Introducción
Actualmente la pobreza afecta aproximadamente al 33% de la población mundial y, de este porcentaje, al 42% de los menores de 18 años, lo que constituye un fenómeno pandémico (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2019). Por ende, se vuelve importante conocer cómo se relacionan los entornos de vulnerabilidad social en el desarrollo infantil dentro de los primeros tres años de vida. Dentro de este rango etario, se desarrollan habilidades de comunicación no verbal y verbal que, a su vez, predicen el desarrollo en muchas actividades sociales, incluyendo la cooperación y educación, cumpliendo un rol fundamental en la cognición social, adquisición del lenguaje y rendimiento académico (Bruner, 1995; Tomasello, 2007).
Específicamente, la vulnerabilidad social es definida como el conjunto de eventos, rasgos o procesos que constituyen adversidades potenciales para ejercer los diferentes derechos humanos o alcanzar diferentes objetivos en la comunidad (Espíndola et al., 2017; Ramos-Ojeda, 2019). La vulnerabilidad social, además de referir a la falta de satisfacción de necesidades básicas, materiales, emocionales y educacionales, se focaliza tanto en la exposición al estrés como a los riesgos y la falta de medios para paliar la situación (Tuñón & González, 2013). Estas necesidades básicas hacen referencia, no solamente al ingreso económico, sino también a las características de la vivienda, el acceso a los servicios, la educación y la salud, al tipo de ocupación, entre otros. Es por esto que la vulnerabilidad social es considerada una variable multidimensional (Hermida et al., 2010) y se diferencia con los indicadores de pobreza, ya que estos se fijan en el tiempo, siendo estáticos, mientras que la vulnerabilidad es dinámica, pues se modifica y transforma en el tiempo-espacio y su análisis requiere del examen de las condiciones y factores de riesgo (Moser, 1998).
Los resultados de los estudios donde se asocian las variables de comunicación verbal y no verbal con este tipo de contextos sociales no están exentos de contradicciones, siendo que algunos encontraron menores niveles de estas habilidades cognitivas en entornos desfavorables (Betancourt et al., 2015; Hoff, 2003; McGillion et al., 2017), aunque otros estudios no hallaron diferencias en los primeros tres años de vida (Elgier et al., 2017; Fish & Pinkerman, 2003; Saxon & Reilly, 1998). Esto podría deberse a diferencias en las formas de evaluar la capacidad comunicativa y a la complejidad de la variable de vulnerabilidad social, ya que la misma se relaciona a un momento sociohistórico determinado y, como ya se expresó, implica varias dimensiones.
Debido a los altos los índices de pobreza mundial y que estas habilidades de comunicación temprana predicen el desarrollo cognitivo posterior y el rendimiento académico, se vuelve esencial conocer las formas en las que los entornos vulnerables modulan el desempeño en pruebas de comunicación durante los primeros tres años de vida. Este tipo de conocimiento sobre el tema podría generar, en un segundo momento, la implementación de políticas públicas que puedan paliar estos déficits en el desarrollo en los primeros meses de vida.
Las situaciones de vulnerabilidad social traen aparejadas consecuencias para el desarrollo infantil ya que, por un lado, implican riesgos relacionados con el crecimiento fetal, el bajo peso al nacer, mortalidad infantil y desarrollo atípico a nivel cerebral (Blair & Raver, 2016; Richaud et al., 2013). Además, el impacto de los entornos vulnerables no se da solamente a nivel fisiológico, si no también socioemocional y de conducta, incluyendo agresión, aislamiento social, distrés psicológico, así como baja autoestima y autoeficacia (Justice et al., 2019; Vargas-Rubilar et al., 2018). La causa de este cambio comportamental se debe a que los entornos vulnerables van de la mano con mayores niveles de estrés, agresión e incertidumbre, ligados a las condiciones de vida inestables generadas por la falta de satisfacción de las necesidades básicas (Johnson et al., 2018).
A nivel cognitivo, se ha encontrado en investigaciones previas que la vulnerabilidad afecta a varias áreas del desarrollo neurocognitivo (Bruner, 1995; Elgier et al., 2017; Hermida et al., 2010; Mazzoni et al., 2014). Estas investigaciones que evalúan el rendimiento cognitivo de niños y niñas que se encuentran en distintos niveles socioeconómicos (en adelante NSE) han demostrado que la vulnerabilidad tiene un impacto negativo sobre el desarrollo de las funciones ejecutivas, la memoria, el rendimiento académico y la comunicación, entre otros (v. g., Arán-Filippetti & Richaud de Minzi, 2012; Deanda et al., 2016; Sharkins et al., 2017) y que puede modificarse su impacto negativo a través de intervenciones específicas (Grinberg, 2016; Rosemberg & Stein, 2016).
En los primeros años, los infantes empiezan a desarrollar una serie de competencias comunicativas, el seguimiento de la mirada y el gesto de señalar (comunicación no verbal) y las primeras formas de comunicación receptiva y productiva (comunicación verbal).
La comunicación no verbal se incluye dentro de la atención conjunta, definida como la habilidad de coordinar la atención entre un infante y un adulto a un objeto de interés mutuo (Bruner, 1995). Como ya se mencionó, estudios previos demuestran que el nivel socioeconómico se asocia con distintas habilidades cognitivas, y específicamente en lo comunicativo, el vocabulario, el habla espontánea, los gestos, entre otros (Betancourt et al., 2015; Golinkoff et al., 2019; Hoff, 2006).
Un estudio realizado por Fey et al. (2017) afirma que aquellos niños cuyo NES es bajo, llegan a la escuela con un nivel de vocabulario menos amplio que aquellos cuyo NES fue más elevado. En cuanto a los primeros meses de vida, Betancourt et al. (2015) encontraron diferencias según el NES a los 7 meses. Los infantes pertenecientes a un bajo estatus socioeconómico tuvieron un desempeño más bajo en las escalas de lenguaje total, comprensión auditiva y comunicación expresiva utilizando el PLS-5. Asimismo, en un estudio comportamental a través de sesiones de juego libre, McDonald-Culp et al. (1996) encontraron que infantes de 12 meses de madres adolescentes de sectores vulnerables (media de edad de 15 años) tenían menores desempeños en las interacciones de atención conjunta durante sesiones de juego libre que madres adultas. En la misma línea, un estudio realizado por Elgier et al. (2017) no arrojó diferencias estadísticamente significativas en el seguimiento de la mirada y el señalamiento según necesidades básicas insatisfechas en infantes de 9 a 13 meses, medido a través de una prueba comportamental estructurada. Según estos autores, esta habilidad sería muy básica como para ser influenciada por el entorno próximo del infante, ya que estaría ligada a un sistema atencional básico (Posner, 2016). A resultados similares arribaron Saxon y Reilly (1999), los cuales evaluaron la atención conjunta en díadas de madre-infante (de 17 a 36 meses) en sesiones de juego libre de 10 minutos.
Por otro lado, con respecto a la comunicación verbal, Raviv et al. (2004) encontraron que la habilidad de comprensión y expresión del lenguaje a los 36 meses se asoció al NES, el cual, a su vez, se asoció al estilo de crianza y la sensibilidad materna. Esto iría de la mano, según los autores, con los estilos de vida inseguros y el estrés que traen aparejados los entornos vulnerables. Sin embargo, Fish y Pinkerman (2003), encontraron que, si bien a los 15 meses las habilidades cognitivas en niños de bajo NES de contextos rurales eran similares comparados con los de nivel medio-alto, la diferencia fue notoria recién antes de ingresar al preescolar a los 48 meses, donde la mayoría de los niños de bajo NES presentaron habilidades lingüísticas bajas.
El objetivo del siguiente trabajo es corroborar si la vulnerabilidad social contribuye de forma diferencial en el desarrollo de la comunicación verbal (i. e., comunicación expresiva y receptiva) y no verbal (i. e., gestos y atención conjunta) durante los primeros tres años de vida. Por ende, la pregunta de investigación que guía este estudio es: ¿contribuye la vulnerabilidad social de forma diferencial al desarrollo de la comunicación temprana verbal y no verbal durante los primeros tres años de vida? Para tal fin se realizará una revisión bibliográfica sistemática para indagar las investigaciones relacionadas con el desarrollo temprano de la comunicación no-verbal y verbal en contextos de vulnerabilidad social, analizando el país de origen de la investigación, la metodología empleada y los resultados encontrados. Se espera encontrar que el entorno socioeconómico en el cual está inserto el infante module su capacidad comunicativa verbal y no-verbal desde los primeros tres años de vida.
Método
Criterios de elegibilidad
Esta revisión se basó en las guías propuestas por la metodología Prisma para la presentación de informes de revisiones sistemáticas (Celestino & Bucher-Maluschke, 2018), la cual implica anticipar los criterios de selección de los trabajos a incluir. Debido a la escasez de estudios sobre este tema, se revisaron las investigaciones realizadas en las última tres décadas (1990-2020), en los idiomas de inglés, portugués y español, con estatus de publicación publicado. La búsqueda documental se realizó utilizando descriptores seleccionados entre los propuestos por tesauros internacionales especializados en psicología.
Fuentes de información
Se utilizaron las bases de datos de PsycInfo, Scopus y EBSCO, incluyendo palabras clave relativas a la comunicación verbal y no verbal entendida como el compartir el mismo centro de atención a partir de una interacción secuencial (Escudero et al., 2013; Ricciardelli et al., 2009). No se incorporó la palabra lenguaje debido a que el objetivo de la investigación está en torno a la comunicación, y la comunicación verbal en sentido amplio (y como comunicación expresiva y receptiva en sentido restringido) es una modalidad comunicativa entre otras (v. g.,Escudero et al., 2013; Ricciardelli et al., 2009).
Se incluyeron las palabras clave gestuality y ostensive cues. Basándonos en los criterios de inclusión propuestos, se encontraron dos artículos (Berglund et al., 2005; Rowe & Goldin-Meadow, 2009), que fueron incorporados a los resultados y las tablas.
Se utilizó la combinación de las siguientes palabras clave en inglés y español (palabra de texto o término incluido en el tesauro): joint attention, gaze following, gestuality, ostensive cues, pointing, non verbal communication, verbal communication, receptive and expressive communication, social vulnerability, socioeconomic status, poverty, infants, toddlers y early childhood. Para asegurar la saturación de la literatura, se aplicaron estrategias de búsqueda hacia adelante (buscar artículos que citan el estudio incluido) y hacia atrás (revisar las listas de referencia de los estudios incluidos). Se revisaron además las listas de referencias de las revisiones sistemáticas y metaanálisis sobre el tema.
El esquema de la búsqueda realizada fue el siguiente: «Joint Attention» OR «Gaze Following» OR «Gestuality» OR «Ostensive cues» OR «Pointing» OR «Nonverbal Communication» OR «Verbal Communication» OR «Receptive and Expressive Communication ») AND («Social Vulnerability» OR «SES» OR «Poverty») AND («Infants» OR «Toddlers» OR «Early Childhood»).
Estrategias de análisis de datos
En primer lugar, se llevó a cabo la lectura del título, resumen y palabras clave de los artículos. Se codificaron las palabras en estas secciones. Las características que debían cumplir los artículos fueron: a) infantes con desarrollo típico; b) edades comprendidas entre 0 a 3 años; c) investigaciones con alcance asociativo o explicativo (no descriptivo o exploratorio); d) con variable externa de vulnerabilidad social; e) criterios de inclusión y exclusión de muestra explícitos; f) pertenecer a revistas indexadas y con evaluación por pares. No hubo criterios de exclusión en cuanto a los adultos participantes de las díadas de interacción y los instrumentos para evaluar la comunicación no verbal y verbal (psicométrico o análisis conductual).
En el caso que estos criterios de inclusión no fueran cumplidos, o que la mera lectura del título, resumen y palabras clave no fuesen suficientes, se accedía a leer la introducción y método del artículo, analizando finalmente si cumplía con los requisitos de la revisión sistemática.
Dos investigadores independientes realizaron la búsqueda. Los autores trabajan dentro del área de infancia temprana utilizando metodología cuantitativa, en estudios comportamentales y psicométricos sobre comunicación verbal y no verbal en entornos de pobreza de Buenos Aires. Esto permitió estructurar la investigación a partir del reconocimiento de las técnicas de recolección de datos utilizados en la investigación. En el caso en que hubiera inconsistencias en la búsqueda o análisis de algún artículo particular, se procedía al análisis en conjunto del mismo.
En los casos que no se pudieron acceder a los artículos directamente, se contactó a los autores a través de las redes sociales especializadas (ResearchGate, Academia.edu, etc.) o por correo electrónico.
Resultados
Características generales de los artículos
La búsqueda inicial arrojó 32 artículos en Psycinfo, 59 en EBSCO y 12 en Scopus, de los cuales 21 cumplieron con todos los criterios mencionados anteriormente. No fue necesario contactarse con los autores para solicitar el artículo.
De los 21 estudios de investigación revisados, el 80.9 % (17) pertenecían a Estados Unidos, el 14.2% (3) a Argentina y el 4.76 % a Reino Unido (1). La cantidad de publicaciones fue aumentando a lo largo de las tres décadas. En la primera década (1990-2000) se encontraron 4 trabajos; en la segunda (2001 a 2010) 7; y en la tercera (2011 a 2020) 10. Todos los trabajos encontrados se publicaron en inglés, excepto uno que estaba en español (Elgier et al., 2017).
Propiedades metodológicas de los artículos
Con respecto a los diseños de investigación, para medir las variables de comunicación temprana el 42.87% (n=9) utilizaron test psicométricos, el 42.87% (n=9) medidas comportamentales directas en interacción con el cuidador primario o el evaluador; y del total, solo el 14.28% (n=3) pruebas comportamentales y test psicométricos al mismo tiempo (Hirsh-Pasek et al., 2015; Hoff & Tian, 2005; Saxon & Reilly, 1998). En cuanto a los índices de NSE, todas las investigaciones utilizaron el criterio de nivel educativo y la mayoría el tipo de ocupación: 47.6% (n=10). Le siguió como criterio la cantidad de ingresos económicos con un 33.3% (n=7) y luego la edad de las madres (n=4) y la condición marital (n=4) con 19 %. Solo las tres investigaciones de Argentina (Elgier et al., 2017; Gago-Galvagno et al., 2019; Gago-Galvagno & Elgier, 2020) tuvieron en cuenta el tipo de vivienda, el acceso a servicios y la presencia de hacinamiento en el hogar.
Solo un estudio presentó un muestreo representativo (Raviv et al., 2004), siendo el resto de muestreos no probabilísticos, de tipo intencional utilizando muestras cautivas. Además, solo el 35.7% (n= 5) utilizó un estudio longitudinal. También, solo aproximadamente la mitad de los estudios, específicamente en el 61.9% (n=13), informó sobre el tamaño del efecto de sus resultados, de los cuales todos tuvieron un efecto bajo o medio.
A su vez, el 28.6% (n=6) trabajaron con muestra de niños y niñas mayores a 2 años; en las demás investigaciones la edad de los infantes osciló entre 1 semana y 24 meses. Solo una investigación incluyó a padres o cuidadores primarios en sus muestras (Raviv et al., 2004); las demás fueron realizados con las madres de los infantes.
Resultados en investigaciones sobre comunicación verbal
Del total de investigaciones que midieron comunicación verbal (n=16), el 56.2% encontró resultados significativos en todas las variables de comunicación verbal medidas, siendo que se hallaron menores niveles de esta habilidad en entornos socioeconómicos vulnerables. Por otro lado, en el 14.2% de los estudios (n=3) no se encontraron diferencias en todas las variables de comunicación verbal, siendo que los resultados fueron mixtos; ello dado que Fish y Pinkerman (2003) no encontraron diferencias en infantes desde los 4 a los 15 meses, Hoff-Ginsberg (1998) solo encontraron diferencias en algunos tipos de comunicación verbal declarativa y Shriver et al. (2020) no encontraron diferencias durante el tercer año.
En resumen, todas las investigaciones que midieron comunicación verbal receptiva y expresiva encontraron asociaciones negativas con subdimensiones del NSE y menores niveles de lenguaje en entornos vulnerables, exceptuando al 31.2% (n=5) (Berlgund et al., 2005; Fish & Pinkerman, 2003; Lee et al., 2020; Rowe & Goldin-Meadow, 2009; Saxon & Reilly, 1998).
Resultados en investigaciones sobre comunicación no verbal
De las 10 investigaciones que midieron comportamientos de comunicación no verbales, solo el 40 % encontraron diferencias en todos los comportamientos no verbales (n=4), mientras que el 20 % tuvieron resultados mixtos (n=2); siendo que McDonald et al. (1996) encontraron diferencias en atención conjunta, pero no en algunos tipos de gestos, mientras que Abels y Hutman (2015) hallaron diferencias en la cantidad de señalamientos proto-declarativos, pero el grupo vulnerable mostró mayor cantidad de seguimientos. Por último, no se encontraron resultados significativos en el 40% de los estudios (n=4).
En las tablas 1, 2 y 3 se resumen los resultados principales de los estudios, que fueron listados por año y según el tipo de técnica de recolección de datos que utilizaron (psicométrico, comportamental y psicométrico y comportamental simultáneamente). En la primera columna se indicó el nombre de los autores, el año y el país de origen. En la segunda columna, el tipo de muestra utilizado, con la cantidad total y por género de la misma y el rango etario de los infantes. En la tercera columna, se detalló el tipo de instrumentos utilizados tanto para las variables de comunicación temprana verbal y no verbal como los indicadores de pobreza. Por último, se reportaron los principales resultados de cada estudio y el grado de tamaño del efecto.
Discusión
El objetivo de la investigación fue realizar una revisión sistemática para indagar la contribución de la vulnerabilidad social tanto a la comunicación temprana verbal como a la no verbal durante los primeros tres años de vida. Los resultados soportan parcialmente la pregunta de investigación, ya que, si bien se puede concluir de forma general que las situaciones de vulnerabilidad social contribuyen a las capacidades comunicativas verbales tempranas, con respecto a la comunicación no verbal (atención conjunta y gestos) los resultados fueron inconsistentes.
Son varias las causas por las cuales estos resultados pueden darse: por un lado, la capacidad de seguir el señalamiento y la mirada requiere únicamente un sistema de alerta atencional (Posner et al., 2019), por lo cual es una habilidad básica ligada únicamente a un sistema de orientación espacial; por ello podría no verse modificada por el nivel socioeconómico en población con desarrollo típico. Por otro lado, los gestos y la atención conjunta suelen estar ligados al tipo de interacción, mediados por el nivel de responsividad de los cuidadores parentales a las interacciones con el infante (v. g., Hustedt & Raver, 2002; Vallotton et al., 2017) o los estilos de crianza (v. g., Adamson et al., 2012; Shire et al., 2016), que a variables socioeconómicas tal como muestra esta revisión sistemática. En cambio, las primeras habilidades verbales ya dependen de un entorno socioeconómico determinado, siendo influenciado por el nivel educativo de los cuidadores (v. g.,Gago Galvagno et al., 2019; Gago-Galvagno & Elgier, 2020; Hirsh-Pasek et al., 2015), la amplitud de su densidad léxica (Rowe, 2018), la cantidad de interacciones (v. g., Hoicka & Butcher, 2016), el compartir libros (v. g.,Strouse & Ganea, 2017), entre otras variables ambientales. Al ser un comportamiento que requiere de un control consciente y de mayor nivel de habilidades por parte del infante (que las habilidades no verbales) ya que las verbalizaciones se asocian a funciones ejecutivas (Panesi & Morra, 2018), regulación emocional (Roben et al., 2013), atención (Miller & Marcovitch, 2015) y memoria (Marini et al., 2019), suele estar relacionado en mayor medida con variables ambientales como el nivel educativo.
Con respecto a la vulnerabilidad social, como ya se afirmó, son numerosas las consecuencias que traen aparejadas en el neurodesarrollo y en la cognición las situaciones de vulnerabilidad en los primeros años de vida (Blair & Raver, 2016). Esto nos demuestra que el desarrollo es producto de un proceso multifactorial y que, el medio en el cual el infante se encuentre, generará cambios tanto a nivel neuronal como comportamental y cognitivo. En las investigaciones recabadas se ha encontrado que las situaciones de vulnerabilidad contribuyen a cambios en las habilidades de comunicación verbal receptiva y expresiva medidas a través de reportes parentales, a pesar de haberse realizado en diferentes contextos socioculturales y con diferentes criterios e indicadores de pobreza. Sin embargo, en las pruebas comportamentales no verbales los resultados fueron inconsistentes, siendo que en muchos de ellos las situaciones de vulnerabilidad vividas por los infantes no contribuyeron a su desempeño preverbal. Es necesario mayor cantidad de investigaciones con medidas directas comportamentales para poder paliar las inconsistencias en los resultados actuales sobre la temática.
Por otro lado, cabe resaltar que solo un estudio utilizó un muestreo representativo. Esto podría estar interfiriendo y sesgando los resultados encontrados. En general, las investigaciones que trabajan con niños y niñas en este rango etario utilizan muestras cautivas en centros de salud o educativos de primera infancia, ya que es una muestra de participantes de difícil acceso. Esto genera índices de desvíos muy elevados, causados por la alta variabilidad intersujeto y la volatibilidad de la conducta propia de este estadio del desarrollo. Esto trae aparejado una disminución en la representatividad de la media de los valores del comportamiento del infante, sesgando los resultados.
A su vez, no hay que ser cauto con los resultados únicamente por ser las muestras no representativas, sino que también solo la mitad de los estudios reportaron el tamaño del efecto y fue en promedio bajo a medio. Esto puede deberse a múltiples cuestiones: como ya se mencionó, la alta variabilidad intersujeto que se suele observar en este rango etario, los tamaños muestrales pequeños, las pruebas de reportes parentales (que son medidas indirectas de los comportamientos) y la ausencia de confiabilidad interobservadores en muchos de los estudios.
Por otro lado, casi todas las investigaciones estuvieron concentradas en Estados Unidos. Esto se debe al acceso a recursos para investigación y el tipo de tradición experimental en psicología que posee este país. Es necesario, en este sentido, que más estudios de otras culturas y utilizando metodologías cuantitativas sean efectuados, de modo de poder replicar los resultados hallados y corroborar o rechazar los datos de los cuales se dispone. En este sentido, en otros estudios transculturales se encontró que, además del nivel socioeconómico, la forma en la que los adultos regulan la comunicación de sus infantes, las prácticas de crianza y las formas de interacción (diádicas y grupales), inciden en la adquisición y producción de la comunicación verbal y no verbal (Cattani et al., 2019; Hoff & Tian, 2005). Es necesario agregar que más estudios en castellano deberían ser realizados para ampliar el acceso al conocimiento sobre la temática. En este sentido, las revistas y los investigadores deberían apuntar a publicar en diversos idiomas.
La siguiente revisión sistemática posee la fortaleza y novedad de haber recabado y sistematizado la información de los últimos 30 años con respecto a la contribución diferencial que ejercen los entornos de pobreza en las capacidades comunicativas verbales y no verbales. No se encontraron revisiones previas (ni sistemáticas ni metaanálisis) que indaguen específicamente la contribución de los entornos vulnerables a las habilidades de comunicación verbal y no verbal durante los primeros tres años de vida. Estos resultados arrojan luz sobre el impacto diferencial que tienen los subcomponentes de la vulnerabilidad social en las diversas habilidades comunicativas durante los primeros tres años de vida, lo que permitiría generar una contribución teórica al campo y, en un segundo momento, generar intervenciones y políticas públicas que trabajen, no solo promoviendo la comunicación desde los primeros meses de vida, sino también paliar las inequidades derivadas de los entornos vulnerables.
Hay que agregar que la siguiente revisión sistemática cuenta con una serie de limitaciones. Las mismas fueron que solo se trabajaron con artículos de investigación, dejando de lado investigaciones publicadas en otros tipos de formato (libros, capítulos de libro, congresos, etc.) Además, solo se revisaron artículos publicados en español, inglés y portugués, lo cual introduce el típico sesgo del idioma en la revisión. Además, se debe tener en cuenta el sesgo de publicación o «el problema del cajón de archivos y la tolerancia a los resultados nulos» (Rosenthal, 1979) siendo que los artículos que no demuestran resultados significativos no suelen ser publicados, pudiendo interferir esto en los resultados encontrados. Por último, subrayar que solo uno de los estudios revisados tenía muestreos de tipo probabilístico; por ende, las muestras con las que trabajan no son representativas, son pequeñas, pertenecientes principalmente a Estados Unidos, en general no se reportaron los tamaños del efecto y los tipos de estudio son transversales.
Para futuras investigaciones en esta área sería necesario aumentar los tamaños muestrales, trabajar con muestras representativas, generar instigaciones de diseño longitudinal y ampliar los estudios a otros países para analizar qué tan robusto es el efecto. Una forma de lograr esto sería a través de la inscripción de los equipos de trabajo internacionales, en donde se realizan investigaciones de diferentes laboratorios del mundo, lo cual permite generar resultados transculturales y con muestras representativas. Esto nos llevaría a analizar el impacto de la vulnerabilidad social según la idiosincrasia cultural de cada país, lo cual permitiría generar políticas públicas más específicas.