Introducción
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022) define el maltrato a la infancia y la adolescencia como toda forma de abuso sexual, abandono, maltrato físico o emocional, trato negligente y explotación comercial o de otro tipo, que tenga como resultado un daño real o potencial para la salud, la supervivencia, el desarrollo o la dignidad de niño, niña o adolescente (en adelante, NNA), en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de género también se incluye como una forma potencial de maltrato a la infancia y la adolescencia (Brown et al., 2021; Spearman et al., 2022).
En la actualidad, una de cada cuatro personas adultas manifiesta haber sido maltratada físicamente en edades tempranas (OMS, 2022). El estudio de Hillis et al. (2016) estimó que aproximadamente mil millones (o la mitad de NNA de 0 a 17 años en todo el mundo) habrían sufrido maltrato físico, emocional, sexual o múltiple en el último año, con cifras que oscilaban en función del territorio. Más concretamente, el porcentaje de NNA maltratados/as fue del 64% en Asia, 56% en América del Norte, 50% en África, 34% en América Latina y el 12% en Europa. En España, más del 25% de NNA han sido víctimas de maltrato por parte de sus progenitores/as o cuidadores/as principales (en adelante, cuidador/a principal; Save the Children, 2018). Sin embargo, dada la naturaleza reservada del maltrato, así como los desacuerdos sobre las definiciones y medidas, se calcula que únicamente el 10% de los casos son notificados (Save the Children, 2018), por lo que se desconoce la verdadera prevalencia del maltrato a la infancia y a la adolescencia (Font & Kennedy, 2022; Poole et al., 2014; Stoltenborgh et al., 2015).
Estos datos muestran que este debe considerarse como una importante y compleja preocupación para las políticas públicas y para los organismos e instituciones que trabajan por los derechos y el bienestar de la infancia y la adolescencia (Eddy & Sneddon, 2020; Norman et al., 2012; Yoon et al., 2022).
La literatura ha demostrado que la exposición temprana al maltrato tiene graves consecuencias para la salud, bienestar y desarrollo de NNA que pueden durar toda la vida (Clemens et al., 2018; Font & Berger, 2015; Kisely et al., 2018; Murray et al., 2022; Ozawa & Hirata, 2020; Pfaff & Schlarb, 2022; Wekerle et al., 2017).
Para evitar su impacto significativo, la literatura ha tratado de identificar las causas que lo promueven. El modelo ecológico (Belsky, 1980, 1993; Bronfenbrenner, 1979) surge como marco de respuesta ante la complejidad y heterogeneidad que caracteriza la etiología del maltrato y lo define como un fenómeno multicausal en el que intervienen e interaccionan factores de riesgo que operan a través de cuatro niveles: individual, interpersonal, comunitario y social. Estos factores incluyen desde las características de NNA, las relaciones y conductas parentales y familiares, así como otros factores presentes en la comunidad y en el sistema social que pueden aumentar la vulnerabilidad (Lakhdir et al., 2021; OMS, 2022; Zhang & Topitzes, 2022). Para Belsky (1993) las influencias más próximas al NNA y su entorno inmediato tendrán un mayor impacto en su salud y desarrollo, mientras que los factores más distantes supondrán efectos indirectos o menos graves.
De manera complementaria, el modelo ecológico incluye factores de protección para eliminar o mitigar la aparición del riesgo o, en algunos casos, pueden formar parte de las intervenciones dirigidas a reducirlo (Counts et al., 2010; Ridings et al., 2017). Entre estos factores, la revisión sistemática desarrollada por Younas y Gutman (2022) mostró que la estabilidad familiar, el apoyo social y emocional, la crianza positiva y la participación familiar en la comunidad actúan como variables protectoras que amortiguan múltiples riesgos en los NNA. En este sentido, y siguiendo a Austin et al. (2020), el modelo ecológico proporciona información sobre los factores de riesgo y protección existentes en múltiples niveles de influencia que pueden ser utilizados para la evaluación de los riesgos y necesidades, así como para definir estrategias de prevención e intervención.
Como afirman Boatswain-Kyte (2019) y Muller et al. (1995), el maltrato a la infancia y la adolescencia también debe ser considerado como una realidad dinámica y multifacética, expuesta a contantes influencias de una gran variedad de áreas o sistemas. Por ello, como sostienen De Ruiter et al. (2020), la evaluación debe ir más allá de proporcionar una suma de factores de riesgo individuales, midiendo e integrando factores de riesgo estáticos y dinámicos, así como factores de protección. En este aspecto, la literatura (Eisenberg et al., 2019; Oshri et al., 2018) ha definido los factores estáticos como los eventos inalterables que forman parte de la historia de vida de NNA u otras características que no están sujetos a cambios, tales como los antecedentes de abuso y negligencia. Los factores dinámicos, por su parte, hacen referencia a aquellos aspectos modificables que acompañan la socialización y permiten la evolución de NNA a través de una intervención o tratamiento (Bender, 2010; Navarro-Pérez & Pastor-Seller, 2017), como la madurez emocional o la capacidad para la resolución de conflictos, entre otros.
A pesar de que los factores dinámicos y estáticos han sido mayoritariamente utilizados para evaluar la reincidencia delictiva (Andrews & Bonta, 2010), también han sido incluido en los modelos de evaluación de riesgos de maltrato a la infancia y la adolescencia (De Ruiter et al., 2020; van der Put et al., 2017). El informe desarrollado por Assink et al. (2016) sugiere que los factores de riesgo dinámicos deben identificarse para implementar intervenciones que respondan a realidades en constante cambio y evolución y, por tanto, satisfagan las necesidades específicas y actuales de los NNA. En esta línea, los resultados de la investigación de Jolley (2012) señalan que, para garantizar el desarrollo efectivo de NNA y su bienestar futuro, las actuaciones y decisiones profesionales deben establecer el abordaje de los factores de riesgo dinámicos como objetivos prioritarios de intervención, así como la reducción de los efectos negativos de los factores de riesgo estáticos, incorporando elementos de protección.
En los últimos años se ha reconocido cada vez más que los estudios sobre maltrato deben desarrollarse y evaluarse de manera longitudinal para comprender el impacto del maltrato a largo plazo, así como la evolución de la situación en la que se encuentran los NNA (Petersen et al., 2014). Sin embargo, el campo del maltrato a la infancia y la adolescencia cuenta con dificultades para abarcar la complejidad de esta realidad. Putnam Hornstein et al. (2013) señalan que la literatura científica en este ámbito está dominada por estudios que evalúan la existencia de riesgos a corto plazo, sin prestar atención a aquellos factores dinámicos que pueden ser utilizados como indicadores de éxito o fracaso del sistema o la prestación de servicios.
El estudio desarrollado por Hurren et al. (2017) concluyó que todavía existe la necesidad de realizar estudios longitudinales que permitan identificar la evolución de los riesgos y, con ello, mejorar los procedimientos y políticas de protección, así como los resultados de los NNA y sus familias. Por ello, el objetivo del presente estudio es analizar la evolución del riesgo y protección en la infancia y la adolescencia en una región de España. Para ello, se examinaron ambos factores, con la finalidad de guiar los esfuerzos de la intervención.
Método
Participantes y procedimiento
Se dispone de datos de 102 niños, niñas y adolescentes atendidos/as por el sistema de bienestar infantil de la Comunidad Valenciana (España). Fueron evaluados durante un año, en tres momentos temporales, con una separación de seis meses entre cada uno de ellos. En el primer momento temporal, la edad de los menores osciló entre los 0 y 18 años (M = 13.29, DT= 4.57). El 45.1% se encontraba en ese periodo en acogimiento residencial, el 7.8% en acogimiento familiar y el 47.1% restante en la vivienda familiar. Respecto al género, el 36.3% eran mujeres y el 63.7% restante hombres.
Los datos fueron recogidos por 56 profesionales seleccionados aleatoriamente, procedentes de distintos servicios dentro del sistema de bienestar infantil. Los servicios de los que procedían eran: asistencia técnica en acogimiento familiar en familia ajena (3.6%), centros de día de apoyo educativo/inserción sociolaboral (8.9%), hogares de emancipación (5.4%), centros de recepción (1.8%), centros de acogida (26.8%), centros de medidas judiciales (19.6%), servicios sociales/equipos específicos de intervención con la infancia y la adolescencia (32.1%) y otros servicios (1.8%). El 83.9 % eran mujeres y el 16.1% hombres. En promedio, estos/as profesionales tenían 9.13 años de experiencia en protección a la infancia (DT = 7.99) y, de estos, una media de 7.39 años (DT = 7.78) habían sido desempeñados en el puesto actual. Finalmente, el rol predominante de los y las profesionales era psicólogo/a (41.1%), seguido de trabajador/a social (28.6%) y de educador/a (23.2%).
Esta investigación cumplió con los estándares éticos de la APA y fue aprobada por la Comisión Ética de la Generalitat Valenciana (Ref. HYH5NVSA-Y85ZSB11-RML6ZC YX). Los datos de los NNA fueron todos anónimos y todos los y las profesionales firmaron consentimientos informados.
Instrumentos
Para este estudio se emplearon tres escalas procedentes de un proyecto de mayor envergadura, el proyecto DAP 360º (Determinantes de atención temprana; Carbonell et al., 2023), cuyo objetivo es la evaluación integral del riesgo y desprotección en la infancia y la adolescencia. Todas las escalas desarrolladas en el marco de este proyecto son de carácter heteroadministrado, es decir, los y las profesionales evalúan los diversos ítems que componen la escala a partir de la información recogida acerca de los NNA. Con este fin se han desarrollado, entre otras, las siguientes escalas:
Adolescents and Children Risk of Abuse and Maltreatment-Parental Scale (Acram-PS; Navarro- Pérez et al., 2023): esta herramienta se compone de 92 ítems repartidos en 12 factores que miden todos los ámbitos de riesgo asociados a las conductas del cuidador o cuidadora principal que afectan al/la NNA: variables parentales (12 ítems), negligencia de necesidades físicas (8 ítems), negligencia de necesidades de seguridad (8 ítems), negligencia de necesidades formativas (2 ítems), negligencia de necesidades psíquicas (6 ítems), maltrato físico (7 ítems), maltrato emocional (7 ítems), instrumentalización y abandono (4 ítems), abuso sexual (22 ítems), maltrato/riesgo prenatal (8 ítems), explotación laboral y mendicidad (2 ítems) e inhabilidad parental para controlar la conducta de NNA (6 ítems). En la tabla 1 se muestra un ítem ejemplo de cada factor de riesgo parental.
Adolescents and Children Risk of Abuse and Maltreatment-Community Scale (Acram-CS; Samper et al., 2023): esta escala se compone de 20 ítems que miden los riesgos relativos al entorno en el que se encuentra el NNA, incluyendo indicadores sobre el entorno socioeconómico y familiar, el escolar, la intervención técnico-política, las administraciones, el entorno de salud y el maltrato institucional. Ítems de ejemplo son: «El/la NNA es víctima o agresor en situaciones de acoso escolar» y «En el entorno sanitario no existen los recursos adecuados para atender a las necesidades de NNA, afectando negativamente al/ la NNA (por ejemplo, ausencia de unidad de salud mental, ausencia de tratamientos de enfermedades raras…)».
Adolescents and Children Risk of Abuse and Maltreatment-Protective Factors Scale (Acram PFS; García-Mollá et al., 2023): este instrumento contiene 18 ítems que miden la presencia de factores protectores procedentes del propio NNA, de la familia-cuidador/a y del entorno. Por ejemplo, algunos indicadores de esta escala son: «El/la NNA se desenvuelve de forma acorde a su etapa evolutiva» y «El/la NNA tiene diferentes grupos de relación o iguales con comportamientos ajustados socialmente con los que realiza actividades de ocio o comunitarias».
Cada una de las circunstancias planteadas se evalúan en una escala de tres puntos: 0 (existen evidencias de que no ocurre), 1 (existen indicios de que ocurre, pero no se puede confirmar) y 2 (existen evidencias de que ocurre).
Análisis estadísticos
A fin de estudiar la evolución del riesgo y protección de los NNA intervenidos por el sistema de bienestar infantil, se empleó el análisis de varianza (Anova) de medidas repetidas para observar el cambio en cada uno de los factores de riesgo relativos a los cuidadores/ as principales y del entorno que afectan al/la NNA, así como para analizar el cambio en los factores protectores.
Previamente al análisis longitudinal del riesgo, se comprobó el supuesto de normalidad de las variables dependientes mediante la prueba de Shapiro-Wilk. En caso de no cumplirse el supuesto, se utilizaron pruebas no paramétricas en lugar de Anova de medidas repetidas. Concretamente, se calculó el test de Friedman para más de dos muestras relacionadas y, en caso de un resultado estadísticamente significativo (p < .05), se estudiaron las diferencias dos a dos entre los momentos temporales mediante la prueba de Wilcoxon. En caso del Anova de medidas repetidas, se compararon los efectos principales empleando el ajuste de Sidak para los intervalos de confianza. En todos los casos, se calcularon medidas de tamaño del efecto. En el caso no paramétrico se empleó la W de Kendall, mientras en el caso de Anova de medidas repetidas se calculó eta cuadrado parcial. Todos los análisis se llevaron a cabo con SPSS (v. 26) y R 1.4 (R Core Team, 2021).
Resultados
Evolución de los riesgos para los/as NNA relativos al cuidador o cuidadora principal
En la tabla 2 se muestran los resultados de las pruebas de normalidad de Shapiro Wilk para cada dimensión de riesgo relacionado con el/la cuidador/a principal en cada momento temporal. Como se puede observar, todas las pruebas resultaron estadísticamente significativas (p < .05), indicando la violación del supuesto de normalidad de la variable dependiente.
Por tanto, se calcularon los test de Friedman correspondientes a cada una de estas dimensiones del riesgo, cuyos resultados se muestran en la tabla 3. De las 12 dimensiones de riesgo contempladas, se hallaron diferencias estadísticamente significativas (p < .05) a través del tiempo en seis de ellas: variables parentales, negligencia de necesidades físicas, negligencia de necesidades de seguridad, negligencia de necesidades formativas, maltrato físico e inhabilidad parental para controlar la conducta de NNA.
La figura 1 muestra las puntuaciones en estas dimensiones a lo largo del tiempo, a fin de examinar la direccionalidad de la evolución.
En la figura se intuye un ligero descenso en cada una de las dimensiones en las que el cambio en las puntuaciones de las mismas a lo largo del tiempo fue estadísticamente significativo (p < .05). A nivel analítico, este hecho se ve más claramente al examinar las medias de las puntuaciones en cada momento temporal.
En la tabla 4 se muestran las medias y desviaciones típicas de las dimensiones de riesgo relativas al cuidador o cuidadora principal. Se aprecia que aquellas dimensiones cuyo cambio no fue estadísticamente significativo se mantienen constantes en el tiempo. En el caso concreto del abuso sexual y la explotación laboral y mendicidad se observa una media muy próxima al valor mínimo de la escala y desviaciones típicas muy reducidas, en los tres momentos temporales.
Por último, se calcularon las pruebas de Wilcoxon en las dimensiones de riesgo relativo al cuidador o cuidadora principal en las que hubo un cambio estadísticamente significativo (p < .05) a lo largo del tiempo, a fin de estudiar entre qué momentos temporales existían diferencias (tabla 5).
Los resultados muestran que se observa cambio entre los momentos temporales 1 y 3 en todas las dimensiones. En el caso de la negligencia de necesidades físicas, el cambio se da, adicionalmente, entre los momentos 2 y 3, mientras que en el caso de la negligencia de necesidades formativas y del maltrato físico, el cambio ya es notable entre los momentos temporales 1 y 2. Por último, la inhabilidad parental para controlar la conducta de NNA muestra cambios entre todos los momentos temporales.
Evolución de los riesgos relativos al entorno
La prueba de normalidad de Shapiro-Wilk mostró que la variable de riesgo relativo al entorno no cumplió el supuesto de normalidad en ninguno de los momentos temporales: W(95) = .856, p < .001 en el tiempo 1; W(95) = .780, p < .001 en el tiempo 2; y W(95) = .652, p < .001 en el tiempo 3.
Por su parte, el test de Friedman mostró diferencias estadísticamente significativas en las puntuaciones del riesgo relativo al entorno a través del tiempo: χ2 (2) = 13.39, p < .001. En la figura 2 puede apreciarse un descenso en las puntuaciones del riesgo relativo al entorno, que se aprecia analíticamente al examinar la puntuación media en el tiempo 1 (M = 1.30, D. E. = 0.30), en el tiempo 2 (M = 1.18, D. E. = 0.23) y en el tiempo 3 (M = 1.18, D.E. = 0.29). Las pruebas de Wilcoxon mostraron un cambio estadísticamente significativo entre los momentos temporales 1 y 2 (Z = -3.64, p < .001), así como entre los momentos temporales 1 y 3 (Z = -4.08, p < .001). Sin embargo, no se aprecia cambio de los riesgos relativos al entorno entre los momentos temporales 2 y 3 (Z = -0.30, p = .766).
Evolución de los factores protectores
Por último, respecto a los factores protectores, existe evidencia a favor de la normalidad de las variables en los tres momentos temporales: W(83) = .974, p = .091, en el tiempo 1; W(83) = .979, p = .196, en el tiempo 2; y W(83) = .980, p = .217, en el tiempo 3. La prueba Anova de medidas repetidas mostró que existen diferencias estadísticamente significativas en la puntuación media de factores protectores a lo largo del tiempo: F (2, 164) = 5.91, p = .003, η2 = .067.
Concretamente, se hallaron diferencias estadísticamente significativas (p = .004) entre el momento temporal 1 (M = 1.88, D. E. = 0.48) y el momento temporal 3 (M = 2.07, D. E. = 0.50). Sin embargo, no se detectaron diferencias estadísticamente significativas entre ninguno de estos dos momentos temporales y el momento temporal 2 (M = 2.00, D. E. = 0.50). Estos resultados indican que hubo un aumento de las puntuaciones en factores protectores a lo largo del tiempo. La figura 3 muestra gráfficamente este cambio al alza en los factores protectores.
Discusión
El presente estudio analiza la evolución del riesgo y protección en la infancia y la adolescencia en NNA atendidos por profesionales de distintos servicios de prevención y protección de la Comunidad Valenciana (España). Los resultados mostraron que existe una evolución del riesgo, con una tendencia generalizada en clave positiva de disminución de riesgos e incremento de elementos de protección. En este sentido, los esfuerzos de los mecanismos del sistema de prevención y las intervenciones profesionales que se desarrollan desde los diferentes recursos parecen estar encaminados a reducir los factores de riesgo y aumentar los factores de protección de NNA para prevenir el maltrato futuro, así como las consecuencias adversas o acumulativas del mismo, tal y como sostienen Shanahan et al. (2022) o Silovsky et al. (2022). Cabe destacar que la mayor parte de los factores analizados evolucionaron de manera significativa entre el primer y el último momento temporal. Esto puede deberse a que entre cada momento temporal únicamente transcurrieron seis meses. Por tanto, este estudio pone de manifiesto la relevancia de la atención e intervención continuada y a largo plazo para incentivar la mejora de los resultados y la disminución del riesgo en NNA (Ranasinghe & Wickramasinghe, 2016).
Asimismo, y en concordancia con los resultados de Vial et al. (2020), nuestros hallazgos identificaron la existencia de dos grupos de factores: por un lado, factores que no mostraron cambios sustanciales en el tiempo y, por otro, factores que mostraron evolución. Por tanto, como ya señalaron De Ruiter et al. (2020) o van der Put et al. (2017), podríamos considerar la existencia de factores estáticos y dinámicos en la evaluación del riesgo y protección en la infancia y la adolescencia. Los factores dinámicos identificados, es decir, aquellos que mostraron evolución en el tiempo, fueron algunos ámbitos del riesgo asociados a las conductas del cuidador o cuidadora principal que afectan a los NNA (variables parentales, negligencia de necesidades físicas, negligencia de necesidades de seguridad, negligencia de necesidades formativas, maltrato físico e inhabilidad parental para controlar la conducta de NNA), riesgo relativo al entorno y factores protectores. Por su parte, los factores estáticos que no mostraron cambios sustanciales en el tiempo fueron el resto de ámbitos del riesgo asociados a las conductas del cuidador o cuidadora principal que afectan a los NNA: negligencia de necesidades psíquicas, instrumentalización y abandono, abuso sexual, maltrato/riesgo prenatal, y explotación laboral y mendicidad. Sin embargo, la posible casuística de la evolución debe analizarse detenidamente en cada caso.
Respecto a los factores de riesgo para los NNA relativos al cuidador o cuidadora principal, se observó una reducción de las puntuaciones en seis de los 12 factores: variables parentales, negligencia de necesidades físicas, negligencia de necesidades de seguridad, negligencia de necesidades formativas, maltrato físico e inhabilidad parental para controlar la conducta de NNA. Esto concuerda los aportes de Holden et al. (2014) y Lätsch et al. (2021), quienes señalan que algunos factores de riesgo, como el maltrato o negligencia física, están abiertos al cambio y la intervención mediante actividades socio-educativas o terapéuticas.
Por otro lado, respecto a los factores que no mostraron cambio, estos fueron: negligencia de necesidades psíquicas, maltrato emocional, instrumentalización y abandono, abuso sexual, maltrato/riesgo prenatal, y explotación laboral y mendicidad. En el caso de los factores de abuso sexual y explotación laboral y mendicidad, debido a la escasez de la nuestra en la que ocurren estas circunstancias, se produce una disminución drástica de la potencia estadística y no es posible valorar su evolución. No obstante, el abuso sexual y otras variables como el maltrato prenatal o el abandono deben ser consideradas como factores estáticos que perduran en el tiempo y son invariables en el tránsito de la infancia a la vida adulta (Borum et al., 2020; Erens et al., 2022). Por ello, como muestran investigaciones previas (Jankovic et al., 2022; Ravindran et al., 2012), las intervenciones deberán orientarse hacia la reducción de los efectos adversos, especialmente a reducir el riesgo y la vulnerabilidad, mediante el aumento de los factores protectores que promuevan la resiliencia y la autonomía, así como que permitan catalizar el crecimiento postraumático.
Uno de los resultados de mayor impacto de esta investigación fue el estatismo de las dimensiones de negligencia de necesidades psíquicas y maltrato emocional. Según Naidoo (2014), del mismo modo que el maltrato físico o la negligencia de necesidades físicas, el maltrato y la negligencia emocional y psicológica deben ser consideradas variables dinámicas que permiten evolución. Sin embargo, las investigaciones de Chamberland et al. (2012) y Taillieu et al. (2016) señalan que, dentro del sistema de bienestar infantil, los casos de maltrato emocional (especialmente si no hay presencia de otros tipos de maltrato o negligencia) son más invisibilizados, menos priorizados y, por ende, están menos sujetos a la intervención y mejora de resultados. En este sentido, los resultados muestran la necesidad de prestar atención a los aspectos psicológicos o emocionales del maltrato para garantizar que se reduzcan los riesgos.
Respecto a los factores de riesgo relativos al entorno y la comunidad de NNA, los resultados mostraron una disminución de las puntuaciones a lo largo del tiempo. Tal y como indican autores como Finch et al. (2021) o Hunter y Flores (2021), los factores presentes en la comunidad y el sistema social pueden contribuir de manera significativa a las situaciones de riesgo y protección de los NNA. Los resultados del presente estudio muestran que la inclusión de los NNA en el sistema de prevención y protección a la infancia y la adolescencia contribuye a la reducción de las adversidades presentes en el entorno de los mismos. Como señala Molnar et al. (2022), la detección y evaluación de los factores de riesgo del entorno comunitario es esencial para favorecer el apoyo social y mejorar las infraestructuras y recursos de atención disponibles que permitan luchar contra el maltrato en NNA.
Por último, los factores de protección procedentes de los NNA, sus familias o el entorno evolucionaron positivamente a lo largo del tiempo, observándose un aumento de las puntuaciones en los mismos. Por tanto, los riesgos vinculados a los NNA pueden estar siendo equilibrados por incremento de los factores de protección, mitigando la aparición del riesgo o reduciendo el ya existente (Burnette, 2018; McKinley et al., 2021). En este sentido, los hallazgos de este estudio insisten en que las características positivas individuales, familiares y de la sociedad deben formar parte de las políticas públicas de tratamiento o de las intervenciones, ya que se ha confirmado sistemáticamente que protegen (Meng et al., 2018; Panisch et al., 2020). Para Yule et al. (2019), la implementación de intervenciones basadas en amortiguar los efectos negativos permite favorecer la resiliencia y potenciar la autonomía y el desarrollo positivo de NNA frente a la adversidad.
En definitiva, este estudio pone una vez más de manifiesto la necesidad de evaluar el riesgo y protección en la infancia y la adolescencia (Ajilian et al., 2015; Cuccaro-Alamin et al., 2017). Dada la ausencia de investigaciones que analicen el impacto del maltrato de manera longitudinal, este estudio ha permitido identificar la evolución de los diferentes riesgos que componen la etiología del maltrato y considerar respuestas para la planificación de las políticas públicas en bienestar infantil.
Este estudio tuvo varias limitaciones. En primer lugar, los análisis estadísticos se han realizado sobre una muestra de 102 NNA seleccionados mediante muestreo no probabilístico de una región de España, por lo que la generalización de los resultados a otras poblaciones de NNA en riesgo se ve limitada. Por otro lado, la ausencia de estudios longitudinales que abarquen esta temática concreta dificulta la comparación de resultados e impide establecer comparativas y posibles asociaciones analíticas. Del mismo modo, cabe destacar que este estudio no analiza directamente la eficacia de las intervenciones profesionales, por lo que los cambios señalados podrían deberse a otras circunstancias ajenas a la atención desde los servicios de protección. Por tanto, y siguiendo a Lo y Cho (2021), los esfuerzos de la investigación deben orientarse hacia la evaluación del efecto de las intervenciones en la vida de los NNA en riesgo y su traslación a la planificación de los sistemas de bienestar infantil. Esto contribuirá, a su vez, a la identificación de intervenciones efectivas que permitan prevenir consecuencias adversas, tratar las experiencias traumáticas y crear NNA resilientes (Sánchez-Reyes et al., 2019; Vegard et al., 2022).
En conclusión, el maltrato infantil es un proceso complejo y dinámico en el que intervienen múltiples factores. Este estudio proporciona evidencia de la existencia de cambios estadísticamente significativos en el riesgo y protección en la infancia y la adolescencia, donde a mayor transcurso de tiempo, mayor es el incremento de los factores protectores y la reducción de los riesgos. Los hallazgos de esta investigación apuntan a que las intervenciones desarrolladas en distintos servicios de prevención y protección de España atienden de manera exitosa la reducción de factores de riesgo y el incremento de factores de protección.
Este estudio pone de manifiesto la necesidad de implementar de intervenciones prolongadas y estables, orientadas a reducir los factores de riesgo dinámicos y amortiguar los efectos negativos de los riesgos estáticos, utilizando los elementos de protección para favorecer el proceso y mejorar el desarrollo y potenciación de las capacidades de los NNA y sus cuidadores/as. Asimismo, se señala la importancia de prestar atención a los factores más invisibilizados del maltrato, como es la negligencia psíquica o el maltrato emocional, legitimando así la obligación del sistema de protección de prevenir y luchar contra toda forma de maltrato a la infancia y la adolescencia.