Introducción
El trinomio cambio climático, salud pública y desarrollo local supone una gestión de conocimientos e innovaciones que determinan las relaciones asimétricas entre gobernantes y gobernados. En este sentido, el objetivo del presente trabajo es delimitar un modelo para el estudio del desarrollo local, con énfasis en la influencia del cambio climático, desastres naturales, catástrofes ambientales y crisis ecológicas materializadas en inundaciones y sequías, con respecto a la salud comunitaria (Boza, 2013). El cambio climático, entendido como un proceso irreversible e ineludible de transformación paulatina o acelerada de la temperatura promedio global, afecta directamente la dinámica de comunidades y disminuye la calidad de vida y el bienestar subjetivo, lo que evidencia una acción gubernamental corrupta y la hipermetropía ciudadana (García, 2010).
La seguridad pública, a diferencia de la ciudadana o privada, es gestionada por el Estado, entidad que mediante sus instituciones garantiza la estabilidad económica, política y social, pero que al corromperse exacerba los efectos de las crisis ambientales en la vida comunitaria. Empero, ante inundaciones o sequías, la corrupción del Estado genera indefensión en la ciudadanía y justifica su inacción como resultado de la difusión de la negligencia de funcionarios que inhibieron la protección civil (Hughes & Barnes, 2011).
Se trata de una hipermetropía que se gesta en los medios de comunicación difusores de eventos de riesgo ambiental, financiero o tecnológico, asociados a funcionarios o políticos que durante su gestión son señalados como los responsables directos, pero que al ocurrir en un lapso relativamente lejano es reducido a su mínima expresión por la opinión civil (Beck, Sinatra & Lombardi, 2013). Es también el caso de los eventos que difunden en tiempo real la televisión e internet. Más allá de concientizar a la ciudadanía, generan una desesperanza y una propensión a vivir un presente hedonista sin importar la disponibilidad de los recursos para las necesidades de las generaciones futuras.
Si la salud pública es resultado de un nivel de prevención de enfermedades y atención a las patologías, entonces la hipermetropía es un indicador preponderante, ya que si las inundaciones que ocurren en el Asia pacífico generan paludismo, las audiencias consideran que dada la lejanía de las tormentas estas no podrán afectar su clima o entorno (Carr, Patterson, Yung & Spencer, 2012). Por consiguiente, los efectos del cambio climático sobre la salud pública no solo inhiben el comercio o el turismo, sino que además propician una hipermetropía social que inhibe la prevención y desalienta la cooperación y la solidaridad ante inundaciones o sequías (Hidalgo & Pisano, 2010).
Se trata de un proceso en el que el cambio climático, la salud pública y el desarrollo local convergen en la hipermetropía como indicador de afectación en las comunidades vulnerables (Jiménez, 2010). Sin embargo, los marcos teóricos y conceptuales que tratan de explicar el proceso o trinomio, asumen que la sociedad civil se organiza en esferas para abatir la corrupción o conservar los recursos de un modo indiferenciado y poco integral.
Se trata de grupos ecologistas que promueven sistemas de preservación ambiental o activistas que buscan evidenciar la corrupción política sin asumir que ambos fenómenos están vinculados. De este modo, la teoría de los nuevos movimientos sociales considera que las problemáticas ambientales son emergentes y consustanciales al cambio climático y en consecuencia, desarrollan estrategias de identidad y participación que los llevan a intervenir directamente en las comunidades y los recursos naturales descartando con ello la acción gubernamental como factor de desabastecimiento de servicios hídricos o energéticos (Dasaklis & Pappis, 2013).
Por su parte, la teoría de la movilización de recursos asume que el problema estriba en un desbalance entre la disponibilidad hídrica o energética con respecto a las necesidades de las comunidades. Por consiguiente, proponen una acción colectiva a partir de un cálculo de demandas y recursos con el fin de que la conciencia social se disemine con la sola presencia de la movilización social o la manifestación pública (Wendling, Attari, Carley, Krause, Warren, Rupp & Graham, 2013).
La teoría de la privación relativa se aproxima más al fenómeno de la hipermetropía en cuanto plantea un escenario de escasez de recursos y desabastecimiento de servicios públicos que obligaría a la ciudadanía a compararse en otros contextos o regímenes, o bien frente a otras sociedades azotadas por las sequías e inundaciones (Markowitz, 2012).
Sin embargo, la privación relativa no advierte sobre la emergencia del emprendimiento social consustancial a la hipermetropía y la indefensión civiles. En este sentido, la teoría de la elección racional y la teoría del capital humano explican el proceso racional, deliberado, planificado y sistemático, en torno a la toma de decisiones para la prevención o el afrontamiento de las inundaciones o sequías (Yahya, Hashemnia & Rouhi, 2012).
Sin embargo, los marcos teóricos y conceptuales revisados asumen que la ciudadanía está en constante cambio y movimiento en función de los fenómenos naturales que indican el cambio climático. Es decir, las sequías e inundaciones propician una adaptación, asimilación y selección civil a fin de reducir los efectos en la calidad de vida y el bienestar subjetivo, pero soslayan las iniciativas y propuestas que organiza la sociedad civil (McCright, 2010).
De este modo, la teoría del emprendimiento social comparte el planteamiento de adaptación, asimilación y selección propuesto en los demás marcos teóricos y conceptuales, pero a diferencia de ellos sostiene que la ciudadanía, organizada en esferas civiles, es capaz de construir una responsabilidad social que no solo prevenga las catástrofes, sino que además anticipe escenarios de corrupción política (McCright & Dunlap, 2011).
En este sentido, el presente trabajo propone un modelo para el estudio del comportamiento sustentable como indicador de desarrollo local sustentable. Para tal propósito se llevó a cabo un estudio documental con una muestra de fuentes indexadas y con registro ISSN y DOI publicadas en el periodo 2010 a 2015. Posteriormente, se procesó la información en matrices de análisis de contenido para establecer los indicadores de sustentabilidad local y elaborar el modelo de variables observables.
Problemáticas del cambio climático sobre la salud pública y el desarrollo local
Los efectos del cambio climático sobre la salud pública han sido documentados desde la perspectiva biomédica. La unidad de análisis se enfoca en las alergias y los trastornos nutricionales, así como en los efectos sobre las vías respiratorias. En este modelo, los medios de comunicación son factores periféricos a la salud pública, toda vez que son asumidos como instrumentos de promoción de la salud o prevención de desastres en cuanto protección civil se refiere (Moyo, Mvupm, Kunzekweguta, Mazvipavf, Crawford & Dorward, 2012).
Sin embargo, la emergencia de movimientos civiles en torno al derecho a la salud y los recursos naturales cuestionó el modelo biomédico, al tiempo que enalteció una propuesta sociológica y política. En este modelo sociopolítico, el cambio climático es abordado a partir de las políticas públicas, los programas de atención y las estrategias de intervención local.
En materia de salud pública, una política del cambio climático puntualiza la rectoría del Estado como gestor de seguridad alimentaria y sanitaria. Por consiguiente, los instrumentos de gestión son propaganda a favor de reformas estructurales que generen inversión y empleo con responsabilidad social (Poortinga, Spence, Demski, & Pidgeon, 2012). Sin embargo, esta rectoría ha sido cuestionada debido a la corrupción, atribuida por los medios de comunicación a funcionarios y servidores públicos en cuanto a conflicto de intereses, concesiones discrecionales, favoritismo, opacidad o negligencia (Rivera, Montero & Sandoval, 2012).
Por otra parte, en el afán de ganar credibilidad las esferas políticas han implementado ajustes a su estructura burocrática, dotándola de transparencia y rendición de cuentas a fin de involucrar a la ciudadanía no solo en la observación de la gestión, sino también en la emisión de propuestas y establecimiento de acuerdos. De este modo, los efectos del cambio climático sobre el desarrollo local suponen cuatro fases e instancias que determinan dieciséis indicadores.
Por ejemplo, las inundaciones y sequías estarían relacionadas con las capacidades de autogestión e innovación social que se generan a partir del incremento de la temperatura promedio de las localidades, la intensificación de los tornados, el aumento del nivel de los océanos, la cobertura de los medios, la migración de las especies animales y la extinción de las especies vegetales (Schoon, Cheng, Gale, Batty & Deary, 2010).
A medida que las problemáticas ambientales y los cambios ecosistémicos se exacerban, propician un aumento en el sentido de comunidad. Pertenencia y arraigo son factores de preservación del entorno local, pero también de cambios climáticos paulatinos e intensos.
Teorías del desarrollo local
Los efectos del cambio climático sobre la salud pública y el desarrollo local han sido explicados con base en teorías económicas, políticas, sociológicas y psicológicas y aunque tienen un origen disciplinar, los marcos teóricos y conceptuales son más bien interdisciplinares.
Es el caso de la teoría de la centralidad y la periferia que explicita la relación entre economías desarrolladas y países emergentes. La aproximación sostiene que en el proceso de colonización, el descubrimiento de América redefinió la centralidad de Asia con respecto a la periferia de Europa. El comercio no solo incentivó las asimetrías entre las regiones, sino que, además, cristalizó un sistema económico que consolidó a los Estados Unidos de América como el centro hegemónico del desarrollo y al resto de los países como instancias periféricas, aunque con la emergencia de las economías asiáticas, la geopolítica se redefinió a favor de Japón y Corea frente al declive de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Es en este contexto geopolítico y económico que se firman acuerdos y tratados para la reducción de emisiones de carbono, pero regulados por la dinámica de los países centrales con respecto a su influencia sobre los países periféricos.
En el marco de la pérdida de rectoría del Estado y la transformación de sus instituciones, el sistema de tarifas fue un instrumento de gestión que demostró la importancia de una administración consensuada de los recursos naturales y servicios públicos. De este modo, la política del cambio climático no solo exacerbó las diferencias entre los actores políticos y civiles, sino que también generó movilizaciones sociales y acciones colectivas a favor de la preservación del medioambiente, la promoción de los derechos ecológicos y la defensa de los pueblos originarios (Sahin, Ertepinar & Teksoz, 2012).
Se trata de fenómenos colectivos que por su grado de organización enfocaron el problema en las políticas e instrumentos de gestión más que en la propaganda difundida en los medios a favor del desarrollo económico y el consumismo a partir de la explotación de los recursos naturales, sin importar las capacidades de las generaciones futuras o la vulnerabilidad de las especies animales y vegetales (Touginha & Pato, 2011).
El estudio de los fenómenos colectivos fue la primera aproximación teórica que trató de vincular las problemáticas ecológicas con la corrupción política y la propaganda de los medios de comunicación cristalizados en una agenda pública.
En suma, el antropocentrismo y el clientelismo, aunados a la hipermetropía, reflejaron el grado de crisis ambiental, económica, política y social de la humanidad frente al cambio climático (Tabla 1).
Teoría | Definición |
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Construcción de los movimientos. | “Un movimiento social se define como una acción colectiva que apela a la solidaridad en cuanto capacidad de un actor para compartir capacidad colectiva, explicita un conflicto social y rompe los límites del sistema en que se produce. (...) la acción colectiva también se situaba en el terreno de la producción simbólica al interior de la vida cotidiana e implicaba el desarrollo de una identidad colectiva. Esto suponía la construcción y producción de significados, creencias, valores y decisiones compartida” (Quiroga, 2013, p. 32). “Un movimiento social implica concebirlos como un sistema de acción identitaria definida por vínculos de solidaridad; la relación conflictiva con el adversario por la apropiación y control de determinados recursos; el proceso de movilización implica una ruptura con los límites de compatibilidad del sistema del cual hace parte (...) la identidad colectiva implica; objetivos comunes, medios adecuados y definiciones compartidas del entorno” (Paredes, 2011, p. 43). |
Elección racional | “Nos dice que cada individuo posee una función de utilidad que impone un orden consistente entre las alternativas de elección que el individuo puede realizar. Básicamente los individuos disponen de la información necesaria y de la capacidad para dirimir entre alternativas y sus consecuencias. A mayor número de individuos que se benefician de un bien público, menor será el porcentaje de bien obtenido de la acción colectiva para cada individuo” (Paredes, 2011, p. 41 |
Identidad social | “Describe las estrategias de afrontamiento que los grupos devaluados (...) cómo las identidades sociales pueden estar asociadas al bienestar de grupos sociales, dependiendo de cómo las personas entiendan y respondan a las condiciones sociales estructurales en las que se encuentran” (Besabe y Bobowik, 2012, p. 8) |
Movilidad política | “Se ha abocado al análisis de la estructura de oportunidades políticas que condiciona la movilización social. Los cambios en los constreñimientos políticos podrían revelar un momento crucial de debilidad del oponente que reduciría los costos de actuar colectivamente.” (Quiroga, 2013, p. 30). “Fija su atención en los diferentes tipos de estructuras de oportunidades políticas y en los cambios en ellas, ya que constituyen el contexto de actuación de los movimientos. (...) grado de apertura o clausura del sistema político y el grado de estabilidad e inestabilidad de los alineamientos políticos entre las elites políticas y los movimientos sociales. La relación entre ambas dimensiones permitirá cambios en las estructuras de oportunidades políticas, con base en movilizaciones, lo que puede generar un ciclo de protestas” (Paredes, 2011, p.42). “Hizo hincapié en la relación entre las movilizaciones colectivas y las instituciones políticas, especialmente con el papel que cumple el Estado” (Berna, Martínez y Zamora, 2013, p. 402) |
Movilización de Recursos | “La mayor disponibilidad de recursos incentivaba a los individuos a involucrarse en la acción colectiva y mejoraba sus posibilidades de incidencia en el espa-cio público” (Quiroga, 2013, p. 29). “El foco está puesto sobre los procesos a través de los cuales los recursos necesarios para la acción colectiva son moviliza-dos, de manera efectiva por los movimientos. Su foco es en la acción organizada y en su eficacia, donde los recursos son los elementos centrales que permiten el paso de un colectivo de baja organización a uno de alta (...) en la capacidad de agenciar recursos y según sea el grado de control que se posea sobre estos con tal de conseguir determinados fines. (...) Las movilizaciones colectivas son modos de obtener y disponer determinados recursos para la consecución de ciertos fines” (Paredes, 2011, p. 41). “Entiende la movilización colectiva como acción racional, con objetivos determinados y con dependencia de los recursos organizativos” (Berna, Martínez y Zamora, 2013, p. 402). |
Privación relativa | “Se puede definir como un sentimiento de descontento, de injusticia o de frustración y no necesariamente como un reflejo de las condiciones objetivas existentes. Este sentimiento de descontento está influido por las comparaciones sociales que dan una imagen de una situación desfavorecida (...) descontento provocado por la percepción de disparidades entre la situación del grupo de pertenencia y la situación de un grupo juzgado como más afortunado” (Basabe y Bobowik, 2012, p. 10). “Era la privación de recursos la que generaba un malestar profundo en un grupo extendido y en consecuencia conducía al estallido. (...) en función de la intensidad de los sentimientos de privación (profundidad de malestar) y las dimensiones del grupo afectado” (Quiroga, 2013, p. 29) |
Nuevos Movimientos | “Constituye un conflicto entre grupos que va más allá de la lucha de intereses y pone en tela de juicio un sistema de poder, lo que también supone una referencia positiva a las orientaciones culturales de una sociedad” (Quiroga, 2013, p. 31). “Entiende la movilización social como la conducta colectiva organizada de un actor luchando contra su adversario por la dirección social de la historicidad en una colectividad concreta” (Berna, Martínez y Zamora, 2013, p.402). |
Fuente: elaboración propia
Las teorías de los movimientos sociales y fenómenos de acción colectiva sugieren que el problema ya no estriba en el desbalance entre disponibilidad de recursos y necesidades de consumo, ni en la corrupción inherente al Estado y sus instituciones, sino en la difusión informativa que determina la indefensión, racionalidad o emotividad de la sociedad civil frente a la naturaleza y el Estado.
En este tenor, las teorías y marcos conceptuales suponen que la acción colectiva es resultado de dos procesos: uno racional, deliberado, planificado y sistemático en el que la toma de decisiones depende de la disponibilidad de recursos, así como la movilización depende de las demandas logradas o cuando menos incluidas en la agenda civil. Por consiguiente, cuando el proceso racional es inconsistente, emerge otro proceso más emotivo y afectivo en el que se incrementa la percepción de riesgo e inseguridad para dar cabida a la desesperanza, enojo, miedo, indignación o zozobra.
Se genera una identidad sociopolítica en la que la ciudadanía atribuye la responsabilidad a sus autoridades y representantes más que a sus posibilidades, oportunidades y capacidades de organización, acción debate y consenso (Vinneta & Maharaj, 2013). La hipermetropía resultante exacerba la desesperanza, ya que una vez difundida la información relativa a inundaciones o sequías, la sociedad civil genera creencias de escasez y desabastecimiento de agua o electricidad. Acto seguido, las conductas de ahorro y cuidado emergen en los estilos de vida urbanos o comunitarios.
Sin embargo, la psicología ha propuesto teorías que tratan de explicar la acción de grupos organizados frente a las inundaciones o sequías difundidas o no en los medios, experimentadas o no en el entorno. Las teorías psicológicas sostienen que la categorización de la información difundida en los medios es el primer eslabón determinante del comportamiento sustentable indicado por la prevención, conservación u optimización de los recursos (Sommer, 2011).
La teoría de la propensión al futuro advierte que una comunidad es sustentable siempre y cuando anticipe escenarios de escasez y desabastecimiento de agua o electricidad, pero no a partir de una estrategia de conservación, sino de un estilo innovador en el que se buscan fuentes alternas de hidratación y energía. Sin embargo, la teoría del comportamiento planificado advierte que ante los fenómenos globales las acciones locales son insuficientes, ya que la información diseminada en los medios es insuficiente para estructurar una acción efectiva que preserve los recursos y garantice un nivel de bienestar personal o grupal suficiente (Sommer, 2011). En este mismo sentido, la teoría de la acción razonada se pronuncia a favor de delimitar las creencias informativas en decisiones de consumo, aunque no explicita la relación entre las actitudes hacia el desabastecimiento de agua o electricidad con respecto al desarrollo de una innovación (Sharples, 2010).
Una propuesta más reciente advierte que los fenómenos naturales son considerados eventos impredecibles e inconmensurables que no podrían generar más que estrategias de optimización de los recursos. La teoría de la percepción de riesgo plantea que las decisiones de consumo no dependen de la escasez o abundancia de recursos, sino de la relación entre disponibilidad y capacidades. En este sentido, una comunidad que percibe riesgos significativos de afectación a su salud por inundaciones o sequías puede generar estrategias que le permitan subsistir aún y cuando su entorno los límites (Solis, 2011).
En un sentido similar, la teoría del procesamiento espontáneo sostiene que las experiencias de comunidades con inundaciones o sequías define una memoria colectiva que activa disposiciones a favor o en contra de medidas preventivas o colaborativas. De este modo, la exposición histórica a los fenómenos naturales propicia una estructura de representaciones sociales que determina las percepciones de riesgo u oportunidades, como lo señala la teoría de la exposición social (Albacerrín, Wallace & Hart, 2012).
Por último, ambos procesos -racional y emotivo- son considerados por la teoría de la probabilidad de la elaboración para explicar la necesidad de información de comunidades pendientes de la difusión de los medios y a partir de tales contenidos reaccionan o previenen afectaciones a grupos vulnerables (Ozer & Yilmaz, 2011).
En síntesis, las teorías y marcos conceptuales que tratan de explicar los efectos del cambio climático sobre la salud pública y el desarrollo endógeno coinciden en que el comportamiento favorable a la sustentabilidad es su indicador por excelencia, pero si más bien la sociedad civil genera indefensión y emotividad sociopolítica, entonces será posible observar conflictos que exacerben los efectos del cambio climático en la calidad de vida y bienestar personal.
Estado del conocimiento
Los estudios sociológicos y psicológicos relativos a los efectos del cambio climático sobre la salud pública, resaltan las relaciones de dependencia entre variables explicativas del comportamiento humano, individual como grupal. De este modo, las creencias entendidas como categorizaciones de información circundante del cambio climático, están vinculadas con variables emocionales como el enojo o el miedo y con variables normativas. La interrelación entre estas supone correlaciones con actitudes o percepciones. Al ser las actitudes evaluaciones del entorno y las percepciones expectativas de la calidad del entorno, ambas están relacionadas con la toma de decisiones que supone las intenciones de llevar a cabo comportamientos de cuidado o ahorro en el consumo de los recursos naturales (Ajzen, Joyce, Sheikh & Cote, 2011).
Sin embargo, los estudios advierten relaciones espurias entre las variables emocionales y las creencias, las actitudes y las percepciones. En el mismo sentido, las variables normativas tienen vínculos poco significativos con las intenciones y los comportamientos. Es decir el enojo y el miedo que suponen las sequías e inundaciones no parecen estar relacionadas con las decisiones precautorias y los comportamientos de ahorro de los recursos (Albacerrín & Wyer, 2011).
En síntesis, los estudios psicológicos advierten que solo variables de orden cognitivo pueden conformar un sistema deliberado, planificado y sistemático capaz de explicar el comportamiento humano como resultado del procesa-miento de información relativa al cambio climático.
Especificación del modelo de variables observables
La especificación de un modelo supone el establecimiento de las relaciones de dependencia entre sus factores. A partir de la revisión de la literatura, los marcos teóricos, conceptuales y empíricos, es posible delimitar un modelo. Sin embargo, a diferencia de una red nomológica en la que se reflejan las relaciones establecidas por hipótesis debidamente contrastadas, en la especificación del modelo es posible innovar y por consiguiente modificar las trayectorias de relaciones establecidas por la literatura.
De este modo, el desarrollo local indicado por el comportamiento sustentable y las variables que explicitan el efecto de la información relativa al cambio climático sobre la toma de decisiones y la probabilidad de llevarlas a cabo, pueden ser ajustados a las trayectorias establecidas.
En tal sentido, las percepciones o expectativas generadas por inundaciones y sequías pueden ser diversificadas en tres dimensiones según el grado de expectación, a saber: utilidad de la información para la prevención de desastres, riesgos asociados al impacto de catástrofes en comunidades vulnerables y expectativas de control vinculadas a la reacción inmediata ante incendios o escasez de agua.
Cada una de las tres dimensiones perceptuales estarían asociadas a creencias y actitudes, o bien, a categorías y evaluaciones de la difusión de crisis ecológicas en los medios de comunicación. Ambas no sólo filtran la información, sino además la delimitan para que los individuos puedan tomar decisiones de evacuación, migración o permanencia. En cualquiera de los casos, la austeridad y ahorro de recursos estaría relacionada con la toma de decisiones.
Discusión
El presente trabajo ha especificado un modelo para el estudio del comportamiento favorable al desarrollo local sustentable. En relación con los marcos teóricos, conceptuales y empíricos, el presente modelo advierte que las políticas del cambio climático, en sus rubros de desastres naturales y catástrofes ambientales, materializadas en inundaciones, sequías, incendios o desabastecimientos, podrían incorporar una estrategia comunicativa con base en la austeridad o el ahorro de agua.
No obstante, en virtud de que el modelo propuesto explicita el proceso deliberado, planificado y sistemático de la prevención de crisis relativas a la salud pública, es menester incorporar dos variables que el estado del conocimiento ha establecido, pero cuyas relaciones no son significativas con las variables incluidas en el modelo.
Se recomienda construir los instrumentos que permitan relacionar las emociones y normas con percepciones, creencias, actitudes, intenciones y comportamientos. La validez y confiabilidad de los instrumentos permitirá elaborar un modelo integral a partir del cual la comunicación de riesgos y el desarrollo local no se entiendan como procesos opuestos, sino complementarios.
El aporte del presente trabajo al estado del conocimiento teórico, conceptual y empírico consiste en la especificación de un modelo, pero la inclusión de variables emocionales y normativas es indispensable para vincular la agenda de seguridad pública con la estrategia de desarrollo local.