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Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud
Print version ISSN 1692-715X
Rev.latinoam.cienc.soc.niñez juv vol.14 no.1 Manizales Jan./June 2016
https://doi.org/10.11600/1692715x.14136260215
Segunda Sección: Estudios e Investigaciones
DOI: http://dx.doi.org/10.11600/1692715x.14136260215
¿Qué mueve a las organizaciones juveniles?*
What moves youth organizations?
O que impulsiona as organizações juvenis?
Nicolás Ortiz-Ruiz
Profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad del Valle, Colombia. Magíster en Salud Pública de la Universidad del Valle. Magíster en Ciencias Sociales con mención en Sociología de la Modernización Universidad de Chile. Profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad del Valle. Correo electrónico: nico6435@yahoo.es
Artículo recibido en octubre 6 de 2014; artículo aceptado en febrero 26 de 2015 (Eds.)
Resumen (analítico):
En este documento se da cuenta de la producción de sentidos que constituyen y movilizan a las organizaciones juveniles. A través de un enfoque cualitativo, se analizan los marcos de acción que orientan sus idearios, motivaciones y vínculos afectivos, a partir de sus relaciones internas, la interacción con otros actores y un condicionamiento contextual y estructural. El alcance de este artículo es visibilizar el condicionamiento del entorno y las experiencias individuales como niveles de análisis que en la práctica se entrecruzan para producir sentidos colectivos y "mover" a las organizaciones juveniles en contextos específicos.
Palabras Clave: organización juvenil, marcos de acción colectiva, producción de sentidos (Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco).
Abstract (analytical):
This paper reports on the production of meanings that constitute and mobilize youth organizations. Through a qualitative approach, the author analyses the action frameworks that guide young people’s ideologies, motivations, and emotional ties linked to their internal relationships, interactions with other actors and contextual and structural conditioning. The scope of this article is to highlight the use of environmental conditioning and individual experiences as levels of analysis that in practice intersect to produce collective meanings and "move" youth organizations in specific contexts.
Key words: youth organizations, collective action frameworks, production of meanings (Unesco Social Sciences Thesaurus).
Resumo (analítico):
Este documento elucida a produção dos sentidos que constituem e mobilizam as organizações juvenis. Por meio de um enfoque qualitativo, foram analisados os marcos de ação que orientam a ideologia, as motivações e os vínculos afetivos, a partir de relações internas, da interação com outros atores e de um condicionamento contextual e estrutural. O alcance deste artigo é a visibilidade do condicionamento do ambiente dos jovens e as experiências individuais como níveis de análise, que na prática se interceptam para produzir sentidos coletivos e mover as organizações juvenis em contextos específicos.
Palavras-chave: organizações juvenis, marcos de ação coletiva, produção de sentidos (Thesaurus de Ciências Sociais da Unesco).
Introducción
Este artículo hace parte de los resultados de la investigación "Producción de sentidos en jóvenes y organizaciones juveniles del municipio de Santiago de Cali, Colombia", realizada en 2011. Dicha investigación analiza la producción de sentidos individuales y colectivos en torno a procesos organizativos juveniles, a partir de las relaciones entre el desarrollo histórico de los procesos organizativos juveniles en Latinoamérica, Colombia y el municipio de Cali, las condiciones de vida y los procesos de socialización -tendiente a lo organizativo- experimentados por jóvenes de cuatro organizaciones de este municipio1.
Este documento da cuenta de la producción de sentidos que constituyen y movilizan a las organizaciones juveniles. Se analizan los marcos de acción2, a través de los cuales construyen sus idearios, motivaciones y vínculos afectivos, a partir de sus relaciones internas, la interacción con otros actores y un condicionamiento contextual y estructural. Por tanto, el insumo primordial corresponde a los relatos de jóvenes obtenidos a través de grupos focales.
El problema de investigación Se pretende comprender las mediaciones entre la estructura y el sujeto, entre el contexto y el sujeto y entre el sujeto individual y colectivo para producir sentidos, en un momento histórico en el que se multiplican los referentes alrededor de los cuales se constituyen los actores colectivos. Interesa analizar el tema en el contexto particular de un municipio latinoamericano para explorar las conexiones entre las condiciones de vida, las interacciones y las experiencias cotidianas de los y las jóvenes.
Se exploran los conflictos que atraviesan a los actores sociales, cuando, el reclamo por mejores condiciones materiales de vida y de trabajo que guio gran parte del siglo XX se combina con conflictos alrededor de la autonomía de los sujetos. Autores como Borja y Castells (1997) y Melucci (1999) ubican como foco de estos conflictos, la búsqueda/exigencia de autonomía de los sujetos por construir sentido, consumir, hacer política, producir información y decidir al margen del control que ejerce el sistema, a través de mecanismos como los medios de comunicación, prácticas educativas o sistema político, que limitan el sentido, los significados y los discursos sobre los cuales se sustentan las identidades y las acciones.
Así, demandas que reclaman distribución y acceso a bienes y servicios, se entremezclan con temas de la esfera subjetiva-expresiva-cultural (género, etnia, práctica sexual, consumo de drogas) que se difunden en diferentes espacios de decisión política y comunicación para transformar las políticas públicas o incidir en el campo estatal, así como en la propia sociedad (Elva, 2013). Con esto, la organización social y la acción colectiva desplazan su centro de gravedad del ámbito político-institucional hacia el ámbito socio-cultural (Patiño, Alvarado & Ospina-Alvarado, 2014).
Lo que está en juego ya no es la conquista o administración del poder sino la transformación de significados, prácticas y estilos, tradicionalmente impulsados por los poderes y discursos dominantes, acerca de lo que es la política y sus formas de "hacerla"; las prácticas de intercambio económico o de experimentar la sexualidad, el género y las pertenencias comunitarias. De esta forma, se abre una dimensión cultural de la política, toda vez que emerge una disputa entre actores que tiene acceso diferencial a recursos de poder por el cambio/mantenimiento de prácticas, significados y sentidos.
En este sentido, los efectos de las acciones emprendidas por las organizaciones sociales se diseminan en diversos campos (Escobar, 1999). Por una parte, los formatos institucionales formales hacen posible su participación en la formulación de políticas públicas y la apertura de canales de interlocución más o menos fluidos y más o menos "legítimos" entre el Estado y la sociedad civil (esto incluye el fortalecimiento de redes clientelares). Por otro lado, la acción de las organizaciones sociales se expresa en la ampliación de formas asociativas y la densificación del tejido social, así como en la generación de nuevas prácticas, discursos y significados en torno a la ciudadanía, la igualdad, la autonomía, la diferencia, lo político y la política.
En el municipio de Cali estos contrastes configuran múltiples expresiones de la participación juvenil. Se manifiestan en diferentes expresiones de las relaciones entre jóvenes y Estado, entre las mismas organizaciones, así como en múltiples formas de organización y visibilidad pública. La ampliación de oportunidades de participación juvenil impulsada por el Estado evidencia fuertes tensiones producto de enfoques de la acción estatal que entran en pugna (Rodríguez, 2004): aquellos que conciben a los y las jóvenes como sujetos de derechos y actores claves en el desarrollo y otros que los conciben como un grupo de poblacional vulnerable y en riesgo, receptor de servicios. Adicionalmente, se destaca una alta dosis de retórica que no se corresponde con mayores niveles de inclusión juvenil ni mejoramiento de sus condiciones de vida (Bejarano & Ochoa, 2008).
Proceso Metodológico
Esta investigación se realizó desde el método cualitativo. Se privilegió la voz de los y las jóvenes como vía para observar y comprender las prácticas sociales, ya que en ellos converge lo subjetivo y lo objetivo, la reflexión individual y las estructuras sociales. Para la recolección de la información se realizaron grupos focales. A través de esta técnica, se recuperaron las representaciones y la comprensión que los sujetos tienen de lo que hacen, hicieron o harán, desde sus conexiones de motivación y orientación, hasta la definición de contextos (Canales, 2006).
Se incluyeron organizaciones juveniles del municipio de Santiago de Cali que se encontraban activas al momento de la investigación. Se seleccionaron organizaciones que tuvieron una participación activa en los procesos de gestión de política pública. Para ello, se tuvieron en cuenta referencias que durante conversaciones informales hicieron jóvenes y miembros de ONG que participaron en procesos juveniles en el municipio.
Coordenadas teóricas
Las organizaciones se entienden desde una perspectiva relacional, como campos sociales con capacidad de actuar sobre el entorno, así como de ser afectados por el mismo. Son abordadas como agrupaciones dinámicas en las que interactúan individuos, producto de lo cual producen significados, se comunican, negocian y toman decisiones para definir sus objetivos, sus discursos, un orden normativo propio y sistemas de acción coordinados (Torres, 2002), al mismo tiempo que activan sus relaciones para darle sentido al estar juntos y a los fines que persiguen (Melucci, 1999, Aguilera, 2014).
El análisis de los marcos permite explorar en la construcción social de los procesos de organización, especialmente en la dimensión simbólica que incluye aspectos como la ideología, el sentido de injusticia, los valores, las creencias y la identidad, por mencionar algunos. Permite igualmente, articular lo individual, lo colectivo -la organización- y el contexto, en el sentido que plantea Rivas (1998): los significados y definiciones compartidas que las personas atribuyen a una situación median entre la oportunidad, la organización y la acción, sin ello, no se daría el paso a la movilización aunque se contaran con las oportunidades y los recursos.
En esta dirección, la definición que ofrece Rivas (1998, p. 207) es pertinente para los fines de este análisis: "conjunto de creencias y significados orientados a la acción que inspiran y legitiman las actividades y campañas de los movimientos sociales -en este caso las organizaciones- dando sentido al mundo social de los participantes en ellos y contribuyendo a conformar sus identidades personales y colectivas".
Dentro de los marcos de la acción colectiva se definen los marcos de injusticia que resultan de la indignación que los miembros de la organización refieren, con respecto a agravios, privación de derechos experimentados por ellos mismos o por otros grupos o personas que son significativos para ellos. Esto indica que no son las situaciones en sí mismas las que se configuran como justas o injustas, legítimas o ilegitimas generando actuaciones automáticas sino es a través de las interpretaciones, según los marcos o esquemas construidos en la interacción, como se valoran de una u otra forma (Delgado, 2005).
Esta indignación se generaría producto de la desigualdad ilegitima entre individuos o grupos debido a un trato inequitativo, discriminatorio o excluyente, así como por vulneración de principios morales que para la organización son fundamentales (Urreiztieta, 2008). Involucra aspectos cognitivos como emocionales (Klandermans, Sabucedo, Rodríguez & Weerd, 1999). Es frecuente como parte de estos marcos identificar los responsables de la injusticia, frente a quienes se dirigen muchas de las acciones.
En una relación dialéctica con lo anterior, se constituyen los marcos de identidad. Estos configuran la constitución de un "nosotros" que comparten creencias, valores y proyectos y que están dispuestos a actuar juntos. Esta idea de un "nosotros" se construye permanentemente por identificación, es decir, afinidades y coincidencias entre los miembros y con actores externos y por procesos de diferenciación de otros. Esta identificación/diferenciación ayudará a mantener la cohesión, solidaridad en la agrupación y orienta el tipo de actuaciones colectivas.
Así, la identidad colectiva tendrá una dimensión cognoscitiva, que se expresa en la definición de objetivos, medios y campos de acción, lo que conlleva un tipo de cálculo entre medios y objetivos, inversiones y recompensas, sin que ello implique marcos unificados y coherentes. Por otra parte, una dimensión emocional, a través de la cual los individuos sienten que forman parte de una unidad común. Las pasiones y los sentimientos, el amor y el odio, la fe y el miedo forman parte de un cuerpo que actúa colectivamente, sobre todo en campos menos institucionalizados, como las organizaciones no formales.
Los marcos de agencia o sentido de eficacia tiene relación con la creencia y la confianza que la organización tiene en que su actuación modifica, o por lo menos, contribuye a cambiar la situación de injusticia que motiva su indignación. Esta confianza varía durante su historia, según los resultados y tiene un fuerte anclaje con los otros dos marcos, en la medida en que se constituyen en condición de posibilidad para la acción colectiva orientada al cambio -aspecto clave de la agencia.
Sentidos colectivos que mueven a las organizaciones juveniles
La construcción ética
Para las organizaciones participantes en este estudio, los marcos de injusticia se construyen principalmente a partir de tres referentes. Dos de ellos se corresponden con los ejes de justicia ligados a la distribución y el reconocimiento, que según Fraser (1997), articulan las demandas y las reivindicaciones de ciertas organizaciones sociales en lo que denomina época postsocialista. El tercero de ellos, aunque tiene relación con los anteriores, tiende hacia una dimensión político-institucional y se funda en el cuestionamiento de las formas de "hacer" de la política tradicional.
En cuanto al eje de distribución, dado que casi todas las organizaciones pertenecen a sectores populares, uno de los referentes sobre el cual configuran los marcos de injusticia tiene relación con conflictos sociales que históricamente han marcado condiciones de inequidad y desigualdad entre los sectores populares y el resto de la ciudad. Señalan las carencias y desventajas que han tenido que soportar/enfrentar los habitantes y jóvenes de los sectores populares, en particular, la falta de oportunidades educativas y laborales.
Estos conflictos hunden sus rices en las injusticias socioeconómicas, arraigadas en la estructura político-económica de la sociedad estratificada en segmentos con amplios niveles de desventaja con respecto a capitales económicos, sociales y culturales. Tomando algunas categorías de Fraser (1997), para estas estas organizaciones, los marcos de injusticia ligados al eje de la distribución se constituyen principalmente a partir de la marginación económica y la privación de los bienes materiales indispensables para llevar una vida digna. En esta dirección, la injusticia percibida, no tiene que ver exclusivamente con ellos mismos, sino con los y las jóvenes, particularmente de los sectores populares y con la marginalidad y exclusión que viven los pobladores de determinadas zonas del municipio.
Con respecto al eje de reconocimiento, la estigmatización y la discriminación son señalados como estructurantes. Para las organizaciones, en este eje se cruzan sus historias de vida, las relaciones entre los territorios próximos (barrio y comuna) que habitan y el resto de la ciudad, así como la significación estereotipada de los y las jóvenes y de lo juvenil (Patiño et al., 2014). Estas marcas o rótulos que impone la sociedad, son atravesadas por varios vectores, a saber: el lugar de la ciudad donde se habita, generalmente asociado con pobreza, violencia e inseguridad; la condición de joven vinculado con la irresponsabilidad, el desorden, los excesos y el riesgo; la etnia (afro) y el género (masculino), categorías sociales, generalmente asociadas a la violencia en los contextos populares del municipio de Cali. En el siguiente testimonio se refleja lo dicho:
- (…) A nosotros nos interesa eliminar todo el tema de discriminación y estigmatización que hay frente el hip hop y a la gente. Cambiarle el tema de que todo el que es del Distrito3, negro, joven, afro es ladrón, ese es ladrón, ese pandillero, ese es consumidor, marihuanero (…) (Grupo Focal Titanio, 2011).
Con esto se pone en evidencia la producción sociocultural de estereotipos que operan como construcciones simplificadas, reducidas y distorsionadas de los y las jóvenes, de lo étnico/racial y de lo popular, que evitan el reconocimiento y la interacción entre "ciertos jóvenes" y otros sectores, impidiéndoles que tomen parte en la producción social (Garcés, 2006). Esto trae consigo fenómenos de exclusión social muy concretos, toda vez que con la producción de estereotipos, se "normalizan" y definen los moldes y los márgenes sobre lo bueno y lo malo, lo legítimo y lo ilegitimo, lo aceptable y lo que hay que rechazar (De Laire, 2001), configurando así una lógica estructural de exclusión, que para muchos pasa inadvertida.
En este sentido, según Fraser (1997), el género y lo étnico-racial son categorías paradigmáticas relacionadas con el eje del reconocimiento, al cual se le suman en este caso, la estigmatización juvenil y de pertenencia territorial. No obstante, todas estas formas que ponen en cuestión el reconocimiento de los sujetos en virtud de su pertenencia a un género, a un grupo de edad, a un territorio o por su color de piel, se combinan con problemas de distribución, por lo que Fraser (1997) las considera bivalentes, pues se coproducen desde la esfera socioeconómica y la esfera culturalvalorativa.
Por otra parte, el "orden" social y político dado por la tradición que configura las relaciones entre el mundo adulto y los y las jóvenes, así como en el mundo de la política institucional, es objeto de crítica. Con respecto al primer aspecto -relaciones entre el mundo adulto y jóvenes-, señalan el predominio de las relaciones autoritarias y verticales, en las que el sujeto joven es considerado como incapaz por si solo de tomar decisiones y que de no contar con la tutoría de un adulto correría un alto riesgo de equivocarse, según los parámetros esperados por los adultos. Refieren esta crítica a espacios de socialización como la familia, la escuela y el Estado, en los que encuentran poca apertura para poder expresarse sin que ello conduzca a conflictos o enfrentamientos. Esto limita su capacidad crítica, creativa y reflexiva, razón por la cual, una vez han experimentado la dinámica de las organizaciones, cobra relevancia en sus vidas y les permite resignificarse como sujetos sociales y políticos y ampliar sus escenarios de socialización política y sus redes afectivas.
Este aspecto se ubicaría en el eje de reconocimiento sobre la base de una sociedad que se articula desde una perspectiva adultocéntrica, que le cuesta reconocer la diversidad y la diferencia que expresan los y las jóvenes (Garcés, 2006) y que sobrevalora aquello que permita mantener la situación de privilegio que el mundo adulto vive, respecto de los demás grupos sociales, los cuales son considerados como en preparación para la vida adulta (niños, niñas y jóvenes) o saliendo de (adultos mayores) (Duarte, 2002). Por tal razón la discriminación sufrida por efecto de la edad, como clave de rotulación social, posee una fuerza en la configuración de los referentes para la organización y la acción juvenil, tanto como las discriminaciones de género, raciales, económicas (Duarte, 2002).
Aquí se expresa un conflicto generacional entre la tradición, las costumbres, los significados arraigados y la resistencia de las nuevas generaciones a aceptarlas y más aún su capacidad de innovación, lo que generalmente deviene en conflictos entre la tradición, lo dado y lo nuevo, lo que puede ser4 (Patiño, et al., 2014). Esto se corresponde con la posibilidad siempre abierta de transformar el orden hegemónico por la acción de los sujetos sociales, un orden siempre sensible a la resistencia y a la innovación, acorde con el planteamiento antes señalado de Melucci (2001) al referirse a los conflictos en las sociedades complejas, en términos de las tensiones que se generan entre la libertad de decidir, consumir, producir información y los controles que impone la sociedad sobre todo en la producción de significados y sentidos.
Frente al segundo aspecto indicado -el orden político-institucional- es reiterativo el rechazo e indignación hacia la cultura política5 predominante en el país, en el municipio y sus comunidades. Asocian con ello, las prácticas clientelistas, el aprovechamiento que se hace de lo público para intereses particulares y la ineficacia para enfrentar los conflictos de la sociedad por parte de los partidos políticos, los gobiernos municipales y nacionales, el Congreso de la Republica, el Concejo Municipal, al mismo tiempo, líderes comunitarios, organizaciones sociales y ONG.
Se constituye en un referente de indignación, la sobrevaloración de algunas vías y mecanismos consideradas legítimas de hacer política, a costa de la falta de reconocimiento o el señalamiento del que son objeto otras expresiones políticas alternativas. Ponen en cuestión la suficiencia y exclusividad de la política simple, tomando el término que emplea de Beck (1998), para referirse a la política oficial frente a otras posibilidades que ofrece, lo que el mismo Beck denomina la subpolitización reflexiva, a través de la cual los actores generan lógicas de funcionamiento alternativas a las institucionalizadas y legitiman nuevas reglas y escenarios de acción.
Sin embargo, para las organizaciones juveniles los espacios y los actores institucionales hacen parte de sus dinámicas, como interlocutores y espacios "naturales" donde operan. Por consiguiente, aun cuando en ocasiones expresan un rechazo categórico hacia cualquier espacio o persona que represente lo institucional, han comprendido que son "necesarios" y es inevitable establecer relaciones con ellos, siempre y cuando no pongan en juego sus principios y proyectos políticos. Destacan en este sentido, que sus acciones y el reconocimiento ético, es la mejor mediación para establecer relaciones con otros actores políticos y que sus acciones se constituyen en un mensaje ético en la tramitación de los asuntos públicos.
La producción de identidad
Cada una de las organizaciones le asigna un peso relativo a determinados referentes identitarios que a su vez varían a lo largo de la historia de las mismas. Esto coincide con la idea que la identidad está en constante producción, abierta a la temporalidad y la contingencia. En palabras de Laclau: "una posicionalidad relacional sólo temporariamente fijada en el juego de las diferencias" (Torres, 2009, p. 68 cita a Laclau, 1996).
Para algunas organizaciones lo más significativo corresponde a lo juvenil. Son organizaciones de jóvenes que trabajan con y para jóvenes. En cambio, para otras organizaciones, "lo juvenil" que en sus orígenes definía en gran parte su identidad, con el tiempo se ha desplazado a lo comunitario y territorial (organizaciones de base).
Para otros, el referente identitario está determinado por su área o ámbito de trabajo. Por ejemplo, la gestión cultural, la cual configura cierto ámbito de especialización y "vocería" frente al tema, así como espacios y canales de expresión política, de sociabilidad, de formación y ejercicio ciudadano. No obstante, para otras organizaciones, su identidad está explícitamente atravesada por múltiples referentes, entre ellos, su carácter de organización juvenil, su pertenencia territorial (sectores populares), su campo de acción (la gestión cultural) y su condición étnica (afro).
Estos referentes señalados condicionan lo que son y lo que hacen, asimismo, la producción de sentidos, por cuanto guían sus acciones, sus discursos, sus valores y principios. Igualmente ponen de relieve los elementos por los que quieren que otros los reconozcan. Así entonces, se configura una dimensión simbólica de la identidad de la organización, rescatando aquello que los define.
Ahora bien, la historia es sin dudas un eje que permanentemente es recreado a través de las conversaciones, la producción escrita y audiovisual para reafirmar cómo se constituyen, pero también para actualizar un discurso de sí mismos y mantener o transformar sus formas de actuar. La historia se refiere a lo vivido y a lo contado, a las hazañas "heroicas" y los fracasos y crisis, a las personas propias y ajenas que fueron significativas, las relaciones conflictivas y colaborativas con otros y, los contextos que favorecieron u obstaculizaron el quehacer de la organización (Vallejo & Torres, 2003).
(…) En el momento en que yo llegué y lo que he escuchado de la historia con las personas que estaban aquí hace mucho tiempo, era que se hacían reuniones con más de cien (100) personas y cien (100) personas de diferentes grupos artísticos y de diferentes intereses pensándose cómo potenciar el sector y cómo potenciar a la gente (…) (Grupo Focal Agencia Red Cultural de Aguablanca, 2011).
A través del dialogo desde el presente con el pasado, se reafirman o cuestionan los valores que los guían y se proyectan las formas de acción. En esta práctica reflexiva se configuran los sentidos que los llevan a permanecer juntos, en torno a una historia compartida, a la construcción de vínculos afectivos y a un proyecto colectivo. Al mismo tiempo, estas organizaciones se encuentran con actores que tienen un alto grado de significación en la constitución de su ideario, sus valores y formas de acción. Las relaciones con actores externos representados por ejemplo, por miembros de ONG, líderes comunitarios o funcionarios del Estado, incidió en sus discursos y actuaciones, bien por afinidad, admiración y empatía o por rechazo, desacuerdo y decepción. En este sentido, las identidades colectivas se configuran en un proceso de reiterados encuentros y desencuentros con otros actores.
(…) yo creo que la ACCR ha tenido la suerte de que muchas personas de afuera con mucha sensibilidad social han estado en momentos indicados, orientando pues, en este caso muchos profesionales y otros que uno conocía en el camino (…) (Apolinar Ruiz, ACCR, Entrevista 2011).
Con respecto a la actuación de otros actores significativos para la organización, destacan su rechazo a la política tradicional, referido a las prácticas clientelistas y de corrupción que se expresan en el Estado, los partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil, al igual que a las relaciones "mercantiles" que se establecen entre el Estado y agentes "operadores de proyectos". Aquí se observa una articulación entre los marcos de injusticia y de identidad, por cuanto es claro que estos últimos también se constituyen por oposición y diferenciación de otros. En este sentido, se produce una dimensión ética y política de la identidad, constituida por los valores, los principios, los discursos, las reivindicaciones y las demandas que guían su proyecto (Patiño et al., 2014).
En esas relaciones se produce autopercepción, de cierta forma cerrada e independiente, sin embargo, es común en todas las organizaciones, su participación en redes, la identificación de aliados o socios con los que coinciden en intereses y proyectos. Las redes como constelaciones de organizaciones que comparten algo en común, y actúan conjuntamente, se fundamentan en parte, en una racionalidad instrumental, en la medida en que se conciben como un medio que facilita el acceso a recursos y para el desarrollo de proyectos.
Al mismo tiempo, las redes hacen parte de la dimensión política de su identidad, toda vez que a través de ellas despliegan o articulan acciones colectivas, desde la concepción del poder, en la perspectiva planteada por Garcés (2010) "como potencia del trabajo colectivo, ligado al «hacer juntos», a la «actividad común», al «poder hacer". Adicionalmente, las redes constituyen parte de una dimensión afectiva por cuanto las vincula como parte de un tejido social/afectivo que media la identificación con intereses y apuestas políticas.
(…) Para ejecutar un proyecto hay unos componentes, el tema cultural, eso los compañeros de Titanio saben de eso, entonces los contratamos y ellos colaboran con esa actividad; que convivencia pacífica, están los Mediadores y así sucesivamente y entonces siempre estamos trabajando en red (…) (Grupo focal Red DH, 2011).
En todas las organizaciones se evidencia una tensión entre lo formal, dado por su constitución jurídica y la informalidad de las relaciones entre sus miembros y sus formas de actuar. La formalización es concebida como una oportunidad para acceder a recursos y una forma de división del trabajo. Sin embargo, con la formalización se puede afectar las relaciones entre sus miembros y su proyecto político, debido a que las vuelve rígidas y les resta el carácter afectivo-comunicativo que las caracteriza, privilegiando las relaciones laborales. Con respecto al proyecto político, su formalización implica su introducción al campo de las organizaciones del tercer sector como ejecutoras de proyectos, poniendo en ocasiones, en tensión o contradicción sus fines con los intereses económicos y las restricciones que imponen los marcos, escenarios y temáticas definidos externamente para la ejecución de los proyectos.
Pese a ello, la formalización es concebida como un paso necesario, que les permite acceder a recursos, ganar independencia y autonomía y los marcos de los proyectos no determinan sus actuaciones sino se convierten una vía a través de la cual se objetivan sus actuaciones públicas, sus valores, sus reivindicaciones y sus sueños. Además, facilitan su participación en espacios formales donde se toman decisiones o se expresan puntos de vista sobre ciertos temas y no impide su participación en otros escenarios no formales desde los cuales también se procesa lo público. En cuanto a las relaciones internas es posible afirmar que existe flexibilidad entre lo formal, en términos de su constitución jurídica y sus formas de relacionarse y operar, tal como se afirma: "aquí uno tiene su cargo pero en papel, igual aquí se trata es de tú y ya, y todo el mundo aporta lo suyo, no es más (…)" (Grupo Focal ACCR, 2011).
El valor de la historicidad
Como ya se mencionó, es común la referencia a la historia como un acumulado de experiencia, esfuerzo, conocimiento, formación, reconocimiento de otros y de "ganarse un lugar", que motiva a los miembros a mantenerse actuar colectivamente. En esa historia se hace conciencia de los logros, en términos de la formación-crecimiento-concienciación (en campos teóricos, políticos, técnicos) por parte de cada uno de sus miembros, igualmente de la organización, producto de sus acciones y de sus "acomodos, desacomodos y reacomodos" en el tiempo, según las condiciones del entorno y de la propia organización.
Hay un reconocimiento de las ganancias individuales y colectivas que les genera confianza y expectativas para seguir actuando juntos. En los relatos, contrastan sus logros producto de su pertenencia a la organización con respecto al rumbo de sus vidas si no hubiesen ingresado a la organización o los caminos que tomaron las vidas de otros jóvenes con los que compartían historias de vida. Los motiva los resultados conseguidos producto de sus acciones, que reiteradamente insisten, no pretenden generar transformaciones globales, sino incidir en la cotidianidad de las comunidades y en las acciones institucionales y de la sociedad civil.
(…) Interactuar con otras organizaciones, conocer otras dinámicas sociales, ha permitido que traigamos a la organización diferentes formas de hacer las cosas, y eso, además de conocer otros procesos, ha fortalecido la organización, percibir qué hacemos y no lo vemos (…) Cuando uno participaba aquí en la comuna se daba cuenta de que estaba haciendo muchas cosas, entonces esa participación comunal y ciudadana y en muchas ocasiones a nivel nacional, nos ha permitido coger fuerzas, ganas de seguir acá, luchando y trabajando con la gente (…) (Grupo Focal ACCR, 2011).
Enfatizan en la autoconfianza que les produce interactuar con otros actores colectivos e institucionales y darse cuenta del trabajo que han realizado. La comunicación con otros les permite verse a sí mismos, valorar su experiencia, pero también darse cuenta que no están solos y que tienen compañía en su "lucha". Esto permite que su quehacer no se limite a la ejecución de proyectos acotados sino que se conecte con otras organizaciones, en acciones colectivas de mayor envergadura en lo que podría acercarse a expresiones de movimientos sociales donde las organizaciones entran y salen o como menciona Melucci (1999) donde hay momentos de aparición y visibilidad pública y momentos de latencia donde las organizaciones se repliegan en sus territorios y en sus actividades particulares.
Con todo, la confianza y la motivación para continuar actuando, no se agota en la reflexividad sobre su historia y en la interacción con otros. También hunde sus raíces en el compromiso frente a una causa, en la representación de intereses de otros que no hacen presencia en los espacios públicos o tienen menos recursos para hacerlo: los jóvenes, los jóvenes afro, los grupos culturales o los pobladores de los barrios populares. Su capacidad de actuar entonces, se funda en la solidaridad, en el sentido de convertir en un motor aquello que comparten con otros a partir del reflejo de sí en el otro y en la empatía, en el sentido que propone Hoffman (1975) y Daniel Batson (1978) (citados por Peiró, 1996) como "la capacidad de compartir y comprender el estado emocional de otra persona, haciendo posible que nos pongamos en el lugar del otro y comprender su estado interno, y como consecuencia de ello sentir compasión o congratulación, dependiendo del sentimiento que creemos está experimentando la otra persona. La comprensión del estado interno de otra persona en una situación conflictiva o de adversidad, se constituye en un factor esencial para ofrecer soluciones y emitir una conducta de ayuda y acompañamiento".
(…) Hay algo que puede ser muy dramático y extremo y es cómo desde que vos vivís en el ghetto, desde pequeñito, yo llevo aquí desde los doce (12) años y vas viendo que amigos tuyos se meten en la delincuencia o van cayendo en las drogas o cómo cayeron muertos. Entonces eso te va dando posibilidades de decir: no, cómo voy a pegar para allá; y al mismo tiempo te va dando ganas de decir al otro pelado: no te metás por ahí porque mirá cómo están las cosas, metete por aquí; y es ese intento de seguir ayudando a los demás (…) (Grupo Focal, Titanio, 2011).
Conclusiones
Las organizaciones sociales surgen como mecanismos sociales para generar cambios, bien sea para quienes hacen parte de ellas o respecto a situaciones que afectan o son de interés de grupos específicos, así como "causas sociales" de mayor espectro. A propósito de las organizaciones que participaron en este estudio, su conformación y acción responden a procesos de identificación que se van dando con determinados grupos o frente a problemas o situaciones (que los afecta directamente o que como parte de su trayectoria colectiva cobran significatividad) y en menor grado, por relaciones de representatividad de personas o causas. Estas identificaciones -siempre provisionales- enraizadas por valores, formas de acción y significados, legitiman, justifican y orientan sus dinámicas internas y acciones hacia determinados fines, propiciando así, la construcción de identidades colectivas e individuales y con ello la permanencia de procesos colectivos.
Con esto se pone de manifiesto la importancia de concebir las organizaciones como espacios sociales y culturales en movimiento, producidos en contextos específicos pero a la vez, que se están produciendo por la interacción de sus miembros y de éstos con el entorno. El contexto opera como marco de posibilidades en el que se constituyen determinados procesos colectivos, esto incluye las relaciones económicas, políticas, culturales y sociales que ponen en circulación significados y discursos sobre la realidad, sobre lo deseable y lo injusto; sobre lo estético y lo ético; sobre las formas y visiones de los gobiernos, de ejercer el poder, de posibles relaciones entre sujetos y de estos con el Estado y el mercado; sobre las relaciones de dominación, igualdad, coerción o violencia entre personas, regiones y países. Es este donde se produce la reflexividad y la actualización permanente de las mismas, vale decir, con matices de adaptación y resistencia.
Sin embargo, el contexto también corresponde a las restricciones y oportunidades que anteceden a las organizaciones y que tiene relación con la historia personal de sus miembros. A través de éste se producen disposiciones de los sujetos, según condiciones estructurales y experiencias particulares. Pero también, el contexto como condicionante anterior a las organizaciones, corresponde a la historia a través de la cual se han configurado los procesos colectivos en diferentes latitudes con sus respectivas conexiones: los movimientos estudiantiles y sus conexiones con los movimientos populares, movimientos obreros, campesinos y con los procesos organizativos juveniles de finales del siglo XX. El contexto entonces, corresponde a las condiciones que influyen en la actualidad y el devenir de las organizaciones, asimismo, la historia desde la que transcurren las biografías de los sujetos -que constituyen las organizaciones-, y al mismo tiempo, la historia social de mayor envergadura, de las expresiones de procesos organizativos y colectivos del nivel mundial, nacional regional y local.
Esto coincide con lo que plantea Torres (2009, p. 67), cuando señala que la influencia del contexto en la producción de sentidos hacia lo organizativo, "corresponde a una serie de instancias que median entre las condiciones estructurales y la acción organizada: la vida cotidiana de los sujetos, la red de relaciones de sociabilidad a nivel local, las tradiciones asociativas de los pobladores y las que se generan, los tipos de relaciones con otros agentes sociales, así como las culturas políticas previas y emergentes entre los pobladores".
Del mismo modo, guarda relación con la idea de repertorios de acción a los que hace referencia Tilly (2000), en la medida que históricamente se va constituyendo un acumulado de tramas de memoria, que conectan a las organizaciones y formas de acción colectiva. Estos repertorios se constituyen en tipos y estilos de acción que un determinado grupo, organización o movimiento emplea, retomados de colectivos o causas históricas con las que se tiene afinidad, pero también, son objeto de creatividad e innovación, según lo permitan las condiciones del contexto.
Las organizaciones sociales en este sentido, son expresiones sociales de cada momento histórico particular, que se constituyen en contextos específicos, pero también son herederas de formas organizativas que las antecedieron. Tienen relevancia entonces como escenarios de socialización que constituyen parte de las historias personales, desde las cuales se construyen bases comunitarias fundadas en vínculos efectivos e identitarios necesarios para cualquier sujeto, pero también desde donde se agencian proyectos políticos y éticos que refuerzan o se resisten a valores, normas, ideologías y prácticas, en un lugar y tiempo concreto. Para muchos jóvenes, los procesos organizativos en los que penetran van conformado un circuito o mejor, contribuyen a hilvanar redes no formales para acceder a oportunidades educativas, laborales y políticas que el medio no garantiza, pero también, redes afectivas que en ciertos contextos son escasas.
En la historia colombiana, gran parte de las organizaciones sociales que se han constituido han estado vinculadas con mecanismos de respuesta social frente a condiciones de injusticia, dominación, inequidad y abuso en las que históricamente se evidencia una clara debilidad del Estado para garantizar los derechos de los ciudadanos y una desigual distribución de los medios para el desarrollo de amplios sectores de la población. En el pasado las organizaciones sociales tenían una fuerte tendencia política orientada al Estado como responsable de los problemas y las soluciones y a constituirse alrededor de la sobrevivencia y la construcción del territorio, dadas unas condiciones de migraciones y marginalidad, producto de la urbanización y la accidentada evolución de las ciudades.
En cambio, desde hace aproximadamente tres décadas, emergen organizaciones cuya acción-discurso se orienta a la sociedad, menos desde la reivindicación de condiciones materiales básicas de sobrevivencia y más, desde la reivindicación de otras formas de ser y de relacionarse entre hombres y mujeres; generaciones, etnias; de establecer vínculos con el medio natural. Pese a lo anterior, la mirada de estas organizaciones hacia el Estado no desparece, éste sigue siendo blanco de sus demandas, no obstante, se establecen relaciones con el Estado menos confrontacionales y más de cooperación, estas últimas, mediadas por coincidencias ideológicas y programáticas, así como por relaciones económicas. En definitiva, es imposible pensar las organizaciones sociales sin considerarlas como expresiones de los tiempos que corren y manifestaciones de las tensiones, contradicciones entre lo que existe y lo que puede ser, entre lo hegemónico y lo subalterno.
Notas
* Este artículo de investigación científica y tecnológica hace parte de la investigación "Producción de sentidos en jóvenes y organizaciones juveniles del municipio de Santiago de Cali, Colombia", realizada entre enero a diciembre de 2011 para optar al título de Magíster en Ciencias Sociales con Mención en Sociología de la modernización de la Universidad de Chile. área: Sociología; subárea: Temas especiales.
1 Las organizaciones participantes son: Asociación Centro Cultural la Red -ACCR- (organización de base comunitaria que opera principalmente en la zona de Ladera del municipio de Cali, cuyo interés principal es agenciar procesos de desarrollo local); Red Juvenil-DH (Organización juvenil que promueve los derechos humanos en el municipio de Cali y en el departamento del Valle del Cauca); Asociación Agencia Red Cultural de Aguablanca (organización que impulsa procesos de desarrollo de inclusión social y desarrollo local, a través de procesos culturales en el Distrito de Aguablanca), y Fundación Titanio (organización del Distrito de Aguablanca que promueve, desde una perspectiva étnica, procesos de inclusión social, a través de la gestión cultural, principalmente del hip-hop).
2 Rivas (1998) señala la introducción del concepto de marcos de injusticia en el análisis de los movimientos sociales por parte de Gamson, Fireman y Rytina (1982) inspirados en la obra de Goffman, Frame analysis (1974). Añade otros autores como Snow, Benford y Hunt (1986, 1988, 1992, 1994); Gerhards (1995); Gerhards y Rucht (1992), Donati (1992); Eder (1992) y Johnston (1995).
3 Se hace referencia al Distrito de Aguablanca, sector del municipio de Cali, ubicado en el oriente de la ciudad, constituido en una alta proporción por población negra, proveniente de los procesos de expansión urbana producto de las migraciones de sectores pobres del propio municipio hacia a las periferias y de migrantes de otras regiones del país, debido a la violencia y la falta de oportunidades.
4 Margulis y Urresti (1998) hacen referencia a las diferencias y choques generacionales, al referirse a los jóvenes como "cierta clase de "otros", que viven cerca nuestro y con los que interactuamos cotidianamente, pero de los que nos separan barreras cognitivas, abismos culturales vinculados con los modos de percibir y apreciar el mundo que nos rodea. Estos desencuentros, permiten postular, tal vez, una multiculturalidad temporal, basada en que los jóvenes son "nativos del presente", y que cada una de las generaciones coexistentes (divididas a su vez por otras variables sociales) es resultante de la época en que se han socializado. Cada generación es portadora de una sensibilidad distinta, de una nueva episteme, de diferentes recuerdos; es expresión de otra experiencia histórica".
5 Según Dagnino, Olvera y Panfichi, (2006) "La cultura política es construcción social peculiar de aquello que cuenta como político en toda sociedad, es el ámbito de las prácticas y las instituciones conformadas a partir de la totalidad de la realidad social y que históricamente llegan a ser consideradas como apropiadamente políticas".
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Referencia para citar este artículo: Ortiz-Ruiz, N. (2016). ¿Qué mueve a las organizaciones juveniles? Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 14 (1), pp. 531-543.