Introducción
La sociedad siempre ha permitido la violencia contra la mujer. Incluso se evidencia un proceso de naturalización de los abusos en los más diversos cuerpos sociales debido a una cultura patriarcal. Cavalcanti, en 2007, definió la violencia como un acto discriminativo, bruto e irrespetuoso, basado en la imposición, coacción y constreñimiento. Aunque se puede tratar la violencia dentro de un contexto generalizado, existen varias formas de abusos con atención a la violencia que se desarrolla en el espacio doméstico y dentro del ambiente familiar 1-3.
El artículo 7 de la ley brasileña 'Maria da Penha', ley 11340/2006 presenta como formas de violencia doméstica y familiar contra la mujer la violencia física, psicológica, sexual, patrimonial y moral. La violencia física se refiere a un acto que compromete la salud física de la víctima. A su vez, la violencia psicológica encierra conductas que denigren la salud emocional como la disminución de la autoestima, la limitación del derecho a ir y venir, y la ridiculización. La violencia sexual se configura como un constreñimiento de la víctima al presenciar, mantener o participar de relación sexual no consentida o, también, de cualquier otro acto en el que se comercialice su sexualidad bajo amenaza o uso de fuerza física. La violencia patrimonial es la retención o destrucción de bienes personales o recursos económicos, incluso aquellos aplicados para atender las necesidades de la víctima. Por último, la violencia moral se traduce en actos de calumnias, detracción o difamación. Sin embargo, en los abusos contra la mujer no se identifica un solo tipo de violencia, sino una conjunción de ellas 4,5.
La violencia tiene diferentes formas de impacto en la vida de las mujeres, ocurre en cualquier fase y ocasiona graves consecuencias en la calidad de vida y bienestar de las victimizadas. Estos abusos han sido debatidos en los más variados sectores de la sociedad: doméstico, seguridad pública, justicia y salud. La movilización de todos estos sectores tiene por objetivo el enfrentamiento de este grave problema de salud pública y la prevención de futuros abusos, que ayuda al sistema de salud en la elección de medidas efectivas para combatir la violencia 6-8.
Es en este contexto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) identificó que una en cada tres mujeres es o ya ha sido víctima de violencia. Aunque la mensuración de valores absolutos es compleja, los estudios de carácter multicéntrico observan que este problema es aún más recurrente en los países en desarrollo. Según el mapa de la violencia, Brasil posee una tasa de 4,4 homicidios por cada 100000 mujeres, lo que hace que ocupe el séptimo puesto en feminicidios en una investigación con otros 84 países más. Sin embargo, Brasil ya ha establecido acuerdos que garanticen que sus políticas gubernamentales tratarán la violencia contra la mujer dentro del cuadro de los derechos humanos y que, de acuerdo con las orientaciones de otros tratados ya firmados por la federación, que aseguren la promoción de la equidad de género y ciudadanía 9-12.
La ley Maria da Penha, ley 11340/2006, es un ejemplo de la expresión y movilización de Brasil en la lucha contra la impunidad frente a los abusos contra las mujeres. La ONU reconoce esta ley como una de las tres mejores legislaciones del mundo dirigidas a la protección de las mujeres. La ley Maria da Penha permitió la atención humanizada a las mujeres, añadió valores de derechos humanos a la política pública y colaboró con la concienciación de la sociedad. Otra medida que se puede poner de relieve en Brasil fue la creación, en la década de los 80, de las comisarías de defensa de la mujer. Brasil fue pionero en la implantación de este servicio, el cual, actualmente, se puede encontrar en varias regiones. El propósito de estos centros es incentivar las denuncias y acoger a las víctimas. Las comisarías de defensa de la mujer tienen una actuación abarcadora para los diversos tipos de violencia, pues ampara a las víctimas independientemente del sexo 4,13-16.
Aunque hayan sido creadas comisarías propias para el enfrentamiento de los abusos, el número de casos no denunciados son, todavía, un gran problema en muchos países, ya que las víctimas sienten miedo y vergüenza de exponer sus problemas a las autoridades. Aun así, las comisarías especializadas son fuentes esenciales para perfeccionar la definición del perfil de las víctimas y conducir acciones públicas en el combate de la violencia 17,18.
De esta forma, la violencia contra la mujer es una violación de los derechos humanos y de la garantía de respeto a su integridad física y emocional. Así, esta investigación realizada en una comisaría de mujeres, ancianos y niños de un municipio del oeste del estado de Minas Gerais, Brasil, tuvo como objetivo identificar el perfil de los agresores y de las víctimas, y caracterizar las agresiones.
Materiales y métodos
Este estudio transversal descriptivo con abordaje cuantitativo fue aprobado por el Comité de Ética en Investigación en Seres Humanos de la Facultad de Odontología de Araçatuba/Unesp, proceso 0829/10. Después de la aprobación, se realizó un primer contacto con la Comisaría de Mujeres, Ancianos y Niños por medio de una carta oficio enviada al comisario responsable, la que explicaba los objetivos y metodología de la investigación. Tras la autorización del comisario para la consecución del estudio, se realizó la recolección de datos en enero de 2013.
Para el análisis, se utilizó una hoja de cálculo del programa Microsoft Excel especialmente desarrollada para este estudio, en la que se dispusieron las variables para la recolección de datos. Las variables eran: tipo de agresión, sexo de la víctima, sexo del agresor, grado de parentesco, edad de la víctima, edad del agresor, fecha de la agresión, hora de la agresión, motivación para la agresión, zona corporal afectada y recidiva.
Se registraron todos los abusos por medio de unidades de registro, las que se analizaron en una sala de la asistente social de acuerdo con la disponibilidad de horarios de atención de la comisaría. Se registraron los datos en la hoja de cálculo ya descrita.
El criterio de inclusión para el levantamiento de datos de esta investigación fue: agresiones exclusivamente contra mujeres en el periodo de julio a diciembre de 2012. El universo muestral fueron todas las unidades de registro de violencia contra mujeres de una comisaría de mujeres, ancianos y niños de un municipio del oeste del estado de Minas Gerais, Brasil.
Al final de la recolección, se informaron todos los datos levantados a la asistente social. Se realizó el análisis estadístico descriptivo en el Departamento de Odontología Infantil y Social de la Facultad de Odontología de Araçatuba/Unesp. Se procesaron los datos en el programa Epi-Info 6.04.
Resultados
Se evidenciaron 247 abusos contra mujeres perpetrados en un período de 6 meses, en el año de 2012, en una comisaría de mujeres, ancianos y niños de un municipio del oeste del estado de Minas Gerais, Brasil.
Las víctimas fueron, en su mayoría, mujeres entre 20 y 49 años de edad (77%). En menor proporción se observó que el 16% de las mujeres tenían más de 50 años y el 7% tenían menos de 20 años.
El agresor era del sexo masculino en el 89,8% de los casos. En el 10,2% de los casos restantes se observaron abusos practicados por mujeres. Casi la totalidad de los agresores pertenecía a la franja etaria entre los 20 y 49 años (82%) (tabla 1). Se confirmó la prevalencia del 11 % para agresores con más de 50 años de edad (11%) y del 7% para aquellos con menos de 20 años. El grado de parentesco de la víctima en relación con su agresor era de excónyuge (37%), cónyuge (34%) e hijo (10%). Entre los demás estaban yerno, nuera, hermano, nieto, sobrino, padre y suegro.
En su gran mayoría, las agresiones solían ocurrir en la tarde (31%) y en la noche (30%). Los períodos de la mañana y de la madrugada presentaron una frecuencia del 26% y 13%, respectivamente (tabla 1). No se registró el día de la semana en el que los abusos ocurrieron, puesto que la distribución de las agresiones a lo largo de la semana era bastante similar, sin predilecciones por fines de semana o festivos.
Es importante observar que las zonas del cuerpo más comúnmente atingidas fueron la región de la cabeza y cuello (48%), y miembros superiores (17%). En el 35% de los casos de abusos se encontraron lesiones en distintas partes del cuerpo de las ya mencionadas.
Las formas de violencia predominantes contra la mujer fueron la verbal (48,4%), seguida de la violencia física (29,7%) y verbal-física (22%). Se identificó que el motivo de las agresiones se relacionaba con el fin de la relación sentimental de la pareja (35 %); bebidas alcohólicas y drogas (35 %); celos (9 %). Otros motivos de menor frecuencia (21 %), fueron la pensión alimenticia, problemas psiquiátricos, hurto, guarda o custodia de los hijos, enfermedad de la víctima y dinero (Tabla 1). Merece atención el hecho de que los casos de agresión tenían recidiva en más de la mitad de las ocurrencias (54,5%).
Discusión
La atención dada por la acción intersectorial en el combate a la violencia es inmensamente importante para que se obtengan mejores resultados en los cuidados a las víctimas y prevención de futuros abusos. Sin embargo, si se desea un planeamiento más eficaz y direccionado a la gran incidencia de agresiones, es necesario levantar datos a fin de que se conozca no solo el perfil de las víctimas y de sus agresores, sino también su realidad. De este modo, las mensuraciones de las tasas de violencia son una forma eficaz de localizar el problema y observar su comportamiento espacial en una determinada región 19,20.
Gran parte de las víctimas (77%) tenía edad entre 20 y 49 años. Esos datos se pueden corroborar con otros trabajos, que muestran una prevalencia de mujeres violentadas en la franja etaria de hasta los 44 años 21.
Sobre el agresor, el 89,8% de los casos eran hombres y solo el 10,2 %, de mujeres. El agresor pertenecía a la franja etaria de los 20 a 49 años (82 %). Esto dato etario también se encontró en otro estudio, constatando que los agresores son adultos jóvenes 22.
De acuerdo con el Informe de Injusticia Criminal - La violencia contra la mujer en Brasil, los compañeros íntimos son responsables por casi todas las agresiones 23. Según Soares en 1996, se registraron 521 denuncias en comisarías especiales para la atención a la mujer (DEAMS) y se concluyó que el 77,6 % de los agresores tenían o bien ya habían tenido alguna relación íntima con la víctima. En este mismo estudio se constató que el 9,4% de los abusos se cometían por algún miembro de la familia de la víctima. Esta afirmación confirma los resultados de esta investigación. Estos hallazgos se suman a los datos expuestos en este estudio, pues el grado de parentesco con la víctima era de excónyuge (37%), cónyuge (34%), hijo (10%) y otros de menor prevalencia como yerno, nuera, hermanos, nieto, sobrino, padre y suegro (19%) 24.
En este estudio, las agresiones ocurrían con mayor frecuencia en los periodos de la tarde (31%) y noche (30%) y con menor frecuencia en la mañana (26%) y la madrugada (13%). Deslandes en 1999 observó que las agresiones ocurrían en su mayoría en los períodos de la noche y la madrugada (entre las 20 y 8 horas) con predominio de ocurrencia durante los fines de semana. Este estudio está de acuerdo con la presente investigación, pues se constató una distribución uniforme de las ocurrencias de abuso a lo largo de la semana, sin predilección por uno u otro día 25.
En cuanto a la localización de las lesiones, la parte del cuerpo más afectada fue la región de la cabeza y cuello (48%) y miembros superiores (17%) ya que son las partes que auxilian la defensa y protección de la víctima durante el ataque, lo que justifica su significativa prevalencia en varios estudios 26. También se identificaron lesiones esparcidas por el cuerpo (35%).
La violencia verbal (48,4 %), violencia física (29,7%) y verbal-física (22%) fueron las formas de abuso contra la mujer de mayor prevalencia. Cavalcanti en 2007 demostró que el agresor se vale de la relación de poder y de fuerza física para depreciar a la víctima. Situaciones como una sencilla discusión de la pareja, la que normalmente se podría resolver con dialogo, resulta en abusos físicos y verbales.
Se identificó, también, que los motivos que fomentaban la violencia eran el fin de una relación sentimental (35%); uso de bebidas alcohólicas y drogas (35%), y celos (9%). Dossi en 2008 relató la prevalencia de desentendimientos domésticos como motivo para agresión, así como que el 25% de los agresores estaban alcoholizados durante el abuso. Es importante destacar que los cuadros de agresión tenían recidiva en más de la mitad de las ocurrencias (54,5%). Este dato desvela el miedo y la dependencia que hay en la relación hombre-mujer, lo que hace que la mujer se someta a las agresiones para defender o mantener su familia y situación económica 27-30.
Esta investigación sugiere el desarrollo de estrategias más efectivas en el combate a la violencia contra mujeres que den prioridad a la prevención de los abusos, mejoren la calidad de vida y el apoyo emocional de las mujeres victimizadas.
Conclusión
Se concluye que los índices de violencia contra las mujeres son altos en el municipio donde se condujo la investigación. Las mujeres agredidas tienen entre 20 a 49 años, franja etaria semejante también a la del agresor. El agresor era del sexo masculino y, en gran parte de los casos, el cónyuge o excónyuge de la víctima. Las agresiones ocurrían con mayor frecuencia en los períodos de la tarde y la noche. Las partes del cuerpo más atingidas eran la región de la cabeza y cuello, y los miembros superiores. La forma de violencia más recurrente fue la verbal. El motivo generalmente se relacionaba con el fin de la relación sentimental o el uso de bebidas alcohólicas y drogas. Se destaca que hubo recidiva en más de la mitad de los abusos registrados.