El aumento de la violencia contra las mujeres (VcM) en el marco de la pandemia era predecible ¹. Existe evidencia del incremento de dicha violencia en desastres naturales, guerras y crisis humanitarias ². Las epidemias del zika y ébola sugirieron una transformación de la VcM, pues se escaló su impacto ^3,4,5,6 y demostraron que no incorporar en la respuesta las desigualdades de género profundizó aún más esta problemática ⁵.

En Colombia, la cuarentena se decretó el 24 de marzo de 2020 y desde esa fecha hasta el 22 de junio se registraron 107 feminicidios ⁷. En Bogotá, donde el confinamiento inició el 20 de marzo, se recibieron hasta el 15 de junio 2627 llamadas por VcM ⁸, en su mayoría por violencia psicológica (figura 1); este dato demuestra un incremento del 187 %en atención por líneas telefónicas y del 774 % en líneas virtuales, respectivamente ⁹. Respecto al año anterior, los feminicidios en Bogotá aumentaron 8,6 % ¹⁰.

Fuente: Secretaría de la Mujer, Bogotá ⁸

Figura 1: Porcentaje de solicitudes de atención según tipo de violencia 

La pandemia ha tenido impactos diferenciados para las mujeres y exacerbados debido a la raza, clase y edad ^11,12. Según la literatura disponible, la sobrecarga de las labores de cuidado pagas y no pagas, las particulares condiciones que crea el confinamiento -muchas veces en hacinamiento- ², el aislamiento social, el mayor riesgo al desempleo ¹², la sobreexposición a entornos de infección por oficios que implican un contacto mayor con personas contagiadas ^12-14 y las limitaciones a la autonomía en la toma de decisiones en salud sexual y reproductiva ^2,11-16 han aumentado las afectaciones a las mujeres por la pandemia ^{2,12-18 1}. Asimismo, los impactos de la pandemia para toda la sociedad se han profundizado por las condiciones que enfrentan las mujeres y por las medidas de contención ¹⁵.

Los riesgos de género fueron tempranamente alertados por organizaciones sociales ¹⁸ y organismos internacionales ^1,19, especialmente los ligados con la violencia intrafamiliar y sexual. El confinamiento aumenta el tiempo de contacto con parejas abusivas y el aislamiento social crea menos oportunidades para que agentes externos intervengan y las víctimas busquen ayuda, lo que produce un entorno más dispuesto para la violencia ^2,11,15,20. Además, la menor circulación de personas en la calle posibilita el aumento de la violencia fuera del hogar.

Para el caso de Bogotá, las respuestas a la VcM se han dado en tres niveles: 1) desde normas existentes antes del inicio de la pandemia; 2) desde normas nacionales decretadas luego de la pandemia y; 3) desde normas distritales. Todas ellas, aunque pertinentes, siguen siendo insuficientes para enfrentar un fenómeno que adquiere dimensiones pandémicas.

En relación con las normas ya existentes, la Ley 1257 de 2008 y sus decretos reglamentarios ya presentaban obstáculos antes de la pandemia ²¹ y se vieron profundizados por el confinamiento. Ejemplo de ello es la dificultad de las mujeres, por las restricciones a la movilidad, para acceder a casas de refugio a fin de lograr protección.

El Gobierno Nacional emitió el Decreto 460 de 2020, en el que se establece la prestación ininterrumpida de las comisarías de Familia con el fin de garantizar la protección de víctimas de violencia intrafamiliar. Aunque novedoso, este decreto desconoce tres aspectos: no todos los lugares del país cuentan con comisarías de Familia, solo se ubican en zonas urbanas y no toda la VcM ocurre al interior de la familia.

En el ámbito distrital se ha considerado como excepción al confinamiento las situaciones de fuerza mayor, incluida la VcM. Aunque las autoridades distritales han favorecido la atención virtual y telefónica, y la solicitud de auxilio a través de mercados y farmacias, es necesario fortalecer los mecanismos de atención presencial.

Las normas existentes aún deben adaptarse a lo que ocurre por el confinamiento y el aislamiento social, so pena de mantener el incremento de feminicidios. Factores que deben mitigarse son los fenómenos como el desistimiento de las denuncias derivada del miedo o de la fase de reconciliación propia del ciclo de la violencia, medidas de protección que no atienden a la gravedad de las amenazas, valoraciones de riesgo que no son efectuadas o lo son de manera tardía, acompañamiento psicosocial que no llega o visitas que deberían practicarse y que el aislamiento retrasa o impide. Podrían crearse presunciones de riesgo que conlleven a una actividad acelerada de las autoridades, como ha ocurrido con otras violencias ²².

Es urgente contemplar la VcM fuera de familia. Muchos de los feminicidios y hechos de violencia ocurren en la calle, el transporte público o a manos de las propias autoridades ¹⁸. Mujeres que ejercen el cuidado, la vigilancia y que laboran en el sistema de salud están expuestas a una violencia grave frente a la cual las medidas existentes son aún más limitadas. Abandonar el enfoque familista se convierte en una oportunidad para implementar medidas que protejan a todas las mujeres frente a la violencia y que involucren a los hombres en la solución del problema ^23,24.