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Diversitas: Perspectivas en Psicología
Print version ISSN 1794-9998
Diversitas vol.7 no.1 Bogotá Jan./June 2011
Resiliencia familiar: nuevas perspectivas en
la promoción y prevención en salud *
Family Resilience: New Perspectives in Health
Promotion and Prevention
Marisol Lurdes de Andrade Seidl1, Silvia Pereira da Cruz Benetti 2 **
1 Centro Universitario FEEVALE Novo Hamburgo, RS, Brasil
2 Universidade do Vale do Rio dos Sinos São Leopoldo, RS, Brasil
Recibido: 10 de febrero de 2010 - Revisado: 2 de abril de 2010 - Aceptado: 22 de mayo de 2010
* Artículo de reflexión
Resumen
Los estudios sobre la resiliencia familiar son un instrumento importante para el desarrollo de estrategias de prevención e intervención para familias en situación de riesgo, al considerar las capacidades familiares de transformación ante las diversidades. El objetivo de este artículo es discutir el concepto de resiliencia en familias, subrayando los principales modelos conceptuales de los procesos identificados en estudios sobre resiliencia en familias brasileñas. Para finalizar, se subrayan las implicaciones de este abordaje en el trabajo preventivo con familias y se presenta la metodología de inserción ecológica como una alternativa de investigación fundamental para el trabajo en situaciones de vulnerabilidad.
Palabras clave: familia, resiliencia, factores de riesgo, inserción ecológica, familias brasileñas
Abstract
Studies about family resilience are important instruments for the development of preventive strategies addressed to families at risk, taking into consideration the family capacities of transformation when facing adversities. From this perspective, the objective of the current article is to discuss the concept of resilience in families, specially the main conceptual models of the resilient processes and the principal findings regarding resilient processes identified in studies in Brazilian families. Finally, the implications of this approach to the preventive work with families are highlighted and the ecological model is introduced as an alternative methodology to work with families in vulnerable situations.
Key words: family; resilience; risk factor; ecological model, brazilian families
Introducción
Es creciente el interés de los estudios en la identificación y comprensión de los procesos de resiliencia en distintos contextos del desarrollo humano, basados en la noción de promoción ante las circunstancias adversas de la vida. Así, al priorizar los aspectos de afrontamiento en las situaciones de riesgo, y al intentar comprender las características de estos procesos, las indagaciones de investigación pasan a orientarse por el énfasis en las características individuales y colectivas de transformación y salud. De esta manera, el enfoque de la resiliencia se vuelve importante para el trabajo con niños y familias en situación de riesgo, pues permite la comprensión de las inquietudes emocionales y comportamentales que se orientan al crecimiento, las cuales facilitan el impulso de distintas acciones de promoción y de prevención en salud, en varios niveles, como familiar, social y pública (Junqueira & Deslandes, 2003; Luthar & Cicchetti, 2000; Sapienza & Pandemonio, 2005; Yunes, 2001).
Básicamente, el concepto de resiliencia se refiere al proceso de superación de los efectos negativos de la exposición a los riesgos, de forma que el afrentamiento de los eventos traumáticos no conduzca a trayectorias negativas del desarrollo (Yunes, 2003). Asociados a la noción de riesgo están los factores de protección, los cuales pueden ser comprendidos como situaciones que promocionan la salud o mitigan el impacto negativo del trauma. Estos factores incluyen tanto características individuales como recursos del ambiente social y contextual en el cual el individuo está inserto y actúan de forma interactiva en la determinación de las trayectorias individuales (Fergus & Zimmerman, 2005). En este sentido, Pesce et ál. (2005) resumen el concepto de resiliencia como "el conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que permiten el desarrollo saludable del individuo (p. 436)", lo que involucra, por tanto, la interacción de características de la personalidad individual, de cohesión y la buena relación familiar y de disponibilidad de apoyo externo.
Por lo general, las indagaciones sobre resiliencia abordan distintas situaciones de estrés en el desarrollo humano, asociadas a traumas, violencia, enfermedades y pérdidas, tanto bajo la perspectiva de resiliencia individual como familiar y comunitaria (Daniel, 2006; Lietz, 2006). En las últimas décadas, el foco en la comprensión de procesos familiares en situaciones de adversidad y crisis (cuyo objeto es identificar las formas por las cuales las familias se enfrentan a situaciones de riesgo) pasó a recibir especial atención, principalmente bajo el enfoque de la importancia de las relaciones familiares en la promoción de resiliencia individual y grupal (Hawley & DeHann, 1996).
El abordaje de la resiliencia en familias tiene como objetivo identificar y fortalecer los procesos clave que pueden poseer para superar crisis y sucesos estresantes, tanto en el presente como a lo largo del tiempo (Hawley & DeHann, 1996; Walsh, 1998/2005). No obstante, son pocos los estudios que investigan la familia como factor que contribuye en el desarrollo de la resiliencia individual. La mayoría de los trabajos están centrados en el clima emocional o en la dinámica de familias disfuncionales que, por consiguiente, están basados en el paradigma del déficit (Yunes, Mendes & Albuquerque, 2007; Lietz, 2006).
En Brasil, las investigaciones sobre resiliencia en familias se destacan por la preocupación de incluir la comprensión de procesos racionales en diferentes contextos, principalmente con grupos en situación de riesgo social, económico y relacionados con la violencia (Cecconello, 2003; De Antoni, 2005; Garcia & Yunes, 2006; Yunes, 2001; Yunes, Mendes & Albuquerque, 2004; Yunes et ál., 2007). Como resultado de estos trabajos se pueden señalar dos aspectos; el primero, en relación con el mayor conocimiento de los procesos de resiliencia en grupos de riesgo; el segundo en relación con una propuesta metodológica de investigación, esto es, la inserción ecológica (Prati, Couto, Moura, Poletto & Koller, 2008).
Los trabajos identifican la importancia en el reconocimiento de factores de protección familiar para la promoción de respuestas positivas en el enfrentamiento de las adversidades (Yunes et ál. 2007). Muestran la necesidad de divulgar los resultados de las investigaciones que vienen de distintos grupos y regiones. En este sentido, la ampliación del conocimiento de esos factores de protección es una etapa importante para la identificación de estrategias comunes a los distintos individuos y para la fundamentación de proyectos dirigidos a las poblaciones de riesgo.
En relación con la propuesta metodológica de la inserción ecólogica, ésta sistematiza la contribución del modelo de desarrollo bioecólogico de Bronfenbrenner (1979/2002) que tiene en cuenta las múltiples influencias del entorno sobre el desarrollo del individuo en el transcurso de su vida. En el caso de la investigación presentada, el delineamiento del trabajo procura operacionalizar tanto la recogida como el análisis de datos, teniendo en cuenta el desarrollo de procesos cercanos en el campo investigado (Prati et ál., 2008).
A partir de estos argumentos, el objetivo del presente artículo es discutir el concepto de resiliencia en familias, considerando los principales modelos conceptuales de los procesos familiares y presentar los principales resultados identificados en estudios sobre familias y resiliencia en estudios con poblaciones brasileñas. También se identifican, a partir del trabajo con familias brasileñas, los principales procesos involucrados en las trayectorias familiares de resiliencia. Se destacan, también, las implicaciones de este abordaje para el trabajo preventivo con familias y el desarrollo de políticas dirigidas a las relaciones familiares.
La resiliencia: desarrollo de un concepto
El origen del término resiliencia se fundamenta en tres puntos de vista: el físico, el médico y el psicológico (Tavares, 2001). En el primero, la resiliencia es la calidad de resistencia de un material al choque, a la tensión y a la presión, calidad que le permite volver, siempre que es forzado o violado, a su forma o posición inicial (por ejemplo, una barra de hierro, una banda elástica, etc.) En el segundo, la resiliencia sería la capacidad de alguien para resistir una enfermedad, una infección, una intervención, por sus propios medios o con la ayuda de medicinas. Y, en el tercero, el psicológico, la resiliencia es una capacidad de las personas, individualmente o en grupo, para resistir a situaciones adversas sin perder su equilibrio inicial, esto es, mantener la capacidad de acomodarse y reequilibrarse constantemente.
El estudio de la resiliencia en psicología es reciente; utiliza el término para definir los procesos de enfrentamiento de adversidades, superación de dificultades y su ulterior transformación (Bianchini & Dell'Aglio, 2006; Yunes, 2001). Tanto la definición conceptual del término como los aspectos metodológicos de evaluación de los procesos recientes no son tan precisos como en el área de la física. La diversidad de términos utilizados en la definición de resiliencia, así como los diferentes instrumentos y procedimientos de estudios sobre los procesos de resiliencia generaron dificultades metodológicas en la operalización del concepto y en la adecuada evaluación de los elementos envueltos en la resiliencia (Yunes, 2001).
En la última década, los investigadores del área recomiendan que los trabajos orientados para la identificación de los procesos de resiliencia, se fundamenten en sólidas definiciones de los conceptos y en opciones metodológicas adecuadas a las preguntas de investigación, evitando así la utilización de conceptos cerrados que comprenderían los individuos como resilientes o no resilientes (Luthar & Cicchetti, 2000; Yunes 2001; Zimmermann & Arukumar, 1994).
Inicialmente, el enfoque de las investigaciones sobre resiliencia se centraba en la comprensión de cómo algunos niños en situaciones adversas y de riesgo no desarrollaban problemas psicológicos o de adaptación social, a pesar de las predicciones teóricas. El enfoque se orientaba por el interés en identificar cuáles características humanas volvían a ciertos individuos inmunes a las situaciones adversas de la vida, en un esfuerzo de utilizar esta comprensión para la prevención de sufrimiento psicológico.
El concepto de resiliencia, fundado en la noción de inmunidad, consideraba que los individuos resilientes eran invulnerables, resistían a las diferentes situaciones traumáticas debido a sus características personales que no se alteraban a lo largo de la vida. Un estudio que marcó este primer momento fue el de Werner y Smith (1993) en Kauai, Hawai, en el que durante 32 años acompañaron a 505 personas, desde el período prenatal hasta la vida adulta, con el objetivo de conocer los efectos acumulativos de las situaciones de riesgo sobre el desarrollo emocional y psicólogico infantil. Se observó que no todos los niños expuestos a cuatro o más factores de riesgo desarrollaban problemas de aprendizaje o de comportamiento. Aquellos que no, fueron denominados resilientes. Conforme avanzaban los estudios, esta comprensión se modificó y, en cambio, se observó que la diversidad de respuestas individuales ante la adversidad variaba, y dependía mayormente de las situaciones enfrentadas (Rutter, 1993).
Sin embargo, aunque el énfasis se dé en las características interactivas de los procesos de resiliencia, dos aspectos son básicos en la comprensión del concepto: el primero se refiere a la exposición a la adversidad, y el segundo, a la superación. En este sentido, asociados a la propia construcción de resiliencia, están los conceptos de riesgo, "coping", vulnerabilidad y protección (Infante, 2005). En consecuencia: "Hablar de resiliencia sin mencionar estos conceptos sería como abordarla sin la complejidad y la amplitud que el concepto requiere (Libório, Castro & Coelho, 2006, pp. 89-90)".
Los factores de riesgo se refieren a los hechos negativos de vida que cuando están presentes aumentan la probabilidad de que el individuo presente problemas físicos, sociales o emocionales. La presencia de factores de riesgo genera mayor vulnerabilidad y mayor probabilidad de iniciar un proceso de desarrollo negativo para el niño, principalmente asociado a trastornos emocionales (Pesce et ál., 2005). No obstante, el riesgo también es comprendido como un proceso y no como una variable en sí misma (Luthar & Cicchetti, 2000).
La vulnerabilidad, por tanto, se caracteriza por la susceptibilidad de emisión de respuestas desadaptadas que producen resultados negativos para el desarrollo psicológico de los individuos sometidos a situaciones de riesgo. La vulnerabilidad ocurre sólo cuando el riesgo está presente, pues sin el riesgo no posee efecto. Las variaciones en la sensibilidad del niño a riesgos del ambiente pueden ser influenciadas de forma genética como derivadas de experiencias vividas anteriormente (Zimmermann & Arunkunar, 1994; Rutter, 1985).
Los mecanismos de protección (Rutter, 1987) actúan en la reducción del impacto de los riesgos, disminuyendo también los efectos de la exposición del individuo a un evento estresante y reduciendo las reacciones negativas en cadena que acompañan la exposición del individuo a situaciones de riesgo. Los mecanismos de protección son provenientes de factores individuales (autoestima positiva, autocontrol, autonomía, temperamento entrañable y flexible, estrategias de coping y competencia social) y de factores del entorno (relaciones interpersonales relacionamiento entrañable con adulto significativo y amistades significativas, soporte social y comunitario).
De esta manera, se considera que el concepto de resiliencia se refiere a procesos dinámicos, un proceso en el que el individuo manifiesta adaptación positiva a pesar de experiencias adversas o traumáticas (Junqueira & Deslandes, 2003; Luthar & Cicchetti, 2000; Slap, 2001; Yunes, 2001). No es un rasgo de personalidad o una cualidad personal, debe ser comprendido a partir de una perspectiva interactiva, pues el individuo puede presentar características de resiliencia en determinadas situaciones y no en otras. Por tanto, el concepto de resiliencia no se refiere únicamente a la adaptación de una situación o a la superación de sus efectos, sino a procesos más complejos que involucran distintos elementos.
En resumen, la comprensión de los factores de riesgo, la vulnerabilidad y la protección actúan de forma interactiva y fundamentan el desarrollo conceptual de resiliencia como un proceso (Yunes, 2001). El cambio de un abordaje estático de comprensión de resiliencia a otro procesual y dinámico originó el desarrollo de modelos explicativos de las diferentes formas de interacción entre los factores de riesgo y los de protección.
Modelos conceptuales de resiliencia
Básicamente, los modelos de resiliencia se organizan alrededor de la noción de que las situaciones de adversidad que ocurren en el proceso de desarrollo humano generan cambios del equilibrio homeostático (equilibrio entre los factores internos y externos al individuo). De acuerdo con la interacción entre estos factores internos y externos, pueden ocurrir distintos finales, como la reintegración de la experiencia adversa con un proceso de crecimiento y modificación personal; la vuelta a la posición homeostática anterior; la reintegración con pérdidas y, por último, la reintegración disfuncional (Lacharité, 2005; Landsford et ál., 2006).
Dos modelos fueron propuestos para explicar cómo se da la relación entre diversos factores de riesgo y protección, y cómo éstos interactúan e influencian las trayectorias de desarrollo. El modelo adictivo considera que los factores se acumulan y tienen mayor efecto cuanto más a menudo ocurren. Por ejemplo, un niño en presencia de diversas situaciones de riesgo, como pobreza, violencia familiar y comunitaria, tiene más oportunidades de riesgo en el desarrollo que otros niños en situación distinta. El modelo interactivo considera que tanto los factores de riesgo como los de protección interactúan entre sí, lo que resulta en distintas respuestas individuales o grupales (Lacharité, 2005; Landsford et ál. 2006).
Inicialmente, Garmezv, Masten & Tellegen (1984) plantearon tres mecanismos interactivos por los cuales los procesos de protección pueden mediar la relación entre el estrés y competencia, lo que aumenta la resiliencia: reto, inmunización, y compensación. Tales mecanismos pueden ocurrir simultáneamente o en fases diferentes del desarrollo. En el mecanismo de reto el estrés es visto como un estímulo que al ser enfrentado aumenta la competencia del sujeto y disminuye el impacto del riesgo. Hay, por tanto, una interacción del factor de riesgo (estrés) con el factor de protección (competencia). En el mecanismo de inmunidad el riesgo refuerza la capacidad de adaptación del sujeto, pues delante de la superación del estrés hay un aumento de las estrategias y de las habilidades en el enfrentamiento del estrés. El refuerzo de las estrategias y de las habilidades delante de la superación del estrés aumenta a la vez la competencia social del individuo. En el mecanismo de compensación el estrés es neutralizado por una variable que disminuye el efecto negativo de la exposición al riesgo.
Además de estos aspectos, Masten & Garmezy (1985) identificaron tres niveles de factores asociados a la mayor protección y resiliencia: las características disposicionales del niño, tales como actividad, autonomía, positiva orientación social y autoestima; las características familiares, como cohesión familiar, ausencia de conflictos y malos tratos; y las características del contexto social, como la disponibilidad de una red de apoyo social definida. Rutter (1993) posteriormente, ha subrayado la importancia de considerarse el momento evolutivo del niño y el origen de la situación de adversidad. Sin embargo, en la medida en que los estudios avanzan parece evidente que solamente la ocurrencia de eventos traumáticos y la presencia de los factores de protección mencionados no eran condiciones suficientes para explicar trayectorias de resiliencia. Se ha constatado que, en vez de una comprensión estática de resiliencia, era necesario un abordaje comprensivo de los procesos interactivos de estos elementos (Tusaie & Dier, 2004).
Otra importante contribución en la comprensión de los estudios sobre resiliencia es planteada por Lacharité (2005), quien propone la distinción de dos acercamientos comprensivos sobre la dinámica de los procesos de resiliencia. Uno de estos abordajes radica en la perspectiva estructuralista de desarrollo, la cual incluye las nociones de factores de riesgo, protección y respuestas de vulnerabilidad. Es decir, conceptos definidos operacionalmente y analizados a través de la ocurrencia o no de estos factores en las trayectorias de desarrollo.
Otra corriente parte de una definición de resiliencia bajo una perspectiva fenomenológica, la cual tiene como referencia la experiencia subjetiva del individuo. En esta comprensión, las situaciones descritas como traumáticas son entendidas al tener como referencia el sentido de la experiencia subjetiva. En este caso, situaciones individuales caracterizadas por experiencias asociadas a sentimientos de impredecibilidad, poco control sobre las propias acciones y de los demás, resultarían en vivencias de sufrimiento y percepción de imposibilidad de cambios. La resiliencia, en estos casos, resultaría de la posibilidad de interacción en contextos que propician relaciones de experiencia de reconocimiento, validación, refuerzo y reinterpretación de las vivencias traumáticas. De esta forma, se establece una fuerte relación del individuo y grupo con el ambiente. Ejemplos de importantes trabajos en esta orientación fueron desarrollados por Cyrulnik (2006, 2006a), quien describe experiencias de resiliencia a partir del vínculo con los demás y el entorno -los tutores de resiliencia- y la posibilidad de resignificar el trauma y no sencillamente adaptarse al hecho.
Abordajes de la resiliencia en familias
El concepto de resiliencia no se restringe a modelos individuales de enfrentamiento de las situaciones adversas, sino también es considerado un instrumento importante para la comprensión de situaciones y contextos más amplios, como la resiliencia en familias y en comunidades (Tusaie & Dier, 2004). Sin embargo, las investigaciones basadas en la construcción de resiliencia en familias todavía son poco exploradas (Hawley & DeHann, 1996; Yunes, 2003; Walsh, 1998/2005). Son escasos los estudios que investigan el sistema familiar como capaz de contribuir para la resiliencia individual, ya que la mayoría de ellos, como ya se dijo, están basados en el paradigma del déficit (Lietz, 2006). No obstante, el enfoque a partir de la resiliencia en familias se vuelve importante para los aspectos sanos y de éxito de la familia, en una visión positiva de las motivaciones y de las capacidades humanas.
Inicialmente, los trabajos sobre resiliencia y estrés familiar de McCubbin (McCubbin, Balling, Possin, Rfierdich & Byrne, 2002; Gardner, Huber, Steiner, Vazquez & Savage, 2008) tuvieron el importante papel de contribuir para el desarrollo de conceptos de evaluación de características del funcionamiento de la familia asociados a la crisis.En este sentido, reconocen que el foco del interés en los procesos familiares ya está constituido como una importante área de interés; del mismo modo, Hawley & DeHann (1996) subrayaban que los estudios de los procesos familiares de resiliencia todavía están en etapa de consolidación.
Según Lietz (2006), el modelo tradicional de trabajo con familias se concentraba en la reducción de riesgos, un acercamiento que tenía por objetivo identificar los problemas, los conflictos y los síntomas presentes en el contexto familiar. Al ser éste un foco de interés necesario y válido, el énfasis en los aspectos de salud y resiliencia familiar en las situaciones de adversidad es una forma alternativa de auxiliar a las familias para identificar sus propios recursos en el enfrentamiento de las dificultades. En esta perspectiva, el foco en los procesos de transformación y búsqueda de soluciones subraya el esfuerzo de enfrentamiento de la adversidad (Hawley & DeHann; Walsh, 1998/2005; Yunes, 2003).
Así, la resiliencia familiar comprende los procesos de enfrentamiento, de adaptación y coping en el sistema familiar, al ser comprendido como una unidad funcional. Es decir, la resiliencia en familias abarca un conjunto de características basadas en su capacidad para tener un funcionamiento flexible y de contención de los problemas, lo que no deja que otros dominios del funcionamiento familiar interfieran en el funcionamiento de sus miembros (Gonçalves, 2003). Justamente, esta interacción de factores de protección internos y externos contribuye para la promoción de la resiliencia, tanto en los procesos vividos por la totalidad de la familia como en los procesos individuales de sus miembros, como por ejemplo, de la cohesión familiar y del apoyo conyugal y social.
Una importante contribución para la comprensión de la resiliencia en familias es el trabajo de la terapeuta de familia Froma Walsh (2005), quien señala que la comprensión de la resiliencia en familias se fundamenta en una óptica sistémica y ecológica del desarrollo. En esta perspectiva:
El contexto relacional de resiliencia dentro de un punto de vista sistémico expande nuestra visión de la adaptación individual para procesos transaccionales más amplios en el sistema familiar y social y trata de la mutualidad de las influencias a través de estos procesos (p. 11).
Consecuentemente, la resiliencia en familias es tejida por una red de relaciones y experiencias que se desarrollan durante los ciclos de la vida y entre las generaciones, en los diversos contextos sociales y a lo largo del tiempo.
Para Walsh (1998/2005) la resiliencia es promocionada cuando las adversidades y los problemas son vistos como una manera de crecer y superarlos propios límites. Sin embargo, algunos procesos clave se constituyen como bases del funcionamiento familiar, asociados a la construcción de la resiliencia, sobre todo en tres dominios: El sistema de creencias de la familia, los patrones de organización y los procesos de comunicación.
Los sistemas de creencia están en la raíz de todo funcionamiento familiar y son fuerzas muy poderosas en la construcción de la resiliencia, pues son organizadas en la familia y moldan normas, reglas y papeles de este sistema. Las creencias son construidas socialmente y evolucionan a través de procesos transaccionales con otras personas y el mundo (Mcnamee & Gergen, 1998; Walsh, 1998/2005). Las principales creencias asociadas a la resiliencia en familias pueden ser organizadas en tres áreas: atribuir sentido a la adversidad, tener una perspectiva positiva, al igual que trascendencia y espiritualidad. Atribuimos significados a nuestra experiencia cuando enfrentamos las crisis y las adversidades: "vinculándolas a nuestro mundo social, a nuestras creencias culturales y religiosas, a nuestro pasado multigeneracional y a nuestras esperanzas y ensoñaciones para el futuro" (Walsh, 2005, p. 43).
Los patrones de organización de la familia son considerados los verdaderos amortiguadores de los choques familiares. Estos patrones son la conexión de los recursos sociales y económicos, integran la unidad funcional de la familia y regulan y definen las relaciones y comportamientos reforzados por creencias culturales y familiares. Para un buen funcionamiento familiar es necesaria una estructura flexible, pero estable. Esta estabilidad pide reglas, papeles y patrones interaccionales. De esta manera, las rutinas de la vida diaria, así como los rituales familiares mantienen un sentido de continuidad a lo largo del tiempo.
Finalmente, uno de los retos para el buen funcionamiento del modelo transaccional planteado por Walsh es la comunicación. Fortalecer la resiliencia en familias es facilitar el proceso de comunicación, aumentando la capacidad de los miembros para que se expresen y negocien nuevas demandas. Para ello, tres aspectos son fundamentales: a) claridad; b) expresión emocional abierta; y c) resolución colaborativa de los problemas (Walsh, 1998/2005).
Familias y resiliencia
La perspectiva de la resiliencia familiar es un referente importante para el desarrollo de estrategias de prevención e intervención encaminadas a familias en situación de riesgo por su énfasis en la forma como los procesos internos y externos interactúan y afectan su capacidad de transformación ante la adversidad (Walsh, 1998/2005). Al considerar la perspectiva del riesgo social de las familias brasileñas, estudios sobre la resiliencia familiar se constituyen como importantes estrategias para plasmar programas de atención y promoción en salud. En este sentido, las investigaciones se dirigen más a problemas asociados con familias de grupos minoritarios económicamente o envueltas en situación de violencia, subrayando el énfasis en la perspectiva de déficit (Yunes, 2001; Cecconello, 2003; De Antoni, 2005; Garcia & Yunes, 2006; Yunes et ál., 2004; Prati et ál., 2008).
Yunes (2001) al investigar sobre resiliencia en familias brasileñas de bajos sueldos, ha constatado que existe la tendencia social de atribuir a priori a esta población pobre una condición de no resiliencia. Este discurso muchas veces es identificado en los propios agentes de salud que trabajan con estas familias (Yunes et ál., 2007). Sin embargo, los estudios realizados con familias en situación de pobreza indican que ellas "enfrentaron y enfrentan las adversidades de la pobreza a su manera y en su estilo de ser familia" (2001, p. 11).
El sistema de creencias familiares y los patrones de organización (Walsh, 1998/2005) fueron identificados como fundamentales en el enfrentamiento de las dificultades. En un estudio de caso con una familia en situación de riesgo social Yunes y Szymanski (2006) verificaron que las estrategias de enfrentamiento de situaciones adversas en la historia de vida de una pareja en condiciones de pobreza, se basaron en un sistema de creencias comunes, sobre todo en la valoración de las relaciones interpersonales.
En este aspecto, los autores han identificado cuatro elementos importantes en estas relaciones que fueron: la ayuda recibida, el aprendizaje, los aspectos afectivos de las interacciones y la solidaridad. Además, principios morales y éticos hacían parte de la historia de vida de la familia, incluyendo la valoración del trabajo y del estudio. Estos últimos son percibidos como aprendidos en la herencia transgeneracional y transmitidos en la educación de los hijos. Finalmente, el mejoramiento de vida y tener un ascenso social son percibidos como el resultado del trabajo y esfuerzo, y asociados a la creencia positiva y confianza en sí mismo. De esta manera, el enfrentamiento de las dificultades que incluían problemas financieros, alcoholismo del marido y conflictos en general se logró mediante la búsqueda de ayuda, soporte y cambios internos en la familia.
En otra investigación con familias monoparentales en situación de pobreza, Yunes et ál. (2004) identificaron situaciones y procesos que causaban riesgo a la convivencia familiar y mayor conflicto familiar, como el alcoholismo, la violencia hogareña, pérdidas materiales e infidelidad. La monoparentalidad se mostró como un elemento clave para mejorar la calidad de vida y de las relaciones familiares, pues la ausencia de violencia en las relaciones conyugales proporcionó el acercamiento y apoyo de otros familiares y la consiguiente mejora de la situación financiera de la familia. Otros aspectos promotores de resiliencia incluían características personales y coraje para cambiar un funcionamiento familiar cohesionado y creencias y valores de estudio y trabajo. En la dimensión interaccional, la presencia de figuras de apoyo en la familia extensa, así como acciones dirigidas para la reivindicación de vida más digna a través de la lucha por derechos, fueron también importantes en el mantenimiento de esta perspectiva de resiliencia.
No obstante, la percepción de los agentes sociales que actuaban junto con estas familias no incluía esta perspectiva de resiliencia, por el contrario, se basaba en una visión fatalista, pesimista y determinista sobre estas familias monoparentales en situación de pobreza. La discrepancia entre la percepción de los agentes y la perspectiva de los familiares mostró la necesidad de nuevos planteamientos de programas públicos de educación, que tuvieran como objetivo modificar estas visiones de los agentes sociales, para que las acciones que promocionan la salud y el bienestar para estas poblaciones carentes, realmente cumplan con los objetivos de cambios y transformación (Yunes et ál. 2007).
Aunque gran parte de los trabajos brasileños utilizan lineamientos cualitativos de investigación, principalmente a través de estudios de casos y de entrevistas a profundidad o reflexivas (Yunes & Szymanski, 2006). Algunas investigaciones desarrollan trabajos basados en la metodología de inserción ecológica (Prati et ál., 2008). La inserción ecológica sistematiza la contribución de Bronfenbrenner (1979/2002), modelo que tiene en cuenta las múltiples influencias del entorno sobre el desarrollo del individuo durante su tiempo de vida.
Según el autor, las realidades familiares, sociales y económicas, así como las culturales, están organizadas como un todo articulado en el sistema, que se compone en subsistemas que se comunican de una manera dinámica. Así mismo, el abordaje investigativo basado en el lineamiento ecológico de investigación estima que además del reconocimiento de la influencia de los aspectos contextuales en los procesos investigados, también debe ser considerada la propia inserción del investigador en el ambiente investigado.
Conforme a lo expresado por Cecconello y Koller (2003), la investigación debe sustentar la inserción ecológica del investigador en el ambiente de estudio. Para ello, la teoría ecológica plantea que el lineamiento de investigación incluya los cuatro componentes de inserción: el proceso, la persona, el contexto y el tiempo. Se sustenta así en las premisas fundamentales para el establecimiento de procesos cercanos: esto es, tanto el equipo de investigación como los participantes interactúan e influyen uno al otro; los encuentros ocurren a lo largo de un periodo de tiempo; las interjecciones se desarrollan a través de coloquios informales sobre temáticas estimulantes para la persona investigada; y, finalmente, se establece una vinculación respetuosa y responsable de trabajo, que incluye el compromiso establecido por el término de consentimiento libre y esclarecido (Prati et ál., 2008).
Al investigar los procesos de resiliencia con familias en situaciones de riesgo, Cecconello (2003) participó en el acompañamiento de familias durante el periodo de cuatro años en un equipo de investigación en la comunidad. Este acompañamiento incluyó observaciones y charlas informales con los miembros de las familias. Con base en la teoría de los sistemas ecológicos, fueron analizados los factores de riesgo y protección en los niveles intra y extrafamiliar. En relación con el nivel intrafamiliar, se ha verificado que cada familia presentaba situaciones específicas al riesgo.
La primera familia tenía una estructura nuclear, estaba formada por la pareja y ocho hijos, presentaba una historia de violencia hogareña que involucraba la esposa, los hijos y el alcoholismo paterno. Una segunda familia estaba conformada por la nueva pareja y el hijo de once años del primer matrimonio de la mujer, y tenían una historia de malos tratos en la relación de madre e hijo. La última familia, uniparental, estaba conformada por la madre y dos hijos, con una historia de infidelidad; por tanto, todas vivían en condiciones adversas. En cuanto a los factores externos a la familia, como la pobreza y la violencia en la comunidad, se verificó que éstos tuvieron un efecto negativo sobre los factores de riesgo intrafamiliar, potencializándolos.
En cuanto a los factores de protección, se observaron las características personales de los miembros, la cohesión familiar y el apoyo conyugal/social. La inserción ecológica del equipo de investigación en la comunidad y en las historias de las familias ha garantizado la validez ecológica del estudio, pues ha posibilitado, además de la observación de las relaciones familiares, conocer las dificultades enfrentadas, así como promocionar reflexión, apoyo emocional y mejorar la calidad de vida de estas familias (Cecconello, 2003).
En otra investigación con familias con historia de abuso físico, a través de la Teoría Bioecológica del desarrollo humano, De Antoni (2005) acompañó veinte familias de nivel socioeconómico bajo, con abuso intrafamiliar. El método utilizado fue la inserción ecológica, a través de la participación del equipo de investigación en los contextos de interacción familiar (hogar, hospital, colegio y organización no gubernamental). Los resultados confirmaron la existencia de indicadores de riesgo que agudizan la vulnerabilidad social y familiar: las condiciones socioeconómicas como el desempleo, la precariedad de vivienda, la falta de recursos financieros y la violencia física como resultante del estrés parental y de las interacciones familiares.
Los factores de protección identificados en las familias estaban relacionados con las características personales de sus miembros, tales como: talentos especiales, valoración de los estudios, religiosidad, lazos comunitarios y determinación en cambiar la situación financiera. Sin embargo, estos factores no fueron suficientes para evitar la violencia, pues el enfrentamiento de estas situaciones y su superación por parte de la familia dependía mucho del soporte social, así como de las redes de servicio y de políticas públicas orientadas para aminorar la pobreza y la violencia.
Discusión
La contribución de los estudios nacionales e internacionales basados en la construcción de la resiliencia indica que el concepto, aunque complejo, es muy importante para la investigación de los procesos de desarrollo humano en situación de riesgo, pues permite la ampliación de la comprensión de estos procesos más allá de las respuestas disfuncionales y sistemáticas. Es, por tanto, un concepto fundamental para el trabajo con familias, considerando principalmente el contexto brasileño y latinoamericano de gran desigualdad económica y social. En Brasil, estudios sobre la resiliencia en familias se constituyen en estrategias fundamentales para la ampliación del conocimiento sobre familias en situación de riesgo, y se convierte en fuente inicial de conocimiento sobre las características de funcionamiento y afrontamiento, a partir de una visión contextualizada de investigación.
Algunos aspectos se destacan como factores de reconocimiento de procesos de resiliencia en familias brasileñas. Frente a los factores de protección familiar se observan cuestiones relacionales como vínculo, cohesión y creencias familiares como fuentes de apoyo en la crisis. En la perspectiva de la protección social, las redes de apoyo y lucha por los derechos humanos fueron los que promocionaron el enfrentamiento en diversas situaciones de adversidad (problemas económicos, alcoholismo, violencia familiar y comunitaria, eventos de vida traumáticos, entre otros). Sin embargo, en relación con aspectos comunes de enfrentamiento de la adversidad, se observó que el proceso de resiliencia se configuró para cada familia desde sentidos diferentes, subrayándose la singularidad de los aspectos interactivos, tanto intra como extrafamiliares, los cuales actúan en las trayectorias de vida de estos grupos.
Otro punto importante de los trabajos fue el desarrollo de la metodología de inserción ecológica (Prati et ál., 2008) la cual sistematiza la contribución de Bronfenbrenner (1979/2002), que se fundamenta en las múltiples influencias del entorno sobre el desarrollo del individuo durante su tiempo de vida. Esta metodología se basa en la participación del investigador en el ambiente de estudio, incluyendo los cuatro componentes (el proceso, la persona, el contexto y el tiempo), lo que garantiza que las especificidades de las situaciones sean aprehendidas en toda su profundidad. En el caso de estudios sobre resiliencia, esta metodología se constituye en instrumento fundamental de investigación, ya que los factores de protección no se presentan de una misma forma para cada familia o individuo, y se vuelve necesario un abordaje investigativo que dé una interpretación más cercana al fenómeno estudiado.
De esta manera, considerándose que cada familia presenta sus propias características de identidad ante las dificultades, respondiendo a su manera y de acuerdo con sus valores y creencias familiares, las políticas públicas dirigidas a familias en situación de vulnerabilidad deben tener en cuenta estas cuestiones de singularidad y de identidad grupal. También es necesaria la capacitación de los profesionales que trabajan con estas familias para que se reconozcan las posibilidades de transformación de sus historias de vida, de manera que identifiquen y luchen por sus derechos y necesidades. Promocionar solamente la resiliencia en familias sin poner atención a estos fenómenos sociales sería una paradoja en la que seguramente se estaría promocionando una adaptación de la familia a un modelo de sociedad desigual e injusto.
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** Correspondencia: dra. Silvia Pereira da Cruz Benetti. Mestrado em PsicologiaUniversidade do Vale do Rio dos Sinos - UNISINOS, S(aeñe)o Leopoldo, RS. Dirección postal: Rua Riveira, 150/301. 90670-160. Porto Alegre, RS. Brasil. Correo electrónico: sbenetti@unsinos.br