Introducción
Los hechos de violencia asociados al deporte-espectáculo del fútbol se registran desde hace varias décadas en el continente europeo, en Colombia estas problemáticas han empezado a generar preocupación (García, 2000; Gómez, 2001; Gómez, 2005; Aponte, Pinzón, Rodríguez & Vargas, 2009; Roffé & Jozami, 2010; ABC.es., 2012), pues este tipo de violencia social que ocurre en multitudes (en masas) y genera perjuicios a los derechos de los ciudadanos (propiedad privada, lesiones personales, muertes), no disminuye a pesar de la creación de la Ley Antiterrorismo, en la que se aumentan las sanciones para quienes incidan en actos violentos durante los espectáculos futbolísticos en Colombia (Ley 1445 del 2011), por lo cual se señala que estas medidas legales y represivas no han logrado evitar que se siga vulnerando la integridad física y psicológica, y la vida de los ciudadanos, tal como se registra frecuentemente en los medios masivos de comunicación (El Colombiano, 2002; El Espectador, 2008; El Espectador, 2012; ABC.es., 2012).
Al revisar la producción científica sobre la violencia asociada al fútbol, se reconoce que el fenómeno obedece a diversos factores, siendo la influencia social un factor etiológico, un elemento constante (García, 2003; Castaño, Uribe & Restrepo, 2014; Carmona & Jaramillo, 2013). Por ejemplo, Roffé y Jozami (2010) muestran diversas relaciones entre el espectáculo del fútbol y la violencia. Garriga (2005) muestra que la violencia en las barras es ejercida básicamente por hombres, siendo la masculinidad un factor asociado, pues al ejercer la violencia se refuerza el sentimiento de masculinidad. Desde una visión antropológica y sociológica se considera que la violencia entre las barras de fútbol reproduce la lucha de clases, pero también que estas conductas representan una regresión a épocas primitivas del desarrollo filogenético, formas de comportamiento que hacen parte de los procesos de socialización de los jóvenes (Dunning, Murphy & Williams, 1996).
Algunos (Pacheco, 2000) han examinado la influencia de los medios masivos de comunicación en las conductas de las barras de fútbol, y concluyeron que algunos medios, como la radio, pueden promover la violencia. En los trabajos de Cardona (2001), Arias (2003), Clavijo (2004), Aranda (2006) y Ramírez (2007), realizados con las barras de fútbol de Bogotá, se pone énfasis en el concepto de identidad y en el de territorialidad, así como en los códigos y en el factor comunicacional, indicando que las acciones violentas son parte de las dinámicas relacionales, de las costumbres, y se enmarcan en la defensa de la identidad grupal de barra de fútbol, que es concebida como un grupo social con una intencionalidad, con un simbolismo particular, que busca defender su propia territorialidad (espacio físico, territorio simbólico y social).
En el estudio de Arbeláez (2004), por ejemplo, se enfatiza que la violencia verbal y física representa un código mediante el cual se establecen las dinámicas relacionales entre las barras. Palacio y Ruiz (2004), estudian los rasgos de personalidad asociados a barristas de la ciudad de Medellín, y enfatizan nuevamente en el tema de la identidad y los símbolos. En el estudio de Salcedo y Rivera (2007), se pone énfasis en las emociones, la capacidad de autocontrol y el asunto de la identidad en jóvenes de las barras de fútbol en Bogotá. De otro lado, en el estudio de Díaz, Quiceno y Rodríguez (2007), se examina la influencia de las dinámicas familiares en la conducta violenta de jóvenes que pertenecen a barras de fútbol. En Argentina el doctor Fernández analiza la relación entre las “nociones socio-históricas sobre los cuerpos, las categorizaciones socio-étnicas regionales dominantes, y las identificaciones grupales más sentidas entre los jugadores y simpatizantes del fútbol” (2013, p. 211), allí señala el problema de la estigmatización y su relación con los procesos de identificación, pero no se examina del fenómeno de la violencia. En su rastreo bibliográfico, Salinas y Suárez (2016), plantean que desde el 2006 hasta el 2016 los investigadores utilizan “la identidad como categoría teórica central para la comprensión del fenómeno de la violencia asociada al fútbol” (p. 335), la cual además es usada en otros estudios para abordar el fenómeno de la guerra en Colombia y las distintas formas de violencia urbana (Salinas & Mejía, 2017), por lo cual también Salinas realiza recientemente una investigación desde el Trabajo Social y el Interaccionismo simbólico para “identificar las representaciones sociales sobre la violencia asociada al fútbol” (Salinas, 2018, p. 49) en un barrio de la ciudad de Medellín, que muestran “las dimensiones relacional, comunicacional y situacional del fenómeno” (p. 49). Por otro lado, Arboleda y Vélez (2016), realizan un análisis de “188 artículos periodísticos del diario El Colombiano, en el periodo comprendido entre los años 2010 y 2015” (p. 71), y concluyen que en Colombia “la prensa sitúa al ‘hincha’ como eje central a la hora de referirse al fenómeno de la violencia en el fútbol, apelando a la psicologización y criminalización de este para explicar la violencia en el contexto del fútbol” (p. 71).
Paradójicamente, aun cuando este tipo de violencia que protagonizan las barras de fútbol ocurre en masas, no se hallan investigaciones sobre la violencia en las barras de fútbol desde la perspectiva de la Psicología de masas, que hace parte del vasto campo de la Psicología social y que de manera tradicional se ocupa de estudiar estos fenómenos de la violencia en las masas (Dunning, Murphy & Williams, 1996; Adán, 2004; Clavijo, 2004; Garriga, 2005; Alabarces, 2006; Castaño & Uribe 2014), por lo que, ante este vacío en la psicología de las masas para explicar problemáticas de actualidad, como los fenómenos de violencia en el fútbol, el presente estudio retoma en específico los planteamientos de G. Le Bon y McDougall, así como la perspectiva psicoanalítica de Sigmund Freud.
Además, aun cuando en Psicología social los desarrollos teóricos y conceptuales actuales son bastante amplios y novedosos, permiten estudiar multiplicidad de fenómenos psicosociales (Bandura, 1973; Ellis, 1982; Dodge & Coie, 1987; Bandura, 1996; Salcedo & Rivera, 2007) que ya han sido asociados a la violencia en las barras de fútbol (Castaño, Restrepo & Uribe 2014); sin embargo, se retoman algunos de los principales planteamientos de autores clásicos (ya mencionados) que se ocuparon de observar, describir y explicar los fenómenos de violencia en la psicología de las masas. Esto con el objetivo de establecer una comparación entre el concepto de masa psicológica y el de barra de fútbol, y mostrar así la vigencia y operatividad de los enfoques clásicos en la ciencia para comprender la realidad social actual, que sin embargo presenta diferencias respecto del siglo XIX (razón por la cual también los conceptos evolucionan), pues en la época en la que estos autores clásicos desarrollaron los estudios de la psicología de las masas no se presentaban fenómenos de violencia en el fútbol, espectáculo que apenas estaba naciendo en Europa.
Esta comparación está basada en algunas semejanzas que se establecieron entre las barras de fútbol y las masas psicológicas, entre las cuales se destacan la ocurrencia de actos de violencia en las barras de fútbol, así como fenómenos psicológicos y comportamentales, como: las identificaciones, el contagio, la imitación, entre otros, que están intrínsecamente asociados al complejo concepto de “masa psicológica”. La comparación permite realizar aportes teóricos para repensar y rediseñar las estrategias de intervención (legales y represivas) que hoy se han dispuesto para hacer frente a estas problemáticas en Colombia, esperando que los enfoques teóricos de Le Bon, McDougall y Freud, que paradójicamente han sido desatendidos, olvidados o descuidados en la actualidad, permitan una aplicación práctica del saber científico de la psicología de las masas, y ampliar el panorama teórico y conceptual de los profesionales con miras a ayudar a reducir o controlar los indeseados efectos nocivos de la violencia en el fútbol.
Metodología
La metodología empleada fue cualitativa; mediante un enfoque hermenéutico se interpretan los fenómenos de violencia que ocurren en las barras de fútbol y en las masas psicológicas, los cuales son de naturaleza psicosocial, al tiempo que son tipificados como actos delictivos (Ley 1445 del 2011, conocida como Ley Antiterrorismo en el fútbol en Colombia), lo cual implica particularidades para recolectar información directa sobre estos fenómenos psicosociales debido al temor ante los posibles perjuicios legales que podría ocasionar brindar información sobre estas conductas violentas consideradas como delictivas, tal como lo han manifestado informantes clave que han participado en estas investigaciones (Aguilera, Durand, Rodríguez & Romero, 2003; Castaño y Uribe 2014). Además, estas conductas han sido observadas, registradas y descritas en los reportajes periodísticos que brindan datos sobre los comportamientos de las barras de fútbol en general, y en especial sobre el actuar violento de algunos de sus miembros, razón por la cual la revisión documental resultó una fuente de información fundamental. En consecuencia, los métodos cualitativos permitieron aproximarse a este tipo de objetos de estudio, para hacer una interpretación de tales comportamientos (Moscovici, 1984; Malinowski, 1986; Taylor & Bogdan, 1986; Vasilachis de Gialdino, 1992; Strauss & Corbin, 1990; Hernández, Fernández & Baptista, 1991; Corbetta, 2003).
Es que precisamente la “investigación documental” es un tipo de metodología que trabaja “con información contenida en soportes documentales como impresos, grabaciones” (Rojas, 2011, p. 279), entre otras fuentes, por lo que permite el “procesamiento y recuperación de información contenida en documentos, independientemente del soporte documental en que se hallen” (p. 279), razón por la cual la información sobre la psicología de las masas fue obtenida mediante la aplicación de esta técnica, que orientó la búsqueda, lectura, análisis y síntesis de documentos, libros y artículos de revistas científicas, que contienen información sobre la violencia en las masas, pero también sobre la violencia en las barras de fútbol, por lo cual, además, se consultaron investigaciones y reportajes periodísticos sobre estas problemáticas que circulan en los medios masivos de comunicación del país (radio, prensa, televisión e internet), los cuales, como se sabe, a menudo presentan información de forma “amarillista”, alejándose de la imparcialidad (Yanes, 2015), siendo necesaria la implementación de la técnica de crítica de fuentes (Taylor & Bogdan, 1986; Vasilachis de Gialdino, 1992; Strauss & Corbin, 1990).
El alcance de la investigación fue exploratorio, en razón de que el fenómeno que se investigó no había sido abordado desde la disciplina psicológica en el contexto colombiano, al menos no desde la perspectiva de la psicología de las masas (Aponte et al., 2009; Castaño & Uribe 2014), por lo cual se logró recolectar y analizar datos sobre la violencia en las barras de fútbol y su relación con fenómenos psicológicos como: la identificación, el contagio de emociones, la imitación de comportamientos, la sugestión, entre otros fenómenos que ocurren típicamente en las masas y que fueron rastreados en las barras de fútbol de Colombia y en el ámbito internacional. En consecuencia, no se utilizó una muestra representativa de los miembros de las barras y, en cambio, se configuró como unidad de observación y análisis a los documentos que contenían información sobre la psicología de las masas y sobre las barras de fútbol en general, las cuales en Colombia están integradas en su mayoría por adolescentes y jóvenes adultos varones (Castaño & Uribe 2014).
Técnicas de recolección de información
La herramienta de recolección de información fue la revisión documental, pues permite tratar los textos, libros, reportajes, entre otros materiales, como fuentes de investigación (Moscovici, 1984; Taylor & Bogdan, 1986; Vasilachis de Gialdino, 1992; Strauss & Corbin, 1990; Hernández, Fernández & Baptista, 1991; Aguilera et al., 2003); en estos se encuentra información sobre los fenómenos y problemas (objetos de estudio) que abarca la psicología de las masas y acerca de las barras de fútbol producidas en el periodo de 1985 al 2018. Al respecto, Freud enseña que el estudio de las masas debe empezar agrupando las múltiples formas de configuración de estas, para luego describir los fenómenos psíquicos y comportamentales que exteriorizan, siendo indispensable tener en cuenta que la investigación de estos fenómenos “reclama un considerable despliegue de observación y de empeño expositivo” (Freud, 1921, p. 68), puesto que: “Lo que brinda el material a la psicología de las masas es, en efecto, la observación de la reacción alterada del individuo; y todo intento de explicación presupone describir lo que ha de explicarse” (p. 69), de manera que para arriesgar alguna explicación de estas conductas violentas primero hubo que observarlas y describirlas de forma ordenada. Por ende, la técnica de revisión documental permite acceder al conocimiento descrito en la literatura de la psicología de las masas, así como conocimiento descrito en las investigaciones previas sobre los fenómenos de violencia en las barras de fútbol en el periodo entre 1985 y 2018, conocimientos que, a su vez, proceden de la observación directa de las masas y las barras de fútbol, por parte de otros investigadores que han descrito sus hallazgos.
Análisis de los datos
Para analizar la información recopilada se utilizó la técnica de la triangulación, que permite contrastar datos en diversos niveles, entre investigadores, entre autores, entre teorías, entre estas últimas y los “actores” de un fenómeno, entre otros ejemplos que ilustran el hecho de que se establecen comparaciones entre los diversos puntos de vista de las fuentes de información consultadas, en busca de establecer semejanzas y diferencias que muestran interpretaciones subjetivas e intersubjetivas sobre las realidades que se examinan (Moscovici, 1984; Taylor & Bogdan, 1986; Strauss & Corbin, 1990; Hernández, Fernández & Baptista, 1991; Aguilera et al., 2003). Por tanto, con base en los datos recolectados en los estudios de G. Le Bon, McDougall, Freud, entre otros, acerca de la psicología de las masas, se realizó una comparación con los resultados de investigaciones (cualitativas y cuantitativas) y reportajes periodísticos (que en ocasiones presentan generalizaciones indiscriminadas de tipo amarillista, tal como se indicó anteriormente) consultados sobre los fenómenos de violencia en las barras de fútbol en Colombia y en el campo internacional. Ello permitió identificar semejanzas y diferencias entre las descripciones consignadas en el conocimiento científico de la psicología de las masas y aquellas sobre las barras de fútbol, las cuales permiten establecer la analogía entre el concepto de masa psicológica y el término barra de fútbol.
Las masas psicológicas y su influencia sobre el individuo
A finales del siglo XIX, en Europa los científicos sociales empezaron a estudiar diversos fenómenos que agruparon bajo la denominada “psicología de las masas”, especialmente aquellos donde se destacaba la influencia de la masa en la conducta violenta en los individuos, más allá de los reconocidos factores biológicos estudiados por otras disciplinas (Buss, 1961; Carthy & Ebling, 1966; Raine, Buchsbaum & LaCasse ,1997; Brain, Olivier, Mos, Benton & Bronstein, 1998; Blair, 2001, Brook, Brook, Rosen & De la Rosa, 2003). De esa época son bien conocidos los trabajos de Le Bon (1895), Freud (1921), McDougall, 1920, entre otros autores (Trotter, 1916; Tarde, 1890), que describen las principales características de las masas psicológicas y su composición. Estos autores observaron el hecho de que un individuo puede comportarse de forma diversa a la habitual al hacer parte de una masa psicológica, pues esta podría determinar parcial y temporalmente su propia conducta, y la de los demás miembros de la masa, aun cuando estos tengan estructuras psíquicas diversas, pues, según Le Bon, al ingresar en la masa se estaría bajo la acción de un “alma colectiva” que coordina la “vida anímica inconsciente” de los individuos, y que produciría una homogeneización entre ellos (1895). Este influjo que produce la masa sobre el individuo provendría de las tendencias gregarias del ser humano; para Le Bon (1895) y Trotter (1916), se trata de la exteriorización de una pulsión social originaria (herd instinct, gruop mind); para W. Trotter (1916) y Tarde (1890), un instinto gregario, mientras que para Freud una pulsión adquirida tempranamente en la vida en familia (Freud, 1913; Freud, 1921).
Le Bon afirma que existen algunas ideas y sentimientos que solo aparecen en las personas cuando están en una masa, entre ellos los implicados en los fenómenos de violencia, al ingresar en la masa se alterarían temporalmente las adquisiciones psicológicas del desarrollo evolutivo individual, debido a una regresión psicológica y comportamental de los individuos a estadios del desarrollo filogenético pretéritos, lo que ocasiona la abolición de las peculiaridades de los individuos, que en adelante son uniformes u homogéneos, pues están determinados por la acción del alma colectiva (1895).
Para que esta alma colectiva ejerza la acción regresiva descrita en el párrafo anterior se requiere que estén reunidos numerosos individuos que actúan como un “todo unificado”, pues ello produce un “sentimiento de poder”, de “omnipotencia” (Tarde, 1890; Le Bon, 1895; Trotter, 1916; McDougall, 1920; Freud, 1921), que conduciría a la exacerbación de los empujes agresivos que no se lograrían contener, puesto que los individuos tendrán menos motivos “para controlarse cuanto que, por ser la masa anónima, y por ende irresponsable, desaparece totalmente el sentimiento de la responsabilidad que frena de continuo a los individuos” (Le Bon, 1895, p. 15). En términos psicoanalíticos: “el individuo, al entrar en la masa, queda sometido a condiciones que le permiten echar por tierra las represiones de sus mociones pulsionales inconscientes” (Freud, 1921, p. 71), y por ello la disposición violenta en el hombre moderno en realidad es arcaica y permanece atemperada por los procesos psíquicos defensivos (represión), ligados a la conciencia moral (superyó), a la cultura, que regula la satisfacción de tendencias pulsionales inconscientes asociadas a las pulsiones, por lo cual Freud sostiene que el inconsciente “contiene, como disposición (constitucional), toda la maldad del alma humana” (p. 71).
Ahora, estas disposiciones constitucionales violentas que emergen en los individuos al hacer parte de la masa se potencian debido al fenómeno psicológico denominado como “contagio”, concebido por Le Bon (1895) y Freud (1921) como un fenómeno hipnótico, y que McDougall conceptualiza como “inducción primaria de afecto” (1920).
El concepto de contagio indica que en las masas: “todo sentimiento y todo acto son contagiosos, y en grado tan alto que el individuo sacrifica muy fácilmente su interés personal al interés colectivo” (Le Bon, 1895, p. 16), de modo que cuando el contagio actúa el individuo obedecería a “sugestiones” (fenómeno hipnótico) de otros miembros de la masa, pudiendo llegar a cometer “los actos más contrarios a su carácter y costumbres” (p. 16). Según Le Bon, la regresión anímica que homogeneiza a los sujetos y activa los instintos se intensifica con el fenómeno del contagio, lo que explica el hecho de que “la personalidad consciente ha desaparecido (…), la voluntad y el discernimiento quedan abolidos” (1895, p. 16), de forma semejante a como sucede en la hipnosis, por ello dice que el individuo:
(…) no tiene ya conciencia de sus actos. (…). Bajo la influencia de una sugestión, un impulso irresistible lo llevará a ejecutar ciertos actos. Y este impulso es todavía más irrefrenable en las masas que en el hipnotizado, porque siendo la sugestión idéntica para todos los individuos que la componen, se acrecienta por la reciprocidad (p. 16).
Además, cuando los individuos ingresan en la masa se produce un rebajamiento de la actividad intelectual y un notable aumento de la emotividad y la tendencia a la acción, lo cual deriva en una tendencia a transformar en actos las ideas sugeridas por otros miembros de la masa (sugestiones), por lo que a menudo son irracionales, irreflexivas y violentas (turba). Le Bon (1895) considera que al estar en una masa el individuo desciende temporalmente varios niveles en la escala de la civilización: “Aislado, era quizás un individuo culto; en la masa es un bárbaro, vale decir, una criatura que actúa por instinto. Posee la espontaneidad, la violencia, el salvajismo y también el entusiasmo y el heroísmo de los seres primitivos” (p. 17), por lo que, tanto Le Bon (1895) como Freud (1913; 1921), comparan el psiquismo y la conducta de individuos en la masa con la de los seres primitivos y los niños.
En resumen, Le Bon subraya las tendencias agresivas y violentas de las masas y las relaciona con el fenómeno de la regresión psicológica a una actividad anímica primitiva e inconsciente, característica de nuestros antepasados, pero que todavía tendría vigencia y se exteriorizaría en el “alma colectiva” que orienta las masas (Le Bon, 1895; Freud, 1913). Esta concepción de las masas fue objeto de múltiples críticas, debido a que enfatiza los aspectos violentos e irracionales de las masas, tal como lo comenta el propio Freud (1921). Sin embargo, Le Bon también explica que cuando las masas logran un alto nivel de ‘organización’ pueden adquirir nuevas propiedades, que evitan la aparición de los procesos psíquicos regresivos ligados a la violencia, lo que permite que estas formaciones humanas eleven su nivel ético y moral, y se conduzcan de forma civilizada y hagan grandes aportes a la cultura (Freud, 1921). Por ello, la perspectiva de Le Bon fue tenida en cuenta, pues no disimula ni esconde las conductas violentas de las masas y, por el contrario, devela estos aspectos que tanto nos interesan al estudiar las barras de fútbol, lo que muestra al mismo tiempo que es posible hacer que una masa desorganizada y violenta se vuelva organizada y civilizada.
Al hablar de la manipulación de las masas, Le Bon señala que tales agrupaciones pueden ser volubles, excitables, influenciables, crédulas, acríticas, impulsivas y violentas; añade que a menudo la masa es guiada por factores inconscientes y tiene poco interés por la autoconservación, siendo notable el hecho de que en esta, en la masa “ninguna instancia racional mide su acuerdo con la realidad (…) Pasa pronto a los extremos, la sospecha formulada se le convierte enseguida en certidumbre incontrastable, un germen de antipatía deviene odio salvaje” (p. 32). Sobre este incremento de la afectividad y la violencia del sujeto en la masa Freud comenta que:
Idéntica identificación extrema y desmedida de todas las mociones afectivas es inherente también a la afectividad del niño, y se reencuentra en la vida onírica, donde, merced al aislamiento (…) de las mociones afectivas singulares que predominan en el inconsciente, un ligero enojo del día se expresa como deseo de muerte contra la persona culpable, o una leve tentación se convierte en la impulsora de una acción criminal figurada en el sueño (1921, p. 75).
Es evidente que estas descripciones aportadas por los principales autores de la psicología de las masas (Tarde, 1890; Le Bon, 1895; Trotter, 1916; McDougall, 1920; Freud, 1921) permiten comprender que los hechos de violencia en las barras de fútbol pueden estar influidos por los fenómenos de identificación, contagio e imitación, en los cuales el individuo ejecuta comportamientos violentos y hasta autodestructivos, contrarios a su personalidad y conducta cotidiana, al estar influido por el contagio de dichas tendencias agresivas y violentas presentes en otros miembros de la barra, los cuales frecuentemente sugestionan a otros individuos, gracias a los procesos psíquicos de identificación que el psicoanálisis destaca.
Características de las barras de fútbol
En investigaciones recientes realizadas en Colombia e internacionalmente, se halla una caracterización de las barras de fútbol, en estas se muestra que, en general, dichas agrupaciones están compuestas en su mayoría por adolescentes y jóvenes varones (Dunning, Murphy & Williams, 1996; Pacheco, 2000; Cardona, 2001; Arias, 2003; García, 2003; Adán, 2004; Arbeláez, 2004; Clavijo, 2004; Palacio & Ruiz, 2004; Garriga, 2005; Alabarces, 2006; Aranda, 2006; Díaz, Quiceno & Rodríguez, 2007; Ramírez, 2007; Salcedo & Rivera, 2007; Roffé & Jozami, 2010). Al respecto, se sabe que los adolescentes y jóvenes presentan un mayor grado de sugestionabilidad en situaciones de presión de grupo (Erikson, 1959), tales como las que ocurren en las barras de fútbol y las masas psicológicas, tal como indican estudios previos donde se destaca el hecho de que “la influenciabilidad característica de los adolescentes y jóvenes se vería reforzada, sobredeterminada, por la influencia de los fenómenos de las masas (en este caso la barra)” (Castaño & Uribe, 2014, p. 259).
Las investigaciones efectuadas en Colombia evidencian que en algunas barras de fútbol se presentan altos niveles de consumo de sustancias psicoactivas entre algunos de sus miembros, así como también reportan que algunos individuos que pertenecen a estas barras suelen incurrir en diversas conductas de violencia física, riñas, entre las que destacan las agresiones entre más de dos personas, entre grupos, casi siempre miembros de barras de equipos contrarios, o entre barristas y miembros de la Policía Nacional; con menor frecuencia se observan riñas entre miembros de la misma barra, o de barras del mismo equipo, siendo el consumo de drogas un factor que puede aumentar el riesgo de incurrir en actos violentos (Castaño, Restrepo & Uribe 2014). Estos datos fueron corroborados en reportajes periodísticos que circulan en los diferentes medios de comunicación masivos del país (El Colombiano, 2002; El Espectador, 2008; El Espectador, 2012). En una de las investigaciones efectuadas en Medellín se describe a los integrantes de las dos principales barras de esta ciudad, veamos:
Del total de sujetos entrevistados, 570 se declaran hinchas de uno de los equipos de fútbol de la ciudad de Medellín. El 82,6% son hombres y el 17,2% restante mujeres; por grupo de edad se evidenció que el 75,8% está entre los 13 y 24 años, y el 22,1% entre 25 y 34 años, con una edad media de 21,08 años (DE = 5,075). En su mayoría se registró para el estado civil la condición de soltero con un 85,3%, 13% con pareja estable (casados o en unión libre) y un 1,6% separado. Respecto a la ocupación u oficio, un poco más del 58% son estudiantes, 29,1% con trabajo fijo u ocasional y un 11,1% desempleado; en cuanto al nivel educativo, el 46,8% tiene estudios de secundaria, el 31,2% está en la universidad, 17,2% tiene estudios técnicos y 3% estudios de básica primaria. Solo un 0,5% no tienen estudios, finalmente el 61,8% son de estrato socioeconómico medio, el 33,2% bajo y 4,2% alto (Castaño, Restrepo & Uribe, 2014, p. 82).
Asimismo, en los estudios realizados en la ciudad de Medellín (Castaño, Uribe & Restrepo, 2014), se describe que los actos más ejecutados son: empujar, estrujar, derribar, rasgar la camiseta a otro, y golpear con las extremidades (superiores e inferiores) y con extensiones (palos, tubos), en algunas ocasiones se utilizan armas blancas (navajas, cuchillos, machetes, entre otros) y de fuego (revólver y pistola), artefactos explosivos de fabricación casera, que causan lesiones personales y hasta la muerte. También se han registrado actos de vandalismo diversos (destruir y pintar las fachadas de casas, automóviles, establecimientos comerciales, infraestructura del metro, mallas y separadores de la vía pública).
En cuanto a las conductas de violencia verbal, los estudios describen el uso frecuente de un vocabulario soez y obsceno; insultos, afrentas, amenazas y humillaciones, incluidos algunos de los cánticos típicos que entonan para apoyar al equipo propio e intimidar a los rivales. Respecto de este tipo de violencia, que es típica entre los miembros de las barras de fútbol, y hace parte de sus códigos, de sus formas de interacción, que dota de identidad y da cohesión interna a la barra de fútbol, en estudios previos se señala que:
Paradójicamente estos actos de violencia verbal podrían actuar como un fenómeno de doble filo o de doble cara, pues pueden ser un factor de riesgo para la violencia física o un factor protector frente a la emergencia de conductas violentas, específicamente de violencia física. Ello se debe a que la función de la lucha ritualística no es otra que aportar a la autoconservación de la especie, del grupo, ya que resulta evidente que la lucha física, real, genera lesiones personales e incluso la muerte. Por lo tanto, es necesario que los propios miembros de las barras tomen conciencia de la necesidad de evitar la lucha física y de permanecer en el plano de la lucha ritual, o de la violencia verbal, si se quiere. En otras palabras, la lucha ritualística posterga, pospone, hace innecesaria la lucha física, el enfrentamiento físico que produce lesiones personales o la muerte (Castaño & Uribe, 2014, p. 265).
Por último, en cuanto a las conductas imitativas, las investigaciones adelantadas en la ciudad de Medellín (Castaño & Uribe, 2014), describen que el tipo de acto más imitado entre los miembros de las barras es realizar las conductas (rituales) de apoyo al equipo, como; estar de pie, saltar, aplaudir, silbar, insultar, enarbolar las banderas o las camisetas, empuñar la mano, participar en la “avalancha” (celebración de gol que consiste en correr en masa hacia la parte baja de la tribuna) o en el “pogo” (tipo de baile en el que se ejecutan golpes contra el cuerpo del otro), y entonar los cánticos. En segundo lugar, las conductas más imitadas son el consumo de sustancias psicoactivas (alcohol, marihuana, entre otras) y los enfrentamientos verbales (insultar, humillar, amenazar, entre otros) y físicos (golpear con puños, patadas, con extensiones y objetos), así como la participación en disturbios, como colarse en la fila y realizar actos vandálicos.
En resumen, según los resultados de las observaciones emprendidas en investigaciones previas (Dunning, Murphy & Williams, 1996; Pacheco, 2000; Cardona, 2001; Arias, 2003; García, 2003; Adán, 2004; Arbeláez, 2004; Clavijo, 2004; Palacio & Ruiz, 2004; Garriga, 2005; Alabarces, 2006; Aranda, 2006; Díaz, Quiceno & Rodríguez, 2007; Ramírez, 2007; Salcedo & Rivera, 2007; Roffé & Jozami, 2010), algunos miembros de las barras de fútbol en ocasiones incurrieron en actos de violencia física y verbal (así como otros comportamientos) cuando otros miembros de la barra de la que hacen parte inician tales conductas violentas, de suerte que la conducta violenta en ocasiones parece ser producto del contagio de emociones (ira) y empujes agresivos, que son imitados debido a las identificaciones y sugestiones recíprocas que existen entre los miembros de la barra (Castaño & Uribe 2014).
Análisis y discusión
Investigaciones realizadas en Colombia muestran que algunos de los principales factores que inciden en el actuar violento de los sujetos en las barras de fútbol radicaban en los fenómenos de identificación, sugestión e imitación o contagio de actitudes y comportamientos que aparecen típicamente en estos grupos, los cuales no han sido objeto de los reportajes periodísticos actuales.
Respecto de la actuación violenta y la imitación, no puede establecerse una relación de causalidad, pues no todos los miembros de las barras imitan la conducta violenta de los demás, por lo cual no puede establecerse una relación de causalidad directa o indirecta entre los fenómenos de la psicología de las masas y los comportamientos violentos observados en miembros de barras de fútbol y descritos en investigaciones científicas y reportajes periodísticos, sino tan solo una co-ocurrencia entre estos fenómenos en algunos casos, que no pueden generalizarse, siendo necesario realizar nuevas investigaciones que puedan demostrar esta relación de causalidad a través de diseños metodológicos con alcance correlacional (Castaño & Uribe 2014).
Este tipo de investigación permitiría concebir los fenómenos de psicología de las masas como posibles factores de riesgo para la emergencia de la conducta violenta en estas poblaciones, y, de esa manera, se podría elaborar un panorama de factores de riesgo que oriente la construcción de políticas y programas de prevención e intervención de la violencia en las barras de fútbol en Colombia. Aun cuando existen otros factores que pueden determinar las conductas violentas en los miembros de las barras de fútbol (Castaño & Uribe 2014), se piensa que la imitación, el contagio y los fenómenos psicológicos que ocurren en las masas constituyen factores que podrían llegar a incidir sobre la capacidad de regulación de los impulsos agresivos y el comportamiento violento en adolescentes y jóvenes que pertenecen a las barras de fútbol, siendo necesario construir programas psicopedagógicos que permitan realizar intervenciones sobre estos fenómenos de masas para controlar o reducir su posible efecto nocivo sobre los individuos, por lo cual a continuación se describirá y analizará la acción que pueden ejercer los fenómenos psicológicos de las masas sobre la conducta de los barristas para evitar la comisión de actos de violencia.
En las barras de fútbol la antipatía hacia los miembros de otras barras (pertenecientes a otros equipos de fútbol) es uno de los factores asociados a los fenómenos de violencia, pues a partir de estas antipatías suele crearse un odio dirigido hacia los miembros de otra barra de fútbol, o hacia aquel que es distinto y representa un enemigo, odio que puede derivar en fenómenos de agresividad y violencia (Dunning, Murphy & Williams, 1996; Pacheco, 2000; Cardona, 2001; Arias, 2003; García, 2003; Adán, 2004; Arbeláez, 2004; Clavijo, 2004; Palacio & Ruiz, 2004; Garriga, 2005; Alabarces, 2006; Aranda, 2006; Díaz, Quiceno & Rodríguez, 2007; Ramírez, 2007; Salcedo & Rivera, 2007; Roffé & Jozami, 2010), en los cuales no hay regulación psíquica de tales actos, dada la anulación o alteración temporal de estas capacidades reguladoras de las tendencias violentas (conciencia moral, superyó, capacidades cognitivas), que se exacerban por la intensificación de estados afectivos intensos (ira), y se acrecientan por efecto del contagio recíproco de emociones posibilitado por los procesos de identificación, que a su vez intensifican la influencia de la masa sobre los individuos (Freud, 1921).
Así pues, destacamos la notable influencia que ejercen los procesos psíquicos de identificación en estas masas, pues con base en estos procesos se crean vínculos que cohesionan a los miembros de la barra, ya que entre el o los líderes y los demás integrantes se producen identificaciones verticales (los miembros quieren ser como el conductor), así como entre estos últimos se producen identificaciones horizontales (ser como los demás miembros, iguales), siendo la antipatía un factor que tiene por premisa el hecho de que el otro diferente, objeto de la antipatía, es diverso, es distinto, es decir, no hay identificación con ese otro, que entonces pasa a ser considerado como enemigo, proceso psicosocial denominado por Freud como “narcisismo de las pequeñas diferencias”, que busca mantener la cohesión interna (Freud, 1921; Uribe, 2013; Castaño & Uribe 2014).
Otro de los fenómenos más notables de las masas, según Le Bon (1895), consistirá en que: “Quien quiera influirla no necesita presentarle argumentos lógicos, tiene que pintarles las imágenes más vivas, exagerar y repetir siempre lo mismo” (p. 37). Estas observaciones sugieren la necesidad de examinar el grado de sugestionabilidad que se presenta en las barras de fútbol en relación con sus líderes, o con aquellos individuos que estimulan la típica antipatía entre hinchas (el narcisismo de las pequeñas diferencias), así como los actos de violencia, pues muchos de los miembros de las barras contagian a otros miembros con estados emotivos intensos de ira asociados a las tendencias violentas, que son las que más fácilmente se contagian en las masas (Castaño & Uribe, 2014).
La sugestionabilidad y las identificaciones, entonces, serían dos factores que permiten modificar la conducta del individuo en la masa, fenómenos que tienen por base la alta influencia que ejerce el líder o conductor de la masa, o algunos de sus miembros (Castaño & Uribe, 2014). Es claro que para Le Bon el nivel moral de los individuos desciende cuando estos están insertos en una masa, pues “al reunirse los individuos de la masa desaparecen todas las inhibiciones y son llamados a una libre satisfacción pulsional de todos los instintos crueles, brutales, destructivos, que dormitan en el individuo como relictos del tiempo primordial” (Le Bon, 1895, p. 39). Así, al estar en la masa el individuo puede experimentar un rebajamiento intelectual junto a la propia masa, de modo que también la conducta ética de esta última puede rebajar notablemente, y sentar las bases para la ejecución de actos violentos (Le Bon, 1895, p. 39).
Esta explicación permite a Le Bon comparar el alma de las masas con el alma de los primitivos, al tiempo que faculta a Freud, desde el Psicoanálisis, a extender tal comparación para incluir la vida anímica de los niños y de los neuróticos, en tanto en todos estos casos hay un rasgo común en la vida anímica inconsciente, a saber: “las ideas opuestas pueden coexistir y tolerarse sin que su contradicción lógica dé por resultado un conflicto” (Freud, 1921, p. 75).
Conclusiones
Aun cuando la estructura moral del individuo normalmente podría censurar y rechazar la realización de actos violentos, y crear un conflicto intrapsíquico que previene contra la satisfacción de las tendencias pulsionales destructivas, la tendencia a la coexistencia de disposiciones morales contrarias, al estar en la masa, anula la inconciabilidad (según la expresión de Freud) de tales representaciones morales, anula el conflicto intrapsíquico, siendo posible que mientras el individuo haga parte de la barra de fútbol (así como aquellos que no hacen parte de la barra pero son seguidores del mismo equipo de fútbol) y esta actué de forma violenta, dicha estructura psicológica se modifique temporalmente y de esa manera no opondría obstáculos o reclamos morales ante la comisión de actos violentos, gracias a la identificación con los miembros de la masa y al narcisismo de las pequeñas diferencias que dirige el empuje destructivo hacia afuera de la barra.
Para Le Bon (1895), la masa requiere de un líder, de un conductor, al que se somete instintivamente, pues esta se comporta como un rebaño obediente a su autoridad (p. 86). El conductor debe poseer una intensa creencia en algo que la masa también comparte, debe ser alguien con una voluntad poderosa, imponente, que la masa acepta, en tanto implica una suerte de ‘prestigio’, que puede ser propio del conductor (previo) o puede ser adquirido, el cual “paraliza por completo nuestra capacidad de crítica y nos llena de asombro o respeto” (Le Bon, 1895, p. 96). Este poder del líder es comparado por el autor con el fenómeno de la fascinación en la hipnosis, de modo que el conductor ejerce un notable influjo sobre los miembros de la masa, de manera semejante al del hipnotizador sobre el sujeto hipnotizado, influjo que en ocasiones puede hacer que disminuya el nivel ético y moral de los sujetos, llegando a sugestionar a los integrantes de la masa para incurrir en actos agresivos y violentos, que incluso transgreden las leyes penales y las normas de convivencia (Freud, 1913; Freud, 1921, p. 79).
Como puede colegirse, en el caso de las barras de fútbol es importante estudiar el nivel de eticidad de sus líderes, pues es evidente que si estos presentan un bajo nivel ético no es lógico esperar que estos sujetos conduzcan las barras hacia un comportamiento civilizado y ético. Así, si se quiere producir una regulación interna de la violencia en las barras, habría que empezar por examinar la pertinencia de los líderes de las mismas como conductores, pues un líder que promueve la comisión de actos violentos representaría un factor que podría aumentar la posibilidad de que se produzcan comportamientos violentos dentro de la barra de fútbol.
Sin embargo, Le Bon y Freud también observan que es posible que la masa eleve su eticidad, siendo indispensable que estas no se constituyan de forma pasajera, efímera, sino de manera más estable, más permanente, pues ello permite dotarlas de cierto nivel de “organización”, como lo plantea McDougall (1920), que actúa como un factor que evita el rebajamiento de la capacidad cognitiva (autocrítica), así como el aumento de la emotividad, lo cual está implicado en los fenómenos de regresión que se producen en las masas efímeras, sin mayor nivel de organización.
Esta última observación resulta fundamental pues indica un factor clave para pensar las formas de prevención e intervención de los fenómenos de violencia que se producen en las masas, entre las cuales se cuentan las barras de fútbol, a saber: al dotar a las barras de un mayor nivel de “organización” se estarían sentando las bases para prevenir los actos violentos, pues de ese modo se podrían establecer jerarquías, reglas y normas de comportamiento dentro de la barra, que actúan como un factor ético y moral que puede regular o influir en las disposiciones agresivas y violentas que suelen emerger en el contacto con otras barras de fútbol, o con la Policía, grupos o masas ante las cuales existen típicas antipatías, que a menudo derivan en los actos violentos entre estas (Dunning, Murphy & Williams, 1996; Pacheco, 2000; Cardona, 2001; Arias, 2003; García, 2003; Adán, 2004; Arbeláez, 2004; Clavijo, 2004; Palacio & Ruiz, 2004; Garriga, 2005; Alabarces, 2006; Aranda, 2006; Díaz, Quiceno & Rodríguez, 2007; Ramírez, 2007; Salcedo & Rivera, 2007; Roffé & Jozami, 2010; Castaño & Uribe 2014).
Este factor, la “organización” de la masa, podría ser considerado entonces como un factor protector, que ayudaría a disminuir el riesgo de que se presenten las conductas violentas dentro de las barras de fútbol. De este modo, más allá de las disposiciones legales (sanciones y castigos previstos en la Ley 1445) y las políticas represivas (procedimientos de dispersión y evacuación de la Policía Nacional) con que se ha intentado hacer frente a estas problemáticas psicosociales, se hace necesario realizar otro tipo de intervención, de tipo psicopedagógica, para que los propios miembros de las barras introduzcan un mayor nivel de organización a las mismas, procesos que se vienen gestando en estas agrupaciones en las “mesas de trabajo”, sin que exista un verdadero apoyo del Estado colombiano o de los clubes de fútbol, que deberían interesarse en estos procesos, en los cuales los barristas realizan una notable labor social de formación de los niños y jóvenes en prevención de la violencia y desarrollo personal y comunitario, que contrasta evidentemente con los actos de violencia en los que a veces incurren