Introducción
Un rasgo distintivo de las sociedades latinoamericanas es su carácter multiétnico, dada la coexistencia en un mismo espacio socioterritorial de diferentes grupos étnicos que dan origen a relaciones interétnicas e interculturales heterogéneas y desiguales. Las interétnicas refieren a las relaciones entre grupos que se diferencian y reconocen en su identidad étnica; las interculturales involucran relaciones e interacciones entre grupos humanos diferentes, donde se entrecruzan sistemas simbólicos generando transformaciones culturales entre los grupos que se relacionan (Turra et al., 2017). En este contexto de diversidad cultural se localiza el pueblo Mapuche en Chile, con una población de 1 745 147 (Instituto Nacional de Estadística, 2018) equivalente al 9.9% de la población nacional. La región de La Araucanía es la que concentra su mayor proporción poblacional, con un 34.3%. Los mapuche ocupaban los territorios del centro y sur del Chile actual hasta antes de la llegada de los españoles, siendo reducidos posteriormente al sur del Biobío producto de la denominada guerra de pacificación de La Araucanía con el Estado chileno a finales del siglo XIX; producto de ello, se fragmentaron en pequeñas comunidades que hoy en día forman parte constitutiva de la dinámica social, cultural, económica y de pertenencia de su población. Los cambios en las composiciones urbano/ rural a partir de los años ochenta y noventa conllevaron, no solo cambios estructurales en términos de localización, sino que también nuevas dinámicas económicas, sociales y de relaciones interculturales ya que, producto de la migración, actualmente la población mapuche se localiza preferentemente en los sectores urbanos del país.
En esta nueva situación urbana, los vínculos con la cultura de adolescentes y jóvenes se expresan más fuertemente en elementos diacríticos como el apellido, una menor exploración que les permita una resolución de la identidad y una identidad mapuche asignada por los otros que lo identifican como integrante de una cultura; por tanto, pueden experimentar -o experimentan- estereotipos, estigmas, discriminación u otros procesos asociados a la cultura.
Actualmente, existen nuevas representaciones sociales, mayoritariamente asociadas a las comunidades rurales, que plantean, por un lado, la necesidad de beneficiar a este grupo en particular con acciones positivas, dado que históricamente fueron invisibilizados y marginados de las oportunidades de desarrollo. Por otro, surge una idea negativa de una fracción de la población no mapuche, que considera que este pueblo forma parte de un conflicto que es abiertamente separatista y que lleva a cabo acciones terroristas (Zañartu et al., 2017). Este tipo de estigmas, estereotipos y prejuicios permean la construcción de la identidad en las personas mapuche, ya que la identidad se entiende como un proceso permanente y relacional en la vida de los sujetos en relación a su entorno o, como también señalan Webb y Sepúlveda (2020), en los espacios en los cuales los jóvenes participan.
Los estudios actuales de identidad étnica en población mapuche se han centrado principalmente en jóvenes urbanos desde una estrategia cualitativa (Merino et al., 2020; Webb & Sepúlveda, 2020), pero son escasas las investigaciones tendientes a evaluar el proceso de desarrollo de la identidad étnica a través de instrumentos validados psicométricamente. Esta situación no es solo particular para el caso de indígenas en Chile, sino que también se traslada al contexto indígena latinoamericano, ya que el foco de medición de la identidad étnica como constructo ha estado marcado fuertemente en población migrante en países anglosajones.
A partir del análisis de la literatura, se constata que desde los años noventa los estudios teóricos y empíricos sobre identidad étnica se han centrado en las etapas de la adolescencia y juventud. Ello se debe a que en estos periodos se definen con mayor resolución ámbitos identitarios como el sexual, el social, el religioso, etc., se incrementa la madurez cognitiva y se produce un mejor desarrollo de la identidad étnica (Neblett et al., 2019; Syed, 2015; Toomey et al., 2013; Umaña-Taylor et al., 2018). Si bien los distintos tipos de identidad se desarrollan a ritmos diferentes, la adolescencia sigue siendo un momento clave en la vida, debido a los cambios sociales y cognitivos que facilitan la exploración y resolución de una identidad personal (Ashdown et al., 2014; González, 2019; Schwartz et al., 2014).
Actualmente existe el consenso en estas investigaciones relativo a que sus bases se fundamentan en el planteamiento de identidad étnica de Erikson, la construcción de estatus de identidad étnica de Marcia y la teoría de la identidad social de Tajfel (Douglass & Umaña-Taylor, 2015b; Musso et al., 2017; Ong et al., 2010; Phinney & Ong, 2007; Syed et al., 2018; Toomey et al., 2016; Umaña-Taylor, 2011; Yoon, 2011). Y aunque existe una amplia conceptualización de identidad étnica, una constante de estos estudios es el consenso de la multidimensionalidad del constructo (Rivas-Drake et al., 2014) y el uso del concepto de Phinney (1996), quien la define como la forma en que individuos interpretan su etnicidad y el grado en que les hace sentido la pertenencia a un grupo étnico. Según Phinney y Ong (2007), la identidad étnica forma parte de la identidad social (como parte del autoconcepto derivado de la pertenencia a un grupo social) y de una identidad total que puede variar en sus rasgos sobresalientes entre los individuos.
La identidad étnica se enmarca en un complejo proceso psicológico que involucra percepciones, cognición, afectos y conocimientos referidos a cómo los individuos piensan acerca de ellos mismos y respecto a dos o más culturas. Por tanto, esta es parte del proceso de construcción de la identidad en el tiempo, en donde se incluyen una combinación de experiencias y acciones, el conocimiento obtenido y su comprensión dentro del grupo, así como también la pertenencia a un determinado grupo étnico (Dimitrova et al., 2017; Phinney & Ong, 2007). En este mismo orden, Esteban (2010) señala que la identidad étnica también es parte de la identidad social, por el valor y significado emocional que está asociado a esta pertenencia.
En el contexto de convivencia cultural, Umaña-Taylor et al. (2012) refieren que la etnicidad y la identidad étnica son más importantes para las minorías, debido a las experiencias asociadas con el estatus del grupo dentro de la sociedad; por tanto, para los grupos étnicos minoritarios implica una lucha por obtener igualdad, reconocimiento y aceptación de la sociedad dominante, ya que el estatus de minoría implica menos poder, combinado con experiencias de prejuicios y discriminación (Zbarauskaitėa et al., 2015). Esta cuestión Syed y Juang (2014) la refuerzan al mencionar que la identidad étnica es fundamental para las minorías étnicas, ya que está relacionada con su sentido global, que se vincula con el funcionamiento psicológico.
El desarrollo de una identidad étnica positiva permite el logro de mejores indicadores de funcionamiento social de las y los adolescentes y está asociado a un mayor crecimiento de la autoestima, como se ha demostrado en múltiples investigaciones (Arenas & Urzúa, 2016; Bachman et al., 2011; Douglass & Umaña-Taylor, 2015b; Homma et al., 2014; Kim et al., 2014). En poblaciones indígenas permitiría generar mejores respuestas frente a la discriminación, estereotipos culturales y relaciones interétnicas negativas; correlacionando negativamente con medidas de aislamiento, síntomas depresivos y conductas de riesgo (Douglass & Umaña-Taylor, 2015b; Esteban et al., 2011; Hoffman et al., 2020; Neblett et al., 2012; Syed et al., 2018). Estas evidencias también se reportan para el caso mapuche en el contexto chileno (González et al., 2017; González, 2019; Merino et al., 2017; Zañartu et al., 2017).
En términos metodológicos y empíricos, dos son las medidas de mayor uso en la investigación sobre identidad étnica: la Medida de Identidad Étnica Multigrupo (Meim) (Phinney, 1992) y su versión revisada Meim-R (Phinney & Ong, 2007). Sus autores proponen que identidad étnica es un constructo multidimensional desarrollado en el tiempo e involucra dos procesos básicos: exploración de los significados de la etnicidad y compromiso al grupo etnocultural (Lara & Martínez-Molina, 2016; Musso et al., 2017; Phinney & Ong, 2007; Ponterotto & Park-Taylor, 2007). Umaña-Taylor et al. (2004) señalan que la Meim originalmente examina el logro individual de la identidad (grado de exploración y compromiso), las conductas étnicas (grado de participación en actividades culturales), así como la afirmación y pertenencia (grado de sentimientos positivos hacia su grupo étnico). Aunque comprende tres subescalas, la Meim es típicamente usada como una escala única, la cual evalúa el grado de logro de una identidad étnica, caracterizado por un período de exploración y compromiso hacia su grupo étnico. De acuerdo a Umaña-Taylor et al. (2004), la medición es incongruente con la teoría, ya que el compromiso es confundido con una afirmación de identidad étnica, mientras que los puntajes continuos dificultan ubicar a los encuestados en las etapas de la identidad étnica de Marcia y probar los postulados de desarrollo de la identidad de Erikson. Por lo anterior, el desarrollo de una medida de identidad étnica debe evaluar los tres componentes de manera separada, permitiendo una clasificación dentro de una tipología de identidad étnica (Ponterotto & Park-Taylor, 2007; Umaña-Taylor et al., 2004) que capture independientemente aspectos de proceso y contenido (Douglass & Umaña-Taylor, 2015a).
Congruente con la teoría de base de la identidad étnica, la Escala de Identidad Étnica propuesta por Umaña-Taylor et al.. (2004) contiene 17 ítems con tres subescalas que evalúan el proceso de desarrollo de la identidad étnica a través de los componentes de exploración y resolución; así mismo, evalúa los contenidos de la identidad a través del componente afirmación (Douglass & Umaña-Taylor, 2015a). La exploración mide el grado en que los individuos han investigado cuestiones relacionadas con su origen étnico, mientras que la resolución mide hasta qué punto las personas han confirmado lo que su etnicidad significa para ellos. Ambas subescalas tienen un referente teórico en los postulados de Erikson y Marcia sobre desarrollo de la identidad. La tercera subescala (afirmación) representa la respuesta afectiva de los individuos con respecto al sentimiento de pertenecer a su grupo étnico; esta puede ser positiva o negativa y tiene sus fundamentos en la teoría de la identidad social de Tajfel (Umaña-Taylor, 2011; Umaña-Taylor & Shin, 2007; Yetter & Foutch, 2013).
La Escala de Identidad Étnica se focaliza en los procesos de exploración y resolución como ejes centrales en la formación de la identidad (Umaña-Taylor, 2011) y, en muchos de los trabajos, se han orientado a analizar cómo la identidad étnica puede tener una función protectora para los miembros de minorías étnicas (Douglass & Umaña-Taylor, 2015b), el desarrollo individual y el bienestar psicológico (Aldridge et al., 2016). Sin embargo, los hallazgos también sugieren que el desarrollo de la identidad no es uniforme durante la adolescencia y que existe una variabilidad significativa entre los individuos (Douglass & Umaña-Taylor, 2015b).
La consistencia interna de la Escala de Identidad Étnica ha sido demostrada en investigaciones con adolescentes y adultos emergentes (Borrero & Yeh, 2011; Yoon, 2011), la estructura de tres factores ha sido trabajada con diversas poblaciones (Yetter & Foutch, 2013; Yoon, 2011) y su invariancia factorial ha sido demostrada en americanos europeos, americanos asiáticos, americanos latinos y americanos africanos (Umaña-Taylor & Shin, 2007). También ha sido replicada con análisis factorial confirmatorio en trabajos con adolescentes latinos y con estudiantes de minorías étnicas en Estados Unidos; pero las evidencias de fiabilidad y validez en poblaciones indígenas son inexistentes en la revisión bibliográfica realizada.
En tal sentido, el objetivo del artículo es evaluar las propiedades psicométricas de la Escala de Identidad Étnica en una muestra de estudiantes indígenas Mapuche que cursan estudios secundarios en la región de La Araucanía de Chile. Las hipótesis de la investigación buscan corrobar empíricamente que escala responde a la estructura factorial teórica original (exploración, resolución y afirmación) y, por otro lado, que sus propiedades psicométricas proporcionan evidencia suficiente para desarrollar estudios en contextos indígenas chilenos.
Método
Fundamentación epistemológica
El presente estudio se enmarca dentro de los estudios instrumentales con una opción epistemológica cuantitativa con un diseño de corte transversal que busca evaluar las propiedades psicométricas de un instrumento de medida para su uso en población Mapuche en Chile.
Descripción de la muestra
La muestra quedó compuesta por 501 estudiantes mapuche de enseñanza secundaria, de colegios municipales o particulares subvencionados de la región de La Araucanía, siendo el criterio de autoidentificación el usado para la inclusión de los sujetos participantes en el estudio. La determinación de la muestra fue mediante un muestreo temático por intención con un nivel de confianza de 99.7 % y un error de muestreo de 3.7 %, asumiendo una probabilidad de certeza (p) e incerteza (q) p y q=0.5 para obtener una muestra con el tamaño de mayor resguardo posible (Scheaffer et al., 1987). Los instrumentos fueron aplicados a 650 estudiantes indígenas mapuche de enseñanza secundaria. Sin embargo, posterior a su depuración, la matriz de datos quedó conformada por 501 casos. Esta muestra satisface las condiciones requeridas para realizar un análisis factorial confirmatorio, incluyendo 10 casos por ítem (Nunnally & Bernstein, 1995), cinco observaciones por cada parámetro estimado (Bentler & Chou, 1987; Bollen, 1989) y un tamaño mínimo de muestra de 100 participantes (Broomsma, 1982; Myers et al., 2011). La tabla 1 presenta los estadísticos sociodemográficos de la muestra.
Escala de Identidad Étnica (EIE)
Esta escala fue desarrollada originalmente por Umaña-Taylor et al., (2004) y tiene como objetivo evaluar el grado de identidad con un determinado grupo étnico, así como actitudes y conductas asociadas. La EIE está compuesta por 17 ítems de autoaplicación, mediante una escala ordinal de cinco puntos (1=muy en desacuerdo, 5=muy de acuerdo). Posee tres factores: exploración, resolución y afirmación. Su estructura factorial ha sido evaluada en diversas poblaciones (Yetter & Foutch, 2013; Yoon, 2011) y las evidencias de fiabilidad y validez reportan adecuados índices de calidad psicométrica para su utilización (Douglass & Umaña-Taylor, 2015a; Umaña-Taylor et al., 2004).
Escala de Autoestima de Rosenberg (EAR)
Esta escala se incluye con la finalidad de evaluar la validez externa ya que mide un constructo diferente que la EIE. La autoestima se conceptualiza como un sentimiento hacia uno mismo, que puede ser positivo o negativo, el cual se construye por medio de una evaluación de las características propias. Esta escala cuenta con 10 ítems en una puntuación ordinal de cinco niveles ordinales (5=muy de acuerdo, 1=muy en desacuerdo). Es un instrumento con dos dimensiones: autoestima positiva y autoestima negativa. La evidencia psicométrica establece que cumple con los criterios de fiabilidad y validez para medir autoestima en Chile (Rojas-Barahona et al., 2009).
Cuestionario sociodemográfico
Este instrumento fue aplicado para caracterizar a las y los estudiantes, y contenía 6 preguntas de respuesta cerrada: sexo, edad, origen familiar (urbano/rural), nivel socioeconómico, origen étnico y curso actual.
Procedimiento
El estudio se realizó en tres fases: 1) la adaptación lingüística del instrumento, pues la versión original está inglés (Muñiz et al., 2013); cuatro traductores de manera independiente tradujeron al español los ítems; posteriormente cuatro profesores estadounidenses retrotradujeron los ítems al idioma original. Mediante un equipo mixto de investigadores y traductores se elaboró la redacción final de la escala adaptada al español. 2) Posteriormente se contactó a los directores de los colegios seleccionados y, una vez obtenidos los permisos, se coordinó la aplicación de los instrumentos. Resguardando los principios éticos del proyecto, se planificó la aplicación de tal forma que no interrumpiese las actividades académicas. Los instrumentos fueron aplicados por los investigadores y asistentes de investigación capacitados para tales efectos. La actividad requirió un tiempo promedio de 30 minutos y las dudas que surgieron durante su aplicación fueron aclaradas por el equipo de investigación. 3) Finalmente, se evaluaron las propiedades psicométricas de la EIE mediante análisis factoriales exploratorio y confirmatorio.
Análisis de datos
Una vez finalizada la depuración de los datos, y como método de validación de los análisis, se utilizó el modelo de dos submuestras para obtener una de estimación y otra de validación (Lloret-Segura et al., 2014). Con la finalidad de alcanzar un mayor grado de homogeneidad en estas, se procedió a identificar las variables determinantes para ponderar homogéneamente las muestras mediante la técnica del árbol de decisión (Breiman et al., 1984). Considerando el peso relativo de cada una de estas variables, con la primera mitad (n=251) se realizaron los análisis de homogeneidad y factoriales exploratorios con el objetivo de determinar la mejor estructura del cuestionario, mientras que con la segunda mitad (n=250) se desarrolló un análisis factorial confirmatorio (AFC), así como el análisis de la consistencia interna mediante el alfa ordinal (Elosua & Zumbo, 2008), para evaluar si los datos se ajustaban a los modelos propuestos en la escala original.
Debido a que la escala EIE está conformada por ítems de respuesta ordinal de 5 puntos, en el análisis factorial exploratorio (AFE) se empleó la matriz de correlaciones policóricas (Freiberg et al., 2013), aplicando el método de estimación Unweighted Least Squares con rotación Promin, incluyendo el análisis paralelo de Horn (Horn, 1965; Timmerman & Lorenzo-Seva, 2011) para determinar los factores a extraer; estos análisis se realizaron con el programa Factor versión 10.3.1 (Lorenzo-Seva & Ferrando, 2006).
Con la submuestra de validación se procedió a realizar un AFC mediante análisis de ecuaciones estructurales sobre el modelo de medida obtenido a partir del AFE, con el programa Mplus versión 6.11 (Muthén & Muthén, 2011). El AFC fue aplicado sobre la matriz de correlaciones policóricas y los parámetros fueron estimados con el método Weighted Least Square. Este método permite la obtención de índices robustos, así como estimaciones apropiadas de los parámetros y su nivel de error (Finney & Di Stefano, 2006; Flora & Curran, 2004). El modelo AFC fue evaluado a partir de los siguientes índices de ajuste global: chi-cuadrado de Satorra-Bentler (2001), índice de ajuste comparativo (CFI), índice de Tucker-Lewis (TLI), residuo cuadrático medio (SRMR) y error cuadrático medio de aproximación (RMSEA). Para los índices CFI y TLI se consideran ajustes razonables del modelo valores mayores o iguales a 0.95, para el SRMR valores inferiores a .08 y para RMSEA inferiores a .06 (Brown & Moore, 2012). Para la evaluación de fiabilidad de la escala, se utilizó el coeficiente alfa ordinal (Elosua & Zumbo, 2008) por cada factor y total. Finalmente, con el objetivo de aportar evidencias de validez externa se realizó un análisis de correlación entre la EIE y la Escala de Autoestima de Rosenberg.
Consentimiento ético informado
La investigación fue evaluada por el Comité de Ética de la Universidad de La Frontera, el cual aprobó los instrumentos metodológicos y los protocolos de consentimiento de los colegios, así como de padres o apoderados. Dicho comité también aprobó el protocolo de asentimiento o, en caso de mayoría de edad, consentimiento para las y los estudiantes, el cual se realizó posterior a la aprobación de sus padres.
Resultados
Análisis factorial exploratorio
Los resultados del análisis paralelo de Horn (tabla 2) coinciden con el modelo de tres factores propuesto por los antecedentes empíricos de la EIE. Tomando en cuenta el modelo factorial, se procedió a realizar un AFE. Los resultados mostraron la presencia tres factores correlacionados; sin embargo, al realizar un análisis de la matriz de cargas factoriales, el ítem 1 («No he participado en actividades donde me hayan enseñado sobre mi identidad étnica»), presentó una saturación menor a 0.30 (-0.31), valor considerado insuficiente para ser parte de la solución factorial (Kline, 2000).
Se realizó un segundo AFE, eliminando el ítem 1. Los resultados de la prueba KMO (.089), prueba de esfericidad de Bartlett (x2 [gl=120]=2807.2; p < .001) y el índice de bondad de ajuste (GFI=0.99), avalaron la factibilidad del AFE.
El segundo AFE corroboró la existencia de los tres factores correlacionados que en total explicaron el 76 % de la varianza del constructo, lo que se comprobó con los valores Eigenvalue superiores a 1 para cada factor, como se observa en la tabla 3.
La estructura factorial de la escala de identidad étnica quedó compuesta por 16 ítems de la escala original; los ítems 2, 3, 4, 5, 6 y 7 (exploración), ítems 8, 9, 10 y 11 (resolución) y los ítems 12, 13, 14, 15, 16 y 17 (afirmación), tal como se observa en la tabla 4.
Análisis factorial confirmatorio
Con la muestra de confirmación, se realizó un AFC mediante un análisis de ecuaciones estructurales con modelo de medida para comprobar si la estructura factorial de la primera muestra se podría verificar bajo condiciones similares. Los resultados revelaron un ajuste satisfactorio en relación con el CFI=.99; TLI=.99; SRMR=.05 RMSEA=.01. Este procedimiento permitió evaluar las propiedades psicométricas del modelo de tres factores correlacionados (exploración, resolución y afirmación) asociados a la identidad étnica para los 16 ítems retenidos. Las cargas factoriales detalladas en la tabla 5 presentan elevados niveles de saturación altamente significativos p≤.001 que confirman el modelo de tres factores para la EIE.
La figura 1 presenta los detalles del modelo de tres factores, incluyendo los valores de las correlaciones y las saturaciones estandarizadas de los ítems en los factores. Se observa que la correlación entre el factor exploración y resolución fue de r=0.71, entre exploración y afirmación de r=0.20 y entre resolución y afirmación r=0.37, mientras que las saturaciones factoriales estandarizadas oscilaron entre 0.75 y 0.94.
En cuanto a la validez discriminante, los resultados permiten establecer que se cumple con este criterio, debido a que las correlaciones elevadas al cuadrado son menores a las varianzas extraídas en cualquiera de los factores (tabla 6).
Fiabilidad
Respecto a la consistencia interna del instrumento, se evidenciaron adecuados alfas ordinales para cada una de los factores: 0.90 para la exploración, 0.92 para la resolución, 0.93 para la afirmación y 0.91 para la escala total.
Evidencias de validez externa
La escala cumple el criterio de validez externa, ya que tomando en cuenta la correlación de Spearman se evidencia que la EIE mide significados que cuantitativamente no se asocian con la Escala de Autoestima de Rosenberg, tal como se evidencia en la tabla 7.
Discusión
El estudio evaluó las propiedades psicométricas de la EIE en estudiantes mapuche de la región de La Araucanía, demostrando que las hipótesis planteadas se comprueban ya que la escala tiene altos índices de confiabilidad y validez (0.91 de alfa ordinal); se confirma la estructura factorial planteada originalmente (Umaña-Taylor et al., 2004) y estudios posteriores realizados en contextos migratorios (Borrero & Yeh, 2011; Douglass & Umaña-Taylor, 2015b; Umaña-Taylor, & Shin, 2007; Yetter & Foutch, 2013; Yoon, 2011).
El AFE mostró la presencia de tres factores correlacionados que explican un 76 % de la varianza total; sin embargo, uno de los ítems originales (ítem 1) presentó una carga factorial menor a 0.30, siendo eliminado para el análisis confirmatorio. El AFC confirma la existencia del modelo de tres factores correlacionados (exploración, resolución y afirmación) asociados a la identidad étnica para los 16 ítems retenidos con cargas factoriales de elevados niveles de saturación altamente significativos p≤.00. Respecto a la consistencia interna del instrumento, se evidenciaron adecuados alfas ordinales para cada una de los factores: 0.90 para exploración, 0.92 para resolución, 0.93 para afirmación y 0.91 para la escala total, siendo superiores a la escala original (Umaña-Taylor et al., 2004). Los resultados revelaron también un ajuste satisfactorio en relación con el CFI=.99; TLI=.99; SRMR=.05; RMSEA=.014.
Los estudios teóricos y empíricos refieren a la adolescencia como período relevante para el análisis de la identidad étnica; también refieren que la etnicidad y la identidad étnica son importantes en el contexto de minorías por el estatus del grupo dentro de la sociedad. No obstante, los instrumentos metodológicos se han evaluado principalmente con minorías étnicas producto de procesos migratorios y existe escasa validación en poblaciones indígenas; de ahí su relevancia en el contexto mapuche, ya que proporciona una herramienta para el análisis de procesos identitarios de convivencia multicultural.
La escala, de acuerdo a sus resultados psicométricos, es un instrumento adecuado para el análisis de la identidad étnica con población indígena mapuche y permite proyectar su uso en campos como la educación, vinculada, por ejemplo, a programas de convivencia escolar e interculturalidad, ya que se ha demostrado que un desarrollo positivo de la identidad étnica constituye un factor protector en el funcionamiento social de las y los adolescentes y jóvenes de minorías étnicas (Douglass & Umaña-Taylor, 2015b). Del mismo modo, constituye un campo teórico y empírico para el análisis de otras realidades indígenas en Chile y Latinoamérica, en donde las poblaciones indígenas se enfrentan a procesos interétnicos asimétricos que llevan consigo estereotipos y discriminación cultural.
En este marco, el instrumento se adecua al contexto de estudio al permitir, no solo medir y evaluar procesos de desarrollo de la identidad étnica a través de la exploración y resolución, sino también identificar conductas positivas o negativas asociados al factor afirmación, el cual pueden influir fuertemente en los procesos identitarios de las y los adolescentes y jóvenes indígenas. En este mismo sentido, los resultados también permiten establecer que el logro de una identidad étnica a través de la exploración y la resolución no siempre es un proceso secuencial y lineal, ya que individuos que han realizado una amplia exploración no necesariamente pueden presentar altos indicadores de resolución y, por otro lado, sujetos que tienen definida su identidad pueden continuar realizando exploración de su identidad étnica. Los hallazgos también sugieren que el desarrollo de la identidad no es uniforme durante la adolescencia y que hay una variabilidad significativa entre los individuos, lo cual coincide con los resultados de Douglass y Umaña-Taylor (2015b).
Un factor relevante es la afirmación, y aunque la subescala mide conductas positivas o negativas asociadas a la identidad étnica y no situaciones culturales como la discriminación percibida u otros factores culturales asociados, sí permitiría proyectar cómo el contexto influye en mayor o menor medida en el desarrollo de una identidad étnica mapuche. Los resultados coinciden con planteamientos de investigaciones que señalan que el desarrollo de una medida de identidad étnica debe evaluar independientemente los tres componentes permitiendo una clasificación de los individuos dentro de una tipología de identidad étnica (Ponterotto & Park-Taylor, 2007; Umaña-Taylor et al., 2004) y que debe capturar aspectos de proceso y contenido (Douglass & Umaña-Taylor, 2015a).
En términos de relevancia del estudio, sus resultados permiten avanzar en el conocimiento de cómo se construyen los procesos identitarios, los cambios en los determinantes de identidad étnica o cultural (dadas las nuevas dinámicas de relaciones interétnicas e interculturales), los nuevos procesos de relación con el Estado y la sociedad, las nuevas configuraciones territoriales y de diversidad cultural en el país y los nuevos-antiguos conflictos que sin duda afectan la percepción y autodefinición individual, colectiva y también desde la perspectiva del otro. El análisis de estas dinámicas es relevante en la población mapuche joven, por ser la etapa en donde debiera establecerse una identidad étnica definitiva o una negación de la misma; pero también cómo influye en términos de percepción de logro y proyección futura, especialmente en estudiantes universitarios. Del mismo modo, los resultados permiten contar con un instrumento validado factible de integrarlo como una herramienta analítica en programas tendientes a fortalecer procesos interculturales en poblaciones indígenas.
Finalmente, se indican algunas limitaciones del estudio. Por un lado, la focalización del estudio en la región de La Araucanía ubica a las y los adolescentes en un contexto con alta presencia de población mapuche, lo cual determina la forma en que el estudiante mapuche se posiciona en función de su cultura y de su identidad. En este contexto, es necesario desarrollar mediciones en espacios de características urbanas, pero también con alta población indígena mapuche (como Santiago de Chile), donde las y los estudiantes indígenas viven fenómenos de discriminación e integración cultural distintos, y que los hace vivenciar la construcción de su identidad en contextos distintos al de este estudio.
Por otro lado, es importante desarrollar estudios que permitan observar el proceso de construcción de identidad en diferentes etapas de desarrollo (por ejemplo, en estudiantes universitarios o en profesionales), ya que de esa forma se podrá tener un escenario más amplio para evaluar el proceso de formación de la identidad en población indígena en Chile.