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Avances en Psicología Latinoamericana
Print version ISSN 1794-4724On-line version ISSN 2145-4515
Av. Psicol. Latinoam. vol.29 no.2 Bogotá June/Dec. 2011
Relaciones entre la percepción que tienen los niños de los estilos de relación y de la empatía de los padres y la conducta prosocial en la niñez media y tardía
Relationship among children's perception of parental relationship and parental empathy and prosocial behaviour during childhood
Relações entre a percepção que têm as crianças dos estilos de relação e da empatia dos pais e a conduta pró-social na infância média e tardia
MARÍA CRISTINA RICHAUD DE MINZI*
VIVIANA LEMOS, BELÉN MESURADO
* Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Psicología Matemática y Experimental Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas Buenos Aires, Argentina Correspondencia: Tte. Gral. Perón 2158 (1040) Buenos Aires - Argentina. Teléfono: 54(11) 4953 1477. Fax: 54(11) 4953 3541. E-mail: minzi@ciudad.com.ar.
Fecha de recepción: 5 de noviembre de 2010
Fecha de aceptación: 12 de julio de 2011
Resumen
El objetivo de este trabajo consiste en estudiar si la percepción que tienen los niños de la relación con sus padres y de la empatía de sus padres se relaciona con la conducta prosocial en la infancia. Se trabajó con una muestra de 934 niños argentinos, de 9 a 12 años, de ambos sexos, de nivel socioeconómico medio. Se les administró la Escala Argentina de Percepción de la Relación con los Padres (Richaud de Minzi, 2007), una adaptación argentina de la Escala de Comportamiento Prosocial (CP) de Caprara y Pastorelli (1993) y un cuestionario que mide la Percepción de los niños de la empatia parental (Richaud de Minzi, 2006). Los modelos hipotéticos fueron analizados mediante ecuaciones estructurales y mostraron muy buenos indices de ajuste. Los estilos parentales de aceptación y control patológico incidieron sobre la conducta prosocial de los hijos de manera positiva y negativa respectivamente. Asi también, la percepción de empatia parental (toma de perspectiva y preocupación empática) se asoció positivamente con la prosocialidad de los hijos. Por último, tanto la aceptación parental como el control patológico se asociaron, aunque en sentido contrario, con la percepción de empatia parental, mientras que la negligencia parental no presentó relación ni con la empatía parental ni con la prosocialidad de los niños.
Palabras clave: estilos parentales, empatia parental, conducta prosocial, infancia, estudio ex post facto.
Abstract
The objective of this work is to study if children's perception of parental relationship and parental empathy can predict prosocial behaviour during childhood. The sample was composed of 934 Argentine children, aged 9 to 12, of middle socio-economical level. The participants completed Argentine scale of Children Perception of Parental Relationship (Richaud de Minzi, 2007), an Argentine adaptation of Scale of Prosocial Behaviour (Caprara and Pastorelli, 1993) and a questionnaire to measure children's perception of parental empathy (Richaud de Minzi, 2006). Structural equations modelling (SEM) analyses were conducted to explore our hypotheses. Six theoretical models fit the data very well. The results showed that parental styles of acceptance and pathological control impact on children prosocial behavior. Children's perception of parental empathy was positively associated with children prosocial behavior. Finally, parental acceptance and pathological control were associated with children's perception of parental empathy, but negligent parental behaviour did not.
Keywords: parental relationships, parental empathy, prosocial behaviour, childhood, ex post facto study.
Resumo
O objetivo deste trabalho consiste em estudar se a percepção que têm as crianças da relação com seus pais e da empatia de seus pais se relaciona com a conduta pró-social na infância. Trabalhou-se com uma amostra de 934 crianças argentinas, de 9 a 12 anos, de ambos os gêneros, de nível socioeconómico meio. Se lhes administrou a Escala Argentina de Percepção da Relação com os Pais (Richaud de Minzi, 2007), uma adaptação argentina da Escala de Comportamento Pró-social (CP) de Caprara e Pastorelli (1993) e um questionário que mede a percepção das crianças da empatia parental (Richaud de Minzi, 2006). Os modelos hipotéticos foram analisados mediante equações estruturais e mostraram muito bons indices de ajuste. Os estilos parentais de aceitação e controle patológico incidiram sobre a conduta pró-social dos filhos de forma positiva e negativa respectivamente. Igualmente, a percepção da empatia parental (toma de perspectiva e preocupação empática) associou-se positivamente com a pró-socialidade dos filhos. Por último, tanto a aceitação parental como o controle patológico se associaram em sentido contrario, com a percepção de empatia parental, enquanto que a negligencia parental não apresentou relação nem com a empatia parental nem com a pró-socialidade das crianças.
Palavras chave: estilos parentais, empatia parental, conduta pró-social, infância, estudo ex post facto.
Introducción
La conducta parental, en todas las sociedades humanas, se manifiesta a través de dos grandes dimensiones: la aceptación y el rechazo (Garcia, Lila y Musitu, 2005), expresándose en un continuo en el que, en un extremo, se encuentran los padres que demuestran su amor, aceptación y afecto, tanto verbal como fisicamente y, en el otro extremo, aquellos que sienten rechazo por sus hijos, manifestando desaprobación o indiferencia, utilizando un trato severo y abusivo. El rechazo parental puede adoptar diversas formas, tales como la hostilidad y agresividad que se expresan en los estilos parentales que utilizan como forma de control el abuso fisico o verbal, asi como también la indiferencia que se expresa a través de una falta de control que lleva a la negligencia.
Son muchos los estudios desarrollados en relación con los efectos de la conducta parental en el desarrollo social, emocional y cognitivo de los hijos (Baumrind, 1978; Rothbaum, y Weisz, 1994; Steinberg, Lamborn, Darling, Mounts y Dornbusch, 1994; Chao y Willms, 2002; Gershoff, 2002; Repetti, Taylor y Seeman, 2002; Mestre, Samper, Tur, Cortés y Nácher, 2006; Mestre, Tur, Samper, Nácher y Cortés, 2007). En cuanto a su influencia sobre el desarrollo de la empatia y la conducta prosocial y más específicamente en la niñez media y tardía, la investigación empirica es menor (Fuentes, 1990; López, 1990, 1994; Calvo, González y Martorell, 2001; Mestre, Samper y Frías, 2002; Pakas-lahti, Karjalainen y Keltikangas-Jarvinen, 2002).
Según Baumrind (1978), la socialización es un proceso iniciado por los adultos que se lleva a cabo mediante la educación, el entrenamiento y la imitación y por medio del cual los niños adquieren dicha cultura. Por lo tanto los padres tienen una gran incidencia sobre la personalidad y la competencia de sus hijos. En consistencia con Baumrind (1978) y Bornstein (2007) se definen las prácticas de crianza en términos de su propensión a movilizar a los niños hacia las metas que la propia cultura considera importantes.
Sin duda, el comportamiento prosocial, considerado como un factor de protección moderador de la agresividad y como una disposición que favorece la adaptación y las habilidades sociales (Carlo, Raffaelli, Laible y Meyer, 1999; Caprara, Barbaranelli, Pastorelli, Bandura y Cimbrado, 2000; Carlo, Mestre, Samper, Tur y Armenta, 2010a), es un recurso valorado por la sociedad. El comportamiento prosocial es aquel llevado a cabo voluntariamente con el fin de ayudar o beneficiar a otros (Holmgren, Eisenberg y Fabes, 1998; Roche Olivar, 1998; Pakaslahti et al., 2002).
Diferentes estudios han considerado a la empatia como uno de los factores predictores o moduladores de la conducta prosocial, aportando evidencia acerca de la relación positiva entre empatía y conducta prosocial (Hoffman, 1987, 1990; Batson et al., 1991; Caprara y Pastorelli, 1993; Bermejo, 1996; Carlo et al., 1999). La empatía con las necesidades de los demás favoreceria los actos altruistas (Batson y Coke, 1981; Bandura, 1987; Hoffman, 1987, 1989, 1990).
La empatia es una reacción emocional producida por y congruente con el estado emocional del otro (Eisenberg, Carlo, Murphy y Van Court, 1995; Holmgren, Eisenberg y Fabes, 1998; Eisenberg, Zhou y Koller, 2001), que implica la toma de perspectiva como dimensión cognitiva y la simpatia o preocupación empática como dimensión afectiva. La toma de perspectiva hace referencia a la capacidad cognitiva de ponerse en el lugar del otro, mientras que la preocupación empática o simpatía implica la capacidad emocional de sentir con el otro. Cuando la persona no puede tomar distancia del otro en los momentos de crisis emocional, tiende a sentirse intranquila o incómoda ante el requerimiento de ayuda del otro y experimenta malestar personal o distrés por empatía (Underwood y Moore, 1982; Eisenberg et al., 1995; Hoffman, 1997).
Los padres tienen un rol muy importante en el aprendizaje y modelado de cómo expresar e interpretar las emociones ya que las interacciones tempranas entre padres e hijos son el escenario perfecto de aprendizaje. Durante la infancia los cuidadores influyen sobre el desarrollo emocional en la medida en que proveen estimulos para la emotividad en momentos apropiados, refuerzan y estimulan la expresión emocional y responden a variaciones sutiles en las expresiones de los niños. La empatía de los niños se halla influida entonces en gran medida por experiencias tempranas de relación interpersonal (Krevans y Gibbs, 1996; Carlo, Mestre, Samper, Tur y Armenta, 2010b). En este sentido, en estudios anteriores se ha encontrado que la empatía de los niños está en gran parte explicada por los sentimientos empáticos que los niños perciben en sus padres (Valiente et al., 2004; Richaud de Minzi, 2006).
Los padres pueden estimular la actividad empática compasiva modelando la preocupación empática y utilizando formas de disciplina con orientación afectiva, que ayuden a los niños a entender los efectos perjudiciales de la angustia que puedan haber causado a otros (Zahn-Waxler, Radke-Yarrow, y King, 1979; Barnett, 1987; Zahn-Waxler, Radke-Yarrow, Wagner y Chapman, 1992).
Eisenberg y Fabes (1998) encontraron que la conducta prosocial es el resultado de múltiples factores individuales y situacionales incluyendo los estilos de crianza parental y los aspectos empáticos relacionados. Por ejemplo estos investigadores observaron que la calidez y aceptación parental facilita las acciones prosociales. Otros estudios mostraron que algunas prácticas parentales como la utilización de recompensas sociales se relacionan positivamente con las conductas prosociales (Carlo, McGinley, Hayes, Batenhorst y Wilkinson, 2007).
Doyle, Moretti, Brendgen y Bukowski (2004) afirman que la calidad de las relaciones padres-hijo resultó ser un importante predictor del ajuste del niño en la infancia media y tardía. Los niños que tenían buenas relaciones con sus padres eran menos proclives a experimentar agresión manifiesta o indirecta, molestar a otros o involucrarse con pares transgresores. Estos niños se involucraban más en su trabajo escolar, tenian una más alta autoestima, menos problemas internalizados y menos probabilidad de ser victimizados por otros. Chao y Willms (2002) encontraron que las prácticas positivas de los padres (sensible, racional, crianza firme) causaban un importante efecto positivo en los resultados de los niños, incluyendo los niveles de problemas de conducta y conductas prosociales.
Por otra parte el castigo y las interacciones punitivas entre padres y niños combinados con un control pobre de parte de los padres contribuyen a generar problemas de conducta en la infancia tardía (Dishion, Patterson, Stoolmiller y Skinner, 1991; Conger, Patterson y Ge, 1995).
De acuerdo con hallazgos previos, podría esperarse que la aceptación de los padres se asocie positivamente con las conductas prosociales. Sin embargo, en la mayoría de estos estudios se ha analizado cómo influye la aceptación y el control moderado de los padres sobre la prosocialidad de los niños, pero quedaría sin explicar cómo influyen el control extremo o patológico y la negligencia. Por otra parte, tal como lo expresan los estudios anteriormente mencionados, existiria una relación entre la empatía del niño y su conducta prosocial. Sin embargo, no se ha estudiado cómo influye el modelado de la empatía por parte de los padres, tal como es percibido por los niños. A pesar de las hipótesis en sentido contrario, diversos autores fracasaron en hallar una relación significativa entre la empatía de los padres y la de los hijos, aunque utilizaron instrumentos de mediación similares (Strayer & Roberts, 1989; Hunter & Schmidt, 1990; Bernadett-Shapiro, Ehrensaft, & Shapiro, 1996). En estudios previos, no obstante, se ha encontrado que cuando se considera la percepción que el niño tiene de la empatía de sus padres, existe una relación significativa con el desarrollo de su propia empatía (Richaud de Minzi, 2006).
Finalmente, la mayoría de los trabajos en los que se relaciona la aceptación de los padres, la empatía del niño y la conducta prosocial del mismo, se han realizado en adolescentes.
Por lo tanto, en este trabajo estudiaremos en la infancia media y tardía un modelo general que analice:
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Si la aceptación, el control patológico (agresión, aislamiento, castigo) y el desinterés parental o negligencia se relacionan con la conducta prosocial de los niños y si lo hacen en forma diferente.
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Si la toma de perspectiva y la preocupación empática de los padres tal como son percibidas por los niños, se relacionan con la conducta prosocial de los mismos.
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Si los estilos parentales (aceptación, control extremo o patológico y desinterés parental o negligencia) percibidos se relacionan con la percepción de la empatía parental (toma de perspectiva y preocupación empática) por parte de los niños.
Método
Participantes
Se trabajó con 934 niños, de ambos sexos, de clase media, de 9 (N = 173; 87 mujeres y 86 varones), 10 (N = 287; 128 varones y 159 mujeres), 11 (N = 311; 159 varones y 152 mujeres) y 12 (N = 163; 80 varones y 83 mujeres), de escuelas primarias de la ciudad de Buenos Aires. La muestra original fue de 1.050 niños, de los cuales se excluyeron 64 por tener alguna de las pruebas incompleta y 52 porque se negaron a participar o sus padres no firmaron el consentimiento informado. Los instrumentos fueron administrados a los niños en sus respectivas escuelas, en grupos de 15 niños por sesión. Los instrumentos se administraron a cada grupo por tres psicólogos, en dos sesiones de una hora y media cada una.
Procedimiento ético
Para acceder a las escuelas se solicitó una entrevista con los directivos, a quienes se les proporcionó una copia del proyecto brindándoles información relevante vinculada a los objetivos y procedimientos de la investigación. Una vez otorgada la autorización por parte de los directivos de las escuelas, se preparó una nota de consentimiento informado para los padres, la cual fue enviada a la familia de cada niño, para explicarle los objetivos de la investigación así como también los procedimientos de administración de las diferentes pruebas, quedando expresamente dicho que la participación de los niños era voluntaria y anónima. El permiso escrito por parte de los padres fue obtenido antes de comenzar con la recolección de los datos. Finalmente, se informó a los niños el propósito del estudio, aclarándoles que podian negarse a participar o a responder a alguna pregunta, si asi lo deseaban.
Instrumentos
Escala Argentina de Percepción de la relación con los padres para niños de 8 a 12 años (Richaud de Minzi, 2007)
Esta escala consta de 32 ítems que se responden Sí, más o menos, No. El análisis factorial (N=1.423) indicó cinco tipos de relaciones, tanto con el padre como con la madre: 1) Aceptación (alpha .92 para la madre y .89 para el padre); 2) control normal o aceptable (alpha .75 para ambos padres); 3) control estricto, no patológico pero menos aceptado (.81 para la madre y .65 para el padre); 4) control patológico (alpha .72 para la madre y .81 para el padre ), y 5) autonomía extrema (alpha .60 para ambos padres).
En este trabajo estudiaremos la dimensión positiva aceptación, que implica una relación parental centrada en el niño, aceptación de la individuación y un estilo de relación basado en el afecto y la contención. Por otra parte, también analizaremos dos dimensiones negativas como modalidades diferentes de rechazo: el control patológico, basado en la hostilidad física o verbal, y la negligencia, caracterizada por la indiferencia parental reflejada en la falta de interés y preocupación por las necesidades emocionales, sociales y fisicas del niño.
Escala de Comportamiento Prosocial (CP) (Caprara y Pastorelli, 1993)
En este estudio se utilizó la traducción española de Del Barrio, Moreno y López (2001). La escala consta de 15 ítems que evalúan la conducta de ayuda, de confianza y simpatía a través de tres alternativas de respuesta en función de la frecuencia con que se den cada una de las conductas descritas, por ejemplo: "ayudo a mis compañeros a hacer los deberes"
Percepción de los niños de la empatía parental (Richaud de Minzi, 2006)
La empatía que los niños perciben en sus padres fue estudiada mediante dos cuestionarios, uno con respecto a la madre y el otro al padre, con 28 ítems cada uno correspondientes a los ítems del Interpersonal Reactivity Index (IRI) (Davis, 1980, 1983) en su adaptación argentina (Richaud de Minzi, 2008), pero referidos a los padres. Por ejemplo: "Me preocupan y conmueven las personas menos afortunadas que yo", "A mi madre le preocupan y conmueven las personas menos afortunadas que ella", "Me resulta dificil ver las cosas desde el punto de vista de otra persona", "A mi padre le resulta dificil ver las cosas desde el punto de vista de otra persona". Estos cuestionarios fueron estudiados en una muestra de 387 niños (190 varones y 197 mujeres), de entre 9 y 12 años, que asistian a escuelas públicas de la ciudad de Buenos Aires, resultando cuatro factores en cada caso (madre y padre): Toma cde Perspectiva, Fantasia, Preocupación empática y Distrés personal, similares a los encontrados en el Cuestionario original de Davis en su adaptación argentina. Los alphas de Cronbach obtenidos para analizar la fiabilidad como consistencia interna oscilaron entre .64 y .72.
En este trabajo sólo se incluirán las dimensiones funcionales de la empatía: la toma de perspectiva y la preocupación empática o simpatía.
Procedimientos para el análisis de los datos
Se realizaron seis ecuaciones estructurales, modelos híbridos, que representaban distintos modelos de relación entre las variables.
Se decidió separar el efecto de la percepción de las relaciones positivas con los padres, del efecto del control patológico en relación con la prosocialidad de los niños, medida a través de un constructo unidimensional. Esta decisión se basó en que muchas veces las relaciones positivas con los padres defienden a los niños de desarrollar conductas desadaptativas pero no necesariamente se relacionan de manera significativa con conductas funcionales. Lo mismo pasa con las relaciones negativas que por lo general se asocian con conductas pobremente ajustadas, pero no necesariamente se relacionan de forma negativa con las conductas positivas.
Resultados
Modelo aceptación y toma de perspectiva parental sobre prosocialidad del niño
Si bien el x2 obtenido resultó significativo [x2 (3) = 76.19; p < .000], hay que tener en cuenta que el mismo se halla afectado por el tamaño muestral (Joreskog y Sorbom, 1982; Hayduk, 1987; Bollen, 1989). Al calcular el x2/gl, se obtuvo un valor de 25.39 y aunque este valor fue elevado, los otros índices de bondad de ajuste obtenidos fueron satisfactorios y con un bajo error (GFI = .969; AGFI = .843; NFI = .898 y RMR = .037). Como puede observarse en la figura 1, tanto la aceptación como la toma de perspectiva de los padres influyen en la prosocialidad del niño.
Modelo aceptación y preocupación parental sobre prosocialidad del niño
El X2 obtenido resultó significativo [x2 (4) = 15; p < .005]; sin embargo, al calcular x2/gl se obtuvo un valor de 3.75 que puede considerarse razonable (Wheaton, Muthen, Alwin y Summers, 1977).
Los otros indices señalan un muy buen ajuste y un error bajo (GFI = .994; AGFI = .976; NFI = .969 y RMR = .050). En este caso se observa, a la inversa del anterior, que si bien tanto la aceptación como la preocupación empática parental influyen significativamente sobre la prosocialidad del niño, ahora predomina la aceptación (figura 2).
Modelo desinterés y toma de perspectiva parental sobre prosocialidad del niño
En este modelo se obtuvo un Ji cuadrado no significativo [x2 (3) = 3.67; p < .30. x2/gl = .91]. Los índices de ajuste obtenidos fueron: GFI = .998; AGFI = .994; NFI = .993 y RMR = .013, que indican un ajuste muy satisfactorio y un error muy bajo.
En este caso el estilo parental negligencia no tuvo efecto significativo sobre la prosocialidad, pero si la toma de perspectiva parental, que además no parece estar relacionada con la negligencia o desinterés parental (figura 3).
Modelo desinterés y preocupación empática parental sobre prosocialidad del niño
El x2 obtenido fue significativo [x2 (3) = 10.74; p < .03] y el x2/gl resultó de 2.68, que puede ser considerado como muy bueno (Brooke, Russell y Price, 1988). Los índices de ajuste obtenidos fueron: GFI = .995; AGFI = .983; NFI = .976 y RMR = .020, lo que indica un muy buen ajuste del modelo a los datos empíricos y un error muy bajo.
Como puede observarse en la figura 4, al igual que en el modelo anterior el desinterés parental no tiene influencia sobre la prosocialidad de los niños pero si la preocupación empática de los padres.
Modelo control patológico y toma de perspectiva parental sobre prosocialidad del niño
El x2 obtenido resultó no significativo [x2 (3) = 1.95; p < .583], al calcular el x2 corregido [x2/gl) el valor se situó en 0.65. Los índices de ajuste obtenidos fueron: GFI = .999; AGFI = .996; NFI = .997 y RMR = .004, lo que muestra un excelente ajuste del modelo a los datos empíricos y un error muy bajo.
En este modelo se observa que el control patológico de los padres tiene un efecto negativo sobre la prosocialidad de los niños y sobre la percepción del niño de la toma de perspectiva parental, mientras que esta última mantiene su efecto positivo sobre la prosocialidad de los niños (figura 5).
Modelo control patológico y preocupación empática parental sobre prosocialidad del niño
Por último, en la figura 6 se presenta el modelo de ecuaciones estructurales correspondiente al control patológico de los padres, la percepción de preocupación empática y la prosocialidad, con sus respectivos coeficientes de path. El modelo mostró un ajuste satisfactorio a los datos empíricos. El x2 obtenido resultó no significativo [x2 (3) = 6.29; p < .098], el x2/gl tuvo un valor de 2.10. Los índices de ajuste obtenidos fueron: GFI = .997; AGFI = .986; NFI = .989 y RMR = .022, que indican un excelente ajuste del modelo a los datos empíricos y un error muy bajo.
Una vez más el control patológico tiene un efecto negativo tanto sobre la prosocialidad de los niños como sobre la percepción de la preocupación empática parental, y esta última, un efecto positivo sobre la prosocialidad de los niños.
Discusión
Dada la importancia del comportamiento prosocial en el establecimiento de las interacciones sociales, que están en la base del desarrollo socioemocional y cognitivo, es fundamental establecer los antecedentes que llevan a tal comportamiento. Entre estos antecedentes o precursores se encuentran los estilos de interacción parental y el modelado de las conductas empáticas por parte de los padres.
Con respecto a la primera hipótesis acerca de si la aceptación, el control patológico (agresión, aislamiento, castigo) y el desinterés parental o negligencia se relacionan con la conducta prosocial de los niños, hemos encontrado, como era de esperar, una asociación positiva entre la aceptación parental y la prosocialidad de los hijos, lo cual es consistente con los resultados hallados en otros estudios (Mestre et al., 2006; Richaud de Minzi et al. , 2010). La percepción de parte de los niños de que sus padres los aceptan, respetan sus opiniones y están orgullosos de ellos aumenta su seguridad, lo que les permite explorar el ambiente y establecer relaciones positivas y altruistas con los demás.
En cuanto al control patológico como estilo de relación parental se asoció en forma negativa con la prosocialidad de los niños, lo cual si bien no ha sido estudiado previamente de manera tan exhaustiva como la aceptación, está en línea con la teoría de las relaciones sociales en la infancia. Así, Patterson y Stouthamer-Loeber (1984) mencionan que un excesivo control parental podría inhibir las interacciones sociales de los niños, produciendo un resentimiento que afecte la aproximación general del niño a los otros. Los padres restrictivos imponen muchas reglas coartando la autonomía de los niños en la elección de actividades y en la toma de decisiones (Lautrey, 1980). El control patológico se asocia a sentimientos de inadecuación e incapacidad y por lo tanto a sentirse rechazado por los demás. En general, parecería que el uso de una disciplina coercitiva para controlar a los niños y hacerlos sumisos favoreciese la tendencia al aislamiento social (Richaud de Minzi, 1999). El control excesivo produce sentimientos de rechazo, que impiden que el niño se acerque a los demás.
Con respecto a la indiferencia o negligencia parental llama la atención la falta de influencia de la misma sobre la prosocialidad de los niños. Esto podria deberse a que son necesarias ciertas restricciones para facilitar las buenas relaciones interpersonales (Allès-Jardel, Fourdrinier, Roux y Schneider, 2002). Una autonomía extrema con un control insuficiente de parte de los padres se ha asociado con la conducta antisocial (Dishion, 1990). El estilo laissez faire garantiza una autonomía irrestricta que determina una falta general de rutina y consistencia (Lautrey, 1980). Los niños no saben qué hacer sin una guía y si bien son libres de explorar y establecer relaciones, están excedidos por la falta de control, lo que se asocia con un desinterés por las necesidades de los demás.
En cuanto a la segunda hipótesis acerca de si la toma de perspectiva y la preocupación empática de los padres, tal como son percibidas por los niños, se relacionan con la conducta prosocial de los mismos, ambas dimensiones de la empatía se asocian positivamente al comportamiento prosocial de los hijos; esto mismo ocurre con el razonamiento moral prosocial (Richaud de Minzi, 2009). Parecería que más allá de la propia empatía, es el modelado de las conductas empáticas de los padres percibidas por los hijos lo que incide en el desarrollo prosocial de los mismos. En otros estudios se ha encontrado que este modelado tiene un efecto marcado sobre el desarrollo de la empatía en los niños (Richaud de Minzi, 2006).
En cuanto a la tercera hipótesis sobre si los estilos parentales (aceptación, control extremo o patológico y desinterés parental o negligencia) percibidos se relacionan con la percepción de la empatía (toma de perspectiva y preocupación empática) de los padres por los niños, hemos encontrado que la aceptación favorece una percepción positiva de la empatía de los padres, mientras que el control excesivo inhibe la percepción de empatía parental por parte de los niños. Una vez más llama la atención que la indiferencia parental no favorece ni desfavorece la percepción de empatía parental por parte de los niños, lo cual sería teóricamente espe-rable en un estilo parental en el que prima la falta de interés por los hijos y por lo tanto no desarrolla en ellos una percepción parental de compasión, interés y apoyo por los demás. Es como si el niño sintiera que no le importa a nadie, por lo cual, a él tampoco le importan los demás. Los niños cuyas experiencias emocionales tempranas no han proporcionado la base para un desarrollo emocional sano, pueden tener una capacidad limitada para la empatía (Perry, 1997). Si el niño se siente abandonado emocionalmente, no desarrollará sensibilidad para percibir las necesidades de los demás.
Implicaciones teóricas y prácticas
A partir de los resultados de este trabajo podrían ensayarse dos explicaciones diferentes pero no exclu-yentes sobre la relación entre los estilos parentales, la empatía parental percibida y la conducta prosocial: quienes sienten satisfechas sus necesidades emocionales en una familia con vínculos seguros y afectuosos, estarán menos inquietos por sus propias preocupaciones y podrán interesarse y ser sensibles a las necesidades de los demás; al mismo tiempo, quienes crecen en un ambiente de amor, aceptación y afecto, tendrán un buen modelo que adoptar sobre cómo actuar con los demás (Sánchez-Queija, Oliva y Parra, 2006). Lo contrario ocurrirá cuando el modelo muestre agresividad y desconfianza para con el niño y para con los demás, lo que se traducirá en que éste sienta desconfianza y rechazo hacia los otros y que se comporte en forma no prosocial. En cambio, cuando el modelo parental es percibido como indiferente, no preocupado por los demás ni por satisfacer las necesidades emocionales del niño, éste sólo estará ocupado en cubrir sus propias necesidades sin importarle las de los otros.
Estas conclusiones implican a nivel práctico, que cuando se trabaja en la promoción de la pro-socialidad en los niños, es imprescindible que se incluya en las estrategias de intervención el trabajo con los padres, concientizándolos acerca de la importancia de sus acciones como modelo para los niños.
Limitaciones y futuras investigaciones
Una limitación del presente trabajo es que se ha realizado en forma transversal, cuando probablemente un estudio longitudinal podría mostrar si la importancia de la percepción de los estilos y de la empatía parentales por parte del niño va modificándose en las diferentes edades, también por el peso relativo de la influencia de los otros significativos, maestros y pares. Por otra parte, seria importante analizar los modelos aquí presentados incluyendo el género, dada la demostrada diferencia en la empatía de varones y mujeres (Richaud de Minzi, 2006; Mestre, Samper, Frias y Tur, 2009). Otro aspecto interesante para analizar sería cómo influye en la prosocialidad del niño la percepción de aspectos disfuncionales de la empatía parental, como el excesivo involucramiento con las necesidades del otro que lo llevan a confundirse y no poder ayudarlo.
Referencias
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