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Revista Criminalidad
Print version ISSN 1794-3108
Rev. Crim. vol.50 no.1 Bogotá Jan./June 2008
La violencia en Colombia: Análisis histórico del homicidio en la segunda mitad del Siglo XX
Catalina Bello Montes*
*Profesional en Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad Externado de Colombia. Actualmente cursa un Msc in Sociology of Crime, Control and Globalisation en The London School of Economics and Political Science (LSE). cbello44@hotmail.com
Resumen
El homicidio ha sido considerado el más grave de los crímenes violentos. Algunos estudios han sido desarrollados con el fin de explicar la relación entre las tasas de homicidio y sus causas principales. El debate actual se centra en el análisis de la relación entre inequidad, pobreza y tasas de homicidio. Este análisis se fundamenta en conceptos sociales, sociológicos y estructurales del comportamiento homicida. Este documento sugiere que la tasa de homicidio en Colombia ha sido una de las más altas en América Latina como consecuencia del impacto del tráfico de drogas, las organizaciones criminales que delinquen en el territorio y del ciclo de violencia que ha caracterizado la historia colombiana. Un análisis de la tendencia del homicidio durante los últimos 50 años soporta esta posición. Finalmente, permite sugerir algunos cursos de acción en materia de política pública.
Palabras clave: Homicidio, Criminalidad, Violencia, América Latina, Crimen.
Abstract
Homicide has been considered the most serious form of violent crime. Several criminological studies have been developed in order to explain crime rates and understand homicidal motivation. The current debate focuses on the analysis of the relationship between inequity, poverty and homicide rates. This analysis is based on social, sociological and structural explanations of the criminal behavior. This paper argues that the homicide crime rate has been one of the highest in Latin America due to the impact of illicit drug trafficking, criminal organizations and as a consequence of the history of violence in Colombia. An examination of the homicide crime rate during the past fifty years supports this viewpoint. Finally, this paper allows us to suggest some ideas about public policies.
Key words: Homicide, violence, Latin America, crime.
GENERALIDADES
El homicidio es considerado la forma más grave de los crímenes violentos no solo por las obvias consecuencias que trae para la víctima, sino por el impacto en su familia, en el perpetrador del delito y en la comunidad en general1. En los últimos 50 años, la tendencia de este delito ha mostrado dos periodos de incremento significativo y más recientemente, desde 2002, se mantiene en descenso a nivel nacional. Estas variaciones son explicables por La Violencia, uno de los periodos más violentos en la historia del país, por la dinámica misma del conflicto armado y de las organizaciones criminales que se han consolidado en los últimos años y, adicionalmente, por las políticas de seguridad que han sido aplicadas. Aun así, es imprescindible comprender los cambios históricos que ha recorrido el país en estas últimas décadas, la dinámica del conflicto armado con el surgimiento y consolidación de los grupos armados ilegales y el impacto que han tenido las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de estupefacientes.
Colombia reporta dos periodos de violencia homicida en incremento: el primero más visible entre 1948-1966 y el siguiente entre 1980-19932 y alcanza su punto máximo en 1991 con una tasa de 79 hechos por cada 100.000 habitantes3. En la década de los 90, el homicidio constituyó una de las principales causas de muerte en América Latina. De hecho, se mantuvo siempre en los cinco primeros lugares. Algunos autores sugieren que este comportamiento se debe no sólo a la violencia política, la ocasionada por el narcotráfico y las redes criminales, sino también a la violencia familiar y al abuso infantil4.
En efecto, al comparar el promedio anual de homicidios entre 1986 y 1995, estimado en 24.000 muertes y realizar la proyección para una década, se observa que ese total sería equivalente al estimado en la década de La Violencia, entre 1948 y 1957, una cifra que años atrás se consideraba imposible de superar5. Es importante señalar que el incremento en las tasas de homicidio fue evidente en México, Brasil, la Región Andina y Centroamérica durante los años 1984 y 1994, lo que implica que el país tuvo la misma tendencia observada a nivel regional6.
Para el análisis del comportamiento de este delito, en los últimos 50 años, se realizó una división en tres periodos históricos fundamentales en Colombia. El primero comprende el Frente Nacional desde 1958 hasta 1974, un periodo que varios analistas califican como el momento que da origen, fortalece la formación y consolidación de los grupos de guerrilla en el país. En segundo lugar, el periodo comprendido entre el fin del Frente Nacional hasta la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente que culmina con la reforma de la Constitución Política de Colombia en 1991. Finalmente, un tercer periodo comprendido entre 1991 hasta el 2006, cuando existe un compromiso de responsabilidad compartida por parte del Gobierno Nacional y la Comunidad Internacional en la lucha contra el narcotráfico, el tráfico de armas, de personas y otros delitos transnacionales.
Periodo 1958-1974
En forma posterior a las guerras civiles, que tuvieron lugar en el siglo XIX, comienza un periodo conocido como la Violencia, entre 1946 y 1965, que produce 180.000 muertes en un país de 13 millones de habitantes7. Los orígenes de la crisis se encontraban en conflictos sociales y luchas de carácter elitista. El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948 no derroca al gobierno pero desencadena la violencia campesina en los llanos orientales donde la guerrilla es predominantemente liberal y en las zonas de minifundio andino en especial en Tolima y el Eje Cafetero. Esta etapa se conoce como el "Bogotazo". La polarización se agrava en el periodo presidencial de Laureano Gómez elegido en 1950 con la abstención del liberalismo.
Tanto en las ciudades como en las regiones rurales se identificaban claramente las características de una confrontación social. Sin embargo, el conflicto de clases se transforma en una lucha de carácter partidista entre los partidos Liberal y Conservador. El sector de la justicia, el Ejército y la Policía dejan de ser neutrales y comienzan a ejercer regímenes arbitrarios: los conservadores enviaban a municipios liberales policías reclutados en bastiones azules como Boyacá, Santander y Nariño. Por otra parte, los hacendados conservadores financiaban las bandas conocidas como "pájaros" con el objetivo de expulsar a campesinos u ocupantes de terrenos que consideraban suyos. Es así como se extiende la delincuencia común de bandoleros y soldados al igual que asesinos arbitrarios8. En este momento, se produce el golpe de Estado que lleva al poder al General Gustavo Rojas Pinilla en 1953, quien, inicialmente, contó con el apoyo de las élites liberales. Su régimen dura 4 años.
La creación del Frente Nacional (1958-1974) tenía como objetivo la modernización duradera de la administración pública. Efectivamente, puso fin a las disputas partidistas. A pesar de este significante logro y de las mejoras a nivel macroeconómico, comienza la contienda armada entre la Fuerza Pública y la guerrilla. La exclusión de terceras fuerzas en el poder es una de las principales causas que permitió el surgimiento de la guerrilla y la permanencia de la violencia política en el país9. Acorde con esto, Gómez Buendía afirma que la Violencia procede del centro geográfico y político del país, pero se disemina hacia los sectores periféricos del mismo10.
El conflicto agrario fue una de las principales consecuencias de las demandas de la población. A pesar de los esfuerzos de las administraciones presidenciales del Frente Nacional para tratar de resolver este problema los resultados no fueron óptimos. Los campesinos se dieron cuenta que la burocracia decidía por ellos y no les permitía opciones distintas. En este lapso, la oposición vivió bajo condiciones de estado de sitio.
El fin de la violencia interpartidista se produce en tres fases: la primera comienza con la amnistía del General Rojas Pinilla en 1953 y la desmovilización de la guerrilla del llano; la segunda con el Frente Nacional pactado en 1957 que establece la paridad y alternancia de los partidos políticos, con lo que se desmovilizan las restantes guerrillas liberales y las bandas conservadoras de los pájaros. Finalmente, sobrevienen unos años de violencia social y descomposición hacia el bandolerismo que se prolonga hasta el gobierno de Valencia en 196611. Estos hechos reportan un descenso en las tasas de homicidio desde 1964 hasta 1967, de 34 hasta 32 homicidios por 100.000 habitantes. En 1968 se presenta un leve incremento, alcanza 35 por cada 100.000 habitantes y a partir de este año se observa un descenso sostenido hasta 1974 con una tasa de 2512.
Las FARC surgen como una unión entre las guerrillas campesinas que no pudieron ser desmanteladas por el Frente Nacional y los remanentes del Partido Comunista que no tuvieron lugar en el escenario político del país. En el momento en que estalla la violencia, estos movimientos campesinos crearon grupos armados que se movían entre el liberalismo y el comunismo, bajo el concepto de guerrillas móviles y de defensa territorial. Ya en 1955, con el ataque del Ejército a Villarrica, Tolima, se produce el desplazamiento hacia Marquetalia, Riochiquito, El Pato y el Ariari, donde nacen las Repúblicas independientes influenciadas por el Partido Comunista13. Posteriormente, viene la ocupación de Marquetalia en 1964 y se crea el Bloque Sur que en 1966 es rebautizado como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC. Es así como el grupo armado surge en la periferia y el Partido Comunista es excluido del sistema político colombiano. Después de apoyar la Revolución en Marcha y los movimientos campesino y sindical de 1930 y 1940, este partido fue reprimido durante la violencia y convertido en una opción ilegal. El Frente Nacional prohíbe la participación electoral de terceras fuerzas, lo que ocasiona que muchos integrantes del Partido Comunista ingresen a las filas de las FARC14.
Por otra parte, el ELN surge como un grupo con marcada ideología revolucionaria, fundamentada en un análisis social. En 1964 inspirados en la revolución cubana y las ideas del Che Guevara, un grupo de activistas pertenecientes al Partido Comunista y a la izquierda liberal fundan un grupo cuyo epicentro es Santander: sus principales puntos de acción fueron Bucaramanga, Barrancabermeja y San Vicente de Chucurí. Esta guerrilla no prospera en las ciudades y permanece campesina. En 1975, las necesidades de financiación y la presión militar a la que fueron sometidos hacen que el grupo se concentre en zonas de bonanza petrolera como Arauca, Casanare, Magdalena Medio y Norte de Santander15. El Ejército Popular de Liberación (EPL), otro de los actores del momento, surge en 1967 y es desmovilizado en 1991, cuando el Pleno del Partido leninista-marxista ordena el traslado de los cuadros directivos al campo.
La respuesta del Estado a esta escalada de violencia fue el refuerzo de las operaciones militares. Luego aparecen las bandas de pájaros y chulavitas, sucesos que fortalecen la creación de grupos de autodefensa en la década de los 80.
Periodo 1974-1991
Durante el periodo presidencial de Julio César Turbay Ayala se crea el Estatuto de Seguridad y con ello, una política de represión que buscaba ampliar el campo de acción de las Fuerzas Armadas. El eje fundamental de las operaciones eran los conceptos de la lucha antiguerrillera y la represión de la penetración cubano-soviética16.
El Movimiento 19 de abril M-19 surge en 1974 como consecuencia de un supuesto fraude electoral. Algunos ex militantes de las FARC y de la Anapo conforman este grupo. Realizaron varios golpes importantes durante la Administración Turbay, como el robo de las armas del Cantón Norte, la toma de la Embajada de República Dominicana y la toma del Palacio de Justicia en 1985. El M-19, que llegó a tener 15 puntos de favorabilidad en las encuestas, tiene sus orígenes en carácter más urbano que el ELN. Este grupo se enfocó a la realización de golpes de opinión más que actividades militares. Este proyecto no tuvo éxito por los golpes militares del ejército, por sus conflictos con el cartel de Medellín y porque sus dirigentes percibían que contaban con el apoyo ciudadano siempre y cuando no utilizaran los métodos violentos. Esto hace que se desmovilicen en 1991.
Durante la década de los 80, las FARC establecen como uno de sus principales objetivos la conquista de las ciudades. Al tener sus principales puntos en zonas de colonización comienzan a tener una estrecha colaboración de los grupos narcotraficantes. Bajo la tregua de la administración Betancourt, las FARC comienzan un proceso de consolidación en las regiones y buscan acercarse a Bogotá, Medellín y Cali17. El Bloque Oriental se encargó del manejo del negocio de la coca a cambio de un impuesto a cultivadores y compradores. En 1982, las FARC y el ELN fortalecen su presencia en zonas de explotación petrolera como Cusiana y Caño Limón, en Arauca y Casanare. A diferencia de las FARC, el ELN no pacta ninguna tregua con la administración Betancourt, y en esta década consolida su presencia en las zonas de la Costa Atlántica y el Nororiente de país18.
Esta expansión militar guerrillera lleva al surgimiento de grupos de autodefensas como ejércitos de carácter privado para narcotraficantes y la industria de las esmeraldas. Su objetivo principal era "limpiar de guerrilleros" los territorios de Magdalena Medio, Córdoba, Urabá y Orinoquia. Así nacen las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC19. Las élites locales que buscaban apropiarse de terrenos fértiles y "baratos" apoyaban estos grupos con objeto de expulsar campesinos y colonos de sus propiedades. Este incremento del conflicto y la problemática de la concentración del suelo originan la migración campesina a las grandes ciudades y, por ende, la conformación de cinturones de pobreza20.
En este periodo la tasa de homicidios se triplicó al pasar de 25 homicidios por cada 100.000 habitantes en 1974 a 79 en 199121. Los datos señalan que 50 municipios que tienen menos de un cuarto de la población reportan más de la mitad de los homicidios. Los municipios con niveles más altos de homicidio son aquellos que se disputan grupos guerrilleros u organizaciones criminales de tráfico de drogas o, por el contrario, que tienen fuentes de riqueza como coca, oro o petróleo22.
Periodo 1991-2006
En 1990, después del asesinato de Luis Carlos Galán, César Gaviria toma las banderas de la colectividad y es elegido Presidente de la República para el periodo 1990-1994. En este tiempo se evidencia un periodo de expansión de la guerrilla acorde con sus mayores ingresos financieros, provenientes del sector ilegal y más próspero del país: la coca. Esto en forma adicional a los dineros recibidos del recaudo entre ganaderos y empresarios. La violencia aumentó no solo por el enfrentamiento entre el Estado y los grupos guerrilleros, sino por la guerra contra las drogas.
La economía colombiana se ha visto afectada por el cultivo, procesamiento y tráfico de drogas ilícitas. Aunque no existen registros exactos de las repercusiones del narcotráfico en el país, precisamente por su carácter de ilegalidad, algunas fuentes afirman que el ingreso anual neto de divisas producto de esta actividad oscila entre el 3.5 y el 6.5% del PIB23. Sin embargo, la estructura desigual de la sociedad colombiana fue el caldo de cultivo que permitió que el narcotráfico fuera una opción de modernización y una fuente de ingresos para personas de estratos bajos. Algunos estudios demuestran que la concentración de la pobreza tiene un rol central en la relación entre fuerza de trabajo y crimen. Este hecho provee las bases para comprender cómo las economías de drogas ilícitas se han desarrollado en las áreas más deprimidas y vulnerables en términos socioeconómicos en la población24. De igual manera, algunos autores sugieren que los niveles de violencia y conflicto social son consecuencia del impacto negativo de los valores del neoliberalismo en la sociedad25.
En este periodo, el cartel de Medellín inicia su periodo de consolidación y ofrece una alternativa de progreso social y económico que es percibida por la población como una oportunidad válida y legítima de enriquecimiento26. No en vano, Medellín fue la ciudad que reportó las tasas de homicidio más altas durante la década de los 90. En efecto, el narcotráfico estimuló comportamientos nocivos en la sociedad como el enriquecimiento fácil y los consumos suntuarios. El poder corruptor del dinero y la presencia de una cultura materialista que impulsa el éxito en términos económicos y de adquisición de bienes, se convirtió en un incentivo para el ingreso de jóvenes a las bandas delincuenciales27.
En este sentido, la propuesta de Franco sobre el surgimiento del tráfico ilícito de drogas como una consecuencia de la falta de fuertes lazos y valores familiares se deriva del hecho de que esta economía ilegal tiene lugar en un momento de crisis económica en Medellín, lo que hace que la comunidad vea el narcotráfico como una opción de modernización. Este es uno de los argumentos más fuertes que permiten explicar el ingreso de jóvenes a estas bandas delincuenciales28. En este sentido, esta economía ilegal estuvo fundamentada en los elementos principales que definen el carácter de la gente de la región: competitiva, atraída a proyectos de alto riesgo pero con ganancias igualmente extraordinarias, la necesidad de éxito y aventura29. Por otro lado, la crisis de representación política, los altos niveles de impunidad, los alarmantes niveles de pobreza e inequidad han sido elementos que sustentaron la reproducción y el sostenimiento de la economía del narcotráfico en el país.
Actualmente, el narcotráfico se encuentra estrechamente ligado con la insurgencia, son los grupos guerrilleros del país quienes protegen los campos cultivados de coca y amapola, los laboratorios de procesamiento de drogas y en algunos casos intervienen en la exportación de los narcóticos. Estos ingresos unidos a los provenientes por secuestro y extorsión son las principales fuentes de financiamiento de los grupos al margen de la ley. Cerca del 90% de la cocaína que ingresa a Estados Unidos proviene de Colombia. Las FARC controlan cultivos de drogas en Colombia, protegen laboratorios de procesamiento de coca y a cambio reciben pagos en efectivo e intercambio de armas30.
En 1991 se registró en Colombia la tasa más alta de muertes violentas. En este año fue de 79 por 100.000 habitantes, a partir de este momento se mantuvo en descenso hasta 1995, cuando alcanza una tasa de 66. Igualmente, en Bogotá, en 1993 se registró una tasa de 80 homicidios por cada 100.000 habitantes, una de las más altas de la década. La Administración Distrital consideró que la raíz del problema se hallaba en la falta de cohesión entre la ley, la moral y la cultura31. Posteriormente, en los 8 años del periodo 1995- 2003, se desarrolló una serie de proyectos que conforman una política integral de seguridad y convivencia ciudadana en la capital del país, que ha comprendido el fortalecimiento de los órganos de justicia, del cuerpo de Policía, programas de prevención del crimen y de la violencia, atención de grupos vulnerables y, como eje central, un programa de cultura ciudadana que fue aplicado con éxito en la ciudad de Bogotá32. En los 8 años de aplicación del programa en Bogotá, que corresponde a las Administraciones de Antanas Mockus-Paul Bromberg (1995-1997), Enrique Peñalosa (1998-2000) y Antanas Mockus (2002-2003), los resultados fueron contundentes. Las tasas de homicidios comunes y de muertes en accidentes de tránsito se redujeron de 80 en 1993 a 28,4 en 2002 y de 25 en 1995 a 10,5 en 2002. Los delitos de mayor impacto social pasaron de 24.121 casos en 1998 a 18.750 en 200233.
Algunos analistas explican la reducción de la tendencia del homicidio gracias a la conjunción de varios factores:
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Tendencia nacional que desde 1998 ha conducido a la normal disminución de los índices del homicidio a nivel país.
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La relación entre violencia, vigilancia y control que hace alusión a la teoría económica del crimen, que señala como elemento fundamental, que favorece la reducción del crimen, el efecto que tiene la disuasión en los criminales. Es decir, a mayor posibilidad de castigo, sanción y represión para el delincuente por parte de los organismos del Estado, aumenta el costo de comisión del delito y por tanto disminuye la posibilidad de cometerlo. Esto obedece a la mayor operatividad de la Policía Nacional y de los organismos de control34. Sin embargo, cabe señalar que bajo la doctrina de la disuasión, la amenaza de la sanción legal es considerada más efectiva en casos relacionados con violencia instrumental y por individuos poco comprometidos con un estilo de vida criminal35.
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La aplicación de varias medidas de control como la hora zanahoria que implica la restricción a los horarios de atención en bares y sitios de consumo de alcohol. Con la aplicación de la medida, disminuyeron notablemente no solo los homicidios, sino los hechos sucedidos en accidentes de tránsito y las lesiones, entre otros. Un estudio realizado por la Universidad de los Andes señala que desde la aplicación de la medida entre 1995 y 1999, el descenso en la tendencia de homicidio correspondió al 8%. Esta medida sumada a la restricción del porte de armas en las mismas fechas produjo una reducción del delito de un 22%36.
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Las medidas de control al porte de armas.
A nivel nacional, se produce un leve incremento en 1996 con una tasa de 68 y nuevamente, se observa un periodo de descenso que se mantiene hasta 1999 con una tasa de 59. Durante el periodo 2000-2002 se registra un incremento en el homicidio en el país hasta alcanzar una tasa de 66 hechos por 100.000 habitantes. A partir de 2002, comienza la aplicación de la Política de Seguridad y Defensa Democrática. Esta considera al homicidio como la consecuencia del debilitamiento de las instituciones, de la democracia y del clima de impunidad propiciado por las organizaciones criminales y el narcotráfico. Los resultados de esta Política son contundentes: se logra una disminución sustancial de este delito, pasa de una tasa de 66 por 100.000 habitantes en 2002 a una de 38 en 2006, lo que implica una reducción del 39% en este periodo.
CONCLUSIONES
Es importante señalar que el homicidio no es un único evento. Por el contrario, es un acto que toma diversas formas y depende del contexto, de la víctima, del homicida, y esto hace imposible generalizar en cuanto a su definición y, por tanto, en cuanto a su tratamiento desde una perspectiva de política pública. De igual manera, no hay una causa única y establecida que pueda explicar este comportamiento delictivo37. Estos son elementos fundamentales, pues determinan la necesidad de abordar el fenómeno en el contexto específico en el que se presenta en términos de análisis y, en segundo lugar, determina la necesidad de estructurar políticas públicas integrales que traten de controlar y prevenir el fenómeno delictivo.
Algunos estudios concluyen que comunidades que han sido víctimas de la violencia, como consecuencia de conflictos civiles, tienen más probabilidades de continuar con este ciclo. Esto se demuestra al comparar las tasas de homicidio en países antes y después de su participación en los conflictos armados, de manera independiente al resultado del mismo, es decir, a si resultaron victoriosos o no, o a si sus economías mejoraron o decayeron38. De igual manera, no existe un único elemento que pueda explicar y ser el responsable de la violencia en América Latina. Por el contrario, la violencia es el resultado de factores como la edad, el sexo, el nivel socioeconómico, el uso de sustancias sicoactivas, la inequidad de ingreso39, la historia de guerras o conflictos armados, la debilidad del Estado, el impacto de los medios40.
En el caso colombiano no existe ningún consenso frente a las causas generadoras de violencia. Algunos análisis comprueban la relación entre el incremento en la tasa de homicidios como consecuencia de la erosión de las normas sociales o en casos de prolongado conflicto armado interno, como en el caso colombiano41. Otros autores señalan que en Colombia no existe una relación positiva entre pobreza y crimen, o entre inequidad y delincuencia, al realizar un estudio de las zonas más violentas del país y comprobar que son precisamente las zonas más ricas del país42. Acorde con lo anterior, otros autores señalan que la violencia en Colombia no puede explicarse solamente como consecuencia de la pobreza, la fragmentación social y el tráfico de drogas. También parece estar relacionada con la falta de capital social y la "incapacidad de las personas para el desarrollo de organizaciones colectivas capaces de transferir las demandas sociales al campo político"43.
Es importante que el país, de alguna manera, trascienda los ciclos evidentes de incrementos y descensos en la tasa de homicidios. Experiencias como el caso de Bogotá muestran la necesidad de desarrollar políticas a largo plazo y con la suficiente flexibilidad para realizar ajustes. Asimismo, el descenso del homicidio a nivel nacional como consecuencia de la aplicación de la Política de Seguridad y Defensa Democrática es ilustrativo del éxito de políticas estructuradas a largo plazo. Finalmente, es importante subrayar la importancia de desarrollar políticas públicas integrales, para el control del crimen, que estén fundamentadas no solo en el aspecto punitivo, sino involucrando elementos preventivos y de disuasión, partiendo de la historia de cada sociedad. Después de todo como afirmó Winston Churchill "Los pueblos que no conocen su historia, están condenados a repetirla".
Notas
1 BROOKMAN, Fiona. 2005, Understanding Homicide, Sage Publications, London, p. 1. Algunos autores han abordado el tema del impacto del homicidio en términos de vidas humanas perdidas, del impacto en la opinión pública por la exposición a la violencia, las consecuencias económicas del delito y finalmente, el impacto del homicidio en las familias de las victimas y sobrevivientes. Ver Leonard Beeghley, 2003, Homicide: a sociological explanation, Rowman & Littlefields Publishers Inc, United Kingdom, pp. 1-12.
2 VILLAVECES, Andrés. 2001 "A Comparative Statistical Note on Homicide Rates in Colombia" in Bergquist et al (eds.) Violence in Colombia 1990-2000: Waging war and Negotiating Peace, Scholarly Resources Inc, USA.
3 Datos del Centro de Investigaciones Criminológicas de la Dirección de Investigación Criminal.
4 VILLAVECES, Andrés. Op. Cit. Sin embargo, algunos otros autores señalan que el impacto de la violencia cotidiana en las altas tasas de homicidio en Colombia no es tan alto como usualmente se sugiere. Ver María Victoria Llorente et al., 1994. "Violencia Homicida y Estructuras Criminales en Bogotá" en Análisis Político, Número 44, IEPRI, Bogotá.
5 SÁNCHEZ, Gonzalo "Problems of Violence, prospects for Peace" in Bergquist et al (eds.) Violence in Colombia 1990-2000: Waging war and Negotiating Peace, Scholarly Resources Inc, USA, 2001.
6 MORRISON, Andrew et al. 2003, "The violent Americas: Risk Factors, Consequences and Policy Implications of Social Domestic Violence", in, Hugo Fruhling (Eds) Crime and Violence in Latin America: citizen security, democracy and the State, Woodrow Wilson International Centre for Scholars, Washington, p. 95.
7 GÓMEZ BUENDÍA, Hernando. El Conflicto, callejón con salida, Informe Nacional de Desarrollo Humano para Colombia 2003, p. 22. Otras cifras indican que hasta la mitad de la década de los 50, de 200.000 a 300.000 personas, principalmente hombres de clase baja perdieron su vida. Ver: Thomas Fischer, "La constante guerra civil en Colombia" en Sociedades en Guerra Civil, p. 264.
8 Tomado de Thomas Fischer, Op. Cit.
9 GÓMEZ BUENDÍA, Hernando. Op. Cit.
10 Ibíd.
11 Ibíd.
12 Datos del Centro de Investigaciones Criminológicas de la Dirección de Investigación Criminal.
13 GÓMEZ BUENDÍA, Hernando. Op. Cit.
14 Ibíd.
15 Ibíd.
16 FISCHER, Thomas. Op. Cit, p. 268.
17 GÓMEZ BUENDÍA, Hernando. Op. Cit.
18 Ibíd.
19 Ibíd.
20 Ibíd.
21 Datos del Centro de Investigaciones Criminológicas de la Dirección de Investigación Criminal.
22 Presidencia de la República - Ministerio de Defensa, 2003, Política de Seguridad y Defensa Democrática, p. 31.
23 Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, "Caracterización de la Sociedad Colombiana" en Análisis Político, Universidad Nacional de Colombia, julio de 1997, p. 25.
24 Hagan, citado en David Downs et al. 2007, Understanding Deviance, Oxford University Press Inc, New York, p. 111.
25 REINER, Robert. 2007. Law and Order: an honest citizen's guide to crime and control, Polity Press, United Kingdom.
26 SALAZAR, Alonso. 1990, Born to die in Medellin, CINEP, Russell Press, New York.
27 GUILLERMOPRIETO, Alma. 2000, "Medellín, 1991" in Carlos Aguirre (Ed), Reconstructing Criminality in Latin America, Jaguar Books, pp. 225. Existía una conciencia de que la "vida es corta, y es mejor vivir menos pero bien". Ver Lydia Hearn, 1994, 'Working with urban youth: Experiences from Medellín, Colombia', Community Development Journal, Vol 29, N 4, 1, p. 339.
28 FRANCO, Vilma Liliana. 2004. "Violencias, conflictos urbanos y Guerra civil: el caso de la ciudad de Medellín en la década de los 90", Babin Álvarez (eds) Violencias y Conflictos Urbanos: un reto para las políticas públicas, Instituto Popular de Capacitación, Medellín, Colombia, p. 65.
29 Ibíd. p. 66.
30 Informes señalan al Frente 16 de las FARC como uno de los principales facilitadotes del tráfico de cocaína a organizaciones internacionales de tráfico de drogas. Tomado de: DEA Intelligence Division, The Drug Trade in Colombia: A Threat Assessment, 2001, in http://www.usdoj.gov
31 ACERO, Hugo (Comp). Violencia y Delincuencia en Contextos Urbanos, La Experiencia de Bogotá en la Reducción de la Criminalidad 1994-2002, Alcaldía Mayor de Bogotá-Secretaria de Gobierno, 2002, p.15.
32 Ibíd., p. 15.
33 Ver Ibíd. p. 17.
34 Explicación desarrollada por Mauricio Rubio, en Caracterización de la Violencia Homicida en Bogotá, Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaria de Gobierno, Universidad de los Andes, 2000.
35 La violencia instrumental es aquella que persigue un fin específico, ya sea la adquisición de dinero o una mejor posición social. Por el contrario, la violencia emocional es consecuencia de una confrontación interpersonal y no parece tener una ganancia específica. Ver: Terrance Miethe et al, 2004, Rethinking Homicide: Exploring structure and process underlying deadly situations, Cambridge University Press, United States of America, pp. 101-102, Fiona Brookman, Op. Cit. p. 47. Sin embargo, otros autores señalan que todas las formas de violencia tienen un fin específico y por lo tanto desvirtúan la clasificación entre instrumental y emocional. Ver Tedeschi y Nelson, citado en Fiona Brookman, Op. Cit., p. 83.
36 Ibíd. p. 37.
37 BROOKMAN, Fiona. 2005, op. cit., pp. 306-307.
38 MORRISON, Andrew et al. 2003, op. cit., p. 103.
39 Estudios realizados por el Banco Mundial confirman la existencia de una relación positiva entre la inequidad de ingreso y el comportamiento violento. Fajnzylber et al, 1997 cited in Ibíd. p. 103. Sin embargo, nada es absoluto. Otros estudios mostraron que en ciertos países no existía una relación positiva entre inequidad de ingreso y violencia, medido en términos de tasa de homicidio. Ibíd., p. 105.
40 Ibíd., p. 102.
41 Ibíd.
42 Ver: María Victoria Llorente et al., op. cit.
43 Ver Rodrigo Uprimny, "Violence, Power and Collective Action: a comparison between Bolivia and Colombia" in Bergquist et al (eds.) Violence in Colombia 1990-2000: waging war and Negotiating Peace, Scholarly Resources Inc, USA, 2001. Otros autores sugieren algún grado de correlación entre las tasas de homicidio y suicidio con el desempleo, el divorcio, los ciclos económicos, entre otros factores. Ver David Lester et al. 1998, Suicide and Homicide in the 20th Century: changes over time. Nova Sciences Publishers, New York.
BIBLIOGRAFÍA
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