Introducción
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014) define la salud como «un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades» (p. 1); de ahí que la violencia sea concebida como un importante problema de salud pública y un factor de riesgo psicosocial, debido a la magnitud del daño, invalidez y muerte que ocasiona, generando múltiples consecuencias, diversificadas en los niveles social, psicológico y biológico (Araujo & Díaz, 2000).
Durante los últimos veinte años, la violencia se ha convertido en uno de los temas más importantes de las ciudades latinoamericanas, debido al cambio en sus formas (un grado mayor de violencia), a su impacto (social, económico, entre otros), al incremento de su magnitud (se duplica) y al surgimiento de nuevos tipos (secuestro exprés, violencia en los estadios, etcétera) (Vera et al., 2014).
Niños y adolescentes constituyen una de las poblaciones más vulnerables pues se ven afectados en diversas formas a causa de las consecuencias que acompañan a los conflictos violentos (Comité Internacional de la Cruz Roja, 2011), convirtiéndolos en víctimas indirectas, lo que repercute en su entorno familiar, social y afectivo, siendo la orfandad una de las consecuencias más significativas de estos fenómenos. Cooley-Strickland et al. (2011) refieren que una exposición prolongada de los adolescentes y jóvenes a la violencia está relacionada con síntomas como depresión, ansiedad, dificultades académicas, conductas agresivas y disruptivas, así como el abuso de sustancias.
De acuerdo con comparaciones internacionales, América Latina es la región más violenta del mundo, con las tasas de homicidios más elevadas (un promedio de 17.2 homicidios anuales por cada 100 000 habitantes) y con la mayor incidencia de fenómenos como violencia urbana, secuestro, justicia por mano propia y conflictos ambientales (Rettberg, 2020). A esto se le suma ser un territorio con altos índice de violencia contra las mujeres. Año a año, miles de mujeres y niñas son asesinadas por el solo hecho de su condición de género. Al menos 2487 mujeres han sido víctimas de femicidio o feminicidio en 2020 (Mundo Sur, 2021).
América Latina está atravesando una crisis migratoria por causas tanto comunes a otras crisis migratorias mundiales (crisis económica, desempleo, pobreza, baja calidad de salud y educación) como varias causas específicas: violencia y desenfreno del crimen organizado, violación de los derechos humanos, corrupción y narcotráfico (Leónova, 2019).
Algunos de estos fenómenos se vuelven recurrentes al de la migración, como son la trata de personas y el secuestro (Velázquez, 2011). Cientos de miles de personas en América Latina están registradas como desaparecidas a causa de los conflictos armados del pasado y presente, las actuales situaciones de violencia armada, las constantes migraciones, así como desastres naturales. Sin embargo, faltan cifras confiables sobre los desaparecidos. Se estima que en Colombia al menos 83 mil personas han desaparecido; en México, más de 40 000 personas fueron reportadas desaparecidas entre 2006-2019; mientras que en Brasil se registraron más de 80 000 casos en 2017 (Comité Internacional de la Cruz Roja, 2019).
Detrás de estas cifras existen niñas, niños, adolescentes y jóvenes que han quedado en orfandad y que, prácticamente, han estado invisibilizados, puesto que no existen datos precisos de cuántos son los que están en esta situación por causa de la violencia. Esta falta de datos oficiales no permite medir la magnitud real del problema (Camacho et al., 2014). Incluso aquellos programas y leyes que se han implementado para contrarrestar los efectos de la orfandad a causa de un suceso violento se han identificado como ineficientes (Aguirre & Camargo, 2017; Bernal, 2017).
La orfandad, sea cual sea su origen, modifica los vínculos familiares, propicia carencia de afecto, tristeza y dificultades en la transición a la vida adulta (Moratilla-Olvera & Taracena-Ruiz, 2012). La pérdida violenta de un ser querido es un suceso que genera daño psicológico y que puede producir lesiones psíquicas y secuelas emocionales (Echeburúa & De Corral, 2005).
La desaparición y el homicidio de personas se han investigado desde diferentes ámbitos (bajo una mirada de derechos humanos), identificando los impactos físicos, mentales y sociales que genera la violencia. Los pocos casos investigados se han realizado, principalmente, desde la perspectiva y experiencia de las madres de las víctimas, quienes, a partir del delito, se han centrado en la búsqueda de sus hijas e hijos, así como en la búsqueda de justicia (Egocheaga, 2017; Frigolé-Reixach, 2019; Pizarro & Wittebroodt, 2002).
De ahí que resulte importante el análisis de este fenómeno a través de la experiencia de adolescentes y jóvenes, hijos e hijas, de estas víctimas.
Metodológicamente se realizó una revisión narrativa que buscaba responder a la pregunta: ¿cuál es la producción empírica y conceptual en torno a las experiencias y significados de adolescentes y jóvenes en orfandad de América Latina a causa del homicidio, feminicidio o desaparición de un progenitor? El objetivo de este estudio es el de describir esta evidencia a partir de referencias y documentos académicos, e identificar los temas que emergen ante dicha problemática.
Método
El presente trabajo es una revisión narrativa desde la perspectiva de Popay et al. (2006), que consiste en la posibilidad de generar una síntesis de los hallazgos a través de diferentes estudios, mediante el análisis de las palabras utilizadas por los propios autores. Consiste en el resumen y explicación de sus hallazgos, tanto estadísticos como narrativos (debido a que la perspectiva permite contar una historia de los resultados en los estudios incluidos), de manera que la síntesis narrativa consista en una síntesis, proceso que también se utiliza en la revisión sistemática. Dicha perspectiva permite abordar una amplia posibilidad de cuestiones, y no solamente en aquellas relacionadas con la efectividad o a un tipo de intervención en particular (Popay et al., 2006, p. 5). De manera que ha resultado ser innovadora la posibilidad de abarcar una amplia variedad de cuestiones más allá de lo relacionado con la efectividad o la creación de nuevos métodos de ensayo y error (Wiles et al., 2011), como el modelo de revisión sistemática promovida por Cochrane.
La innovación consiste en la posibilidad de manejar diversas formas de evidencia tanto cualitativa como cuantitativa. El giro epistemológico de la revisión narrativa consiste en su perspectiva holística e iterativa, que permite proveer de entendimiento al explorar los elementos recuperados y buscarlos más allá de los límites disciplinarios o campos de estudio (Dixon-Woods et al., 2006).
Es así como la revisión narrativa ofrece la posibilidad de explorar, describir y discutir ampliamente un determinado tema, considerando múltiples factores desde un punto de vista teórico y de contexto (Vestena & Díaz-Medina, 2018). Las revisiones narrativas, también tienen un papel fundamental para la educación continua puesto que permiten al lector adquirir y actualizar el conocimiento sobre una temática específica (Terezhinha, 2007).
El desarrollo de este trabajo parte de la revisión de documentos académicos con la finalidad de explorar la investigación existente en torno a la experiencia vivida de adolescentes y jóvenes en orfandad por homicidio, feminicidio y desaparición en América Latina. Este análisis temático se utiliza para identificar sistemáticamente los temas y conceptos principales, recurrentes o más importantes (según la pregunta de revisión) (Popay et al., 2006).
El procedimiento se realizó bajo la propuesta de Mendieta-Rodríguez et al. (2015) tomando las siguientes etapas: a) formulación de la pregunta de investigación; b) búsqueda bibliográfica; c) identificación de los estudios pertinentes; y, d) análisis de los artículos. La búsqueda se realizó en bases de datos científicas: Google Scholar, Ebsco, Science Direct, Latindex, Scielo, Redalyc, Elsevier y Springer.
Para la búsqueda de utilizaron los siguientes límites: a) temporales: sin límite de tiempo; b) idiomas: inglés, español y portugués; c) tipo de diseño: estudios empíricos sin límite; d) personas analizadas en el estudio: adolescentes y jóvenes; y c) región: América Latina.
En primer lugar, se recabaron referencias. Se seleccionaron aquellas que explícitamente abordarán la orfandad por homicidio/feminicidio o desaparición forzada en América Latina. De esta revisión se identificaron cuarenta y dos trabajos publicados entre el 2000 y 2020: 26 son revisiones bibliográficas/documentales, doce son cualitativos (cinco documentos son tesis de grado), dos son mixtos y uno es cuantitativo. Para esta investigación se excluyeron aquellos documentos que abordaban la experiencia de otras víctimas de la violencia, así como aquellos que solamente se enfocaban en la experiencia de madres de familia o esposas de desaparecidos o víctimas de homicidio puesto que no abordaban la experiencia de sus hijos en etapa adolescente. La figura 1 muestra el proceso de selección de los documentos revisados.
La producción de trabajos por países se distribuyó de la siguiente manera: Argentina (N=19) y Colombia (N=12). Mientras que en menor cantidad en los países de México (N=3), Ecuador (N=3), España (N=2), República Dominicana (N=1) y Brasil (N=1). 21 de los documentos revisados tienen como protagonistas a miembros de las agrupaciones HIJOS (Hijas e hijos por la identidad y la justicia contra el olvido y el silencio), producidos en Argentina, Colombia y México, países en los que se han fundado estas agrupaciones a raíz de las diferentes dictaduras a lo largo de los años. 32 de los documentos son artículos de revistas científicas, seis son tesis de grado (cuatro de maestría y dos de licenciatura), dos son capítulos de libro, un protocolo de atención y un informe gubernamental.
Para lograr los objetivos de la investigación se agruparon los documentos en ejes temáticos, lo cual permitió identificar el estatus de la información en cuanto a la orfandad por homicidio/feminicidio y desaparición. Una vez examinados los documentos, se diseñaron matrices con diferentes propósitos, principalmente para conocer los diferentes temas y subtemas analizados por los investigadores: Posteriormente, se realizó el análisis temático y se agruparon los documentos por tópicos, logrando identificar el estado de las investigaciones sobre el tema de interés. El análisis temático permite identificar los temas y conceptos principales, recurrentes o más importantes (según la pregunta de revisión), proporcionar un medio para organizar y resumir los resultados de grandes y diversos cuerpos de investigación; además de que tiende a trabajar con las principales ideas y conclusiones entre los estudios y a reflejarlas directamente (Popay et al., 2006).
Resultados
El interés de esta investigación se ha enfocado, en mayor medida, en el estudio de la orfandad por causa de la desaparición de un progenitor. Se identificaron 29 documentos que ahondan este fenómeno directamente, ocho documentos abordan específicamente la orfandad por feminicidio, uno se centra en el homicidio del progenitor y cuatro no especifican el delito, únicamente que la orfandad se dio a causa de conflicto armado, lo cual puede incluir tanto el homicidio como la desaparición.
Interesante es reconocer el interés que genera el estudio de los productos literarios de la organización HIJOS (Hijas e hijos por la identidad y la justicia contra el olvido y el silencio) integrada por los hijos e hijas de desaparecidos, exiliados, presos políticos y fusilados durante las dictaduras militares implantadas en diferentes países de América Latina. El análisis de estas producciones se encontró en 18 documentos originarios de Argentina, Colombia y México.
Metodológicamente, la revisión bibliográfica/documental (62%) es la metodología más utilizada. Aun cuando no en todos lo especifican, la naturaleza de su contenido los ubica en esta categoría. Así mismo, se destaca un alto porcentaje de documentos académicos que utilizaron una metodología cualitativa (29%), siendo la entrevista la técnica de recolección que más se implementó, predominando el análisis fenomenológico, así como la historia de vida y la narrativa. En menores porcentajes, los estudios mixtos (5%), cuantitativos (2%) y otros tipos de documentos (2%) abordan la orfandad por causa de hechos violentos.
En cuanto a las edades de los participantes, la orfandad es estudiada desde la niñez hasta la adultez; sin embargo, para fines de esta revisión, los documentos se catalogaron en dos grupos: los que abordan la orfandad de niñas, niños y adolescentes (N=11) -de los cuales se toma la información relevante de adolescentes- y aquellos que abordan la orfandad desde la adolescencia o juventud (N=31).
A través de la revisión, se identificó que, aun cuando se ha estudiado la orfandad desde tres diferentes orígenes (desaparición, homicidio y feminicidio), la experiencia de los participantes es similar, emergiendo siete ejes temáticos como resultado del análisis de los resultados de todas las investigaciones:
alteraciones e impacto psicológico;
secreto familiar;
duelo complicado;
estudios sobre la vivencia de la pérdida y la reconstrucción de sí mismo;
reestructuración familiar;
vulnerabilidad individual y estigmatización;
vulneración de los derechos humanos.
Alteraciones e impactos psicológicos
Se ha comprobado que la exposición a situaciones de violencia está estrechamente ligada con alteraciones psicológicas, propiciando la presencia de sintomatología clínica, lo que impide el desarrollo normal de las y los jóvenes (Betancourt et al., 2013; Lynch, 2003; Mels, 2012). La muerte o desaparición de uno de los progenitores a causa de la violencia convierte a los hijos en víctimas indirectas de estos delitos (Arrobo, 2018). De tal manera, indagar acerca del impacto que este suceso genera a nivel psicológico ha sido una prioridad para los investigadores. Dentro de los hallazgos de estas investigaciones se encontró que estos jóvenes presentan mayores niveles de depresión y problemas conductuales, principalmente agresividad y violencia hacia otros (Dueñas et al., 2018), lo que evidencia una falta de habilidad en la regulación emocional, especialmente en la regulación de la ira; además, se identifican dificultades en el reconocimiento y expresión de los sentimientos y las emociones (Arrobo, 2018; Corredor, 2002; Instituto Colombiano de Bienestar Familiar [ICBF] et al., 2014). Importante es tomar en cuenta la edad en la que acontece todo este proceso, ya que condiciona en gran medida la respuesta de las víctimas (Basile, 2020). Así mismo, es necesario comprender que el impacto de la muerte violenta puede afectar en diferente forma y proporción a cada hijo e hija (Arrobo, 2018).
Dentro de las narrativas, Aguirre (2019) describe cómo Nickole, a sus 23 años, se convirtió en madre y padre de sus tres hermanos menores, tras el asesinato de su progenitora: «En un principio no había fuerzas, sentía que el mundo se me había acabado por completo, tuve muchos cuadros de depresión y hasta el día de hoy me cuesta dormir tranquila».
La atención psicológica constituye una prioridad para que los hijos de víctimas de la violencia puedan superar la pérdida y el trauma del suceso (Aguirre, 2019). De una atención psicológica adecuada dependerá en gran medida el desarrollo del joven después del crimen (Montesdeoca, 2019).
Secreto familiar
Cómo, cuándo y dónde les informaron de la situación de sus padres a las y los adolescentes constituyó una de las interrogantes de este trabajo, logrando identificar que el secreto familiar o el silenciamiento del suceso está muy presente en las familias de quienes viven la pérdida de uno de sus miembros. En la investigación de Alvis-Rizzo et al. (2015) se describe cómo el suceso se convierte en un secreto:
Mi mamá no me quería decir, pero yo sabía que él iba a venir; pero el nada y nada que llegaba. Ya habían pasado unas semanas y yo: «¿Por qué no vendrá?». Cuando mi mamá me contó a mí, me dio de todo y no supe ni siquiera reaccionar, ni nada. [JPD1]
De igual manera, Cepeda (2013) describe cómo Carla vivió toda su infancia y adolescencia sin conocer el destino de su padre: «En mi familia mucho no se podía preguntar…; la que más me contaba era mi abuela, pero mi mamá no quería hablar del tema porque cuando hablaba…, lloraba... Entonces trataba mucho de no preguntarle a ella».
A través de las narrativas, un método utilizado para reconstruir la historia de las personas, se encontró que no solo se vive la muerte o desaparición del progenitor, sino que el silenciamiento se hace parte de las familias. Se dificulta hablar del tema y de la persona que ha desaparecido o muerto. Este silenciamiento genera incertidumbre, culpas y frustración en los hijos, puesto que saben que pasa algo, deducen qué es lo que pasa, pero nadie se los confirma. Esta ausencia de diálogo dificulta el proceso de superación y fractura las dinámicas familiares, provocando un distanciamiento. El silenciamiento también interfiere en la regulación emocional de los jóvenes: al silenciar los hechos no se expresan sentimientos y emociones (Alvis-Rizzo et al., 2015; Cepeda, 2013; Guatavita, 2015; Zafra et al., 2020).
Duelo complicado
Dentro de sus investigaciones, los autores han identificado que las familias que han vivido la desaparición de un miembro refieren que esta pérdida se diferencia en gran medida de otras por la ausencia de un cuerpo, lo cual no permite un cierre a través de rituales como un funeral (Ocampo, 2015). El proceso de duelo está en permanente movimiento y no se percibe que haya un punto final. La figura del desaparecido obstruye el proceso del duelo y desata la necesidad de la búsqueda y averiguación sobre el destino de los padres (Basile, 2016; De Vecchi & Gómez-Lvoff, 2008). Quizá para muchos la única forma de consolidar su duelo se logre con el encuentro de los restos de su familiar, lo cual opera como una clausura de la búsqueda (Cobas-Carral, 2017); sin embargo, lamentable-mente, en muy pocos casos se llega a este punto.
Corredor (2002) describe cómo el homicidio del padre de Sandra constituye para ella un hecho injustificado y repentino. El duelo traumático le crea conflictos consigo misma, los demás y el mundo en general; y está impregnado por una intensa ira generalizada. De igual manera, en esta misma investigación, otra participante, Elena, presenta un cuadro de duelo intenso, aunado a la existencia de un largo proceso penal y la implicación directa y constante que ella ha mantenido con este, lo cuales funcionan como factores que aumentan la duración de los síntomas de duelo y la preocupación de Elena por los temas relacionados con las muertes (Corredor, 2002). El dolor de la pérdida y la culpa se hacen presentes, generando una incomprensión del acto deshumanizante y cruel del asesinato (Arrobo, 2018). Incluso, la presencia o ausencia de justicia es un elemento de gran importancia para la prolongación de este duelo complicado (Corredor, 2002).
Estudios sobre la vivencia de la pérdida y la reconstrucción de sí mismo
Los autores han identificado que la construcción del concepto de sí mismos y de la identidad de los hijos de desaparecidos parte en dos vertientes: una orientada a la pérdida y otra a la reconstrucción. Se ha encontrado que aquellos jóvenes que cuentan con una red familiar con buenos vínculos tendrán una identidad orientada a la reconstrucción, lo cual influye en el desarrollo de un proyecto de vida (Alvis-Rizzo et al., 2015; Ocampo, 2015).
En los discursos recogidos por el ICBF et al. (2014) se muestra una dificultad de las y los jóvenes para pensar en perspectiva y lograr una mirada a futuro. Sus sueños, expectativas y deseos están mediados por recuerdos negativos, así como una dificultad evidente de precisar en detalles la descripción de sí mismos o sus entornos.
Murad (2014) identificó que la identidad se ve influenciada por la resignificación que se le da al progenitor desaparecido; es decir, a cómo ideológicamente se construye la figura del padre que ya no está. Esta idealización, de igual manera, se plasma en los productos literarios y documentales realizados por los integrantes de la agrupación HIJOS, en los cuales los padres de estos autores son retratados como víctimas inocentes o héroes (Padilla, 2008). Pero, a su vez, el amor, el respeto y la admiración se entremezclan con la sensación de que, al elegir la revolución, esta los destinó a una infancia marcada por el trauma (Reati, 2015; Tavernini, 2017). Los testimonios de los HIJOS son un conjunto de piezas, de restos, de fragmentos que solo pueden verse si se transforman en imagen, misma que se crea a través de la imaginación (Inama, 2020). ¿Cómo se narra aquello que solo puede definirse por su pura ausencia, en el intento de hacer visible eso que apenas puede ser dicho, pero que debe ser imaginado? (Cobas-Carral, 2013).
En HIJOS la acción colectiva se ha apoyado en la música, la poesía y el arte urbano, que actúan como potentes medios de comunicación de ideas y de afectación emotiva y simbólico-cultural. En este grupo se encuentran hijos e hijas como productores de diversas manifestaciones artísticas (Aguilar-Forero, 2017; Tavernini, 2019; Viotti & Scuro, 2020). Y es a través de estas memorias que los integrantes de esta agrupación buscan mantener viva la presencia de los ausentes, así como la historia de su lucha. Construyen el presente desde la configuración de un pasado. Estas gramáticas que emanan un reclamo de justicia son las voces de las víctimas indirectas, de los hijos e hijas de quien no dejó rastro alguno (Bartalini, 2020; Daona, 2017; Grunow, 2017; Guatavita, 2015; Peller, 2016; Vázquez, 2017).
Reestructuración familiar
En las investigaciones se identificó que las familias que han vivido la pérdida de un familiar por causa de su desaparición u homicidio presentan grandes cambios en diversos niveles. El simple hecho de saber que un integrante de la familia está desaparecido o muerto es motivo suficiente para propiciar el deterioro del clima que existe en cada núcleo familiar (López & Rodríguez, 2012). La restructuración de roles es uno de los elementos que más se presenta cuando desaparece uno de los progenitores. Esta pérdida conlleva otras: la estabilidad económica genera la ausencia del otro progenitor y se asignan nuevos roles a todos los integrantes de la familia, debido a que las necesidades económicas se incrementan ante la ausencia del proveedor; o bien, a la necesidad de formar familias extendidas o cuando ambos progenitores están ausentes y donde, en muchos de los casos, son los abuelos, personas ya mayores, quienes toman el liderazgo familiar (Cueto, 2010; Ocampo, 2015). Es común que el hijo se convierta en padre, la abuela en madre o los tíos pasan a ser las figuras paternas (Zafra et al., 2020).
Estas familias no solo deben asimilar la pérdida de su familiar y emprender el proceso legal, sino que deben pensar en lo que sucederá con los hijos de la víctima: cómo protegerlos y cómo garantizar su seguridad, así como el enfrentar sus propias afectaciones emocionales (Arrobo, 2018).
Además, los hallazgos encontrados por este trabajo evidencian la vulnerabilidad a la que se enfrentan las familias que han vivido la desaparición o la muerte violenta de uno de sus miembros. En muchas de las ocasiones, los familiares que acogen a los menores son los abuelos, adultos mayores quienes, en el mejor de los casos, cuentan con una pensión (Tagar, 2019), pero que, cuando es lo contrario, la situación económica se convierte en una preocupación más para la familia (Montesdeoca, 2019). Las narrativas descritas por Alvis-Rizzo et al. (2015) ejemplifican esta reestructuración: «En este momento, mi mamá es la que hace el papel de mamá y de papá: trabaja por nosotros, nos da las cosas. Han cambiado muchas cosas en el hogar».
Ocampo (2015) describe cómo la pérdida del padre los lleva a otras pérdidas, como la pérdida parcial de la madre, generando cambios en las prácticas cotidianas en el núcleo familiar: «Desde que papá se fue, mamá siempre empezó a trabajar. Entonces ya mamá no compartía un ratico con nosotros o se sentaba a hablar con nosotros (Simón)».
Vulnerabilidad individual y estigmatización
Así como las mismas carencias económicas llevan a los más jóvenes a insertarse en el campo laboral para contribuir a su subsistencia y la de su hogar, estas actividades también los ponen en riesgo y pueden ser perjudiciales para su propia educación y desarrollo, puesto que son un predictor para la deserción escolar (León, 2017). Así mismo, la vulnerabilidad se ha relacionado con incidencias en abuso sexual, privación de necesidades básicas, explotación, abandono y una estigmatización generalizada (Camacho et al., 2014; Vicepresidencia de la República Dominicana et al., 2016).
Dentro de los estudios se ha encontrado este elemento: las causas de fallecimiento o la desaparición son asociadas con una participación de las familias en la delincuencia. Además, el apelativo «huérfano» (que hace referencia a la falta de un padre), aunado a las carencias económicas, se relaciona con inferioridad, genera un cierto rechazo y burlas que los participantes en las entrevistas de estas investigaciones han identificado como uno de los principales problemas a vencer (Almeida, 2016; Grunow, 2017).
Vulneración de los Derechos Humanos
Es importante entender que la victimización no solo comprende el homicidio, sino también los daños físicos, psicológicos y la orfandad a la que se enfrentan las y los adolescentes a causa de la violencia (Terán, 2013); de tal manera que la protección de estos debe ser prioridad para los gobiernos.
Colombia y México son países que se han visto involucrados en altos índices de violencia. Ante estos hechos generadores de víctimas han creado leyes que buscan en cierta medida la reparación integral y protección de las víctimas directas e indirectas. Colombia, a través de la ley 1448 (Congreso de la República, 2011), dicta medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno. México, a través de la Ley General de Víctimas (Gobierno de México, 2013), propone mecanismos parecidos. Ambas incluyen medidas de indemnización, rehabilitación, satisfacción, restitución y garantías de no repetición, que deben ser asumidas por el Estado. Las leyes han introducido un giro radical en la concepción de las y los menores al sacarlos de su posición de objeto para estimarlos como un sujeto con plenos derechos, otorgándoles la potestad de opinar y decidir (según su edad) sobre su situación (Basile, 2020).
No obstante, los autores han encontrado que no existe un padrón o definición oficial y colectiva que identifique a las niñas, niños y adolescentes en orfandad por delitos de alto impacto. De existir, ayudaría inicialmente a tener un dato preciso de niñas, niños y adolescentes en orfandad por estas condiciones (Camacho et al., 2014).
Se reafirma que la orfandad por delitos de alto impacto es un problema de salud pública; pero, debido a la falta de datos oficiales confiables sobre su extensión, aunado a la ausencia de investigación, es difícil medir la magnitud real del problema. Además, se ha identificado que los programas creados para la atención de esta población presentan deficiencias que incluso desembocan en la polivictimización del usuario.
Largos trámites burocráticos, el rechazo de la inscripción por falta de documentación, ausencia de profesionales capacitados (psicólogos, abogados, trabajadores sociales, entre otros) para atender las necesidades apremiantes y la falta de una indemnización que garantice el cambio verdadero en sus estilos de vida son algunas de las dificultades extras a las que se enfrenta el adolescente en orfandad a causa de la violencia (Aguirre, 2019; Bernal, 2017; Zafra et al., 2020). La reparación integral debería incluir medidas de indemnización, rehabilitación, satisfacción, restitución y garantías de no repetición, que deben ser asumidas por el Estado a través de las entidades competentes (Alzate-Cortés, 2015). En este proceso de reparación integral del daño, el papel de la justicia resulta crucial como resarcimiento simbólico del mismo, tanto en su dimensión psíquica como en la social (Dibarboure et al., 2021). Además, la restitución debe plantear diferentes desafíos según ocurra en un niño en sus primeros años, o si sucede cuando es un adolescente, o un adulto que ya se ha ido de la casa para formar su propia familia (Basile, 2020).
En las entrevistas realizadas por Bernal (2017) se identifica que no existe una reparación integral de los daños causados por la orfandad. El dinero entregado es mínimo respecto a los perjuicios verdaderamente causados, incumpliendo con criterios diferenciales, transformadores y de derechos humanos en relación con estándares internacionales de la reparación.
El estado debe garantizar la protección y promoción de los derechos de las niñas y los niños huérfanos de la violencia, específicamente enfocadas a las áreas de tratamiento psicológico, apoyo a la educación, actividades recreativas y culturales que les permitan desarrollar habilidades donde puedan manifestar los sentimientos reprimidos dentro de sí mismos (Camacho et al., 2014; Gutiérrez, 2016).
Discusión
Como respuesta a la pregunta: ¿cuál es la producción empírica y conceptual en torno a las experiencias y significados de adolescentes y jóvenes en orfandad a causa del homicidio, feminicidio o desaparición de un progenitor?, se encontró que la literatura latinoamericana en torno al tema se ha producido en mayor medida en los países de Argentina (N=19), país que en los años setenta-ochenta vivió una dictadura cívico militar, y Colombia (N=12), en dónde el narcotráfico y crimen organizado han sido protagonistas desde los años ochenta.
La metodología que más se utilizó fue la revisión bibliográfica/documental (62%), destacando un gran interés de los investigadores por las experiencias y producciones de la agrupación HIJOS. En segundo lugar, los documentos cualitativos (29%), siendo la entrevista la técnica de recolección que más se implementó. Los estudios cuantitativos (2%) y mixtos (5%) son muy pocos en comparación con la revisión documental.
Se ha identificado que, para comprender el fenómeno de la experiencia de adolescentes y jóvenes en orfandad, la revisión documental y la metodología cualitativa han sido el camino que más favorece su análisis, puesto que permite profundizar en la experiencia de los participantes a través de sus narraciones y los productos literarios o artísticos que producen.
Los hallazgos referentes a las alteraciones e impacto psicológico en población adolescente coinciden con los hallazgos de estudios sobre exposición a la violencia comunitaria, los cuales reflejan que una exposición prolongada a este fenómeno se relaciona con conductas psicopatológicas específicas, como depresión, ansiedad, conductas agresivas y disruptivas, abuso de sustancias, así como con dificultades académicas (Cooley-Strickland et al., 2011; Susanne et al., 2017); de igual manera, se asocia con un menor bienestar social y personal (Jiménez & Melián, 2016).
Los estudios de adolescentes y jóvenes en orfandad por homicidio y desaparición informaron que la exposición a la violencia y la orfandad derivada de la misma, son factores de riesgo para la presencia de alteraciones psicológicas (Corredor, 2002; Dueñas et al., 2018; ICBF et al., 2014). Estudios con huérfanos de países europeos y asiáticos refieren que, como resultado de la experiencia, los huérfanos tienen un mayor riesgo de presentar bajo rendimiento escolar, abuso de sustancias, riesgo de suicidio y sentimientos de culpa (Kapardis et al., 2017; Miller et al., 2015; Schaal et al, 2010).
Es importante reconocer que las consecuencias de las muertes y desapariciones a causa de la violencia, así como los trastornos psicológicos que estas dejan, no solo afectan a la familia que vive la pérdida, sino a una sociedad entera indirectamente. Algunos de los trastornos psicológicos pueden afectar de manera constante la convivencia familiar y social del resto de la población (Cahuana, 2021).
Con respecto a la temática secreto familiar, las investigaciones de adolescentes en orfandad por causas violentas coinciden en que se sugiere como medida de protección para los hijos e hijas el mantener en secreto el suceso. De esta forma, las y los adolescentes saben que algo sucede, incluso intuyen la realidad, pero, ante la gravedad del tema, prefieren no hablar de todo aquello que se relacione con la pérdida u homicidio del progenitor (Cueto, 2010; Durán & Valoyes, 2009; Ocampo, 2015). La comunicación es esencial para liberarse de aquello que lastima. Los relatos de algunos jóvenes reflejan esta necesidad: la ausencia no solo hace alusión a la falta del progenitor, sino a la carencia de palabras para relatar la vivencia (Alvis-Rizzo et al., 2015).
Referente a la temática duelo complicado, los estudios que abordan la experiencia de la desaparición de un familiar y aquellos que se centran en la experiencia directa de los hijos de estas víctimas coinciden en que esta pérdida suele relacionarse con un duelo prolongado: la incertidumbre se convierte en un integrante más de la familia. Así mismo, los estudios que abordan la muerte violenta identifican que no solo se vive la pérdida del familiar, sino que además se enfrentan a la justicia, trámites legales y, en definitiva, a la experiencia traumática del suceso violento; y, de igual manera, afrontar el duelo se vuelve más complicado (Corredor, 2002; Esparza & Linares, 2020; Ocampo, 2015; Pizarro & Wittebroodt, 2002; Rodríguez-Valderrama & Bastidas-Robay, 2017; Schaal et al., 2010).
En el caso de desaparición, la familia vive una pérdida ambigua, la cual genera confusión y estrés, que a menudo atormentan su vida cotidiana. Con frecuencia, se tiene la esperanza del regreso del desaparecido; sin embargo, al no tener la certeza, se dificulta el procesamiento de duelo (Manríquez-Sánchez et al., 2019; Romero & Gómez, 2021). El curso del duelo en niños víctimas de la muerte violenta de sus figuras parentales dependerá en gran medida de la red familiar y social, el accionar del estado y los cambios socio-ambientales en su vida; considerando como factores favorecedores la actitud de los nuevos cuidadores, los recursos internos y la intervención interdisciplinaria (Filippi et al., 2020), lo cual es también aplicable para adolescentes y jóvenes que experimentan una pérdida similar.
En cuanto a la temática de estudios sobre la vivencia de la pérdida y la reconstrucción de sí mismo, los estudios sobre la experiencia de familiares de personas desaparecidas reflejan que, ante esta pérdida, los familiares se enfrentan a una reformulación en sus proyectos de vida, truncándolos o bien modificándolos; así como a un cambio en la forma de percibirse a sí mismos, lo cual se resume en un impacto a nivel multidimensional en sus historias personales (Esparza & Linares, 2020; Rodríguez-Valderrama & Bastidas- Robay, 2017). Esto se puede relacionar con los hallazgos de los estudios de adolescentes y jóvenes en orfandad los cuales encontraron que vivir la experiencia de la pérdida de uno de los progenitores en sucesos violentos, ya sea por desaparición o bien por homicidio o feminicidio, es un hecho que perturba el desarrollo de las y los jóvenes. La construcción de su identidad ahora se ve influenciada por la pérdida (Alvis-Rizzo et al., 2015; Murad, 2014; Ocampo, 2015).
Un estudio que aborda la experiencia de madres de desaparecidos identifica que las mujeres dentro del movimiento de búsqueda lograron procesos de subjetivación que las llevaron a ganar autonomía, visibilidad pública y transformaciones en su vida (Tamayo Arango & Arenas-López, 2021); esta es similar a la experiencia de aquellos jóvenes militantes de la agrupación HIJOS, quienes, a través de la acción colectiva por medio de la música, arte, literatura y otras prácticas comunicativas, construyen la memoria histórica del legado de sus padres desaparecidos, buscando que no se olvide su lucha (Aguilar-Forero, 2017; Basile, 2016; Daona, 2017).
Específicamente en la temática de reestructuración familiar, tanto los estudios enfocados en familias de personas desaparecidas como los centrados en adolescentes en orfandad por muerte violenta coinciden en que estas familias se enfrentan a una reconfiguración a nivel estructural que afecta a todos los miembros. La dinámica familiar se modifica, debido a que la ausencia de quien proveía el sustento económico genera un cambio de roles, que incluso lleva a los más pequeños a tener que preocuparse por las situaciones económicas (Cueto, 2010; Durán & Valoyes, 2009; Manríquez-Sánchez et al., 2019; Ocampo, 2015; Pérez & Graciano, 2006).
Moreno-Acero et al. (2021), en su estudio con familias víctimas del conflicto armado en Colombia, identificaron que dicho conflicto generó en sus integrantes sentimientos de tristeza, temor, desconfianza y pérdida de identidad como grupo, debilitando las relaciones familiares, un cambio de roles y, como consecuencia, el distanciamiento entre los integrantes. No obstante, destacan el empoderamiento de las mujeres en su función de cabezas de familia, siendo soporte emocional y económico, lo que permitió la posterior recomposición de la familia. Sin embargo, otros estudios han identificado que la desaparición tiende a desestabilizar psíquicamente a quienes buscan a sus desaparecidos. Se ha percibido que afecta de forma diferenciada a hombres y mujeres, principalmente porque las mujeres son quienes más se dedican a la búsqueda (Serna & Castro, 2021).
Por otra parte, en la temática vulnerabilidad individual y estigmatización, los estudios coinciden en que la pérdida incrementa las vulnerabilidades, aumentando el riesgo de deserción escolar y de trabajo infantil (Durán & Valoyes, 2009; León, 2017; Mazurana & Carlson, 2016). En casos más graves, dicha vulnerabilidad puede llegar a reflejarse en casos de abuso sexual, limitación en la satisfacción de necesidades básicas y se propensa a la estigmatización generalizada (Camacho et al., 2014; Mazurana & Carlson, 2016).
En cuanto a la estigmatización, los estudios reflejan que esta etiqueta es atribuida a las personas víctimas de estos delitos (Olvera & Albarrán, 2019). Esta se traspasa, tanto a madres (Nadejda, 2020) como a los hijos e hijas de las víctimas. La estigmatización es una realidad a la que se enfrentan los hijos y toda la familia en general, así como colectivos de familiares de desaparecidos que se enfrentan a una serie de problemáticas burocráticas, que no solo obstaculizan su exigencia de aparición de sus familiares y de búsqueda de justicia, sino que se ven también estigmatizados en su propio reclamo. Este es un elemento que lastima y perjudica, que da paso al rechazo, lo que incrementa la vulnerabilidad (Almeida, 2016; Cepeda & Leetoy, 2021).
Esta vulnerabilidad también es vista en otros miembros de la familia. Un estudio con madres de desaparecidos menciona que estas mujeres experimentan sufrimiento social y una ruptura de su vida cotidiana, prolongando su sufrimiento la ineficiencia institucional y el aislamiento social (Almanza-Avendaño et al., 2020). Similares son los hallazgos de estudios con niñas y niños huérfanos por el fallecimiento del progenitor a causa del VIH-Sida. Además de la sensación de vacío emocional por la ausencia o falta de contacto con la familia, viven una constante estigmatización y discriminación, lo cual se intensifica si son portadores del virus (Aristizábal, 2012; Barrios et al., 2013).
Por último, referente a la temática de vulneración de los derechos humanos, crecer sin la protección parental u otra red de apoyo es un factor que aumenta las violaciones a los derechos, tanto de protección, salud, educación como de participación (Durán & Valoyes, 2009). Los estudios enfocados en huérfanos por homicidio/feminicidio y desaparición coinciden en que el Estado debe garantizar la protección y promoción de los derechos de las y los huérfanos de la violencia, principalmente garantizando una atención integral que cubra los aspectos físicos, psicológicos y sociales de los adolescentes (Aguirre, 2019; Camacho et al., 2014; Bernal, 2017; Gutiérrez, 2016; Zafra et al., 2020). La aplicación de los derechos humanos no depende solamente de su reconocimiento en los textos de las constituciones y en los tratados internacionales, sino se requiere que los Estados, responsables de garantizar y proteger los mismos, construyan los mecanismos necesarios para llevarlos a la práctica diaria (Ramírez, 2020).
En general, la pérdida de un progenitor ya es un factor que incrementa los riesgos. Constituye uno de los más graves acontecimientos vitales estresantes que le puede pasar a un niño, niña o adolescente. Esta pérdida afecta tanto al hijo o hija, como a la estructura familiar (Jakobsen & Christiansen, 2011). Las problemáticas que enfrentan las y los huérfanos requieren de atención especial por la vulnerabilidad agravada por la condición misma de la orfandad (Senado de la República, 2013).
Asimismo, se podrían esperar efectos diferenciales en función de algunos aspectos del propio fallecimiento (como el carácter repentino o no del mismo, o el tipo de muerte), del sexo del padre fallecido, del sexo del hijo en relación con el del progenitor perdido (mismo sexo) o de la etapa del desarrollo del hijo cuando se produce la pérdida (Harris et al., 1986; Silverman & Worden, 1992). Es decir, la pérdida de un progenitor a causa de homicidio o desaparición, dada la atrocidad, puede ser un factor que avale los resultados encontrados en todas las investigaciones revisadas; considerando también que la adolescencia es una de las etapas de transición más importantes en la vida del ser humano, la cual se caracteriza por un ritmo acelerado de crecimiento y de cambios (OMS, 2021).
A través de estos hallazgos se puede constatar que la pérdida de un progenitor a causa de la desaparición forzada de este, el homicidio o feminicidio genera un impacto significativo individual, familiar y contextual en las y los hijos. Coinciden principalmente en que la pérdida del progenitor genera otras pérdidas en la vida de las y los jóvenes. En el caso de la desaparición, el progenitor presente se ausenta para buscar al desaparecido; o bien, ante las carencias económicas, trabajar más tiempo. En el caso del feminicidio, si este es perpetrado por el padre, se pierden abruptamente ambas figuras ante el hecho violento. Esto también conlleva la reestructura familiar, cambios de residencia y un sinfín de cambios que desestabilizan la vida de los adolescentes.
En cuanto a diferencias en la experiencia, se puede identificar que, en los casos de desaparición, la ausencia del cuerpo es un factor relevante para el proceso. No obstante, todas las pérdidas son traumáticas y su impacto dependerá de muchos factores, como el haber presenciado el suceso o los recursos individuales, familiares y sociales, por mencionar algunos.
Las limitaciones que se presentaron al realizar esta revisión estuvieron en la dificultad de acceso a algunas plataformas y la restricción de ciertos documentos. De igual manera, una limitación ha sido los pocos criterios de investigación incluidos que limitaron la búsqueda de documentos. Así mismo, la falta de claridad en la presentación de la metodología en gran cantidad de los artículos.
La fortaleza de este estudio se centra en el desarrollo de ejes temáticos con base en los hallazgos encontrados por las diferentes investigaciones, lo cual ayuda a comprender el fenómeno de una forma más concreta y sintetizada.
La evidencia empírica revela las necesidades apremiantes en la atención a estos adolescentes y jóvenes en orfandad a causa de la violencia. Esto puede ser muy útil para la contribuir en la creación de políticas públicas que permitan la reparación real e integral de los daños; incluyendo una indemnización que cubra todas las necesidades básicas, atención psicológica y médica de calidad y accesible, así como la garantía de una educación segura. En concreto, el cumplimiento de sus derechos humanos, principalmente para evitar la revictimización por parte de las instituciones y organismos cuyo objetivo es la protección de los usuarios.
En resumen, la revisión sobre la evidencia empírica en torno a los adolescentes y jóvenes en orfandad a causa del homicidio o desaparición de un progenitor develó temáticas como alteraciones e impacto psicológico ante los crímenes de los que han sido víctimas, además de que los hechos se mantienen como un secreto familiar a los ojos de los adolescentes. A esto se le debe sumar que el hecho criminal les dificulta acceder a un proceso de duelo.
También se identificó que en el fenómeno se han estudiado la vivencia de la pérdida y la reconstrucción de sí mismo en población joven y adolescente. Así mismo, que existe una búsqueda de reestructuración familiar; sin embargo, la situación los coloca en un estado de vulnerabilidad individual, familiar y social. En definitiva, que viven con un estigma.