municipio de Marsella, Risaralda, manifiesta que sí es importante la conservación de la tradición oral representada en los mitos folclóricos:
Para mi concepto sería muy bueno, sí, sería muy bueno porque de esas tradiciones con los mitos de hoy puede hacer un estímulo bueno, un acuerdo especial entre ambos, como unirse ambos para que se queden más grabadas las cosas de las épocas de nosotros, si se puede hacer, ¿por qué no? Muy importante me parecen esas ideas. (Septiembre 11 del 2014)
Asimismo, reconoce la importancia de utilizar las herramientas de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC)6 en el logro de ese objetivo
[…] en esa época que yo conocía el teléfono y esas cositas… qué bueno hubiera sido también porque habría habido más inteligencia, más ciencia, de esa época de nosotros nos faltó todos esos talentos que hoy sí los hay, muchas capacidades…es muy lindo, muy bueno. (Septiembre 11 del 2014)
En el trabajo de campo se identificaron dos tipos de griots: los adultos mayores y expertos historiadores o periodistas investigadores con lo cual se da respuesta al primer objetivo específico. Son ellos quienes aún relatan y estudian las historias surgidas desde los mitos folclóricos a los niños. Por ejemplo, doña Fanny del Socorro López, oriunda de Anserma, manifiesta que
[…] del colegio de Partidas - una vereda de ese municipio - las profesoras del colegio de primaria y también de secundaria, me invitan a que yo les cuente las historias pero me da como temor por lo que los niños se asustan y de pronto los papás se enojan o se disgustan conmigo porque yo cuento esas historias, por lo que los niños son un poquitico, más ahora, como viven de anerviados. (Septiembre 4 del 2014)
Don Octavio afirma que la tradición oral debe pasar de generación en generación, ya que eran sus abuelos quienes relataban los mitos a sus nietos con el fin de atemorizarlos para que tuvieran un comportamiento ejemplar. En palabras de él, era su abuelo quien
[…] contaba muchas historias de asustos y cosas que le decía a uno: por ahí está el monstro, qué cosa tan horrible, por ahí está La Patasola, ay cuidado muchacho con ser desobediente porque por ahí está La Patasola, ese monstruo que es peligroso. Para que hagan caso y sean obedientes. (Septiembre 11 del 2014)
Como ya se mencionó en la Metodología, la taxonomía de los mitos folclóricos en el Paisaje Cultural Cafetero es realizada de acuerdo con la clasificación de Ocampo (2001) que los divide en: mitos de las montañas (adaptado a este proyecto con la denominación: mitos del PCC), las aguas, personajes populares y luces fantásticas. Por lo anterior y por lo consultado en las diferentes fuentes en Anserma (Ans.), Génova (Gén.) y Marsella (Mars.), la clasificación de los mitos encontrados en estas zonas se presenta en el siguiente cuadro:
MITO | CATEGORÍA | MUNICIPIO(S) | ||
---|---|---|---|---|
Ans. | Gén. | Mars. | ||
El Carro Fantasma | Luces Fantásticas | X | X | X |
El Cura sin Cabeza | Personajes Populares | X | X | X |
El Duende | Personajes Populares | X | X | X |
El Jinete sin Cabeza | Personajes Populares | X | ||
El Mohán | Personajes Populares | X | X | X |
El Poira | Las Aguas | X | ||
Las Ánimas | Luces Fantásticas | X | X | X |
La Llorona | Personajes Populares | X | X | X |
La Madremonte | Mitos del PCC | X | X | X |
La Mano Peluda | Luces Fantásticas | X | ||
La Patasola | Mitos del PCC | X | X | X |
La Rodillona | Personajes Populares | X | ||
La Señora de las Niñas | Personajes Populares | X | ||
La Taconera | Personajes Populares | X |
Fuente: Elaboración propia
4. Discusión
Como se puede observar, hay mitos que se presentan en los tres municipios y otros que solo se mencionan en uno o dos, de allí que los mitos también podrían dividirse en dos categorías: Regional y Local. No obstante, el hecho de que estos relatos se presenten en la región, no significa que las historias sean las mismas, mejor, surgen como sagas mitológicas, es decir, que de los personajes principales se derivan nuevas narraciones en contextos y finales diferentes como el caso de la Krivopete en Eslovenia (Kutin, 2016) una mujer que tiene deformidad en sus pies y que en la región étnica del noroeste, según sus pobladores, aparece de diferentes maneras. Para el caso del PCC, esta característica se evidenció cuando se les pidió a los niños que relataran los mitos en el estudio focal.
De acuerdo con los niños, las versiones de cada una de estas historias mitológicas son interpretadas por un relato oral previo de sus abuelos, padres o profesores, o historiadores y/o periodistas, información que corrobora uno de los menores residentes de Anserma, al afirmar que “antes me las contaba mi abuela, sino que como mi abuela ya falleció entonces a veces me cuenta mi tía o mi papá o mi mamá”.
Con el trabajo de campo realizado, se concluyó que no se trata de rescatar la tradición oral mediante los mitos folclóricos, se trata de conservarla, puesto que aún hay griots que se han encargado de continuar transmitiendo su información. Esos griots son los adultos mayores, son personas que garantizan la vigencia de la tradición oral a lo largo de las generaciones, con el fin de recopilar la información necesaria y así, mantener una memoria histórica de un lugar, aspecto que evitaría poner en riesgo la pérdida de los relatos orales como símbolo de expresión tradicional en la región. No se trata de eliminar lo antiguo por lo moderno sino de sumar las diferentes formas de comunicación que hay en la actualidad. Hay que recordar, además, que cada medio tiene lo propio en sus modalidades de expresión y lenguaje.
Después de estas consideraciones y de lo encontrado en los Resultados, es una prioridad acceder a los conocimientos de los adultos mayores quienes son los que tienen la información de los mitos folclóricos, y a los estudiantes del PCC que están entre los 7 y los 11 años de edad como público objetivo, los cuales ya tienen conciencia de la fragmentación de las historias rizomáticas y al multitasking, con el objetivo de crear sus propios contenidos de manera voluntaria y colaborativa, haciendo uso de la intimidad que ofrece la familia cuando tienen la posibilidad de dialogar con sus abuelos, quienes en ese momento ejercen el rol de fuentes orales.
Una limitación importante a considerar en este objetivo de conservar la tradición oral y los mitos folclóricos es el número indefinido de versiones que se encuentran en cada uno de los personajes mitológicos, puesto que la variación de las historias entre los municipios es notoria. De allí, que la tradición oral no sea tenida en cuenta por la comunidad científica como una fuente verídica de información (Jonsson, 2005).
Este hallazgo es un aporte fundamental para la permanencia de la declaratoria como patrimonio mundial del Paisaje Cultural Cafetero por parte de la Unesco, puesto que la tradición oral hace parte de los bienes intangibles que fueron tenidos en cuenta para lograr tal reconocimiento. Claro está, en adelante, se requiere del compromiso de los entes gubernamentales, culturales y académicos, para llevar a cabo estrategias que contribuyan en este propósito.
5. Conclusión
Por lo anterior y en la actualidad, los investigadores se encuentran en la ejecución de la segunda fase del proyecto que consiste en conservar los mitos folclóricos mediante una plataforma digital cuyos contenidos sean producidos por el equipo investigador y principalmente por los niños y niñas, los futuros griots, claro está, sin perder de vista la fuente principal que han caracterizado los relatos de los mitos: la oralidad. De esta manera, y con el reto de recurrir a la tecnología para la conservación y apropiación de los relatos folclóricos, es vital la contribución y sentido de pertenencia por parte de los niños, identificados como griots digitales (Banks, 2011) o neo-griots (Buras, 2009). Con su aporte, se podrían crear “comunidades de fans” cuya producción y circulación de nuevas ideas se acerquen a los valores culturales como contenidos que reflejen su identidad, así se tendría acceso a nuevas estructuras sociales y nuevos modelos de producción cultural (Jenkins, 2008). Además, como se evidenció en The Interim Conference of the International Society for Folk Narrative Research, se están reconstruyendo los mitos y se vienen presentando nuevas formas de narrarlos, (Zemke, 2016) y una alternativa práctica y de gusto para los niños es a través de las herramientas digitales.
La mezcla de los personajes mitológicos con el contexto geográfico y social en donde se desenvuelven los niños del Paisaje Cultural Cafetero, es un valor generacional importante para conservar la memoria histórica de la región a través de distintas estrategias, entre ellas, acudir a los recursos que ofrecen las Tecnologías de la Información y la Comunicación, diseñando y desarrollando un software con contenidos digitales, entretenidos y dinámicos, que vayan dirigidos a los niños. Es importante proteger y conservar estas narraciones propias de las comunidades, como se ha hecho en Mali, con el caso Radio Parana y la curaduría de su material electromagnético (Leguy, 2007) y en Bosnia, con el monasterio Skakava donde la tradición oral de la población fue pieza fundamental para que los arqueólogos hallaran su posible ubicación (Katić, 2015).
Para lograr la conservación, es fundamental el aporte de los educadores de las escuelas y colegios de la región con el fin de promover la apropiación y la difusión de su conocimiento a los educandos proactivos, considerando las Ayudas Hipermediales Dinámicas a través de fases vivenciales, de ejercitación, aplicación y complementación (Sánchez Bedoya, et al, 2015). Asimismo, es de suma importancia incluir el acompañamiento de los adultos mayores y de los historiadores en este proceso. Ambas situaciones permitirían formar griots que den apertura a canales de implicación ciudadana, puestos al servicio de una democracia participativa, incluyente, donde se fortalezca la identidad de las minorías en un contexto de poder y se conserve la memoria histórica de su territorio, con estrategias temáticas como lo son sus costumbres culturales y su tradición oral.