Introducción
The prostitución es una práctica ampliamente extendida en el mundo, si bien los factores que la desencadenan pueden ser muy diferentes en función del país donde se produce y las personas que participan en ella.
La pobreza lleva a la exclusión social y con ello a la pérdida de oportunidades, convirtiéndose en un factor predictor de la prostitución, más si cabe en aquellas mujeres que se ven abocadas a la prostitución como una forma de subsistencia personal y familiar. En este sentido, Hasbún (2012) apunta como principal causa en el inicio de la prostitución en algunos países caribeños, como sería el caso de la República Dominicana, el factor económico dirigido al sustento de la familia.
En el caso concreto de la República Dominicana los niveles de pobreza en la población se sitúan alrededor del 30 %, hablando de pobreza extrema en un 6.5 % (Oficina Nacional de Estadística [one], 2016). Esta pobreza, en lo que ha venido en denominarse feminización de la pobreza, afecta principalmente a las mujeres en todo el mundo (onu Mujeres, 2018) y en concreto a las de América Latina (Anderson, 1994).
La feminización de la pobreza existente en Centroamérica y República Dominicana se concreta en múltiples desigualdades asociadas al género. La mujer se encuentra excluida de la corriente económica y de los programas de bienestar y se sitúa en posición de desventaja en cuanto a la protección en salud y frente a otras condiciones sociales (Amarilles y Lindo, 2011). Según el Ministerio de Salud Pública (2014), en un 40 % de los hogares en la Republica Dominicana es la mujer la cabeza de familia, porcentaje muy superior al promedio de América Latina (ONE, 2016).
Esta situación guarda relación con dos aspectos: por un lado, con la prematuridad en una unión conyugal, la cual es de un 36.5 % en mujeres menores de 18 años y de un 10.2 % antes de los 15 años (Fondo de Población de las Naciones Unidas [UNFPA], 2014), y, por otro lado, con la frecuencia de la maternidad adolescente, ya que una de cada cinco adolescentes se queda embarazada en la República Dominicana (Ministerio de Salud Pública, 2014).
Conocer el contexto de desigualdad de género en el que viven las mujeres dominicanas permite comprender la relación entre factores culturales, sociales y económicos, que pueden predecir el inicio o el mantenimiento en el ejercicio de la prostitución. En este sentido, Cáceres et ál. (2002) señalan cómo la pobreza es uno de los factores principales de la prostitución junto con la violencia intrafamiliar y los abusos sexuales en el entorno familiar próximo. A parte de ello, el turismo sexual se ha convertido en otro de los factores de riesgo a la hora de ejercer la prostitución (Domínguez, 2016).
Fernández (2011) y Rodríguez (2015) indican que el perfil de la prostitución dominicana se caracteriza por ser predominantemente femenina, con un alto índice de inmigrantes, de inicio en la adolescencia, en situación de pobreza, con bajo nivel educativo y guarda relación con episodios de violencia y disfuncionalidad familiar.
Aspectos que, como ya se ha comentado anteriormente, son relevantes de cara a entender la prostitución en contextos concretos diferentes a los que pueden darse en otros países. En este sentido, la Declaración de San Francisco sobre la evaluación de la investigación (Declaration on Research Assessment [dora], 2012) y el manifiesto de Leiden (Hicks et ál., 2015) resalta la importancia que tienen los estudios de carácter local, los cuales son rechazados en el contexto científico actual que prioriza la generalización de muestras y resultados frente a lo concreto.
La situación sociofamiliar descrita sitúa la prostitución como una fuente de estrés traumático para la mujer, lo que es un factor de riesgo para su desarrollo psicosocial (Falcón O´Neill, 2016). Otros estudios apuntan la presencia de problemas de salud psicológica entre estas mujeres, como indican Ghose et ál. (2015), González-Forteza et ál. (2014) y Su et ál. (2014), sin presentarse conductas de autocuidado en salud, lo que puede comprometer su bienestar físico y psicológico (Melo-Barbosa et ál., 2019).
Por su parte, Bohórquez et ál. (2010) explican que alrededor del 56 % de las mujeres que ejercían la prostitución presentaban una alta sintomatología depresiva, siendo especialmente grave en aquellas mujeres que se habían iniciado en la prostitución antes de los 18 años, consumían drogas, tuvieron hijos y contaban con bajos ingresos económicos.
Delgado et ál. (2016), en una muestra de mujeres prostitutas colombianas, manifiestan una falta de apoyo emocional, familiar, social y económico, así como problemas emocionales asociados a la estigmatización, a la violencia y a la discriminación que sufren.
Conocer y comprender a las mujeres vulneradas por la pobreza y la prostitución o por ambas, así como descubrir qué características psicosociales se asocian al abandono de la prostitución a partir de rasgos como la resiliencia, el bienestar psicológico, el apoyo, el clima familiar y el apoyo social recibido permiten diseñar intervenciones específicas para un colectivo que apenas tiene voz en las políticas sociales y en la investigación.
La resiliencia no solo implica resistencia ante una situación de riesgo, sino también la capacidad que muestra la persona para adaptarse a un contexto de riesgo (Masten y Cicchetti, 2016; Masten y Tellegen, 2012; Tébar Belmonte, 2014).
El bienestar psicológico, según Ryff y Keyes (1995), está compuesto por seis factores: autoaceptación (conocer y aceptar las fortalezas y limitaciones de uno mismo); relaciones positivas con otros (mantenimiento de relaciones interpersonales positivas); autonomía (autodeterminación, independencia y regulación conductual); dominio del entorno (capacidad de escoger, adaptar o crear ambientes que satisfagan las necesidades personales); propósito en la vida (implicación en la consecución de metas) y crecimiento personal (desarrollo de los potenciales propios).
Si bien esta dimensión principalmente se ha estudiado en grupos de población general (Mayordomo et ál., 2016; Meléndez et ál., 2018), no se han encontrado estudios con muestras procedentes de la prostitución.
El apoyo social, para Hansen et ál. (1991), hace referencia a la ayuda potencial con la que cuenta la persona, la cual puede provenir de la pareja, de otros familiares o de amistades. En los casos de situaciones de pobreza, estas redes sociales cobran un papel relevante para la persona, en especial cuando estas son amplias y heterogéneas (Palomar-Lever y Cienfuegos-Martínez, 2007), aunque los lazos entre los miembros de la red sean débiles (Henly et ál., 2005).
La familia es un factor de apoyo de cara a enfrentar situaciones negativas, pero a su vez también es un factor de riesgo. Tal y como apuntan Hidalgo et ál. (2008) y Manjarrés y Gimeno (2013), un alto grado de funcionalidad familiar y la cohesión familiar son factores protectores frente a un clima familiar conflictivo.
El primer objetivo del presente estudio fue comparar el perfil psicosocial de las mujeres vulneradas por la pobreza y la prostitución, con el perfil de aquellas vulneradas por la pobreza y predecir el ejercicio de la prostitución según diferentes variables psicosociales y sociodemográficas. El perfil psicosocial de las mujeres se construye a partir de las siguientes variables: satisfacción con la vida, bienestar psicológico, resiliencia, clima familiar actual, apoyo social actual, y de las variables sociodemográficas: edad, número de hijos y tenencia de pareja.
El segundo objetivo del estudio consistió en comparar, entre las mujeres que han ejercido la prostitución, el perfil psicosocial de aquellas que abandonan la prostitución con el de las mujeres que mantienen su ejercicio, y predecir las variables que tienen una mayor incidencia en el abandono.
Las hipótesis del estudio fueron:
Hipótesis 1: existirá un perfil diferencial entre el grupo de mujeres vulneradas por la pobreza y la prostitución y el grupo de mujeres vulneradas por la pobreza, presentando indicadores sociodemográficos y psicosociales de riesgo mayores que las mujeres pobres que ejercen la prostitución frente a aquellas en situación de pobreza. En concreto, se espera encontrar un peor bienestar psicológico, una menor satisfacción con la vida, un menor número de apoyos, niveles de clima familiar menores y un mayor número de hijos en las mujeres vulneradas por la pobreza y la prostitución. Con respecto a la resiliencia no se espera encontrar diferencias entre ambos grupos.
Hipótesis 2: entre los factores que predicen la prostitución, se espera encontrar que sean los factores sociodemográficos como tener un mayor número de hijos y no tener pareja los que mejor predigan la práctica de la prostitución.
Hipótesis 3: existirá un perfil diferencial entre mujeres que abandonan la prostitución y aquellas que continúan con ella, de modo que las mujeres que deciden abandonar la prostitución tengan una menor edad, no tengan hijos, presenten un menor bienestar psicológico y sean menos resilientes.
Hipótesis 4: los factores que predicen el abandono de la prostitución se relacionarán con una menor edad, no tener hijos y puntuaciones menores en resiliencia y en bienestar psicológico.
Método
Muestra
Participaron en el estudio 308 mujeres residentes en República Dominicana —en las ciudades de La Romana, Santo Domingo y San Francisco de Macorís— con edades comprendidas entre los 15 y los 61 años y con una media de edad de 25.46 años (DT = 8.029). Del total de mujeres, 200 se encontraban en situación de pobreza y 108 además de una situación de pobreza ejercían la prostitución. De este último grupo, 65 mujeres se encontraban ejerciendo la prostitución actualmente y 43 estaban en proceso de abandono participando en el programa de apoyo sicar de las Hermanas Adoratrices, basado en el Programa sicar cat - Adoratrius.cat (s. f.) a través de diferentes intervenciones socioeducativas (Gijón et ál., 2015).
Instrumentos
Datos sociodemográficos recogidos en el presente estudio fueron: edad de la madre, la tenencia o no de pareja, el número de hijos, si ejercían o habían ejercido la prostitución y si se encontraban en algún programa de apoyo al abandono de la prostitución.
La satisfacción con la vida se evaluó a través de la Escala de Satisfacción con la Vida de Diener (swls), la cual cuenta con cinco ítems y tiene un formato de respuesta tipo Likert con 7 puntos de anclaje. La swls ha mostrado una alta consistencia interna habiéndose obtenido unos Alpha de Cronbach que oscilan entre .89 y .79, en los diferentes estudios (Pavot y Diener, 2013).
El bienestar psicológico se evaluó mediante la Escala de Bienestar Psicológico de Ryff, y en concreto se empleó la versión breve de Díaz et ál. (2006) formada por 29 ítems con una Escala de Likert: desde 1 (nada de acuerdo) a 6 (totalmente de acuerdo) y cuyos factores son autoaceptación, relaciones positivas con otros, dominios del ambiente, crecimiento personal, propósito en la vida y autonomía.
La variable resiliencia se evaluó por medio de la Escala de Resiliencia Factorial Connor-Davidson (cdrisc), de Connor y Davidson (2003), formada por 25 ítems, con un formato de respuesta tipo Likert, con 5 puntos de anclaje desde total desacuerdo a totalmente de acuerdo, y cuyos factores son: competencia personal, altos estándares y tenacidad, confianza en los propios instintos, tolerancia ante el afecto negativo y efectos fortalecedores del estrés, aceptación positiva del cambio y relaciones seguras, y control e influencias espirituales. El Alpha de Cronbach global es de .89 (Connor y Davidson, 2003).
El clima familiar se evaluó a través de la Escala de Clima Familiar apgar de Smilkstein, formada por cinco ítems que miden los siguientes parámetros: adaptabilidad, participación, gradiente de crecimiento, afecto y recursos. El formato de respuesta es tipo Likert con tres opciones (casi siempre = 2, algunas veces = 1 y casi nunca = 0). En la validación española la fiabilidad test-retest es superior a .75.
El apoyo social fue evaluado a través del Cuestionario de Apoyo Social mos (Medical Outcomes Study), de Sherbourne y Stewart (1991), con la adaptación española de López et ál. (2000). Este instrumento evalúa la frecuencia con la cual las personas cuentan con apoyo, a través de 20 ítems, por medio de una Escala de Likert de 1 a 5, evaluando el tamaño de la red de apoyo; el apoyo emocional/informacional que valora la expresión de afecto y la comprensión empática, y la presencia de personas como consejeras o guías; el apoyo instrumental en relación con la provisión de ayuda material o tangible y el apoyo afectivo que evalúa la presencia de alguien cercano que ofrezca amor y afecto. Además, la escala permite conocer el número aproximado de familiares y amigos cercanos o íntimos. Este instrumento tiene un Alpha de .91 (Rodríguez y Enrique, 2007).
Procedimiento
Tras la selección de los instrumentos se procedió a la obtención de la muestra en tres ciudades de la República Dominicana a través de las Hermanas Adoratrices, congregación religiosa que trabaja con mujeres en situación de pobreza y con mujeres que ejercen la prostitución. Tras explicar los objetivos del estudio a las participantes, se procedió a obtener el consentimiento informado, indicándoles que podían abandonar su participación en el estudio en cualquier momento y que los datos únicamente iban a ser utilizados con fines de investigación. El pase de instrumentos se realizó de forma colectiva, formando grupos de entre 10 y 15 personas. Tras la obtención de los datos se procedió a analizarlos.
Análisis
Mediante el paquete estadístico spss se realizaron 25 pruebas t de Student para muestras independientes, teniendo en cuenta la homogeneidad de varianzas (prueba Levene). Se hicieron pruebas Chi cuadrado para variables categóricas y análisis de regresión logística con el método hacia atrás, para predecir el abandono de la prostitución. En este último caso se comprobaron los supuestos de independencia de Durbin-Watson, el supuesto de normalidad a través del histograma, la curva de normalidad y la no colinealidad de las distintas variables mediante el factor de incremento de la varianza (FIV).
Resultados
Diferencias entre las mujeres vulneradas por la pobreza y las mujeres vulneradas por la pobreza y la prostitución
Tal y como recoge la Tabla 1, los resultados indican la existencia de diferencias estadísticamente significativas entre el grupo de mujeres vulneradas por la pobreza y aquellas vulneradas por la pobreza y la prostitución. Estas diferencias se encuentran en los factores relaciones positivas y propósitos en la vida, con respecto al bienestar psicológico, y en los factores de apoyo emocional, apoyo instrumental, apoyo afectivo y apoyos totales, con respecto a la dimensión de apoyos sociales. En todos los casos son las mujeres vulneradas por la pobreza las que presentan puntuaciones medias mayores. Por el contrario, el grupo de mujeres vulneradas por la pobreza y la prostitución presenta puntuaciones medias superiores en la dimensión clima familiar, lo cual es una diferencia estadísticamente significativa.
No se dieron diferencias estadísticamente significativas en los factores de satisfacción con la vida, autoaceptación, autonomía y dominio del entorno de la escala de resiliencia.
En relación con las variables sociodemográficas existen diferencias estadísticamente significativas en cuanto al número de hijos, y son las mujeres en situación de pobreza y que ejercen la prostitución las que presentan un mayor número de hijos frente a las del grupo de mujeres en situación de pobreza.
Estas diferencias se dan también en relación con la variable tenencia de pareja χ2 = 3.795, 1 gl., p = .051, Ф = -.111, con un mayor porcentaje de mujeres con pareja (61.5 %) que sin pareja (38.5 %) en el grupo de pobreza, mientras que en el grupo de pobreza y prostitución un 50 % tenía pareja y el otro 50 % no. No hubo diferencias estadísticamente significativas con respecto a la variable de edad de la mujer (véase la Tabla 1).
Dado que todas las mujeres del estudio se han considerado vulneradas por la pobreza, se planteó determinar qué factores son predictores del ejercicio de la prostitución. Se realizó con tal propósito un análisis de regresión logística utilizando como predictoras las variables en las que se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos de mujeres. Las variables incluidas en la regresión fueron: relaciones positivas y propósitos en la vida, de la escala de bienestar psicológico; clima familiar y los tres tipos de apoyo: emocional, instrumental y afectivo. También se incluyó el número de hijos y la tenencia de pareja.
La ecuación de regresión en el paso seis alcanza un tamaño del efecto que oscila entre .063 según Cox Snell, y .086 de acuerdo con la prueba de Nagelkerke, y el logaritmo de la verosimilitud con un valor de 372.689. Con este modelo se puede explicar entre un 6.3 % y un 8.6 % de la varianza explicada. Se puede decir entonces que se predice mejor el grupo de mujeres en situación de pobreza, un 91.4 %, que el grupo que ejerce o ha ejercido la prostitución, un 19.8 %.
En la Tabla 2 se recogen los predictores significativos en el ejercicio de la prostitución. Conforme a los coeficientes de regresión, se puede observar que en la variable número de hijos B = .241; y p = .008, lo que significa que con un mayor número de hijos es más probable ejercer la prostitución. En el caso de la variable clima familiar, B = .126; y p = .017, lo que quiere decir que un mejor clima familiar predice ejercer la prostitución. Mientras que en la variable tenencia de pareja, B = -.540; y p = .032, lo que explica que el no tener pareja predice en mayor medida ejercer la prostitución.
Atendiendo a los exp(B), para la variable número de hijos Exp(B) = 1.273 indica que por cada niño que tiene una mujer, aumenta más de un punto la probabilidad de ejercer la prostitución. En el caso del clima familiar, Exp(B) = 1.134, el incremento en un punto del clima familiar aumenta en 1.134 la probabilidad de ejercer la prostitución. Atendiendo a la tenencia de pareja, Exp(B) = -.540, el tener pareja disminuye en .540 la probabilidad de ejercer la prostitución.
Diferencias entre el grupo de mujeres que abandona la prostitución (SICAR) y el grupo de mujeres que continúa su ejercicio
Los resultados indican que existen diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos (véase la Tabla 3), y son las mujeres que continúan con su ejercicio las que presentan puntuaciones superiores en bienestar psicológico total y en el factor dominio del entorno. También son superiores las puntuaciones en resiliencia total y en los factores de confianza y aceptación.
Con respecto a las variables sociodemográficas, las mujeres que ejercen la prostitución tienen una edad mayor y un mayor número de hijos, diferencias que resultaron ser estadísticamente significativas. En relación con el factor tenencia de pareja existen diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos (χ2 = 7.636; 1gl., p = .006), mientras que en el grupo que abandonan la prostitución un 33.3 % sí tiene pareja frente al 66.7 % que no la tiene; además, en el grupo que continúa ejerciendo la prostitución un 60.6 % sí tiene pareja, en relación con un 39.4 % que no la tiene.
Variables predictoras del abandono de la prostitución
Se llevó a cabo una regresión logística para predecir el abandono de la prostitución utilizando como variables predictoras: dominio del entorno de la escala de bienestar psicológico, confianza y aceptación de la escala de resiliencia, edad, tenencia de pareja y número de hijos.
La ecuación de regresión en el paso cinco alcanza un tamaño del efecto que oscila entre .275, según Cox Snell, y .372, de acuerdo con la prueba de Nagelkerke, y el logaritmo de la verosimilitud con un valor de 108.911. Con este modelo se puede describir entre un 27.5 % y un 37.2 % de la varianza explicada. El porcentaje de casos correctamente asignados mediante esta ecuación sería de un 75.7 %. Se puede decir que se predice mejor el grupo de mujeres que continúan ejerciendo la prostitución, un 84.6 %, que el grupo que abandona la prostitución, un 61.9 %.
En la Tabla 4 se recogen los predictores significativos con indicación de los coeficientes de regresión y los niveles de significación para cada uno. En primer lugar, aparece la edad (B = -.218; p < .001) y luego la confianza (B = -.993; p = .012). En ambos casos el signo negativo indica que mientras menos edad y menos puntuación en confianza es más probable abandonar la prostitución.
Atendiendo a los exp(B), el indicador edad de la madre Exp(B) = .804 señala que por cada año que disminuye la edad, aumenta .80 la probabilidad de dejar la prostitución. En el caso de la confianza, Exp(B) = .371, la reducción de un punto en este factor incrementa .37 la probabilidad de dejar la prostitución.
Discusión y conclusiones
Si bien es más fácil de identificar las causas y los efectos de la pobreza, en el caso de la prostitución estas causas pueden ser muy diversas, tanto por los perfiles individuales y familiares de las mujeres que se ven abocadas a su práctica, como por los contextos cultural, económico y social que las rodean. Estas razones conducen a la necesidad de analizar la prostitución en contextos concretos, incluyendo a todos sus actores directos, como son las mujeres y los clientes; y como indirectos, las familias y las redes sociales de apoyo.
Además, al entender esta práctica cabe tener en cuenta el macrosistema que rodea a la prostitución y a la pobreza en general, como son las leyes que regulan o no su ejercicio o los recursos que destinan los países a combatir la pobreza. En este sentido, la falta de recursos de ayuda impulsados por las políticas sociales para combatir la pobreza puede también llevar al ejercicio de la prostitución, que es una forma de subsistencia familiar, en especial en aquellas mujeres pobres con hijos a su cargo, aspecto señalado por Hasbún (2012) y Vargas (2017) en diferentes países caribeños.
Los resultados del presente estudio apuntan a perfiles diferentes entre mujeres vulneradas por la pobreza y que no ejercen la prostitución, y aquellas que sí lo hacen, presentando estas últimas un mayor número de factores de riesgo, si se tienen en cuenta la falta de apoyo emocional, instrumental y afectivo, y un menor número de relaciones positivas y de propósitos en la vida y un mayor número de hijos a su cargo, lo cual puede ser un factor de estrés en situaciones de pobreza.
Por otro lado, las mujeres vulneradas por la pobreza y la prostitución presentan un mejor clima familiar y en menor medida tienen pareja. Los ingresos derivados por ejercer la prostitución suponen para la familia una disminución de otros problemas relacionados con la economía familiar, lo que reduce los estresores familiares, lo cual a su vez lleva a un mejor clima familiar. Estos resultados confirmarían en parte la primera hipótesis del estudio.
Esa falta de apoyo en diferentes aspectos puede relacionarse con uno de los factores predictores de la prostitución, como es el no tener pareja, por lo cual recae la subsistencia de la familia en ellas, más cuando la presencia de hijos a su cargo es otro de los factores que predicen la prostitución. En este sentido, hay que entender el contexto dominicano y diferentes factores de riesgo que rodean a las mujeres en general y a aquellas en situación de pobreza en particular, como, por ejemplo, las tasas de desempleo en mujeres jóvenes (Ministerio de Salud Pública, 2014), el reclamo turístico del país (Domínguez, 2016) o el 40 % de hogares en donde la mujer es la cabeza de familia (Ministerio de Salud Pública, 2014).
Otro de los factores que predice la prostitución es un mejor clima familiar. Puede resultar complejo entender este predictor, pero de nuevo hay que acudir al contexto socioeconómico que rodea a la mujer dominicana. La prostitución es una fuente de ingresos, más que para la propia mujer en particular para el núcleo familiar en general, lo que contribuye a mejorar el clima familiar. A ello hay que sumar otro predictor de la prostitución, como es el no tener pareja, lo cual puede contribuir en parte a mejorar el clima familiar al disminuir los porcentajes de malos tratos por parte de la pareja, más si se tiene en cuenta el aumento de denuncias relacionadas por estas causas (ONE, 2016) y el de feminicidios en manos de las parejas (Instituto Tecnológico de Santo Domingo [Intec], 2018). Estos datos confirman la segunda de las hipótesis del estudio, si bien esta no se cumpliría en cuanto al clima familiar.
El segundo objetivo del estudio abordaba la cuestión del abandono o la continuidad en la prostitución en mujeres que la habían ejercido. La importancia de este recaía en la necesidad de identificar qué factores diferenciaban a unas y otras mujeres y qué factores actuaban como predictores de la continuación en la prostitución, todo ello con vistas a poder desarrollar programas de prevención de la prostitución y de apoyo tanto a las mujeres que la abandonaban como a aquellas que continuaban ejerciéndola.
Atendiendo a los resultados se puede concluir un perfil sociodemográfico y psicológico diferente entre unas mujeres y otras, confirmándose la tercera de las hipótesis del presente estudio. En este sentido son las mujeres que continúan ejerciendo la prostitución, quienes presentan un mejor bienestar psicológico, principalmente en relación con el dominio del entorno, lo cual hace pensar que el disponer de unos ingresos les permite ser más independientes al tomar decisiones acerca de ellas mismas y de su familia, sin depender tanto de ayudas externas, y generando con ello entornos más satisfactorios acordes con las necesidades personales y familiares que presentan.
Estas mismas mujeres presentan una mayor resiliencia frente a aquellas que han dejado la prostitución, aspecto relevante, ya que se puede decir que las mujeres que continúan ejerciéndola han elaborado estrategias protectoras de cara a salvaguardar su estado emocional frente a las que deciden abandonarla, las cuales no fueron capaces de construir dichas estrategias. En concreto, aquellas que continúan ejerciendo la prostitución aceptan mejor los cambios y confían más en sus instintos, toleran mejor las emociones negativas y se fortalecen más en la medida en que son capaces de enfrentarse a situaciones estresantes.
Entre los factores sociodemográficos y familiares, las diferencias se dan en las tres variables analizadas; así pues, las mujeres que continúan con la prostitución tienen una mayor edad, un mayor número de hijos y, en mayor medida, pareja. Entonces puede resultar, al menos sorprendente, que aquellas que continúan con la prostitución tengan pareja, si bien cabe pensar que en el caso de estas mujeres, madres de familia, sean ellas la única fuente de ingresos familiares, al estar la pareja en situación de desempleo, y la prostitución sea aceptada por ambos como necesaria para la familia, lo cual no es de extrañar si se tiene en consideración, como ya se ha apuntado anteriormente, el porcentaje de hogares donde son ellas las cabezas de familia.
Entre estos factores diferenciales de ambos grupos, una menor edad y una menor confianza como estrategia de resiliencia, predicen el abandono de la prostitución, confirmándose en parte la cuarta hipótesis del estudio. Cabe pensar que las mujeres más jóvenes presenten un mayor nivel de inconformismo al ejercer la prostitución, seguramente sin resignarse a tener que terminar ejerciéndola, lo cual las lleva a explorar otras vías de subsistencia, presentando un mayor número de expectativas de cara a salir tanto de la prostitución como de la pobreza. Además, son mujeres con menos tolerancia a las emociones negativas y al estrés, aspectos que motivan la salida de la prostitución, pues si bien esta tiene unos efectos positivos en las economías familiares, puede comprometer en mayor grado su salud mental.
La principal limitación del presente estudio está relacionada con la muestra, al ser localizada en el contexto dominicano, así como no contemplar otras variables que pueden estar relacionadas con el objeto del estudio. Estas variables han de ser tenidas en consideración, de cara a futuros estudios, como serían los años que llevan ejerciendo la prostitución, la aceptación de la familia, los antecedentes de prostitución en la familia, la edad de inicio en la prostitución o la presencia de abusos sexuales en la infancia. Además, se requieren estudios que valoren realmente el impacto sobre la salud mental en el mediano y largo plazos, tanto de las mujeres en situación de pobreza como de aquellas que, además, ejercen la prostitución.
Las implicaciones prácticas del estudio apuntan a la necesidad de intervenciones contextualizadas y centradas tanto en la mujer como en el núcleo familiar, intervenciones que han de ser abordadas por políticas de Estado, posibilitando a las familias no solo recursos económicos que garanticen la subsistencia básica de la familia, sino también toda una serie de medidas psicosociales para afrontar las consecuencias derivadas de la pobreza en general y de la prostitución en particular. A ello hay que sumar todas aquellas intervenciones dirigidas al empoderamiento de las mujeres en todos los niveles, principalmente en relación con la discriminación por ser mujer, madre y, en algunos casos, por estar ejerciendo la prostitución.