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Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe
On-line version ISSN 1794-8886
memorias no.20 Barranquilla May/Aug. 2013
Pueblo Viejo de Nuevitas: nuevos referentes de investigación
Old Town of Nuevitas: new referents of study
Iosvany Hernández Mora1
Antonio Barroso Betancourt2
Manuel Garcia Palomino3
Osvaldo Jiménez Vázquez4
Resumen
El artículo comunica los resultados actuales que han redimensionado el espacio y la historia del sitio a partir de una estrategia de caracterización general del registro arqueológico, admitido de manera integral. La aplicación de técnicas geofísicas -magnetometría y tomografía eléctrica- conjuntamente con la investigación histórica y arqueológica posibilitó la base informativa del estudio. Como nuevos referentes, en esencia, se logró el reconocimiento del área donde se encuentra integrado el sitio, bajo una lógica sui géneris de organización espacial, el orden probable del asentamiento y la valoración del mestizaje a manera de proceso sociocultural. Pueblo Viejo de Nuevitas, en la provincia de Camagüey, Cuba, es un lugar emblemático para conocer los primeros momentos de formación de la villa de Santa María del Puerto del Príncipe a inicios del siglo xvi, y otros temas de cambio cultural en las centurias xviii y xix, con supervivencia de elementos culturales aborígenes.
Palabras claves: Arqueología e historia, prospección geofísica, orden espacial, mestizaje cultural.
Abstract
This paper conveys the current outcomes of a site discovery which has redefined space and history of itself through a strategy of general characterization based on an archeological context, admitting an integral manner. Technical geophysic application - magnetic and electric scanning- together with historical-archeological research brought forth the data base that it was once expected for. It was also achieved the new area discovery linked with this site, in essence, the recognition of the area in which the site is integrated, under a sui generis logic of space organization, probable order of settlement and the evaluation of race mixtures by the way of sociocultural process. The Old Town of Nuevitas, in Camagüey, Cuba is an emblematic emplacement to know the first stages of formation in Santa María del Puerto del Principe from the beginnings of 16th century plus other themes of cultural change that involves aboriginal survival 18th and 19th centuries.
Keywords: Archeology and history, geophysical prospection, space order, cultural miscegenation.
La ciudad de Camagüey posee uno de los centros históricos más extensos de Cuba, con una zona declarada por la Unesco Patrimonio Mundial en 2008. El Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad como parte de sus objetivos y estrategia investigativa, se empeña en el estudio tanto de la urbe patrimonial como de aquellos lugares que se le relacionan en el territorio, sin los cuales es imposible comprender su formación y particularidades culturales. Pueblo Viejo en la bahía de Nuevitas está considerado el asiento primigenio de la villa de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy ciudad Camagüey. Según la historiografía, la villa fue fundada por los conquistadores españoles en 1514 o 1515, en un puerto de la costa norte, nombrado del Príncipe, y trasladada al caserío aborigen de Caonao en 1516, hasta que una sublevación de los naturales determinó un nuevo desplazamiento en 1528, donde actualmente se encuentra la ciudad5. Pero el sitio en cuestión también antecedió el surgimiento y desarrollo de lo que devino ciudad de San Fernando de Nuevitas, enclave nacido en la segunda década del siglo xix, luego de que fuera declarada la bahía a finales del siglo xviii, puerto para el comercio libre con España.
Pueblo Viejo fue reconocido arqueológicamente por los efectos del huracán Flora en octubre de 19636, desde entonces se intervino en tres ocasiones, con el marcado propósito de demostrar que era el referido asiento primigenio. A partir de aquellos primeros trabajos quedó establecida la tradición del primer asiento de la villa en este punto, en la cual la prensa jugó un papel fundamental al asegurar su demostración científica. Sin embargo, escasas menciones en la bibliografía especializada mostraron poco consenso en cuanto a las características del registro arqueológico. En el libro Prehistoria de Cuba (1966), Ernesto Tabío y Estrella Rey apuntan la presencia de pequeños residuarios aborígenes por debajo de una población colonial del siglo xviii7, en La Habana arqueológica y otros ensayos (1989), Leandro Romero lo menciona sitio de contacto entre aborígenes e hispanos, pertinente al llamado proceso de transculturación en el siglo xvi8 y Lourdes S. Domínguez en 1999 lo cita en relación al nacimiento de la villa de Santa María del Puerto del Príncipe9. El reporte más completo lo publicó Antonio Nuñez Jiménez en el libro Cuba: la naturaleza y el hombre. Bojeo (1984), donde transcribe parte del informe de Rodolfo Payares -acerca de los resultados de las últimas excavaciones- al describir su visita a la bahía de Nuevitas10
Los estudios previos objetivaron una perspectiva centrada en artefactos diagnósticos, desde la cual no se tuvieron en cuenta las interacciones del registro, la inferencia de las relaciones de uso, sus asociaciones y frecuencias11. La investigación reciente obtiene nuevos datos a partir de una concepción interdisciplinaria, a tono con los cambios que ha experimentado el saber arqueológico desde la segunda mitad del siglo pasado. De esta manera, el análisis y composición contextual a todos los niveles y ámbitos concretos se determina, bajo el supuesto general de la correspondencia entre las propiedades de los espacios -y sus elementos- y la cualidad de las prácticas sociales que los generaron.12 La investigación de los procesos sociales que concretaron Pueblo Viejo13, mediante su interpretación y la del área en que se encuentra, requiere una concepción integral y diferenciadora del registro, ajustable a las condiciones y potencialidades de la problemática para determinar fuentes de información.
Antecedentes
La bahía de Nuevitas al norte de la provincia de Camagüey, comprende en su perímetro septentrional, el área del Guincho, donde se ubica Pueblo Viejo o El Chorrito, a unos 3 km al sureste de la ciudad de San Fernando de Nuevitas (Fig. 1). El primer informe lo realizó Rodolfo Payarés en 1964 al departamento de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba, luego de realizar las primeras exploraciones y excavaciones.
El yacimiento ocupa un valle que se extiende en dirección noroeste unos 400 m x 100 m de ancho, entre dos elevaciones conocidas como La Vigía en el lado oeste y la del Soberano hacia el este. Aproximadamente a 60 m del área de los primeros hallazgos (cañón, cristalería, pedazos de metal, loza y cerámica) en la parte descarnada de la falda de la elevación del Vigía, a principio de julio de 1964, Payarés realizó una cala exploratoria de 1 x 1, 5 m y profundizó 0, 60 m. En ella obtuvo varios fragmentos de cerámica aborigen asociada a las del período colonial del siglo xviii y principios del xix, restos alimenticios y una concha perforada.
Contigua a esta primera unidad de excavación abrió, con el interés de lograr un mayor número de evidencias, dos trincheras paralelas de 2 x 2 m a cuatro secciones, con profundidad máxima de 0, 30 m por niveles arbitrarios de 0, 25 m. El material en esta ocasión apareció coligado a partir del segundo estrato, sin que se pudieran observar cambios en la estratigrafía natural. Se exhumó en la sección B trinchera 1 una bala de mosquete, un canto rodado con huellas de percusión, cerámica colonial de los siglos xviii y xix, y aborigen de tradición cultural subtaína, y ladrillos de pequeño tamaño del siglo xviii.
A través de entrevistas a las personas más antiguas de la zona14, el arqueólogo supo de la existencia de un antiguo cementerio cerca de un mayal y restos de muros de piedra y argamasa en la elevación que flanquea el sitio al este. Los muros, correspondientes a dos cuerpos de una construcción militar, se localizaron y midieron, no así el camposanto.
Para confirmar las mismas suposiciones históricas, el citado departamento, en 1973 excavó y prospectó con algunas pequeñas calas. Estas actividades estuvieron a cargo de Lourdes Domínguez y Jorge Calvera, quienes explicitaron en el informe el lugar de las calas de prueba en un área de 20 x 12 m a norte franco, y la excavación, próxima a las de 1964, de dos bloques con 4 secciones de 2 x 2 m. En la vertiente sur (bloque 1) quedaron dos secciones sin excavar. La sección B del bloque 2 alcanzó una profundidad de 0, 60 m a estratigrafía artificial y en ella recuperaron material colonial del siglo xviii y xix, coligados con conchas y moluscos terrestres, cerámica aborigen y algunos pocos fragmentos de cerámica colonial de cronología temprana (siglo xvi). A los investigadores les llamaron la atención los conglomerados de piedras medianas de aspecto piramidal a los cuales no atribuyeron funcionalidad, las dimensiones variaron entre 2,5 y 3 m en sus bases. En el pozo de prueba 1 (2 x 2 m) aparecieron conchas marinas y moluscos terrestres, en el número 2 (2 x 1 m) material colonial de los siglos xviii y xix (en un mayal), y en el pozo 3 (2 x 1 m), al noreste del pozo 2, en una ondulación del mayal, hallaron cerámica colonial, aborigen y moluscos (Fig. 2).
Rodolfo Payarés en diciembre de 1976, al frente de un grupo del departamento de Monumentos de la Dirección de Museos y Monumentos del Consejo Nacional de Cultura, excavó 3 trincheras con orientación norte al lado de las excavaciones de 1973. En el proceso, organizado por secciones, se aplicó una estratigrafía métrica de 0, 10 m a partir del nivel 0, 20 m en la trinchera 1, donde los hallazgos fueron más frecuentes, sin cambios observables en la estratigrafía natural. La profundidad alcanzó 1, 15 m y a los 0,60 m sobresalió la fracción de un posible piso de casa con piedras irregulares, el material arrojó una cronología del siglo xviii y xix, o sea, vestigios del poblado antecedente de la formación del puerto comercial de Nuevitas.
En la sección I de la mencionada trinchera, nivel 0,40 - 0,60 m se exhumó una delgada lámina de metal de 3 cm de largo, perforada y con aparente forma aborigen, que debió utilizarse como pendiente, junto a mayólica del siglo xviii de procedencia europea y americana, cerámica aborigen y otra lámina de metal pequeña. Por debajo de los 0, 30 m en el cuadrante noreste aparecieron con mayor frecuencia material colonial -temprano y tardío- coligado con fragmentos de cerámica aborigen, similar a la recuperada en 1964 y 1973. Esta situación se atribuyó al arrastre del terreno por el efecto de la lluvia y otros eventos climáticos. Entre la cerámica colonial fueron identificados fragmentos de mayólica de influencia morisca, denominada Columbia simple y botijas vitrificadas en verde en el interior, elementos que diagnosticaron la posibilidad de una presencia hispana en el siglo xvi.
El hallazgo puntual de las evidencias en 1963 y el marcado objetivo de comprobar el primer asiento de la villa, mitigó el reconocimiento necesario de la zona y las intervenciones principales quedaron concentradas en la vertiente suroeste del yacimiento. A mediados de la década de 1980 la necesidad de ampliar los estudios fue explícita, para dilucidar las incertidumbres acerca de la presencia de materiales culturales de procesos sociales diversos.15 El horizonte cronológico establecido y las características del registro dieron la posibilidad de señalar la transculturalidad del enclave. Su admisión patentizaba la ocupación del espacio por hispanos y aborígenes en el siglo xvi, gracias a las concepciones arqueológicas de la época en torno a estos fenómenos de transformación cultural.
En el 2006 el estudio fue revitalizado con la comprensión de los procesos investigativos precedentes, para la prospección y relevamiento arqueológico del área, bajo la dirección de Iosvany Hernández. El programa materializó en lo fundamental: levantamiento microtopográfico de un área aproximada de 10.000 m2, la aplicación de métodos geofísicos, magnetometría y tomografía eléctrica, una cala exploratoria al lado de las excavaciones de 1976 y la exploración de la zona con el estudio de documentación y cartografía histórica.
Pautas historiográficas de localización e interpretación
Las noticias acerca de la ubicación de Santa María del Puerto del Príncipe en el siglo xvi fueron mantenidas como referencia por cronistas, cartógrafos e historiadores. Una de ellas la trasmitió Antonio Herrera en Historia de las Indias, quien hizo saber que "La villa y Puerto del Príncipe...", se encontraba "[...] en la costa norte, como a cuarenta leguas de Santiago, al noreste"16. Vázquez de Espinosa escribió: "El Puerto del Principe esta guarenta leguas de Santiago de noreste, a la vanda del norte y a cuarenta por la vanda del sur el pueblo de Santi Spiritus"17. En la cartografía de las Antillas de los siglos xvi y xvii también sobrevivieron los datos primigenios cuando la villa se había trasladado al interior del territorio en el propio siglo XVI18. Esta información de referencia era compartida e identificaba el acceso al poblado español de un territorio por su punto originario, nominación necesaria en la conservación temporal de una identidad asignada por los acontecimientos iniciales 19.
Bartolomé de Las Casas, quien abandonó Cuba poco después de la conquista, en el Memorial (reformas) sobre remedios de las Indias (1516 o 1517) cuyo objetivo era "Remedios para los Lucayos y para otras islas donde no pudieren poblar cristianos españoles."20 acotó que del puerto del Príncipe a las islas de los Lucayos -o sea las Bahamas- no había más de 30 o 40 leguas. Más adelante recomienda hacer una villa en un llano muy grande de más de 10 leguas ubicado de dicho puerto 5 o 6 leguas21. Considerando la conversión de una legua española del siglo XVI, equivalente a 6 096 m22, la llanura o sabana descrita pertenece a la de Cubitas, que según las reconstrucciones del paisaje original de Cuba de Leo Waibel y Ricardo Herrera, estaba exactamente en la porción señalada23. Mientras que 30 leguas aproximadamente es la distancia entre la bahía de Nuevitas y el archipiélago de las Bahamas.
Llama la atención que Las Casas en el documento citado, desde su universalismo antropológico y racionalidad, fruto de la transformación europea hacia un nuevo pensamiento, relacione la villa deseada -o en proceso de legitimación- y el remedio a la actividad de esos años de captura y esclavitud de los aborígenes de las Lucayas por parte de los españoles24, y enfatice positivamente la ocupación temprana del espacio con:
[...] cierta labranza que en el dicho puerto del Príncipe, en nombre de la Corona Real se ha hecho, la cual allí no aprovecha nada y aprovechará para esto mucho, y esto para los primeros indios Lucayos que luego desembarcaren, que vernán flacos y fatigados del camino, que después, en arreciando, ellos harán para sí labranzas y para los demás que vinieren, al menos será para comenzar.25
Inferir la labranza con escasa presencia aborigen y necesario lugar de tránsito para incursiones tierra adentro, no es descabellado26. Las Casas menciona que dicho puerto es "[...] tierra muy buena y de mucha caza y pescado, y de toda manera de comida abundosa,..."27. Con ese conocimiento la expresión: allí no aprovecha nada se refiere explícitamente al objeto de su alternativa a la importación de aborígenes por un punto del puerto con el fin de explotarlos. Para un territorio en rebeldía la captura de naturales proclives a la integración cultural28, como fuerza vital de ganancia, era una necesidad de colonización por la que atravesaba el grupo inicial de hispanos que desarrollaba dicha empresa. La Real Cédula en respuesta a Diego Velázquez, con fecha 2 de agosto de 1515, parece validar esta interpretación al ratificar las noticias del gobernador, entre ellas la pacificación de la provincia de Camagüey y la relación marítima entre "las yslas de los yucayos" y "puerto Príncipe"29.
La tradición de ubicar el primer espacio de la villa en la bahía de Nuevitas, fue recogida por el obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz en Puerto Príncipe, durante su visita pastoral a mediados del siglo xviii. Él no estuvo en el sitio, de manera que estos datos y otros los tomó de los documentos eclesiásticos y fuentes orales. Sin embargo, describe:
Cúpola en suerte un terreno dominante desde donde se descubre el mar, pero tan infestado de mosquitos, que los Pobladores se vieron precisados á abandonarlo para evitar esta plaga. Algunos horcones que permanecen todavía en el lugar, dán á conocer que lo hubo y asi es conocido comunmente por Pueblo Viejo.30
Felipe Pichardo Moya, a pesar de su criterio acerca que La Guanaja -puerto tradicional de la villa- podía considerarse el primer asiento, no estuvo ajeno a esta tradición. Aunque en sus investigaciones no encontró evidencia arqueológica e histórica de confirmación, señaló:
En una relación de datos históricos sobre la villa, recogida en 1844 por una Comisión de Regidores, se dice, también por tradición, que la misma se fundó en un lugar entre la ensenada de Mayanabo y la Bahía de Nuevitas, que aún -en el citado en que escribían los Regidores- se conocía con el nombre de Pueblo Viejo. Se trata, en ambas versiones del lugar que hoy se llama Punta del Guincho, pequeña península que separa el puerto de Nuevitas de la ensenada de Mayanabo.31
En 1779, cuando el monarca borbón Carlos iii, por Real Cédula dispuso se habilitara en Puerto Príncipe un puerto ventajoso para el comercio con la península, la bahía fue escogida para tales propósitos. La ensenada, llamada del Guincho o el Corojal, donde finalmente se levantó con un trazado damero San Fernando de Nuevitas, para finales de la segunda década del siglo xix, coincidió con el lugar designado por los oficiales e ingenieros de la Real Marina que la examinaron a partir de 1792. Los reconocimientos estuvieron dirigidos a determinar el emplazamiento idóneo para la nueva población. Pero la bahía fue explorada al menos en un momento anterior por don Marcos Aragón, primer piloto graduado de Alférez de Fragata, los resultados quedaron registrados en un plano con fecha 1774 que sirvió de base para otros sucesivos. Con este relevamiento Pueblo Viejo no aparece en el valle del Chorrito, sino mucho más al noreste en las inmediaciones de Pastelillo. En su lugar se señala una aguada posteriormente conocida por el nombre de su propietario, Lázaro Pinto. En los planos de principios del siglo XIX, quizás mucho más exhaustivos, están pueblo, aguada y batería en el emplazamiento actual del sitio.
En otros planos analizados, como el levantado por el capitán de Fragata de la Real Armada Ventura Barcaztegui en la parte hidrográfica y croquis de la topografía en 1817, y del ingeniero voluntario José Muñoz Del Canto en 1819, los datos coinciden que en el momento de los reconocimientos oficiales españoles, la zona mostraba algunas transformaciones después de la elección del puerto que configuraron la diferenciación sociocultural del espacio. Un plano tardío, con fecha 10 de febrero de 1820 a nombre de Juan Olivas y Sáez, primer piloto práctico y agrimensor de la población, muestra la existencia de Pueblo Viejo (letra G) y el enclave Estancia Vieja (letra N) unidos por un sendero bifurcado a la ensenada del Guincho -camino del Corojal- al pasar por la aguada del Guayabo (letra O) y en dirección a la villa de Puerto Príncipe (Fig. 3).
El área arqueológica del Guincho
Dentro del archipiélago cubano, la bahía de Nuevitas sobresale por la amplitud y su típica forma de bolsa. Posee unas dimensiones variables entre los 22 km de largo (nordeste a sudoeste) y 25 km de ancho (de sudeste a noroeste), respectivamente. Conformada por dos grandes lóbulos, uno de ellos conocido como la Ensenada de Mayanabo, por donde se une, a través de un canal artificial de 3 km de largo con la Ensenada de Sabinal, espacio marítimo entre cayo Sabinal y la costa norte de la isla de Cuba.
La bahía debe su origen a la penetración de las aguas del mar por la antigua desembocadura de una cuenca fluvial -hoy el profundo y sinuoso canal de entrada- a consecuencia de la última transgresión marina a finales del pleistoceno o principios del holoceno. El ciclo de las mareas, en pleamar y bajamar, produce en el canal una corriente que alcanza una velocidad de 5, 5 km por hora32. Desembocan varios ríos y riachuelos: Rosalía, Ciego de Molina, San Antonio, Minas y Saramaguacán, la fuente fluvial más importante del territorio (Fig. 1). Las alturas más prominentes además de los Ballenatos: chico (17 m-snm33), medio (50 m-snm) y grande (44 m- snm), son: Pastelillo (51 m-snm), Soberano (51 m-snm), La Vigía (62 m-snm), y San Agustín (60 m-snm).
Por la clasificación fitogeográfica de Cuba, la zona corresponde al distrito Gibarense, con características análogas a la costa norte de Santa Clara, el resto de Camagüey y las provincias orientales, incluyendo la cayería de esta parte de la Isla y las cercanas Bahamas34. En estos ecosistemas la flora y la fauna datan del holoceno, establecidas en suelos esqueléticos, muy poco evolucionados sobre margas, algunas arcillas, gravas y calizas del mioceno inferior y medio35. El clima es de llanura costera, con dos períodos definidos: verano de mayo a octubre e invierno de noviembre hasta abril36. Concurren en esta clasificación altas temperaturas, humedad inestable, fuerte evaporación y elevada temperatura del aire, lo cual produce una sensación de calor sofocante. En verano las magnitudes extremas suceden al mediodía, con un régimen poco severo en las horas nocturnas, los días confortables se agrupan en invierno, para un promedio anual de sensación moderada. En el año la pluviosidad es escasa, el mayor porcentaje llega con el verano, ocasión en que ocurren cortos aguaceros de abundantes precipitaciones, luego disminuye considerablemente hasta alcanzar una estación seca desde finales de octubre hasta marzo.
Para la región oriental del país, la mayor actividad ciclónica se produce en septiembre. No obstante, los estudios meteorológicos muestran poca incidencia en territorio camagüeyano, en ocasiones la afectación resulta del paso cercano de algún huracán, que por su magnitud azota varias provincias de manera simultánea. Desde 1785 a 1984 la zona sufrió 23 de estos eventos, de 107 reportados en territorio nacional: 1 de gran intensidad, 8 moderados y 14 ligeros37.
En la parte sur de la península que separa la ensenada38 de alrededor de 8 km2, desde las elevaciones y poblado de Pastelillo al este, hasta los límites del reparto La Gloria en el oeste (Fig. 1). Se trata de un espacio que por su relativa conservación contrasta con los objetos de obra presentes. Por la incidencia directa repercuten en mayor medida el ámbito urbano de Nuevitas y la fábrica de cemento 26 de julio. La cantera de piedra caliza para producir cemento no solo amenaza la integridad del sitio, sino que por su cercanía atenta contra la biodiversidad terrestre39 que sobrevive con un endemismo representativo (Fig. 4).
El área abarca: Pueblo Viejo, los muros de la batería El Soberano en la elevación contigua (este), El Vigía (oeste), parte del antiguo camino que unía Pueblo Viejo con Santa María del Puerto del Príncipe, vestigios del conchal del Guayabo y Estancia Vieja (Fig. 1). Por la proximidad de los núcleos poblacionales el espacio recibe el impacto antrópico directo, la cría de algunos pequeños rebaños de ganado caprino persiste en el renglón económico, unido a la producción espaciada de carbón vegetal para fines domésticos. Asiduamente los pobladores transitan por parte del antiguo sendero, opción de comunicación entre el poblado de Pastelillo y La Gloría. A principios del siglo XX la construcción del ferrocarril de Nuevitas a Pastelillo y su terminal, en este último punto, alteró la franja de la línea de costa al sur del área, dejando escarpados en las elevaciones que en tiempo de lluvia sufren derrumbes. Hace 20 años la vía férrea no tiene uso, pero quedó un camino por el cual se llega a Pueblo Viejo, incluso en equipos automotores.
El ecosistema posee la flora originaria mejor conservada de la península, en la actualidad pervive un matorral xeromorfo costero y subcostero con un nivel arbustivo hasta los 6 m de altura. No ocurre así en los sitios relacionados, pues abundan las especies introducidas, más prolíferas en Pueblo Viejo, Estancia Vieja y la elevación del Vigía, contexto además alterado por construcciones militares (trincheras y emplazamientos) en la década de 1980.
Estancia Vieja presentó en superficie material colonial de importación con una cronología comprobada desde el siglo XIX hasta inicios del XX. Pero lo más notable es la expresión con la cual fue registrado este punto en relación al área, que especifica en términos causales su existencia significativa en la producción de alimentos para quienes la revelaron en la primera mitad del siglo XIX. Distinción objetivada en el espacio por las actividades de un grupo y objetiva en la medida en que puede ser relacionada a los eventos específicos de subsistencia acontecidos en el pasado. Próximo a Estancia Vieja, junto a la desembocadura del arroyo del Guayabo40, sitio alterado por viviendas y la línea férrea Nuevitas-Pastelillo, sobreviven los vestigios de un pequeño conchal. En este lugar se observaron numerosos ejemplares adultos de Strombus gigas (Linnaeus, 1754), gasterópodos comestibles llamados cobos, y algunos fragmentos de botellas de vino del siglo XIX. La ausencia de artefactos y restos de taller, así como otras especies, destacó un punto para la extracción del molusco. Los ejemplares de forma invariable muestran una perforación ovalada aplicada por percusión en la parte de la espira, técnica utilizada por los aborígenes antillanos, pero con orificios de forma circular. En Estancia Vieja y Pueblo Viejo existen en superficie algunos ejemplares con perforación ovalada y circular.
El estudio de los conchales antrópicos ha establecido condiciones de composición: extensión geográfica de las especies, cantidad aprovechable, preferencia asociada al tipo de utilización y accesibilidad. De manera que su existencia está en correspondencia al valor nutritivo de los biótopos y la poca inversión de tiempo y tecnología41. De los gasterópodos utilizados por estos grupos, el cobo quizás sea el de mayor talla, el cual debió ser colectado y trasladado desde mar abierto hasta el Guayabo, pues habita pastos de monte marino y en arena producto de detritus y de algas, condiciones que lo sitúa en lo fundamental fuera de la Bahía.
Estos lugares de procesamiento, inmediatos a sitios costeros de habitación, fue un modelo de organización espacial recurrente en la gran mayoría de las comunidades aborígenes de economía productora, en el archipiélago cubano.42 Ello no quiere decir que Pueblo Viejo haya sido un sitio aborigen de habitación o un paradero relacionado con asentamientos tierra adentro.
Desde la altura próxima al sitio en dirección este (51 m-snm), donde está El Soberano, se visualiza la entrada de cualquier embarcación por el canal de la bahía. La construcción propia de la batería mencionada en los planos de la época, posee dos rectángulos de medianas proporciones construidos con piedras del lugar y argamasa, muros de 1 m de altura y 0,30 m de ancho. En uno de ellos se registró en los cuatro extremos interiores las huellas negativas de los postes que sostuvieron la cubierta. El otro, situado a 10 m en dirección suroeste, perdió parte del muro sur por el escarpado de la elevación. Estas edificaciones funcionaron para proteger del poblado y albergar las fuerzas permanentes de vigilancia. La otra altura (62 m-snm), situada al oeste y conocida como La Vigía, es un complemento para estas labores pues permite controlar visualmente el resto de la bahía y el territorio circundante.
El patrón de distribución del conchal del Guayabo, Estancia Vieja y Pueblo Viejo refleja una lógica implícita de ocultamiento de las embarcaciones que ingresaron por el canal. Pueblo Viejo es perceptible desde el mar una vez que se haya alcanzado Ballenato chico, y el conchal y Estancia Vieja cuando se sobrepasa Punta del Guincho (Fig. 1). Lo que determinó este patrón, además de las condiciones geográficas e históricas, fue una racionalidad específica con propósitos bien definidos. El área responde a la estrategia de vigilancia y defensa de un grupo en un punto geográfico con valores excepcionales, rodeado de elevaciones para la observación, protección y control, que sacrificó los beneficios de otros lugares de habitación. Al mismo tiempo, los enclaves interrelacionados desde el punto de vista sincrónico forman un patrón común de organización productiva, propio de un ámbito colonial con rasgos culturales mestizados en pleno siglo XVIII y principios del XIX. A la vez, diacrónicamente podría ser el resultado de la significación social temprana del espacio, si se admite que la ocupación hispana en el XVI respondía a las mismas exigencias de protección en medio de un territorio por pacificar.
Pueblo Viejo
Por el antiguo camino Pueblo Viejo se descubre desde una pendiente de 15° que declina hacia el mar. Angosto valle costero bordeado por alturas en dirección norte, con un ojo de agua salobre en el lado oeste a 100 m de la costa. El ojo de agua -conocido por el chorrito de Lázaro Pinto- sería abundante en tiempos de lluvia, de igual modo los dos arroyos intermitentes que flanquean el valle en sus extremos este y oeste, cuya desembocadura original fue alterada por la línea férrea. La ocupación del lugar debió adaptarse a estas condiciones, con emplazamientos situados en la meseta preferiblemente.
A partir del análisis de la información obtenida se decidió trabajar como mínimo una hectárea, superficie relevante para efectuar la primera aproximación a las características espaciales del antiguo poblado. Sin embargo, es oportuno aclarar que esta solo debe constituir una porción del sitio, pues aún queda por explorar con minuciosidad el resto del terreno. Por consiguiente el levantamiento topográfico a escala 1:250, requisito previo de las prospecciones geofísicas y arqueológicas, abarcó el ancho del valle desde la costa hasta el chorrito.
Cuestiones metodológicas
El levantamiento se hizo con una Estación total Sokkia Set 630RK, a través de una red de 5 x 5 m y trazado en línea. La vegetación arbustiva obligó realizar trochas, que posibilitaron la observación y registro detallado de la superficie, con puntos precisos para una interpolación lineal del relieve. Se atendieron los accidentes naturales y las huellas de acciones antrópicas que han afectado el contexto. La poligonal de primera categoría fue posible por la utilización de dos estaciones de la Empresa Geocuba: La Colonia y La Gloria. Se confeccionaron en AutoCad-2007 tres planos interpretativos: relieve tridimensional, vectorial de la dirección del escurrimiento, y disección vertical.
La conocida ambigüedad de las soluciones geofísicas sugirió el empleo de dos métodos disponibles por la Empresa Geominera, y complementarios en sus resultados, uno pasivo (magnético) y el otro activo (resistividad). Estos procedimientos de escrutinio se basan en el contraste de las lecturas entre el registro arqueológico y la matriz circundante, pero a la vez, la información histórica -documental y cartográfica- ha sido pertinente para las interpretaciones del terreno como documento43.
El método magnético consiste en el registro de la variación local del campo magnético terrestre, cuya intensidad puede ser alterada por objetos metálicos, y en menor medida por la existencia de pozos, hornos y residuos de construcciones. Con un magnetómetro protónico M-33, de fabricación soviética y precisión 0,1 nt44, se hicieron las mediciones utilizando un paso de 1 m, que completó una red de 5 x 1 m. Existió un punto de control fuera del sitio, al que fueron referidas todas las mediciones, el cual respondió al monitoreo del equipo. La corrección por deriva del instrumento, a intervalos de 20 y 40 min, nunca sobrepasó los 20 nt. En SURFER-8 se elaboró un plano de isolíneas a escala 1:250.
La tomografía eléctrica mide la resistividad aparente (Ra) que presentan los materiales al paso de la electricidad por el subsuelo. En el área del Guincho la formación rocosa (margas), caracterizada por una resistividad baja en el orden de 3-70 ohm.m45, sostiene una capa vegetal que no sobrepasa los 15 cm de espesor. Los valores más altos, preferiblemente atendidos, dependen de restos de construcciones, fragmentos de cerámica y deposiciones con desechos alimenticios (conchas y moluscos), de altos contenidos de sílice y por tanto mayor resistividad. El método escogido fue el Wenner (TEW) variante Polo-Dipolo, para estudiar de forma continua las particularidades del subsuelo desde la superficie hasta 2,61 m, respetando la red de 5 x 1 m. La Estación Geoeléctrica japonesa Tayata-2R, permitió la conexión de 24 electrodos (de bronce) al unísono, mediante dos secciones de cables especiales articulados a un generador de corriente de 180 volts de salida. Evaluada la posibilidad de localizar estratos más profundos, por el declive del terreno y la máxima profundidad excavada en 1976 (1,15 m), fueron utilizados 6 dipolos de medición (Tabla 1). La resistividad se calculó mediante la fórmula Ra = k. ∆U/I, realizando la interpretación cuantitativa con el programa computacional RESIS-2D INV.
La cala exploratoria, con dos secciones incluidas, se ubicó en la vertiente noroeste y oeste de la excavación practicada por Rodolfo Payares en diciembre de 1976, aún observable en el terreno46, pues pertenece a un área fértil. La nueva intervención se hizo lo más próxima posible a los perfiles de aquella, con el objetivo metodológico de determinar la estratigrafía arqueológica y recuperar una muestra material de dicha secuencia. Para ello la lectura de depósitos e interfaces se instrumentó mediante los principios harrisianos, sistematizando los datos con ficha de registro por unidad y la fotografía digital. El tamizado cumplió el propósito de obtener la totalidad de las evidencias macroscópicas, con mayas de 3 mm de abertura, a partir de un proceso de rebaja con cucharín.
El plano del campo magnético mostró un área mayormente despejada en respuesta a las débiles propiedades de las rocas sedimentarias presentes. Las variaciones significativas están en el extremo sur, donde fueron anotados objetos metálicos y rocas de origen volcánico, utilizadas como relleno de la vía férrea (Fig. 5). Sin embargo, algunos puntos y pequeñas zonas aisladas, que contrastan de manera positiva con la tranquilidad magnética del subsuelo, poseen interés arqueológico al tener en cuenta los resultados de la resistividad eléctrica, esencialmente para las lecturas mayores de 70 ohm.m, del No. 2 al 6, 8, 9, y del 11 al 13 (Tabla 2). Este comportamiento es llamativo e indica la ausencia de metales de gran volumen, y la inexistencia de muros de construcciones de importancia en el área prospectada, a pesar de haber localizado Payarés un cañon de hierro en 1964 y un posible piso de piedra caliza a 0, 60 m de profundidad en 1976, lo cual no ofrecería una lectura anómala. Contrasta la observación espaciada en superficie de ladrillos de pequeño tamaño47 y los muros de la batería, así como otros hallados en el sitio El Bagá al final de la bahía (Fig. 1), que por la técnica y el material deben corresponder a la misma época48.
Una breve descripción del poblado, la única conocida hasta el momento, en la cartografía histórica de la bahía de finales de siglo xviii señala:
El establecimiento que existe en el día se reduce a 15 o 20 casas de pasa situadas en terreno nada ventajoso ni cómodo por hallarse en una angostura de dos lomas que le hacen húmedo y precipitado a más de que no proporciona capacidad suficiente para extender la población.
El ojo de agua es muy salobre y causa enfermedades a todos los que la beben.
Su fondeadero es sacudido de los vientos del S-SE y no es buen ancladero como ha experimentado en la tormenta del mes de Octubre de 1793 que todos los buques fueron a lacosta.49
Las edificaciones debieron ser de material perecedero, correspondientes a un área de habitación común, bohíos de madera, yagua y guano. La no existencia de tejas acanaladas u otro tipo de techumbre de barro en los registros arqueológicos hasta el presente, fortalece tal inferencia.
En la prospección eléctrica el número de anomalías de máxima intensidad es mucho mayor, los valores de interés están concentrados en tres formaciones bien definidas: la primera desde la estación E-10 hasta E-30, tiene coincidencia con el camino o vereda actual; la segunda está ubicada desde la estación E-45 hasta E-60; y la tercera -de menor extensión- se localiza en las líneas L-0 hasta L-20 entre las estaciones E-70 y E-80 (Fig. 6), (Tabla 3). Según los perfiles las mayores intensidades existen enlos primeros dipolos y descienden a profundidad, para un plano de planta -que ofrece una perspectiva más objetiva de la ocupación del espacio- se utilizó el registro intermedio del dipolo 2 -como representativo-, de 0,62 m (Tabla 1), distancia en la que se encontró en 1976 un nivel de uso.
Las formaciones resistivas en este plano constituyen los límites de las acumulaciones más fértiles a esa profundidad, y representan una aproximación a la organización espacial que pudo tener el poblado a principios del siglo xix, de acuerdo con el examen de algunos planos históricos, el de la figura 3 y el que se muestra a continuación (Fig. 7). Pueblo Viejo se dispuso flanqueando la prolongación del camino, espacio central hasta el embarcadero para el trasiego cotidiano. Por la manera simbólica de representar las estancias de la península en el último plano, debieron existir, en la parte trasera de las edificaciones, cercos para corrales y sembrados. La superposición del plano de resistividad de 0,62 m y el relieve tridimensional (Fig. 8) mostró la ubicación de las principales anomalías en la meseta, con los residuarios claramente observables.
En este gran montículo o meseta la primera sección (2 x 2 m) de la cala exploratoria se hizo a 0,50 m de la vertiente noroeste de la excavación de 1976. Cuatro unidades estratigráficas (U.E) fueron identificadas hasta llegar al estéril (U.E-5), una de ellas, la número 3 correspondió a un pequeño conglomerado de piedras a los 0,36 m de profundidad. Los estratos registrados, presentaron una depositación original con alteraciones por causas culturales y naturales. Pero de manera general los depósitos presentaron un alto grado de homogeneidad. La U.E-1 capa vegetal, con interfaz (U.E-7) entre los 0,08 y 0,10 m y color 10 YR 5/1 gris; U.E-2 tuvo color 10 YR 6/1 gris e interfaz (U.E-6) entre los 0,37 y 0,39 m y U.E-4 alcanzó 0,52 m al norte y 0,64 m al sur, color 5.2 Y 8/2 amarillo. En todos los casos, incluyendo la otra sección, el color se determinó en Munsell con la tierra en seco.
La segunda sección (1,5 x 1,5 m) guardó una distancia de 1 m al sur de la primera y al oeste de la excavación de 1976. En ella se identificaron tres U.E hasta llegar al estéril (U.E-5), con caracteristicas y secuencia similares a la anterior. La U.E-1 capa vegetal, color 5 Y 5/2 gris olivo e interfaz (U.E-6) entre 0,10 y 0,13 m; U.E-2 con interfaz (U.E-4) entre 0,30 y 0,43 m, color 2.5 Y 7/1 gris claro. La U.E-3 de color 10 YR 7/1 gris claro y grosor entre 0,21 y 0,30 m llegó a 0,64 m al norte y 0,83 m al sur. Las secciones fueron hechas en una zona de cierta erosión con vectorización hacia el suroeste (Fig. 9). En estas los estratos denotaron una secuencia prácticamente diacrónica, diferenciados por interfaces que señalan un proceso continuo de ocupación. Los materiales clasificados como aborígenes y coloniales aparecieron mezclados, sin poder determinar una unidad explicitamente prehispánica.
Toda la cerámica apareció fragmentada en porciones de 1 a 10 cm, con predominio de 1 a 5 cm y baja correspondencia entre las partes. En las U.E 2 y 4, sección 1 y U.E 2, sección 2 existe mayor conservación, en el resto las afectaciones son considerables. A pesar de la fragmentación de manera general el 90-% posee planos de rotura visibles, poco desgaste de los bordes y muy bajo redondeo de las formas. Esta realidad permite valorar el pisoteo como evento postdeposicional en la formación del sitio, aunque el arrastre sea un factor de consideración.
La pendiente del terreno prescribe la transformación paulatina del contexto, la lluvia y el crecimiento arbustivo son variables fundamentales para este proceso, conjuntamente con los ejercicios explosivos que realizan los técnicos de la fábrica de cemento para extraer la piedra caliza desde finales de la década de 1960 hasta la actualidad, aunque en los años 90 las cargas disminuyeron en consideración a las afectaciones estructurales de las construcciones cercanas. El patrón de vectorización (Fig. 9) muestra el escurrimiento hidrico hacia las cañadas -arroyos- laterales de la meseta y por el antiguo camino o su prolongación. La mayor erosión sucede en los extremos, en la parte noreste con mayor incidencia, donde los gradientes son más pronunciados, por ejemplo: línea L-50, estaciones E-60 - E-70. La actual capa vegetal protege el terreno, pero a la vez, las raices de los arbustos propician la alteración de los contextos causando el desplazamiento vertical de matriz y evidencia.
En los trabajos anteriores (Fig. 2) y actuales fueron observados pozos de autores desconocidos. Muy cerca del chorrito existe uno de medianas proporciones, y la batería El Soberano ha sido objeto de estas acciones. La amenaza es importante, no solo por el daño que causan al contexto, sino por la permanencia en los pobladores de leyendas e historias vinculadas a piratas y tesoros enterrados, pues el sitio carece actualmente de protección legal.
El análisis del material exhumado en las secciones señala un período cronológico comprobado de ocupación desde el siglo xviii hasta la primera mitad del xix, las escasas evidencias coloniales del xvi, localizadas en las U.E-4 sección 1 y U.E-2 y 3 sección 2, pudieran sugerir una efímera presencia colonial en las dos décadas iniciales de esta última centuria. Los fragmentos de mayólica de tradición morisca, Melado y Columbia simple (Fig. 10), y algunas cerámicas de cronología temprana que también llegan al xviii y xix, cerámica roja, Morro, y México pintado de rojo, están asociados al resto del conjunto material. Esta situación pudiera responder a las transformaciones del contexto, porque las incidencias consideradas anteriormente, producen migración de elementos en ambos sentidos verticales. De manera general los restos están afectados tafonómicamente por procesos como la fragmentación pre y post-deposicional, lo que hace pensar también en la reutilización del espacio.
La presencia de los tipos Melado y Columbia simple con baja frecuencia plantea un problema, la primera de cronología 14921550, fue hallada solo en las U.E más tempranas de la cala, mientras que la segunda perteneciente a un período mayor -hasta mediados del xviii- estuvo en las U.E tempranas e intermedias.
A pesar de que la Columbia simple la mayoría de los investigadores la relaciona a contextos del siglo xvi-xvii, basado en la literatura especializada más extendida50, en la ciudad de Camagüey recién ha sido observada en un contexto del xviii, junto a mayólica mexicana, cerámica acordelada y artefactos de herencia aborigen51. Del mismo modo, Daniel Schávelzon, para la ciudad de Buenos Aires, ha señalado que es habitual en contextos del XVIII encontrar cerámicas más antiguas, entre estas la Columbia simple. Argumenta que la urbe fue muy pobre hasta finales del siglo XVII, obligando a mantener en uso cerámicas comunes y baratas52. Pero para ciudades portuarias y pueblos costeros activos en el comercio, como el caso que nos ocupa, esta mayólica de influencia morisca debió mantenerse al menos hasta la primera mitad de la centuria dieciochesca. Mitchell W. Marken, a partir del estudio de grandes colecciones de naufragios, propuso el incremento de un tiempo estimado de 100 años a su rango cronológico, por estar vinculada históricamente con ajuares marítimos como los de Tolosá y Guadalupe, pecios de 1724, o sea, fecha de término o declinación gradual en 175053.
La correlación porcentual de los dos conjuntos materiales que responden a herencias culturales diferenciables, agrupados en aborigen y colonial, advierte una desestabilización de los elementos en un período intermedio -durante el siglo XVIII- entre las unidades más tempranas y el momento de su abandono (Fig. 11 y 12). El diálogo transicional se grafica en la pérdida de aspectos culturales aborígenes y la ganancia de los coloniales.
Las relaciones entre las frecuencias de especies introducidas y autóctonas para el uso alimenticio, presupone el consumo diferenciado en correspondencia al comportamiento del resto del conjunto. La estrategia económica subsistencial, aunque muy vinculada a lo aborigen, es de un asentamiento postcolombino. El análisis de la muestra dietaria expuso el consumo de especies introducidas desde Europa y África, la vaca (Bos taurus) y el cerdo (Sus scrofa), y de otras fuentes autóctonas: peces, moluscos, quelonios, mamíferos y aves, obtenidos en los ecosistemas marinos y terrestres próximos, sugiriendo la relación conchal - estancia - poblado a través de actividades complementarias que fueron configurando las instancias espaciales.
La asociación de estos elementos refiere una relación sincrética, donde los fines funcionales debieron complementarse, en cuanto a las características de los artefactos y la significación social de cada elemento o conjunto. Relaciones correspondientes a grupos aborígenes sometidos a procesos de mestizaje en período colonial. Lo cual sitúa a la comunidad bajo los efectos del amplio comercio colonial circuncaribeño, con variados y complejos vínculos de comunicación e intercambio.
Joaquín Bernardo Campuzano, regente de la Audiencia Petrorial, en un recorrido que hiciera alrededor de 1818 en el terreno del Guincho, para localizar el espacio apropiado de ubicación de la población, contactó con los habitantes de Pueblo Viejo, después de un:
"[...] penoso viaje, por entre incultas malezas, por estériles y pedragosos terrenos calizos, faltos de agua, sin atractivos de ninguna clase, se veía ya á punto de renunciar á la esperanza de encontrar un punto á su entera satisfacción, cuando los mismos moradores del Pueblo-Viejo le informaron de que á la parte del Baga hallaría un sitio de las mejores condiciones.."54
Quiénes eran estas gentes que no merecían el calificativo de colonos, vecinos honrados o ilustres, y que se mantenían habitando aquel inhóspito y lejano paraje, con actividades evidentemente vinculadas al mar. Aquellos "moradores"55 se encontraban al margen de ese proceso de ubicación, posiblemente por sus singularidades culturales y la posición desventajosa conferida por los códigos culturales de la sociedad colonial.
El relativo aislamiento de esta comunidad respecto al centro poblacional de Puerto Príncipe, y los elementos sociales que la conformaron desde relaciones asimétricas, materializaron sus rasgos diferenciadores vinculados con la herencia aborigen y europea.
Se sabe que eran aborígenes y sus descendientes quienes prestaron servicios de vigilancia y control en apartados parajes del territorio durante los primeros siglos de colonización,56 a causa del dominio y estigmatización social sufridos, lo que conllevó su confinamiento a los suburbios y a tareas denigrantes, pero necesarias. Esto puede explicar su permanencia en el lugar, aún con el conocimiento de mejores sitios de habitación en otras zonas del territorio, incluso de lugares habitados como el Bagá, donde según el historiador Jacobo de la Pezuela el antiguo poblado fue destruido y saqueado por corsarios ingleses en 1801.57
Breves reflexiones
Hasta el momento el estudio de Pueblo Viejo y el área donde se localiza, parte de vestigios locacionales, artefactuales y cuantitativos, de una muestra representativa según los objetivos trazados, los cuales señalan algunas relaciones de la vida de quienes habitaron el lugar. La investigación posibilitó una aproximación al orden espacial del asentamiento y sus vínculos con otros lugares en el área, cuestión fundamental para la proyección de futuras intervenciones arqueológicas.
Las prácticas sociales de individuos y grupos, producen determinados patrones de disposición, distribución, y relaciones entre los lugares58, definidas por la manera en que las gentes se interrelacionan con el medio ambiente acorde a sus sistemas culturales59. En este sentido diferentes concepciones pueden coexistir en un mismo tiempo histórico, motivo por el cual los paisajes como registros duraderos muestran de forma discontinua aspectos de la vida material. Son los enclaves tratados la manifestación ocupacional de herencias diversas de forma conjunta, que construyeron lugares afines donde subyacen intencionalidades superpuestas en lo social y político. La desproporción grupal de estas herencias pudo influir en las particularidades del registro factual histórico y arqueológico, en un asentamiento marginal del centro poblacional de Puerto Príncipe.
El análisis da paso a varias conjeturas acerca de la presencia de un grupo aborigen, en franco proceso de criollización en un sitio interfaz, espacio de interacción de culturas, aborigen, europea y seguramente africana. Se trata a la vez de un espacio límite: frontera territorial en la costa norte principeña y punto de intercambio marítimo, bajo las condicionantes históricas del contrabando o comercio ilícito, actividad imprescindible en la región.
La manifestación de marcados rasgos aborígenes indica una lenta hibridación de este grupo hasta inicios del siglo xix, donde la presencia femenina jugó un papel fundamental en condiciones de desproporción a favor de la cultura portadora. La elección del puerto de Nuevitas para el comercio libre con España y la creación de la nueva población, aceleró la desintegración del grupo en respuesta a la emergente transformación contextual. El área arqueológica del Guincho, con las particularidades conocidas hasta hoy, muestra la variabilidad y heterogeneidad de los procesos de cambio cultural que en el período colonial se materializaron, en dependencia de sus componentes y circunstancias.
1 Arqueólogo, Licenciado en Ciencias Sociales y Máster en Cultura Latinoamericana, director del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, Cuba, correo electrónico: iosvany@ohcc.co.cu
2 Ingeniero geofísico, especialista en minerales de la Empresa Geominera de Camagüey, correo electrónico: antoniobb@gmcmg.gms.minbas.cu
3 Ingeniero geofísico, especialista en minerales de la Empresa Geominera de Camagüey, correo electrónico: manuelgp@gmcmg.gms.minbas.cu
4 Arqueólogo y paleontólogo, Jefe del departamento de Zooarqueología del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de Ciudad de La Habana, correo electrónico: osvaldojimenez@arp.patrimonio.ohc.cu
5 Francisco Luna Marrero. Cronología camagüeyana 1514-1958. Editorial Ácana. Camagüey, 2002. P. 7 s.
6 El huracán Flora azotó la región oriental del país desde el 30 de septiembre al 11 de octubre de 1963. Luis B. Lecha Estela, Luis R. Paz y Braulio Lapinel. El clima de Cuba. Editorial Academia. La Habana, 1994. P. 126.
7 Ernesto E. Tabío y Estrella Rey. Prehistoria de Cuba, Academia de Ciencias de Cuba, La Habana, 1979. P. 134.
8 Leandro Romero Estébanez. Sobre las evidencias arqueológicas de contacto y transculturación en el ámbito cubano. En: La Habana arqueológica y otros ensayos. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 1995. P. 147.
9 Lourdes S. Domínguez. El siglo XVI en la arqueología histórica caribeña. En: Debates Americanos. No. 7-8. Ciudad de La Habana, 1999.
10 Antonio Nuñez Jiménez. Cuba: la naturaleza y el hombre. Bojeo. Editorial Letras Cubanas. Ciudad de La Habana, 1984. P. 419-423.
11 Michael Brian Schiffer and Andrea R. Miller. The material life of human beings. Artifacts, behavior, and communication. Taylor & Francis e-Library. London, 2002. P. 54.
12 Luis Felipe Bate. El proceso de investigación en arqueología. Editorial Crítica. Barcelona, 1998. P. 107. Felipe Criado Boado. Del terreno al espacio: planteamientos y perspectivas para la arqueología del paisaje. En: Capa. Criterios y convenciones en arqueología del paisaje. No. 6. Santiago de Compostela, 1999.
13 Iosvany Hernández Mora. Transculturación indohispana en la arqueología en Cuba: el caso de Pueblo Viejo de Nuevitas. En: Cuadernos de historia principeña. No. 10. Camagüey, 2011.
14 Payarés entrevistó a un anciano de 84 años llamado Jaime Vichen, residente cercano al sitio hacía más de 70 años, quien le refirió haber visto de muchacho un cementerio con cruces de hierro, cubierto en ese momento por un mayal en un lugar que llamó por tres nombres: El Chorrito, loma de La Vigía y Punta Machetero.
15 Antonio Nuñez Jiménez. Cuba: la naturaleza... Op. Cit. P. 421.
16 Antonio Herrera. Historia de las Indias. Asunción del Paraguay, t. 1, 1944. P. 69. Véase también t. 2. P. 258.
17 Antonio Vázquez de Espinosa. Compendio y descripción de las indias occidentales. Published by the Smithsonian Institution. Washington, D. C. 1948.
18 Se trata de la comparación de siete mapas de los siglos XVI y XVH a partir de 1548 hasta 1683, localizados en el libro Cuba in old maps de Emilio Cueto, en las páginas: 57, 62, 69, 77, 79, 80, 88, 147. Iosvany Hernández Mora. Arqueología en Pueblo Viejo de Nuevitas: problemáticas actuales y perspectivas. En: Cuadernos de historia principeña. No. 5. Camagüey, 2006.
19 Joël Candau llama a este recurso de la memoria totalización existencial, referida a la mantención del sentido en la discontinuidad de lo real, la memoria del nombre de una existencia y sus significaciones. Joël Candau. Memoria e identidad. Ediciones Del Sol. Buenos Aires, 2001. P. 66.
20 Hortensia Pichardo Viñals. Documentos para la historia de Cuba. t. 1. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. P. 52.
21 Hortensia Pichardo Viñals. Documentos para... Op. Cit. P. 53 - 55.
22 Ovidio Ortega Pereira. Aproximaciones al primitivo emplazamiento de San Cristóbal de La Habana. En: Gabinete de Arqueología. No. 4. Ciudad de La Habana, 2005.
23 V.: Leo Waibel. La toponimia como contribución a la reconstrucción del paisaje oriental de Cuba y Ricardo Herrera. El origen de las sabanas cubanas. En: La toponimia en el paisaje cubano. Editorial Ciencias Sociales.Ciudad de La Habana, 1984.
24 Por Real Cédula de 21 de julio de 1511 el monarca concedió licencia para traer aborígenes de Las Lucayas a La Española, bajo el pretexto de la disminución de esta población en dicha Isla. Se importaron a Puerto Rico y Cuba, aun cuando las concesiones hechas no favorecieron a los hispanos de esta última. José Antonio Saco: Historia de la esclavitud desde los tiempos más remotos hasta nuestros días. t. 4. Editorial Alfa. La Habana, 1945.P.111 - 114.
25 Hortensia Pichardo Viñals: Documentos para... Op. Cit. P. 54.
26 Bartolomé de Las Casas en la localización del puerto refiere que está en la provincia de 'Yumaysi". Entre la actual ciudad de Camagüey y la bahía de Nuevitas, zona de San Miguel sobrevive el topónimo Yumaisí. La parte este de la provincia es una de las menos exploradas desde el punto de vista arqueológico, pues los estudios se han concentrado al norte en la Sierra de Cubitas, y al sur en los llamados caneyes.
27 Hortensia Pichardo Viñals: Documentos para... Op. Cit. P. 53.
28 José G. Guerrero. El contacto temprano indo-hispánico en Santo Domingo: una lectura histórica y arqueológica. En: El Caribe Arqueológico. No. 3. Santiago de Cuba, 1999. P. 105-107.
29 Hortensia Pichardo Viñals. La fundación de las primeras villas de la Isla de Cuba. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1986. P. 63 - 65.
30 Pedro Agustín Morell de Santa Cruz. La visita eclesiástica. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1985. P. 66.
31 Felipe Pichardo Moya. Peniplano del Camagüey. En: Revista de la Junta Nacional de Arqueología y Etnología, No. Único. La Habana, 1961.
32 La máxima profundidad del canal es de 49, 5 m. Antonio Núñez Jiménez.Cuba: la naturaleza Op. Cit. P. 417.
33 Metros sobre el nivel del mar.
34 Veroslav Samek. Regiones fitogeográficas de Cuba. Serie Forestal. No. 15. La Habana, 1973. P. 8.
35 Attila Borhidi y Onaney Muñiz. The phytogeographic survey of Cuba II. Floristic relationships and phytogeographic subdivision. En: Acta Botanica Hungarica. No. 32. 1986. P. 1-4
36 Luis B. Lecha Estela y Alberto Florido Trujillo. Principales características climáticas del régimen térmico del archipiélago cubano. Editorial Academia. La Habana, 1989. P. 31-37.
37 Luis B. Lecha Estela, Luis R. Paz y Braulio Lapinel. El clima de Cuba. Editorial Academia. La Habana, 1994. P. 77-151.
38 Iosvany Hernández Mora. Vigilando en la bahía: El Guincho como área arqueológica de relevancia histórica. En: Cuadernos de historiaprincipeña 9. Editorial Ácana, Camagüey, 2010. P. 12-14.
39 En 1999 fue reportada la existencia de 341 especies de plantas vasculares, con 56 endemismos, entre la península y la cayería de los ballenatos.
40 En la explicación del Plano levantado, por el ingeniero voluntario José Muñoz Del Canto, se dice que en el Guayabo existían dos aguadas con manantiales que en tiempo de seca eran de buen gusto al beber aunque un poco gruesas.
41 Alexa Voss. Nuevos apuntes para el estudio de los conchales. En: Gabinete de Arqueología. No. 2. Ciudad de La Habana, 2002. P. 69.
42 Gerardo izquierdo Díaz y Ricardo Sampedro Hernández. Útiles de concha y unidades habitacionales de las comunidades aborígenes de Cuba. En: El caribe arqueológico. No. 6. Santiago de Cuba, 2002. P. 72.
43 Lewis Somers: Resistivity survey. En: Remote sensing in archaeology, Remote sensing in archaeology. An Explicitly North American Perspective. Edited by Jay K. Johnson. Tuscaloosa, 2006. P. 110 s.
44 Medida física que significa la milmillonésima parte de un Tesla -del físico yugoslavo Nicolás Tesla (1856-1940)-, unidad de inducción magnética del sistema internacional de medidas.
45 Unidad de resistencia al paso de la corriente eléctrica en un metro. Ohm, apellido del físico alemán Jorge Simón Ohm (1787-1954), medida del sistema internacional.
46 En la intervención de 1976 la tierra extraída fue depositada al este de la excavación.
47 De 20 cm de largo, 10 cm de ancho y 4 de grosor.
48 Iosvany Hernández Mora. El Bagá: notas históricas de un yacimiento arqueológico, Centro de Investigación de Medio Ambiente de Camagüey. Camagüey, 2009. (inédito).
49 Mapa del Puerto de Nuevitas, 1796. Archivo Nacional de España, sección Ultramar, sig. 60, leg. 3896 bis, num. 1. Lourdes Gómez Consuegra. El centro histórico de Camagüey. En: Camagüey: ciudad y arquitectura (1514-1950). Editorial Ácana. Camagüey, 2006. P. 35.
50 En Cuba el libro de Kathleen Deagan: Artifacts ofthe Spanish colonies of Florida and the Caribbean, 1500-1800, Vol. I, del año 1987 que propone una cronología de 1492 a 1650.
51 Se trata de la excavación de un pozo cegado, perteneciente a uno de los solares que conformaron la edificación de dos niveles de principios del siglo XIX, que aún pervive en la calle Cisneros no. 208, actualmente en proceso de investigación por el Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de esta ciudad.
52 Daniel Schávelzon: Arqueología histórica de Buenos Aires I. La cultura material porteña de los siglos XVIII yXIX. Editorial Corregidor. Buenos Aires, 1991. P. 93.
53 Mitchell W. Marken: Pottery from Spanish shipwrecks, 1500-1800. University Press of Florida, 1994. P. 178 s.
54 Nicolás Cárdenas y Rodríguez. Apuntes para la historia de la ciudad de Nuevitas. En: Memorias de la Sociedad Económica de La Habana. T. 4. Imprenta del Faro Industrial. La Habana, 1847. P. 393.
55 Moradores se les llamaba a los aborígenes de las islas y tierra firme en el Requerimiento (1514), documento formal que trataba de la sumisión y conversión, y justificaba la guerra y la presencia española en nuestras tierras. Francisco Morales Padrón. Teoría y leyes de la conquista. Ediciones Cultura Hispánica. Madrid, 1979. P. 338.
56 Felipe Pichardo Moya. Los indios de Cuba en sus tiempos históricos. Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1945. P. 18.
57 Jacobo de La Pezuela. Diccionario geográfico, estadístico, histórico de la isla de Cuba. T. Imprenta del Establecimiento de Mellado. Madrid, 1863. P. 81.
58 Carlo Emilio Piazzini Suárez. Arqueología, espacio y tiempo: una mirada desde Latinoamérica. En: Arqueología Suramericana. No. 1. Catamarca, 2006. P. 3 s.
59 Kurt Anschuetz, Richard H. Wilshusen y Cherie L. Scheick. An archaeology of landscapes: perspectives and directions. En: Journal of archaeological research. No. 2. 2001. P. 159.
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