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Diversitas: Perspectivas en Psicología
Print version ISSN 1794-9998
Divers.: Perspect. Psicol. vol.12 no.2 Bogotá July/Dec. 2016
https://doi.org/10.15332/s1794-9998.2016.0002.04
Creencias sobre estereotipos de género de jóvenes universitarios del norte de México*
Gender stereotypes of college students in northern Mexico
María José Cubillas Rodríguez**, Elba Abril Valdez**, Sandra Elvia Domínguez Ibáñez**, Rosario Román Pérez**, Alicia Hernández Montaño***, Joel Zapata Salazar***
* Artículo de investigación. Este trabajo forma parte de una red de investigación de dos estados de México, cuyo eje de análisis es: Las construcciones identitarias de la población joven universitaria de los estados de Coahuila y Sonora en México y su relación con diversas problemáticas de salud y de calidad de vida.
(doi: http://dx.doi.org/10.15332/s1794-9998.2016.0002.04)
** Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A. C., México Coordinación de Desarrollo Regional, carretera La Victoria km 0.6, apartado postal 1735, código postal 83304 Hermosillo, Sonora, México.
*** Universidad Autónoma de Coahuila, México
Recibido: 12 de febrero de 2016 / Revisado: 25 de abril de 2016 / Aceptado: 13 de mayo de 2016
Resumen
El objetivo de este estudio fue analizar las valoraciones sociales de género presentes en las creencias de la población estudiantil universitaria del norte de México, con el fin de conocer los cambios que se van produciendo en relación a este fenómeno. Se aplicó una escala de creencias estereotipadas de género a 1921 estudiantes de ambos sexos de dos universidades públicas del norte de México, localizadas en las ciudades de Hermosillo, Sonora y Saltillo, Coahuila. Se exploraron cinco dimensiones: feminidad/masculinidad, roles de maternidad/paternidad, sexualidad, competencias y capacidades y expresiones de emotividad/agresividad. Los resultados indican un mayor arraigo a posturas tradicionales en varones y en los estudiantes provenientes de la división académica de ingeniería. En general, los estudiantes de semestres avanzados tienen los mismos prejuicios de género que los de recién ingreso a la institución. Se recomienda transversalizar la perspectiva de género en las instituciones de educación superior a través de programas de sensibilización y capacitación.
Palabras clave: género, estereotipos de género, universitarios, jóvenes.
Abstract
The purpose of this study was to analyze the beliefs about social gender assessments in a college student population, in order to know the changes that these beliefs undergo. A sample of 1.921 students of both sexes of two public universities in northern Mexico, located in the cities of Hermosillo, Sonora and Saltillo, Coahuila, completed a scale of gender stereotyped beliefs. Five dimensions were explored: Femininity / masculinity, maternity / paternity roles, sexuality, skills and abilities, and expressions of emotion / aggression. The results indicate greater attachment to traditional positions in men and in Engineering students. In general, all students irrespective of semester have the same gender biases. It is recommended that the gender perspective be transversalised in higher education institutions through awareness and training programs.
Keywords: Gender, gender stereotypes, university, young.
Introducción
Los estereotipos de género son un conjunto estructurado de creencias compartidas dentro de una cultura o grupo acerca de los atributos o características que posee cada sexo (Moya, 2003), son concepciones preconcebidas acerca de cómo son y cómo deben comportarse las mujeres y los hombres (Delgado, Novoa y Bustos, 1998). Las creencias estereotipadas de género, junto con la identidad e ideología de género, permean en las conductas discriminatorias basadas en la diferenciación de una persona como mujer u hombre.
El género es una representación cultural que contiene ideas, prejuicios, valores, interpretaciones, normas, deberes, mandatos y prohibiciones sobre la vida de las mujeres y de los hombres. Es así como se asume que ellos y ellas tienen su propia función en la vida, "según el tipo ideal históricamente construido" (Fisas, 1998). Los hombres valoran atributos que refuerzan en las mujeres una feminidad de un modelo tradicional, hegemónico, en donde se espera que sean delicadas, dulces, sensibles y maternales. Freixas (2001) establece que en la mujer debe existir la predisposición natural al amor y su identidad construida alrededor de la maternidad, cuyo mandato social es ser cuidadora y responsable del bienestar de los otros. Por el contrario, el modelo de masculinidad hegemónica implica carecer de todas aquellas características que la cultura atribuye a las mujeres, se construye sobre el poder y la potencia. Los varones han sido socializados para ser activos, tener el control, estar a la defensiva, ser fuertes, aguantar el dolor, valerse por sí mismos, usar el cuerpo como herramienta, no pedir ayuda y salir adelante pese a todo, preocuparse por el hacer y no por el sentir con déficit de empatía, pensar a las mujeres como personas a su disposición (Bonino, 2002).
Los roles y creencias de género, se adquieren por un sistemático proceso de aprendizaje que da con la interacción social. La sociedad y la cultura determinan la identidad femenina o masculina con base en una idea biologicista de la existencia de solo dos sexos. Durante el proceso de "socialización" se construyen nuestras identidades, las formas de relación entre hombres y mujeres y lo que debemos sentir, hacer, pensar e incluso imaginar. También a ello contribuyen otras condiciones del mundo en el que nos desenvolvemos: la cultura de pertenencia, la clase o el grupo social que determina nuestras condiciones materiales de vida, la identidad de acuerdo con nuestra edad, nuestra pertenencia a una denominación religiosa o política, entre otras variables.
En la familia se enfatizan las relaciones de parentesco y los referentes sociosimbólicos y culturales, así como la formación de los valores, las expectativas y las creencias sociales, tales como los significados del matrimonio, la maternidad, la paternidad, pero también tiene un papel sancionador de los roles sociales existentes y su conexión con las instituciones que refuerzan la reproducción de los mismos como la escuela, los medios de comunicación, entre otras. Todas estas instituciones adquieren relevancia en el modo en que las familias colaboran en la construcción de las representaciones sociales de la feminidad y la masculinidad, ejes de significación que atraviesan la estructura social (Ariza y de Oliveira, 2004).
La asunción de estas representaciones en las personas, configuran formas de interpretar, actuar y pensar sobre la realidad; afectando los procesos cognitivos, aptitudes intelectuales y el desempeño en la resolución de tareas. Se considera por ejemplo que los varones presentan un mejor desempeño en tareas matemáticas, mecánicas y manuales; mientras que al género femenino se le atribuyen mayores habilidades organizativas, cooperativas y de comunicación. Estas representaciones de género tienen implicaciones importantes para las mujeres en los entornos tecnológicos y empresariales, donde las habilidades de las mujeres se objetan regularmente por estereotipos negativos. Pudiese pensarse que estas diferencias se manifiestan cuando los estereotipos de género están presentes, mismos que conllevan importantes consecuencias negativas pues limitan el desarrollo integral de las personas, pero sus consecuencias recaen en mayor medida sobre las mujeres. Es por ello importante conocer si estos estereotipos permanecen o si existen cambios, por ejemplo cuando las personas adquieren otros conocimientos como los universitarios.
La sociedad refuerza esta atribución de roles desde antes del nacimiento, como puede ser la elección del color de la ropa, por señalar algún determinante. Así, culturalmente se delimita lo que es el ser y hacer de hombres y mujeres, lo que se traslada a los diferentes escenarios en el que las personas interactúan (Butler, 2007; Scott, 2003). El proceso de construcción acontece a nivel intraindividual y simultáneamente se desarrolla en interacción con el aprendizaje de roles, estereotipos y conductas (Barbera, 1991).
La pertenencia a una u otra categoría sexual va a determinar distintas realidades sociales en la interacción con otras personas, así como diferencias en la identidad de los individuos, lo cual condicionará su comportamiento futuro, es decir, las futuras elecciones como: carrera, aficiones, gustos entre otros; y por supuesto el desempeño profesional posterior. La mujer asumirá funciones familiares de mantenimiento del hogar, cuidado de los hijos y personas mayores, tareas que tendrá que armonizar con su trabajo extradoméstico. De ahí que si persisten estas diferencias es porque mujeres y hombres interiorizan su propio estereotipo (Butler, 2007).
Lo anterior explicaría la preferencia de algunas mujeres que seleccionan carreras de menor prestigio, enfocadas al trabajo con personas y en sectores peor remunerados social y económicamente. Aun cuando hayan tenido excelente desempeño en las áreas científicas, a lo largo de la educación básica se produce una inclinación de las jóvenes hacia las áreas de letras, humanidades y ciencias sociales, hacia las especialidades no tecnológicas, relacionadas con cuidados personales y servicios (Simón, 2005).
Considerando que los jóvenes universitarios forman parte de una élite, en contraste con el resto de los grupos juveniles quienes permanecen excluidos del desarrollo en un contexto de globalización, se esperaría en ellos un mayor nivel de información, conocimiento y transformación en el terreno de la equidad de género. Sin embargo, la sociedad mexicana no es la excepción, se expresa y mantiene formas estereotipadas de comportamiento y expectativas tradicionales sobre lo que es ser hombre y mujer. Sin embargo, poco se ha documentado en esta población sobre la existencia de sexismo interiorizado en las creencias de la población estudiantil universitaria. Por lo mismo, el objetivo de este estudio fue conocer si existen cambios en este grupo o si se mantienen los estereotipos tradicionales de género.
Método
El estudio fue de tipo transversal, y se utilizó la técnica de encuesta a partir de la cual se obtuvo información de tipo demográfico, indicadores escolares y sobre creencias estereotipadas de género reportadas por estudiantes de dos universidades públicas, una de la Ciudad de Hermosillo, Sonora y la otra en la ciudad de Saltillo, Coahuila, estados localizados en la franja fronteriza del norte de México.
Participantes
La muestra se integró con 1921 jóvenes universitarios de nivel licenciatura de ambos sexos, en rango de edad de 18 a 29 años y estado civil solteros. Los estudiantes fueron seleccionados de 35 programas de nivel licenciatura a través de muestreo estratificado (Cochran, 1990) con un nivel de confianza del 95 % y un margen de error de 0.5.
En la tabla 1 se observa cómo se conformó la muestra, de acuerdo con la distribución de las licenciaturas, en seis divisiones académicas. Se puede observar que las carreras relacionadas con el cuidado de las personas, estereotipo asociado más con el rol femenino, son elegidas por mujeres. Tal es el caso de psicología, trabajo social o enfermería, entre otras, a diferencia de las relacionadas con las ingenierías en las que aún prevalece una matrícula masculinizada, si bien cada vez con mayor ingreso de mujeres (Velarde y González, 2013).
Instrumentos de recolección de la información
Datos sociodemográficos
Se utilizó un cuestionario que abarcó diversos aspectos sociodemográficos para caracterizar a los participantes en el estudio, incluyendo edad, sexo e información académica, entre otros.
Escala de estereotipos de género
Para evaluar las creencias acerca de los roles estereotipados de género, se retomaron una serie de afirmaciones que exploran la postura de los jóvenes acerca de estereotipos de género.
Esta escala fue construida considerando el marco teórico sobre estudios de género e investigaciones relacionadas (Rocha y Díaz Loving, 2005; Castro y Casique, 2010). Los autores referenciados en este artículo y la revisión de estudios académicos nos llevaron a identificar cinco de las áreas más importantes en las que se pueden identificar estereotipos de género. Por lo anterior, estas creencias se dividen en 5 dimensiones de pertenencia: feminidad/masculinidad, roles de maternidad/ paternidad, sexualidad, competencias y capacidades, expresiones de emotividad/agresividad. Con base a esas dimensiones se recopilaron ítems que recogen estas creencias de género de las escalas y que cumplen a nivel metodológico la función de indicadores en cada dimensión de pertenencia. El análisis de fiabilidad de la escala se estimó con Alfa de Cronbach, obteniendo un valor de .84, lo cual refleja un alto grado de congruencia interna de la escala.
Roles de maternidad/paternidad
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El cuidado de los hijos es más responsabilidad de la mujer que del hombre
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Los hijos obedecen cuando es el padre, y no la madre, quien les llama la atención
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Lo más importante para una mujer es ser madre
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Los hijos son mejor educados por una madre que por un padre
Feminidad/masculinidad
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Las mujeres representan el amor y la debilidad
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Ser hombre es mejor que ser mujer
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Si el hombre tiene suficientes ingresos la mujer no debe trabajar
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Para los hombres es prioritario en la vida tener una casa y un carro
Competencias y capacidades
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Los hombres son más aptos para las carreras que requieren de una destreza mental (matemáticas, ingenierías, etc.)
-
El hombre debe ser siempre el jefe del hogar
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Los hombres representan la inteligencia y la protección
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Las mujeres son más aptas para las carreras que requieren proveer cuidado, atención y servicio (psicología, enfermería, educación, etc.)
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Las mujeres no pueden desempeñar las mismas actividades que los hombres
Sexualidad
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La mujer debe llegar virgen al matrimonio
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Los hombres son infieles por naturaleza
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Por naturaleza, los hombres necesitan las relaciones sexuales más que las mujeres
Expresiones de emotividad/agresividad
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El hombre no debe mostrar sus debilidades ni sentimientos
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Emocionalmente las mujeres poseen mayor fortaleza que los hombres
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Un padre debe de dar caricias y cariño a sus hijos
-
Los hombres son más agresivos que las mujeres
Procedimiento
El instrumento fue autoaplicado y se hizo durante el transcurso de una hora académica, previa autorización de las autoridades universitarias y los docentes. La participación de los estudiantes fue voluntaria y con carácter confidencial, expresando consentimiento informado posterior a conocer los objetivos de la investigación.
Análisis de la información
Los datos fueron procesados en una base de datos y analizados con el software estadístico SPSS 18. En el análisis se determinaron cuáles fueron los roles estereotipados más arraigados en la población objetivo a través de una diferenciación por género, grado académico y tipo de licenciatura de pertenencia. Se estableció la significancia de las diferencias significativas a través de la prueba t de student para muestras independientes y la prueba ANOVA, con prueba post hoc de Tukey y Games-Howell, en función de la igualdad de varianzas para determinar la atribución de las diferencias estadísticas.
La escala sobre creencias de género, contaba con 20 afirmaciones con opciones frente a las cuales expresaron su nivel de acuerdo o desacuerdo. Las opciones de respuesta son: total acuerdo, de acuerdo, ni en acuerdo ni en desacuerdo, en desacuerdo, total desacuerdo. Se ubicó la postura de cada joven en un gradiente que va de un postura tradicional que plantea marcadas diferencias en la concepción de lo que es ser hombre y ser mujer y los roles que corresponden a cada uno; hasta una postura igualitaria, que concibe a hombres y mujeres con similares derechos y capacidades.
A la escala se le realizó un análisis factorial exploratorio por el método de componentes principales, con el fin de encontrar la homogeneidad de las diferentes variables que integran su estructura. La forma como se concentraron los distintos reactivos del instrumento dio lugar a dos grupos. En general las correlaciones entre los distintos elementos de la escala son elevadas. El valor de alpha fue de .84.
Resultados y discusión
Caracterización sociodemográfica de los participantes
La proporción de hombres y mujeres fue similar, con una ligera representación mayor de mujeres (51.3 %). La edad promedio fue de 20 años para ambos sexos. En cuanto al perfil familiar, poco más de la mitad de ellos (52.8 % hombres, 56.6 % mujeres) vivían en hogares nucleares, siguiéndole en orden porcentual para ambos casos los tipos de familias monoparentales y con familiares. En relación a la escolaridad de los padres y madres de los estudiantes, observamos que el rango fue amplio, desde quienes se ubicaron en educación básica hasta padres con niveles de estudio de posgrado.
En relación a la ocupación de las madres de estos jóvenes, se destaca que la mitad se dedica a ser ama de casa en forma exclusiva, y la otra mitad se ocupa como empleada, profesional u otra actividad laboral. En contraste, en los padres se destacan actividades como ser profesional, empleado y en menores proporciones se dedican a oficios (herreros, pintores, albañiles, etc.), o como empresarios o comerciantes. El porcentaje de madres empresarias o propietarias es muy bajo en relación con los padres; la representación de mujeres sigue siendo escasa en este ámbito, refrendando el apego a los roles tradicionales de la sociedad.
Creencias sobre roles estereotipados de género
Con el fin de dimensionar porcentualmente el peso que otorgaron los estudiantes a sus expresiones de acuerdos y desacuerdos, a continuación se presentan figuras que permiten visualizar tales proporciones.
El ejercicio de la maternidad y la paternidad
Para explorar el arraigo sobre prejuicios relacionados con roles de maternidad/paternidad, se presentaron cuatro afirmaciones sobre el tema. Una tercera parte de los jóvenes considera que para las mujeres el rol más importante de su vida está ligado a la maternidad. Una menor proporción de estudiantes (20.3 %) reportó estar de acuerdo con la creencia de que "los hijos son mejor educados por una madre que por un padre", o que los "hijos obedecen cuando es el padre y no la madre quien les llama la atención" (11.6 %). Asimismo se observan transformaciones en las creencias acerca del rol de paternidad, ya que solo el 8.9 % está de acuerdo con la creencia de que "el cuidado de los hijos es más responsabilidad de la mujer que del hombre" (figura 1). El tema de paternidades conduce a pensar que algunos hombres parecen más dispuestos a tener una participación más activa como padres en la crianza de los hijos. Sin embargo, por el tipo de información obtenida no es posible establecer una diferenciación entre las formas discursivas de respuestas deseables socialmente y las prácticas que las apoyan.
Los roles de la feminidad y la masculinidad
Un porcentaje importante de estudiantes (40.9 %) considera que para "los hombres es prioritario en la vida tener una casa y un carro", creencia que se relaciona con el papel productivo adjudicado culturalmente a los varones y que contiene atributos como la posesión de bienes que garantice su rol de buen proveedor, colocando a los varones en una alta posición jerárquica. Dos creencias que presentan porcentajes menores de acuerdo son: "las mujeres representan el amor y la debilidad" y "ser hombre es mejor que ser mujer". Los universitarios conviven con estudiantes mujeres que se plantean proyectos de vida independientes de sus roles dentro de la pareja, y que les presenta un modelo de mujer con proyectos en el ámbito productivo. Solo 12.4 % de los estudiantes, considera que "si el hombre tiene suficientes ingresos, la mujer no debe de trabajar", lo que puede interpretarse como un efecto de los cambios sociales y de la incorporación de la mujer al trabajo remunerado de forma extensiva (figura 2). Sin embargo, en algunos estudiantes persisten estas ideas pese a que cada vez se incorporan más mujeres a la vida laboral.
Creencias sobre competencias y capacidades de hombres y mujeres
Un 35.2 % de los estudiantes manifestaron estar de acuerdo con la creencia que afirma que "las mujeres son más aptas para las carreras que requieren proveer cuidados, atención y servicios" como psicología, enfermería y educación. Este tipo de creencias tienen una influencia directa en las elecciones académicas y profesionales de los universitarios, lo que contribuye a perpetuar diferencias de género de generaciones futuras con repercusiones en el ámbito profesional y laboral (figura 3). Creencias como "los hombres representan la inteligencia y la protección" y que "el hombre debe de ser siempre el jefe del hogar" están presentes en 28.7 % y 17.2 % respectivamente de los estudiantes. Una de las formas encubiertas más comunes de poder de los hombres hacia las mujeres es esta noción de proveer y proteger, ser el "jefe", macho, responsable; según Gilmore (1994) masculinidades caracterizadas por las tres "P": proveedor, protector, preñador, como ejes de la masculinidad.
Posturas sobre el ejercicio de la sexualidad de hombres y mujeres
Podemos observar en esta dimensión una transición a menores porcentajes de jóvenes que valoran creencias en temas que tienen que ver con el ejercicio de la sexualidad de hombres y mujeres jóvenes, principalmente en el tema de la virginidad femenina (15.6 %) y la infidelidad masculina (19.3 %). Sin embargo, sigue presentándose un porcentaje importante de estudiantes (32.9 %) que consideran que "los hombres necesitan más relaciones sexuales que las mujeres". Esto puede verse influenciado por las creencias culturales que hacen que se enfatice el deseo en los varones.
Creencias sobre la emotividad femenina y la violencia masculina
En esta dimensión de estudio, podemos observar que existe un gran arraigo de estas creencias consolidadas como estereotipos de género. En el caso sobre la creencia de la naturaleza agresiva de los varones, llama la atención la fuerza que tiene aún esta imagen tanto para ellos como para ellas (51.4 %). 47.1 % de los jóvenes están de acuerdo con el estereotipo que hace referencia a la fortaleza emocional de las mujeres (figura 5). Solo un 7.4 % de los estudiantes están de acuerdo con la creencia de que los "hombres no deben mostrar sus debilidades ni sentimientos". La expresión afectiva de los varones hacia sus hijos es aceptada por el 92.9 % de los participantes. Esto podría interpretarse como un descenso en las creencias de la dureza asociada al hombre y una elevada consolidación del estereotipo femenino en la dimensión emocional. La dureza o agresividad innata del carácter de los hombres al parecer comienza a ser cuestionada.
Creencias de género por sexo
La tabla 2 muestra una tendencia de valores de medias más altas para los varones, lo cual indica un mayor desarraigo en las mujeres de las creencias de género y una mayor consolidación de los estereotipos en el género masculino. Lo anterior evidencia que ellos tienen más arraigados los estereotipos tradicionales de género y que algunos valores tradicionales de la masculinidad se tienen en gran estima, devaluando los asociados a la feminidad tradicional. Son ellas las que lideran la deconstrucción de los estereotipos en relación a los varones, lo que coincide con lo mencionado por Ramírez (2009), Amurrio, Larrinaga, Usategui y del Valle (2010) y González y Fernández (2010). En relación al desapego de estos prejuicios, observamos que los relacionados con los roles de maternidad/paternidad y feminidad/masculinidad son los que se han ido deconstruyendo en mayor medida. La dimensión sobre sexualidad es la única que no presenta diferencias entre hombres y mujeres.
Un elemento que puede contribuir al desarraigo de algunas de estas creencias, es que en la última década se han intensificado las campañas de promoción de los derechos de las mujeres, principalmente orientadas a ellas como las personas que han sufrido más discriminación. Por otra parte, los varones podrían estar experimentado una cierta resistencia al cambio frente a la necesidad de construir nuevos modelos de masculinidad.
Persistencias y resistencias de los roles y estereotipos de género en la transición generacional universitaria
Al hacer una comparación entre estudiantes de nuevo ingreso y estudiantes próximos a egresar de la universidad, acerca de sus creencias sobre roles estereotipados, encontramos que solo en cinco prejuicios de género sí se observan diferencias estadísticamente significativas, en las quince restantes permanecen porcentajes similares de estudiantes que expresaron estar de acuerdo con ellas (tabla 3). Los estudiantes de octavo y noveno semestre, se expresan en mayor desacuerdo con los siguientes prejuicios: "ser hombre es mejor que ser mujer", el trabajo estudiantil le demuestra a mujeres y hombres que transitan en ambientes universitarios, que las capacidades para el trabajo se encuentran por igual en ambos sexos. "Si el hombre tiene suficientes ingresos la mujer no debe de trabajar" las crisis económicas vividas en las familias y las dificultades de un escenario laboral poco prometedor, puede influir en la idea de que la mujer debe de trabajar. En relación a la discordancia en la creencia sobre la mayor agresividad masculina, este último estereotipo puede estar relacionado con las experiencias de noviazgo que viven los estudiantes en su paso por la universidad, y que les confirma que las mujeres también ejercen distintos tipos de violencia en sus relaciones de pareja.
Resulta de interés el hecho de que los estudiantes de semestres avanzados mantengan los mismos prejuicios de género con los que recién ingresaron a la institución, refleja que una formación profesional no necesariamente transforma ideas arraigadas sobre lo que es ser hombre o mujer, implica además que las mismas instituciones de educación superior deben establecer/reforzar programas para permear en el arraigo de algunas creencias que poco contribuyen a lograr la igualdad de género. La convivencia con estudiantes mujeres que se plantean proyectos de vida independientes de sus roles dentro de la pareja y la familia no parece tampoco influir para un cambio de ideología al respecto, lo que puede explicar también la presencia de la violencia de género. La idea prevalente en torno a la maternidad como dimensión simbólica y hecho natural se va degradando, así como la creencia de que "la mujer debe llegar virgen al matrimonio". Estos planteamientos sugieren la necesidad de promover la equidad de género en las actividades curriculares de estas instituciones.
Creencias de género por divisiones académicas
Como se puede observar en la tabla 4, todas las dimensiones presentan diferencias estadísticamente significativas. Los resultados sugieren que existen mayores prejuicios y estereotipos en las facultades de ingeniería, programas que se caracterizan por tener una matrícula predominantemente de varones. En el caso de las licenciaturas del área de ciencias económicas y administrativas, con predominancia de matrícula femenina, se presentan también valores de media altos, es decir, mayor arraigo a estas creencias; esto podría explicarse al tratarse de facultades en las que no se abordan problemáticas de tipo social ni se trabaja como objeto de estudio a las personas y los grupos, sensibilizando a los estudiantes frente al tema de la discriminación de género. Los estudiantes de ciencias biológicas y de la salud y de ciencias exactas y naturales, presentan las medias más bajas, esta última aun cuando presentó matrículas con el mayor número de varones. Las licenciaturas con matrícula similar entre varones y mujeres son un espacio académico en el que se comparten experiencias y situaciones del diario vivir, que permiten visibilizar las capacidades de ambos sexos en las tareas académicas.
Conclusiones
A la luz de los resultados de este estudio puede concluirse que los jóvenes universitarios viven entre la modernidad y el arraigo de las costumbres. Estos mensajes cruzados que se construyen en el entorno inmediato como la familia, las instituciones educativas y otros elementos socializadores conforman un sistema complejo de relaciones, que en algunos casos reproducen la construcción de identidades de género y de creencias sobre patrones culturales de género.
La población universitaria estudiada se aleja gradualmente de concepciones tradicionales sobre los géneros, al menos en el discurso, para dar paso a valores, ideas, prácticas y autoconceptos que se acercan más a posturas de mayor equidad. Existe en los varones una tendencia a deconstruir lentamente las creencias sobre los roles de género asignados a hombres y mujeres. Las creencias permanecen con mayor arraigo en los varones, ya que estos se han visto favorecidos con las ventajas que les representa la asignación genérica de estos roles.
Cabe destacar que aun cuando se observa que los jóvenes asumen los cambios en el rol de las mujeres y se acepta su participación en el espacio laboral; la realidad devela que en el ámbito privado son ellas quienes permanecen con las responsabilidades familiares y de crianza. Las expectativas sociales siguen esperando que las mujeres realicen esta doble tarea. Así pues, a pesar de los avances, el espacio doméstico, relacionado con el afecto y la provisión, sigue siendo de la mujer y el público; ahora bien, relacionado con el éxito y el dominio, sigue siendo del hombre.
Es importante mencionar que el nivel de escolaridad del escenario de estudio, favorece la transición a creencias menos estereotipadas de género, esperando que quienes menor grado de estudio presenten, tenderán a pensar y a actuar de forma más tradicional. Si bien la información generada supone una evolución en el logro de la equidad, aún se atribuyen características estereotipadas tradicionales a cada sexo, creencias que pueden perpetuar la discriminación.
Es importante integrar la perspectiva de género en los currículos escolares generando equidad en las comunidades educativas, a través de programas que cuenten con protocolos de actuación que transversalicen la perspectiva de género en las instituciones de educación superior. No puede erradicarse la discriminación de género mientras en la sociedad continúen perpetuándose mensajes estereotipados sobre los hombres y las mujeres y los roles de género. Es indispensable trabajar en la prevención educando a las futuras generaciones desde la equidad, y deconstruyendo las ideas y creencias estereotipadas de los géneros en el resto de la población.
Referencias
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