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Tabula Rasa

Print version ISSN 1794-2489

Tabula Rasa  no.32 Bogotá Sep./Dec. 2019

https://doi.org/10.25058/20112742.n32.08 

Artículos

Esa relación tan especial con los perros y con los gatos: la familia multiespecie y sus metáforas1

That special relation to cats and dogs. The multispecies family and its metaphors

Esse relacionamento tão especial com cachorros e gatos: a família multiespécie e suas metáforas

MYRIAM ACERO AGUILARa 

a Orcid ID: orcid.org/0000-0003-0107-4960, Universidad Nacional de Colombia, maceroa@unal.edu.co


Resumen:

El presente artículo de investigación analiza las construcciones sociales de la relación contemporánea con los perros y los gatos en contextos urbanos. Para esto, se recurrió a un estudio etnográfico a partir de la observación de prácticas que las familias tienen con estas especies en diferentes contextos de la ciudad de Bogotá. Lo anterior desde los Estudios Humano Animal en combinación con el enfoque del construccionismo social de la realidad. El resultado principal es que la incorporación esencialmente afectiva de los perros y de los gatos a la llamada familia multiespecie, está imbuida de una serie de sentidos metafóricos a veces ambiguos y contradictorios que dan cuenta de la complejidad y multidimensionalidad de las relaciones humano animal. Se concluye que las personas hacen un permanente reconocimiento a la importancia del afecto y de las funciones sociales de estos animales, sin embargo, es limitada y muchas veces equivocada la comprensión del lugar en sí de los animales en la relación con los humanos, por tanto, se invita al reconocimiento de los perros y de los gatos como seres vivos individuales con su propia experiencia e intereses.

Palabras clave: relación humano animal; estudios humano animal; antrozoología; animal de compañía; familia multiespecie

Abstract:

This research paper analyses the social constructs of the contemporary relation with cats and dogs in urban settings. In order to do this, it resorted to an ethnographic study by observing the practices kept by families towards those species in various settings in the city of Bogotá. This is supported by human-animal studies in combination with a social constructionism approach. The main finding is that the integration based on affection of cats and dogs to the so-called multispecies family is imbued of a series of metaphorical meanings, sometimes ambiguous and conflicting, which help explain the complexity and multidimensionality of human-animal relations. The study arrives to the conclusion that people do continuously acknowledge the importance of affection and the social roles performed by these animals. However, a limited and often misguided understanding of the place of animals in their relation to humans is observed. Therefore, acknowledging cats and dogs as individual beings with their own experiences and interests is encouraged.

Keywords: human-animal relation; human-animal studies; anthropozoology; pet; multispecies family

Resumo:

Este artigo de pesquisa analisa as construções sociais do relacionamento contemporâneo com cães e gatos em contextos urbanos. Para isso, foi realizado um estudo etnográfico baseado na observação de práticas que as famílias mantêm com essas espécies em diferentes contextos da cidade de Bogotá. O exposto acima localiza-se no quadro dos Estudos Humano Animal em combinação com a abordagem do construcionismo social da realidade. O resultado principal é que a incorporação essencialmente afetiva de cães e gatos à chamada família multiespécie é imbuída de uma série de sentidos metafóricos, às vezes ambíguos e contraditórios, que explicam a complexidade e multidimensionalidade das relações humano animal. Conclui-se que as pessoas reconhecem permanentemente a importância do afeto e das funções sociais desses animais, no entanto, a compreensão do lugar dos animais na relação com os seres humanos é limitada e errada. Portanto, chamase a atenção para o reconhecimento de cães e gatos como seres vivos individuais com suas próprias experiências e interesses.

Palavras-chave: relacionamento humano animal; estudos humano animal; antrozoologia; animal de companhia; família multiespécie

Introducción

Para muchos de los habitantes de las sociedades urbanas modernas, los animales de compañía son la forma más cercana de contacto con el mundo animal vivo. La tenencia y cuidado de mascotas (pet keeping, pet care)2 son fenómenos históricos, que se puede decir que, con contadas excepciones, son de aceptación mundial.

En la mayoría de los países, especialmente en la última década del siglo XXI, el cuidado de mascotas se ha incrementado a niveles muy por encima del promedio histórico. En los Estados Unidos, por ejemplo, país con la mayor población de perros y de gatos en el mundo, para finales del 2015 el 44 % de los hogares tenía al menos un perro (54.4 millones de hogares) y el 35 % tenía al menos un gato (42.9 millones de hogares) (APPA, 2016) Es decir que en ese país para el 2015 había cerca de 163.6 millones de animales sumando perros y gatos, cifra que corresponde al 51,3 % de la población humana que actualmente es de 318.9 millones y duplica a la población de niñas y de niños de 0-14 años, que está cerca de los 62 millones.

La anterior tendencia demográfica viene acompañada de cambios en los significados sociales de las especies compañía. De acuerdo con la última encuesta realizada por la Asociación Americana de Medicina Veterinaria (AVMA, 2016) la consideración de las mascotas como miembro de la familia en los Estados Unidos va en aumento, pasando del 46,9 % en el 2001 al 63,2 % en el 2011.

Sin embargo, lo anterior hace parte del proceso cultural de Occidente, mientras que, en otras partes del mundo, especialmente en el mundo no occidental las miradas sobre los animales, y sobre lo que consideramos mascotas o especies de compañía, es diferente, un ejemplo de esto es China, en donde en el año 2015, se celebró en la provincia de Yulin el polémico festival en donde se consumen cerca de diez mil perros. Evento que fue condenado por organizaciones protectoras de animales e hizo surgir una campaña en internet en la que un millón de personas firmaron en la página Change.org para que se cancelara el festival, aunque muchas de las firmas provenían de Occidente (BBC Mundo, 2014). Por su parte, en diferentes momentos históricos de la cultura occidental, los gatos, al igual que los perros, han sido representados como deidades, pero también, como demonios, lo que muestra que hay diferencias en las actitudes culturales hacia estas especies y que la moderna tenencia de mascotas es solo una de las tendencias de la relación entre humanos y animales.

Esta tendencia al crecimiento de la población de perros y de gatos como mascotas, se mantiene en las principales ciudades del mundo occidental en asocio a cambios demográficos y sociales. El aumento de la población humana, la urbanización, la soledad, el crecimiento de los estándares de vida, la disminución en el tamaño de la familia, son entre otros, factores que explican este comportamiento.

En un contexto urbano como el de Bogotá, y según el último estimativo poblacional realizado en el año 2013, se mostró que en la ciudad existían para ese momento cerca de 935.384 perros y 334.666 gatos, cifras que corresponden a un perro por cada 7,87 personas y un gato por cada 22 (Secretaría de Salud de Bogotá, 2013). Al comparar esta cifra con el censo anterior, realizado en el año 2005, en donde existía un perro por cada nueve personas y, un gato por cada 48 personas, se percibe un incremento poblacional muy importante. Lo anterior aun teniendo en cuenta las diferencias metodológicas de los dos procedimientos y la posible subvaloración del 2005 con respecto al año 2013.

Con el ánimo de conocer causas y consecuencias del incremento de la tenencia de perros y de gatos como animales de compañía en Bogotá y, además, conocer los significados y modos de relación que se establecen con estas especies, realicé una investigación de carácter cualitativo para responder a la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las construcciones sociales que subyacen a la relación humano-animal de compañía en Bogotá? La investigación buscaba de manera general establecer nexos con la salud pública y con el bienestar animal para entender problemas entre otros como las zoonosis, las mordeduras, el abandono y el maltrato animal. En este artículo se pretende mostrar la parte de las construcciones sociales que subyacen a la relación entre humanos y animales de compañía.

En el proceso de investigación se seleccionaron tres ámbitos para el análisis de las relaciones mencionadas: el doméstico, el económico y el público. El doméstico -referido a la comunidad, la familia y sus extensiones vecinales-, en donde de manera cotidiana se cuidan o se convive con animales de compañía. El económico como el espacio en donde el mercado, en este caso de productos y servicios para mascotas, establece unos lineamientos en la relación humano-animal, y el público en donde el animal y sus prácticas salen de la esfera privada para involucrar a otros actores de la sociedad y del Estado.

La aproximación disciplinar la realicé desde los Estudios Humano-Animal (antrozoología), interesados en el reconocimiento del animal en sí y de su interacción con los humanos en diferentes áreas y escenarios, desde el construccionismo social de la realidad y desde la epidemiología sociocultural como disciplina que apunta a comprender el proceso salud/enfermedad como un asunto de raíces y derivaciones sociales. En este artículo se presentan resultados parciales de la investigación, especialmente los relacionados con el ámbito doméstico. Quedan para otro espacio los resultados concernientes al ámbito económico y público y sus aplicaciones en salud pública y en bienestar animal.

Enfoque conceptual

El enfoque conceptual para dar respuesta al problema de investigación, fue en primer lugar los Estudios Humano Animal (EHA), también conocidos como antrozoología. A continuación, se explican algunas de las categorías que hicieron parte del análisis: relación humano animal, animal de compañía y cuidado animal y posteriormente, se explica el sentido de los EHA para el análisis de estas categorías. Lo anterior teniendo como fundamentación teórica el construccionismo social de la realidad, para dar respuesta al carácter de la pregunta de investigación.

Relación humano-animal. Reconocimiento del desarrollo histórico de una serie de transacciones consecuencia de convenciones, hábitos, prácticas y rituales, que han ido configurando diversas maneras de relacionarse con los animales. Es importante diferenciar la categoría relación de la interacción y del vínculo humano animal. La interacción por su parte se limita a las acciones particulares y cotidianas que se dan entre seres de igual o de diferente especie. En cuanto al vínculo, hay que tener en cuenta que no todas las relaciones e interacciones entre humanos y animales implican vínculo afectivo, pues algunas de estas son puramente utilitarias. El uso de la categoría vínculo atañe a las implicaciones afectivas que surgen en algunas de las relaciones entre humanos y animales.

Animal de compañía. Entre las posibilidades de especies para investigar se encontraban los animales de producción, los animales silvestres y las especies compañía; opté por estas últimas, porque a través de la relación que se establece con ellas se puede leer además de la dimensión económica y política, la dimensión simbólica atravesada por el afecto en contextos urbanos. Se seleccionaron dos especies en particular: perro y gato dada su popularidad, su frecuencia de tenencia y derivado de lo anterior, su representación como problema de salud pública y de bienestar animal.

Autores como Serpell (1996) y Haraway (2003), rechazan el término mascota muy en línea con la crítica al sentido de dominación y control expresado por Tuan (1984), término que en algunos espacios académicos y sociales ha sido reemplazado por el de animal de compañía reflejando un cambio de actitud hacia este tipo de animales.

Cuidado animal. Prácticas dirigidas a la atención de las necesidades de los animales de compañía, pero también, incluye la práctica en sí de tener un animal, es decir que esta categoría abarca el acto mismo de decidir llevar un animal a casa y cuidar de él, también conocido como «tenencia» (entre comillas por el sentido utilitario de la palabra). En inglés los términos correspondientes son pet-keeping y pet care prácticas crecientes en Estados Unidos y algunos países Europeos desde la segunda mitad del siglo XX asociadas a la afluencia económica, tiempo libre y cambios en la estructura del hogar (Fox, 2006).

Desde una conceptualización más amplia del cuidado, este incluye todas las actividades desarrolladas por la humanidad para la conservación no solo de la vida humana sino de la naturaleza tal, como Berenice Fisher y Joan Tronto, teóricas feministas, lo definen:

Actividad característica de la especie humana que incluye todo lo que hacemos para conservar, continuar o reparar nuestro «mundo» de modo que podamos vivir en él lo mejor posible. Este mundo incluye nuestros cuerpos, nuestras individualidades (selves) y nuestro entorno que procuramos entretejer conjuntamente en una red compleja que sostiene la vida (Fisher y Tronto citadas por Tronto, 1993, p103).

Podemos inferir que la anterior definición incluye a la naturaleza, al entorno y al animal, es decir, que desde esta perspectiva el cuidado se refiere a la interacción entre humanos, pero también con el ambiente.

El cuidado animal tiene diferentes consideraciones: puede ser visto como una práctica, pero también, como una disposición; es decir, como actividad de cuidar que incluye el quién lo hace, cómo y por qué. De modo tal, que cuidar tendría además de su inherente dimensión práctica, una dimensión ética que considera todo lo que contribuye a mantener y preservar la vida. El cuidado animal en esta investigación no pertenece exclusivamente al ámbito individual, sino que supuso una organización social que involucra al mercado, al Estado y a la sociedad.

Los Estudios Humano Animal (EHA). Estos estudios se interesan por entender a los animales y a sus relaciones con la sociedad desde diferentes aproximaciones, como la historia, la antropología, la sociología, la psicología, la geografía, el arte, los estudios literarios y la filosofía, entre otras. De acuerdo con Shapiro (2008), se busca entender las relaciones humano animal presentes y pasadas, e investigar todos los aspectos de nuestro encuentro con otros animales, tratándolos con su propia experiencia e intereses, no solamente como artefactos culturales, símbolos, modelos o mercancías en un mundo centrado en el humano, sino como criaturas sociales.

Los EHA son una de las disciplinas que han surgido en los últimos treinta años en el campo académico. Según DeMello (2012), similar a como surgieron los estudios de género y los estudios afroamericanos alrededor de los movimientos por los derechos civiles, los EHA han crecido paralelo a los movimientos de protección animal3. La publicación de dos grandes textos de carácter filosófico:

Liberación animal de Peter Singer (1975) y El caso de los derechos animales de Tom Regan (1983), llevaron al incremento del interés por el tema animal entre académicos y todo tipo de público; de hecho, el crecimiento de los EHA en la academia en la última década, gira en torno al trato ético a los animales (DeMello, 2012).

Fuera del debate filosófico, en las décadas siguientes otras áreas comenzaron a escribir acerca de los animales, actualmente los académicos de los EHA provienen de diversas áreas del conocimiento y se caracterizan por usar datos, metodologías y teorías de varias disciplinas como, por ejemplo, perspectivas teóricas como el feminismo o la teoría marxista.

Así como la antropología se caracteriza por su aproximación holística de la condición humana (desde lo biológico, cultural, social y el lenguaje), los EHA también pretenden ser holísticos al interesarse por estudiar las construcciones, usos e interpretaciones de la relación humano animal en diferentes contextos; tal es el caso del uso literario y artístico de los animales, el uso como símbolos en la religión y el lenguaje, el uso en la agricultura e investigación biomédica y también, el estudio de las personas que trabajan con animales (DeMello, 2012).

Académicas de los EHA como es el caso de la antropóloga Barbara Noske en su escrito sobre la cuestión animal en antropología, critica el desinterés de las ciencias sociales por estudiar los animales, para ella, estas ciencias tienden a representar la discontinuidad entre los seres humanos y los animales (Noske, 1993). En el mismo sentido, Flynn (2008) considera que la sociología, al centrarse en las diferencias entre los seres humanos y otros animales, ha perdido de vista todo lo que compartimos con ellos. Sin embargo, aunque es mucho menor el interés de la sociología por el estudio de los animales comparado con el de la antropología, recientemente algunos sociólogos se vienen comprometiendo con los EHA, lo que es entendible, ya que si el interés de la sociología es estudiar a los humanos como seres sociales; conceptual y metodológicamente, esta disciplina también se puede enfocar hacia el estudio de otros animales en el contexto de la sociedad humana.

Para DeMello (2012), las tres grandes teorías sociológicas pueden aportar al estudio de las relaciones humano-animal. En opinión de la autora, desde el funcionalismo, por ejemplo, se pueden analizar los roles de los animales en la sociedad humana y las bases para las actitudes humanas hacia ellos; la teoría del conflicto puede ser usada para valorar la explotación de los animales con fines económicos y el interaccionismo simbólico para observar como los animales construyen el mundo social y estudiar la interacción con los humanos y su significado.

A diferencia de lo que ocurre con la sociología, en la antropología los animales han estado presentes ya sea como lentes para el estudio del comportamiento humano y de la evolución, como recursos en los sistemas sociales y económicos humanos, como símbolos o como parte de identidad cultural y personal (Mullin, 1999).

Para Mullin (1999), los antropólogos se han interesado en investigar los seres humanos y sus relaciones con otros como los animales incluyendo significados, modos de clasificarlos y modos de usarlos. Un ejemplo que presenta la autora es la explicación de Marvin Harris de las vacas en la India; en su opinión esta es una aproximación económica y utilitaria de la antropología en contraste con las aproximaciones simbólicas. Para Mullin (1999) el interés actual está en conocer como las categorías duales se relacionan con prácticas sociales y como ellas varían con sistemas de poder, inequidad y sistemas de valor. También, ella reconoce que algunos antropólogos se han interesado por integrar perspectivas del orden económico, ecológico, estructuralista o simbólico en relación con las prácticas.

Una de las críticas de los académicos de los EHA hacia el acercamiento a la cuestión animal de la antropología es su carácter antropocéntrico. Esta crítica se refiere a la limitación de la posesión de cultura exclusivamente a los humanos y a la limitación del interés del estudio de los animales únicamente como seres biológicos que subyacen a la construcción de la identidad humana y a su desarrollo social, cultural y económico. A pesar de esta crítica, la antropología cultural es muy importante en el desarrollo de los EHA dado que rechaza el reduccionismo objetivista y permite la representación del otro como histórica y socialmente contingente, ideal para entender el papel de los animales en la sociedad humana (DeMello, 2012).

Los EHA no sólo se han desarrollado en el campo académico, también, se resalta su desarrollo en la comprensión y solución de problemas derivados de la relación humano animal. Entre estos problemas se destacan la legislación para la tenencia de perros de razas «peligrosas», el abuso animal, la acumulación de animales, las mordeduras, el abandono, la terapia asistida con animales, el análisis de la influencia de los medios de comunicación en las actitudes hacia los animales, el bienestar animal y el impacto en decisiones policivas y legislativas que tienen que ver con los animales (DeMello, 2012).

El construccionismo social. Preguntarse por las construcciones sociales de la naturaleza y en particular de los animales y de los modos de relación humano animal, es dar cuenta no solo de las representaciones sociales, sino de las prácticas derivadas de esas representaciones. De tal forma que en estos diversos escenarios se indagó por las construcciones y prácticas sociales que los transitan. La construcción social se ordenó bajo la noción de que ciertas actitudes y creencias son co-constitutivas de la percepción de los grupos sociales acerca de la realidad (Berger & Luckman, 1991).

Comprender que la lógica que opera en la relación humano animal es construida socialmente por los sujetos y que no está fuera, sino que es modificada y significada por ellos mismos y por los grupos sociales, es avanzar desde el antropocentrismo de la antropología, la sociología, la salud pública o el zoocentrismo del animalismo, hacia la construcción de un marco de interpretación cultural.

Metodología

El enfoque propuesto requería de otra manera de indagar, de modo que, siguiendo la pregunta de investigación, el acercamiento al campo de estudio lo realicé desde los principios de la investigación cualitativa. Específicamente el método etnográfico, teniendo en cuenta que se considerarían dimensiones del mundo simbólico, de los afectos, de los imaginarios y de las representaciones sobre las concepciones de lo animal y de lo humano, sobre la tenencia animal y sus prácticas de cuidado, sobre la relación de la sociedad con los animales incluido su trato, así como sobre las concepciones de salud y de riesgo. Todo esto en tensión con un contexto político y económico específico.

Por tanto, se requería de una metodología que permitiera este tipo de aproximación y, además que tuviera en cuenta la participación no solo del sector salud, sino de los diversos actores que tienen que ver con el problema planteado y para el caso concreto de la presente publicación a quienes participan en la constitución de la relación humano animal en el ámbito doméstico.

Las percepciones y representaciones de la relación, del animal y de su cuidado en el ámbito doméstico, fueron documentadas principalmente mediante observación de prácticas, en un ejercicio de trabajo de campo que consistió en el acompañamiento a 13 familias en sus prácticas cotidianas con los animales de compañía. A la par, y siguiendo el criterio de punto de saturación de la muestra realicé 17 entrevistas de carácter semiestructurado, 3 sondeos y 3 conversatorios. Los lugares de indagación se seleccionaron de acuerdo con los objetivos del estudio, la aceptación y facilidad de ingreso y la dinámica propia de la investigación, en este último sentido en ocasiones lugares y actores fueron referenciados por los mismos participantes del estudio en efecto bola de nieve.

El contenido del diario de campo se transcribió en un documento de Word para luego ser incluido en la base de datos del software para análisis de datos cualitativos Atlas.Ti versión 6.0.15. Las entrevistas fueron grabadas, transcritas y procesadas con este mismo programa, al igual que el análisis documental. La interpretación de categorías se realizó mediante análisis de contenido y triangulación de fuentes. El control de sesgos lo realicé mediante la definición de categorías concretas e independientes, transcripciones completas y sin editar para mantener la fidelidad de las expresiones, la búsqueda y contraste de diferentes fuentes, el registro de observación hecho por terceros y también, mediante la devolución parcial a los entrevistados para corroborar la información suministrada.

Algunos resultados

Cuidar de un perro o de un gato por simple placer y acompañar este hábito con una serie de prácticas, tiene sus raíces en la Inglaterra victoriana de mediados del siglo XIX, especialmente entre la aristocracia y, posteriormente como hábito popularizado entre el común de la población por varias razones, una de ellas, la imitación o emulación que las clases obreras hacían de los pasatiempos de los ricos (Ritvo, 1987).

Fenómenos sociales como la urbanización, muy en relación con los procesos de industrialización, también contribuyeron para que con cierto aire de «romanticismo» por el mundo natural, animales como los perros y los gatos fueran poco a poco aceptados como parte del naciente contexto urbano, claro está, lo anterior unido a funciones útiles que estos animales también podían cumplir.

Para que todo esto llegara a ocurrir en una cultura occidental antropocéntrica y teocéntrica, estas especies tuvieron que pasar por toda clase de representaciones humanas y por supuesto de prácticas derivadas de las mismas. Es así como transitando entre dioses y demonios, perros y gatos fueron algunas veces adorados y hasta santificados, pero especialmente y en la mayoría de las ocasiones lapidados, quemados o ahogados antes de llegar a constituirse en lo que me atrevo a llamar el mito de la mascota de mediados del siglo XIX. Como todo mito que se debate entre el bien y el mal, el de la mascota también surge en ese mismo debate, y, como veremos ahora que pasemos a explicar los hallazgos de la relación contemporánea en un contexto urbano como el de la ciudad de Bogotá, esta tendencia se mantiene, aunque enriquecida con nuevas reconfiguraciones de la relación humano animal.

En Colombia el surgimiento y la popularización de los perros y de los gatos como mascota y como especies compañía, también viene unido al proceso de urbanización del país4. Perros y gatos hacían parte del contexto rural, incorporados y representados especialmente desde su función útil ya fuera como guardianes, pastores, controladores de plagas o también como acompañantes de caza. Hacia la década de los años 60 del siglo XX, Colombia comenzó un proceso acelerado de urbanización; durante este proceso, perros y gatos fueron quedando vinculados a las ciudades, también en un comienzo por sus funciones útiles, en un nuevo contexto donde la vigilancia de las viviendas y el control de plagas por aspectos de higiene se iban haciendo cada vez más necesarios.

Pero en sus inicios, estas especies no estaban totalmente vinculadas a los espacios humanos, dormían por fuera de las casas o en algún patio o terraza apartada de la familia. Entonces, en un contexto como el de la ciudad de Bogotá ¿cómo perros y gatos han llegado a conquistar un espacio tan íntimo como el dormitorio humano? Y en contraposición ¿cómo se explica a su vez la presencia de prácticas como el abandono y el maltrato animal? ¿qué roles sociales se les han asignado a estas especies? A continuación, presentaré algunos hallazgos que ayudarán a dar respuesta a estas y otras preguntas en la comprensión de las contemporáneas construcciones sociales que atraviesan a la relación con las especies compañía.

Un hallazgo central de la investigación y como categoría emergente, fue reconocer que, al igual que lo expresado por Beck & Katcher (2008), la relación con los animales de compañía en el ámbito doméstico está constituida en gran parte de metáforas. De acuerdo con Lizcano (1999) la metáfora además de actividad meramente lingüística es una actividad en la que se devela el contexto y la experiencia del sujeto social; sujeto que está histórica y socialmente situado y quien, además, se dirige a un oyente concreto, en una situación concreta. Es por esto por lo que he organizado los hallazgos desde la metáfora como analizador social (Lizcano, 1999) tanto de conceptos como de percepciones, imaginarios y de prácticas.

El otro hallazgo importante fue el reconocimiento de que, en la construcción del sentido metafórico, coexisten una serie de ambigüedades y contradicciones que persisten en la significación y el trato hacia los animales. Veamos estas categorías en el contexto de la investigación entrelazadas desde: los significados del animal, las prácticas de cuidado y, las explicaciones de la «tenencia» de perros y de gatos en las familias de la ciudad.

Los perros y los gatos: ¿personas, animales o mascotas?

Hablando de las mascotas, de los perritos, ya para uno no es el animal común y corriente, llegan a formar un miembro más de la casa, es la persona que hay que cuidar, es la persona que a uno le da cariño, que está ahí, que lo protege y a la vez uno los protege [...]. Para poder decir que un animalito es compañía en primer lugar deben de gustarme mucho, verlo como un miembro más de la familia que yo sé que hay que alimentarlo, cuidarlo, estar pendiente de su salud5.

Uno de los aspectos a resaltar es la manera como las personas respondieron a la pregunta ¿qué es un animal de compañía? En sus significaciones se evidenció cierta renuencia al uso de nominaciones constituyentes de respuestas enciclopédicas tipo «un animal se define como...»; más bien, la respuesta viraba hacia las emociones que despiertan los animales en los sujetos, pasando de la definición per se, a la significación del animal, como puede leerse en el anterior fragmento de entrevista. Y es que la pregunta en sí misma implica definiciones de animalidad que a su vez son constituidas en la frontera con la humanidad y que no por nada han ocupado buena parte del debate filosófico y científico. Ya Ingold (1988) en su texto ¿What is an animal?, nos advertía acerca del despliegue emocional que tienen las ideas acerca de la animalidad, lo que a su vez expone aspectos altamente sensitivos e inexplorados de nuestra propia humanidad.

Sin lugar a dudas, lo que más se destaca en la relación con los animales de compañía es el afecto, tanto de los humanos hacia los animales como de los animales hacia los humanos. Destacamos entonces en primer lugar, una relación afectiva absolutamente auténtica que a la vez es multidimensional. El mundo de las emociones humanas ya de por si es complejo, ahora, acercarse a las emociones animales lo es aún más. En este último punto, aunque la investigación no buscaba evidencia científica de las emociones animales, si tuvo en cuenta consideraciones generales acerca del lugar de los animales en la relación, especialmente desde el bienestar como demostración de una relación equilibrada. En todo caso y teniendo en cuenta que la pregunta de investigación estaba dirigida a las construcciones sociales de la relación, gran parte de los resultados están orientados al sentido humano, por supuesto sin desconocer las derivaciones en el cuidado y en el bienestar animal de estas construcciones.

El sentido metafórico, en ocasiones ambiguo y contradictorio, hace parte de esa complejidad de la construcción de las emociones humanas, y es allí donde toman lugar significaciones de los perros como: mascotas, personas, compañía, miembros de la familia y animalitos necesitados de cuidado, como en el caso del fragmento de entrevista anterior. Significaciones que se recogieron desde las diferentes fuentes de información y que también estuvieron presentes, aunque con otras particularidades, para el caso de los gatos. ¿Qué podría significar exactamente afirmar que un perro o un gato sea una persona o que sea un miembro de la familia? Persona y familia están estrechamente ligadas y fue común encontrar estas dos categorías juntas, casi que una explicando la otra. Expresiones como por ejemplo «es que es una personita más de la familia» denotan -más allá de dotar literalmente al animal de todas las cualidades humanas- una necesidad de expresar que el lugar del animal es la familia y que un perro o un gato está al mismo nivel que cualquiera de sus integrantes personas, siendo la familia el núcleo social más importante definido en gran medida por relaciones de parentesco y en donde habita el cuidado, la compañía y el intercambio de afectos.

El cambio más relevante en la relación humano animal contemporánea, es entonces la significación del perro y del gato como miembros de la familia. Sin embargo, hay que dejar claro que el reconocimiento de la compañía como la característica principal de la relación con estas especies siempre ha existido, tanto así, que se han encontrado tumbas humanas acompañadas por restos de perros o de gatos. Un importante hallazgo arqueológico realizado en 1978 y que data aproximadamente de 12 mil años antes de la era común, apunta a un posible compañerismo entre un humano y un perro en el norte de Israel. Se trata de un entierro que muestra los restos de un ser humano con su mano sobre el hombro de un perro, esto podría significar que tenían una estrecha relación y que se quería que siguiera de esa manera durante la muerte (Clutton-Brock, 2012).

A través de las prácticas, las y los cuidadores establecen relaciones muy estrechas que denotan la identificación de estas especies como familia. Similar a otros estudios (Beck & Katcher 2008; Cohen, 2002; Fox, 2006; Johnson, 2009; Power, 2008; Serpell, 1996), buena parte de las y los participantes tendieron a ver a los perros y a los gatos como hijos o como sustitutos de los niños; otros, los describen como hermanos y en algunos casos, como amigos, compañeros o cómplices (Figura 1).

Fuente. Elaboración propia

Figura 1 Significados de los animales de compañía. 

La definición de familia y de animal es algo subjetivo y variable según cada cultura, y envuelve también ideologías de cada momento histórico. El concepto «tradicional» de la familia humana ha cambiado, ahora además de las familias conyugales, hay muchas otras formas de unión que también son categorizadas como familia. El reconocimiento de esta pluralidad de las relaciones, así como de las diversas manifestaciones del afecto, ha llevado a la ampliación del concepto de familia. Teniendo en cuenta que también se establecen vínculos afectivos con otras especies, se viene reconociendo a los animales de compañía como parte de la denominada familia extendida y es a lo que se le conoce como familia multiespecie. Es decir, considerar a otras especies como los perros y como los gatos haciendo parte de las diversas formas de familia humana. Este reconocimiento se da especialmente en el terreno de lo social y de lo cultural, pero poco a poco también en el campo de la jurisprudencia y de allí a algunas decisiones de carácter administrativo como lo relacionado, por ejemplo, con la custodia de los animales de compañía en casos de disolución de la sociedad conyugal.

Esta categorización del animal como compañero o como miembro de la familia deriva en una serie de prácticas, en su mayoría afectivas, tal como se denota a continuación:

Esta es la primera visita que realizo a esta familia, son dos hermanos mujer y hombre de mediana edad quienes viven en un conjunto de apartamentos de un lugar muy prestigioso de la ciudad. Tienen cuatro perros muy bonitos, todos recogidos de la calle. Hoy los he acompañado en sus rutinas diarias con los animales: alimentar, pasear, consentir, educar. Me han contado como son las visitas al veterinario y a la peluquería, porqué ya no pagan paseadores ni guardería, también me cuentan cómo hacen para mantener el apartamento limpio y como han constituido un grupo de amigos de los perros a través de una red social con algunos vecinos. Son casi las nueve de la noche, aunque no es hora, los hermanos se apresuran porque quieren mostrarme el ritual que hacen antes de que los animales vayan a dormir: sacan los pijamas, me muestran los diseños que tienen, se los van colocando uno a uno, los perros ya conocen el ritual y no oponen ninguna resistencia, baten sus colas en señal de que se sienten cómodos. Luego, me muestran el lugar donde los perros duermen, los perros duermen en el mismo cuarto, dos con ella y los otros dos con el hermano. Yo tengo que salir, ellos son muy amables y quieren seguir conversando, les gusta mucho hablar acerca de su relación con los perros6.

El anterior registro del diario de campo deja ver la construcción de la relación humano animal desde las prácticas cotidianas de cuidado y también, da cuenta de las relaciones que se establecen entre humanos a través de los animales y entre animales a través de los humanos. Así mismo, da cuenta de cómo desde las prácticas los animales van tomando un lugar en los diversos tipos de familia humana. Lo anterior, en un contexto de un estrato socio económico alto de la ciudad, situación que se repite en otros contextos como a continuación se muestra en un fragmento de entrevista en un barrio de estrato bajo. Frente a la pregunta ¿cómo cuida a la gata? una mujer joven responde:

Pues a ella cada mes la baño con agua tibia, la estoy mirando por ahí que no tenga pulguitas, pues cuando tengo por ahí buena plata le traigo bastante comida y cuando puedo le compro lechecita que es lo que más le gusta, cuando puedo le compro sus whiskas y siempre le estoy hablando y consintiendo7.

Otro hallazgo fue el hecho del reconocimiento de la singularidad o algo así como la personalidad animal y, por tanto, el establecimiento de relaciones únicas e irrepetibles con cada perro o con cada gato. De manera que no se trata de otro miembro más de la familia sino de un integrante con nombre propio al que se le reconoce como ser individual. Lo anterior es muy importante ya que por un lado marca diferencia entre la condición de las especies de compañía y la condición de otras especies como los animales de producción o los silvestres a quienes se les significa y trata como grupo y no como seres particulares. También, porque da algún espacio para el reconocimiento del animal como ser con sus propias expectativas e intereses en la relación que el establece con los humanos.

Para comprender que otros elementos además del afecto estarían incorporados en el concepto de familia multiespecie, indagué por las explicaciones de la «tenencia» animal y me encontré con el reconocimiento en las especies de compañía de una serie de «funciones» sociales e individuales (Figura 2). Una de ellas la del soporte social, es decir, la ayuda del animal para lidiar con la soledad urbana y también soporte porque se reconocen en los animales, especialmente en los perros, funciones como «lubricantes sociales» para facilitar relaciones interpersonales ya que muchas conversaciones entre vecinos se inician por los animales. También se les reconoce como educadores, esto más que todo en las familias que tienen hijos porque consideran que tener un animal de compañía les ayudará a los jóvenes a ser responsables, a sensibilizarse con el mundo natural y a ser hermanables. El animal terapeuta también hace parte de estas explicaciones, es aquel que ayuda con la tristeza, el stress y la enfermedad y en quien se pueden depositar muchos secretos sin todas las complicaciones humanas. Explicaciones derivadas del estatus y de la construcción de la identidad humana también estuvieron presentes. Tener una raza de perro porque a través de ella supongo tener una ubicación y reconocimiento social, pero también, porque de manera individual identifica mi personalidad; o tener un gato porque representa mi manera de ver la vida, fueron hallazgos que develan sentidos sociales, culturales e individuales de la «tenencia» animal.

Fuente. Elaboración propia

Figura 2 Representaciones de la «tenencia» de animales de compañía. 

Como decíamos más arriba metáfora, contradicción y ambigüedad están interrelacionadas. Y así como tenemos en su mayoría prácticas de cuidado que buscan dar un buen trato al compañero e integrante de la familia, también hay prácticas que derivan en maltrato muchas veces sin ni siquiera ser consciente de ello. Al interior de la familia también ocurren desde expresiones contraproducentes del afecto como por ejemplo la sobreprotección, la infantilización o el exagerado consentimiento, hasta los abusos de poder, situación que puede decirse ocurre igual para humanos y para animales. La diferencia está aquí en las posibilidades reales que los animales tienen para reaccionar frente a prácticas que afectan su bienestar.

De modo que los perros y los gatos son vistos como personas, como animales y también como mascotas, haciendo referencia este último término a la cosificación del animal. A veces predomina una de las significaciones, pero lo más común es que estén entremezcladas y que esto lleve en algunas ocasiones a prácticas confusas como, por ejemplo, vender o regalar a los animales que supuestamente eran considerados hijos.

La Figura 3 corresponde a un dibujo realizado por una mujer madre de tres muchachos, en un estrato muy bajo de la ciudad, y quien representa lo que para ella significa la perrita. Es un día soleado en la terraza, en el centro está Candy al parecer recién bañada rodeada por Miguel, Juan y Davi quienes están jugando. La señora dice: «yo tengo cuatro hijos, los tres varoncitos y la niña»8.

Fuente: mujer participante en la investigación

Figura 3 Significados de los animales de compañía. 

Durante algunos días acompañé a esta familia en sus prácticas con Candy y pude notar claramente la complejidad de la relación humano animal en el sentido que vengo exponiendo. Pude así ahondar en el sentido del animal como hija y parte de la familia y reconocer las diferentes dimensiones e interrelaciones del afecto.

Algo que para mí en un principio era difícil de concebir era el hecho de que a la perra la bañaran todos los sábados, a pesar de que las recomendaciones técnicas, que la señora conocía bien, era de realizar esta práctica cada mes. El baño era un ritual muy bien establecido, agua caliente, jabón, perfume, toalla limpia y los tres muchachos felices participando. La perrita en principio renuente pero poco a poco también expresaba gusto por ese momento, aunque fueran prácticas de juego brusco entre los jóvenes y también con el animal.

Posteriormente logré entender el significado del baño el sábado y es que, en contextos de desigualdad social como este, en donde una de las preocupaciones cuando los hijos crecen es que sean consumidos por la violencia, los animales también se convierten en una esperanza para la retención de los hijos en casa. Cuando no era sábado, Candy permanecía amarrada con una cadena y cuando los muchachos se portaban mal, la señora los amenazaba con tirar la perra a la calle. Por tanto, muy metafórico y contradictorio el sentido del animal como hija en este y otros casos que se fueron repitiendo en otros contextos. Los perros y los gatos tienen roles itinerantes, a veces son como personas, a veces son como cosas, a veces son como animales y todo puede ocurrir a la vez.

Ahora bien, vale la pena tratar de entender un fenómeno como la llamada humanización animal en un contexto como el que venimos describiendo. Ciertas prácticas como vestir a los animales, darle alimentos humanos, llevarlos al colegio o a la guardería, hablar con ellos, llevarlos en coche para bebés, suponer en ellos emociones humanas y en general darles el lugar de persona o de miembro de la familia pueden ser calificadas en primera instancia como humanizadoras ¿pero en realidad que significa humanizar? Una definición simple dice que humanizar es depositar cualidades humanas donde no las hay. Pero no es tan sencillo, varios aspectos caracterizan estas prácticas; lo primero aquí es ver que todas ellas son derivadas del afecto y no es fácil descubrir los límites al afecto, otro punto es reconocer que solo algunas de ellas pueden afectar el bienestar o quizás ridiculizar a los animales, otras tratan de civilizar a los animales como es el caso de las relacionadas con la educación y el adiestramiento y otras son necesarias para establecer una relación, como por ejemplo hablar con los animales.

Así que las llamadas prácticas humanizadoras son de distinto orden y obedecen a diferentes esferas de la realidad y, por tanto, deberían tratarse de forma individual para poderlas entender. Al hilar fino se puede inferir que algunas incluso buscan no humanizar, sino por el contrario animalizar a los animales. Tal es el caso del tratamiento del animal de compañía como parte de la familia multiespecie que se viene dando en las decisiones de custodia en disoluciones conyugales. En este punto, lo que se busca es posicionar al animal como un ser con necesidades afectivas y de manutención y como un ser que generó apegos con los humanos y, por tanto, que es indispensable reconocer al animal como esencialmente animal, cuyas necesidades deben ser atendidas. Por tanto, no se trata de humanizar, sino de animalizar.

Este último sentido del animal como animal también se encontró en algunos momentos de la investigación; significaciones del animal como ser vivo, ser que siente, ser con necesidades, ser con derechos, ser único, ser con alma, ser que protege, ser al que hay que respetar hicieron parte de ese perro o gato que además de persona o de cosa, es un animal (Figura 4).

Fuente: elaboración propia

Figura 4 Significados de los animales de compañía. 

El anterior aspecto es muy importante y es en el que, sin lugar a duda, hay que trabajar para incentivar el posicionamiento de estas especies como individuos con unas características y necesidades específicas. Los animales han aprovechado bien su tiempo de relación con los humanos, ellos nos leen muy bien; un gesto o una actitud humana son minuciosamente interpretadas por un perro o por un gato. No obstante, los humanos distamos mucho de conocerlos bien, hacemos interpretaciones equivocadas y aunque establecemos relaciones singulares con cada uno de ellos, muchas veces obviamos el conocimiento de su particularidad; los llenamos de mimos, caricias o regaños, pero pocas veces nos preocupamos por entender lo que verdaderamente necesitan y por lograr con ellos relaciones equilibradas a nivel individual y social.

Algo muy importante y en lo que quiero insistir a manera de cierre, es que a pesar de que en gran medida los perros y los gatos en contextos urbanos cada vez más distan de condiciones naturales, pues en gran parte son construcciones sociales, es necesario incentivar el descubrimiento y respeto de la llamada naturaleza animal. Quienes son, porqué están aquí, que les gusta, que no les gusta, ayudaría a un mundo no solo menos antropocéntrico, sino que facilitaría un mejor y adecuado relacionamiento si se quiere social, con estas especies. Esto a su vez redundaría en menos dificultades relacionadas con la «tenencia» animal, como es el caso de los actuales problemas de salud pública y de bienestar animal que se viven en el mundo contemporáneo. Como vimos, estas especies también cumplen una serie de roles sociales que facilitan la vida y las relaciones entre humanos, así como también, nos sensibilizan acerca de la condición de otros animales. Por ser los animales vivos más cercanos a los humanos, perros y gatos vienen despertando otras sensibilidades por el mundo natural, tal es el caso de las actuales preocupaciones por el bienestar de los animales de granja y de los animales silvestres o incluso, por prácticas como el toreo o la presencia de animales en los circos. De modo que la invitación que quiero dejar es a hacer un reconocimiento amplio y consciente del lugar de las especies compañía en nuestras sociedades hacía la construcción de un mundo mejor para humanos y no humanos.

Reflexiones finales

Las construcciones sociales contemporáneas hacia los perros y hacia los gatos no se pueden ubicar en una sola categoría. Los animales de compañía pueden ser vistos como hijos, pero también como objetos; pueden ser substitutos de compañía humana y a la vez, ser apreciados por su valor como animales; pueden ser fuente de placer, pero también de problemas; hay quienes los quieren, otros les sienten miedo o desprecio. Darles funciones de educadores, apoyo social, terapeutas, marcadores de identidad o de estatus da cuenta de la importancia social que estas especies han adquirido y a su vez, de la presión a la que pueden estar sometidos para cumplir expectativas humanas.

Estos dualismos son un ejemplo de la complejidad inmersa en la relación humano animal, en este caso con unos animales muy diferentes a los otros, unos que son como personas, pero también como animales transitando entre el dominio y el afecto humano. Aunque llegar a los dormitorios humanos puede ser visto como una «conquista» de la naturaleza sobre la cultura, también, podría interpretarse como nuevas formas en la prolongación de la domesticación animal. De manera que podríamos decir que ese mito del surgimiento de la «mascota» entre el bien y el mal sigue existiendo en el mundo contemporáneo, solo que bajo otras lógicas y expectativas.

La frontera entre humanos y animales tan minuciosamente trazada por la cultura occidental parece desdibujarse cuando se trata de las especies de compañía. Aunque las expresiones de dominio pueden dar cuenta de la rigidez de la frontera, las afectivas la van haciendo porosa y permeable. Ser miembro de la familia humana y el establecimiento de relaciones únicas y singularizadas con cada animal deja ver esa permeabilidad de la frontera y su sentido socialmente construido y, de cierta manera, puede ayudar a explicar la llamada humanización animal.

No hay que perder de vista que las significaciones y por tanto las prácticas que las personas y las culturas tienen con los animales de compañía se relacionan con otros ámbitos del orden social como por ejemplo el económico y el público. Es importante tener en cuenta el efecto que la industria para mascotas tiene en la tendencia humanizadora de los animales, esto asociado a las enormes cantidades de dinero que se invierten en su cuidado. Por ejemplo, en los Estados Unidos, país con el mayor número de estos animales, el gasto en cuidado de mascotas en 2018 alcanzó un récord de $ 72.56 mil millones en comparación con $ 69.51 mil millones en 2017, lo que significa un aumento de más del 4 por ciento (APPA, 2019). También es importante tener en cuenta el efecto que los nuevos discursos animalistas o que los discursos higienistas provenientes de la salud pública pueden llegar a tener sobre la construcción social de los animales. Mi investigación profundizó sobre estos y otros aspectos y serán considerados en próximas publicaciones.

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1Este artículo es producto de investigación doctoral titulada «La relación humano animal de compañía como fenómeno sociocultural. Perspectivas para la salud pública». Doctorado Interfacultades en Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia. 2017. Grupo de investigación en Estudios Humano Animal.

2En este texto se prefiere utilizar la expresión animales de compañía, especies compañía o directamente perros y gatos. Cuando se utiliza la palabra mascota se hace referencia al sentido de objetivación de estos animales. Así mismo, se prefiere hablar del cuidado de los animales de compañía y no de la tenencia de mascotas, también, por el sentido de propiedad que denota este último término. La expresión en inglés pet keeping hace referencia al hábito en si de tener una mascota, mientras que, la más reciente expresión pet care se refiere al conjunto de prácticas que definen la manera como se cuida del animal tales como cuidados de alimentación, cuidados veterinarios y otros que van más allá del acto de tener una mascota.

3Una rama de los Estudios Humano-Animal son los estudios críticos (CAS -Critical Animal Studies-) dedicados a la abolición de la explotación, opresión y dominación animal, los cuales están más conectados de manera explícita al movimiento animalista (DeMello, 2012).

4En este aspecto no hay que desconocer la influencia de las culturas europea y norteamericana masificadas a través de programas de televisión y diversos medios de comunicación, para la constitución de la mascota latinoamericana.

5Mujer adulta administradora de un conjunto de apartamentos. Entrevista personal realizada el 1 de julio de 2013.

6Hermanos hombre y mujer adultos, cuidadores de cuatro perros. Diario de campo acompañamiento a familias, 3 de mayo de 2014.

7Mujer adolescente, cuidadora de una gata. Entrevista personal realizada el 5 de julio de 2013.

8Mujer adulta, cuidadora de una perra. Diario de campo acompañamiento a familias realizado el 18 de mayo de 2013 (F06)

Cómo citar este artículo: Acero Aguilar, Myriam (2019). Esa relación tan especial con los perros y con los gatos: la familia multiespecie y sus metáforas. Tabula Rasa, 32, 157-179. DOI: https://doi.org/10.25058/20112742.n32.08

Recibido: 11 de Febrero de 2019; Aprobado: 18 de Junio de 2019

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